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EL AGENTE Y LOS ELEMENTOS QUE DIOS USA PARA LA SANTIDAD DEL

HOMBRE.
Además de tener sus elementos, Dios tiene un agente, que es el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el encargado de mostrarnos la verdad de Dios, de guiarnos y conducirnos en
justicia (1ª Corintio 6:11; Romanos 15:16; 1ª Pedro 1:2).

Jesús dijo -refiriéndose al Espíritu- Él tomará de lo mío y se los hará saber (Juan 16:14), y el
Apóstol Pablo dijo que el Espíritu escudriñará la mente del Padre y se lo revelará a la Iglesia (1ª
Corintios 2:10.13). De modo que no hay nada que sepamos de Dios y de sus propósitos si no es
por el Espíritu, y no hay un alcance de nivel de Santidad que Dios logre en nosotros si no es por el
Espíritu.

Pero debemos tomar en cuenta, que el Espíritu Santo por sí solo no puede conducirnos a la
Santidad; no descarto que con su presencia nos pueda inspirar, instar y darnos el deseo de vivir en
Santidad, pero le es imposible conducirnos a la Santidad sin los elementos de cooperación
utilizados en el proceso de santificación.

La Santidad viene como producto de tener una información y un conocimiento del carácter, la
voluntad y los preceptos de Dios; y, por consiguiente, someternos y ajustarnos a ellos, y esta
información y conocimiento vienen a través de estos elementos de cooperación.

ELEMENTOS DE COOPERACIÓN PARA LA CONDUCCIÓN A LA SANTIDAD.


Estos elementos son: La Palabra, los dones Ministeriales, y los dones Espirituales. Estos elementos
de santificación son medios para alcanzar un fin, el cual es un estado de Santidad para ser santo.

LA PALABRA: La Palabra es el complemento del Espíritu para llevar a cabo su obra. Veamos
algunos ejemplos Bíblicos, usando algunos pasajes paralelos que tienen un mismo sentido:

Juan 3:5 “...De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios”.

1ª Pedro 1:22.24 “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la


palabra de Dios que vive y permanece para siempre”.

Si observamos, el nuevo nacimiento lo produce el Espíritu Santo por una palabra.


Mateo 12:28 “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios;...”

Mateo 8:16 “Y cuando llegó la noche, trajeron a Él muchos endemoniados; y con la palabra echó
fuera a los demonios,...”

Jesús llevó a cabo la expulsión del demonio con una palabra específica mediante el Espíritu.

Después del Espíritu Santo, la Palabra es el fundamento y elemento principal de la Santidad.

"Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el
Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por
el Espíritu y la fe en la verdad" (2ª Tesalonicenses 2:13.17)

La oración o la vida devocional nos puede inspirar o darnos un sentido de Santidad, pero lo que
produce la Santidad es la Palabra cuando nos sometemos a ella. Jesús dijo:

“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. (Juan 17:17).

“...y todo pámpano que lleve fruto, lo limpiaré, para que lleve más frutos, ya vosotros estáis limpios
por la palabra que os he hablado”. (Juan 15:2.3)

El Salmo 119:9, dice: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”.

El Salmo 119:11, dice: “en mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”.

LOS DONES MINISTERIALES: 


Jesús constituyó -según Efesios 4:11.12-, cinco oficios ministeriales con el propósito de
perfeccionar a los santos.

El término “perfección” viene del griego “Katartismo”, que indica ajustar con la plena preparación y
la formación de un carácter, madurar, completar, equipar.

Los Ministerios también fueron constituidos para edificar al Cuerpo. El término edificar viene del
griego “Oikodomeo” que indica: Promover el crecimiento espiritual, desarrollando el buen carácter
de la Iglesia.

Cabe destacar que estas dos características forman parte del pastorado, que viene del término
apacentar, del griego “Bosko”, que indica: alimentar, instruir, proveer comida, cuidar.

El único elemento que un ministro tiene para alcanzar los objetivos antes mencionados es la
Palabra. Para ello necesitamos Ministerios que sepan trazar bien la Palabra, que sean amantes de
su estudio y que dediquen y tengan el tiempo para hacerlo. (1ª Timoteo: 4:13).

Una de las características de un Ministerio calificado para perfeccionar, es que usa bien la Palabra y
es retenedor de ella. El término usar del griego es “Orthotomeo” y su equivalente en el español
viene a ser “Trazar”. (2ª Timoteo 2:15)

Trazar: Indica cortar por lo recto. Es un término compuesto del Griego orthos- recto = temno-
cortar.

Trazar: No tiene que ver con dividir ni cortar por la mitad, sino con el buen trato y el verdadero
significado de las cosas. Es no exponer una eiségesis, o decir lo que las Escrituras dicen, sino
transmitir lo que ellas quieren decir.

Trazar: No da la idea de la descontextualización de los pasajes de las Escrituras, sino la enseñanza


en una forma sistemática, exegética, y polifacética; de manera precisa, acertada para dirigir los
pasos de otros.

Retenedor: Viene del griego “Antecho” y su equivalente en español es estimar.

Estimar: Que indica “ser adicto a”. También da la idea de mantenerte en una forma adherida con
el fin de no dejártela quitar. Tiene que ver con aquello que viene a ser inherente en ti, algo que es
parte de tu naturaleza, de tu existir, de tus propiedades.
Estas dos grandes virtudes sólo se pueden encontrar en aquellos que son amantes de las Escrituras
y diligentes para el estudio de ellas. Sólo a través de estos Ministerios calificados con estas grandes
virtudes, un pueblo puede alcanzar madurez, que equivale a una vida de Santidad.

LOS DONES ESPIRITUALES: 

A través de los Dones Espirituales, el Espíritu Santo puede hacer ciertas correcciones e
instrucciones en lo personal para dirigirte a la verdad, formando un carácter de Santidad y
conducirte a ella. Debemos entender que los dones, como elementos de santificación, son su última
opción. ///Bendiciones///

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