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Análisis de poemas de TRILCE

I. INTRODUCCIÓN

En torno a la legibilidad
Trilce exhibe un corte, una ruptura que hiere tres componentes fundamentales del sistema poético
canónico: la rima, el metro, la estrofa. La irregularidad que estos poemas ofrecen al lector conmueve
en consecuencia las condiciones tradicionales de legibilidad.
Por “legibilidad” entendemos la condición de lo legible en términos de entendible, comprensible,
esto es: de aquello que se deja leer. Entendida la legibilidad como un conjunto de leyes erigidas por
el sistema literario en cierto período histórico, vemos que el trabajo literario de Vallejo en Trilce
consiste en liberarse de ellas (gesto de ruptura que define históricamente a la vanguardia).
La lectura de Trilce es para nosotros una invitación a tocar las fuerzas productivas del texto y a
romper con esa autoridad de la voz, omnipresente, omnipotente. La voz: lugar desde el cual el sistema
poético modernista fundamenta la creencia en un modelo comunicativo del lenguaje; modelo que
propone a la obra como transmisora de un sentido que, situado en una región mental previa (el reino
de la intención, de la idea o del sentimiento autoral), excedería al código porque preexiste como causa
del texto. La obra es así entendida como un capital de signos definitivos, como herencia, enseñanza,
lección; el lector resultaría su virtual heredero.
Trilce exhibe el compromiso con la errancia del sentido, no con el didactismo. Con la agitación de
la palabra, no con su sosiego. Trilce invita al lector a aceptar que el sentido no cesa de desplazarse y
por lo tanto de desdecirse. Admitir la incertidumbre que entraña el vértigo del (sin)sentido es adherir a
una nueva práctica de la escritura, tanto como de la lectura. Es en definitiva resignarse a la retirada del
elemento utilitario.

Sobre la estructura de Trilce


Setenta y siete poemas sin titulación, ordenados mediante números romanos, componen Trilce
(1922). Esta carencia resta información paratextual. Los poemas evaden la comunicación inicial
concerniente a la idea principal, a la anécdota, o bien a los personajes de la situación poética. Desde el
comienzo del libro puede constatarse entonces una fuga de sentido. La ausencia de titulación pone en
evidencia la función del paratexto como elemento condicionante del sentido del poema, sentido que,
por venirle al poema desde afuera, lo erige como unidad independiente de los poemas vecinos. La falta
de titulación rompe con este ensimismamiento y evita así que cada poema que compone Trilce sea
percibido de manera autónoma respecto de los otros. La falta de titulación favorece en consecuencia la
percepción del trabajo poético en su conjunto.
Resulta evidente la voluntad creciente de Vallejo por despojar al título de su rol conductor de
sentido. La fuga se inicia ya en Los heraldos negros (1918). Aquí, si bien los poemas aparecen
titulados, la relación entre título y contenido del poema se abisma, ya que los títulos entregan al lector
la situación o anécdota del poema de manera sumamente cifrada.
Una primera lectura de Trilce permite establecer la existencia de dos tipos de poemas, según una
distinción que contempla tanto el orden de lo temático como su tratamiento. En primer lugar, aquellos
poemas en los que resulta relativamente fácil identificar una anécdota o un tema, poemas en los cuales
el sentido se ofrece de manera inteligible 3. En segundo lugar, aquellos otros en los cuales el sentido se
obscurece como consecuencia del empleo de patrones expresivos (finalmente dominantes en Trilce)
consistentes en irregularidades lógicas, en libertades de asociación y en la desarticulación del lenguaje,
todo lo cual redunda en ambigüedad y en predominio de lo arbitrario.

Temas consuetudinarios en el poemario de Vallejo. En Trilce, los tópicos terminan siendo los
más originales como epistemología poética (Meo Zilio, 2002, p. 16). Roberto Paoli detectó ese
criterio. Lo notó en la diversidad de componentes que conformaban esta obra literaria, tal como lo
expresó en una oportunidad: “Los intereses de Vallejo son vastísimos: política, sociedad, filosofía,
arte, música, literatura, moda, costumbres, ciencias, toda la realidad política, social y cultural de su
tiempo” (Ballón Aguirre, 1974, p. 67). Otros tópicos que también se reconocen son el amor, el
erotismo,
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el conflicto racial y social, el racismo, la preferencia de vivir en la capital, lo religioso, la orfandad
metafísica, la culpa, la relación ambigua con la mujer, la cárcel, el tiempo, la concepción barroca
y pesimista de la existencia (Cardona, 2004, p. 69), así como la pervivencia de rasgos biográficos
(Ballón Aguirre, 1974, p. 58), como su estadía en prisión.
A continuación, se analizarán los poemas XXIII, XXVIII y IX.

XXIII

Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos


pura yema infantil innumerable, madre.

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente


mal plañidas, madre: tus mendigos.
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.

En la sala de arriba nos repartías


de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo


quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar. Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tánto!
en las cerradas manos recién nacidas.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,


cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

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ANÁLISIS
Este poema es una evocación de la figura de la madre. Se trata de un recuerdo de la madre, vista ya en
la lejanía, pero traída al presente e incluso proyectada al futuro. El yo poético rememora su infancia con sus
hermanos, que parece haber sido cuatro, bajo el cobijo de su madre. En la segunda estrofa narra cómo los
alimentaba y los cuidaba de la mejor manera posible. La madre también sufría porque algunos de sus hijos
murieron siendo niño. La tercera estrofa señala que la felicidad de los niños, al cobijo de su madre, duraba
todo el día, como un alimento espiritual, aunque no fuera mucho lo que la madre podía ofrecer. La cuarta
estrofa, que se sitúa en un tiempo presente, evoca a la madre ya muerta hace tiempo, reducida a polvo. El yo
poético se ha atragantado con una miga de pan y eso es lo que le trae a su cabeza la imagen de su madre. Aún
siente el pálpito del amor que su madre siempre le dio, desde bebé hasta su separación definitiva, tal era la
unión amorosa entre ellos, que llegaba hasta el último rincón de su cuerpo y de su alma. La última estrofa
presenta un duro contraste entre la sociedad en la que vive el yo poético, áspera, egoísta y mercantilizada,
pues los demás desean recibir el precio del alimento, del pan, que ella les dio de niño. Como si pasaran al
cobro una factura vieja de algo que parecía gratis, como es el alimento amoroso de la madre a sus hijos. El yo
poético no entiende lo que está pasando y, casi como un niño, le pregunta a su madre para que le aclare o le
ayude a comprender su situación de orfandad, de miseria, de abandono en un mundo hostil.

Apartados temáticos

El poema presenta cuatro apartados de contenido bien diferenciados:

El primer apartado coincide con la primera estrofa (vv. 1-2); es muy breve; resulta un marco temático
y conceptual en el que se contiene el desarrollo posterior; se destacan dos rasgos de la madre: proveedora de
alimento material y emocional, como un obrador de pan del que salen nuevas piezas para alimentar. También
se la invoca, en la última palabra de esa estrofa.

El segundo apartado está constituido por la segunda y tercera estrofa (vv. 3-13); el yo poético
recuerda con añoranza cómo la madre alimentaba a los cuatro hermanos, de los que él era el menor. La madre
proveía de pan físico y emocional a los niños; era tan nutritivo que duraba todo el día, de la mañana a la
noche.

El tercer apartado abarca la cuarta estrofa (vv. 14-24); el poeta se sitúa en un tiempo presente. Desde
su “aquí” y su “ahora” evoca a la madre, y la llama también. Siente una gran carencia del alimento que su
madre le daba, por eso la recuerda insistentemente. Sabe que está muerta, pero la siente hasta en el último
rincón de su cuerpo; el amor que los unió aún no está extinguido.

El cuarto y último apartado temático se expresa en la quinta estrofa, que cierra el poema (vv. 25-33);
le cuenta a su madre que “todos” le piden que pague el precio del “alquiler” del mundo; por el mero hecho de
vivir, los demás exigen un pago. Es el egoísmo generalizado, en vivo contraste con la generosidad de la
madre. Interpela a esta pidiéndole unas palabras de consuelo, acaso una explicación de la crueldad del mundo.
El tema de este poema se resuelve en una evocación amarga de la madre. Su recuerdo, identificado
con el amor generoso, contrasta con el egoísmo y avaricia del mundo en el que el sujeto lírico ha de vivir,
huérfano de su madre.
El poema es de naturaleza vanguardista, lo que implica que tanto la gramática como la construcción
literaria está distorsionada o violentada en bastantes ocasiones. Encabalgamientos abruptos, sintaxis
descoyuntada, hipérbatos, neologismos, palabras deformadas, aparecen de vez en cuando. Por otro lado,
metáforas y símbolos truncados, sin desarrollar, o de significación muy personal o confusa son bastante
comunes. Son las características típicas de la poesía vanguardista de las primeras décadas del siglo XX,
algunas de ellas heredadas por la poesía actual. Su eficacia estética es discutible.
El poema XXIII de Trilce es un emocionado recuerdo de la madre del yo poético. Pero es también un
grito desesperado contra el egoísmo y el dolor de sentirse maltratado por “todos”. El poeta anhela recuperar a
su madre para que le proporcione el amor que ya no puede tener. La madre era como una tahona donde se
producía el alimento necesario para la vida de los hijos.

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XXVIII

He almorzado solo ahora, y no he tenido


madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.

Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir


de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.

A la mesa de un buen amigo he almorzado


con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.

El yantar de estas mesas así, en que se prueba


amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el brocado que no brinda la
MADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,


y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.

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Análisis

I. VOCABULARIO:

Ofertorio
1. m. Rel. Parte de la misa, en la cual, antes de consagrar, el sacerdote
ofrece a Dios la hostia y el vino del cáliz.

Nonada
1. f. Cosa de insignificante valor.

Tordillo/ lla.
adj. Dicho de una caballería: torda.

Torda.
1. adj. Dicho de una caballería: Que tiene el pelo mezclado de negro y blanco, como el plumaje del tordo.

Bisbiseando.
1. tr. coloq. musitar.

Musitar.
1. intr. Susurrar o hablar entre dientes.

Tiroriro.
Sonido de los instrumentos musicales de boca.

Yantar .tr. ant. Comer al mediodía.

Deglusión: Marc Martos y Elsa Villanueva (1989, p. 169) sostienen que este es un error ortográfico, pues
la escritura correcta es “deglución”.

 Hiel
1. f. bilis (‖ jugo amarillento).
2. f. Amargura, aspereza o desabrimiento.

Funéreo adj. poét. Perteneciente o relativo a los difuntos.

II. ANÁLISIS

v3-v4: ...facundo ofertorio de choclos, hace referencia a la oración en el momento de la comida.


También, puede referirse a la escena de la consagración del pan y el vino.
v5: …los broches mayores del sonido, se refiere a los hermanos mayores.
v6-v7: como me iba a servir/ de tales platos distantes. Nos expresa que el yo lirico no puede comer
de esos platos, debido a que se siente incapaz de compartir el momento de la cena, pues no
tiene a su familia.
v8: habrase quebrado el propio hogar. Hace referencia a la disociación de los integrantes de una
familia.
v9: cuando no asoma ni madre a los labios. Nos da a entender que el yo poético no menciona a su
madre debido a que esta ha fallecido.
v12: padre recién llegado del mundo. Trata de expresar la llegada del padre del trabajo.
v13-14: con sus canas tías que hablan/ en tordillo retinte de porcelana. Refiere a la vejez
representada en la persona que está sentada en la mesa con él en esos momentos.

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v15: bisbiseando por todos sus viudos alveolos. Hace referencia al sonido producido por una
persona de avanzada edad que no posee dentadura.
v16: cubiertos francos de alegres tiroriros. Nos expresa el sonido que se produce en la mesa
durante la comida.
v18-v19: y me han dolido los cuchillos/ de esa mesa en todo el paladar. El metalogismo expresa
el dolor causado por la unión que observa en esa familia durante la cena.
v20: el yantar de estas mesas. Alude al momento de la cena.
v22-v23: torna tierra el bocado que nos brinda la Madre. Expresa el dolor que siente al ingerir los
alimentos por la falta de la madre.
v24: hace golpe la dura deglusión. Expresa ese nudo en la garganta que se siente cuando existe una
pena muy grande.
v24-v25: el dulce, hiel; aceite funéreo, el café. Tanto el metalogismo (el dulce, hiel) como el meta
semema (aceite funéreo, café) expresan la sensación de dolor al momento de ingerir tales alimentos.
v28-v29: y el sírvete materno no sale de la tumba. Nos expresa que la preocupación y el amor de una
madre no se pueden apreciar cuando ella está muerta.

II. TEMA: La tristeza y soledad por la ausencia de la familia.

III. INTERPRETACIÓN
La primera estrofa del poema XXVIII nos presenta a un yo lírico rodeado de una atmósfera
de orfandad “He almorzado solo ahora...”, debido a la ausencia permanente de la madre dentro de su
memorado hogar (“... y no he tenido madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,...).La figura materna, en
este poema, como en otros de César Vallejo, es retratada como el pilar de la familia, pues imparte
calor, amor, seguridad, confianza, ternura, comprensión y apoyo incondicional a todos los integrantes
de su entorno familiar. En segundo plano, presenta a su padre, a quien lo describe como aquel que
brinda orden, unión y respeto dentro del núcleo familiar.
Así se infiere de los versos 4, 5 y 6: “ni padre que, en el facundo ofertorio// de los choclos,
pregunte para su tardanza// de imagen, por los broches mayores del sonido...”, en los que indaga,
durante la cena, por los hijos mayores. Los sentimientos del yo poético se hacen evidentes, en los
primeros versos de la segunda estrofa, al ejemplificarlos a través de situaciones en las que podemos
apreciar su impotencia y abandono ante la soledad: “Cómo me iba a servir de tales platos distantes
esas cosas”. Por la mitología del autor, sabemos que uno de los eventos que motivó el estilo original
de Trilce fue la muerte de la madre de César Vallejo, acontecida el 9 de agosto de 1918. Así lo sostiene
Gonzales, Ricardo: “...Pero el impacto de este hecho dolorosísimo, que privó a César de la de la
persona a la que más ardientemente amó e idealizó en su vida, se vuelca con un desgarramiento
y una ternura insondable (de las mayores en la poesía universal) en Trilce (1995, p 61).
La voz lirica nos presenta, a partir de lo expuesto, la figura de un hogar disgregado,
especialmente por la ausencia de la madre, “cuando no asoma ni madre a los labios”. La sentida falta,
aflora en el poeta un sentimiento de abandono y orfandad. En la tercera estrofa, la voz lírica
hace explícita la situación que ha generado los sentimientos antes descritos. Se encuentra cenando
en la casa de un amigo, en donde ha presenciado el amor hogareño, el afecto maternal y la
llegada del padre del trabajo (“con su padre recién llegado del mundo”), lo que le ha motivado la
evocación de los momentos en los que él compartía con su familia en la casa provinciana y que
ya no volverán (“y no he tenido madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua”).
En este punto, concordamos con Martos y Villanueva (1989, p.170) en cuanto a que este ambiente
contrasta con su definitivo desarraigo, debido a que podemos encontrar la antítesis de las escenas
de la cena con el amigo del poeta, que muestra su unión familiar, en oposición a la situación de
desamparo en la que se halla el yo poético. Además, en el verso 16, los sonidos producidos por los
integrantes de la mesa (“cubiertos francos de alegres tiroriros”) en la que se encuentra, originan
en él un gran dolor, pues intensifica su situación de orfandad.
Según Monique J. Lemaitre “...canas tías que hablan en tordillo retinte de porcelana...” hace
referencia a las conversaciones de las tías del amigo anfitrión. Sin embargo, nosotros sostenemos
que estos hacen referencia a la vejez de la persona que está sentada en la mesa con él en esos
momentos. El hablante lírico que percibe el amor de aquel hogar, siente que no va dirigido hacia él
(“amor ajeno en vez del propio amor”). Según Lemaitre Monique (2001, p. 111), la madre se convierte
en lo opuesto a todo lo ausente en la mesa. Por ello, los alimentos recibidos se tornan en amargos (“el
dulce, hiel; aceite funéreo, el café”) y le producen un profundo dolor, pues simbolizan la pérdida
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maternal.

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Según Ricardo Gonzales Vigil, la voz lírica pertenece a un hombre desamparado que se encuentra
en un estado de vacío espiritual que desrealiza los alimentos, donde las viandas dejan de ser
sustancia de vida para convertirse en signo y evocación de la muerte, posteriormente el hablante
siente un nudo en la garganta como síntoma de la angustia vivida. En la última estrofa, el yo poético
perfila la idea de resignación ante la defunción de su madre “...y él sírvete materno no sale de
la tumba...”, recordando, en primera instancia, el hogar ya disgregado que necesita de ese amor que
solo lo puede prodigar la figura materna (“la cocina a oscuras, la miseria de amor”). Del poema
se infiere que el yo lírico busca el cariño y la comprensión de las personas cercanas a él, pues
ha perdido a su madre, símbolo de familia. Tiene la intención, además de intentar producir, en cada
uno de sus lectores, que se identifiquen con la situación de orfandad que pretende enfocar y nos da a
entender que el amor de la familia, en especial el de una madre, no puede ser reemplazado por otro.

IV. VALORACIÓN
El poema es nostálgico y enternecedor. En él se expresa la falta de amor que siente un hijo que ha
perdido a su madre. Este calvario se manifiesta con mayor intensidad en la cena, la cual trae a la
mente del hablante lírico recuerdos vividos en el seno familiar. Podemos decir que los
momentos aludidos contienen una notoria presencia maternal. El tema tratado es universal, debido
a que todo ser pierde, en algún momento de la vida, a sus seres queridos. En especial, el dolor es
intenso cuando se trata del ser que te dio la vida. Además, presenta sentimientos intimistas, los que se
hacen obvios a partir del dolor por la evocación de las vivencias familiares. Este poema es
considerado como uno de los que hacen evidente los sentimientos de desarraigo, crisis y
angustia (Gonzales, p. 61), producto de uno de los hechos que más hondamente trastocó el alma del
poeta: la muerte de la madre, de ahí que la temática abordada, desde nuestra perspectiva, se encuentre
vigente. El dolor sufrido, que se hace evidente en este poema, lo podemos hallar en millones de
personas a las que les genera, indefectiblemente, una situación de soledad y abandono. Esta se
produce, en ocasiones, por la ausencia familiar, la que hemos vivido los que, en algún momento,
abandonamos el hogar en busca de mejores condiciones de vida. Estos sentimientos, incluso, los
podemos comparar con el sufrimiento que muchos hombres pasan en la actualidad en el resto del
mundo. Aquellas personas desamparadas de los albergues, quienes anhelan el amor y calor familiar,
los que, muy probablemente, al presenciar escenas de cariño de hogar sufren al comparar esta situación
con la que ellos viven.

IX

Vusco volvvver de golpe el golpe.


Sus dos hojas anchas, su válvula
que se abre en suculenta recepción
de multiplicando a multiplicador,
su condición excelente para el placer,
todo avía verdad.

Busco volvver de golpe el golpe.


A su halago, enveto bolivarianas fragosidades
a treintidós cables y sus múltiples,
se arrequintan pelo por pelo
soberanos belfos, los dos tomos de la Obra,
y no vivo entonces ausencia,
                    ni al tacto.

Fallo bolver de golpe el golpe.


No ensillaremos jamás el toroso Vaveo
de egoísmo y de aquel ludir mortal
de sábana,
desque la mujer esta
                    ¡cuánto pesa de general!

Y hembra es el alma de la ausente.


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Y hembra es el alma mía.

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La sexualidad en los poemas vallejianos, la fuerza centrífuga que promueve y perpetúa la multiplicidad
y la dispersión de la existencia. En tanto principio del placer el ejercicio de la sexualidad destierra
porque concibe, propaga, multiplica, diferencia, transforma lo simple, original y homogéneo en series
de complejos heterogéneos. El amor se ensombrece, ya que el placer lo deporta hacia una angustia
elemental que Vallejo deposita en el amor carnal.

El principio del placer propaga y multiplica también en Vallejo las posibilidades expresivas de su
escritura. Los juegos lingüísticos muestran la arbitrariedad del signo, multiplican los sentidos, llaman
la atención sobre la dimensión significante de la lengua. Comportan también la ampliación del material
lingüístico seleccionado (el vocabulario) y del universo de lo poéticamente decible. Los poemas
incorporan acciones banales, situaciones domésticas, dificultades cotidianas, referencias corporales,
funciones orgánicas, elementos todos desestimados por el canon literario precedente.

Referencias:

Delgado, J. (2020). Análisis temático de Trilce. Revista Tierra nuestra. 14(2), pp. 44-53.
https://revistas.lamolina.edu.pe/index.php/tnu/article/view/1637

Llórente, M. (2005). Oralidad y sentido en Trilce, de César Vallejo. Revista de humanidades. 1 (18), pp.
105-132. https://www.redalyc.org/pdf/384/38411394004.pdf

Waldegaray, M. (2022). Materialidad lingüística y humanidad del lenguaje en César Vallejo (análisis de
dos poemas de TRILCE). https://webs.ucm.es/info/especulo/numero20/vallejo

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