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Sea por siempre ensalzado el Santo nombre del Supremo Creador, a quien humildemente

reverencio en esta solemne hora A ti excelso Adonay dirijo, mis más fervientes preces suplicando
te me seas propicio, y concedas el honor de enviarme uno de tus más humildes mensajeros, para
que pueda, por su mediación, lograr lo que con grande acatamiento y veneración me propongo
pedirte. No mires en mí un soberbio ni un escéptico que se atreva por orgullo a molestarte. Mira,
en mí, ¡oh, poderoso Adonay, el más pequeño de los seres que en la creación viven y moran,
postrado humildemente ante la Divina Majestad de su Dios y Creador, a quien suplica con
verdadero y gran deseo, poder conocer por mediación de sus espirituales mensajeros, un destello
de su gloria inmaculada.

'Lleguen también mis súplicas a todos los espíritus celestes superiores, para que ellos intercedan
por mí ante el glorioso trono del Altísimo, Soberano Hacedor de todo lo creado a fin de que se
digne por la poderosa intercesión de los ángeles de luz, Eloim y Jehovam acceder a este mi
humilde ruego. "He procurado hacerme lo más perfecto posible en la pobre y nunca satisfecha
condición humana, a fin de que me juzguéis digno de poder contemplar vuestra gloriosa
excelsitud. Perdonadme los defectos que todavía no haya desechado y no los hagáis causa de
vuestro enojo y severidad. "Vuelvo a invocaros a todos nuevamente, y en general a los poderosos
Adonay, Eloim y Jehovam para que se vea satisfecho mi deseo en esta hora, siendo testigos los
astros que ejercen su poderoso influjo sobre el estrellado firmamento.

"Venga vuestra radiante luz en forma del glorioso mensajero, y reciba por su mediación los dones
de sabiduría, del honor y de la gloria, hasta que, purificado de todas las impurezas de la carne
inherentes a las flaquezas de la humana y siempre defectuosa naturaleza, pueda contemplaros en
toda vuestra Soberana Majestad y gloria. Sea bien acogida esta mi humilde súplica, y eternamente
os tributará adoración y homenaje mi corazón sin- cero y agradecido"

Ésta invocación o plegaria deberá repetirse cuatro veces, durante cuatro noches elevando el alma
a Dios y la vista al firmamento estrellado. La última noche, y al terminar la última invocación, se
percibirá una música muy dulce y melodiosa acompañada de coros celestiales. Se notará una
claridad diáfana que irá aumentando progresivamente, subiendo poco después la visión celeste en
forma de un ángel de luz, de belleza incomparable, rodeado de infinitos espíritus celestiales que le
acompañarán incesantemente, formando verdadera guardia de honor, con voz dulcísima y sonora
os dirá estas o parecidas palabras:

ORACIÓN AL TODOPODEROSO EN ACCIÓN DE GRACIAS "Oh, Dios Todopoderoso! Padre celeste


que has creado to- das las cosas en servicio y utilidad del hombre, te doy las más humildes y
reverentes acciones de gracias, porque por tu gran bondad, has permitido que sin riesgo, pudiera
yo haber hecho pacto con uno de tus espíritus rebeldes, sometiéndole a darme todo lo que me
fuere necesario. Yo os agradezco ¡oh. Dios todo poderoso el bien con que me has colmado esta
noche, designándote conce- derme, a mí, insignificante criatura, tus preciosos favores. Ahora ¡oh,
gran Dios! es cuando he conocido la fuerza y todo el poder de tus grandes promesas cuando
dijiste: "Buscad y encontraréis, llamad y os abrirán". Y cuando tus has ordenado y recomendado
socorrer al pobre, dignate inspirarme verdaderos sentimientos de caridad, y haz que yo pueda
emplear, en una obra santa, gran parte de los bienes con que tu gran divinidad ha querido
colmarme, haz ¡oh, poderoso Dios! que yo goce con tranquilidad de estas riquezas de que soy
poseedor, y no permitas que ningún espíritu rebelde me perjudique en que sea yo dueño.
Inspírame también, ¡oh, gran Dios! los sentimientos necesarios para poder desprenderme de las
garras del demonio y de todos los espíritus malignos. Yo me pongo. Soberano Señor, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, en vuestra santa protección. Amén",

"¡Oh, misterioso Espíritu que diriges todos los hilos de vuestra vida! Desciende hasta mi humilde
morada. Ilumíname para conseguir, por medio de los secretos azares de la Lotería, el premio que
ha de darme la fortuna, y con ella, la felicidad, el bienestar y el reposo. Penetra en mi alma.
Examínala. Ve mis intenciones, que son puras y nobles, y que me encamines en bien y provecho
mío y de la humanidad en general. Yo no ambiciono riqueza para mostrarme egoísta y tirano.
Deseo dinero para comprar la paz de mi alma, la ventura de los que amo y la prosperidad de mis
empresas. Sin embargo, si tú conoces ¡oh, soberano Espíritu, clave de la infinita sabiduría! que yo
no merezco y que to davía debo pasar muchos días sobre la tierra en medio de las amarguras y
batallas de la pobreza, hágase tu voluntad, yo rae resigno a tus decretos; pero ten en cuenta mis
sanos propósitos, el fervor con que te invoco, la necesidad en que me hallo, para que en el día que
esté escrito en el libro de mi destino, sean satisfactoriamente atendidos mis votos, que están
expuestos con toda la sinceridad verdad y ansiedad. No hay que perder las esperanzas si por acaso
no acude el Espíritu a vuestro primer llamamiento. Vuestra oración es siempre escuchada y
anotada. Al cabo, cuando ya os convenga, la for- tuna vendrá, infaliblemente, a vuestras manos.
Pero no dejéis de recitar la anterior oración en la forma que se ha dicho. Conviene, en todo caso,
jugar el primer número que se presente a vuestra imaginación, al despertar después del sueño
mágico.

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