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¿Por qué somos tan diferentes?

Entre las antípodas del mundo, la región islámica se conserva tajantemente


alejada de la línea de pensamiento que tenemos en nuestro país por diversos motivos: el
principal es la religión.

Hoy en día, si bien la iglesia católica, el protestantismo y otros cultos libres tienen
injerencias sobre la forma de vida de las personas que escogen su visión del mundo, la
Sharía es la norma impuesta sin libertad de elección y lo que rige el sistema vitalicio del
islam en mayor o menor medida.

En nuestro caso, no es un texto de carácter religioso lo que dirige nuestras vidas, sino la
Constitución Nacional, los Derechos humanos y los códigos vigentes para mediar entre
los lazos con nuestra gente. Esto implica que el ciudadano argentino tiene ciertos
derechos, garantías y obligaciones. Nosotros tenemos un gobierno representativo
republicano y federal que nos permite:

- Trabajar en condiciones dignas, un salario justo y ejercer toda industria lícita.


- Transitar libremente todo el territorio soberano.
- Publicar nuestras ideas por la prensa sin censura previa.
- Ejercer nuestro derecho a la propiedad privada.
- Tener igualdad frente a la ley.
- Tener juicio previo antes de recibir una condena.
- Tener educación libre y gratuita.

En el caso del Islam, los países no siguen una constitución, sino lo que la Sharía dice,
que es muy distinto a una constitución. En este caso, es un código de conducta que
incluye normas de culto, normas morales, consideraciones del bien y el mal y castigos.
En pocas palabras, es un manual que debes obedecer porque si no estás fallándole a
Dios.

Etimológicamente, está conformada por cuatro fuentes: El Corán; el Hadiz; el lyma y el


lytihad (recitación, narración, consenso y esfuerzo, respectivamente).
El Corán contiene las revelaciones que Dios le hizo al profeta Mahoma por intermedio
del ángel Gabriel. Está escrito en árabe y es del año 650 d.C. Entre sus creencias
fundamentales están los ángeles, Dios, el mismo texto, los profetas, el día de la
resurrección y el juicio final. El servidor debe adorar a Alá.

La mayoría de los pasajes, ya los conocemos porque pertenecen al antiguo testamento:


el génesis, Adán y Eva y la creación del mundo; las doce tribus; moisés y la liberación
del pueblo hebreo, etc. Hay traducciones del texto, pero los fundamentalistas, al ser un
texto sagrado, consideran que transgreden su lenguaje divino, por eso, muchas veces, no
son bien recogidas por los musulmanes.

El Hadiz contiene los relatos y las acciones del profeta Mahoma y son el pilar de la ley
musulmana. Uno de los Hadiz, el Imama an-Nawawi, guía el accionar y el saber que
debe tener encima todo musulmán. Por ejemplo: “la sangre, los bienes y el honor de
todo musulmán están prohibidos para otro musulmán”. Contiene, en definitiva,
responsabilidades y castigos.

El lyma es el consenso de la comunidad en el que se reúnen varios juristas de diferentes


escuelas para interpretar los Hadiz; establecer una forma de aplicar justicia y una forma
de gobierno.

El lytihad contiene las interpretaciones que hicieron estos juristas sobre el Corán y los
Hadiz.

En nuestro caso, Qatar es un emirato. El emirato es una monarquía absoluta, y en el


caso de Qatar, la dinastía Al Thani gobierna de esta forma desde 1868. En este caso,
desde 2005 se estableció una constitución realizada por juristas que establece que el
emirato es de sucesión hereditaria. Actualmente, el emir es Tamim bin Hamad Al
Thani.

¿Qué diferencias puedes establecer entre lo que es una monarquía absoluta hereditaria y
nuestro sistema de gobierno? Piénsalo por cinco minutos y anotá algunas de esas
diferencias.

Ahora, vamos a ver, qué implica para los hombres y las mujeres musulmanas, la Sharía
y porqué somos tan diferentes.
En este texto hay dos tipos de castigo, el hadd, que son las condenas que ya están
establecidas por el texto y el tazir, que son las condenas en las cuales un juez tiene que
deliberar e interpretar este texto de la manera más conveniente. Esta interpretación se
hace por medio de juristas de distintas escuelas, algunas más liberales, y de acuerdo con
esto, el juez decide. Estas recomendaciones se llaman “fatuas”.

Dicho esto, veamos algunas penas y castigos del hadd: el robo se castiga con la pena de
amputación de una mano; establece, además, una gradación entre ciudadanos de un
primer nivel y de otros, con otros castigos menos severos o más severos, dependiendo
de la posición que se ocupa; en algunos países se acepta la esclavitud; existe la pena de
muerte. Por ejemplo, la homosexualidad, el adulterio y convertirte de religión, tienen
pena de muerte.

¿Qué pasa con la mujer y la igualdad? ¿Tendrá los mismos derechos que acá? La mujer
está obligada, al igual que el hombre, de usar la modestia (es el velo que siempre le
vemos en las películas). No puede mostrar ciertas partes del cuerpo libremente, de
hecho, puede ser castigada severamente; debe tener sí o sí, un tutor masculino (padre o
familiar más cercano y luego el marido al cual, en muchas ocasiones, no pueden escoger
porque el matrimonio es arreglado) que es el que indica si la mujer en cuestión puede o
no realizar determinadas actividades como el trabajo; en caso de adulterio, recibe la
pena de muerte por lapidación; no tiene aporte alguno en la esfera pública o no forma
parte del gobierno y su marido no necesita consentimiento para llevar a cabo el acto
sexual.

A forma de anécdota, una mujer mexicana que fue a trabajar a Qatar para la preparación
del evento, fue abusada por un musulmán y terminó siendo condenada puesto que dejó
ingresar al hombre en el ambiente en el que ella residía. Según las costumbres de Qatar,
dejar pasar a un hombre es consentimiento expreso para realizar el acto sexual, por esto
no es abuso y como fue una relación extramarital, le dieron dos vías: un castigo de 100
latigazos y 7 años de prisión, o casarse con su agresor.

¿Cuáles son las prohibiciones de la comitiva de Qatar 2022?

- Beber alcohol en sitios públicos (es un delito para los musulmanes).


- Muestras públicas de afecto.
- Las relaciones homosexuales y extramaritales (es también un delito para los
musulmanes).
- El turismo en zonas no especificadas del evento.

Pensando en el mundial y todos los turistas que irán a verlo ¿qué pensás que puede
llegar a pasar teniendo, nosotros, una sociedad tan diversa y ellos, teniendo una
sociedad tan cerrada? Pensalo durante cinco minutos y escribí algunas posibilidades.

EL COMERCIANTE Y EL EFRIT
La primera noche, Sahrazad contó:—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, que hubo un
mercader muy rico que tenía grandes negocios en muchas ciudades. Cierto día montó a
caballo y se dirigió a una ciudad; pero el calor era tan grande que se sentó debajo de un
árbol y, metiendo la mano en la alforja, sacó un pedazo de pan y unos dátiles y se los
comió. Cuando hubo terminado de comer tiró los huesos. Pero hete aquí que, de repente,
un efrit altísimo, blandiendo en la mano una espada, se acercó al comerciante y le dijo:
«Ponte en pie para que te mate, de la misma manera que has matado a mi hijo».
Preguntó el comerciante: «¿Cómo he matado a tu hijo?» «Al terminar de comer has
tirado los huesos; éstos cayeron en el pecho de mi hijo y así, alcanzado, murió en el
acto.» El comerciante suplicó: «¡Oh, efrit! Sabe que soy creyente, que tengo mucho
dinero, hijos y esposa; además, en mi casa tengo los depósitos que me han confiado.
Concédeme un plazo para que pueda ir a casa y devolver a cada uno lo suyo. En cuanto
lo haya hecho, volveré a buscarte. Te prometo que regresaré y que podrás hacer
conmigo lo que te plazca. Dios es testigo de lo que digo».

El genio lo creyó y lo dejó marchar. Regresó a su país, arregló todos sus asuntos, dio a
cada cual lo que le correspondía e informó a su esposa y a sus hijos de lo que había
ocurrido. Rompieron a llorar, y lo mismo hicieron todos sus familiares y sus respectivas
mujeres e hijos. Hizo testamento y se quedó con ellos hasta el fin del año. Después se
dispuso a partir, colocó el sudario debajo del brazo, se despidió de su familia, de sus
vecinos y de sus parientes, y emprendió el camino lleno de pesar, mientras los suyos se
lamentaban y proferían los alaridos con los que se acompaña a los muertos.

El mercader prosiguió su camino hasta llegar a aquel jardín el primer día del año.
Mientras estaba sentado, llorando por lo que le había sucedido, se le acercó un anciano,
muy viejo, que llevaba una gacela encadenada. Saludó al comerciante, le deseó larga
vida y le preguntó: «¿Qué causa te hace estar sentado tan solo en este lugar, que es
guarida de genios?» El mercader le contó todo lo que le había ocurrido con el efrit, y la
causa de haberse sentado en aquel sitio. El jeque, o sea, el dueño de la gacela, se quedó
admirado y exclamó: «¡Por Dios, hermano mío! Tu fe religiosa es una gran fe. Tu relato
es un relato portentoso que, si se escribiese con agujas en los lagrimales, sería una
magnífica enseñanza para quien quisiera reflexionar». Sentándose luego a su lado,
añadió: «¡Por Dios, hermano! No me apartaré de ti hasta ver lo que te ocurre con ese
efrit». Tomó sitio a su lado y empezó a hablar con el comerciante, quien, para huir del
miedo, del pánico, de una gran pena y de terribles pensamientos, se desmayó; pero el
dueño de la gacela no lo abandonó. Un segundo jeque, acompañado por dos lebreles de
color negro, pasó por allí y les preguntó, después de saludarlos, cuál era el motivo de
que estuvieran sentados en

aquel lugar, que era una guarida de genios. Le contaron la causa desde el principio hasta
el fin. Apenas se había sentado cuando apareció un tercer jeque llevando una mula color
estornino.

Los saludó, les preguntó por la causa que les hacía estar sentados en aquel lugar y le
refirieron el asunto desde el principio hasta el fin.

Mientras sucedía esto, se levantó de repente una polvareda y una tromba enorme que
empezó a avanzar desde el centro de aquella planicie. La polvareda, al irse aclarando,
dejó ver al efrit, que blandía en su mano una espada desenvainada, mientras que sus
ojos despedían chispas.

Se acercó, arrebató al comerciante y le dijo: «Ponte tieso. Te mataré de la misma


manera como tú mataste a mi hijo, al consuelo de mi corazón». El mercader rompió en
sollozos y lágrimas, y los tres jeques no pudieron contener el llanto, ni las
lamentaciones ni los plañidos. El primer jequew, o sea, el dueño de la gacela,
recobrándose, besó la mano del efrit y le dijo: «¡Oh, genio, que eres la corona de los
reyes de los genios! Si te contase lo que a mí me ha acaecido con esta gacela y lo
encontrases interesante, ¿me concederías el tercio de la sangre de este comerciante?»
«¡Sí, oh jeque! Si me cuentas ese relato y me place, te cederé el tercio de su sangre.

EL ASNO, EL BUEY Y EL LABRADOR

EL ASNO, EL BUEY Y EL LABRADOR


—Sabe, ¡oh hija mía!, que hubo un comerciante que tenía mucho dinero y numeroso
ganado. Tenía esposa e hijos. Dios (¡ensalzado sea!) le había
concedido la facultad de entender la lengua de los cuadrúpedos y de los pájaros.
Dicho comerciante habitaba en un país rico y tenía en su casa un asno y un
buey. Cierto día llegó éste al establo del asno y vio que estaba limpio, regado; que su
pienso era de cebada y paja bien cribada, y que dormía cómodamente.
Algunas veces su dueño, si se le presentaba algún asunto urgente, montaba en
él, pero cuando terminaba lo devolvía al establo.
Un día, el comerciante oyó que el buey le decía al asno: « ¡Que te aproveche! Estoy
reventado, mientras que tú, tan tranquilo, comes cebada bien cribada y eres bien
servido. Si alguna vez tu patrón te monta, pronto te deja en paz; en cambio y o siempre
estoy arando y dando vueltas al molino». El asno le
aconsejó: « Cuando salgas al campo y pongan en tu cuello el yugo, déjate caer y no te
levantes aunque te golpeen; si te incorporas, déjate caer de nuevo. Cuando te devuelvan
al establo y te sirvan las habas, no comas; abstente, como si estuvieses enfermo, de
comer y beber uno, dos o tres días. Así descansarás de la fatiga y del trabajo».
El comerciante estaba escuchando la conversación. Cuando el mayoral llevó el pienso al
buey, éste comió muy poco. Al día siguiente, el mayoral quiso uncir el arado, pero notó
que el animal estaba muy débil. Entonces el comerciante le dijo: « Toma el asno y que
are durante todo el día de hoy en su lugar» . Cuando regresó, y a de noche, el buey le
agradeció sus bondades, ya que le habían permitido descansar de la fatiga aquella
jornada; el asno ni le contestó siquiera, pues estaba muy arrepentido.
Al día siguiente volvió el campesino, cogió el asno y le hizo arar hasta la caída de la
noche. El asno regresó con el cuello desollado, reventado. El buey lo contempló, le dio
de nuevo las gracias y lo elogió. El asno se dijo: « Antes vivía tranquilo; el favorecer al
prójimo me ha perjudicado> . Añadió: « Sabes que soy un buen consejero tuyo. He oído
decir a nuestro dueño: “Si el buey no se levanta de su pesebre, entregadlo al matarife
para que lo sacrifique y haga un tapete con su piel”. Temo por ti y te lo advierto. Buenas
noches» .
Cuando el buey oyó las palabras del asno, le dio las gracias y dijo: « Mañana saldré con
ellos» . A continuación comió todo el pienso, hasta llegar al fondo del pesebre.
El dueño había oído la conversación. Cuando amaneció, el comerciante y su esposa se
dirigieron al establo del ganado vacuno y se sentaron. Llegó el
mayoral, cogió el buey y salió. El animal, al ver al amo, movió la cola, se estremeció y
fue de un lado a otro. El comerciante rompió a reír a carcajada limpia. Su esposa le
preguntó: « ¿Qué es lo que te hace reír?» « Algo que he visto y he oído, pero que no
puedo explicarlo, pues moriría.» « No hay remedio: tienes que contarme qué es lo que
motiva tu risa, aunque te mueras.» « Ya te he dicho que no puedo explicarlo y, además,
la verdad es que me moriría.» « Lo que ocurre es que tú te ríes de mí» .
Desde aquel instante su mujer le hizo la vida imposible y lo mortificó con palabras,
hasta que consiguió que quedase perplejo. Entonces llamó a sus hijos, mandó a buscar al
cadí y a los testigos y se dispuso a testar, para luego dar a conocer el secreto y morir,
puesto que él amaba muchísimo a su esposa, ya que era su prima paterna y la madre de
sus hijos y con la cual había convivido durante ciento veinte años.
Invitó también a que estuviesen presentes todos los parientes de su esposa y los
habitantes del barrio. Y refirió su historia, así como el detalle de que él, en cuanto
revelase a alguien su secreto, moriría. Todos los presentes exclamaron:
« ¡Por Dios, mujer! ¡Deja este asunto para que no muera tu marido, el padre de tus
hijos!» « No lo dejaré en paz hasta que me lo revele, aunque tenga que morir».
Ante esto callaron y el comerciante los dejó y se dirigió al establo para hacer las
abluciones y volver en seguida a revelar el secreto y morir.
Pero el comerciante tenía un gallo con cincuenta gallinas y un perro. El mercader oyó
que el perro le chillaba al gallo, lo injuriaba y le decía: « ¿Cómo puedes estar alegre
cuando nuestro dueño va a morir?» El gallo preguntó: « ¿Qué ocurre?» El perro le contó
la historia y el gallo exclamó: « ¡Por Dios! Nuestro dueño tiene menguado el
entendimiento. Yo poseo cincuenta mujeres: a una la enojo y a otra le doy satisfacción;
y él, que sólo tiene una esposa, ¿no sabe cómo hay que manejarla? Que coja una rama
de morera, entre en su habitación y le dé una buena paliza hasta que muera o se
arrepienta; con este método no volverá a preguntar nada».
Cuando el comerciante oyó las palabras que el gallo dirigía al perro, recuperó el buen
sentido y se decidió a dar una paliza a su mujer.
El visir le dijo a su hija Sahrazad:
—Es posible que el rey haga contigo lo que el comerciante hizo con su esposa.
Preguntó:
—¿Qué hizo?
—Entró en la casa después de haber cortado la rama de morera y haberla ocultado, y
dijo: « Sube a la habitación, pues tengo algo que decirte en privado, después moriré».
Cuando quedaron a solas, corrió el cerrojo de la habitación en que estaban y empezó a
golpearla, hasta que la dejó medio muerta. Ella exclamó: « ¡Estoy arrepentida!» , y le
besaba las manos y los pies. La mujer se arrepintió, salieron ambos, y los asistentes, así
como los parientes de la mujer, se alegraron. De este modo vivieron en el más feliz de
los estados, hasta que murieron.
Cuando la hija del visir hubo oído el relato hecho por su padre, le dijo:
—No hay más remedio: quiero casarme.
El visir la aderezó y después se fue a informar al rey Sahriy ar. Sahrazad, entretanto, dio
algunos consejos a su hermana menor, diciéndole:
—Cuando me hayan conducido ante el rey, te mandaré llamar; tú vienes a mi lado y
cuando haya terminado nuestra unión, dices: « Hermana: cuéntanos una historia bonita
para distraernos del insomnio» . Yo te contaré un relato en el cual, si Dios quiere, estará
la salvación.
Su padre, el visir, la condujo hasta el rey y éste, cuando la vio, se alegró y le preguntó:
—¿La has traído aquí para lo que la necesito? Respondió el visir:
—Sí.
Pero cuando el rey quiso poseerla, ella se echó a llorar: El soberano le
preguntó:
—¿Qué te ocurre?
—¡Oh, rey ! Tengo una hermana pequeña. Desearía despedirme de ella.
El rey mandó que fuesen a buscarla; cuando llegó, se abrazaron y Duny azad
se sentó al pie del lecho. El rey le arrebató la virginidad a Sahrazad y después se
sentaron a hablar. La hermana menor dijo:
—¡Por Dios, hermana mía! Cuéntanos una historia para distraemos del
insomnio de esta noche.
—De mil amores, si este rey bien educado lo permite.
Cuando el rey oy ó estas palabras, como quiera que también estaba
desvelado, se alegró y se dispuso a escuchar el relato.

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