Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
de la Luna
Ismael Coello
1
Ascendente
2
mente y cierro los ojos para tratar de atisbarlas de manera
más completa, pero aquellas escandilantes imágenes ya se
han ido, y cuando los abro, aquella masa azul se hace más
grande, pero su mitad se ve menguada por un color negro
intenso. No sé qué hacer, ya que ni si quiera sé el motivo
por el cuál estoy aquí. Me siento completamente
entumecido, sin capacidad de reacción, pero poco a poco
voy recobrando las fuerzas y perdiendo ese sentimiento de
cansancio o pesadez profunda que hace un momento me
provocaba náuseas.
3
quién es aquella voz y no encuentro a nadie, de hecho,
toda la casa está vacía y sin un ápice de haber sido
habitada últimamente. De repente unas lágrimas
involuntarias empiezan a brotar de mis ojos y miro a todas
partes para tratar de buscar alguna explicación, pero no
consigo nada.
4
ya hace mucho tiempo, y la sala con esos muebles tan
característicos me hicieron volver a los tiempos de
pequeño cuando jugaba por esos espacios, pero
súbitamente olvido los recuerdos que repentinamente
habían venido a mi, y mi memoria se queda en un blanco
total. Un reproductor de música aparece de la nada en el
mueble de la sala con un disco a su lado, un disco el cual
creo no reconocer, pero por la curiosidad lo reproduzco y
me encuentro con una melodía bastante psicodélica que
reconozco de inmediato, por lo que me uno con ella y
empiezo a tararear la sinfonía y a moverme con su ritmo.
Pero cuando llego al clímax de esta, un estruendo detiene
todo lo que había reproducido, y asustado, salgo al pórtico
de la casa en búsqueda de respuestas, pero no distingo
nada. Me dirijo al medio de la calle y miro hacia la cuesta
abajo y el sol ya se está despidiendo; veo cómo cae
mientras las farolas de la calle se van encendiendo,
conforme se van prendiendo progresivamente sus luces
amarillas con un rango pequeño de capacidad luminosa,
el escenario va cambiando hasta convertirse en una
alameda acogedora con zonas verdes, y puedo ver por fin
gente caminando en los senderos de concreto. No les
puedo decir nada por miedo, y estas siguen su curso; paso
por sus lados pero tampoco me ven, hasta que en una
subida donde se encontraba una estatua muy fidedigna de
un gran prócer, distingo a alguien bastante parecido a mi,
pero con unos cuantos años menos. Al acercarme le tomo
de los hombros, pero este me dice: “¿Tú qué haces aquí?
Deberías estar arriba”, y posteriormente escucho otro
estruendo, y del temblor que este provoca me caigo al
5
suelo; trato de levantarme, pero veo que hay sangre
cayendo desde mi boca y siento una corriente de frío que
entra por mi nunca, voy a tocarla con los dos dedos
principales de mis manos temblantes y mientras la
recorro, mi índice se hunde en un hueco que atraviesa mi
garganta desde esta, y el pánico que me provocó sentir
está horrible sensación sádica me quita la consciencia.
6
Extraño todo y a todo el cual dejé atrás, por una actitud
estúpida y egoísta. Quiero volver a sentarme en esa vereda
y escuchar aquella música; quiero volver a caminar por
aquella alameda y reposar sobre esos pastos verdes y no
escuchar más ese estruendo. Me acurruco entre el paisaje
depresivo y todo a mi alrededor va oscureciendo
tenuemente hasta llegar al punto de que lograr a ver algo
fuera totalmente imposible. Estoy en la misma posición
que en un principio estuve; no siento nada, ni distingo
nada, pero ahora sé por qué estoy siendo elevado y trato
de mirar con buenos ojos a los que me cargan, pero se
vuelven a ocultar en el limbo de la oscuridad.
Fin.