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Píldora 10

Incentivos fiscales a la internacionalización como herramienta de


competitividad

De todos es conocida la importancia de la actividad exportadora como palanca clave


para la recuperación económica de nuestro país, pero no tanto la importancia que
para ello tienen los escasos incentivos fiscales que aún se mantienen para apoyar la
internacionalización de nuestras empresas y que permiten, en su justa medida,
preservar la competitividad de las mismas en el exterior.
Y decimos esto porque tal y como ha recordado el Comité de Reflexión del Club de
Exportadores, “cambios en la doble imposición internacional, así como en la
deducibilidad de las pérdidas finales y definitivas de filiales y establecimientos
permanentes en el exterior, restarían competitividad a las empresas españolas”.
Es por ello que este Comité defiende el mantenimiento de esos escasos incentivos
fiscales que aún se mantienen y que de concretarse la propuesta existente implicaría
una modificación que dejaría sin protección a las empresas españolas frente a
competidoras de terceros países, que sí tienen y van a mantener exenciones
similares a la española (actualmente del 100%).
Del mismo modo, la antes citada deducibilidad de las pérdidas finales y definitivas en
el exterior, otra característica de nuestro sistema fiscal y que únicamente se aplica a
los supuestos de extinción, transmisión o cese de actividad, también parece ser que
va a correr la misma suerte, por una mala interpretación de los datos estadísticos que
sustentan las propuestas para reformar el marco fiscal de nuestro país, alegando una
supuesta “baja tributación de las multinacionales españolas”.
Desde la propia Comisión Europea, se apunta que la recaudación por el Impuesto de
Sociedades en España está en línea con los del resto de países de la Unión Europea,
siendo incluso superior si se tiene en cuenta la suma de Impuesto de Sociedades y
Contribuciones Sociales, lo que como el Comité insiste en señalar, desmonta un
argumento que es erróneo no sólo porque no tiene en cuenta que el beneficio
obtenido fuera de España ya tributa localmente por ello allá donde se genera, sino
también por el hecho de que se basan en datos no comparables por cuanto se habla
de tributación de multinacionales frente a PYMES que carecen de actividad en el
exterior y por tanto no tributan nada en terceros países.
Frente al sistema tributario actual subordinado a cambios legislativos y claramente
definido por una estrategia de voraz recaudación como no existe en el resto de la
Unión Europea, se propone un sistema con normas claras y precisas y que tengan
estabilidad en el tiempo y gestionado de manera ágil, un sistema que sería valorado a
nivel internacional pero que en España ni se plantean cambiar los distintos Gobiernos
que han venido pasando en los últimos 40 años de Democracia.
Si el objetivo es mantener la presencia de empresas españolas en el exterior y que
éstas sean capaces de competir no decimos ya en igualdad de condiciones, sino
simplemente con posibilidades de éxito frente a las de terceros países que ya cuentan
con mecanismos similares a los que actualmente contempla la legislación española,
lo más recomendable sería mantener dichos estímulos y revisar los supuestos de
partida erróneos, para evitar seguir generando incertidumbre en aquellos que
ayudarán a que la economía de nuestro país remonte el vuelo.

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