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Porque es estado se apropia de los seguros

El estado puede decidir intervenir en el mercado de seguros por varias


razones.
- Una de ellas es para garantizar la protección de los ciudadanos y
asegurarse de que el acceso a ciertos tipos de seguros esté disponible
para todos, incluso aquellos que puedan tener dificultades para obtener
seguros privados debido a su edad, salud o circunstancias financieras.
- Además, el estado puede intervenir en el mercado de seguros para
regular y supervisar la industria de seguros para asegurarse de que las
compañías de seguros operen de manera justa y ética y cumplan con las
regulaciones y estándares establecidos.
- También puede ser una forma de generar ingresos para el estado a
través de impuestos y tarifas.
En resumen, el estado puede optar por apropiarse de los seguros para proteger
a los ciudadanos, regular la industria de seguros y generar ingresos.
Fondos de pensiones en manos de gobierno ¿porque hay desconfianza?
Las AFP serán remplazadas por la gestora publica la cual administrara un total
de 23. 000 millones de dólares que son los aportes de los trabajadores para su
jubilación, en la actualidad del país hay sectores que se movilizan en rechazo a
este cambio, pidiendo la abrogación de la ley de pensiones 065 asegurando
que el dinero de los seguros podría ser invertido en empresas estatales que
terminan siendo deficitaria.
También nos cuestionamos sobre la experiencia y capacidad de la gestora
publica debido a hechos irregulares desde su creación, entre ellas:
 Debidas postergaciones, fue creada en 2010, se fijó sus operaciones al
inicio del 2016 pero se postergo hasta el 2017 y luego 2019 y 2021
hasta que entro en funcionamiento en 2022 de manera parcial.
 El retraso le costo a Bolivia 105 millos de dólares que debió indemnizar
a BBVA
 Adquisición de software en 2017 el gobierno de Evo Morales contrato a l
a empresa CISDE, para desarrollar el software por 5 millones de
dólares.
 En el gobierno de Añez se realizo una auditoria que evidencio como si
ya se había pagado un 59%. Sin embargo, nunca se entregó el
software.
 Se contrata otra empresa JASON de Colombia a la que se pago 10
millones de dólares por un contrato de alquiler no compra.
 Se revela un gasto de 553 millones de bolivianos desde junio de 2016
cuando la gestora ni siquiera estaba en funcionamiento.
Que sucede con los fondos de pensiones
Los 23. Millones de dólares pasa a la gestora publica pasan ahora a una
entidad estatal manejada por el ministerio de economía, pero el detalle es el
ministerio de economía el gobierno durante muchos años se viene prestando
plata de las AFPS, es decir le vendía bonos a las AFPS, entonces esos ahorros
iban al gobierno, que el gobierno los usaba.
Ahorra no se prestan de las AFPS vamos a convertir esas AFPS en una
gestora publica manejada por el ministro de economía.
Entonces, nos préstamos de nosotros mismos, ya 7.000 millones de dólares de
estos 23000 ya fueron entregada al gobierno a cambio de bonos, si el gobierno
no es responsable con eso y no nos devuelve la plata prestada a nuestros
ahorros entonces nos quedamos sin ahorros y nos quedamos sin jubilación.
HISTORICO
El final de la crónica se puede anticipar: el gobierno de Luis Arce Catacora se
apropiará de los fondos de las jubilaciones futuras de los bolivianos. No habrá
marcha atrás. Se trata del plan para quedarse definitivamente con el dinero de
las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Es una bolsa de 24 mil
millones de dólares que ya comenzó -años atrás- a sufrir un goteo permanente
ordenado por la administración de Evo Morales para obras faraónicas -
absurdas- y pago de gastos corrientes del estado.
Arce siempre tuvo un ojo -o ambos- en esos recursos. En 2010 impulsó una ley
para crear una estructura que administrara ese tesoro mediante un ente
autónomo que dependería enteramente de su voluntad: la bautizó Gestora
Pública de la Seguridad Social de Largo Plazo, o Gestora, como la conocen
todos en el país. Sería una oficina independiente -bajo su órbita, claro está-,
con rango ministerial, que tendría como misión administrar los fondos que le
serían arrebatados a las AFP. Pero su puesta en marcha demoraría más de lo
esperado.
De acuerdo al plan del entonces referente económico del Movimiento al
Socialismo (MAS), los ahorros de los bolivianos debían pasar a control estatal.
El botín era demasiado grande para dejarlo en manos de extraños. Desde
1997, Bolivia cuenta con dos administradoras privadas de fondos de pensiones:
BBVA Previsión -del grupo financiero español- y Futuro de Bolivia,
perteneciente a la aseguradora suiza Zurich. Durante 17 años, estas empresas
fueron el blanco preferido de la administración Morales/Arce. Pero no por
cuestiones ideológicas, sino más rentables.
De acuerdo a datos de la Autoridad de Fiscalización y Control de Pensiones y
Seguros (APS), a septiembre de 2022 el ahorro del Sistema Integrado de
Pensiones (SIP) alcanzó una cifra más que tentadora para la voracidad estatal:
23.966 millones de dólares. De ese total, el gobierno del MAS ya sacó una gran
tajada en bonos del Tesoro y Bonos de Deuda Soberana por 7.222 millones de
dólares. Nadie cree que el estado vaya a cumplir con la obligación de devolver
el total de esa deuda con el sistema jubilatorio, por lo que el fondo con el que
hoy cuentan los futuros pensionados es de 16.744 millones de dólares. El
manotazo fue amazónico.
Entre 2021 y lo que va de 2023, existe un acelerado endeudamiento del
gobierno con los fondos de pensiones mediante Bonos Soberanos y Bonos del
Tesoro General del Estado (TGN). La deuda del Estado con las AFP a
diciembre de 2020 representaba el 24%, mientras que a septiembre de 2022
alcanzó el 30,4%. Este importante incremento de las deudas con estas
empresas es una radiografía de las delicadas finanzas públicas: el TGN no
tiene liquidez de recursos y no posee una fuente legítima de dónde obtenerlos.
Y los intentos de Arce por financiarse en los mercados internacionales han
fracasado recurrentemente. Nadie quiere prestarle a Bolivia a tasas razonables.
La pregunta reflota: ¿y el “milagro económico”?
Gestora, en tanto, recién vio la luz en 2015, cinco años después de que se
hubiera promulgado la ley que la concebía, pero sin capacidad de reemplazar a
las AFP. Faltaban “detalles” por resolver. Durante siete años, Arce hizo de esas
oficinas un búnker propio e inexpugnable para otros poderosos: nombró allí a
todos funcionarios de su confianza absoluta. Todos cargos políticos y casi
ninguno de capacidad técnica. Fueron 260 los nombramientos ordenados por el
que fuera catalogado como el autor intelectual del supusto“milagro económico”
boliviano.
Pero pese a esa súper estructura ministerial, Gestora aún no comenzó a
funcionar. Pospuso el inicio de sus operaciones en 2016, 2017, 2019 y 2021.
Sin embargo, al parecer abriría sus puertas en mayo próximo. En La Paz
cruzan los dedos. ¿Por qué aún está inoperativa? Lleva ocho años lidiando con
softwares de costos millonarios.
En marzo de 2019, cuando Arce anunció la penúltima postergación le echó la
culpa a la empresa Sysde, con sede en Panamá. De acuerdo al ex ministro de
Economía de Evo esta compañía -que brinda “soluciones tecnológicas” a todo
el mundo- no entregó el programa acordado por el que habían abonado 5
millones de dólares. Pero existe una minucia llamativa: Sysde nunca se dedicó
a la venta de software. Su especialidad es el asesoramiento empresarial. No
obstante ello, obtuvo un contrato directo, sin licitación. Exceso de lobby, dirán
algunos, indulgentes. Desde el 2017 al 2019 esa empresa ya había cobrado el
82% de su contrato pero apenas había entregado 28 de los 83 productos que
se había comprometido.

Este incumplimiento le valió a Arce para realizar en Gestora una nueva


contratación. Esta vez la afortunada fue una firma colombiana: Heinsohn
Business Technology. Pero ahora el acuerdo fue un poco más sustancioso
elevándose a 11 millones de dólares. Tampoco cumplió.
Cuando Gestora comenzó sus funciones burocráticas se le asignó un
presupuesto de alrededor de 30 millones de dólares. Pero para 2019 ya había
gastado casi la mitad de esos fondos. Fue por eso que ese mismo año se le
hizo un reajuste en sus cuentas de otros 15 millones de dólares. Para que
estén todos tranquilos. Pero el despilfarro de esta entidad administradora de los
futuros fondos de pensión de Bolivia no terminaron. Además de las dos
empresas contratadas para un mismo software fantasma, y de los centenares
de salarios que pagan mensualmente, sus directivos ordenaron la compra de
tres pisos en el edificio Gundlach por más de 2,4 millones de dólares.
“Fue hasta ahora una de las cajas de Arce”, cuenta un confidente que prefiere
mantener su identidad a resguardo por temor a las represalias que pudiera
recibir por parte del Palacio Quemado, la sede gubernamental. “Allí hay
funcionarios que cobran incluso más que el presidente, con sueldos de 5.000
dólares”, agrega. Se refiere al gerente general de Gestora, el fiel Jaime Durán
Chuquimia.
Hay más: entre los contratos figura uno para el diseño e implementación de un
centro de procesamiento de datos por 400 mil dólares. Otro, por 2 millones de
dólares para un servidor y licencias Oracle. En 2017, Gestora -que todavía no
administra ni un peso de los aportes de los bolivianos- contrató por 24 meses a
tres consultores por un millón de dólares. Y entre los años 2017 y 2019 destinó
otros 808 mil dólares para el item de consultorías. Una fiesta interminable... y
carísima para el pueblo boliviano.
No se sabe si por vergüenza, pudor u oportunidad sólo a partir de 2018 Arce
dispuso que Gestora al menos tuviera alguna tarea específica. Le transfirió
recursos para que abonara la Renta Dignidad, un subsidio a mayores de 60
años. Junto a la caja para pagar estos beneficios, el entonces ministro de
Economía dispuso que se sumaran 169 empleados al ente autónomo.
Sostener el “milagro” con los jubilados
El primer manotazo a esa caja de ahorros de los jubilados bolivianos se dio
durante la administración de Morales. Fueron 7 mil millones de dólares que el
Estado le obligó a las AFP a canjear por bonos soberanos y letras del tesoro.
Una parte de los recursos que se utilizaron para solventar la imagen de la
“economía milagrosa” que el gobierno mostraba al mundo.
No obstante ello, mientras que el destino de esa montaña de dinero debía ser
obras de infraestructura, esos montos se utilizaron mayormente para gastos
corrientes: sueldos del estado y cobertura de baches en empresas estatales,
como Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia (YPFB), una compañía
energética en quiebra. También se destinó una grandísima suma a un destino
absurdo: el faraónico teleférico de La Paz -Mi Telesférico, de diez líneas
interconectadas- que pretendía resolver el tortuoso problema de transporte que
tiene la capital boliviana.
Ese transporte colgante costó 900 millones de dólares y sólo lo utiliza un 5 por
ciento de la población trabajadora que recurre al transporte público como único
medio para movilizarse. ¿Quién realizó el estudio de mercado? Un iluminado,
seguramente. Incluso se siguió adelante con la monumental obra pese a que
auditorías indicaban que no era sustentable económicamente y que se había
detectado un sobreprecio del 30% en su construcción.
Pero la historia de Mi Telesférico no termina allí: este año deberán pagarse
obras de reparación y mantenimiento por millones de dólares. El dinero -de los
jubilados- estará disponible a partir de mayo gracias a Gestora. Similar
situación se repite con el Tren Metropolitano de Cochabamba: fondos de
pensionados a disposición de una caja negra incontrolable.
Este mayo, las AFP deberán pasar a Economía toda la cartera de inversiones
que hicieron hasta el momento. Una desesperante maniobra de Arce para
mantener la ilusión del “milagro económico” de Bolivia. Seguramente hará un
uso discrecional de esas inversiones. ¿En qué gastará Gestora los más de 16
mil millones de dólares de los futuros jubilados bolivianos? ¿Habrá protestas en
Bolivia por el embargo de esas pensiones? Francia está en llamas por una
reforma previsional más racional propuesta por Emmanuel Macron.
Este traspaso multimillonario que planifica el presidente boliviano se da en un
momento de vacas flacas en el país. Muy flacas. El Banco Central se desangra:
en 2015 las reservas eran de más de 15 mil millones; hoy se desvanecieron a 3
mil millones. Los dólares escasean y hay colas cada vez más largas para sacar
los pocos dólares que existen en los bancos nacionales por temor a una
corrida. Incluso el gobierno pretende establecer restricciones para su compra.
Ve fantasmas en cada esquina. “La situación económica es desesperante”,
señala un conocedor de las cuentas públicas y añade: “Sólo queda oro por dos
mil quinientos millones de dólares... que será la próxima caja que quiere Arce,
además de las jubilaciones que administrará Gestora”. A todo esto, el déficit
fiscal está disparado: Bolivia lleva una década con índices superiores al 7 por
ciento.
Evo Morales, por su parte, mira de reojo la situación. Le preocupa que Arce
tenga el tiempo suficiente para utilizar esos fondos de los jubilados y reflotar la
economía y así aspirar a un nuevo mandato presidencial, lo que podría
sepultarlo políticamente. Prefiere, en cambio, que el reloj camine y sea él quien
pueda asumir la primera magistratura del país para utilizar ese tesoro millonario
y mantener la ilusión del “milagro económico boliviano”.
En tanto, Jaime Durán Chuquimia, gerente general de Gestora, se muestra
ansioso. Será el encargado de responder a Arce por lo que haga con esos
fondos jubilatorios de cara a las elecciones. Se pondrán de acuerdo de
inmediato. Como se dice en el fútbol: juegan de memoria. Fue su viceministro
de Presupuesto cuando el actual presidente conducía Economía durante los
años de Evo. Siempre le cerraron los números y la caja. Lo más importante.

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