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Alega la actora -recurrente-, que la relación de trabajo discutida, pretende ser

encubierta por la Asociación Civil Hoet Peláez Castillo & Duque Abogados, al
obligar dicha empresa, a su personal de abogados a firmar un “Acuerdo de
Asociación”, cuyo fin único es enmascarar la relación  laboral existente.

        Ha dicho la doctrina y la jurisprudencia Patria, que la “simulación” pretende la


distorsión de la realidad, impulsada por el patrono, quien busca alterar un contrato
de naturaleza laboral, ocultándolo en un negocio jurídico de distinta naturaleza,
con el objeto de evadir el cumplimiento de obligaciones laborales así como
engañar a los órganos jurisdiccionales del trabajo.

        Para combatir la figura de la Simulación, tanto en la legislación Laboral Patria


como en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, existen una
serie de principios, llamados por la doctrina como mecanismos de defensas, los
cuales tienen por objeto arruinar los actos simulados, a saber: (i). el principio de la
irrenunciabilidad de los derechos laborales; (ii) el principio de la primacía de la
realidad de los hechos sobre las formas o apariencias y, (iii) la presunción de
laboralidad consagrada en el artículo 65 de la Ley Orgánica del Trabajo.

        El artículo 65 de la Ley Orgánica del Trabajo, establece que “Se presumirá la
existencia de una relación de trabajo entre quien preste un servicio personal y
quien lo reciba…”. No obstante, demostrada la existencia de la prestación
personal del servicio por el actor, se activa la presunción de laboralidad y, se
invierte la carga de la prueba de quien alega el derecho, siendo el patrono
demandado quien podrá desvirtuarla, al tener la presunción la condición juris
tantum, es decir que admite prueba en contrario.

        La presunción en comento, ciertamente reviste carácter de suma importancia,


ya que con ella se protege el trabajo como hecho social y así a los prestadores de
servicios que a cambio de ella reciben una remuneración y que se encuentran
subordinados a las directrices del patrono.

        No obstante, dicha presunción necesariamente debe tener un límite, y serán


aquellos contratos que sean alegados y probados, en el cual también tengan por
objeto la prestación personal de un servicio, pero que generen consecuencias
jurídicas distintas a las de un contrato de naturaleza laboral.

        En este sentido, encuentra oportuno esta Sala citar al laboralista patrio Rafael
Alfonso Guzmán y reafirmar que “…No basta,…, la sola actividad personal para
probar el contrato de trabajo, si otra clase de contratos lícitos, válidamente
celebrados, por reunir los requisitos exigidos para su perfeccionamiento y eficacia
legal, atribuye a esa actividad personal efectos jurídicos distintos de los propios
del contrato laboral…” (Subrayado de la Sala).

                  De tal manera que, no siempre las prestaciones personales de


servicios profesionales son de naturaleza laboral, mas aun cuanto las condiciones
del servicio, como en el caso de los abogados asociados a una Firma Jurídica,
obedecen a un contrato de naturaleza distinta a la laboral, como lo es un contrato
civil de asociación, tal y como ocurre en el presente caso. 

        En este orden de ideas, en el caso objeto de estudio, es aceptado y


reconocido por las partes, que la actora, finalizada la relación laboral existente con
la demandada, mediante la celebración en dos oportunidades de un “Contrato de
Asociación”, prestaba sus servicios profesionales, como Abogada Asociada de la
empresa, en la que recibía un anticipo mensual como participación y el resto
estaba subordinado a que los horarios facturados a los cliente sean efectivamente
cobrados, debiendo devolver a la firma con dinero de su peculio, a falta de pago
de las facturas por parte de los clientes, aquellos adelantos mensuales
previamente recibidos, sin embargo, arguye la actora que dichos contratos fueron
celebrados para simular una relación de naturaleza laboral.

        Planteados así los hechos, la Alzada en cuanto a la distribución de la carga


de la prueba, señala que “…la carga no puede ser sólo de la demandada, porque
en este caso el a quo la pone en cabeza de la demandada con relación a que tipo
de naturaleza tenía el contrato, pero para que se determine la naturaleza del
mismo debe analizarse si existió o no un fraude, debido a la simulación alegada y
que debe ser demostrada por la parte actora, siendo que se materializó una
negativa absoluta por la demandada…esa simulación es fundamental, debe verse
si existe o no prueba de esa simulación, es decir, si se dieron o no los elementos
de la simulación para constituir un fraude a la ley…en consecuencia, esta
sentenciadora pasa al análisis del material probatorio aportado por las partes a los
fines de determinar, en primer lugar, si existen elementos de convicción en autos
que demuestren la simulación de la relación laboral alegada por la parte actora y
en segundo lugar analizar la naturaleza jurídica de la relación que ha unido a las
partes en el presente juicio…”(Subrayado de la Sala).

        De tal manera que, la prueba de la simulación, debe recaer sobre quien la
alega, en el presente caso sobre el trabajador, ya que dicho alegato constituye un
hecho que ha sido plenamente desconocido por el patrono, al alegar la existencia
de un contrato de naturaleza distinta a la laboral, que si bien es cierto, activa la
presunción de laboralidad, la misma se encuentra limitada por las condiciones
propias del contrato legalmente celebrado y probado, tal y como se expuso
precedentemente. En este sentido, debe el trabajador presentar en juicio indicios,
señas o síntomas que lleven al juez a la convicción de que ciertamente el contrato
ha sido celebrado, simulando un contrato de naturaleza laboral.

        Así pues, acertadamente la Alzada distribuye la carga de la prueba en el


presente caso, evidenciándose en autos, que la Juzgadora del Superior, analizó
las pruebas promovidas por ambas partes, concluyendo que la simulación alegada
por la actora no logró ser demostrada por ésta, y en consecuencia,  el análisis y
valoración de las pruebas aportadas por la demandada en el juicio, la llevan a la
convicción de que la naturaleza jurídica de la relación discutida no es laboral,
desvirtuándose así la presunción de laboralidad existente.
                  En virtud de todo lo anteriormente expuesto, no constata la Sala el vicio
aquí delatado, en consecuencia, se declara sin lugar la presente denuncia. Así se
decide.

                  Declaradas sin lugar las denuncias planteadas por la parte recurrente,
se declara sin lugar el recurso de casación anunciado, en consecuencia, se
confirma la decisión impugnada mediante este recurso. Así se decide.
DECISIÓN

                  Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia en
Sala de Casación Social, en nombre de la República y por autoridad de la Ley
declara SIN LUGAR el recurso de casación interpuesto por la parte demandante,
contra la decisión proferida por el Juzgado Quinto Superior del Circuito Judicial del
Trabajo del Área Metropolitana de Caracas, en fecha 25 de junio de 2007, en
consecuencia, se CONFIRMA la decisión del Juzgado Superior antes mencionado.
 
                  Se condena en constas a la parte recurrente, de conformidad con el
artículo 175 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
                   No firma la presente decisión el Magistrado Alfonso Valbuena Cordero,
por no haber estado en la audiencia oral por motivos justificados.
Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Unidad de Recepción y
Distribución de Documentos de la Circunscripción Judicial arriba identificada, a los
fines consiguientes. Particípese de esta remisión al Juzgado Superior de origen
antes mencionado, todo de conformidad con el artículo 176 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social,
del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los  once  (11) días del mes de
junio de dos mil ocho. Años: 198º de la Independencia y 149º de la Federación

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