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Religión y Cultura
Sucede que los seres humanos tienen religiones y tienen necesidad de religiones
para vivir. Hoy en día nacen miles de nuevas religiones porque las antiguas
parecen un tanto anticuadas. Los seres humanos necesitan religiones para su
seguridad personal, para su equilibrio mental emocional en medio de un mundo
absurdo. Necesitan religiones para mantener unidad y solidaridad entre ellos. Sin
religiones cada cual está solo en el mundo, solo frente a su destino y no puede
contar con la ayuda de nadie. La religión esta al centro de la cultura y hace la
unidad de la cultura. La religión es también el centro de la política y de la vida
social1. La religión es una necesidad común.
1
ESTERMANN, Josef, ANTOLOGIA: INTRODUCCION A LAS CIENCIAS DE LA RELIGION,
Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología-ISEAT, La Paz-Bolivia, 2006,
drogadicción, alcoholismo, prostitución entre otros para los cuales han creado
hogares de niños, orfanatorios, centro de rehabilitación, etc
En estos últimos años nuestro país ha sufrido cambios, producto de una nueva
política llevada por los gobernantes, de igual manera se ha hecho un cambio total
en la normativa principal, es decir que, nuestro país cuenta a partir del año 2009
con una nueva Constitución Política, pero también paralelo a ello y bajo el amparo
del Art. 4 y 21 num. 3 de la Constitución surgen muchas religiones o confesiones
religiosas, algunos sin contar con personería jurídica, otros funcionando de
manera oculta o clandestina e ilegal El Artículo 4 de la Constitución Política del
Estado, que se establece la separación entre religión y el Estado, en definitiva, sin
Estado laico no hay convivencia democrática. Es comprensible que las
espiritualidades y ritos indígenas, condenados a la clandestinidad por siglos por la
hegemonía religiosa-política del catolicismo, vean ahora la oportunidad para salir a
la luz. Este afán por la visibilidad y reconocimiento social tornan a los sectores
sociales que las practican, disponibles a la instrumentalización. El potencial crítico
de estas religiosidades ancestrales, su cuestionamiento al individualismo
occidental, su denuncia del uso abusivo de la naturaleza por el capitalismo, su
rechazo a las estructuras racistas.
CULTURA
Durante las últimas dos décadas, el concepto de “cultura” y, por extensión, la idea
de “diversidad cultural” han sido ampliamente debatidas por organizaciones
nacionales e internacionales. En este contexto, la diferencia cultural no sólo es
vista desde el punto de vista antropológico, sino también como una categoría
fundamental para la construcción del desarrollo sociocultural de los pueblos. La
cultura y la diversidad cultural se constituyen en realidades políticas y jurídicas;
esto se constata en el primer Artículo de la Declaración Universal de la UNESCO
(2001). Un papel central para diseñar y ejecutar esas políticas culturales le
corresponde a las organizaciones, los artistas, las casas de la cultura y de manera
ampliada a las oficinas de turismo, medio ambiente y economía cuando se trata de
la producción y comercialización de ciertos bienes de base cultural.
A partir de los años setenta y con mayor fuerza en los ochenta, en América latina
se dio un movimiento practico intelectual en el que se vio la necesidad de
reflexionar sobre la forma de cómo se hacía promoción cultural y así mismo
discutir sobre la necesidad de involucrar al sector cultura dentro de las policitas
sociales de desarrollo. El nuevo lugar de la cultura se debe a que se transformó el
concepto de ella, ha ganado la concepción antropológica de que la cultura abarca
todos los aspectos de la vida social, rebasando la visión de la cultura como arte
elitista. Reflexionar sobre el papel de la cultura en el desarrollo integral de las
naciones. El acceso al patrimonio histórico y los bienes culturales proporciona a
las sociedades elementos para la construcción de modelos democráticos de
desarrollo y afirman así también sus procesos de identidad nacional.
Existe falta de institucionalidad y gestión de las políticas públicas, esta tiene varias
falencias como ser: tiene varias líneas. En primer lugar, no se había logrado la
consolidación de una autoridad ministerial, que lidérese el rumbo del Ministerio y
defina la intervención del Ministerio en las políticas culturales definidas como
competencias privativas del nivel central del Estado; En segundo lugar, el
alejamiento de las áreas viceministeriales que genera poca coordinación con la
Máxima Autoridad Ejecutiva (M.A.E.) y por ende un bajo nivel de articulación para
transversalizar los nuevos conceptos; En tercer lugar, la debilidad institucional con
relación a comunicación, infraestructura, equipos y recursos, económicos,
financieros (no sólo presupuestarios) y humanos especializados; Y en cuarto
lugar, el hecho de que otras carteras y dependencias en los diferentes niveles del
Estado, están diseñando y aplicando políticas que, en rigor, son competencia del
Ministerio de Culturas, así como existe, sesgado, el riesgo de que el Ministerio de
Culturas diseñe y aplique políticas que, en realidad, sean de las gobernaciones y
municipios.
Con relación a la gestión de proyectos y recursos financieros, el Ministerio de
Culturas tiene actividades de toda índole que implican intenso movimiento de
recursos humanos y financieros, que no son concebidos ni considerados como
proyectos. La debilidad para generar iniciativas integrales queda demostrada a la
hora de requerir financiamientos a la Cooperación Internacional y lograr la
contraparte correspondiente de los recursos del Tesoro General de la Nación. Por
otro lado, la gestión de recursos humanos no ha logrado el reclutamiento de
profesionales idóneos que encabecen la generación de las directrices culturales
nacionales, situación que aun genera una percepción de inseguridad e
inestabilidad dentro de este Ministerio.
Desde hace varios años el sector artístico demanda una ley de culturas, para
regular la actividad artística e impulsarla. En 2015 y 2016 se desarrollaron
congresos nacionales de los cuales nació un anteproyecto de ley que se centraba
en 12 principios irrenunciables. Esta propuesta fue trabaja e impulsada por la red
de artistas y gestores culturales Telartes. Son muchos años desde que se
comenzó a trabajar sobre la Ley de Culturas, desde entonces ha habido muchas
modificaciones en la redacción de la propuesta de la ley y cambios de ministros. El
desarrollo de la vida cultural del país y del municipio debe ser trabajado entre
instituciones públicas, privadas y sociedad civil. El valor de la Ley de Culturas de
La Paz es que su construcción ha sido colectiva. Actores culturales han trabajado
junto con las autoridades municipales en una ida y vuelta que ha concluido en el
texto hoy en vigencia. Esta forma de trabajo permite tener una ley que tiene
vocación de desconcentración y descentralización que conceptualmente considera
a todos los ciudadanos como productores de cultura. La dinámica cultural debe ser
una alianza entre la sociedad civil y el Estado. Si no existe esa alianza, es difícil
que haya un desarrollo realmente importante de la actividad cultural.