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Capítulo I:
¿Por qué estudiar el Antiguo Egipto?
El antiguo Egipto es una representación de soluciones a una vida comunitaria de larga duración. Este éxito se
construyó en base a una visión del Estado apoyado en creencias abstractas, en donde los gobernantes
justificaban y actuaban según el mandato de los dioses, los cuales los legitimaban, y garantizaban esta jerarquía
para con toda la sociedad. Estos valores e instituciones permitieron mantener la unidad en el país, superando las
vicisitudes externas e internas. Es por esto que al Estado egipcio se lo puede considerar solvente.
Aplicar el término “religión” al antiguo Egipto es engañoso, pues supone imponer un conjunto de categorías, y
fronteras, en cuanto al pensamiento, y al comportamiento de la sociedad. La religión es religión para aquellos
que creen en una determinada forma de la misma. Para los que no, la religión debería se considerada como
cultura.
Capitulo VII:
En la historia de la religión egipcia solo existe un nombre y es el de un faraón de finales de la dinastía XVII:
Ajenaton. Haciendo uso de su enorme poder y riquezas, hizo un movimiento usado de que se salía de la
trayectoria tradicional de Egipto: intento una reforma religiosa. Trato de crear un nuevo culto más sencillo a
partir de las tradiciones egipcias. Hizo caso omiso de la mayor parte del sistema heredado, pero principalmente
rechazo al culto del Sol: el dios Amón o Amón-Re de Tebas, el cual tenía apariencia humana. Se borro
metódicamente su nombre y la imagen dentro de una campaña iconoclasta organizada desde la administración,
en lugar de las cosas del pasado, Ajeton coloco al disco visible del Sol, al cual los egipcios generalmente daban
el nombre de Atón. A este se lo podía ver directamente en el cielo, sin misterio y solo necesitaba los templos
por cuanto proporcionaban un marco boato con que el monarca le rendía veneración. En Atón se veía al creador
universal de toda vida y se le conmemoro un himno en el cual hay una ausencia de alusiones a otros dioses.
Ajeton advirtió la simplicidad de la religión solar, el disco solas pasa a ser una unica imagen divina, era una
fuerza que presidia con actitud benigna, pero de lejos un mundo estable y familiar, no era un dios irascible
dispuesto a dictar comportamientos. La enseñanza moral estaba arraigada en Egipto, y solía ir aparte de la
teología, cuyo principal interés era el funcionamiento del universo. A la religión de Ajenaton no le interesaba el
destino o la condición del hombre sino la frente de la vida misma. Atón despojo a los egipcios de una tradición
de explicar los fenómenos del universo a través de una imágenes extraordinariamente ricas, por lo que es fácil
de comprender el posterior rechazo de los egipcios a la religión del monarca tras su muerte. El vacío intelectual
que dejo tampoco animo a quienes le rodeaban a trascender los límites de la religión. Con la visión sencilla de
Ajenaton se erigía el monarca y su familia como únicos intermediarios, por lo que se dio una nueva
presentación a la familia real, en la que la reina principal, Nefertiti, aparecía como si tuviera un papel
dominante.
En el quinto año de su reinado Ajenaton decidió construir una ciudad real y sede de su culto totalmente nueva,
su nombre era Ajenaton, el horizonte del Atón, el emplazamiento se hallaba a mitad de camino entre Menfis y
Tebas. Sus proyectos utópicos están registrados en una serie de tabillas. La ciudad fue construida con grandes
prisas y la ocupo una población considerable, sin embargo, su existencia fue breve. El faraón muere en su
decimoséptimo reinado y le sucedieron su esposa y Tutankhamon, quien rechazo las ideas de Ajenaton y volvió
por completo a la ortodoxia religiosa, lo que significo también que la ciudad no tuviera mucho futuro.
Detrás de los palacios y el paseo en carro se esconde un aspecto general e importante acerca del tono del
gobierno monárquico: la separación física además de simbólica del rey y su familia con respecto al mundo
exterior. Vivian apartado en un gran palacio fortificado en la ciudad norte, del cual salían para descender,
rodeados de esplendor, hasta la casa del faraón en la ciudad central. A partir de la gran abundancia de restos
excavados, se puede inferir que si bien el ejercito era parte de la barrera que separaba al monarca del mundo
exterior y aunque por lo general viajaba acompañado de un contingente militar y el mundo tal cual lo veía
estaba enmarcado por las lanzas de los soldados casi tanto como por los rayos de Atón, el militarismo y el
contacto con el ejército no entraban en las experiencias habituales de la vida civil del Imperio Nuevo, Se podría
tener a un oficial del ejército de vecino, pero en su casa aquel llevaría el estilo de vida de un ciudadano
corriente.
Vida suburbana
Casi toda la población fija de El-Amarna vivía en dos grandes zonas residenciales situadas al norte y sur de la
ciudad central; el barrio norte y la ciudad principal. Aparte del corredor de edificios reales, la planificación era
inexistente, en vez de un grandioso diseño unitario, se encuentran pocas calles amplias, distan bastante de ser
rectas y comunican los barrios al centro. Esto produce la impresión de un grupo de aldeas unidas. Los ricos
vivían al lado de los pobres. Apenas había un concepto de situación privilegiada. Las casas eran uniformes y la
decoración mínima. Las casa de ricos y pobres se diferenciaban más por tamaño que por diseño.