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DEFINICIÓN DEL CONCEPTO “CONSTITUCIÓN”

Hasta la Revolución Francesa, el Derecho del Antiguo Régimen


estaba constituido por un conjunto de normas dictadas por los
soberanos absolutos –los monarcas-, quienes para su
promulgación no habían solicitado la aprobación de los
representantes de la nación. Además, eran leyes que reconocían
privilegios y diferencias entre los individuos, según su extracción
social o su lugar de residencia. En el Derecho actual, que surge
precisamente de la Revolución Francesa, se persigue la igualdad
de todos ante la ley y se considera que la soberanía o el poder no
es exclusivamente del rey, sino del conjunto de la nación, por lo
que debe ser ésta la que, a través de sus representantes en las
Cortes o el Parlamento, establezca el tipo de organización política
que quiere. Así, se denomina Constitución a la ley fundamental
de la organización de un Estado. La Constitución de un Estado es,
por tanto, la ley de rango superior, pues está por encima de
cualquier otra ley de ese Estado. Su contenido fija los aspectos
esenciales que deben regir su organización política: el depositante
de la soberanía (el rey, la nación, el pueblo), el régimen político
(monarquía, república), la composición y las funciones de los
poderes e instituciones del Estado (gobierno, parlamento,
tribunales de justicia), los derechos y deberes fundamentales de
los ciudadanos, etc. Un aspecto importante que recogen las
constituciones liberales es la división de poderes del Estado, que
en el Antiguo Régimen se concentraban en la persona del
monarca absoluto: el poder legislativo –que elabora las leyes-
corresponde a las Cortes, en la que están los representantes de la
nación, el poder ejecutivo –que las aplica- corresponde al
gobierno y el poder judicial –que sanciona a quienes las
incumplen- corresponde a los tribunales de justicia. A partir de
ahí, el rey podía tener una mayor o menor participación en todos o
algunos de esos poderes.

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