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iberar

la imaginació
Ensayos sobre educación,
arte y cambio social

Maxine Greene

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MDCRO"'MACRO
REFERENCIAS
5
I
Título o:iginal: &leasing t/ze Imagi11atio11. Essays on Education, tlze Arts, and Social Clzange Indice
© Maxine Greene
Ali Rights Reserved. Nota a la edición castellana, Eulalia Bosch ......................................... 7
Authorized translation from the English language edition published by John Wiley &
Sons, Inc. La autora ............................................................................................ 9

Introducción: Narrativa en construcción ........................................... 11

Primera parte: Crear posibilidades ................................................... 21


l. Buscar contextos ...................................................................... 23
2. Imaginación, avances e imprevistos ........................................ 35
Colección Micro-Macro Referencias 3. Imaginación, comunidad y escuela ........................................ 57
Serie Filosofía de la educación 4. Descubrir una pedagogía ........................................................ 75
Directora de la colección: Pilar Quera 5. La visión social y la danza de la vida ...................................... 99
6. Recordar las formas de la infancia ........................................ 117

© de la traducción: Albino Santos Segunda parte: Iluminaciones y epifanías ...................................... 137


© de esta edición: Editorial GRJ\Ó, de IRIF! S.L. 7. La incesante búsqueda de un currículo .............................. 139
C/ Fra,ncesc Tarrega, 32-34: 08027 Baréélona 8. Escribir para aprender .......................................................... 163
9. Enseñar para abrir espacios .................................................. 169
10; Arte e imaginación ................................................................ 189
l.' edición: enero 2005 11. Textos y márgenes .................................................................. 207
ISBN: 84-7827-358-1
D.L.: B-50.230-2004 Tercera parte: Comunidad en construcción .................................... 233
12. Las pasiones del pluralismo .................................................. 235
Diseño: Maria Tortajada Carenys 13. Estándares, aprendizajes comunes y diversidad .................. 255
Impresión: Imprimeix 14. Voces múltiples y realidades múltiples ................................ 279
Impreso en España
Referencias bibliográficas .............................................................. 299
Quedan rigurosamente prohibidas, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la repro-
ducción o almacenamiento total o parcial de la presente publicación, incluyendo el dise- Índice analitico ................................................................................ 317
ño de la portada, así como la transmisión de la misma por cualquiera de sus medios tanto
si es eléctrico, como químico, mecánico, óptico, de grabación o bien de fotocopia, sin la
autorización escrita de los titulares del copyright.
Segunda parte
llumi-naciones
y epifanías
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN

y la direc~ión de nuestra vida cop respecto a ese bien (1989,


p. 52). Pero.sería quizás posible empezar desde un punto dis-
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tinto: precisamente porque tenemos que determinar nuestro Enseñar para abrir espacios
lugar con relación al bien, no podemos estar sin orientarnos
hacia él y, por tanto, debemos ver nuestra vida en forma de
relato historia. Aun a riesgo de ser tachada de pretenciosa, he elegido iniciar
Taylor como muchos d~ quienes enseñamos, se interesa este capítulo con una cita de El orden del discurso, de Michel
por el problema de la agencia humana en una época de Foucault: «Realmente, hubiera querido deslizarme subrepti-
abundante impotencia y desconexión, en la que estamos atra- ciamente en esta lección inaugural. [ ... ] Hubiera preferido
pados en tecnificaciones de toda índole. Ni él ni ~ verme envuelto por la palabra y transportado más allá de
forman parte de ningún writingproject, pero su interés (como todo posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que
parte de un interés filosófico más amplio) por el lenguaje, el en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz
diálogo, la conversación, la narrativa, el relato y la búsqueda sin nombre desde hacia mucho tiempo: me habría bastado
está directamente relacionado con nuestra búsqueda de auto- entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin
creación entre los individuos en mundos de. experiencia ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera
potencialmente compartida. Aprender a escribir es una forma hecho señas, quedándose un momento interrumpida. No ha-
de apren~E_ a ha5~~~ñicos !os silenciÓs, ae ~_r_e_ar s~Il_tido, de bría habido, por tanto, inicio: el discurso :erocedería d!;_mí
~render a aprender. ~ ) ) (1972, p. 215).
Me siento tentada, como pueden ver, a circunscribirme a
lo que Foucault llamó «el orden establecido de las cosas»: de
las cosas pedagógicas y relacionadas con la educación liberal,
se entiende (1973, p. 21). Me siento impulsada a afirmar la
intemporalidad de lo que he llegado a amar todos estos años,
de lo que he decidido considerar como las fuentes mismas de
mi yo. Al dejarme transportar por la gran conversación inicia-
~ o r otros (y mantenida, ciertamente, por otros), no ten-
dría que interrumpir ni empezar nada, sino ~ e
_arrastrar por lo que los grandes ya han dicho y permanecer
parcialmente sumergida en ellos.
Pero es entonces cuando pienso en lo mucho que los ini-
cios tienen que ver con la libertad; pienso en la relación
directa que existe entre interrupción y conciencia, y pienso
en la conciencia de posibilidad, que tanto tiene que ver con el
acto de enseñar a otros seres humanos. Y pienso que si tanto.
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yo como otros profesores queremos realmente pfovocar a sistema educativo es un medio p~litn::'"'.Je mantenimientoº}
nuestros· estudiantes traspasando los límites de lo convencio- modificación de la apropiación del discurso, con todo el saber
nal y de lo asumido como normal, nosotros mismos tene- y los poderes que éste conlleva» (§§iili>l972, p. 227). .
mos que experimentar rupturas con lo establecido en nues- Cuando los profesores hemos querido creer que la edu-
tras propias vidas; tenemos que seguir despertándonos a cación ha sido un medio de facilitar a todas las personas el
nosotros mismos para empezar de nuevo. Recuerdo aquellas acceso a la clase de discurso que cada uno prefiriera, cuando
palabras de Merleau-Pon : «la elección y la acción por sí hemos querido creer que la alfabetización (entendida en un
solas nos liberan de n~marraje» ([1962] 1967, p. 456). sentido general) es un logro personal, una puerta al significa-
Y siempre tengo presente a Woolf y lo que escribió sobre do de cada persona, cuesta que nos demos cuenta de lo pra:-
cómo la capacidad de conmocionarse fue probablemente lo _!undamente envuelta que está la alfabetización en las rela-
que la convirtió en escritora. Ambos me impulsan a salir a la ciones de poder y de que debe ser entendida en el contexto de
búsqueda de mi propia historia o relato, de la ambivalencia un mundo social y con relación al mismo. Es bastante eviden-
de mi propia decisión de actuar de modo que me libere de ·te que las personas nacen en el seno de un alfabetismo defi-
mi propio amarraje y que espolee en otras personas el deseo nido culturalmente que algunas adquieren mientras se van
de liberarse conmigo a fin de que todos seamos diferentes y haciendo adultas y otras no logran captar nunca plenamente.
seamos partícipes de una dialéctica que nos permita llegar Puede que no lo capten porque sus familias son pobres y dis-
más allá de donde estamos. tantes de los esfuerzos institucionales para socializar a fas per-
Debo admitir, sin embargo, la dificultad de enfrentarse a sonas dentro de una participación productiva en la sociedad.
los controles, los principios de exclusión y negación que me Puede que no lo capten porque se hallan fuera de la corrien-
han permitido expresar unas determinadas palabras pero no te social dominante por muchos y diversos motivos, incluida
otras. Nunca me ha resultado fácil aceptar las formas en que su condición de inmigrantes o de miembros de alguna mino-
la educación (siguiendo con demasiada frecuencia las divisio- ría. A muchas de las personas alienadas o marginadas se las
nes de clase, género y raza) permite y prohíbe la expresión de hace desconfiar de sus propias voces, de sus propias formas de
las experiencias de unas personas pero no de otras diferentes. dar sentido, pero no se les ofrecen alternativas que les permi-
Pensemos en la artista de performances Karen Finley cuando tan explicar sus historias o dar forma a sus narraciones o fun-
habla del miedo a nombrar y de qué es aquello de lo que no dar nuevos aprendizajes sobre la base de lo que ya conocen.
se llega a hablar nunca; pensemos en aquellos mños que, según Las favorecidas, sin embargo, rara vez cuestionan el lenguaje
Michelle Fine, expresaban un «terror hacia las palabras» d ~ n , la eficiencia o la eficacia en el que han sido
(1987, p. 159), y en lo que Mina Shaughnessy llamaba la criadas, aun cuando puedan buscar discursos más apropiados
~ampa» colocada por el estilo acad~mic~ de esc~a a los para una cultura juvenil compartida o para ,momentos de
{ estudiantes que entraban en la Umvers1dad Mumc1pal de rebelión o de descontento adolescente. Casi nunca vemos una
¡ Nueva York (1977, p. 71). Y aun pronunciando las palabras, participación real en la conformación de ese alfabetismo. Casi
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me resulta dificil abstraerme a las implicaciones de lo que nunca vemos un cuestionamiento del contexto -del lenguaje
la mayoría de nosotros y nosotras reconocemos ya: que «todo técnico, por ejemplo- o del discurso puramente lineal o ana-
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN ENSEÑAR PARA ABRIR ESPACIOS

lítico, o del discurso que asume la existencia objetiva de lo que do claramente con nuestros propios ojos y hablando clara-
se considéra el mundo «normal». mente con nuestra propia voz como Rieux lo hace con la suya
Este capítulo trata de la enseñanza que provoca~- propia.
tas críticas sobre los múltiples modos de alfabetis:m_o, los En mi caso particular, inmersa como estuve (y como quise
lenguajes preferidos, la diversidad de lenguajes y la relación estar) durante tanto tiempo, tardé años hasta darme cuenta
de todos ellos con el contexto cultural amplio. Las alfabetiza- de que la gran tradición -lo que Harold Bloom ha llamado el
ciones y el discurso dominantes deberían ser tomadas como «canon occidental, los libros y las escuelas de los tiempos»
oportunidades de estudio y expresión con la finalidad de reve- (1994)- me obligaba a mirar con los ojos de otros y a dominar
lar más materiales en las experiencias vividas (la multiplicidad lo que en aquel momento era la forma autorizada de articular
de experiencias vividas que caracterizan a nuestra socie- el mundo. Me conmocionó descubrir que lo que había creído
dad actual). Las personas que no tienen acceso al lenguaje del que era universal y trascendía el género, la clase y la raza, era
poder, que no pueden expresarse siquiera acerca de sus vidas un coajunto de puntos de vista. Yo había considerado una
vividas, tienen pocas probabilidades de «sobrepasar las limita- especie de acto benéfico que alguien como yo pudiera ini-
ciones dentro de las que se hallan confinadas todas las pers- ciarse en una dimensión tradicional de la conversación de la
pectivas habituales, y de alcanzar un territorio más abierto» cultura, aun cuando no se tratase más que de un ínfimo arro-
(Heidegger, 1968, p. 13). Sí, alfabetizarse también consiste en yo en comparación con el río de voces sin nombre apenas per-
jrascender lo que Yª-~ado_y adentrarse en un terreno.de ceptibles de quienes no habían sido completamente acepta-
p9.§ibili~- No obstante, sólo nos sentimos impulsados a dos. Pero entonces, entre tantos placeres guardados en la
hacer algo así cuando adquirimos conciencia de las fisuras y memoria y tantos deseos que aún me atraen en mi campo,
lagunas que hallamos en lo que creemos que es la realidad. sentí directamente el reto de pensar en mi propio pensa-
Tenemos que tener la disposición y la capacidad de expresión miento y palabra, así como en los discursos en los que había
suficientes para forzarnos a nombrar lo que vemos a nuestro estado sumergida.
alrededor: el hambre, la pasividad, la falta de vivienda, los Para ello tuve que individualizar los factores determinan-
«silencios». Todas estas cuestiones pueden ser concebidas tes en mi vida, tanto las seducciones como los controles. Tuve
como deficiencias que precisan ser subsanadas. Se necesita que resistirme conscientemente a ciertas prohibiciones, devo-
imaginación para ser conscientes de ellas, para sentir que ciones, culpas, vergüenzas, miedos. Sólo a través de tal resis-
nuestros mundos vividos están faltos de algo por culpa de tencia, según pude descubrir por mí misma, podemos ampliar
ellas. Recordemos la voz del Dr. Rieux al final de La peste
de Camus, hablando de aquéllos «que, no pudiendo ser san-
tos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante,
los espacios en los que esperamos hacer nuestras propias
elecciones. Si al encontrarnos con un muro o una barrera en
nuestro camino, simplemente tomamos otro camino, no hace.-
7
-
en ser médicos» (1948, p. 278). A quienes nos consideramos
personas normales y corrientes no se nos pide un gran acto de
.,.... -·
mos más que consentir sin resistirnos. I f a ~ s
,.__
hablar de fuerzas confrontadas: por una parte, los factores que
heroísmo o de sacrificio personal. Pero tenemos la capacidad nos retienen, que actúan como obstáculos a nuestro creci-
de negarnos y de esforzarnos de ese modo y de hacerlo vien- miento, y por la otra, los factores que nos incitan a actuar·
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN

según nuestros deseos, a romper los obstáculos, a ser diferen- desde toda una diversidad de perspectivas cambiantes, inclui-
tes, a ser. Cuando no reconocemos algo que obstaculiza nues- das las creadas por mi propia conciencia personificada.
tro crecimiento como tal obstáculo, estamos muy posible- ¿Cómo puedo salir de los círculos que probablemente crearé
mente tolerando la opresión, especialmente si vivimos en yo misma? ¿Qué hago con lo que Gadamer llama mis «prejui-
circunstancias opresivas o humillantes. La alternativa podría cjs>s», (1976, p. 9)? Aparentemente, sólo con esa desazón y
ser lo que Milan Kundera (1984) describe como una «inso 0
entre todos esos interrogantes puedo hallar mi libertad, pues-
portable levedad del ser», una sensación de estar viviendo en to que las iniciativas que me veo obligada a tomar abren espa-
medio de sucesos casuales y encuentros fortuitos, sin posibili- cios en los que debo elegir y, a continuación, actuar según las
elecciones que haya hecho. Recuerdo lo que decía Martin

- -
dades claras; o, quizás, la mera sumisión ante el fatalismo,
ante lo que los personajes de Kundera llaman «Es muss sein!» Buber a propósito de la enseñanza y la importancia d e ~
(p. 193), una sensación de necesidad absoluta; o, por qué no tener vivo el dolor» (1957, p. 116), y yo misma sugiero que
(y ahí es adonde quiero llegar), una vida vivida en tensión y el dolor que él tenía en mente debe ser vivido_ t ~ r
en una especie de ardor, sin que la lucha dialéctica esté nunca parte del e_rofesor como del estudiante, al mismo tiempo que
del todo decidida. De hecho, si pudiera resolverse, no tendría- ~ han de mantener vivas las historia; de las vidas de ~ s .
mos por qué despertarnos plenamente a nuestras vidas. Es entonces (en el momento en que los seres hmnañ:oscoíñ-
Cuando reflexiono sobre mi propia historia, me doy ciden por el hecho de vivir en el tiempo) cuando, desde mi
cuenta de que nunca puedo vencer por completo el desaso- punto de vista, se producen auténticos encuentros.
siego provocado por la tensión entre mi amor puro por (por En este momento de interés por la narración y el relato
ejemplo) las obras de Flaubert, Baudelaire, Melville, Cézanne, como forma de conocimiento (Bruner, _1986, pp. 13-14),
Debussy y Stevens, y mi reconocimiento de que las suyas son tengo la esperanza de que el relato aquí revelado impulse a los
imaginerías y sonoridades masculinas que, como cualquier lectores a explotar sus propias historias, sus experiencias a la
otra categoría del habla, requieren de una diversidad de deco- hora de buscar proyectos con los que crear identidades. Parn
dificaciones e interpretaciones, y no pueden, simplemente, mí, por ejemplo, es importante traer a la memoria cóni'"'olíii
enseñarse como quien descorre reverencialmente la cortina degradada en mis micios como docente universitaria. porque ®
para enseñar algo que, en un principio, pueda parecer objeti- ~ me dec:': qU§_era <1<:masiacto «hteiarii,; p·ara hacerfüosofia.
vamente esclarecedor, como si se hallara objetivamente ahí. Aquello parecía querer decir que se me consideraba mal pre-
Fue mi asumida (pero también aprendida) capacidad de des- parada para llevar a cabo el análisis riguroso y distante de los
tapar las obras de esos artistas de ese modo la que me pro- juegos lingüísticos y los argumentos que durante mucho tiem-
porcionó la sensación de sentirme unida a ellos. Si seguía las po dominaron el mundo académico. No podía objetivar ni
reglas, pensaba, podría hacer mías sus visiones. Hoy en día, yo separar mi subjetividad de lo que estaba percibiendo. No
y muchas otras personas nos sentimos desasosegadas porque podía separar mi sentimiento, mi imaginación, mi conciencia
lr metáfora misma del descorrimiento ya no sirve, ni tampo- inquiridora del trabajo cognitivo que se me había asignado.
Sólo ahora, al tratar de comprender los contextos de las preo-
co la idea de una visión preexistente. Ahora me veo obligada
a hacer esas obras significativas para mí prestándoles atención cupaciones dominantes y las conexiones de éstas con la.s
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cuestiones de género, al tratar de poner nombre a la relación vista desde ningún lugar» (Putnam, 1985, p. 27). Siempre me
entre las normas académicas y las demandas de una sociedad gustó sentirme como uno de los prisioneros de Platón libera-
tecnológica avanzada, al tratar de captar el significado real de do de la caverna y alzado ante la luz cegadora de la razón
la racionalidad instrumental en un universo de niños y incorpórea. Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que
madres desesperadas que sufren, y de miles de pobres enfer- me gustaba incluso la idea de lo objetivamente universal, de lo
mos, puedo empezar a aislar lo que me impidió analizar las incontestablemente Verdadero.
cosas como se esperaba de mí. Ahora que puedo verlo con cier- Tardé algún tiempo en darme cuenta de que el Gran
ta perspectiva, y al reflexionar sobre un mejor estado de cosas, Padre Blanco y las verdades eternas eran unos constructos
puedo tratar de alcanzar mi libertad en un ámbito expandido. humanos como podía serlo el Dios indiferente que se cortaba
Espero que en él pueda actuar como profesora y como profe- - las uñas en el Retrato del artista adolescente de Joyce. Pero
sional para transformar lo que es inhumano 1 e aliena a aquella pérdida no me dejó inactiva. Pienso en el «desampa-
las personas de sí mismas. ro» del que tanto escribió Jean-Paul Sartre para describir lo
Pero aun sumida en la interrogación (en lo que Buber que significaba estar solo sin ninguna excusa (1947). Ese
llamó el dolor), es probable que sienta la atracción de mi anti- conocimiento se acompaña de una especie de añoranza,
gua búsqueda de certeza. De vez en ct!ando, rne doy cuenta incluso cuando el individuo es consciente de que no está lite-
de que ansío aquellas leyes, normas y formulaciones, por ralmente solo, sino atrapado en una intersubjetividad. Por eso
mucho que sepa cuántas de ellas fueron construidas en inte- tantas personas (incluidos nuestros estudiantes) siguen recu-
rés de quienes ocupan el poder. No sólo me atraían porque rriendo con avidez a lo estable, lo monolítico y lo monológi-
me proporcionaban barreras contra el relativismo, sinq tam- co. Todos y todas queremos un punto de apoyo ahora que
bién por mi propia marginalidad: ansiaba que se me aceptara las jerarquías se derrumban y el mundo es visto cada vez
en el gran mundo de las bibliotecas chapadas de paneles de más como algo «continuamente cambiante, irreductiblemente
madera, de los intelectuales autorizados y de los cafés urbanos diverso y múltiplemente confi~rable» (Smith, 1988, p. 183).
sofisticados. Mi respuesta a las críticas recibidas anteriormen- El debate sobre el papel apropiado (e incluso sobre el dere-
te fue la de apartarme de lo local y lo particular que había cho a la existencia) del Nacional Endowment for the Arts
en mi vida para perseguir una encarnación de valores que (Fondo Nacional para las Artes) es una prueba de ello,
prometiera trascender géneros, clases y razas. Y, de hecho, hay como también lo es la actitud defensiva que vemos con
personas que continúan recordándonos a menudo aún hoy en respecto al canon tradicional en las humanidades o la resis-
día cómo, en su opinión, la mejor manera de superar el inte- tencia a los currículos «de la diferencia».
rés particular y el provincianismo es a través del dominio de He necesitado de muchos choques o conmociones de
un «alfabetismo cultural» monológico, justificado por una conciencia para darme cuenta de mi existencia dentro de una
noción casi trascendente de la «comunidad nacional» tradición (o «conversación») que actúa como una especie de
(Hirsch, 1987, p. 137). Pero aun rechazando esa idea por toda recipiente contenedor. Merleau-Ponty, previniéndonos contra
~na serie de razones, puedo aún sentir la atracción que ejer- esa existencia constreñida, nos recuerda la importancia de
ce sobre mí la idea de que exista una especie de «punto de mantener nuestras ideas abiertas al ámbito de la naturaleza y
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la cultura que deben expresar: «La idea de ir directos a la mente en función del número de perspectivas diferentes
esencia de las cosas resulta incoherente si se piensa detenida- desde las que puede ser vista y comprendida» (1984, p. 490).
mente. Lo que nos viene dado es una ruta, una experiencia Existen importantes puntos de conexión entre este enfoque y
que se clarifica y se rectifica gradualmente, y que procede el tratamiento de la interpretación que realiza Robert Scholes
mediante el diálogo consigo misma y con otras. [... ] Lo gue en sus Protocolos de lectura cuando describe la importancia
nos salva es la posibilidad de un nuevo acontecimiento» (1964, de los protocolos y de la idea (tomada de El placer del texto de
p. 21). El diálogo puede ser generado y enriquecido mediante Barthes [1975] y similar a la de Freire) de «rescribir los textos
los escritos que algunos de nosotros intentamos confeccionar, que leemos en los textos de nuestras vidas, [ ... ] y de rescribir
mediante los diarios y publicaciones que mantenemos junto a nuestras vidas a la luz de esos textos» (1989, p. 155).
otras personas. Buscar palabras y romper (viendo y diciendo) A continuación, ofrezco algunos ejemplos (no los únicos,
con la inmersión me ayuda incluso en la actualidad. ciertamente) de cómo el beber de diversas perspectivas mien-
Obviamente y dado que trabajo en una relación dialógica con tras leía me permitió (y continúa permitiéndome) leer mi
mis estudiantes, quiero comunicarles lo que esto puede signi- mundo de una forma distinta. Si podemos enseñar a nuestros
ficar, pero, al mismo tiempo, quiero que sus perspectivas tam- estudiantes a expresar articuladamente lo que puede descu-
bién estén disponibles para que tanto yo como ellos podamos brirse de ese modo y a integrarlo como parte del diálogo en el
ver desde múltiples ángulos de observación y podamos dar aula, puede que, llegado el momento, esta aproximación a la lec-
sentido a las cosas desde vertientes distintas. Quiero que tra- tura nos lleve a preguntarnos si no podemos ir más allá de la
bajemos juntos para destapar lo oculto, contextualizar lo gµe lectura del mundo y, como dice Freire, «transformarlo por medio
nos
...__sucede, transmitir la dialéctica que nos conserva la inquie-
. del trabajo práctico y consciente» (Freire, 1987, p. 35). Pero, en
tud a flor de piel y que puede que incluso nos mantenga vivos. primer lugar, debemos hallar formas de ser dialógicos con rela-
Por ese motivo, tengo que seguir evocando las experien- ción a los textos que leemos juntos: reflexionar y abrirnos a los
cias que me dieron momentos de ser y las que me enterraron demás con respecto a los textos de nuestras vidas vividas.
en algodones, con la esperanza de que provoque en otras per- En el capítulo 7 he citado parte del poema «At the
sonas la expresión o formulación de algunas de sus historias Fishhouses» de Elizabeth Bishop, en el que la autora refiere
de modos similares. He de comunicar lo que significa tratar una experiencia de su infancia con un anciano que reparaba
como «abiertos» (en el sentido que le da Umberto Eco al tér- redes de pesca en un embarcadero, rodeado de abetos por el
mino) los textos que nuestros estudiantes y nosotros leemos. costado de tierra firme, y de cuyas frías y oscuras aguas asoma-
S~n escribe Eco, el lector o la lectora, en presencia de una ban de vez en cuando las focas. Ella habla en concreto de la osci-
obra abierta, aporta sus propias referencias existencial~n lación indiferente y gélida del agua por encima de las piedras y
condicionamiento particular suyo, una cultura definida, una de cómo su inicial sabor «amargo» es como el conocimiento:
«serie de gustos, inclinaciones personales y prejuicios»~1fo
. resumidas cuentas, ~perspectiva propia del lector (o lect2!:_.a) extraído de la fria y dura boca
I afecta y modifica la comprensión de la obra. Además, «la del mundo, obtenido constantemente de esos senos rocosos,
forma de la obra de arte adquiere su validez estética precisa- que tanto mana como se extrae y que, dado que
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nuestro conocimiento es histórico, fluye y rebosa. El estilo interrogativo, la dolorosa particularidad, la sensación
( [1955] 1983, pp. 65-66) de caerse al espacio: todos estos elementos introducen un án-
gulo de observación que subvierte lo sistemático, lo completo.
La idea misma de que exista un flujo y una historia del cono- De pronto, al menos en mi caso y en el de aquéllos y aquéllas
cimiento es, para mí, un reto y una critica, fuera cual fuera la de quienes aprendo, este poema acentúa nuestra conciencia de
intención de Elizabeth Bishop, ya que aquí se cuestionan no la dialéctica existente. Sintiéndonos en una especie de borde,
sólo los sistemas de conocimiento, sino hasta las partículas dis- tratamos de labrarnos un espacio en el que podamos romper
cretas y formalizadas del saber, puesto que se trata de conoci- los silencios peculiares y elegir.
miento no cimentado en ningún lugar concreto y se sirve En su novela Cassandra, Christa Wolf crea una narradora
simplemente de excusa a sí mismo para existir. Todo esto su- que nos dice que los excluidos siempre se reconocen y se
puso una auténtica conmoción para mí en mi primera y mi se- comprenden mutuamente (1984). Esta idea me hace refle-
gunda lecturas, una ruptura de algunos de los recipientes xionar en torno a cómo es posible que mi propio conoci-
estancos en los que había vivido y en los que creía que quena miento del silencio y la incertidumbre que sentí al buscar mi
vivir. Y cuando los estudiantes empezaron a verter sus propias propia voz me ayudaran a empezar a comprender cómo es el
inclinaciones, prejuicios y recuerdos (especialmente como mundo para las personas que pertenecen a las minorias: los
reacción al sabor amargo, la claridad salina y la emanación jóvenes negros y las jóvenes negras, los hispanos y las hispanas
sorprendente, como de una fuente de piedra), yo noté una llegados recientemente, etc. El narrador de Ralph Ellison en
especie de texto común que surgía entre nosotros y me di El hombre invisible habla de la importancia de reconocer a
cuenta de que empezábamos a leer y releer (e incluso a res- otras personas (en lugar de hacerlas invisibles) y yo entiendo
cribir) en toda nuestra diversidad. que sólo puedo reconocer a una persona como el narrador (o
Algo parecido ocurrió cuando leí el poema «En la sala de a otras con las que me encuentro) en contraste con el tras-
espera» de Bishop (citado también anteriormente), en el que fondo de mi propia situación vivida. Necesito tratar de ver al
una Elizabeth niña, a punto de cumplir siete años, tiene, al mismo tiempo a través de sus ojos y de los míos (siempre que
mirar a las personas adultas repartidas por los asientos de la sean individuos dispuestos a participar en un diálogo y a ofre-
sala de espera de un dentista, «la sensación de estar cayéndo- cer pistas). Pienso, por ejemplo, en la indicación que aparece
me / de aquel mundo que gira» y piensa: en El hombre invisible cuando el narrador inicia y pone fin a
su relato «oculto» (tratando las Memorias del subsuelo de
[. .. ] tú eres un yo, Dostoyevski como un texto abierto). Al alcanzar las páginas
tú eres una Elizabeth, finales, leo: «Cuando me escondí, me lo llevé todo conmigo
tú eres una de ellos. excepto la mente, la mente. Y la mente que ha concebido un
¿ Y por qué tenías que serlo? plan de vida nunca debe perder de vista el caos contra el que
Apenas me atreví a mirar ese plan fue concebido. Eso sirve tanto para las sociedades
qué era lo qufJ yo era. como para los individuos. Así, pues, tras haber intentado
([1975] 1983, p. 159) hallar pautas en el caos que habita dentro de la pauta de nues-
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN ENSEÑAR PARA ABRIR ESPACIOS

1 viene marcado por los ojos azules y aunque su punto de vista


tras ce~tezas, debo salir al exterior, debo emerger» (Ellison,
11 1952, p. 502). El texto de Ellison no sólo hace que nos plan- resulte ajeno al de la particularidad de muchos lectores, no
11 teemos preguntas que pueden afectar a los propios ojos inte- deja de tener la capacidad de impulsarnos a rescribir partes de
! los textos del mundo.
riores de los lectores (los que hacen que las personas sean
reconocibles o invisibles), sino que nos permite descubrir El ángulo de observación desde el que contemplamos en
(puede que incómodamente) una nueva intertextualidad que la novela a la pobre Pecola, a quien nadie quiere, es el de un
nos deja, en cierto modo, rescribir las Memorias del subsuelo niño y una niña que sí son queridos y que, en palabras de esta
(o «El intelectual americano» de Emerson o Las aventuras última, Claudia (que actúa de narradora), defienden su con-
de Huckleberry Finn de Mark Twain) dentro de los textos de ducta juvenil considerando «siempre todo discurso como un
nuestras vidas. código que hemos de romper y todo gesto como susceptible
¿De qué otro modo me ha hecho descubrir nuevas pers- de un detenido análisis» (p. 149). Son orgullosos y arrogan-
pectivas la lectura? Las obras de Toni Morrison suministran tes porque tienen que serlo; a diferencia de Pecola, ellos
asombrosas conmociones que nos pueden permitir desarro- sobreviven: «Intentamos verla sin mirarla y nunca jamás nos
llar otras formas de reconocimiento sobre el trasfondo de acercamos a ella. Y no porque fuera absurda o repulsiva, ni
nuestras propias vidas vividas. Recordemos, por ejemplo, la porque estuviéramos asustados, sino porque le habíamos
historia de Pecola Breedlove en Ojos azules (1970): ella misma fallado. Nuestras flores nunca crecieron». Con el paso de
es destruida por dos de las narrativas dominantes de la cultu- los años, mientras Pecola se las arregla como puede entre
ra mayoritaria, como son los manuales de lectura de Dick llantas de ruedas y plantas de algodoncillo, «entre los des-
and Jane y la mitificación de la imagen de Shirley Temple y perdicios y la belleza del mundo que ella misma era», los
de sus ojos azules. Pecola es una niña negra a quien su madre narradores pasan por un proceso de curación personal tras
no quiere, que no recibe el apoyo de su comunidad, que está sincerarse con respecto a Pecola: «Su simplicidad nos ador-
totalmente convencida de que es muy fea y que desea, por naba, su sentimiento de culpa nos santificaba, su dolor nos
encima de todo, parecerse a Shirley Temple y tener unos ojos hacía resplandecer de salud, su torpeza nos hacía creer que
de color azul intenso. Si sus ojos fueran diferentes, piensa, ella teníamos sentido del humor... hasta sus sueños utilizábamos
sería diferente y puede que sus padres dejasen de hacer cosas para silenciar nuestras propias pesadillas» (p. 159). En la
malas en presencia de aquellos ojos tan bonitos. Pecola acaba Sula de la propia Morrison se describen sentimientos no muy
destrozada y cae en el abismo de la locura, y nosotros nos diferentes de los anteriores. La amiga de Sula, Nel, cree que
damos cuenta de que la insistencia en la existencia de una el hecho de que Sula vuelva a casa es como recuperar un ojo
única historia dominante, de una única clase de realidad porque, para Nel, «hablar con Sula siempre había sido como
humana reputada, puede resultar fatal para muchas personas: tener una conversación consigo misma. [ ... ] Sula nunca com-
para quienes padecen alguna de las muchas discapacidades petía; simplemente ayudaba a que otras personas se definie-
posibles, para quienes tienen problemas visuales o auditivos y, ran a sí mismas» (1975, p. 82).
obviamente, para las niñas pequeñas maltratadas como ¿Es posible que, en nuestro esfuerzo por definirnos a no-
Pecola. Para Pecola, el estándar de la realidad humana sotros mismos, incorporemos realmente a personas extrañas
184 185
LIBERAR LA IMAGINACIÓN ENSEÑAR PARA ABRIR ESPACIOS

como Sula a la dialéctica de elegir quiénes somos? Me gusta- hizo el imperialismo con respecto a los pueblos colonizados.
ría qué halláramos el modo de que todos podamos descubrir En su peor versión, llegó a negar los valores de todos los
juntos con la diversidad de nuestros respectivos orígenes demás y a imponerse como criterio absoluto». Fox-Genovese
como trasfondo, de que todos podamos escribir junt~, de también señala que todo canon, es decir, «el poder para
que todos podamos inspirarnos en las realidades existenciales hablar por el colectivo, es el resultado de relaciones y luchas
de los demás eara crear el espacio intermedio del que habla- sociales y de género, y no de la naturaleza. Quienes confor-

--
baArendt (1958, p. 182). «Toda persona ha de ganarse su pro-
pia liberación», escribe Catherine Stimpson (1989, p. 35), ya
lo sé, pero yo quiero ir más lejos con ella y con quienes me
maron nuestra tradición de elite colectiva fueron los vence-
dores de la historia» (1986, pp. 140-141). Cada vez que leo
esas líneas me siento sumergida de nuevo en las contradiccio-
rodean, hacia terrenos abiertos, hacia comunidades donde nes de mi vida y vuelvo a tener presentes los significados dife-
nuestros compromisos puedan ser amplios y profundos al renciales de la alfabetización. Concebida como el aprendizaje
mismo tiempo. de un conjunto de técnicas, la alfabetización ha tendido a
Obviamente, por muy receptivos que tratemos de ser, silenciar a las personas y a despojarlas de poder. Nuestro
sólo podemos comprender ~ conocer a través del juego de deber en la actualidad es hallar vías que permitan que los jóve-
~ s ~ s t o s , ~uicio§,._~u_erdos y, quizás, nes encuentren sus voces, abran sus espacios, rescaten sus his-
~ a Sethe de Beloved, de Toni Morrison, llama nues- torias en toda su variedad y discontinuidad. Merecen una
tra «rememoria» (1987, p. 191). No existen la información o especial atención quienes ocupan los márgenes: las tan a
el conocimiento preexistentes y dispuestos para ser asimila- menudo ahogadas voces de América Latina, Oriente Medio y
dos o absorbidos por unas conciencias vacías. Sólo podemos el sureste asiático.
erestar atención desd~.ttas..c.om.unidades interpretativas No se trata simplemente de una cuestión de romanticis-
si logramos aprender a nombrar las estrategias apropiada?y° mo, ni siquiera de buena voluntad. Los profesores y las E.E.2fe-
a hacerlas inteligibles para aquellas personas con quienes ~ o s ante.nosotros a mile~vnLI~&i=ecTé~ ll~ga-
estamos tratando de implicarnos y a quienes tratamos de dos en los próximos años: algunC>s vendrán d.<=: _laoscuridad
comprender de algún modo. Necesitamos continuar amplian- e(p~lig~o de los gt1etos-~b¡;;_d~n-ad~;,--~07~cudirán exhaus-
do esas comunidades hasta crear un territorio secular con tos_E~_<:_l~~I!lien~C>_d_~ sus dictaduras d<:.?~ge_~'~.bg11_!Q.§
«un concepto más abierto de la comunidad (entendida como habrá anonadados por s;:i anterior vidaeiilos cam__pos de refu-
algo que hay que ganarse) y de las audiencias (entendidas ~s~ y al~_;~~- aspirarán sin compltj¿·;·a lc;-g;¡;
_<:.l ~~J<?_ e_co-
como los seres humanos a quienes hay que dirigirse)» (Said, nómic~ i~-~~onal. ·r.:~·
t~;:i:;;"ex1sten~Nosotros·t~ne~os que
1983, p. 152). ~ accesibles, proporcionar los protocolos, mantener-
Eso significa que lo que Elizabeth Fox-Genovese ha lla- los abiertos. Tenemos que ofrecer oportunidades para que los
mado la cultura de la elite debe ser transformada. Se trata de estudiantes estructuren sus experiencias por medio de esos tex-
la cultura que los intelectuales varones blancos tienden a tos, por medio de libros hechos por hombres y mujeres. Sartre,
crear y que ha «funcionado con respecto a las mujeres, las cla- que, como mencioné anteriormente, habla de esas obras como
ses bajas y algunas razas blancas de manera análoga a como lo regalos, dice a continuación:
186 187
LIBERAR LA IMAGINACIÓN ENSEÑAR PARA ABRIR ESPACIOS

Y s_i este mundo me es dado con todas sus injusticias, no es juego de diferencias a través del cual surgirán significados.
para que las contemple fríamente, sino para que las anime Habrá (debería haber) momentos de reconocimiento y
con mi indignación, para que las revele y las cree con su momentos de duda, pero también habrá la interrogación
propia naturaleza de injusticias, es decir, de abusos que incesante que acompaña al proceso mediante el que personas
hay que suprimir. Así, pues, el universo del escritor sólo se diversas se esfuerzan por crearse a sí mismas en su libertad.
revelará en toda su profundidad al escrutinio, la admira- Me vuelve a venir La peste a la mente y, en concreto, las pala-
ción y la indignación del lector. Y el amor generoso es una bras de Tarrou: «todas las desgracias de los hombres provie-
promesa de mantenimiento, y la indignación generosa es nen de no hablar claro. Así que he decidido hablar y obrar
una promesa de cambio, y la admiración es una promesa con claridad, como único modo de ir por el buen camino. ( ... ]
de imitación. Aunque la literatura sea una cosa y la moral Por eso decidí tomar el partido de las víctimas y evitar así
otra muy distinta, en el corazón del imperativo estético dis- mayores estragos» (Camus, 1948, p. 230). Y, por supuesto, ése
cernimos el imperativo moral. Y es que, dado que quien es- es el sentido de la novela: en tiempos de plaga, toma el parti-
cribe reconoce a través de la molestia misma que se toma do de las víctimas. Puede que los actuales sean tiempos de
para escribir la libertad de sus lectores, y dado que quien lee plaga para nosotros. Por eso, como Tarrou, necesitamos estar
reconoce, por el mero hecho de abrir el libro, la libertad del alerta y vigilantes para poder abrir textos y espacios: para
escritor, la obra de arte, sea cual sea el lado desde el que se poder incitar a los jóvenes a que sean libres.
enfoque, es un acto de confianza en la libertad de los hom-
bres (1949, pp. 62-63).

Ojalá hubiese dicho «seres humanos» en vez de «hombres»,


pero, en cualquier caso, me parece extraordinariamente im-
portante que Sartre viera la literatura como una presentación
imaginaria del mundo «en la medida en que exige libertad
humana». Yo encuentro incluso en el anterior pasaje una
fuente de paradigmas aplicables a la enseñanza, si es que ésta
ha de servir realmente para hallar espacios abiertos (es decir,
si nos interesa de verdad que se puedan tomar decisiones y
hacer elecciones). Tanto la experiencia lectora como el acto
docente son dialécticos.
Por último, quisiera sugerir una vez más que la alfabeti-
zación es y debe ser una empresa social que ha de buscarse en
aulas pluralistas donde un conjunto de personas se reúnen «de
palabra y obra» para crear algo en común entre ellas (Arendt,
1958, p. 19). En ese caso, será inevitable que se produzca un

!
, 1
10
Arte e imaginación

Los contextos existenciales de la educación van mucho más


allá de la intención de la Goals 2000 (véase el inicio del capí-
tulo 2). Están relacionados con la condición humana en tiem-
pos a menudo tan desolados como los actuales, y, en cierto
modo, hacen que nociones como las de rendimiento de pri-
mera línea mundial o parámetros de referencia ( benchrnarks)
parezcan superficiales y limitadas, cuando no absurdas. Se ex-
tienden más allá de las atroces realidades de la descomposi-
ción de la familia, la carencia de vivienda y la violencia, e
incluso de las «salvajes desigualdades» descritas por Kozol
(1991). Nuestros jóvenes, como nosotros, sus mayores, habita-
mos un mundo de aterradora incertidumbre moral: un
mundo en el que parece que casi nada pueda hacerse para
reducir el sufrimiento, frenar las masacres y proteger los
derechos humanos. Los rostros de los niños refugiados en
busca de sus madres, de chicas adolescentes violadas reitera-
damente por soldados o .de personas desarraigadas que con-
templan desoladas las iglesias y las bibliotecas quemadas de
sus antiguos pueblos y ciudades, pueden resultar para algunos
una mera «realidad virtual». Hay quienes miran más de cerca
y acaban en muchos casos insensibilizándose hasta que, tras
haber visto tantas veces la desesperación, prefieren mirar para
otro lado. Se dice que los cuadros con «mujeres llorando» que
pintó Picasso (Freeman, 1994) se han convertido en los ico-
nos de nuestro tiempo. Han reemplazado a las estatuas públi-
cas de hombres representados montando a caballo o en
escenas del campo de batalla; han eclipsado los emblemas de
aquello por lo que en algún momento pasado parecía valer la
pena luchar (puede que incluso morir). Cuando hasta los más
191
190
ARTE E IMAGINACIÓN
LIBERAR LA IMAGINACIÓN

jóvenes _afrontan la pérdida y la muerte, como la m~yoría Temple que hizo que tantas niñas invisibles anhelaran deses-
de nosotros nos vemos obligados a hacer hoy en dia, «es peradamente tener ojos azules. Puede que nos acordemos
importante que evoquemos todo lo que amamos en algo in- de las revelaciones vividas por tantas personas al implicarse
olvidablemente hermoso [ ... ]» (Leiris, 1988, p. 201). Ese en la película La lista de Schindler (y de la atención que tanto
importante motivo del que hablaba Leiris sugiere una de las se prestó a la niña del abrigo rojo). Puede que tratemos de
funciones del arte. Cuando se ve una escena tras otra de mu- recuperar la conciencia fisica de dolor causada por el
jeres que sostienen a sus bebés muertos en los brazo~ (como «Lamento» de Martha Graham, en el que sólo los pies y las
Picasso nos instó a contemplar), adquirimos conciencia de un manos de la bailarina resultaban visibles por fuera del tejido
~ defecto en el tejido de la vida. Si sabemos lo suficien- drapeado y en el que la agonía se expresaba a través de las
te como para convertir a esas pinturas en objetos de nuestra líneas de tensión de la propia tela. Cuando vemos y oímos
experiencia, para encontrarnos con ellas sobre el trasfondo más, no sólo nos apartamos bruscamente, aunque sea única-
de nuestras vidas vividas, es probable que usemos nuestras mente por un momento, de lo familiar y de sobras conocido,
fuerzas al servicio de concepciones de un mejor orden de sino que se abren posiblemente nuevas vías de elección y de
cosas en el que no haya más guerras que hagan llorar a las mu- acción en nuestra experiencia; podemos adquirir incluso una
jeres d~ esa manera, ni bombas que asesinen a niños inocen- súbita sensación de nuevo comienzo, es decir, de emprendi-
tes. Es probable que, rebelándonos contra tal horror, miento de una iniciativa a la luz de la posibilidad.
evoquemos imágenes de madres sonrientes y de hijos vitales y El cinismo predominante en nuestra sociedad con respec-
encantadores: «todo lo que amamos» deviene así una metáfo- to a la existencia de valores hondamente sentidos, así como la
ra de todo lo que debería ser. sensación generalizada de resignación en muchas personas,
Obviamente, provocar ese deseo no es la única función sólo pueden generar en nuestras escuelas ambientes contrarios
de las artes cuando se convierten en objetos de nuestra expe- a la inquietud y la impredecibilidad asociadas con las experien-
riencia, aunque los encuentros frecuentes con ellas nos pro- cias artísticas, ya sean creativas o apreciativas. Al mismo tiempo,
vocan el interés por restablecer una especie de orden, por la desatención al arte en general de quienes definieron los obje-
reparar, por curar. La implicación participativa en las múlti- tivos de la Goals 2000 sirvió para justificar que la atención admi-
ples formas de arte hace posible que, cuando menos, ~eamos nistrativa se centrara en lo manejable, lo previsible y lo mesura-
más en nuestra experiencia, oigamos más en frecuencias que ble. Aunque ha habido intentos de incluir las artes en las
normalmente nos resultan inaudibles, seamos conscientes de declaraciones oficiales de los objetivos educativos nacionales,
lo que las rutinas diarias han minimizado, de lo que el hábito los argumentos utilizados han sido más bien del tenor de los
y la convención han reprimido. Dependiendo de nue~tros que defienden una educación orientada a la competitividad
encuentros personales, podemos pensar de nuevo, por ejem- económica, el dominio tecnológico, etc. Los argumentos
plo, en aquello de lo que la Pecola Breedlove de Ojo: ~zules empleados para defender la enseñanza de las artes han apoya-
(de Toni Morrison) nos hizo darnos cuenta a propos1to de do también las propuestas dominantes de incremento del nivel
la metanarrativa implícita en los manuales Dick and Jane actual de desarrollo de habilidades, rendimiento académico,
de iniciación a la lectura o en ese artefacto llamado Shirley niveles de exigencia y preparación para el mercado de trabajo .

.\
193
192 ARTE E IMAGINACIÓN
LIBERAR LA IMAGINACIÓN

Up.o de los peligros que ent.raiia ese énfasis tanto para ~edios de hoy en día ofrecen a sus audiencias imágenes y
maestros como para alumnos es el de que acaben sintiéndose conceptos prestidigitados dentro de unos marcos fijados. Los
disgustados por hallarse encerrados en un éonjunto objetivo de sueños quedan atrapados en las redes de lo comercial; la pose-
circunstancias definido por terceras personas. Los jóvenes son sión de bienes de consumo es la alternativa al pesimismo o a
descritos como «recursos humanos» en vez de como personas la sensación de absurdo. Las ideas de posibilidades se circuns-
que son centros de elección y evaluación. Sean quienes sean, criben al terreno de lo predecible. Pero nuestra imaginación,
tienen que ser moldeados, tal como se sugiere, al servicio de la como he venido mostrando, opera a diario con imprevisi-
tecnología y del mercado. Además (y son muchos los que se bles, con lo inesperado. Necesitamos, pues, poner un poco de
dan ahora cuenta de ello), debido al elevado número de nues- reflexividad de nuestra parte para reconocer la existencia en
tros jóvenes que se ven incapaces de hallar empleos satisfacto- nuestras experiencias de esos panoramas y esas perspectivas
rios, las nociones mismas de que nuestros hijos lograrán parti- inesperadas e impredecibles. La persona pasiva, apática, tiene
cipar en esta clase de educación y de que son recursos humanos todas las probabilidades de permanecer indiferente a las ideas
llevan asociados engaños de todo tipo. No es quizás de extrañar de lo irreal, del «como si», de lo meramente posible. Y es pre-
que el clima apreciable en muchas clases sea de recepción pasi- cisamente esa persona la que desdeña las artes por frívolas,
va (cuando no de cacofonía, desinterés y desorden). Umberto por tratarse de una simple floritura, por tenerlas por irrele-
Eco considera que tenemos la imperiosa necesidad de intro- vantes para el aprendizaje en el mundo posindustrial.
ducir una dimensión crítica en todo lo que concierne a los Estoy convencida de que el contacto y la implicación
medios de comunicación y a los mensajes, y que, para ello, es informada en las diversas artes es el modo más probable de
mucho más importante centrarse en el punto de recepción liberar la capacidad imaginativa de nuestros estudiantes (o
(que, en este cq.50, es pasivo) que en el de transmisión. Para de cualquier persona) y de darle juego. No obstante, esto es
Eco, «el universal de la comunicación tecnológica» y las situa- algo que no sucede (no puede suceder) de forma automática
ciones en las que «el medio es el mensaje» suponen una ame- o «natural». Todos hemos presenciado alguna vez los contac-
naza, y defiende el regreso de la resistencia individual seria a tos superficiales de los turistas con los cuadros expuestos en
los mensajes: «Ante la divinidad anónima de la Comunicación museos que visitan apresuradamente. Sin dedicar un tiempo
Tecnológica, nuestra respuesta podría ser: "Hágase no Tu de reflexión, sin tutorizar sobre, exponerse a, o dialogar acer-
voluntad, sino la nuestra"» (Kearney, 1988, p. 382). ca de, las artes, las personas no buscan más que las etiquetas
Desde mi punto de vista, esa resistencia puede evocarse al correctas: las de las obras de los artistas que han oído que
máximo cuando se libera la imaginación, pero, como bien deben ver. Hay quien contempla un espectáculo de ballet sólo
sabemos, el bombardeo de imágenes procedentes de la divini- por el argumento, no por el movimiento y por la música; hay
dad de la Comunicación Tecnológica tiene a menudo el efec- quien se duerme en los conciertos o se centra sólo en los folle-
to de inmovilizar el pensamiento imaginativo de las personas. tos ilustrados que le entregan para seguir lo que oye. Lo qul
É.n lugar de liberar a los miembros de la audiencia para qúe ~~iero ~e~ir es que la mera pr~sencia ante formas de expre- ~
tomen la iniciativa de ir más allá de sus propias realidades, para s10n artlstlca no basta para ocas10nar una experiencia estética
que observen las cosas como si pudieran ser de otro modo, los o cambiar una vida.
194 195
LIBERAR LA IMAGINACIÓN ARTE E IMAGINACIÓN

La~riencias e s t é ~ t i c i p a c i ó n p.' 170). Preocupado 20.r «la _ci~j.:tde2:, la superficialidad y el


conscierúe e_g_ una~de una emisión de energía, de una recurso a las sensaciones como sustituto de los ideales»,
capacidad para apreciar lo que ha de ser apreciado en la obra Dewey también dejó claro que «cuando el pensamiento se ve
de teatro, el poema, el cuarteto. Saber «de», incluso del modo privado de su curso normal, se refugia en el escepticismo aca-
más académicamente formal, no tiene nada que ver con cons- démico» (p. 168). Para Arendt, el remedio radica en «pensar
tituir imaginativamente un mundo ficticio e introducirse en él lo que hacemos». Es decir, 1lecesitamos practicar y enseñar la
perceptiva, afectiva y cognitivamente. Introducir a los estu- autorreflexión que se origina en la vida situada, la vida de las
diantes en esa clase de implicación significa hallar un delica- personas en su pluralidad, abiertas unas a otras en sus ambien-
do equilibrio entre ayudarlos a prestar atención -a las formas, tes característicos, participantes en un diálogo mutuo.
las pautas, los sonidos, los ritmos, los recursos estilísticos, los Provocada por el espectáculo en torno al nazi Adolf
contornos y las líneas- y ayudarlos a liberarse para que hagan Eichmann, Arendt volvió a mencionar el tema en una adver-
significativas para sí mismos obras de arte concretas. Y es qui- tencia dirigida contra «los tópicos, las frases hechas [y] la
zás esa negativa a controlar lo que stis alumnos y alumnas des- adhesión a códigos convencionales y estandarizados de expre-
cubren como significativo para ellos y ellas lo que más recha- sión y conducta [que tienen] la función socialmente recono-
zo causa entre los educadores tradicionales como contrario a cida de protegernos de la realidad, es decir, de la llamada a
su concepción de las normas o a sus nociones de alfabetiza- nuestra atención pensante que todos los acontecimientos y
ción cultural correcta. De hecho, esa misma negativa -esencial, hechos realizan por el mero hecho de existir» (1978, p. 4).
desde mi punto de vista- puede ser la causa fundamental de Pero su aviso no era un llamamiento a un nuevo intelectualis-
la preocupación que en cie.rtos administradores despiertan mo o a concentrarse de nuevo en las habilidades de orden
los actuales «estándares» nacionales. superior. Lo que ella pedía era un modo de 1>uscar claridad y
Pero si queremos ofrecer oportunidades de encuentros autenticidad ante tanta irreflexión, y yo personalmente creo
significativos con las obras de arte, hemos de combatir tanto la q:1e también nosotros debemos pedir lo mismo si deseamos
--·-~- .-..
estandarización como la que Hannah Arendt denominó «irre- de verdad abrir a nuestros jóvenes a las artes (es decir, si esta-
flexión» de todos los implicados. Arendtt~ concretamente mos comprometidos con la liberación de la imaginación).
en mente «la temeridad irresponsable o la confusión incorre- ~tamos reflexión para resistirnos a los mensajes de
gible o la repetición complaciente de "verdades" que se han los medios con ]a seriedad sugerida por Eco, puesto que ~esul-
vuelto triviales y vacías» (1958, p. 5), un problema que conti- ta difícil imaginar que las imaginaciones juveniles puedan
núa afectándonos hoy en día. Su descripción recuerda la del liberarse sin que esos jóvenes alumnos descubran antes el
comportamiento que John Dewey había calificado de «patolo- modo de adoptar un enfoque crítico y reflexivo ante los sim.11-
gía social» treinta años antes, una patología que se manifesta- lacros, las realidades fabricadas, que les presentan los medios
ba en forma de «una queja continua, un impotente "dejarse de comunicación. Cuando pensamos con relación a lo que
,1 llevar", una desaforada atención a las distracciones, una ideali- hacemos, nos hacemos conscientes de nuestro esfuerzo por
zación de lo ya establecido desde hace tiempo, un optim~ crear significados, por dar sentido crítico a lo que otras voces
superficial que se lleva encima como una capa» ( [1927] 1954, autorizadas ofrecen como objetiva y autorizadamente «real» ..
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN ARTE E IMAGINACIÓN

Quedarnos con una imagen de lo que es objetivamente humanas, las soluciones convencionales ... factores todos ellos
«un hecho» tiene el efecto de cosificar lo que experimema- que, en mi opinión, son obstáculos en el camino hacia el pen-
mos y de hacer que nuestra experiencia sea resistente a la ree- samiento imaginativo y la implicación imaginativa en las artes.
valuación y al cambio, en vez de abierta a la imaginación. Para «La salud, la integridad, la pureza, si usted quiere, son un
mí, en la enfermedad en la que se centra la trama de La peste resultado de la voluntad humana», dice Tarrou, «de una vigi-
de Camus (1948) está presente una metáfora de esa cosifica- lancia que no debe detenerse nunca». Por supuesto, el men-
ción que debe ser vencida. La plaga que azota la ciudad de saje para nosotros (y para quienes son nuestros estudiantes)
Orán (inmersa en el hábito y ocupada en «hacer negocios») es que debemos contar con oportunidades para elegirnos a
impulsa a la mayoría de sus habitantes a la resignación, el ais- nosotros mismos como personas íntegras, personas que se
lamiento o la desesperación. A medida que se les va revelan- preocupan. Tarrou también sospecha hondamente del len-
do como inexorable e incurable, la enfermedad inmoviliza a guaje ampuloso que eclipsa las realidades de las cosas y que
las personas: simplemente, está ahí. Al mismo tiempo, el Dr. tan a menudo sustituye los detalles concretos por abstracciones.
Rieux lucha contra la peste al principio por el más abstracto Ésa también es una de las formas de la irreflexión a la que
de los motivos: porque es su trabajo (es una reacción tan lógi- Arendt nos insta a poner remedio. Ella anhela un «lenguaje
l?hJ..,<:, ca como que dos y dos son cuatro). Sólo más adelante cuan- llano y claro» y quiere (como Tarrou) que las personas pres-
1-Aa. do las tragedias inenarrables que presencia le hacen pensaren ten atención a lo que les rodea: «que se paren a pensar»
-~~\.e ..
lo que está haciendo, reconsidera su práctica y se da cuenta de (1978, p. 4). Camus y Arendt afirman que esa conciencia y esa
~e lo más importante que puede hacer es no aceptar la apertura al mundo son las que nos permiten darnos cuenta de
plaga, :e_orque eso equivale a ser cómplice de la misma. las posibilidades alternativas y estar dispuestos (tras reconocer
Del mismo modo, Tarrou reconoce que la peste puede esas posibilidades) a arriesgarnos a encuentros con las «muje-
ser interpretada como una metáfora de la indiferencia, el dis- res llorando» de Picasso, con la Medea de Eurípides, con
tanciamiento o (añadiría yo) la irreflexión de las personas. En 1\;loby Dick, con El hijo pródigo de Balanchine o con La canción
su empeño por ser un «santo sin Dios», reúne el ingenio y, de la tierra de Mahler.
también, la imaginación para organizar a la gente en brigadas Hay otra novela que permite a sus lectores hacerse una
sanitarias para luchar contra la enfermedad y (lo que es de idea de cómo el camino de la imaginación se ve a menudo
crítica importancia) para convertirla en la preocupación obstaculizado por el lenguaje que, en nuestra actual era tec-
moral de todos, porque todo el mundo es portador del micro- nológica y de la información, se utiliza en las aulas. Como en
bio de la peste del cuerpo):.,el potencial de la plaga de la indi- el caso de La peste, recurro a esta otra novela no para añadir
ferencia, cómo le dice a Rieux, es algo natural. Con ello quie- nuevos conocimientos a los ya poseídos ni para hallar en ella
re decir lo mismo que quisieron decir Arendt, Dewey, Eco y alguna verdad enterrada, sino porque, como obra de arte lite-
otros g_ue oponen resistencia a una sociedad falta de atención, raria que es, me ha hecho ver a lo largo del tiempo lo que
\ de interés. Las fuentes de la plaga moral que él tiene en posiblemente nunca habría visto en mi propio mundo vivido.
mente son las evasiones de los problemas complejos, las for- Me ha impulsado a lanzarme a fondo, por así decirlo, en
mulaciones excesivamente superficiales de las dificultades busca de recuerdos (y de reflexiones y pérdidas) olvidados o
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN ARTE E IMAGINACIÓN

reprimidos y a ordenarlos según el texto. Me ha involucrado neta. Soy una marioneta. Aquella imagen me hizo estreme-
en «la reescritura del texto de la obra dentro del texto de [mi] cer». Pero, en contraste con ese estremecimiento, una
vida» (Barthes, 1975, p. 62). secuencia distinta de imágenes mentales le hace pensar que
La novela Accidente: noticias de un día, de Christa Wolf, «hay que reconocer la precisión de relojería con la que todo
me ha llevado a clarificar mis propias reacciones a lo que de encaja: el deseo de llevar una vida cómoda que tiene la mayo-
técnico y abstracto tiene mi experiencia. Puede que sea por- ría de personas, su tendencia a creer lo que les dicen los alta-
que trata de cómo una mujer escritora, madre y abuela, habi- voces desde los estrados o los hombres de bata blanca. La
tante de la Alemania Oriental rural, vive y reacciona ante el adicción a la armonía y el temor a la contradicción de los
accidente nuclear de Chernóbil (ocurrido hace unos años). muchos parece corresponderse con la arrogancia y el ham-
La protagonista se siente preocupada tanto por la operación bre de poder, la dedicación al lucro, la exagerada curiosidad
de neurocirugía a la que someten a su hermano el mismo sin escrúpulos y el encaprichamiento de sí mismos de los
día del accidente del reactor nuclear como por las conse- pocos». Pero, si tan admirable resulta, se pregunta, «¿qué fue
cuencias de ese accidente para sus nietos y para los niños de lo que estropeó esta ecuación?» (p. 17). Esa labor de imagina-
todo el mundo. No dedica tiempo alguno a preguntarse cu~l ción y cuestionamiento es, precisamente, la que puede verse
ha sido su reacción o cómo responderá ante una crisis de esa impedida por la preocupación por el rendimiento de primera
magnitud; su preocupación sólo tiene como objeto a otras línea mundial y por los recursos humanos que se hace evi-
personas (tanto aquéllas a las que quiere como otras -desco- dente en la Goals 2000.
nocidas- a las que no puede olvidar ni por un instante) en un No tiene que ser así. Es mucho más probable que sean
mundo de beneficio y perjuicio tecnológicos simultáneos. la pregunta que se hace la abuela sobre «esa ecuación» y la
Resulta de especial interés, dentro del contexto de una ética extrañeza que le produce la tendencia de las personas a creer
de la preocupación o de la atención, incluir durante un momen- a los hombres de bata blanca las que provoquen la aventura
to en nuestra propia experiencia un agente moral como y la indagación cognitivas más que el mejor de los marcos
Tarrou, que trata de ser un «santo sin Dios», y una madre curriculares o la más responsable y «auténtica» de las evalua-
joven asustada que se imagina lo que es tirar miles y miles de ciones. Cuando se ponen las imaginaciones de los estudian-
litros de leche por temor a que pueda envenenar a los niños tes en movimiento en respuesta a un texto como el de Wolf,
de Alemania cuando «hay niños en el otro extremo de la tie- es muy posible que se les esté obligando a escoger a un nivel
rra que se están muriendo por falta de un alimento como ése» fundamental, es decir, a elegir entre el deseo de armonía (la
(1989, p. 17). respuesta fácil) y la implicación en la búsqueda de posibili-
También es interesante comparar su reacción con otras dades alternativas. La narradora de Wolf, casi como si fuera
dos imágenes muy distintas (inmediatamente humana e indi- una de las mujeres que lloran, alza la vista hacia el azul del
vidual una, más abstracta la otra). Cuando la narradora pide cielo (parafraseando una fuente que no cita) y dice:
\ a su hija que le hable de sus nietos, se entera «de que la «Horrorizadas, las madres buscan en el cielo los inventos de
pequeña había estado dando saltos por la cocina con la mano los hombres doctos» (1989, p. 27). Empieza a reflexionar
en alto y una tuerca de mariposa en el pulgar. Soy una maria- sobre el lenguaje y la dificultad de superar la barrera impues-
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LIBERAR LA IMAGINACIÓN ARTE E IMAGINACIÓN

ta por términos como «media vida», «cesio» o «nube» (en ella espera ... y piensa. Pero piensa en algo en lo que muy bien
lugar de Iluvia contaminada). Y, de nuevo, puede ayudarnos podríamos pensar nosotros en referencia a nuestras escuelas:
el hecho de sentir la necesidad de superar la perplejidad que acerca de las consecuencias más y menos benignas de la tec-
nos causa la tecnología y el lenguaje a que ha dado lugar nología para nuestros seres queridos. Puede que su pensa-
(la necesidad, en suma, de luchar contra la tendencia a «des- miento nos recuerde una vez más lo importante que sigue
conectarse» del saber, del habla). siendo para nosotros mantener vivas ideas e imágenes de todo
Cuando la narradora de Wolf sopesa los motivos de quie- aquello que amamos. Si lo hacemos (o eso, al menos, quiero
nes idearon los procedimientos para el «uso pacífico de la creer), puede que seamos capaces de crear los climas apro-
energía nuclear», recuerda una protesta contra una central piados en las clases para que los jóvenes se sientan inducidos a
nuclear y las reprimendas de que fueron objeto los manifes- hallar esperanza de nuevo y para que, incluso en los espacios
tantes por no creer que aquella utopía científica era posible. reducidos, empiecen a reparar.
Luego enumera para sí las actividades a las que los hombres Esto me trae de vuelta a mi defensa de las artes, tan
de ciencia y tecnología «presumiblemente no se dedican o inconscientemente desatendidas en el debate de los objetivos
que, si fueran obligados a hacerlas, considerarían una pérdi- educativos para el año 2000. Necesitamos reconocer que los
da de tiempo: cambiar los pañales a un bebé; cocinar o hacer hechos de los que se componen las experiencias estéticas ocu-
la compra con un niño del brazo o en su cochecito; hacer la rren dentro (y por medio) de las transacciones con nuestro
colada, extenderla, recogerla, doblarla, plancharla, zurcirla; entorno que nos sitúan en el tiempo y el espacio. Hay quien
barrer el suelo, fregarlo, encerarlo, pasarle la aspiradora; lim- dice que los encuentros participativos con los cuadros, la
piar el polvo; coser; hacer calceta; hacer ganchillo; bordar; danza, los relatos y todas las demás formas artísticas hace~
lavar los platos; lavar los platos; cuidar de un hijo enfermo; posible que recobremos una espontaneidad perdida. Si tras-
inventarse cuentos para explicárselos; cantar canciones. ¿Y pasamos los marcos de las presuposiciones y las convenciones,
cuántas de esas actividades considero yo misma una pérdida tendremos la posibilidad de recobrar los procesos por los que
de tiempo?» (1989, p. 31). nos vamos haciendo de un modo u otro. Si reflexionamos
Cuando leemos esto y dejamos que induzca en nosotros sobre las historias de nuestras vidas, nuestros proyectos, es
una nueva batería de preguntas, nos resulta ineludible consi- posible que seamos capaces de resistirnos a convertir la revo-
derar el papel que esas particularidades pueden desempeñar lución tecnológica en una «divinidad» y que adquiramos una
en la conversación en el aula y en nuestros esfuerzos por des- perspectiva más realista de los hombres de bata blanca o,
pertar a las personas para que hablen de lo que deberían ser incluso, de nuestros propios deseos de retirada y armonía. Si
las cosas. La narradora de Wolf cree. que la «monstruosa crea- nos percibimos a nosotros mismos como interrogadores, como
ción tecnológica en expansión» puede funcionar como sus- creadores de sentido, como personas implicadas en la cons-
tituto de la vida en sí para muchas personas (como una grati- trucción y reconstrucción de realidades junto a las personas
Jicación
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vicaria). Es perfectamente consciente de los aspectos que nos rodean, puede que comuniquemos a los estudian-
benignos de la tecnología: después de todo, su hermano se tes la noción de que la realidad son múltiples perspectivas y
está beneficiando de los avances de la neurocirugía mientras que la construcción de la misma nunca es completa, que siem-
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pre hay f!lás. Esto me recuerda los diversos cuadros en los que po. Si tomamos un punto de vista part.1c1pativo, podemos
Paul Cézanne pintó el monte St. Victoire: el pintor sugería así introducirnos en el paisaje, la estancia o la calle que en ella se
que el objeto debía ser visto desde diversos ángulos, desde muestran. Obviamente, cada pintor o pintora (Rafael,
múltiples perspectivas, para poder ser abarcado como fenó- Delacroix, Cézanne, Picasso, Edward Hopper, Mary Cassatt)
meno en nuestra conciencia. exige de nosotros un modo de percepción distinto, pero gra-
Cézanne dio mucha importancia a la inserción del cuer- cias a ello ampliamos nuestra sensibilidad a las formas, los
po en los paisajes que él hacía visibles, algo que, en sí, puede colores y los espacios percibidos. Jean-Paul Sartre recalcaba la
sugerir una dimensión de la experiencia en la que basar importancia de la preocupación por la función del arte en el
nuestro pensamiento y el de aquéllos y aquéllas a quienes despertar de la imaginación del modo siguiente:
enseñamos. Hay quienes dicen que la estética de la danza,
por ejemplo, nos sitúa ante la pregunta de lo que significa ser La obra nunca se limita al objeto pintado, esculpido o na-
humanos. Arnold Berleant escribe que, «al establecer un rrado. Del mismo modo que cada uno de nosotros sólo
territorio humano mediante el movimiento, el bailarín parti- puede percibir las cosas sobre el trasfondo del mundo, los
cipa (junto con el público) en el acto básico del que surgen objetos representados por el arte se nos aparecen sobre el
toda la experiencia y todas nuestras interpretaciones huma- trasfondo del universo. [. .. ] Si el pintor nos ofrece un
nas del mundo. [ ... ] Se trata de la negación directa del más campo o un jarrón de flores, sus pinturas son ventanas
pernicioso de todos los dualismos: el de la división entre el abiertas al mundo entero. Nosotros seguimos la senda roja
cuerpo y la conciencia. En la danza, el pensamiento cobra enterrada entre el trigo mucho más lejos de hasta donde
todo el protagonismo en el punto mismo de la acción. No Van Gogh la ha pintado, a lo largo de otros trigales, bajo
hablamos de un reflejo de la mente contemplativa, sino del otras nubes, hasta el río que desemboca en el mar; y hace-
intelecto suspendido en el cuerpo; no hablamos de la consi- mos llegar hasta el infinito, hasta la otra punta del
deración deliberada de posibilidades alternativas, sino del mundo, la profunda finalidad que sostiene la existencia
pensamiento que, en pleno proceso, reacciona ante el cuer- del campo y de la tierra. De tal modo que, a través de los
po en acción y lo guía íntimamente» (1991, p. 167). La aten- objetos diversos que produce o reproduce, el arte creativo as-
ción recae sobre el proceso y la práctica; la habilidad en cons- pira a la renovación total del mundo. Cada cuadro, cada
trucción está encarnada en el objeto. Además, la danza libro, es una recuperación de la totalidad del ser. Cada uno
proporciona oportunidades para el surgimiento del yo inte- de ellos regala esa totalidad a la libertad del espectador. Y
grado. Parece evidente que esta concepción del yo debiera es que ése es el objetivo final del arte: recuperar este mundo
ser tenida en cuenta en una época como la actual, tan espe- dándolo para que sea visto como es, pero como si su fuente
cialmente tecnificada y academicista. radicara en la libertad humana. (1949, p. 57)
Los comentarios de Berleant guardan relación con la pin-
\ tura también, siempre que la veamos (como, por cierto, la La reflexión de Sartre resume en muchos sentidos la impor-
deberíamos ver) con relación al cuerpo fisico de su creador tancia que los encuentros con las artes tienen para aquellas
y de su perceptor en su orientación en el espacio y en el tiem- aulas en las que se impulsa a los jóvenes a imaginar, a exten-
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derse y a renovar. Seguramente nada puede haber más im- Ni más profetas que el joven profeta: el sentido del mundo.
portante -que localizar la fuente del aprendizaje, no en la de- El don de nuestro tiempo, el mundo por descubrir:
manda extrínseca, sino en la libertad humana. Con todos los continentes emitiendo sus diversas luces,
Lo que he tratado en este capítulo concierne directa- con el mar, único, y el aire. Y todo reluce. ( [1949] 1992,
mente al que hoy en día se describe como aprendiz activo, p. 104)
concebido aquí como aquél que está despierto para buscar
significados y para dotar de significado la historia de su El arte ofrece vida, ofrece esperanza, ofrece la perspectiva del
vida. Cierto es que una de las tendencias en la educación descubrimiento, ofrece luz. Si resistimos, puede que logremos
actual es la de moldear a los maleables jóvenes a fin de que convertir la enseñanza de la experiencia estética en nuestro
se ajusten a las necesidades de la tecnología en la sociedad credo pedagógico.
posindustrial. Pero también hay otra tendencia que tiene
que ver con el crecimiento de las personas como tales, con
la educación de las personas para que sean diferentes, para
que encuentren sus voces y para que desempeñen papeles
participativos y elocuentes en una comunidad en cons-
trucción. Los encuentros con las artes y las actividades per-
tenecientes al terreno artístico pueden nutrir el crecimiento
de personas que se busquen en los claros de su experiencia
y traten de estar de un modo más ardiente en el mundo. Si
finalmente se reconoce la significación de las artes para el
crecimiento, la inventiva y la resolución de problemas,
puede que superemos el grave estancamiento actual y crez-
ca la esperanza (la esperanza de la posibilidad sentida). El
poema «Elegy in Joy» ( «Elegía de dicha») de Muriel
Rukeyser insinúa a la perfección la sensación de posibilidad
que podríamos experimentar:

De nuestra vida los ojos vivos


ven que se ha hecho la paz a nuestra imagen y semtjanza,
y que hemos sido capaces de dar sólo lo que podemos dar:
a caballo entre dos días como la medianoche. «Vivid»,
invita el momento: la noche precisa de
promesa, esfuerzo, amor y elogfo.
Ahora ya no hay mapas ni magos.

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