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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


U.E Colegio San Pedro
Barquisimeto——Lara

LOS SENTIDOS DEL TACTO, VISTA, OIDO,


OLFATO Y GUSTO EN LAS PLANTAS

Alumno: Kelby Feng


David Lin
Pedro Hernández
Diego Moreno
Sami Senih
Zilin Wu
Año: 4 Sección: A
to

Prof. Anya Calle


RESUMEN

En esta investigación estamos tratando un tema sobre Vista, oído, gusto, olfato y
tacto. Nuestros cinco sentidos corporales —en realidad tenemos más— residen en
órganos especializados para recibir estímulos, cuya información se transmite al cerebro
para tomar decisiones. Muchos animales nos superan en agudeza sensorial, pero si algo
tenemos claro es que esto nos diferencia de las plantas, que ni sienten ni padecen;
“como un vegetal”, decimos cuando una persona no responde a los estímulos. Pero ¿es
así? Lo cierto es que las plantas no son en absoluto insensibles a su entorno: sin ojos,
oídos, lengua, nariz o cerebro, sin embargo, ven, oyen, gustan, huelen y mucho más; y
como nosotros, toman decisiones en función de ello. El repertorio de los sentidos de las
plantas es un campo científico en plena expansión, aunque sus orígenes son antiguos.
Como ocurre a menudo en la biología, para encontrar las raíces de la percepción
vegetal debemos remontarnos a Charles Darwin. Ya en su ancianidad el naturalista
publicó en 1880 el que sería uno de sus últimos libros, The Power of Movement in
Plants, en colaboración con su hijo Francis, botánico. Expandiendo un trabajo previo
sobre las plantas trepadoras, ambos experimentaron con el tropismo —la atracción de
las plantas hacia los estímulos— y la nutación —el crecimiento diferenciado en sus
distintas partes que las mueve hacia ellos
INTRODUCCION

Los vegetales o plantas, de los que se conocen ms de un mill6n de especies, fueron


los primeros seres vivos que aparecieron en la tierra.
Son los productores del oxígeno indispensable para la vida animal y de la creación
primaria de alimentos que sirven como base de la cadena de consumidores animales.
Las plantas adoptan infinidad de formas y tamaños y habitan en cualquiera de las
condiciones posibles de vida en la tierra.
Todos ellos tienen unas características que los distinguen de los animales:
Los vegetales sintetizan su propio alimento mediante la fotosíntesis. Los animales
se nutren de alimentos ya elaborados por las plantas y otros animales.
Los animales y los vegetales se complementan. Si se encierra una planta muere por
faltade di6xido de carbono. Igualmente le sucede a un animal por falta de oxígeno. Si
ambos se encierran juntos sobreviven. La planta aprovecha el di6xido de carbono del
animal y Este el oxígeno desprendido por la planta
Los vegetales normalmente están fijos en el suelo. Los animales tienen la facultad
de moverse y trasladarse de un lugar a otro
Los vegetales responden muy lentamente a los cambios de ambiente. Los animales
reaccionan rápidamente a cualquier estimulo.
Los vegetales crecen en grosor y longitud durante toda su vida. Los animales, una
vez alcanzada la madurez detiene su crecimiento.
Las células vegetales tienen tabiques o membranas de celulosa que les dan soporte
y rigidez.
Las células animales tienen membranas delgadas y flexibles.
Pero tanto los vegetales como los animales realizan las mismas funciones vitales:
nacen, se reproducen, respiran.
CAPITULO I

El PROBLEMA

Planteamiento del Problema

Durante siglos se ha considerado como algo no muy diferentes de las rocas o los
muebles: una parte más del paisaje, o simples elementos decorativos que pisamos y
arrancamos a placer, dados que nunca los oímos quejarse. Salvo por su crecimiento más
o menos lento por sus ciclos estacionales, la planta parece inmóviles, ignorantes de
cuanto ocurre a su alrededor.

Pero mientras la población apenas le prestamos atención, las plantas están haciendo
cosas sorprendentes. Por ejemplo, guiar sus raíces hacia las fuentes de agua escuchando
las vibraciones de las tuberías, según revela un estudio publicado en abril de 2017 en la
revista Oecologia y dirigido por la Ecóloga evolutiva Mónica Gagliano, de la
Universidad de Australia Occidental.

Las plantas dormilonas pertenecen a una gran familia de plantas llamadas


Leguminosas (Fabáceas). Esta familia puede reconocerse fácilmente porque su semilla
crece dentro de vainas (como los frijoles), y porque sus hojas son compuestas, es decir
que cada una de ellas está formada por muchas hojitas diminutas.

Las plantas dormilonas son, tal vez, la parte más divertida de la familia de las
leguminosas. Bastante similares a sus hermanas en apariencia, tienen la particularidad
de cerrar sus hojas ante ciertos estímulos como el roce o el ruido fuerte. De ahí su
nombre científico: MIMOSA PUDICA, y sus muchos nombres comunes; Vergonzosa,
Moriviví, Adormidera y Dormilona por mencionar solo algunos.

Aunque los científico no está muy seguros de la razón por la que esta planta
desarrolló el mecanismo de pegar sus hojas, todo parece indicar que lo hizo para
protegerse de sus depredadores, pues su movimiento rápido podría asustar algunos
insectos y su apariencia con las hojas cerradas, más parecida a la de una planta
marchita, ser menos provocativo para estos, también se cree que al plegarse e defiende
del viento o evita la deshidratación de sus hoja en hora de mucho sol tal como lo hacen
otras especies de plantas.
Lo que, si sabemos con seguridad, es que, además de plegarse ante ciertos
estímulos, las plantas dormilonas cierran sus hojas cuando cae la noche. Tal como
algunos animales buscan sus refugios y los humanos nos encogemos dentro de nuestras
cobijas para dormir.

Las Mimosa Púdica, originaria de Centroamérica y Suramérica, también ocasiona


problemas, pues, por su facilidad para crecer y reproducirse en todos los terrenos, ha
llegado a muchos lugares del planeta causando el desplazamiento de plantas nativas.
Además, esta planta tiene una sustancia toxica llamada Mimosina, que detiene el
crecimiento de los animales al consumirla en exceso, y en los humanos, si no hay un
control en su uso medicinal causa la perdida de cabello.

Según muestran Gagliano y sus colaboradores, las plantas del guisante son capaces
de localizar el agua a distancia en ausencia de humedad gracia a esa especie de sentido
del oído en versión vegetal.

Los sentidos son extremadamente importantes en las plantas, pues le permiten


sobrevivir a las condiciones cambiantes del medio ambiente donde viven y les ayuda a
estar comunicadas con sus semejantes, algo fundamental para la supervivencia.

Por lo tanto: ¿Cuáles son los mecanismos y organismos que tienen las plantas
para poder tener o simular los sentidos del tacto, vista, oído, olfato, y gusto?
Objetivo de la investigación

Objetivo general
 Determinar si las plantas poseen los sentidos tacto, vista, oído, olfato y gusto.

Objetivo especifico
 Mediante procesos de investigación y pruebas científicas probaremos si las plantas
poseen el sentido del tacto, vista, oído, olfato y gusto.

Justificación de la Investigación
Los sentidos son extremadamente importantes en las plantas, pues le permiten
sobrevivir a las condiciones cambiantes del medio ambiente donde viven y les ayuda a
estar comunicadas con sus semejantes algo fundamental para su supervivencia. Ahora,
para los seres humanos el saber si las plantas poseen los 5 sentidos tiene una gran
importancia en la humanidad ya que por medio de esta información tendríamos mas
conciencia en el abuso que normalmente la sociedad ejerce sobre el reino vegetal,
creando una armonía entre reino animal (al cual los humanos pertenecemos) y el vegetal

CAPITULO II

MARCO REFERENCIAL
Antecedentes de la Investigación

El objetivo de este capítulo es proporcionar información relevante para el trabajo


sobre investigaciones sensoriales de plantas, y para ello, tras revisar y analizar la
bibliografía del tema objeto de estudio, se revisan a continuación algunas referencias y
estudios realizados, con el fin de formar un contexto holístico, lógico y coherente que
permita establecer los objetivos de este estudio.

En contexto internacional,el repertorio de los sentidos de las plantas es un campo


científico en plena expansión, aunque sus orígenes son antiguos.
Como ocurre a menudo en la biología, para encontrar las raíces de la percepción vegetal
debemos remontarnos a Charles Darwin. Ya en su ancianidad el naturalista publicó en
1880 el que sería uno de sus últimos libros, The Power of Movement in Plants, en
colaboración con su hijo Francis, botánico. Expandiendo un trabajo previo sobre las
plantas trepadoras, ambos experimentaron con el tropismo —la atracción de las plantas
hacia los estímulos— y la nutación —el crecimiento diferenciado en sus distintas partes
que las mueve hacia ellos—.
Ellos resaltaron la similitud con los animales en la sensibilidad de las plantas a la luz, el
tacto y la gravedad. Como nosotros, las plantas duermen: la nictinastia es su sueño,
durante el cual adoptan posiciones distintas a las del día. En una carta a su amigo el
botánico Joseph Hooker, Darwin lamentaba que durante sus experimentos habían
“matado o malherido a multitud de plantas”. Los Darwin llegaban incluso a sugerir que
la radícula, la raíz embrionaria que emerge de la semilla, actuaba “como el cerebro de
uno de los animales inferiores”, “recibiendo impresiones de los órganos sensoriales y
dirigiendo los diversos movimientos”.

Del mismo modo, en 1867 el botánico italiano Federico Delpino defendió el uso de
los mismos términos que se emplean para los animales, aplicados a las capacidades
análogas en las plantas, incluyendo un discutible “instinto”, ya que implicaba
sensibilidad y respuesta bajo esa aparente inmovilidad.

La sensibilidad y la respuesta son innegables, tal como han revelado multitud de


investigaciones desde los tiempos de aquellos pioneros hasta hoy.
El biólogo vegetal Simcha Lev-Yadun, de la Universidad de Haifa (Israel), enumera
para OpenMind los sentidos que solemos creer exclusivos de los animales pero que
también existen en los vegetales: las plantas ven, oyen, huelen y gustan, y por supuesto
responden al tacto.
La visión de las plantas es rudimentaria; no tienen ojos ni pueden enfocar imágenes,
pero detectan la luz gracias a pigmentos en sus células que reaccionan a ciertas
longitudes de onda, o colores. Los pigmentos llamados fitocromos son sensibles a la
radiación infrarroja, más allá de la luz visible para nosotros. Esta radiación se emite
como resultado de la fotosíntesis, por lo que las plantas pueden ver la luz que emiten
otras. “De este modo, detectan a sus vecinas y deciden sobre el crecimiento,
arquitectura, defensa, reproducción”, detalla Lev-Yadun.

Como cualquier ser vivo, las plantas tienen movimiento. Pero esto no significa que
caminan, cambian de lugar o se trasladan; significa que se mueven. Las plantas se
mueven y crecen en respuesta a estímulos, como ser la luz, el calor, la gravedad, etc.

Los antecedentes anteriores constituyen una aportación al presente estudio porque


demuestran que, aunque las plantas son organismos sedentarios, casi todos sus órganos
se mueven por el espacio. Y se basa en datos procedentes de estudios sobre genética y
otros campos, así como en análisis del tacto, el oído, el olfato y la vista para demostrar
que las plantas pueden percibir su entorno. Por tanto, sus investigaciones también están
estrechamente relacionadas con el presente trabajo, y ambas persiguen el mismo
objetivo, a saber, la observación de los sentidos de las plantas.

Bases Teóricas

Es necesario profundizar los contenidos que se involucran en la investigación, para


ampliar conocimientos acerca del mismo y de esta manera sustentar teóricamente el
estudio planteado a través de definiciones que le den importancia a la investigación.

 El poder del movimiento en las plantas es un libro de Charles Darwin (1880) sobre
el fototropismo y otros tipos de movimiento en las plantas. Este libro continúa su
trabajo en la producción de pruebas para su teoría de la selección natural. Fue
coautor de este estudio con su hijo Francis Darwin (que se especializó en botánica)
y su devoto, George Romanes, quien ayudó a editar el trabajo. "Mi manuscrito se
relaciona con los movimientos de las plantas, y creo que he logrado mostrar que
todas las grandes clases de movimientos más importantes se deben a la
modificación de un tipo de movimiento común a todas las partes de todas las
plantas desde su primera juventud...”

El trabajo se ocupa de cómo las plantas responden a los estímulos externos y


examina estos procesos en plantas individuales para comprender algunos principios
generales que rigen su crecimiento y vida. Esto continúa el trabajo de Darwin de
dilucidar cómo funciona la selección natural y, específicamente, cómo las plantas se
han adaptado a diferentes entornos, al mismo tiempo que responde a algunas
objeciones de su época de que la evolución no podía explicar los cambios en las
respuestas de comportamiento. En sus conclusiones, Darwin presenta las
características clave de las plantas desde una perspectiva evolutiva, lo que indica
que la modificación gradual de estos procesos en respuesta a fuerzas selectivas
naturales como la luz y el agua podría permitir una gran capacidad de adaptación.

El proceso que crea el movimiento circular o elíptico del tallo y las puntas de las
plantas (circuntuación) se identificó como importante para permitir que las plantas
evolucionen y se adapten a casi cualquier entorno del planeta. Darwin también
llamó la atención sobre las similitudes entre los animales y las plantas, por ejemplo,
la sensibilidad al tacto (tigmotropismo), la sensibilidad a la luz (fototropismo) y la
gravedad (geotropismo). Darwin usó varios métodos de investigación:
generalmente organizaba experimentos controlados rigurosos que se explican
claramente en el texto, informaba los resultados y luego sacaba conclusiones
generales. Los estudios de nictinastia fueron particularmente onerosos, tanto para el
resto de Darwin como para las plantas:

"Creo que hemos probado que el sueño de las plantas es para disminuir el daño a las
hojas por la radiación. Esto me ha interesado mucho y nos ha costado mucho
trabajo, ya que ha sido un problema desde la época de Linneo. Pero hemos mató o
hirió gravemente a una multitud de plantas".

 En una lectura de 2012 (What a Plant Knows), Daniel Chamovitz analiza los
sistemas sensoriales de las plantas y, utilizando un uso juicioso de símiles con
alusiones antropomórficas, muestra cómo todos los sentidos humanos importantes
(sabor) excepto) y explica su significado para los humanos y su función. En plantas
el mundo vegetal no tiene nariz ni ojos, pero tiene órganos y respuestas que imitan
nuestra fisiología. Al igual que los humanos huelen la comida, las plantas tienen
receptores químicos que se unen a compuestos gaseosos muy específicos. Los
autores describen cómo los sauces atacados por orugas liberan feromonas en el aire
a los sauces vecinos. Alertados por estos signos gaseosos (u "olores") de
infestaciones cercanas, los vecinos comienzan a producir altas concentraciones de
químicos tóxicos que hacen que sus hojas no sean aptas para las orugas.

 Aunque las plantas son organismos sésiles, casi todos sus órganos se mueven en el
espacio y, por lo tanto, requieren sentidos específicos de las plantas para encontrar
su lugar adecuado con respecto a sus vecinos. Según el estudiode Gottlieb
Haberlandt sugieren que las plantas pueden sentir formas y colores a través de
ocelos específicos de plantas.

En 1905, Gottlieb Haberlandt elaboró el concepto de ocelos vegetales según el cual


las células epidérmicas superiores de muchas hojas tienen forma de lentes convexas
o planoconvexas capaces de llevar la convergencia de los rayos de luz a las células
subepidérmicas sensibles a la luz. Este concepto, aunque favorecido por Francis
Darwin y fuertemente apoyado por los experimentos realizados por Harold Wagner,
fue olvidado casi por completo.
Dos informes recientes están devolviendo este concepto al centro de atención de la
investigación científica. La cianobacteria procariótica Synechocystis sp. PCC 6803
mide la intensidad de la luz y los colores a través de varias fotos receptores para
controlar los movimientos impulsados por el pilus tipo IV. Las células pequeñas de
Synechocystis usan detección de luz direccional para medir sus posiciones precisas
con respecto a una fuente de luz. Las células actúan como micro lentes para orientar
sus movimientos hacia la luz.

Recientemente, dos artículos adicionales han sugerido que incluso las plantas
superiores pueden experimentar una especie de visión usando ocelos específicos de
la planta, como propuso Gottlieb Haberlandt. Se demostró que la enredadera
trepadora Boquilla trifoliolata modifica la apariencia de sus hojas de acuerdo con la
planta huésped, imitando perfectamente los colores, las formas, los tamaños, las
orientaciones y la longitud del pecíolo de las hojas.

El aspecto más fascinante del mimetismo de las hojas de B. trifoliata es que las
hojas de la vid imitan todas las diversas características morfológicas de las
diferentes formas y tamaños de las hojas de varios árboles huéspedes. Ernesto
Gianoli y Fernando Carrasco-Urra registraron hasta tres plantas hospedantes
diferentes sustentando una sola planta de B. trifoliata. Una planta de vid individual
emparejó hasta tres árboles huéspedes, mientras atravesaba sus cuerpos, con
respecto a las formas, tamaños y colores de las hojas.

Además, los Ocelos del ápice de la raíz. Las raíces no crecen en un ambiente
completamente oscuro ya que la luz puede penetrar el suelo varios milímetros, lo
que afecta el crecimiento y la arquitectura general del sistema radicular. Por lo
tanto, los ápices de la raíz están altamente especializados en la detección de luz,
expresando en arabidopsis varios fotorreceptores: la cubierta de la raíz está
especializada en la detección de luz roja, mientras que la zona de transición del
ápice de la raíz está especializada en la detección de luz azul. Sorprendentemente,
incluso los ápices de la raíz encajan muy bien en el concepto de Haberlandt

Moléculas emergentes y sensores del aparato de manchas oculares de algas y ocelos


de plantas:
La evolución de los ocelos específicos de plantas se remonta a las cianobacterias,
que ensamblan el ejemplo más pequeño y más antiguo de un ojo con forma de
cámara. Las algas eucariotas ensamblan el ojo más complejo similar a una cámara
de los dinoflagelados y el aparato de la mancha ocular de las algas verdes.
Curiosamente, la fototropina afecta tanto el tamaño de la mancha ocular como el
comportamiento fototáctico de Chlamydomonas reinhardtii. Además, el análisis
proteómico de las manchas oculares de Chlamydomonas y los plastoglóbulos de los
cloroplastos de plantas superiores.

En conclusión, surge que la visión es una antigua facultad sensorial que evolucionó
hace unos tres mil millones de años con las primeras cianobacterias. La evolución
nunca descarta las innovaciones exitosas, y la visión de las algas y las plantas
también se basa en la de los cloroplastos.

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