Está en la página 1de 95

1

Violencia de género contra mujeres periodistas en Colombia y México: análisis de

sus normativas y protocolos.

Catalina Espinosa Rodríguez

Trabajo de grado para optar al título de comunicador social


con énfasis en periodismo

Directora
Cindy A. Morales

Pontificia Universidad Javeriana


Facultad de Comunicación y lenguaje
Carrera de Comunicación Social
Bogotá, Noviembre de 2021
2

Artículo 23 de la resolución N°13 de junio de 1946


“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus
trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral católicos
y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes bien, se vean
en ellas el anhelo de buscar la vedad y la justicia”
3

Bogotá, 9 de noviembre de 2021

Dra.
MARISOL CANO BUSQUETS

Decana
Facultad de Comunicación y lenguaje Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá

Apreciada Decana:

Mediante la presente me dirijo a usted para presentar mi trabajo de grado “Violencia de género
contra mujeres periodistas en Colombia y México: análisis de sus normativas y protocolos.”
con el fin de obtener el título de Comunicadora Social con énfasis en Periodismo.

La investigación gira en torno a la violencia de género que sufren las mujeres periodistas en las
salas de redacción. Se hace evidente que la ausencia de mecanismos de protección para actuar
frente a este tipo de situaciones vuelve vulnerables a las mujeres dedicadas a este oficio. Colombia
y México son los principales países latinoamericanos con la tasa más alta de asesinatos a mujeres
periodistas y en mi trabajo analizo la situación de ambos países.

El enfoque principal de este trabajo de grado busca evaluar los mecanismos de protección y
protocolos de acción que tienen los medios de comunicación para actuar frente a una situación de
violencia de género contra mujeres periodistas en las salas de redacción.

Me gustaría contribuir con algunos elementos para el desarrollo e implementación de mejores


prácticas y mecanismos desde las instituciones estatales y gubernamentales, medios de
comunicación y la sociedad en general, con el fin de dar pasos necesarios para la eliminación de
las violencias machistas contra las periodistas y comunicadoras, que podrían impedir el ejercicio
efectivo de las libertades de prensa y de información dentro de una construcción democrática.

Agradezco su atención,

Catalina Espinosa Rodríguez


C.C 1015484000 de Bogotá
4

Bogotá, 17 de noviembre de 2021

Doctora

Marisol Cano

Decana Facultad de Comunicación y Lenguaje

Pontificia Universidad Javeriana

Apreciada decana:

Me permito presentar el trabajo de ‘Violencia de género contra mujeres periodistas en Colombia


y México: análisis de sus normativas y protocolos’, del que fui directora, y con el que la estudiante
Catalina Espinosa Rodríguez quiere optar al grado de comunicador social con énfasis en
periodismo.

La investigación gira entorno a la violencia de género que sufren las mujeres periodistas dentro y
fuera de las salas de redacción. La estudiante tomó como base Colombia y México, al ser los países
de América Latina con la tasa más alta de asesinatos a mujeres periodistas.

El enfoque principal de este trabajo de grado busca mostrar los débiles mecanismos de protección
y protocolos de acción que tienen los medios de comunicación para actuar frente a una situación
de violencia de género contra sus empleadas y/o colaboradoras.

Este tipo de ataques, como bien se ha documentado, impiden el ejercicio efectivo de las libertades
de prensa y atentan contra el derecho al acceso a la información dentro de una construcción
democrática.

Esta tesis pretende contribuir a ese debate con algunos elementos para el desarrollo e
implementación de mejores prácticas y mecanismos desde las instituciones estatales y
gubernamentales, medios de comunicación y la sociedad en general, con el fin de dar pasos
necesarios para la eliminación de las violencias contra las periodistas y comunicadoras.

Cordial saludo,

Cindy A. Morales Castillo

Directora de tesis

Editora General Colombia+20 - El Espectador


5

Agradecimientos

A mi familia, quienes me han acompañado en cada paso y logro que he alcanzado. A


mis profesores, que durante estos años nos han inculcado el amor por esta profesión, y a
cada mujer periodista que ha luchado por demostrar la fuerza y coraje que tenemos para
ser las mejores en lo que hacemos.
6

INTRODUCCIÓN

1. ESTADO DEL ARTE ..................................................................................................... 12

2. MARCO TEÓRICO................................................................................................................. 28

2.1 Análisis comparativo sobre la legislación: Colombia y México ............................................. 28

Tabla 1. ........................................................................................................................................ 32

2.2 Mecanismos especiales de protección a periodistas y trabajadores de medios existentes en

Colombia .................................................................................................................................................. 33

2.3. Mecanismos especiales de protección a periodistas y trabajadores de medios existentes en

México ...................................................................................................................................................... 35

3. VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA MUJERES PERIODISTAS .............................. 37

3.1 Glosario.................................................................................................................................. 39

3.1. Casos emblemáticos de periodistas violentadas en Colombia .............................................. 48

3.2. Casos emblemáticos de periodistas violentadas en México ................................................... 51

4. MARCO LEGAL SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO ................................................. 54

4.1 Legislación Nacional: violencia de género digital .................................................................. 59

5. PROTOCOLOS PARA ACTUAR FRENTE A CASOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN ...................................................................................................... 64

Figura 1 ........................................................................................................................................ 68

Figura 2 ........................................................................................................................................ 68

Figura 3 ........................................................................................................................................ 74

6. MARCO METODOLÓGICO ......................................................................................... 75

6.1 Corpus de la investigación ..................................................................................................... 76

6.2 Técnicas de Instrumentos ....................................................................................................... 77

7. ANÁLISIS Y RESULTADOS ........................................................................................ 78

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................................... 89


7

INTRODUCCIÓN

La violencia contra las mujeres y las niñas ha aumentado de manera significativa en los

últimos años. Según ONU mujeres (2020), “a nivel mundial, se estima que 736 millones de

mujeres, es decir casi 1 de cada 3, ha sido sometidas a violencia por parte de su pareja íntima,

violencia sexual fuera de su pareja o ambas al menos una vez en su vida.” Una cifra alarmante y

que además no incluye los demás tipos de violencia a los que son sometidas las mujeres.

Además, en medio de la crisis de COVID -19, la violencia contra las mujeres y

especialmente la violencia doméstica en algunos países, se intensificó. ONU mujeres (2020)

estableció que los datos emergentes muestran un aumento en las llamadas a las líneas telefónicas

de ayuda para casos de violencia doméstica en muchos países desde el brote de COVID-19”.

De igual forma, la Organización Mundial de la Salud (2020) señaló que “los servicios de

emergencia en toda Europa registraron un aumento de hasta un 60% en las llamadas de mujeres

víctimas de violencia doméstica durante el confinamiento por el nuevo coronavirus”, lo cual

significa que la cuarentena obligatoria, las restricciones de movimiento y la disminución de los

grupos de apoyo social y familiar, combinadas con el miedo, la tensión y el estrés, han

incrementado el riesgo en mujeres y niñas de sufrir violencia.

En el texto Conceptos clave en los estudios de género, Castro (2016) menciona que la

violencia de género se refiere a “la violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de ser

mujeres” (p.2), lo que significa que es una cuestión asociada al género, que tiene un impacto en

la salud y en la calidad de vida de millones de mujeres en el mundo.


8

La violencia contra las mujeres se manifiesta de formas muy distintas e impiden a las

mujeres vivir una vida digna y plena. ONU Mujeres considera que la violencia de género se

manifiesta de forma física, sexual y psicológica, e identifica cinco tipos:

1. Violencia en el marco de la pareja.

2. Violencia sexual.

3. Trata de seres humanos.

4. Mutilación genital femenina.

5. Matrimonio infantil.

A raíz del movimiento feminista surgido en Argentina, Ni Una Menos, en América Latina

se ha puesto de manifiesto la situación del feminicidio como la manifestación más extrema de la

violencia de género, y según Natalia Gherardi, abogada feminista y directora ejecutiva del

equipo Latinoamericano de Justicia y Género “el femicidio es la expresión más extrema de la

violencia, y la violencia contra las mujeres es la manifestación más extrema de la

discriminación” (2016)

En América Latina y el Caribe se encuentran 14 de los 25 países con mayor número de

feminicidios en el mundo. Las cifras más recientes del Observatorio de Igualdad de Género de la

CEPAL reportan al menos 4.640 casos de femicidios para 18 países de América Latina y seis del

Caribe, solamente en 2019. En Colombia la situación no es diferente. De acuerdo con el

Observatorio de Feminicidios, entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del 2020, 630 mujeres

fueron asesinadas.

Violencia de Género contra mujeres periodistas

Los espacios laborales también han sido permeados por la violencia de género, y las salas

de redacción no escapan a ese escenario. Además, las mujeres que ejercen el periodismo viven
9

expuestas a múltiples riesgos. Algunas de ellas se ven enfrentadas a la violencia y a la

discriminación basada en su género, así como a diferentes formas de violencia por parte de sus

jefes, compañeros e incluso las fuentes que cubren. A su vez, enfrentan desprotección y

obstáculos en el acceso a la justicia.

“La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos (CIDH) ha dicho que las mujeres periodistas enfrentan un riesgo adicional

en el ejercicio de su oficio, mayor vulnerabilidad frente a otras agresiones y dificultades para el

acceso y posicionamiento de su rol periodístico", según señala el informe Callar y fingir: la

censura de siempre, de 2019, de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (FLIP).

Las mujeres periodistas se enfrentan a ataques en línea -es decir en redes sociales- y

también físicos que ponen en riesgo su seguridad e integridad como mujeres. Según la

Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura (UNESCO, 2020)

“estos ataques pueden ir desde el acoso, la estigmatización, la expresión de odio sexista, el

trolling, la agresión física, la violación e incluso el asesinato”.

Según la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH “esta violencia se

manifiesta de distintas formas, desde el asesinato, la violencia sexual, incluido el acoso sexual

hasta la intimidación, abuso de poder y amenazas basadas en el género”.

El informe Violencia de género en contra las mujeres periodistas en Colombia publicado

a finales de 2020 por la campaña No Es Hora De Callar, del diario EL TIEMPO, y el

Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, concluye que las violencias

machistas contra las periodistas son una realidad recurrente en el contexto colombiano.

Al menos 6 de cada 10 periodistas han afrontado esta violencia, mientras que 8 de cada

10 conocen de alguna agresión en contra de sus compañeras. Esta investigación también


10

evidencia que la mayoría de los medios de comunicación no cuenta con protocolos o

herramientas especializadas para abordar las violencias machistas que ocurren en la profesión.

Para el desarrollo de esta investigación indagamos con 14 medios de comunicación, si

contaban con protocolos para actuar frente a casos de violencia de género en sus salas de

redacción. Entre los medios entrevistados se encontraban tres tradicionales y los demás eran

medios convergentes e independientes, entre ellos (El Espectador, El Tiempo, Semana, La Cola

de Rata, Rutas del conflicto, Pacifista, entre otros). Para conseguir esta información, se escribió a

cada uno de los medios en Instagram o vía correo electrónico preguntando si contaban con un

protocolo para actuar frente a casos de violencia de género. El Tiempo y Semana fueron los

únicos medios que no contestaron a las solicitudes.

Dentro de los hallazgos, se puede establecer que únicamente tres medios cuentan con un

protocolo de prevención y atención para estos casos. Uno de ellos tiene un protocolo de

autoprotección, seis nos dijeron que no tenían.

Según el informe de periodistas sin acoso realizado por la Red Colombiana de Periodistas

con Visión de Género (RCPVG) y la Fundación Karisma “la falta de conciencia sobre cuáles son

las violencias, cómo se manifiestan y cuáles son los factores que las detonan es síntoma de una

enfermedad que ataca permanentemente la libertad de expresión de las mujeres.” (p.18)

El informe mencionado anteriormente realizó una encuesta en línea en la que participaron

504 personas, entre ellas, 369 mujeres y 127 hombres que en Colombia ejercen el periodismo o

trabajan en el campo de las comunicaciones activamente. De las 470 personas que respondieron

la encuesta tanto hombres como mujeres, el 73 % ha vivido una o más manifestaciones de

violencia psicológica (p. 18) y de las 346 mujeres que contestaron la encuesta, el 67.1 %

respondieron haber vivido situaciones de acoso sexual (p. 21). En este sentido, la violencia
11

psicológica y el acoso sexual son la mayor agresión que viven las personas que ejercen el

periodismo.

En este escenario, esta tesis está fundamentada en la necesidad de evaluar los

mecanismos de protección que existen en Colombia para proteger a periodistas y trabajadores de

medios, además de analizar los protocolos que existen en algunos medios de comunicación para

actuar frente a una situación de violencia de género en contra de las mujeres

periodistas. También se analiza la situación en México al ser el país de América Latina con más

violencia hacia la mujer.

La presente investigación se propone como un análisis para entender la problemática de

la violencia de género que sufren las mujeres periodistas en las salas de redacción, presentando

datos estadísticos de varios informes como el de periodistas sin acoso realizado por la Red

Colombiana de Periodistas con Visión de Género (RCPVG) y la Fundación Karisma, y el

informe sobre violencia de género en contra de las mujeres periodistas en Colombia que fue

realizado por el Observatorio de la democracia y la campaña de No es Hora de Callar. Además

de relatos que permitan documentar la problemática, y sus impactos.

Esta investigación pretende contribuir con algunos elementos para el desarrollo e

implementación de mejores prácticas y mecanismos desde las instituciones estatales y

gubernamentales, medios de comunicación y la sociedad en general, con el fin de dar pasos

necesarios para la eliminación de las violencias machistas contra las periodistas y

comunicadoras, que podrían impedir el ejercicio efectivo de las libertades de prensa y de

información dentro de una construcción democrática.


12

OBJETIVOS:

General

Evaluar los mecanismos de protección y protocolos de acción que tienen los medios de

comunicación para actuar frente a una situación de violencia de género contra mujeres

periodistas en las salas de redacción.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

● Identificar si existen leyes que protegen a periodistas de sufrir cualquier

tipo de violencia de género y cómo están siendo aplicadas.

● Analizar los planes de acciones, protocolos o políticas que se enfoquen en

la violencia contra la mujer en el periodismo.

● Realizar entrevistas a mujeres periodistas para conocer su perspectiva

frente a esta situación y si han sido víctimas de violencia de género en sus espacios

laborales.

1. ESTADO DEL ARTE

Para la realización de este trabajo de grado se tomaron diferentes documentos académicos y de

investigación que aporten a la discusión sobre qué es violencia de género, sumado a la

discriminación y brecha laboral que sufren las mujeres en Colombia y a la violencia de género en

contra de mujeres periodistas en el país.

En este sentido, se decidió revisar documentos e informes que demuestren la magnitud de

la situación que viven las mujeres frente a la violencia de género, y cómo afecta directamente a
13

las mujeres periodistas y el desarrollo de su trabajo en Colombia. También se presentan algunas

definiciones generales sobre tipos de violencia.

Violencia de género definición

Aunque el término violencia de género es una expresión de uso frecuente, no existe una

definición exacta. En parte porque abarca muchos tipos de violencia, pero también por las

distintas corrientes que han analizado este fenómeno.

Al empezar por la palabra “género”, en el texto Conceptos clave en los estudios de

género (2016), Castro, establece que: “género es una categoría que ilumina una de las formas

fundamentales de la desigualdad en los sistemas sociales: aquella que se produce históricamente

(es decir, con variaciones temporales, estructurales y culturales) en las relaciones entre los

individuos, las instituciones y el Estado” (p.1). Además, sugiere que el concepto de género está

arraigado al pensamiento feminista, el movimiento que se desarrolló a partir de la década de los

1990s.

De igual forma, Espinar-Ruiz, y Mateo-Pérez, (2007) plantean que el concepto género

hace referencia a una construcción sociocultural, es decir que aquello que lo determina es

aprendido a través de un proceso individual y social. “Es precisamente ese carácter sociocultural

de las diferencias entre hombres y mujeres lo que pretende recoger el término género.” (p.4).

Teniendo en cuenta esta definición, los autores plantean que la violencia de género hace

referencia a “aquellas formas de violencia que hunde sus raíces en las definiciones y relaciones

de género dominantes en una sociedad dada” (p.5).

Así mismo, Castro (2016) menciona que la violencia de género se refiere a “la violencia

que se ejerce contra las mujeres por el hecho de ser mujeres.” (p.2) en el que se constituye una

opresión de género, pues son todas las formas de violencia que causan una condición de
14

sometimiento. Esta definición se coordina con la de Espinar-Ruiz, en cuanto a una relación de

dominación dada en una sociedad, que considera a los hombres superiores.

Sin embargo, Castro aclara que “el término describe un tipo de violencia de carácter

social, lo que significa que su explicación no se encuentra en los genes ni en la psique masculina,

sino en los mecanismos sociales que hacen de la diferencia sexual el sustento de la subordinación

de las mujeres.” (p.2, 2016).

Ahora bien, es importante resaltar que la violencia contra las mujeres es un problema que

revelaron los movimientos feministas. En el texto Conceptos clave en los estudios de género

(2016), Castro menciona que en 1970 este movimiento se interesó en actuar frente a la

problemática y es aquí donde el tema tomó más importancia. El feminismo entendió la violencia

de género como “el mecanismo por excelencia de dominación de las mujeres por parte de los

hombres. En esa perspectiva, la violación no es un acto de gratificación sexual, sino un ejercicio

de poder y de intimidación, posible en virtud de las diferencias anatómicas entre hombre y

mujer” (p.20).

Lo anterior, deja claro que la violencia contra las mujeres abarca muchos tipos de

violencia, como la violencia doméstica y el hostigamiento sexual, aun así; el término dominante,

según Castro, (2016) fue el de violencia sexual.

Por violencia sexual se entienden las acciones ejercidas contra las mujeres (de cualquier

edad) que conllevan el uso de la fuerza, la coerción, el chantaje, el soborno, la intimidación o la

amenaza para realizar actos sexuales o acciones sexualizadas no deseadas, no buscadas ni

consensuales. La violencia sexual integra la violación, el abuso sexual de menores y el

hostigamiento sexual, las relaciones sexuales bajo coacción en el matrimonio y en las citas (date

rape), las violaciones sistemáticas durante los conflictos armados, la prostitución forzada y la
15

trata de personas, actos violentos contra la integridad sexual de las mujeres como la mutilación

genital (infibulación) y las inspecciones obligatorias de virginidad. (p.3).

Por otro lado, el concepto de violencia de género, según las Naciones Unidas, fue

abordado en la Asamblea General de Naciones Unidas que aprobó en 1993 la Declaración sobre

la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, más conocida como CEDAW por sus siglas en

inglés, definiendo que “la violencia contra la mujer es todo acto de violencia basado en la

pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento

físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la

privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada”

(p.3)

En esta declaración, se exponen los diferentes actos que constituyen violencia contra las

mujeres, abordándolos en espacios específicos, tales como: familiar, la comunidad y el Estado.

Según esto, en la comunidad, una de las violencias que más padecen las mujeres son el “acoso

sexual y violencia en el lugar de trabajo, demás instituciones y en el ámbito deportivo” (p.7). Por

ejemplo, dice el documento, “un 50% aproximadamente de mujeres de la Unión Europea

manifiestan haber sido acosadas en alguna ocasión en sus puestos de trabajo” (p.7).

Es importante tener en cuenta que los estereotipos marcados por la sociedad también

fortalecen la violencia de género. Según García, estos “poseen una serie de características que

hace que se inserten en la sociedad de forma subrepticia, proponen modelos y marcan pautas de

actuación. En definitiva, ahorran el esfuerzo de analizar, reflexionar y evaluar críticamente los

hechos, por lo que permiten resolver una situación de forma rápida, pero no acorde a la verdad”

(p. 10).
16

Entonces, existe la necesidad de definir el término violencia de género, teniendo en

cuenta el cambio que ha tenido su significado a lo largo del tiempo y que además determina una

problemática de carácter social y no individual. Así mismo, se determinan las diferentes formas

de violencia; todas ellas basadas en unos mismos fundamentos socioculturales: relaciones de

poder desiguales entre hombres y mujeres, prejuicios y creencias que desvalorizan lo que es

considerado como femenino.

Ahora bien, de acuerdo con un informe de 2014 del International Women’s Media

Foundation (IWMF), organización que trabaja internacionalmente para elevar el estatus de las

mujeres en los medios de comunicación, realizaron una encuesta mundial sobre el acoso y la

violencia contra las trabajadoras de los medios de comunicación, que se lanzó en agosto de 2013

y fue completada por casi 1.000 mujeres de todo el mundo.

El 64.7% de las periodistas entrevistadas, es decir 597 de 921, reportaron haber sido

víctimas de intimidaciones, amenazas o abusos relacionados con su actividad profesional,

perpetrados con mayor frecuencia por jefes, supervisores y compañeros de trabajo hombres.

Un estudio de 2020 de la UNESCO y el International Center for Journalists confirma que

la violencia machista en internet está en expansión y tiene importantes consecuencias en el

ejercicio efectivo del derecho a la libertad de expresión de las periodistas y en su salud. Por

ejemplo, en dicho estudio, participaron 714 mujeres, de las cuales el 73% de las mujeres

encuestadas dijeron que habían experimentado violencia en línea, el 25% habían recibido

amenazas físicas y el 18% habían sido víctimas de violencia sexual.

En Colombia, la situación es similar. De acuerdo con una investigación realizada en 2017

por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) esa organización -con 22 años de trabajo- ha

registrado cuatro casos de violencia sexual a mujeres periodistas por causas asociadas a su oficio.
17

En 2020, la FLIP registró 20 casos de ataques contra periodistas mujeres en los que hubo

algún tipo de violencia machista, que van desde el acoso y las amenazas digitales, pasando por

fotomontajes con contenido erótico, hasta la violencia sexual.

De igual forma, el informe Violencia de género en contra las mujeres periodistas en

Colombia publicado a finales de 2020 por la campaña No Es Hora De Callar - liderado por la

periodista Jineth Bedoya, otra víctima de violencia sexual en el ejercicio de su oficio - y el

Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, en el cual participaron 160

mujeres periodistas, reveló que de las diferentes manifestaciones de violencia de género, la

discriminación basada en género es la más común en el marco de su ejercicio laboral. “En

particular, la mayoría de las periodistas encuestadas considera que reciben un trato peor que sus

colegas hombres y que algunas fuentes privilegian la entrega de información a los hombres

(62.1% y 73.1%, respectivamente).”

Estos mismos tratos machistas de los que son víctimas las mujeres periodistas han

trascendido del espacio físico al virtual. Un informe de 2015 de la Fundación Karisma que

buscaba explorar cómo la violencia machista impacta a las mujeres periodistas en el ejercicio de

su profesión, mostró que este fenómeno es muchas veces subestimado y sus efectos son a

menudo minimizados por ocurrir en espacios digitales. La investigación también reveló un

sinnúmero de consecuencias psicoemocionales, financieras, profesionales y personales, dentro de

las cuales es altamente preocupante la autocensura.

Discriminación y brecha laboral


18

La participación de las mujeres en el mercado laboral ha traído consigo problemas de

discriminación en cuanto al acceso, a las condiciones, a la retribución y a la permanencia, lo que

desata una situación de inequidad entre hombres y mujeres.

En ese sentido, es adecuado remitirse al concepto que dio la ONU en la CEDAW que

definió la discriminación contra la mujer como: “toda distinción, exclusión o restricción basada

en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o

ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del

hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas

política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.

Para luchar en contra de la discriminación, todos los países de América Latina han

firmado y ratificado la CEDAW. Dicho documento obliga a los Estados a adoptar medidas

concretas para luchar contra la discriminación hacia las mujeres.

Actualmente la crisis provocada por el COVID-19 sigue aumentando la brecha de género

en materia de desempleo e informalidad.

En Colombia, en enero de 2021, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística

(DANE) reportó que la tasa de desempleo en las mujeres fue de 22,7%, mientras que la de los

hombres era de 13,4%. En contraste, según el DANE, antes de la pandemia, 7,79 millones (lo

registrado en 2020) de mujeres tenían empleo, lo que quiere decir que en enero de este año

938.000 mujeres se quedaron sin empleo.

Lo anterior, deja en evidencia que, aunque las mujeres habían logrado un poco más de

participación en espacios laborales, la crisis generada por la pandemia del COVID-19 impactó

negativamente en la ocupación y en las condiciones laborales de las mujeres en América Latina y

el Caribe.
19

Por otro lado, dentro del problema de discriminación laboral existe un fenómeno que se

conoce como techo de cristal, que alude a una barrera invisible que obstaculiza a las mujeres

para alcanzar la cima de los escalones jerárquicos; de esta forma se limita el desarrollo de su

carrera laboral, y a su vez conlleva discriminaciones salariales y ocupacionales (Bucheli y

Sanromán, 2005). En este sentido, la brecha laboral se evidencia cuando se trata de promociones

a cargos directivos.

En los medios de comunicación la discriminación laboral de género es muy común y las

mujeres se ven afectadas en el desarrollo de su profesión. Aunque en los últimos años se

registran cada vez más mujeres ejerciendo el periodismo, según la Asamblea General de

Naciones Unidas (2017) “las normas sociales y los estereotipos de género todavía representan un

enorme desafío para la capacidad de la mujer para iniciar y llevar a cabo una carrera en el ámbito

del periodismo en igualdad de condiciones con el hombre”.

Adicionalmente, en el informe anual de la profesión periodística realizado por la

Asociación de la prensa de Madrid (APM, 2018) sobre los equipos directivos de las 30 mayores

empresas de medios de España, de un total de 268 cargos de gestión, el 75% estaban ocupados

por hombres y el 25 % por mujeres.

Dentro del estudio realizado por el Observatorio de la Democracia, en el cual se

entrevistaron a 160 mujeres periodistas, se evidencia que “la mayoría de las periodistas

encuestadas se sienten discriminadas en el contexto laboral. Al menos seis de cada 10

participantes manifestaron sentir que el trato que reciben es peor al que reciben sus colegas

hombres. Por el contrario, un 34.8% de las encuestadas cree que el trato que reciben es igual y

solo el 2.8% considera que este trato es mejor” (p.22). Estos resultados reafirman que una
20

mayoría de mujeres ejerciendo periodismo se siente discriminada respecto a su género en el

ámbito laboral.

Según un informe elaborado por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión en

coordinación con la Relatoría sobre los Derechos de las Mujeres de la Comisión Interamericana

de Derechos Humanos (CIDH), “las mujeres periodistas están expuestas a riesgos adicionales o

específicos. Al desafiar estereotipos machistas que reprueban su participación en la vida pública,

se ven enfrentadas a discriminación con base en su género. Además, enfrentan desprotección y

obstáculos en el acceso a la justicia, también diferenciados de sus compañeros hombres”.

Entonces, es necesario hablar sobre discriminación, techo de cristal y brecha salarial ya

que entran dentro de las diferentes manifestaciones de violencia de género que afectan

significativamente a la mujer, además de que es la forma más recurrente a la que se enfrentan las

mujeres periodistas en sus espacios laborales. De la misma manera, como resalta la CIDH

(2018), la participación de las mujeres periodistas sin ningún tipo de discriminación en el debate

público es necesaria para que haya una igualdad de género efectiva.

Violencia basada en género contra mujeres periodistas

Como se había explicado anteriormente, la Relatoría sobre los Derechos de las Mujeres

de la CIDH ha señalado que “la violencia contra las mujeres periodistas y las trabajadoras de los

medios de comunicación se manifiesta de distintas formas, desde el asesinato, la violencia

sexual, incluido el acoso sexual hasta la intimidación, abuso de poder y amenazas basadas en el

género”.

Estadísticamente, los actos más usuales de violencia basada en género reportados por las

periodistas en una encuesta en línea realizada por la Federación Internacional de Periodistas

(FIP) en Francia, incluyen el maltrato verbal (63%), el maltrato psicológico (41%), la


21

explotación económica (21%) y la violencia física (11%). Estas formas de violencia son ejercidas

tanto por personas fuera del lugar de trabajo (fuentes, políticos, lectores, u otros oyentes) como

por jefes o superiores. Asimismo, el 44% de las mujeres encuestadas indicó haber sufrido

ciberacoso.

En Colombia, las cifras son similares. En el informe ‘Periodistas sin acoso’ realizado por

la Fundación Karisma y la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género, en el cual

participaron 369 mujeres periodistas, se menciona que los actos más usuales de violencia basada

en género incluyen violencia psicológica (73%), acoso sexual (67%), violencia física (34%) y

violencia sexual (6%). De igual forma, acerca del actor (o actores) que perpetraron estas

agresiones se identificaron a personas con un cargo superior al suyo (79%), compañeros de

trabajo (56%), fuentes (50%), colegas de otros medios de comunicación (25%).

Entre mujeres periodistas, en las salas de redacción, las prácticas más frecuentes son

comentarios no deseados sobre su vestimenta, silbidos, bromas de naturaleza sexual y contacto

físico no deseado. Lo anterior se evidencia en el informe realizado por el Observatorio de la

Democracia el que las experiencias de las periodistas encuestadas allí sugieren que la violencia

de género es un fenómeno recurrente en las salas de redacción del país. “Las agresiones contra

las periodistas son, en últimas, un ataque a la participación de las mujeres en la vida pública”

(p.2), dice el documento. Es decir, al menos seis de cada 10 han vivido alguna situación de

violencia de género en sus espacios laborales.

La violencia contra mujeres periodistas tiende a ser normalizada, en cuanto a que no

todas identifican las violencias y en la mayoría de los casos las sobrellevan y las normalizan. En

las entrevistas realizadas a mujeres periodistas para el informe de Periodistas sin Acoso (2021)

señalan que “fue frecuente escuchar frases como: ‘yo no sabía cómo lidiar con esa situación’,
22

‘todavía sigo lidiando con esa situación”, “una tiene que asumir eso” o “tuve que aprender a

evadir esas situaciones”.

Violencia y Acoso Sexual

En general, se considera que la violencia sexual en el ámbito laboral incluye diversos

comportamientos que comprenden desde “comentarios o gestos no deseados, las bromas, el

contacto físico breve hasta la agresión sexual” (Organización Internacional del Trabajo, OIT

2017) citado en CIDH, 2018, p. 27). Al considerar el caso de las mujeres periodistas, se destaca

que han sido blanco de violencia sexual en el cubrimiento de protestas o como represalia contra

su trabajo (Asamblea General – ONU, 2020; Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ),

2011).

Según lo explica la OIT “el acoso sexual es una forma de violencia sexual y comprende

dos categorías diferenciadas: el acoso sexual quid pro quo que tiene lugar cuando a una

trabajadora o un trabajador se le exige un servicio sexual, y el acoso sexual resultante de un

“ambiente de trabajo hostil”, que abarca todas las conductas que crean un entorno laboral

intimidante, hostil o humillante”.

En el estudio realizado por el Observatorio de la Democracia, en el cual participaron 160

mujeres periodistas, se registró que “dos de cada 10 mujeres periodistas encuestadas

manifestaron haber sido víctimas de este tipo de violencia” (p.12). Además, esta situación de

violencia sexual en contra de mujeres periodistas también está atravesada por relaciones de

poder, “el actor que con mayor recurrencia agredió sexualmente a las periodistas, que reportaron

estas agresiones, fueron personas con un cargo superior a ellas (54.6%)” (Observatorio de la

Democracia, p. 14).
23

En América Latina, los pocos datos que existen reflejan la grave situación de violencia y

acoso sexual contra mujeres periodistas. En 2017, la Asociación de Periodistas de El Salvador

(APES) denunció que “el acoso sexual es una de las problemáticas que afectan el ejercicio del

periodismo en el país”. En El Salvador, las 52 mujeres periodistas que participaron en un estudio

realizado por la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos e Internews manifestó

sufrir expresiones de acoso sexual durante su trabajo de campo y el 96.1% al interior de los

medios de comunicación.

De igual forma, la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo y la iniciativa

Género y Número dieron a conocer la investigación “Mujeres en el Periodismo Brasileño” en la

cual participaron 477 mujeres periodistas, de las cuales el 75% de ellas indicaron que recibieron

comentarios sobre su ropa, cuerpo o apariencia durante el ejercicio de su profesión que las

hicieron sentir incómodas”.

En la encuesta en línea realizada en 2017 por la Federación Internacional de Periodistas

(FIP) el 37% de las casi 400 periodistas de 50 países que respondieron reportó haber sufrido

acoso sexual. La Federación Colombiana de Periodistas (FECOLPER) señaló que “las

particularidades que se asumen como mujer periodista se encarna muchas veces en abusos de

coacción y acoso sexual, intimidación, abuso de poder y amenazas basadas en la condición de

género.”

El periodismo y los medios de comunicación no son ámbitos ajenos a estas formas de

violencia. En Colombia hay varios casos. Uno de ellos es el de la periodista y fundadora de la

campaña “No Es Hora De Callar”, Jineth Bedoya, quien fue víctima de violencia sexual mientras

trabajaba en El Espectador y cubría el conflicto armado colombiano. Por este caso, el Estado

colombiano fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). El
24

tribunal internacional afirmó que el Estado fue “responsable por la violación de los derechos a la

integridad personal, libertad personal, honra, dignidad y libertad de expresión en perjuicio de la

periodista” (IDH, 2021, p.1). La condena llegó el pasado 18 de octubre de este año, tras 21 años

de secuestro, tortura y violación de la que fue víctima Bedoya.

Otro caso es el de la periodista Claudia Morales, quien a través de una columna de

opinión1en 2018, hizo público que uno de sus jefes la había violado en el pasado.

“Una mujer joven termina su jornada laboral, llega a su hotel, se baña y se arregla para

salir a cenar con una pareja de amigos. Alguien golpea en su habitación. Ella mira por el rabillo

de la puerta, es su jefe. Abre, “Él” la empuja. Con el dedo índice derecho le ordena que haga

silencio. Le hace preguntas rápidas mientras la lleva hacia la cama. Ella, que siempre tiene

fuerza, la pierde, aprieta los dientes y le dice que va a gritar. “Él” le responde que sabe que no lo

hará. La viola. La protagonista de la historia soy yo y al violador lo seguiré llamando “Él”, dice

parte de la columna donde Morales contó su caso.

No obstante, la persistencia de estigmas asociados a la violencia sexual o el temor de

sufrir represalias en su trabajo hace que las mujeres periodistas no denuncien este tipo de

agresiones (Asamblea General-ONU, 2020).

Frente al acoso sexual, las violencias pueden ir desde las propuestas sexuales, toqueteos e

invasión del espacio personal hasta otras que se camuflan en el humor o en supuestas

expresiones cariñosas. Todas estas manifestaciones afectan la integridad y autonomía de quienes

la reciben.

1
Ver “Una defensa del silencio” por Claudia Morales disponible en:
https://www.elespectador.com/opinion/una-defensa-del-silencio-columna-
734086/
25

Violencia en línea contra mujeres periodistas

La violencia en línea contra la mujer ha sido entendida como “todo acto de violencia de

género contra la mujer cometido, asistido o agravado en parte o totalmente por el uso de las

tecnologías de las comunicaciones TIC como teléfonos móviles y teléfonos inteligentes, Internet

y redes sociales, plataformas o correo electrónico, contra una mujer porque ella es una mujer, o

afecta a las mujeres desproporcionadamente” (ONU, 2018).

Según el informe de Tendencias Mundiales en Libertad de Expresión y Desarrollo de los

Medios realizado por la UNESCO, las periodistas conforman uno de los grupos de mujeres

particularmente afectados por la violencia de género en línea y señala que “las mujeres

periodistas y las trabajadoras de los medios de comunicación no sólo están más expuestas a

ataques en línea que sus colegas varones sino que, además, en los últimos años han sufrido un

aumento de los insultos, el acoso y el hostigamiento en línea”.

Estos ataques en línea muchas veces están relacionados con el género y son generalmente

de naturaleza misógina y de contenido sexualizado. Por ejemplo, en el informe Periodistas sin

Acoso, las participantes frecuentemente mencionaron WhatsApp como uno de los medios más

comunes para que supervisores, colegas, fuentes y anunciantes hombres las acosaran.

Adicionalmente, algunos de los abusos “sutiles” que se identificaron son los mensajes no

deseados y fuera de todo contexto profesional.

Existen, según el Observatorio de la Democracia, tres canales por los que se ejecuta la

violencia de género digital a mujeres periodistas: Directamente “en sus redes sociales personales

(66.7%). El segundo canal más común a través del cual se ejerce la violencia de género en contra

de las mujeres periodistas colombianas son los comentarios de los lectores en las publicaciones

(52.8%). Igualmente, llama la atención el hecho de que el 36.1% de las participantes que
26

reportaron haber sido víctimas de violencia de género a través de canales digitales recibieron

estas agresiones en las redes sociales de su trabajo, plataformas de mensajería (25%) y correo

electrónico (19.4%)”. Estas cifras demuestran que en Colombia el nivel de violencia digital que

padecen las periodistas es alto, teniendo en cuenta que es difícil sancionar los ataques que se

ejercen a través de estos canales.

El informe Ser Periodista en Twitter: una investigación sobre violencia de género digital -

realizado en Colombia por la organización Sentiido y la asociación civil Comunicación para la

igualdad-, mostró que la violencia de género digital no está dentro de la normativa de nuestro

país, pero que sí hay legislación que puede aplicarse para sus diversas modalidades: sextorsión y

amenazas, difusión no consentida de material íntimo y acoso virtual. No obstante, “se puede

resaltar que la falta de una legislación adecuada y específica en materia de violencia de género

digital indefectiblemente genera la ausencia de políticas públicas en los países estudiados”

(p.43).

Según este informe, el único país de Latinoamérica que ha legislado este tipo de violencia

como violencia de género es México. Sin embargo, “queda mucho por hacer en la materia. La

legislación debe ir acompañada de una correspondiente educación digital en el uso responsable

de las TIC a niños, niñas y adolescentes.” (Ser periodista en Twitter, p.43).

Teniendo en cuenta lo anterior, en el mismo informe se establece que en México cada una

de las 32 entidades federativas tiene su propia legislación, sin perjuicio del Código Penal Federal

existente. Asimismo, existen diferentes figuras penales generales y específicas para la violencia

digital que permiten sancionar estas conductas abusivas.

Adicionalmente, el 2 de junio de 2021 entró en vigor en ese país la denominada Ley

Olimpia, una reforma legal que impone penas de hasta seis años por difundir imágenes de
27

contenido íntimo y sexual sin el consentimiento de la persona implicada. Esta serie de reformas

legislativas fueron impulsadas por Olimpia Coral Melo, sobreviviente y activista contra la

violencia de género digital. Junto a un grupo de activistas denominadas defensoras digitales,

Coral Melo ha impulsado reformas legislativas en 21 estados mexicanos logrando que sancionen

algunas conductas que constituyen violencia cibernética, y en la que sin duda están presentes las

periodistas.

Dentro de las modalidades de agresión digital que han sido legisladas en México se

encuentran:

Sextorsión y amenazas: El Código Penal Federal castiga con pena de multa o de hasta 3

años de prisión las amenazas. Asimismo, se castiga la extorsión con pena de multa, o de hasta 8

años de prisión, sin perjuicio de la persecución a esta figura que contengan los códigos penales

de cada Estado (Cámara de diputados del H. Congreso de la Unión, Código penal federal Art.

282 y Art. 390).

Difusión no consentida de material íntimo: A través de la Ley Olimpia, 21 estados

mexicanos han incluido en sus códigos penales una figura que castiga estas acciones y cada tipo

penal tiene sus variaciones en las conductas castigadas. Las penas van desde el pago de multas o

prisión de hasta 8 años.

Acoso virtual. Difamaciones. Discurso de odio. Desprestigio. Expresiones

discriminatorias: En el Código Penal Federal se encuentra castigado el hostigamiento sexual

realizado con fines lascivos y de manera reiterada con una pena de multa.

Monitoreos. Accesos no autorizados. Control y manipulación de la información: El

Código Penal Federal castiga con trabajo comunitario la violación de correspondencia y las

comunicaciones, aunque considera que no habrá pena si dicha conducta sucede entre los
28

cónyuges entre sí (Cámara de diputados del H. Congreso de la Unión, Código penal federal

Art.173).

Suplantación de identidad: A nivel estatal, en Aguascalientes se castiga la suplantación

de identidad con pena de multa y de hasta 12 años de prisión; en Guanajuato se castiga la

suplantación por cualquier medio con penas de multa o hasta 5 años de prisión; en Veracruz se

encuentra específicamente legislada la suplantación de identidad digital con pena de multa o de

hasta 8 años de prisión (Art. 181 A, Art. 214 A y Art. 283 ter, respectivamente).

Doxing o difusión de información personal: El estado de Aguascalientes, a través de la

Ley Olimpia, sanciona la difusión de información privada, personal o confidencial de una

persona con penas de multa o de hasta 4 años de prisión.

La importancia de mencionar la violencia de género digital en contra de mujeres

periodistas se debe al aumento de agresiones en línea que sufren. La mayoría de las agresiones se

concentran en dos categorías: críticas al trabajo periodístico y a las ideas políticas, siendo esta

última preponderante. A la mayoría se les acusa, independientemente de su género, de servir a

uno u otro bando político. Además, se ve afectado el derecho a la libertad de expresión

ocasionando que se reduzca la frecuencia con la que publican, se retiren de las redes o dejen de

publicar sobre temas que pueden causar agresiones.

2. MARCO TEÓRICO

2.1 Análisis comparativo sobre la legislación: Colombia y México

La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer

(Convención de Belém do Pará, 1994) reconoce que la violencia basada en género es “una
29

manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres”; y

la define como “cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o

sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el

privado” (art. 1).

Las tasas de feminicidios y otros tipos de violencias de género han incrementado en los

últimos años. Según un informe realizado por el Observatorio de Feminicidios en Colombia,

entre enero y agosto del 2021 se registraron 423 feminicidios en Colombia, mientras que durante

el año 2020 se registraron 156 casos de feminicidios en el país.

Es importante mencionar que, 16 países de América Latina y el Caribe modificaron su

marco legislativo sobre violencia de género entre 2008 y 2015. 14 de ellos poseen leyes contra el

feminicidio o el femicidio (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú y República Dominicana). En dos

países más, existe la tipología de homicidio agravado por razones de género (Argentina y

Venezuela).

La violencia, por supuesto, también ha tocado los ámbitos profesionales de las mujeres.

Los espacios laborales se han convertido en un foco de desigualdad e inequidad. Según un

estudio realizado por la Confederación Sindical Internacional (2016) “entre 40 y 50% de las

mujeres sufren insinuaciones de carácter sexual, contacto físico no consentido, u otras formas de

acoso sexual en el trabajo”

Adicionalmente, según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL),

el salario de las mujeres es 37 % menor que el de los hombres con igual condición. Además, la

tasa de desempleo femenino de 9,1% es 1,4 veces mayor que la masculina, que es del 6,3%. De
30

acuerdo con la ONU, son muy pocas las mujeres que llegan a puestos directivos en las empresas

(El Universo, 2013).

Algunas cifras alarmantes que demuestran las brechas de género en Latinoamérica y el

Caribe son (PNUD, 2016):

● Las mujeres realizan el 75% del trabajo doméstico no remunerado.

● Hay casi 20 millones de trabajadores y trabajadoras domésticos en

América Latina y el Caribe (7.2 millones en Brasil). En su gran mayoría (83%) son

mujeres con insuficiente protección social.

● 1 de cada 3 mujeres no logra generar ingresos propios.

● 5 de cada 10 mujeres están fuera del mercado laboral.

● De cada 72 grandes empresas de la región, solo 3 cuentan con una

mujer como directora general o presidente, es decir, un 4.2%

● El 54% de las mujeres trabaja en contextos informales, con ingresos

frágiles y poca protección social.

Ahora bien, en el artículo la perspectiva de género en el sector empresarial (2019)

señalan que las pequeñas y medianas empresas (Pymes) son dirigidas generalmente por hombres

(69.7%), las mujeres representan el 30.3%. En cuanto a la dirección de las grandes empresas, el

82% son hombres y sólo el 17.9% son mujeres. Se demuestra con estos resultados cuánto falta

aún por avanzar cuando nos referimos a las brechas de género en el ámbito laboral.

Tatiana Hernández, socióloga e investigadora del Observatorio de Género y Equidad de

Chile, explica que las cifras de acoso se tienden a concentrar en “trabajos masculinizados, donde

las mujeres siguen siendo vistas como ‘otras’. El mensaje con el acoso sexual a las mujeres es

que son intrusas en el lugar del trabajo, son deshumanizadas y, por ende, sujetas de dominación”.
31

En países como México, se ejercen prácticas de discriminación hacia las mujeres por este

tipo de causa, tanto para optar por plazas como para permanecer en ellas. En 2013 la oficina del

Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) registró un total de 318 quejas

asociadas a exclusiones de tal magnitud por empresarios públicos y privados. También, en este

país la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres reconoce

que los despidos por embarazo se han perpetuado en numerosas empresas del ámbito nacional.

Este problema ha sido avizorado por comunicadores, investigadores y cuentistas sociales en

artículos y ensayos, tanto periodísticos como de carácter científico. Tal es el caso del trabajo,

Embarazo, principal causa de discriminación laboral contra las mujeres, de Flor Goche (2013).

En el periodismo, la violencia de género también se ha manifestado. En el informe ‘Periodistas

sin acoso', las autoras afirman que las periodistas se siguen enfrentando a un ambiente sexista y

machista, que las discrimina, las violenta y las silencia. “Desde las salas de redacción, pasando

por actos públicos, hasta los espacios digitales, las periodistas están continuamente expuestas a

distintas manifestaciones de las violencias no sólo por ejercer la profesión, sino también por el

hecho de ser mujeres.” (pag.5)

Ahora bien, de acuerdo con la Cátedra UNESCO de Comunicación de la Universidad de

Málaga, Argentina, Colombia y México son los países que registran las mayores tasas de

feminicidios de mujeres periodistas en América Latina entre 1970 y 2016, como lo muestra la

Tabla 1.

Allí se evidencia que Argentina registra 21 periodistas muertas, Colombia 10 periodistas

muertas y México 17 periodistas muertas. Adicionalmente, en la tabla se observan las cifras de

Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú
32

y Venezuela, de los cuales Bolivia, Costa Rica, El Salvador y Honduras, registran únicamente un

asesinato en ese período.

Tabla 1.

Mujeres periodistas muertas en América Latina (1970-2016)

País 1970-79 1980-89 1990-99 2000-09 2010-16 1970-2016

Argentina 20 1 21
Bolivia 1 1
Brasil 1 1 2
Chile 1 1 2
Colombia 2 5 2 1 10
Costa Rica 1 1
El 1 1
Salvador

Guatemala 3 1 4
Honduras 1 1
México 3 2 2 10 17
Nicaragua 1 1 2
Paraguay 2 2
Perú 1 4 5
Venezuela 2 1 3
TOTAL 22 13 15 10 12 72
Nota: Tabla tomada del Artículo Mujeres periodistas, violencia aumentada. (2016)

Por otro lado, según la clasificación de la Libertad de Prensa realizada por la

organización Reporteros Sin Fronteras (RSF, 2021) en la cual se clasifican los peores países de
33

todo el mundo para ejercer el periodismo, aparece Colombia, en el puesto 134 de 180 países de

todo el mundo y en el puesto 5 de Latinoamérica y México, en el puesto 143 de 180 y en el

puesto 4 de Latinoamérica.

Ahora bien, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) señaló en la

Relatoría que “la seguridad de los y las periodistas es una obligación estatal que tiene tres

deberes especiales resumidos en las tres “P”: Prevenir, Proteger y Procurar justicia.”

Además, la CIDH ha reconocido que “el asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los

comunicadores sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, viola

los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión. Es

deber de los Estados prevenir e investigar estos hechos, sancionar a sus autores y asegurar a las

víctimas una reparación adecuada”.

Es importante mencionar que, en mecanismos de protección para periodistas, tan solo tres

países de Latinoamérica (Colombia, México y Honduras) adoptaron medidas de protección para

sus periodistas.

2.2 Mecanismos especiales de protección a periodistas y trabajadores de medios

existentes en Colombia

En Colombia, en el año 2000, los periodistas y comunicadores sociales fueron por

primera vez reconocidos como una población en riesgo especial con la creación del “Programa

de Protección a Periodistas y Comunicadores Sociales”, a cargo de la Dirección General para los

Derechos Humanos del Ministerio del Interior.

En 2012 la Unidad Nacional de Protección (UNP) asumió la función de este programa,

que es un modelo de protección reactivo y no preventivo. Según un informe realizado por la


34

Federación para la Libertad de Prensa (FLIP) que realizó un análisis de este programa de

protección a periodistas se evidencio que “desde el año 2003 los homicidios a periodistas por

razones de oficio han disminuido notablemente”, aunque advierte que esta reducción “puede

tener múltiples causas” y que “el programa de protección es sólo una de ellas”.

Sin embargo, el programa ha mostrado algunas fallas en su ejecución, como la falta de

justicia en los casos. La misma FLP alertó que “la Fiscalía ha sido la gran ausente del programa

de protección” y que “la impunidad en los casos de amenazas contra periodistas perpetúa el

riesgo.”

Tras 20 años de la creación de este programa de protección, la Federación Colombiana de

Periodistas (FECOLPER) publicó un documento en el año 2020, titulado “Escudo de plumas” en

el cual se analiza el funcionamiento y ejecución de este. En el documento evidencia el continuo

riesgo para la actividad periodística en Colombia. Según la Federación “la persistencia de

factores administrativos y funcionales que limitan las plenas garantías de la protección y que

colocan una especie de escudo de plumas a la protección de los periodistas, los dejan [a los

periodistas] en condición de vulnerabilidad”.

En 2020, la FLIP registró 20 casos de ataques contra periodistas mujeres en los que hubo

algún tipo de violencia machista. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) (2020) analizó

estos mecanismos de protección para periodistas y afirmó que “los sistemas carecen de recursos

profesionales, técnicos y económicos para operar en forma eficiente y, además, no existe

coordinación adecuada entre las agencias y grupos responsables de su operación”.

Según la SIP (2020) el Programa creado en Colombia es un “modelo de protección

reactivo y no preventivo y no cuenta con planes integrales de prevención y con responsables

definidos para mitigar los riesgos.”


35

2.3. Mecanismos especiales de protección a periodistas y trabajadores de medios

existentes en México

El 3 de noviembre de 2010, México adoptó un “Convenio de Coordinación para la

Implementación de Acciones de Prevención y Protección a Periodistas” suscrito por la Secretaría

de Gobernación, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Seguridad Pública, la

Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,

mediante el cual se estableció un mecanismo para implementar acciones de protección para

prevenir conductas que atenten contra la seguridad de quienes ejercen la labor periodística.

El Gobierno de México señaló que el “mecanismo de protección a periodistas y medios

de comunicación surge como una respuesta del Estado mexicano para generar una política

preventiva que garantice el ejercicio de la libertad de expresión, mediante la instauración y

medidas de seguridad que serán implementadas a partir de una evaluación técnica sobre la

situación de riesgo en que se encuentre el periodista y que es realizada por las instancias de

seguridad con conocimiento en el tema.”

Asimismo, se creó un Subcomité de Evaluación, encargado de analizar las solicitudes de

medidas de prevención y protección y efectuar las recomendaciones correspondientes al Comité

Consultivo y se designó a la Secretaría de Gobernación como la encargada de coordinar dicho

mecanismo

Sin embargo, la Relatoría Especial señaló que recibió observaciones de organizaciones de

prensa y libertad de expresión respecto de las capacidades y los procedimientos del mecanismo y

la falta de implementación efectiva de las medidas de protección contempladas en el convenio.

En su Informe Anual de 2011, la Relatoría Especial expresó su preocupación sobre la

demora en emitir públicamente los Lineamientos de Operación y Funcionamiento de dicho


36

Convenio y reiteró la urgente necesidad de poner en funcionamiento el mecanismo de protección

ante la situación crítica de violencia contra periodistas y medios de comunicación en México.

En 2012, México se convirtió en el segundo país de América que adoptó un mecanismo

especializado de protección de periodistas en riesgo. El Congreso mexicano analizó y finalmente

aprobó la “Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas”.

La ley fue promulgada por el presidente de los Estados Unidos Mexicanos Felipe Calderón y

entró en vigor en junio de 2012. La norma crea el “Mecanismo de Protección para Personas

Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas para permitir que el Estado atienda su

responsabilidad fundamental de proteger, promover y garantizar los derechos humanos”.

Esta ley tiene por objeto “establecer la cooperación entre la Federación y las Entidades

Federativas para implementar y operar las Medidas de Prevención, Medidas Preventivas y

Medidas Urgentes de Protección que garanticen la vida, integridad, libertad y seguridad de las

personas que se encuentren en situación de riesgo como consecuencia de la defensa o promoción

de los derechos humanos, y del ejercicio de la libertad de expresión y el periodismo”

Sin embargo, este mecanismo ha evidenciado algunas fallas. Según la SIP (2020) “no

existe coordinación entre el Mecanismo y las 28 unidades de protección estatales. Además, no

tiene una adecuada coordinación con las instituciones dedicadas a las evaluaciones de riesgo,

como la Guardia Nacional, las Fuerzas Armadas, y la Policía estatal. Tampoco con la fiscalía

general de la República, la Unidad Atención y Reparación a Víctimas y la Comisión Nacional de

los Derechos Humanos”.

En 2020, en México, la asociación civil Comunicación e Información de la Mujer

(CIMAC), fundada en 1988 y que, entre otras cosas, visibiliza el trabajo cotidiano periodístico y

la situación de derechos humanos de las mujeres, documentó 251 casos de violencia contra
37

mujeres periodistas. Es decir, “en promedio 2 de cada 10 periodistas fueron sujetos a algún tipo

de violencia”, afirma la organización.

3. VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA MUJERES PERIODISTAS

En el informe de mujeres periodistas y libertad de expresión realizado por la Relatoría

Especial para la Libertad de Prensa de la CIDH se establece que, en los últimos años, se ha

registrado un aumento de los asesinatos de mujeres periodistas en todo el mundo. En América, la

Relatoría reveló el asesinato de siete mujeres periodistas, comunicadoras y trabajadoras de los

medios de comunicación por motivos que habrían estado vinculados al ejercicio de su profesión,

ocurridos entre 2012 y 2018 en México y Colombia.

Sin embargo, tal como ha advertido la UNESCO, “los asesinatos son apenas la parte

visible del iceberg y las mujeres se enfrentan a determinadas amenazas por razón de su género”.

En 2020, el 73.6% de las casi 346 periodistas que respondieron una encuesta en línea realizada

por la Fundación Karisma y la Red de periodistas con Visión de Género en Colombia, indicó que

habían sufrido diversas formas de violencia basada en género relacionada con su trabajo.

Según el mismo informe, los actos más usuales de violencia basada en género reportados

por las periodistas incluyen violencia psicológica (73.4%), acoso sexual (67.1%), violencia física

(28%), violencia sexual (6.1%). Estas formas de violencia son ejercidas tanto por personas

internas de los medios como por personas fuera del lugar de trabajo (jefe, colegas, fuentes,

policía, funcionarios).

Adicionalmente, algunos de los detonantes que según las periodistas causó este tipo de

agresiones fueron por cubrir temas “duros” del periodismo (p. ej. política, economía, conflicto

armado, deportes (60%), por cubrir temas que señalan a instituciones o figuras públicas (85.4%),
38

por publicar opiniones en redes sociales (24%) y por cubrir temas sobre desigualdad de género

(17.4%).

Según el mismo informe, y teniendo en cuenta las cifras presentadas de los actos más

usuales de violencia basada en género reportados por las periodistas se evidencia que con un

73.4% la violencia psicológica es la mayor agresión que viven las personas que ejercen el

periodismo y la comunicación.

Asimismo, las manifestaciones más comunes son las interrupciones cuando están

hablando en una reunión o conversación personal (35.7%); los gritos, manipulaciones y

humillaciones que ocurren de manera presencial (31.7%) y también en plataformas digitales

(22.8%), seguidas del intento de silenciar expresiones u opiniones en los espacios digitales

(18.3%).

Las encuestadas señalaron que estas agresiones de orden psicológico están

principalmente protagonizadas por sus jefes, compañeros, fuentes y usuarios anónimos en

internet, que se sienten con la potestad de cuestionar su capacidad intelectual. (p.18)

Los actores que perpetran la violencia de género en contra de las mujeres periodistas,

según el informe de violencia de género en contra de mujeres periodistas publicado por el

Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, señala que “79.3% de aquellas

mujeres que reportaron haber sido víctimas de violencia de género, fueron victimizadas por una

persona con un cargo superior al suyo” (p.9) lo que evidencia que la violencia de género ejercida

contra mujeres periodistas se enmarca en las relaciones de poder.

Además, el informe señala que “56.1% de las mujeres periodistas que sufrieron la

violencia de género en su lugar de trabajo, identificaron a sus compañeros de trabajo como sus
39

agresores” lo cual demuestra la necesidad de mecanismos de protección para actuar frente a

casos de violencia de género.

Por otro lado, el 50% de las periodistas afirma que ha sido agredida por fuentes y el

25.6% por colegas de otros medios de comunicación.

3.1 Glosario

Para entender la violencia de género es importante mencionar todos los términos que

abordan esta problemática. La cual, también ha tocado los ámbitos profesionales de las mujeres y

los espacios laborales se han convertido en un foco de desigualdad e inequidad.

Aunque no existe un consenso sobre el término violencia de género y existen una

variedad de definiciones, para entender la violencia de género contra mujeres periodistas, se

expondrán a continuación algunas de sus definiciones que se acoplan al objetivo de este trabajo.

Violencia de género

El Ministerio de Salud de Colombia, establece que la violencia de género corresponde a

cualquier acción o conducta que se desarrolle a partir de las relaciones de poder asimétricas

basadas en el género, que sobrevaloran lo relacionado con lo masculino y sobrevaloran lo

relacionado con lo femenino. Son un problema de salud pública por las graves afectaciones

físicas, mentales y emocionales que sufren las víctimas; por la gravedad y magnitud con la que

se presentan y porque se pueden prevenir.

Por otro lado, ONU Mujeres, señala que la violencia de género se refiere a los actos

dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género. Tiene su

origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas. El

término se utiliza principalmente para subrayar el hecho de que las diferencias estructurales de
40

poder basadas en el género colocan a las mujeres y niñas en situación de riesgo frente a múltiples

formas de violencia.

Finalmente, en la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, más

conocida como CEDAW “la violencia contra la mujer es todo acto de violencia basado en la

pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento

físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la

privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida

privada”

La definición de violencia de género que se aplicará en este trabajo será la que establece

ONU mujeres, señala que la violencia de género se refiere a los actos dañinos dirigidos

contra una persona o un grupo de personas debido a su género. Tiene su origen en la desigualdad

de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas.

Debido a que, el enfoque de esta investigación es la violencia de género que sufren las

mujeres periodistas dentro de las salas de redacción, esta definición es pertinente ya que

menciona el abuso de poder y la desigualdad que pueden llegar a padecer las mujeres periodistas

por parte de sus jefes o compañeros dentro o fuera de los medios.

Violencia Sexual

Aunque no existe un consenso sobre este término y existen una variedad de definiciones,

expondré a continuación, algunas de sus definiciones que se acoplan al objetivo de este trabajo.

ONU mujeres establece dentro de un artículo sobre “preguntas frecuentes: Tipos de

violencia contra las mujeres y las niñas” (párrafo 14) que “se entiende por violencia sexual

cualquier acto de naturaleza sexual cometido contra la voluntad de otra persona, ya sea que esta
41

no haya otorgado su consentimiento o que no lo pueda otorgar por ser menor de edad, sufrir una

discapacidad mental o encontrarse gravemente intoxicada o inconsciente por efecto del alcohol o

las drogas”.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia sexual se define

como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones

sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la

sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la

relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.

Mientras tanto, según la Ley 1146 de 2007 de Colombia, “la violencia sexual contra

niños, niñas y adolescentes comprende todo acto o comportamiento de tipo sexual ejercido sobre

ellos, utilizando la fuerza o cualquier forma de coerción física, psicológica o emocional,

aprovechando sus condiciones de indefensión, desigualdad y las relaciones de poder existentes

entre víctima y agresor.”

Teniendo en cuenta que este trabajo está enfocado en la violencia de género dentro del

ámbito laboral periodístico en el cual se mostrarán algunos casos de mujeres periodistas que han

sido violentadas sexualmente, la definición que utilizaremos es la establecida por la

Organización Mundial de la Salud (OMS).

Acoso Sexual

Dentro de los tipos de violencia que sufren las mujeres se encuentra el acoso sexual, del

que tampoco existe un consenso sobre su definición. Estas son algunas definiciones que se

acoplan al objetivo de este trabajo.


42

En primera instancia, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define así: “el

acoso sexual es una forma de violencia sexual y comprende dos categorías diferenciadas: el

acoso sexual quid pro quo que tiene lugar cuando a una trabajadora o un trabajador se le exige un

servicio sexual, y el acoso sexual resultante de un “ambiente de trabajo hostil” el cual abarca

todas las conductas que crean un entorno laboral intimidante, hostil o humillante”.

Por otro lado, según el Ministerio del Interior el acoso sexual puede definirse como

insinuaciones sexuales inapropiadas, demandas de favores sexuales o cualquier conducta verbal,

no verbal o física de naturaleza sexual no deseada la cual se produce en el entorno personal o

profesional creando un ambiente hostil y ofensivo. Finalmente, puede ser visto como un

tratamiento discriminatorio.

Finalmente, según ACNUR el acoso sexual afecta al personal y se refiere a cualquier

conducta sexual no deseada que pueda percibirse como una ofensa o humillación. El acoso

sexual puede darse en el lugar de trabajo o en relación con este. Aunque a veces conlleva

patrones de conducta, el acoso sexual también puede verse como un incidente aislado. Para

determinar si cierta conducta es ofensiva, es necesario considerar la perspectiva de la víctima.

Ahora bien, según el informe de ‘Periodistas sin acoso’, las manifestaciones de acoso

sexual más señaladas por las periodistas son recibir miradas o gestos de connotación sexual, o ser

víctimas de comentarios indeseados sobre su cuerpo o forma de vestir en espacios analógicos y

por último están las bromas o señalamientos sexuales relacionados con su identidad de género

fuera de internet.

La definición de acoso sexual que se aplicará en este trabajo será la que lleva la

Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, más conocida como CEDAW,

por sus siglas en inglés, que señala el acoso sexual como un “comportamiento de tono sexual tal
43

como contactos físicos e insinuaciones, observaciones de tipo sexual, exhibición de pornografía

y exigencias sexuales, verbales o, de hecho. Este tipo de conducta puede ser humillante y puede

constituir un problema de salud y de seguridad; es discriminatoria cuando la mujer tiene motivos

suficientes para creer que su negativa podría causarle problemas en el trabajo, en la contratación

o el ascenso inclusive, o cuando crea un medio de trabajo hostil”.

Violencia Física

Profamilia, entidad privada sin ánimo de lucro que promueve el ejercicio de los Derechos

Sexuales y Derechos Reproductivos en Colombia, establece que la violencia física son todas las

agresiones que atentan contra el cuerpo de una persona, ya sea a través de golpes, lanzamiento de

objetos, encierro, sacudidas o estrujones, entre otras conductas que puedan ocasionar daños

físicos.

También, según ONU mujeres, “esta violencia consiste en causar o intentar causar daño a

una pareja golpeándola, propinándole patadas, quemándola, agarrándola, pellizcándola,

empujándola, dándole bofetadas, tirándole del cabello, mordiéndole, negándole atención médica

u obligándola a consumir alcohol o drogas, así como empleando cualquier otro tipo de fuerza

física contra ella. Puede incluir daños a la propiedad.”

Según el informe de ‘Periodistas sin acoso’, en el ejercicio periodístico también existen

manifestaciones de violencia física como la eliminación de información o material digital como

grabaciones, fotos, datos, entre otros; seguido por los golpes, empujones, escupitajos o tirones de

cabello.

La definición que se usará para este trabajo será la que establece el informe de Periodistas

sin acoso: “en el ejercicio periodístico también existen manifestaciones de violencia física como
44

la eliminación de información o material digital como grabaciones, fotos, datos, entre otros;

seguido por los golpes, empujones, escupitajos o tirones de cabello” (p.79).

Violencia Emocional

En primera instancia, Profamilia establece este tipo de violencia como toda acción u

omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones

de otras personas por medio de intimidación, manipulación, amenaza, humillación, aislamiento,

o cualquier conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica. Este tipo de violencia es

de las más comunes y naturalizadas de la sociedad, por lo que es necesario aprender a

reconocerla y denunciarla.

Según la Fundación Mujeres, esta forma de maltrato consiste en mostrar sumisión,

dependencia y auto designación. “La mujer puede acabar por asumir la responsabilidad del

bienestar emocional de la pareja, imponiéndose la necesidad de protegerlo y sintiéndose culpable

de obrar de acuerdo con sus propios criterios, si estos contradicen los de él, debido al sentimiento

de culpa paralizante que le genera” (Fundación Mujeres, 2021)

Por otro lado, ONU Mujeres establece que este tipo de violencia consiste en minar la

autoestima de una persona a través de críticas constantes, en infravalorar sus capacidades,

insultarla o someterla a otros tipos de abuso verbal; en dañar la relación de una pareja con sus

hijas o hijos; o en no permitir a la pareja ver a su familia ni a sus amistades.

La definición que se usará para este trabajo será la que establece Profamilia, señalando

que la violencia emocional es “toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las

acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas por medio de intimidación,

manipulación, amenaza, humillación, aislamiento, o cualquier conducta que implique un

perjuicio en la salud psicológica.


45

Violencia Psicológica

De acuerdo con ONU Mujeres este fenómeno se define como una violencia que consiste

en provocar miedo a través de la intimidación; en amenazar con causar daño físico a una

persona, su pareja o sus hijas o hijos, o con destruir sus mascotas y bienes; en someter a una

persona a maltrato psicológico o en forzarla a aislarse de sus amistades, de su familia, de la

escuela o del trabajo.

Se debe agregar que el Gobierno de México y el Consejo Nacional de Población

(CONAPO) establece que es una forma de maltrato que se manifiesta con gritos, insultos,

amenazas, prohibiciones, intimidación, indiferencia, ignorancia, abandono afectivo, celos

patológicos, humillaciones, descalificaciones, chantajes, manipulación y coacción.

En el informe de ‘Periodistas sin acoso’, algunas de la violencia psicológica a las que se

enfrentan las mujeres periodistas se manifiestan en forma de comentarios humillantes y

degradantes por parte de algunos lectores seguido de sus compañeros o superiores. Es por ello

por lo que, para efectos de este trabajo, la definición de violencia psicológica será la establecida

por ONU mujeres que se define como una violencia que consiste en provocar miedo a través de

la intimidación; en amenazar con causar daño físico a una persona, su pareja o sus hijas o hijos, o

con destruir sus mascotas y bienes; en someter a una persona a maltrato psicológico o en forzarla

a aislarse de sus amistades, de su familia, de la escuela o del trabajo

Violencia Económica

ONU Mujeres dice que esta forma de violencia consiste en lograr o intentar conseguir la

dependencia financiera de otra persona, manteniendo para ello un control total sobre sus recursos

financieros, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar o asistir a la escuela.


46

Mientras tanto, el Gobierno de México y el Consejo Nacional de Población (CONAPO)

la define como una forma de amedrentar, someter o de imponer la voluntad en el otro se usan los

recursos económicos o los bienes personales.

También, Profamilia establece que esta violencia ocurre cuando se utiliza el dinero como

un factor para dominar o establecer relaciones de poder perjudiciales. Este tipo de violencia se

puede manifestar cuando a la persona se le quita el dinero que gana, se le impide gastarlo en

beneficio suyo o de su familia, o se le niega el dinero para controlar su independencia. Todas

estas formas de violencia son consideradas delito y son sancionadas por la ley.

La definición que se usará para este trabajo será la que establece Profamilia, señalando

que la violencia económica ocurre cuando se utiliza el dinero como un factor para dominar o

establecer relaciones de poder perjudiciales.

Violencia Digital o en línea

Según ONU Mujeres, la violencia en línea o digital contra las mujeres es cualquier acto

de violencia cometido, asistido o agravado por el uso de la tecnología de la información y las

comunicaciones (teléfonos móviles, Internet, medios sociales, videojuegos, mensajes de texto,

correos electrónicos, etc.) contra una mujer por el hecho de serlo.

La violencia en línea puede incluir:

Ciberacoso: Consiste en el envío de mensajes intimidatorios o amenazantes.

Sexteo o sexting: Envío de mensajes o fotos de contenido explícito sin contar con la

autorización de la persona destinataria.

Doxing: Publicación de información privada o identificativa sobre la víctima.


47

Por otro lado, según el Observatorio de violencia de género en medios de comunicación

OVIGEM de Puebla, México, este tipo de violencia se perpetra a través de los medios digitales,

como redes sociales, correo electrónico o aplicaciones de mensajería móvil, sin embargo, no está

desconectada de la violencia machista que vivimos fuera del mundo online. Causa daños a la

dignidad, la integridad y/o la seguridad y tiene impacto en los cuerpos y las vidas de las

personas.

Finalmente, el gobierno de México estableció en la ficha técnica de la Ley Olimpia que

violencia digital se refiere a “aquellas acciones en las que se expongan, difundan o reproduzcan

imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona sin su consentimiento, a

través de medios tecnológicos y que por su naturaleza atentan contra la integridad, la dignidad y

la vida privada de las mujeres causando daño psicológico, económico o sexual tanto en el ámbito

privado como en el público, además de daño moral, tanto a ellas como a sus familias”.

Según la Relatora para la Violencia de Género de la ONU, las mujeres periodistas se han

visto cada vez más afectadas por la violencia de género digital: “no sólo están más expuestas a

los ataques en línea que sus homólogos masculinos, sino que también se ven obligadas a lidiar

con el aumento del abuso en línea (a menudo misógino) y con contenido sexualizado y acoso”

(ONU 2020, 10). Es por lo anterior que, para efectos de este trabajo, la definición de violencia

emocional será la establecida por ONU mujeres.

Violencia Verbal

En el informe de ‘Periodistas sin acoso’ se establece que la violencia verbal se manifiesta

con gritos, uso de lenguaje discriminatorio y sexista, palabras con connotación social negativa (p.

ej. puta, perra, zorra, chismosa, etc.), burlas y bromas humillantes, interrupción de la

intervención de una mujer con fines de subvalorar su opinión o comentario, puntualizar los
48

errores de la mujer con el ánimo de mostrar la superioridad intelectual del agresor. Para efectos

de este trabajo, esta será la definición que se usará.

Teniendo en cuenta lo anterior, es importante mencionar algunos de los casos más

emblemáticos sobre violencia de género y que han logrado avances en la legislación de

Colombia y México para proteger a las mujeres periodistas ante este tipo de situaciones.

3.1. Casos emblemáticos de periodistas violentadas en Colombia

A. Jineth Bedoya Lima

Reconocida periodista y defensora colombiana de derechos humanos, quien ha trabajado

en diversos medios de comunicación de radio, prensa y televisión en el país, en los que ha dado

especial cobertura al conflicto armado en Colombia.

Bedoya fue víctima de secuestro, tortura y violación sexual el 25 de mayo de 2000,

cuando se encontraba esperando para entrar a la cárcel Modelo (Bogotá) para una entrevista con

un jefe paramilitar, en un intento por aclarar algunas amenazas contra varios periodistas del

diario en que trabajaba, El Espectador (BBC, 2021).

Durante 20 años, Bedoya ha luchado por acceder a la justicia en relación con los hechos

de los que fue víctima en esa época. La demanda ante la ante la Corte IDH, argumenta que el

Estado colombiano tuvo conocimiento de que existía un riesgo real e inminente para la periodista

de sufrir un ataque o agresión y no adoptó medidas entendidas como razonables para protegerla

(BBC, 2021).

La demanda, además, señala que el Gobierno de ese entonces, no actuó con la debida

diligencia en la investigación de su secuestro y violación, “revictimizó" a la periodista durante el


49

proceso judicial -tomando hasta en 12 ocasiones su declaración sobre lo ocurrido- y que no se ha

investigado a los autores intelectuales de los hechos (BBC, 2021).

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó el caso ante la

Corte IDH en 2019, considerando que el Estado colombiano no cumplió con las

recomendaciones que le hizo para investigar el caso de Bedoya, reparar las consecuencias de la

violencia y adoptar medidas para prevenir que se repitan situaciones similares.

Los días 15, 16 y 17 de marzo del 2021 se llevó a cabo la audiencia por el caso de

secuestro, tortura y violencia sexual del que fue víctima la periodista Jineth Bedoya Lima. Es la

primera vez que un caso de violencia sexual cometido en Colombia llega a la Corte

Interamericana de Derechos Humanos – Corte IDH, después de haber estado en la CIDH.

Finalmente, el 22 de octubre de 2021 la Corte Interamericana de Derechos Humanos

(Corte IDH) condenó a la Nación por haber permitido el secuestro y la tortura, así como por ser

responsable de la violación de los derechos a la integridad personal, libertad personal, honra,

dignidad y libertad de expresión de Bedoya. Un fallo crucial que deja entrever los horrores que

vivió Bedoya en primera persona a comienzos de siglo, cuando el Estado cumplió un rol precario

ante la protección de la libertad de prensa. Una sentencia histórica para la prensa en Colombia,

para las mujeres periodistas y para cualquier mujer del país.

B. Vanessa Restrepo

Periodista que por más de cinco años trabajó en el periódico El Colombiano de Medellín,

y quien denunció haber sido víctima del delito de acto sexual con persona en incapacidad de

resistir en el 2019 por parte de su compañero de trabajo Juan Esteban Vásquez, quien era editor

digital en ese entonces de ese medio.


50

Según narra Vanessa, los hechos sucedieron el 17 de mayo de 2019 cuando decidieron

salir a tomarse unas cervezas con algunos compañeros de trabajo. Después de lo sucedido y de

que Restrepo sintiera miedo e inseguridad de ver a Juan Esteban todos los días en el trabajo,

tomó la decisión de acercarse a las directivas del periódico y denunciar.

Sin embargo, desde ese momento El Colombiano, de acuerdo con los testimonios de

Restrepo, no respondió a sus demandas. En una entrevista virtual que le realicé a Vanessa,

afirmó que Recursos Humanos cuestionó la ropa y el comportamiento de ella. Además, afirmó la

periodista, que la directora de esa área dijo que no era asunto de la competencia de la empresa

porque el hecho no había ocurrido en el espacio laboral. El periódico decidió clasificar el tema

como un asunto personal y a su vez decidió hacer ajustes en el horario del fin de semana para

que ellos dos nunca coincidieran.

Según Vanessa, en el 2019 interpuso una tutela ante el Juzgado Segundo Civil Municipal

de Oralidad de Envigado (Antioquia) y esta fue negada, “en el sentido de considerar que ella no

demostró, concretamente, en qué consistieron los tratos desiguales en los que presuntamente

incurrió la entidad accionada” (Corte Constitucional, 2021).

Sin embargo, la periodista presentó una tutela de segunda instancia ante la Corte

Constitucional, que falló a favor de la periodista por medio de la Sentencia T-1402, una decisión

histórica en casos de violencia sexual en ámbitos laborales.

La Corte le dio la razón a Restrepo y confirmó que El Colombiano “vulneró los derechos

de la periodista al no brindarle una ruta de atención que le permitiera continuar con su actividad

laboral. Por el contrario, “fue revictimizada en varias oportunidades, sin ofrecerle una opción de

2
Ver Corte Constitucional. (2021, mayo). Sentencia T-140 de 2021. https://www.dejusticia.org/wp-
content/uploads/2021/06/SENTENCIA-T-140-21-Exp.-T-7936421.pdf
51

protección real, concordante con las obligaciones de prevenir, investigar y erradicar la violencia

contra las mujeres periodistas”, como explica la Corte en su comunicado.

La sentencia le ordena a El Colombiano reintegrar a Restrepo a un cargo de igual o

superior jerarquía y pagarle los salarios y prestaciones que dejó de recibir desde que se

desvinculó de la empresa. En caso de que la periodista decida no regresar, el medio igualmente

deberá cumplir con estos pagos.

C. Claudia Morales

Reconocida periodista, quien en el 2018 expuso en su última columna de opinión en el

diario El Espectador, 'Una defensa del silencio', que fue víctima de abuso sexual por parte de uno

de sus jefes, hace varios años, en una habitación de hotel.

“Cuando trabajé con ‘Él’, era un hombre relevante en la vida nacional. Ahora lo sigue

siendo, y además hay otras evidencias que amplían su margen de peligrosidad. Hoy, con 44 años,

reviso el momento que tengo grabado como una foto y no me arrepiento de haber guardado

silencio”, escribió Morales en su columna.

Después de haber publicado su denuncia, Morales ha sido criticada por no dar el nombre

de su agresor, lo que ha hecho que siga prefiriendo no mencionar el nombre de su agresor.

"Me muero del terror de decir quién me abusó, el escándalo no importa o que se diga una

cosa u otra, que le digan a usted que es 'mamerta', 'enmermerlada', 'paraca', vendida, usted sabe

que si escribe de abuso es víctima de acusaciones. Porque también existen los ejércitos anónimos

que atacan y como son anónimos, uno debe darle a eso su justa proporción", expresó, en una

entrevista con RCN radio.

3.2. Casos emblemáticos de periodistas violentadas en México


52

A. Lydia Cacho

Es periodista y escritora, conocida por su activismo como defensora de los derechos

humanos. Ha investigado y denunciado el tráfico de personas y la explotación sexual de mujeres,

niños en México y en el extranjero. Por este trabajo de denuncia, que ha implicado a

representantes de la clase política mexicana, fue torturada y secuestrada en el 2005 por el

empresario Jósé Kamel Nacif Borge.

Según el diario español El País, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha

reconocido que fueron violentados los derechos humanos con la detención de Cacho, quien en su

libro Los demonios del edén, reveló una red de trata y explotación infantil en el Estado de

Quintana Roo.

Lydia Cacho fue detenida por 10 personas en Quintana Roo, al sur de México, nueve

meses después de que su investigación fuera publicada. El grupo la trasladó en una camioneta

hasta el estado de Puebla en un trayecto de 20 horas donde no se le permitió comer ni

comunicarse con nadie. En el camino fue víctima de tortura psicológica y de tocamientos,

además de amenazas de muerte.

El caso se convirtió en un ejemplo de cómo las relaciones entre el poder económico y

político podían conspirar, en este caso en contra de la libertad de expresión. Eso es lo que

reconoció la ONU en el 2018 en un histórico primer dictamen contra México. “Es sumamente

importante y de gran relevancia porque es un caso emblemático y porque las violaciones siguen

repitiéndose 13 años después” estableció Jan Jarab, representante en México del Alto

Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en una entrevista con el diario

español.
53

B. Regina Martínez

Era corresponsal en Veracruz de la revista Proceso, una publicación de análisis e

investigación con circulación nacional, y escribía artículos críticos acerca de política estatal y

crimen organizado, publicó los excesos del gobierno de Duarte, actualmente en prisión acusado

de corrupción, y su antecesor Fidel Herrera (2004-2010) fue manipulada por las autoridades

locales, según Proceso.

Regina fue asesinada el 28 de abril de 2012 en su residencia ubicada en la colonia Felipe

Carrillo Puerto de la ciudad de Xalapa, capital de Veracruz. Los reportes oficiales señalaron que

Martínez fue torturada y golpeada severamente antes de morir. La autopsia realizada

posteriormente reveló que la causa de muerte fue asfixia por estrangulamiento.

Según una investigación realizada por 25 medios de comunicación de 18 países, entre

ellos el español El País, el mexicano Proceso y el británico The Guardian, autoridades del estado

mexicano de Veracruz manipularon la investigación sobre el asesinato de la periodista Regina

Martínez, ocurrido en 2012.

France 24 establece que, desde el año 2000 se cuentan 28 periodistas asesinados y otros 8

desaparecidos, “la mayoría de ellos durante los 12 años que (Fidel) Herrera y Javier (Duarte)

estuvieron en el poder”, de acuerdo con Proceso.

C. Yolanda Ordaz

Periodista encargada de la sección policiaca (Sucesos) del diario Notiver y quien fue

secuestrada y asesinada por presuntos miembros del crimen organizado.


54

4. MARCO LEGAL SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO

A pesar de que varios gobiernos han implementado leyes o políticas con las que se

pueden enfrentar este tipo de situaciones, las mujeres siguen enfrentándose a un ambiente sexista

y machista, que las discrimina, las violenta y las silencia. Sin embargo, en el caso de Colombia,

ha tenido avances en su ordenamiento jurídico en cuanto al reconocimiento de los derechos de

las mujeres.

Según el informe de Periodistas sin Acoso (2021), “la Constitución Política, en su

artículo 13, reconoce el derecho a la igualdad y prohíbe la discriminación por razón de género.

Además, establece la obligación del Estado de fomentar la igualdad real y efectiva a través de

acciones afirmativas. El artículo 43 garantiza la igualdad de derechos y oportunidades para

mujeres y hombres, así mismo establece la no discriminación de las mujeres”.

En cuanto a la igualdad de género y salvaguardar los derechos de las mujeres, Colombia

cuenta con la Política Pública Nacional de Equidad de Género para las Mujeres y el Plan Integral

para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia desde 2012. Según la Consejería para la

Equidad de la Mujer, esta política pretende “garantizar una vida libre de violencias,

constituyéndose en el referente para el diseño y puesta en marcha de acciones sostenibles para la

superación de brechas y la transformación cultural, que, en el horizonte de los próximos 10 años,

contribuyan al goce efectivo de los derechos de las mujeres en nuestro país”.

Adicionalmente, Colombia en cuanto a la jurisprudencia, ha tenido avances y un

tratamiento normativo importante frente al reconocimiento de la discriminación y la violencia de

género que sufren varias mujeres. Un claro ejemplo es la Sentencia T-140 de 2021, que surgió

después de la tutela que puso Vanessa Restrepo, periodista y víctima del delito de acto sexual
55

con persona en incapacidad de resistir, por parte de un compañero de trabajo contra el diario El

Colombiano, periódico en el que trabajaba. En esta sentencia la Corte destaca la responsabilidad

de las empresas privadas en prevenir y sancionar la violencia de género.

Según Dejusticia, centro de estudios jurídicos y sociales, la Corte Constitucional le dio la

razón a Restrepo y confirmó que El Colombiano vulneró los derechos de la periodista al no

brindarle una ruta de atención que le permitiera continuar con su actividad laboral. Por el

contrario, “fue revictimizada en varias oportunidades, sin ofrecerle una opción de protección

real, concordante con las obligaciones de prevenir, investigar y erradicar la violencia contra las

mujeres periodistas, como explica la Corte en su comunicado.” (Corte Constitucional, 2021)

Todo esto, sumado al hecho de tener que seguir compartiendo el espacio laboral con su agresor,

llevó a la periodista a renunciar en octubre de 2020 (Dejusticia, 2021)

Teniendo en cuenta el caso de Vanessa, en varias oportunidades, la Corte Constitucional

ha reconocido que las violencias de tipo sexual tienen marcas distintivas de género: sus víctimas

son en su mayoría mujeres y los victimarios son en su mayoría hombres. Además, sus causas y

efectos tienen una conexión con la desigualdad estructural que aqueja a las mujeres.

Según Dejusticia, el derecho a vivir una vida libre de violencias está reconocido en el

artículo 3 de la Convención Belém do Pará. A su vez, la Ley 1257 de 2008 obliga al Estado y a

la sociedad a eliminar todo tipo de discriminación o violencia de género para garantizar el

derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencias.

Adicionalmente, Dejusticia menciona que, a nivel nacional, “la Ley 1257 de 2008

establece los derechos de las mujeres víctimas de violencia. Esta misma ley también establece el

principio de corresponsabilidad según el cual la sociedad y la familia son responsables de

respetar los derechos de las mujeres y de contribuir a la eliminación de la violencia contra ellas.
56

En ese sentido, la ley establece una serie de obligaciones en cabeza de la sociedad, es decir, de la

sociedad civil, las asociaciones, las empresas, el comercio organizado, los gremios económicos y

demás personas jurídicas y naturales”. (Dejusticia, 2021, p.4).

A pesar de la existencia de estas obligaciones establecidas por la Corte Constitucional, de

acuerdo con Mariana Ardila Trujillo (2018), abogada de la dirección Legal de Women’s Link

Worldwide, organización internacional sin ánimo de lucro que promueve un cambio social que

favorezca los derechos de las mujeres y las niñas, establece que en Colombia, “los casos de

violencia contra las mujeres en general y de violencia sexual en particular tienen tasas de

impunidad que superan el 90% en Colombia”.

También se encuentra el decreto 164 de 2010, en el cual se crea la Mesa Interinstitucional

para erradicar la Violencia contra las mujeres. Según el Ministerio de Justicia de Colombia, su

propósito es “aunar esfuerzos para la articulación, coordinación y cooperación entre las entidades

a fin de lograr la atención integral, diferenciada, accesible y de calidad a las mujeres víctimas de

la violencia, para lo cual determinará las pautas de su funcionamiento en cabeza de la Consejería

Presidencial para la Equidad de la Mujer (CPEM).” (Minjusticia, s.f).

Posteriormente, con la Ley 1719 de 2014 se adoptan medidas para el fácil acceso a la

justicia de las víctimas de violencia sexual. Según el Ministerio de Justicia:

En especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado incursionando

por primera vez de manera prioritaria a mujeres, niñas, niños y adolescentes víctimas

dentro del conflicto armado y fortalece el Sistema Unificado de información sobre la

violencia sexual en coordinación con el Departamento Administrativo Nacional de


57

Estadística, la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y el Instituto

Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Adicional, se tipifica el feminicidio en el marco de la ley 1761 de 2015 como un delito

autónomo para garantizar la investigación y sanción de las violencias contra las mujeres por

motivos de género y discriminación, así como prevenir y erradicar dichas violencias para lo cual

involucra al Ministerio de Justicia y del Derecho a través del artículo 12º” (Minjusticia, s.f).

La Corte Constitucional ha reconocido este panorama y ha señalado que “es claro que

existen diversos tipos y grados de violencia, ante las cuales el Estado debe proporcionar

múltiples y coordinadas soluciones” con independencia del nivel de gravedad que los

funcionarios o instituciones le atribuyen a la conducta. Ante un contexto así, la intervención de la

justicia constitucional en casos de violencia sexual cobra una importancia central y urgente.

Por otro lado, México cuenta con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida

Libre de Violencia, reformada el 1 de febrero de 2007. Según el Gobierno de México, “la Ley

General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia “tiene por objetivo establecer la

coordinación entre la Federación, las entidades federativas, el Distrito Federal y los municipios

para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, así como los principios y

modalidades para garantizar su acceso a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y

bienestar conforme a los principios de igualdad y de no discriminación, así como para garantizar

la democracia, el desarrollo integral y sustentable que fortalezca la soberanía y el régimen

democrático establecidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

Ahora bien, María de Montserrat Pérez, Investigadora en el Instituto de Investigaciones

Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), establece en su Artículo


58

Violencia contra la mujer. Comentarios en torno a la ley general de acceso a la mujer a una

vida libre de violencia que esta ley, “marca el logro de uno de los compromisos y objetivos

fundamentales de la política nacional e internacional en el tema de los derechos fundamentales

de la mujer desde 1975.” (2008) y contribuye a eliminar el silencio social y la falta de

lineamientos concretos en la materia. Permite al sistema de justicia contar con instrumentos

legales que permitan identificar e incidir explícita, eficaz, eficiente y directamente sobre las

causas y las consecuencias de violencia que afecta a las mujeres que tienen que acudir al sistema

de justicia, para hacer que se respeten sus derechos a gozar de una vida libre de violencia de

género.

La ONU establece que los Derechos Humanos de la mujer “son aquellas facultades que le

permiten reclamar lo que necesita para vivir y desarrollarse plenamente en la vida en sociedad,

considerando, de forma integral, su integridad física, psicológica y sexual, así como a su

dignidad humana y la igualdad” (2014).

Mientras que, en el Comité Nacional Coordinador de la cuarta Conferencia Mundial

sobre la Mujer, los Derechos Humanos se definen como “el conjunto de normas cuya

promulgación y publicación se enfoca a las mujeres en función de su condición, y que tienen

como objetivo el logro de una igualdad jurídica entre el varón y la mujer, en una igualdad de

oportunidades y de desarrollo entre ambos sexos” (Pérez, 2008).

Ha sido necesario regular los derechos de la mujer mediante instrumentos específicos, en

virtud de que los documentos generales de derechos humanos no han sido suficientes para

garantizar la promoción y protección de los derechos de la mujer, entre los que se encuentran el

derecho a una vida libre de violencia y el derecho a la igualdad y no discriminación,

considerando las violaciones a estos últimos como una forma de violencia.


59

Según Pérez (2008), “En México, la Constitución Política constituye la ley fundamental,

puesto que en ella se establecen derechos fundamentales y el proyecto de Nación, mediante el

establecimiento de un orden jurídico, político y social, que pretende proporcionar a los

nacionales y a quien se encuentre en nuestro territorio, calidad de vida y desarrollo, basados en el

respeto a los derechos humanos: “Pero es indudable que la fuente de nuestras garantías

individuales es la idea de los derechos del hombre”.

Ahora bien, México también cuenta con programas de perspectiva de género, el primer

programa que se creó fue el Programa Nacional de Integración de la Mujer en 1980 con el

objetivo de desarrollar e integrar la visión de género entre las políticas gubernamentales.

También se creó el Instituto Nacional de las Mujeres que comenzó a funcionar formalmente el 8

de marzo de 2001 con la instalación de su primera Junta de Gobierno .

También es importante mencionar, que como compromiso que adquirió México se

establece el Programa Nacional de la Mujer 1995-2000, el cual reconoce que la población

femenina desempeña un papel protagónico en el proceso de desarrollo y es sujeto fundamental

del mismo: “Es innegable que el desarrollo de nuestra sociedad y el bienestar de todos sus

miembros exigen la participación integral de la mujer en la vida familiar, económica, social,

política y cultural del país. Por ello, la promoción y protección de los derechos humanos es una

piedra angular de este programa”.

4.1 Legislación Nacional: violencia de género digital

Consideremos ahora, la legislación nacional con la que cuentan ambos países para

proteger a las mujeres periodistas de la violencia de género digital. Este tipo específico de

violencia ha sido definida como “cualquier acto de violencia que se comete, se presta asistencia o
60

se agrava en parte o totalmente por el uso de las TIC [Tecnologías de la Información y la

Comunicación], teléfonos móviles y teléfonos inteligentes, Internet, plataformas de redes

sociales o correo electrónico, contra una mujer porque es una mujer, o que afecta a las mujeres

de manera desproporcionada” (ONU 2020, 5).

En el informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de la ONU refiere

que el 23% de las mujeres manifestó haber sufrido abuso o acoso en línea al menos una vez en su

vida, y que 1 de cada 10 mujeres ha sido víctima de alguna forma de violencia en línea desde los

15 años (ONU, 2018, p. 6). Sobre el tipo de violencia que reciben, se trata de “amenazas en

línea, generalmente de carácter misógino, a menudo de índole sexual y específicamente

relacionadas con el género» (ONU 2018, 9).

La Relatora de Violencia de la ONU también da cuenta de los nombres que están

recibiendo las formas de violencia de género online (ONU 2018, 10):

Sextorsión: amenazar con difundir fotografías intimas de la víctima para extorsionarla a

fin de obtener más fotografías o videos de actos sexuales explícitos o mantener relaciones

sexuales con la víctima.

Pornovenganza: difusión en línea no consensuada de imágenes íntimas obtenidas con o

sin el consentimiento de la persona, con el propósito de avergonzar, estigmatizar o perjudicar a la

víctima.

Doxing: publicación de información privada, como datos de contacto en Internet con

intención dolosa, normalmente insinuando que la víctima está ofreciendo servicios sexuales;

consiste en investigar y divulgar información de carácter personal sobre una persona sin su

consentimiento, a veces con la intención de exponer a una mujer al mundo «real» con fines de

acoso y/u otros fines.


61

Trolleo (sufrido no solamente por mujeres): publicación de mensajes, imágenes o

videos y creación de etiquetas con el objeto de molestar, provocar o incitar a la violencia.

Hostigamiento criminal: acoso reiterado, perpetrado por medio de teléfonos móviles o

aplicaciones de mensajería, en forma de llamadas de broma o conversaciones privadas mediante

aplicaciones en línea (como WhatsApp) o grupos de chat en línea.

Acoso sexual en línea: toda forma de conducta verbal o no verbal indeseada de

naturaleza sexual que tiene por objetivo o consecuencia atentar contra la dignidad de la persona y

en particular crear un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo.

Según una investigación de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC)

hay tres categorías principales de mujeres que enfrentan este tipo de violencia en Internet: una

mujer en una relación íntima con una pareja que resulta violenta, una sobreviviente de violencia

física o sexual o una profesional con perfil público que participa en espacios de comunicación,

como periodistas, investigadoras, activistas y artistas (Peña, 8).

- Colombia

Según el informe de ser periodista en Twitter, en Colombia, la violencia de género no

está legislada, pero para sus diversas modalidades existen leyes que pueden aplicarse:

Sextorsión y amenazas

Ante estas formas de violencia se puede denunciar extorsión que tiene pena de multa o de

prisión de hasta 288 meses con agravantes en la pena en caso de violencia doméstica (Congreso

de Colombia, Código penal Art. 244).

Difusión no consentida de material íntimo


62

Podrá encuadrar en el delito de violación de datos personales que tiene pena de multa de

entre 48 y 96 meses de prisión, existiendo un agravante para el caso en que el poseedor del

material se hubiese aprovechado de la confianza depositada en él (Art. 244).

Monitoreos. Accesos no autorizados. Control y manipulación de la información

Existen diferentes delitos que podrán denunciarse en estos casos siempre atendiendo a las

circunstancias particulares. Por ejemplo, un acceso abusivo a un sistema informático, un delito

de obstaculización ilegítima de sistema informático o red de telecomunicación, el delito de daño

informático o de uso de software malicioso o de violación de datos personales o de suplantación

de sitios web para capturar datos personales. Todos tienen penas de multa o de hasta 96 meses de

prisión. También se encuentra legislado el delito de interceptación de datos informáticos con

penas de hasta 72 meses de prisión, o el delito de violación ilícita de comunicaciones con penas

de 1 a 3 años de prisión (Art. 192).

Suplantación de identidad

No se encuentra legislada la suplantación para la identidad digital, pero el Código Penal

castiga en su Art. 296 la falsedad personal a quien sustituya o suplante a una persona o se

atribuya nombre, edad, estado civil, o calidad que pueda tener efectos jurídicos. El delito tiene

pena de multa, siempre que para ello no se haya cometido algún otro delito como los nombrados

en el punto anterior, en cuyo caso corresponderá esas penas.

Doxing o difusión de información personal

Ante un caso de doxing en Colombia se podrá denunciar una violación de datos

personales o una injuria, dependiendo de la información que se haya difundido, sin perjuicio de

la posibilidad de realizar una acción de habeas data para suprimir y rectificar los datos personales

(Congreso de Colombia, Ley estatutaria 1581).


63

- México

Por el contrario, según el informe Ser periodista en Twitter, México es el único país de

Latinoamérica que ha considerado dentro de su legislación este tipo de violencia como violencia

de género. El documento menciona que “en México cada una de las 32 entidades federativas

tiene su propia legislación, sin perjuicio del Código Penal Federal existente. Asimismo, existen

diferentes figuras penales generales y específicas para la violencia digital que permiten sancionar

estas conductas abusivas.” (cuellar, 2020)

México también cuenta con la Ley Olimpia que “es un conjunto de reformas legislativas

encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad

sexual de las personas a través de medios digitales, también conocida como ciber violencia”.

Dentro de esta ley se establecen algunas conductas que atentan contra la intimidad sexual,

estas son “video grabar, audio grabar, fotografiar o elaborar vídeos reales o simulados de

contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño. Exponer,

distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar y

compartir imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de

que no existe consentimiento, mediante materiales impresos, correo electrónico, mensajes

telefónicos, redes sociales o cualquier medio tecnológico.”

Es importante mencionar que esta es una adición de la Ley General de Acceso de las

mujeres a una Vida Libre de Violencia, y al Código Penal Federal, que fue aprobada por el

Senado en noviembre de 2020.

Ahora bien, Sobre las consecuencias en la vida de las mujeres de la violencia de género

digital, el informe de la ONU refiere (ONU 2018, 7):


64

● Reducción de la participación en el debate en línea: según algunas

investigaciones, el 28% de las mujeres que fueron objeto de violencia basada en las TIC

han reducido deliberadamente su presencia en línea.

● Aislamiento social y movilidad limitada; es decir, la pérdida de libertad

para desplazarse en condiciones de seguridad.

● Sufrimientos psicológicos, físicos, sexuales o económicos producidos

tanto por la violencia en línea como por el temor a la concreción de las amenazas que

muchas veces están implicadas en estas violencias.

Por su parte, Amnistía Internacional señala que en los ocho países en los que realizaron

una encuesta en línea en la que participaron 500 mujeres de entre 18 y 55 años en cada país,

entre el 63% y el 83% de las mujeres entrevistadas hizo cambios en la forma en que usan las

plataformas de redes sociales luego de recibir acoso o violencia: desde configuraciones más

restrictivas de privacidad y seguridad, hasta la preocupante cifra de 32% que dejaron de publicar

contenido en el que expresaban su opinión sobre ciertos temas (Amnistía Internacional 2018, pg.

51).

Lo anterior, demuestra que la violencia digital que sufren las mujeres periodistas afecta el

derecho a libertad de expresión, provocando miedo al momento de publicar o hablar sobre

ciertos temas que pueden causar agresiones directas a su imagen o reputación.

5. PROTOCOLOS PARA ACTUAR FRENTE A CASOS DE VIOLENCIA DE


GÉNERO EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Es importante mencionar que las periodistas y comunicadoras en muy pocas ocasiones

denuncian las violencias machistas que viven a diario en las salas de redacción o en internet por
65

temor a las consecuencias. Además de la desconfianza que tienen en las instancias encargadas de

atender estos casos y el desconocimiento sobre los canales de denuncia.

Por otra parte, muy pocos medios de comunicación cuentan con políticas de protección

que incluyen rutas, protocolos o medidas para la atención de violencias en el ejercicio

periodístico, y adicional estas carecen de buena divulgación y comprensión por parte de los

periodistas, lo que dificulta aún más la denuncia y prevención.

En un sondeo realizado a 14 medios de comunicación independientes y privados para

conocer si contaban con algún protocolo para actuar frente a casos de violencia de género en las

salas de redacción, únicamente 10 respondieron y entre ellos solo 3 medios de comunicación

cuentan con un protocolo dentro de sus salas de redacción para actuar frente a este tipo de

situaciones, entre ellos un medio privado (El Espectador) y los otros dos son medios

independientes (Cuestión Pública y Rutas del Conflicto). Por otro lado, algunos de estos medios

cuentan con protocolos de autoprotección que no están enfocados en violencia de género.

Ahora bien, teniendo en cuenta que esta investigación se compone de dos países (México

y Colombia) se realizará una comparación entre la estructura y desarrollo de los documentos

existentes en ambos países, en este caso, el protocolo realizado por El Espectador, en Colombia y

el que se realizó en Veracruz México por el Instituto Veracruzano de las Mujeres.

La mención de estos protocolos en el trabajo de investigación es de suma importancia,

puesto que demuestran que las mujeres periodistas son víctimas de violencia de género en sus

espacios laborales y es necesario la implementación de estos documentos dentro de los medios

de comunicación. Además, es posible analizar la falta de leyes existentes en cada país para que

estos protocolos tengan más poder y utilidad.


66

En primer lugar, el protocolo realizado por El Espectador es de circulación interna dentro

de la redacción con todos los periodistas. Fue finalizado a mediados del 2021, este se titula

“Protocolo de Prevención y Atención de Violencias Basadas en Género” se realizó bajo el

acompañamiento de InspirandoT SAS BIC, una empresa que ofrece acompañamiento para

transformar organizaciones en negocios y cultura conscientes, responsables, sostenibles e

incluyentes.

Este protocolo, según El Espectador, tiene como propósito “instruir al trabajador/a para

que conozca, prevenga, atienda, gestione y erradique distintas formas de violencia física,

psicológica, sexual y económica dentro y fuera de Comunican S.A. e Inversiones Cromos

S.A.S.” (pg. 3). Lo cual demuestra que es un documento pedagógico para que los y las

periodistas reconozcan esta problemática y sepan actuar frente a una situación de violencia.

El documento está dividido en tres partes “i) Declaración, ii) La Ruta de Atención, y iii)

La Cartilla Educativa (guía de fundamentos y herramientas para el proceso de denuncia). Es

necesario mencionar que las tres partes se encuentran articuladas con el literal “h” de la Ley

1581 de 2012: artículo 5 - Protección de datos personales (datos sensibles y cuyo material fue

inspirado en el Código de Conducta interna). Adicional al protocolo, se creó el Comité de

Prevención y Atención de Violencias Basadas en Género (VBG), para proporcionarle al

trabajador/a una instancia confiable de denuncia y que actúa inmediatamente para protegerlo

frente a estas situaciones.”

En una entrevista realizada a Vanessa Restrepo, víctima de violencia de género en el

periódico El Colombiano y quien ha realizado colaboraciones en El Espectador, señala que antes

de que ella fuera víctima de violencia sexual para ella “era desconocido el significado de

violencia sexual, las diferencias entre acoso, abuso o acceso, todo eso para mí era un tema un
67

poco desconocido” lo cual demuestra que en algunas ocasiones las mujeres periodistas no saben

cuáles son los tipos de violencia que existen y sus significados, siendo algo necesario para

aprender a identificarlos y así poder reconocerlos.

El Marco Normativo que se implementó dentro del protocolo fue:

• Código Sustantivo del Trabajo y Código de Conducta Comunican e Inversiones

Cromos.

• Ley 360 de 1997[1], Ley 906 de 2004, Ley 1146 de 2007, Ley 1257 de 2008 y

Ley 1719 de 2014, Convenio 190, Ley 1010 de 2006, Convenio 111, Constitución

Política de Colombia, Decreto 2733, Código de Policía.

• Resolución 2626 de 2008 – (Resolución 2646 de 2008 responsabilidad para la

identificación, la resolución 652 y 1356 de 2012.

• Guías y Protocolos para la promoción e intervención de los factores psicosociales

y sus efectos en la población trabajadora, guía de promoción, prevención e

intervención de los factores psicosociales.

• Lineamiento operativo para la promoción de un entorno laboral formal saludable.

Y los tipos de violencia basada en género a tratar y gestionar con el protocolo son, la

violencia sexual, violencia física, violencia psicológica y violencia económica. Ahora bien, la

ruta de acción que implementa este protocolo para actuar frente a casos de violencia de género en

las salas de redacción consta de 5 pasos:

1. Generar conciencia y conocer la situación: en este paso, se establece que los

periodistas deben identificar si las acciones que se están presentando hacia una persona

corresponden a algún tipo de violencia mencionados anteriormente. Aunque no hay un glosario

los tipos de violencia son explicados con ejemplos.


68

Figura 1

Ejemplificaciones que corresponden a algún tipo de violencia presentadas en el protocolo del

periódico El Espectador.

Nota: Aparece en el paso uno de la ruta de acción establecida por el medio. Fuente: Protocolo de

prevención y atención de violencias basadas en género (2021).

2. Denunciar la situación: allí se menciona que el medio cuenta con un comité de

prevención y atención en violencia basada en género el cual atenderá, gestionará y prevendrá

este tipo de casos, indicando a sus periodistas que ante este comité pueden denunciar.

3. Identificar si es una situación de emergencia: En este paso clasifican los casos que

son considerados como emergencia, de no ser una emergencia debe denunciarse la situación

frente al comité.

Figura 2

Ejemplificación de algunas situaciones de emergencia presentadas en el protocolo del periódico

El Espectador.
69

Nota: Aparece en el paso tres de la ruta de acción establecida por el medio. Fuente: Protocolo de

prevención y atención de violencias basadas en género (2021).

4. Proveer orientación en apoyo físico/sexual, emocional y psicológico: se presentan

las diferentes áreas de acompañamiento que apoyarán el proceso dependiendo la situación.

Acompañamiento psicológico del ARL o psicólogos institucionales, valoración médica por

medio de la EPS u orientación para la remisión a medicina legal.

5. Guiar el procedimiento para resolver el caso: en este punto se menciona que el

comité de prevención y atención es un primer apoyo para interponer las quejas y denuncias ante

la fiscalía, medicina legal, policía. ICBF, comisaría de familia y defensoría del pueblo.

Es importante mencionar, que el protocolo cuenta con una cartilla en la cual se expone

información sobre la importancia de conocer y denunciar las violencias basadas en género,

incluyendo un glosario, los objetivos organizacionales y el encargado de resolverlos, las

consecuencias disciplinarias y/o jurídicas, las repercusiones al interior de la empresa, las medidas

de atención protocolaria, el acompañamiento frente a la denuncia y las diferentes entidades

externas para denunciar.


70

Ahora bien, si tenemos en cuenta la realidad jurídica en Colombia este protocolo no

funcionaría de manera correcta. Según Manuel Castro, abogado en derecho constitucional de la

Universidad Nacional señala que “la realidad jurídica del acoso en Colombia está muy mal

regulada, el acoso está regulado en los términos del acoso laboral en general, el cual se encuentra

disminuido en la ley 1010 del 2006 y esa ley tiene un montón de problemas”

En primera instancia, esta ley define el acoso laboral como “toda conducta persistente y

demostrable, ejercida sobre un empleado, trabajador por parte de un empleador, un jefe o

superior jerárquico inmediato o mediato, un compañero de trabajo o un subalterno, encaminada a

infundir miedo, intimidación, terror y angustia, a causar perjuicio laboral, generar desmotivación

en el trabajo, o inducir la renuncia del mismo” y señala siete modalidades como lo son, maltrato

laboral, persecución laboral, discriminación laboral. Entorpecimiento laboral, inequidad y

desprotección laboral.

Además, en esta misma ley la resolución 6652 de 2012 establece la conformación y

funcionamiento del Comité de Convivencia Laboral en entidades públicas y empresas privadas y

se dictan otras disposiciones. Estableciendo en el artículo 14 de la Resolución número 2646 del

17 de julio de 2008, “como medida preventiva de acoso laboral, conformar el Comité de

Convivencia Laboral y establecer un procedimiento interno confidencial, conciliatorio y efectivo

para prevenir las conductas de acoso laboral”

Según Manuel Castro, el hecho de que el comité laboral está conformado por los mismos

medios de la empresa hace errónea la medida, puesto que “vas a entrar a juzgar a tus pares en un

mismo contexto laboral donde ya se ha dado el acoso y teniendo en cuenta que el acoso es

altamente naturalizado y que no se suele concebir como un acto de violencia, lo que va a pasar es
71

que puede que no hagan nada y puede que revictimice a la persona tomando represalias en el

contexto laboral”

Ahora bien, las víctimas de acoso en segunda instancia pueden acudir a un juez laboral e

imponer una acción judicial, según Manuel, en este caso “se necesita tener un abogado y para

ello es necesario tener cómo pagarlo y la ley no tiene ninguna garantía de que no haya represalias

tanto como por parte de los compañeros como por parte del empleador”

Entonces, la ruta que según Castro podría funcionar en las empresas para una persona

víctima de violencia basada en género dentro de su espacio laboral es “lograr establecer una ruta

clara con la que se puedan atender esos tipos de violencia, garantizando que no van a ser

atendidos por uno de los involucrados, que haya por lo menos un tercero imparcial, además se

deberían aplicar medidas de prevención, porque la prevención más allá de que garantice que los

trabajadores no van a cometer acoso, es lograr generar incentivos en el contexto laboral que

tengan como primera medida lograr desnaturalizar el acoso, que la gente sepa qué es acoso,

entendiendo que un piropo pasado es acoso, o que un comentario sobre la forma de vestir de una

persona con connotación sexual es acoso, esa es una primera gran lucha que se debería lograr

para atacar ese tipo de violencias”

Por el contrario, México cuenta con un protocolo para la protección y atención de

mujeres periodistas en Veracruz, el cual fue elaborado para el Instituto Veracruzano de las

Mujeres, que es un organismo público, descentralizado de la administración pública estatal para

promover, fomentar e instrumentar las condiciones que posibiliten una cultura de igualdad de

género.

Este protocolo fue elaborado “a partir del análisis de experiencias y procedimientos de

atención de organizaciones nacionales e internacionales en la defensa de la libertad de expresión


72

y de los derechos de las mujeres en situaciones de violencia, así como de la discusión de las

participantes de medios de comunicación de Veracruz.” (2014)

Para realizar este documento se tomó como base la Ley de la comisión estatal para la

atención y protección de los periodistas la cual “es un organismo autónomo del Estado, con

personalidad jurídica y patrimonio propios, autonomía técnica, presupuestal y de gestión,

responsable de atender y proteger la integridad de los periodistas, así como de promover las

condiciones para el libre ejercicio de la profesión del periodismo, con pleno respeto al derecho a

la información y a la libertad de expresión.” (Duarte, 2012)

Por lo anterior, este protocolo es una propuesta que pretende facilitar la aplicación de los

procedimientos a seguir durante la recepción y atención de casos, para otorgar a las mujeres

periodistas información, atención y protección desde un enfoque de género.

El objetivo de este es “Contar con un protocolo institucional especializado con

perspectiva de género, a fin de brindar asesoría y atención jurídica y psicológica, evaluación de

riesgo y medidas de protección con experiencia y formación específica en violencia de género, a

mujeres periodistas que viven cualquier tipo o modalidad de violencia que establece la Ley de

Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para el Estado de Veracruz de Ignacio de la

Llave.” En ese sentido, los tipos y modalidades de violencia que establece este protocolo son:

Tipos: Psicológica, física, patrimonial, económica, sexual y obstétrica.

Modalidades: Familiar, laboral, docente o escolar, hostigamiento y acoso sexual en la

comunidad, institucional y feminicida.

En comparación con el protocolo realizado por El Espectador, este documento señala en

el capítulo de recepción y atención que se requiere de un módulo de atención con personal de


73

trabajo social capacitado. En este caso, participaran diferentes áreas cuando haya un caso de

violencia.

Según el protocolo “en el momento en que se tenga identificada la problemática inicial el

módulo derivará al área respectiva para su atención y/o detección de otro tipo de necesidades. El

área jurídica informará con perspectiva de género a las usuarias, la situación legal en la que

encuadra su problemática, dándoles a conocer las diversas acciones que jurídicamente pueden

ejercitar, los procedimientos legales, sus alcances y resultados, así como el servicio de

acompañamiento ante las instancias de procuración y administración de justicia.

Por otro lado, “el área psicológica tendrá un espacio de escucha confidencial donde

pueden plantear diversos aspectos personales: emociones, conductas, pensamientos, situaciones

de violencia u otros, que interfieran en su desarrollo y estabilidad emocional. Si se encuentra en

estado de crisis, se le brinda contención emocional y se procede a realizar planes de seguridad de

acuerdo con sus fortalezas y debilidades.” (pg.16)

Ahora bien, teniendo en cuenta el proceso de atención que establece el protocolo

menciona diferentes aspectos que se deben tener en cuenta para brindar atención y asesoría en

este tipo de casos. En primer lugar, los componentes del proceso de atención son, la

identificación de la situación de violencia, asesoría, evaluación preliminar del riesgo e

información legal y atención esencial.

Asimismo, el perfil del personal de trabajo social debe ser del sexo femenino. Ser

licenciada en el área correspondiente, tener capacitación y actualización permanente en

perspectiva de género y en derechos humanos; contar con actitud eficiente, racional y crítica;

contar con habilidades de promoción y gestión social; poseer los valores fundamentales del

trabajo social como lo son el servicio, la justicia social, el respeto a la dignidad de la persona, y
74

la importancia de las relaciones humanas, entre otros, y Cumplir con la protección de datos

personales de acuerdo con la Ley No. 581 para la Tutela de los Datos Personales en el Estado de

Veracruz de Ignacio de la Llave (pg. 18).

Adicionalmente, el protocolo cuenta con diferentes métodos de detección de casos de

violencia, entre ellos un formato de detección en donde se realizan una serie de preguntas

dependiendo el tipo de violencia de género que se sufra, ya sea violencia física, psicológica o

sexual.

Figura 3

Ejemplificación de un formato de detección de violencia presentado en el protocolo de Veracruz.

Nota: Las preguntas cambian dependiendo del tipo de violencia de género detectada. Fuente:

Protocolo para la protección y atención de mujeres periodistas en Veracruz (2014).

En este punto, es importante mencionar que es mucho más eficiente cuando las rutas de

atención son diferentes de acuerdo con el tipo de violencia que se esté denunciando. Según
75

Manuel Castro “la ruta de acción debería cambiar dependiendo del tipo de violencia de género

presentado porque el problema se enfoca más en lograr que entiendan que eso está mal y que no

se debe hacer, porque en últimas eso va a garantizar que a futuro no vuelva a ocurrir, tú puedes

sancionar a alguien muchas veces y lo puede seguir haciendo, pero digamos que hay otro tipo de

violencia que sí requiere una sanción, un tipo de violencia mucho más fuerte que más allá de

lograr algún día cambiarlo pues es una persona que cometió un acto grave y que tiene que pagar

las consecuencias inmediatas, por ejemplo cuando el acoso pasa a ser un acto sexual abusivo, yo

creo que cuando ya se convierte en un delito de ese nivel la ruta debe ser otra y debe ser más de

orientarse a la denuncia a las autoridades competentes y que el empleador por ejemplo, brinde

todo el apoyo que esté a su disposición”

Este documento también cuenta con un glosario para la evaluación de riesgo, definiendo

los diferentes tipos de violencia para que sea más sencillo identificar si se está siendo víctima de

violencia de género o no.

6. MARCO METODOLÓGICO

La realización de este trabajo de grado es de corte cuantitativo lo que significa que:

es aquella en la que se recogen y analizan datos cuantitativos sobre variables en la cual

trata de determinar la fuerza de asociación o correlación entre variables, la generalización y

objetivación de los resultados a través de una muestra para hacer inferencia a una población de la

cual toda muestra procede (Pita Fernández, S., Pértegas Díaz, S, 2002 p.1)

Lo anterior, para esta investigación corresponde a la situación actual de violencia de género en

contra de mujeres periodistas en Colombia y México.


76

El análisis de los datos encontrados pudo identificar los países en donde hay mayor tasa de

violencia de género, cuáles son los tipos de violencia que se presentan constantemente en las salas de

redacción y quienes son los agresores más comunes para las mujeres periodistas. Esta investigación dejo

ver los vacíos que existen en los marcos normativos de Colombia y México los cuales no garantizan una

vida libre de violencia para las mujeres en general y para las mujeres periodistas.

Se realizó un análisis de dos protocolos implementados en Colombia y México para actuar frente

a casos de violencia de género en las salas de redacción, con el fin de demostrar la falla de los Estados en

el cumplimiento de las leyes y decretos generando problemáticas al momento de construir este tipo de

documentos.

6.1 Corpus de la investigación

Este trabajo de grado se centra en analizar y evaluar los mecanismos de protección y

protocolos de acción que tienen los medios de comunicación para actuar frente a una situación de

violencia de género contra mujeres periodistas en las salas de redacción.

Actualmente, en Colombia y México se cuenta con mecanismos de protección para los

periodistas. Por ejemplo, en Colombia está el Programa de Protección a Periodistas y Comunicadores

Sociales y en México cuenta con un Convenio de Coordinación para la Implementación de

Acciones de Prevención y Protección a Periodistas. Sin embargo, las cifras demuestran que estos

programas no han logrado reducir el número de asesinatos contra periodistas y tampoco

muestran un enfoque de género claro para proteger a las mujeres periodistas específicamente.

En cuanto los protocolos, se escogieron dos documentos realizados en ambos países para

identificar sus diferencias y pateamientos en las rutas de atención establecidas en cada uno.

Lo anterior, sirve para mostrar que las mujeres periodistas aún se encuentran

desprotegidas en cuanto a que el Estado no cumple con sus obligaciones constitucionales


77

y sus compromisos internacionales de garantizar a las mujeres una vida libre de

violencias, causando temor y represalias a la hora de desenvolverse en el ámbito laboral y

cotidiano.

6.2 Técnicas de Instrumentos

En un primer momento se quería realizar un producto escrito, en el cual se pudiera

presentar un prototipo de protocolo para actuar frente a casos de violencia de género en las salas

de redacción, sin embargo, al hablar con distintos abogados se llegó a la conclusión de que lo

mejor era desistir de esta idea, puesto que para lograr que fuera un documento exitoso debía

contener leyes que aporten en la eficacia del documento dentro de la Organización, lo cual era un

problema, debido a la realidad jurídica del acoso y demás tipos de violencia en Colombia.

Aun así, se realizó un mapeo de algunos medios análogos y digitales para determinar si

contaban con un protocolo o alguna política para actuar frente a casos de violencia de género en

sus salas de redacción. Después de conocer que solo había tres medios que contaban con este

documento se intentó conocer si estos protocolos eran públicos, de los cuales ninguno lo era,

pues cada uno se repartía internamente con los periodistas.

Sin embargo, uno de los medios acepto una entrevista en la cual nos explicaría el proceso

que implementaron para realizar este protocolo. La entrevista se realizó vía zoom con Silvia

Corredor, integrante de la Junta Directiva en Rutas del Conflicto.

De igual forma, entreviste a Manuel Castro abogado de la Universidad Nacional vía

zoom, para conocer, legalmente, cómo se podría construir un protocolo.


78

Por otro lado, se analizaron informes realizados por varias organizaciones, en las cuales

se realizaban encuestas para mapear datos estadísticos sobre los tipos de violencia de género que

más se presentan en las salas de redacción, los usuales agresores y los detonantes de estas

violencias.

Es así como a través de entrevistas, informes y artículos se recolectaron datos sobre la

situación de la violencia de género en las salas de redacción. Todo esto con el fin de evaluar y

analizar los mecanismos de protección y protocolos de acción que tienen los medios de

comunicación para actuar frente a una situación de violencia de género contra sus periodistas.

7. ANÁLISIS Y RESULTADOS

Entrevista Manuel Castro

- Yo soy abogado en derecho constitucional de la Nacional.

- La Universidad Nacional tuvo uno de los primeros protocolos, a partir de ahí tengo ese

primer acercamiento en el tema de violencia de género, pero principalmente lo he venido

trabajando al lado de la senadora Angélica Lozano.

¿Cuál es la ruta que debería tener el medio para una persona víctima de violencia basada

en género dentro de su espacio laboral?

Aquí parto un poco de la realidad jurídica del acoso en Colombia, y es que está muy mal

regulado. El acoso está regulado en los términos del acoso laboral en general, el cual está

disminuido en la ley 1010 del 2006 y esa ley tiene un montón de problemas porque tiene una

instancia que resuelve en un primer momento temas de acoso que está conformado en el comité
79

laboral el cual debe ser conformado por los mismos miembros de la empresa, eso de entrada es

erróneo porque vas a entrar a juzgar a tus pares en un mismo contexto laboral donde ya se ha

dado el acoso, y teniendo en cuenta que el acoso es altamente naturalizado y que no se suele

concebir como un acto de violencia, lo que va a pasar es que no hagan nada y puede que

revictimicen a la persona, tomando represalias en el contexto laboral.

Yo creo que lo ideal en esos casos independientemente de las particularidades, es lograr

establecer una ruta clara con la que se puedan atender esos tipos de violencia y se garantice que

no va a ser atendido por uno de los involucrados, que haya por lo menos un tercero imparcial.

Además, la empresa debería tomar medidas de prevención, porque la prevención más allá de que

garantice que la gente no va a cometer acoso, es lograr generar unos incentivos en el contexto

laboral que tengan como primera medida lograr desnaturalizar el acoso, que la gente sepa qué es

acoso.

¿Qué correctivos y sanciones debería tener el medio?

Pues eso en primera medida, lograr generar poco a poco un cambio cultural, porque el

problema del acoso no es legal, es un tema cultural, entonces en la medida en que eso se

califique como algo negativo se puede empezar a cambiar el comportamiento, pero mientras este

tema sea naturalizado y celebrado entre hombres no va a haber un cambio, entonces yo le

apostaría a cambiar el chip para que usted automáticamente no vea un piropo pasado como

chistoso, sino que se lo cuestione. También, tiene que estar conectado con los desincentivos, no

es solo echarlos del trabajo, ni poner una multa, sino que se presenten unas consecuencias

diferentes, por ejemplo, tener que dedicar tiempo extra del tiempo de descanso para hacer una
80

capacitación sobre género, claro ahí se debe tener cuidado en lo que se puede y no hacer en

términos de un contexto laboral, pero el foco debe estar en eso, en medidas no correctivas.

¿Cómo debería afrontar el medio de comunicación un caso de violencia de género en donde

el victimario hace parte de otro medio?

Más allá de una ley concreta, porque no tengo conocimiento de si hay una competencia

extendida, lo que se debería hacer en esos casos es que la competencia este regulada por los

sujetos que intervienen y no por el lugar, entonces si es un acto de acoso entre compañeros de

trabajo independientemente de si ha sido en la oficina o en la calle a dos cuadras del trabajo, son

dos compañeros del trabajo y se conocieron por el contexto laboral y su vínculo es laboral,

entonces el acoso debe ser atendido por quien defina el acoso laboral, ese es el deber ser pero no

tengo presente un país que lo haga de esa forma.

En el convenio 190 de la OIT que regula convenios de normatividad internacional que es

obligatoria para las partes de la OIT que se inscriban en ese convenio, Colombia por ejemplo no

se ha inscrito. Ese convenio tiene una causa centrada en el trabajo como tal.

Por ejemplo, el artículo 13 de este convenio cubre lo que ocurre en el lugar de trabajo, en

los desplazamientos, eventos o actividades sociales del trabajo y en las comunicaciones

relacionadas con el trabajo.

¿La ruta de acción debería cambiar dependiendo del tipo de violencia de género que se

haya presentado?

Yo creo que sí. Por ejemplo, en el caso del acoso el enfoque es mucho más de

transformación del imaginario, el problema no es tanto de sancionar a quien cometa el acoso sino
81

lograr que entiendan que eso está mal y que no se debe hacer porque en últimas eso va a

garantizar que a futuro no vuelva a ocurrir, tú puedes sancionar a alguien muchas veces y lo

puede seguir haciendo, pero digamos que hay otro tipo de violencia que sí requiere una sanción,

un tipo de violencia mucho más fuerte que más allá de lograr algún cambio, pues hablamos de

una persona que cometió un acto grave y que tiene que pagar las consecuencias inmediatas, por

ejemplo cuando el acoso pasa a ser un acto sexual abusivo, la ruta debe ser otra y debe ser más

de orientada a la denuncia a las autoridades competentes y que el empleador por ejemplo, brinde

todo el apoyo que esté a su disposición, si tiene la posibilidad de darle apoyo psicológico y si

tiene la posibilidad de apoyar ante las autoridades ese debería ser el enfoque y de denuncia, el

empleador tiene la obligación de denunciar ese tipo de actos, y de tramitarlos.

¿Dentro de nuestro marco legal se dividen este tipo de repercusiones o correctivos entre los

tipos de violencia?

Cuando es algo que está considerado como un delito sí es muy específico, por ejemplo, el

acoso es un tipo penal que está clasificado, lo que pasa es que es muy difícil de comprobar

porque esto no solo permea al que acosa en el trabajo sino a los jueces, al legislador y a todo el

mundo, entonces a pesar de que sea tipo penal eso no se ve aplicado porque siempre se interpreta

de una forma un poco condescendiente como que es muy difícil que se haga efectivo.

Por otro lado, si es algo que está fuera de lo penal, como por ejemplo el acoso laboral que

es diferente, hay unas sanciones amplias que de acuerdo con el caso se pueden aplicar unas u

otras.

ELEMENTOS QUE PODRÍA TENER UN PROTOCOLO PARA ACTUAR FRENTE A

CASOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO


82

Entrevista Silvia Corredor

- Yo soy periodista y antropóloga. En este momento hago parte de la Junta Directiva de

Rutas del Conflicto.

¿Por qué decidieron construir un protocolo?

Para nosotros es muy importante contar con un protocolo puesto que nosotros como

medio cubrimos todo este tema de conflicto armado, entonces más allá del riesgo que genera

cubrir conflicto armado, también existe el riesgo por el simple hecho de ser mujer. Entonces a

partir de estos nosotros dijimos que debíamos meter este tema del protocolo dentro de nuestros

lineamientos y aparte también hemos cubierto temas de violencia de género en el marco del

conflicto armado nosotros sabíamos que así cambiamos este tipo de temas igual no estamos

exentas de ser víctimas.

Desde este momento, planteamos también una postura de tolerancia cero a cualquier tipo

de violencia en general, pero también lo que tiene que ver con el tema de violencia de género. El

protocolo que nosotros realizamos solo está enfocado en mujeres, nosotros en nuestro equipo

tenemos personas que son diversas y es algo que nos falta trabajar dentro del protocolo, esto lo

menciono porque el tema de violencia de género va más allá de las mujeres, también hay que ver

las chicas trans, hay toda una diversidad que entra dentro de la violencia de género, porque pues

imagínate si no hay protocolos que respalden a mujeres pues mucho menos para personas

diversas, es algo en lo que somos conscientes y estamos en su preparación.

¿Qué fue lo primero que realizaron dentro del protocolo?


83

Hicimos un glosario, porque algo central que identificamos con las violencias de género y

con todas las violencias es que las personas no saben qué es, o muchas veces decimos que no lo

hemos vivido porque no sé qué es un micromachismo o cosas de este estilo. Entonces nosotros

montamos un glosario de conceptos relacionados con violencia de género. En nuestro caso esta

es la parte más gruesa del protocolo, puesto que para realizar una ruta de atención se debe

identificar qué se entiende por cada cosa, una cosa es un abuso, otra un acoso, otra una violación,

cada cosa tiene su particularidad.

Allí también mencionamos el ciberacoso, sin dejar de lado el tema digital que a veces no

se tiene muy en cuenta, también tenemos un apartado en donde mencionamos el consentimiento,

la división sexual, la división de género, inclusive mencionamos el embarazo laboral porque a

veces no se tiene tan presente.

Es importante mencionar que incluimos muchas cosas de “mitos del amor romántico”

porque esto es como en lo que se camufla muchas cosas de la violencia, pues porque a pesar de

que sea una redacción pues tú puedes involucrarte sentimentalmente con un compañero.

¿Cuánto tiempo tomó realizar este protocolo?

El proceso nos tomó varios meses, esto empezó en 2019 y el lanzamiento interno que

tuvimos de esos protocolos fue iniciando el 2020, lo que quiere decir que nos tomó cerca de un

año más o menos.

Iniciando el 2021 identificamos que teníamos unos vacíos muy importantes y por eso

empezamos a abordarlos ya de forma más precisa, que es la que estamos actualizando en este

momento. Algo importante que se debe contemplar es que todos los protocolos, son documentos
84

que nunca se cierra, y que siempre están en construcción y que tu puedes contemplar todas las

posibilidades para darle un tratamiento a alguna situación, pero es cuando se presenta algo nuevo

es que tu terminas afrontando y analizando cómo es que se puede hacer.

¿Cuál fue la ruta de atención establecida para este protocolo?

Es importante mencionar, que para cada una de las situaciones de violencia que se

presenten dentro o fuera del medio tenemos una ruta en específico, porque no es lo mismo

digamos hacer reportería con un compañero con el que tuve que viajar y en ese viaje fui víctima

de violencia por parte de mi compañero, entonces internamente Rutas tiene la potestad de seguir

una ruta en específico para dar un tratamiento, para imponer una sanción y para revisar la

situación y definitivamente hay más control; pero si yo voy en alianza con alguien de otro medio

pues Rutas no va a poder sancionar a esa persona.

¿Qué vacío legal crees que existe dentro del Marco Normativo en Colombia?

Esa persona que es ajena a mí y a mi medio cómo puedo abordarlo y hay unas cosas

sobre todo este tema de derecho laboral porque no se puede pasar por encima del derecho

constitucional, o sea, hay una vaina legal que es bien compleja que es hasta qué punto se puede

poner una sanción muy descabellada o que sea ya muy leve.

VIOLENTÓMETRO

A partir de lo anterior, nosotros también creamos un violentómetro, el cual tomamos

como referencia de la escuela de estudios de género que tiene la Universidad Nacional y con una

compañera asistimos a un taller sobre violencias de género y nos entregaron esta idea de este

violentómetro para saber identificar alarmas.


85

Entonces nosotros hicimos uno, pero ambientado al ámbito periodístico, lo hicimos con

colores para que tuvieran un significado y los periodistas pudieran identificar que estaban siendo

víctimas de violencia de género. Por ejemplo, nuestro violentómetro tiene cuatro colores:

Color azul: Ten cuidado la violencia puede aumentar, no temas a enfrentar a la persona,

puedes pedir consejos.

Color verde: Aquí ya empieza el acoso sexual y el hostigamiento esto ya es otro nivel.

Color amarillo: Esta situación ya es violencia física, violencia psicológica

Color rojo: Te encuentras en un nivel de abuso, o esto puede desencadenar en un

feminicidio.

Entonces, al lado de los colores vamos incluyendo las situaciones que hacen referencia al

color, tales como discriminación, chistes inapropiados, culpabilizar, ignorar a la persona,

micromachismos, celar, toqueteo, pellizcos, manoseos, tortura. El objetivo de este violentómetro

es también lograr identificar esos tipos de violencias de los que podemos ser víctimas sin darnos

cuenta, porque muchas veces uno no sabe si lo que vivió es violencia de género o no.

MEDIDAS DE AUTOCUIDADO y AUTOPROTECCIÓN

Estas medidas están enfocadas a nivel de consejos y todo el discurso del protocolo está

escrito en primera persona para generar más cercanía. Además, mencionamos algunas

recomendaciones frente a la agresión, agregamos temas de defensa personal feminista.


86

En este punto, es donde recalcamos que este protocolo puede funcionar para situaciones

más allá del periodismo, enfocados también a la vida cotidiana. Son cosas que de pronto son

obvias pero que si uno no ha leído bien pues no va a tener conocimiento de cómo hacer esto.

RUTAS DE ACCIÓN

Tenemos unas rutas de acción internas que son cuando suceden con nuestros periodistas y

rutas externas cuando pasa con alguien que no pertenece al medio, algo que integramos aquí es

que puede llegarnos a nosotros una denuncia que algún integrante del equipo es un violador, es

decir que si recibimos una denuncia externa en donde uno de nuestros periodistas agredió a

alguna persona externa al medio, no lo podemos permitir porque nosotros tenemos tolerancia

cero con este tipo de situaciones y se hace un tratamiento puntual con esto.

LEGISLACIÓN Y LÍNEAS DE ATENCIÓN

Nosotros hicimos todo un apartado sobre legislación y líneas de atención, en la cual

presentamos toda la normativa que se debe tener claro sobre temas relacionados, o sea, esta ley

cubre esta situación o esta ley cubre el tema del aborto. Aquí mostramos toda la legislación con

links y demás de lo que ampara la ley en Colombia en temas de violencia de género para que tu

como persona natural quieres imponer una demanda, lo puedas hacer ya que nosotros como

medio no podemos hacerlo, como organización no hay una posibilidad de hacerlo.

Adicionalmente, también se incluye un listado de instituciones a las que la gente puede

acudir, por ejemplo, la Secretaría de Salud, la Secretaría Distrital de la Mujer, las casas de

justicia, Profamilia, oriéntame, SISMA.


87

Para cerrar este protocolo mencionamos unas cláusulas de confidencialidad que tenemos,

ya que dentro de Rutas tenemos un comité de acompañamiento que tiene como objetivo ser el

receptor de los casos de denuncia, entonces se maneja a nivel administrativo entonces este

pequeño comité tiene comunicación directa con la parte administrativa de rutas para cuando se

presente algún caso se pueda definir si debemos tomar sanciones, si toca sacar de urgencia a una

periodista. Ese comité de acompañamiento lo decidimos tener nosotros.

CONCLUSIONES

La violencia de género contra mujeres, niñas y adolescentes ha aumentado

significativamente. Pues en el 2020 la pandemia causada por el COVID-19 ha generado mayor

peligro para las mujeres debido al encierro que algunas tuvieron que pasar junto a sus agresores.

Ahora bien, es importante mencionar que en este periodo el tipo de violencia que se intensificó

fue la violencia doméstica.

El feminicidio es la manifestación más extrema de la violencia de género y pese a la

normatividad y a la política existente en Colombia con la ley 1761 de 2015, los feminicidios no

han disminuido. De acuerdo con el Observatorio de Feminicidios, entre el 1 de enero y el 31 de

diciembre del 2020, 630 mujeres fueron asesinadas y hasta finales de octubre del 2021, 525

mujeres han sido asesinadas.

La discriminación y violencia de género en el trabajo va en aumento. Además, según lo

planteado a lo largo de la investigación, en Colombia, las mujeres no cuentan con un respaldo

dentro de sus espacios laborales, aparte de las normas de convivencia para protegerse frente a un

caso de violencia.
88

En el ejercicio periodístico, con respecto a las cifras mencionadas en la investigación la

violencia psicológica y el acoso sexual son las agresiones más comunes que viven las mujeres

periodistas y comunicadoras dentro de sus espacios laborales.

Con respecto a los agresores, según los diferentes informes presentados, los principales

agentes de todas las manifestaciones de las violencias analizadas son hombres que trabajan junto

a las periodistas y comunicadoras y que tienen un cargo superior al de ellas.

Ahora bien, algunas mujeres periodistas no reconocen que están siendo violentadas,

debido a que no saben identificar los tipos de violencia de género que existen y una vez sufren la

agresión se dan cuenta de que fueron víctimas de violencia de género.

Así mismo, las periodistas y comunicadoras sufren violencias machistas por medios

digitales, tanto personales como laborales y, en algunas ocasiones, no suelen reconocer que las

padecen. Lo cual hace que las sufran en silencio y casi siempre solas.

Las periodistas y comunicadoras escasamente denuncian la violencia de género que viven

dentro y fuera de sus espacios laborales por temor a las consecuencias de hacerlo. Muchas de las

periodistas no denuncian por la desconfianza, la falta de información y el miedo que existe frente

a las instancias de reporte al interior de los medios, frente a los mecanismos de denuncia, justicia

y protección de la institucionalidad también son motivos para no denunciar.

Los medios de comunicación fácilmente pueden contar con políticas de protección que

incluyen rutas, protocolos o medidas para la atención de violencias en el ejercicio periodístico,

pero estas carecen de un enfoque de género y no tienen un interés amplio en que los hombres

comprendan las consecuencias de estos actos, tanto en el ámbito analógico como digital.
89

En lo presentado a lo largo de la investigación, se evidencia que el Estado no cumple con

sus obligaciones constitucionales y sus compromisos internacionales de garantizar a las mujeres

una vida libre de violencias. El cual debería incluir la implementación de procesos de

sensibilización y formación al interior de las instituciones estatales y gubernamentales,

acompañados de un equipo de expertas en cuestiones de género y violencias basadas en género.

Dentro de los espacios laborales o medios de comunicación escasamente se promueven

los procesos de formación especializada con enfoque de género y en varias ocasiones no se toma

en cuenta la participación de los hombres en estos espacios de concientización y aprendizaje.

En cuanto a los casos emblemáticos presentados a lo largo de la investigación, se

evidencia que ni el Estado, ni las instituciones encargadas de atender denuncias, de investigar,

enjuiciar, sancionar y proteger a las personas víctimas de violencias basadas en género no

cuentan con una capacidad de respuesta ágil e inmediata, causando que muchos de los casos de

violencia queden impunes.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

América Latina Genera. (s. f.). Manual de género para periodistas (1.a ed.) [Libro electrónico].

http://www.americalatinagenera.org/es/documentos/Folleto_ManualdeGenero.pdf

Aularia, R. (2018). Nuevos retos para un periodismo incluyente. Red de Periodistas con Visión

de Género de las Américas.

Calderón, F. (2012). Ley para la protección de personas defensoras de derechos humanos y

periodistas, 1(16). https://www.oas.org/juridico/PDFs/mesicic5_mex_ane_12.pdf


90

Calderón, F. (2015). Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia,

1(35). https://www.gob.mx/conavim/documentos/ley-general-de-acceso-de-las-mujeres-

a-una-vida-libre-de-violencia-pdf

Castro, R. (2016). Violencia de género. Conceptos clave en los estudios de género, 1, 339-354.

Chaher, S., & Santoro, S. (2007). Las palabras tienen sexo: introducción a un periodismo con

perspectiva de género.

CIDH. El camino hacia una democracia sustantiva: la participación política de las mujeres en las

Américas. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 79. 18 abril 2011. Párr. 18.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (2013). Violencia contra periodistas y

trabajadores de medios: Estándares interamericanos y prácticas nacionales sobre

prevención, protección y procuración de la justicia.

http://www.oas.org/es/cidh/expresion/docs/informes/2014_04_22_Violencia_ESP_WEB.

pdf

Corte interamericana de derechos humanos. (2021, agosto). Caso bedoya lima y otra vs.

Colombia. https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_431_esp.pdf

Corte Interamericana de Derechos Humanos. (s. f.). caso Bedoya Lima y otra VS Colombia. .

https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_431_esp.pdf

Cuellar, L., & Chaher, S. (2020, noviembre). Ser periodista en Twitter (N.o 1). Fundación

Sentiido. https://sentiido.com/wp-content/uploads/2020/11/Informe.-Ser-perioista-en-

Twitter.-Violencia-de-g%C3%A9nero-digital-contra-periodistas-Col.pdf

de Frutos García, R. A. (2016). Mujeres periodistas, violencia aumentada. Infoamérica:

Iberoamerican Communication Review, (10), 69-84.


91

de género en México, B. (2014). Acceso y participación de las mujeres en los medios

informativos. Revista de Pensamiento sobre Comunicación, Tecnología y Sociedad, 98,

115.

Dejusticia. (2021). Intervención del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad –

Dejusticia. 4(23).

De-Miguel, R., Hanitzsch, T., Parratt, S., & Berganza, R. (2017). Mujeres periodistas en España:

Análisis de las características sociodemográficas y de la brecha de género. Profesional de

la Información, 26(3), 497-506.

Diario Oficial de la Federación. (1996, 21 agosto). DOF - Diario Oficial de la FederaciÃ3n.

SEGOB.

http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=4896477&fecha=21/08/1996#:%7E:text=El%

20Programa%20Nacional%20de%20la%20Mujer%201995%2D2000%20nace%20del,qu

e%20afectan%20a%20las%20mujeres.

Duarte, J. (Ed.). (2012). ley de la comisión estatal para la atención y protección de los

periodistas.

Economía, R. (2021, 4 mayo). Las preocupantes cifras laborales de las mujeres en Colombia.

ELESPECTADOR.COM. https://www.elespectador.com/economia/las-preocupantes-

cifras-laborales-de-las-mujeres-en-colombia-article/

El Espectador. (2021). Protocolo de prevención y atención de violencias basadas en género.

Espinar-Ruiz, E., & Mateo-Perez, M. A. (2007). Violencia de género: reflexiones conceptuales,

derivaciones prácticas.
92

FECOLPER. (2020, agosto). Escudo de plumas: informe 20 años del programa de protección a

periodistas en Colombia. https://fecolper.com.co/wp-content/uploads/2020/08/Escudo-

de-plumas.pdf

FLIP. (2017). Estado depredador: informe sobre el estado de la libertad de prensa en Colombia

2017. https://flip.org.co/images/Documentos/Informe-FLIP-2017-Estado-Depredador.pdf

Franquet, R., Luzón Fernández, V., & Ramajo, N. (2006). Mujer y medios de comunicación on-

line. Un análisis de género.

Fundación Mujeres. (2021). Fórmulas para la igualdad.

http://www.fundacionmujeres.es/maletincoeducacion/pdf/CUAD5horiz.pdf

García Quesada, S. (2020). Brecha de género en el periodismo. El papel de la mujer en los

medios de comunicación: discriminación en la inserción.

García, A. J. Y. (2014). La violencia contra las mujeres: conceptos y causas. Barataria. Revista

Castellano-Manchega de Ciencias Sociales, (18), 147-159.

Gonem, F. R. (2013). Percepciones sobre desigualdades de género en el trabajo periodístico.

Global Media Journal, 10(20), 54-73.

Hace 30 años fue asesinada la periodista Diana Turbay. (2021, 25 enero). El Tiempo.

https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/diana-turbay-30-anos-de-su-asesinato-pablo-

escobar-562555

Informe anual de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, 2011: Informe anual de la

Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 201l, vol.2 / Catalina Botero Marino,

Relatora Especial para la Libertad de Expresión

Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias

acerca de la violencia en línea contra las mujeres y las niñas desde la perspectiva de los
93

derechos humanos.» Consejo de derechos humanos, 2018

https://undocs.org/pdf?symbol=es/A/HRC/38/47.

M, A. (2014b). Protocolo para la protección y atención de Mujeres Periodistas en Veracruz (1.a

ed.). http://ceapp.org.mx/nor/44.pdf

Ministerio de Justicia. (s. f.). Violencia de Género.

https://sej.minjusticia.gov.co/ViolenciaGenero/Paginas/Contexto.aspx

mujeres periodistas sobre su trabajo. La variable género en la cultura profesional”ri. Revista

Observatorio de la Democracia. (2020, noviembre). VIOLENCIA DE GÉNERO EN CONTRA

DE LAS MUJERES PERIODISTAS EN COLOMBIA (N.o 1).

https://obsdemocracia.org/uploads/related_file/Informe_NEHDC.pdf

Pérez, M. M. (2008, 11 julio). Violencia contra la mujer: Comentarios en torno a la ley general

de acceso a la mujer a una vida libre de violencia. SCIELO.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0041-

86332008000200017#N23

R de-Miguel-Pascual, S Parratt-Fernández, R Berganza (2019): “Las percepciones de las

Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género, Fundación Karisma, Ocampo, F.,

Hernández, A., & Torrente, G. (2021, marzo). Periodistas sin acoso: Violencias

machistas contra periodistas y comunicadoras.

http://www.redperiodistasgenero.org/pdf/Informe.pdf

Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, Comisión Interamericana de Derechos

Humanos, & Lanza, E. (2018, octubre). Mujeres periodistas y libertad de expresión (N.o

1). http://www.oas.org/es/cidh/expresion/docs/informes/MujeresPeriodistas.pdf
94

Reporteros sin Fronteras. (s. f.). Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020. RSF.

https://rsf.org/es/datos-clasificacion?sort=asc&order=Clasificaci%C3%B3n

Semana. (s. f.). Visualización de periodistas asesinados.

https://especiales.semana.com/periodistas-asesinados/ . Semana

Ufarte Ruiz, M. J. (2012). Las mujeres periodistas en los puestos de dirección: el techo de cristal

en la prensa escrita. In Libro de Actas del I Congreso Internacional de Comunicación y

Género.(pp. 678-689). Sevilla: Facultad de Comunicación. Universidad de Sevilla.

UNESCO. Tendencias mundiales en libertad de expresión y desarrollo de los medios: 2017-

2018, Informe mundial [World Trends in Freedom of Expression and Media

Development: 2017/2018 Global Report]. 2018. Pág. 153 y 154.

United Nations. Office of the High Commissioner for Human Rights, Naciones Unidas. Oficina

del Alto Comisionado de los Derechos Humanos, & United Nations. Office of the High

Commissioner for Human Rights. (2014). Los derechos de la mujer son derechos

humanos. Naciones Unidas.

Velázquez, M. & Reuters. (2019, 22 agosto). Detectan fallas en mecanismo de protección de

periodistas. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/politica/Detectan-fallas-

en-mecanismo-de-proteccion-de-periodistas-20190822-0014.html
95

También podría gustarte