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Lectio Divina

Escuchando
a Dios
Objetivo
Impulsar el encuentro y la escucha a Dios que nos llama y envía.

Introducción
Durante este tiempo de preparación nos hemos dejado animar, vivificar y alegrar por la acción
del Espíritu presente en la historia y en cada miembro de esta Familia EMJ, en el que nos ha
acompañado el lema “Caminemos juntas-os con María, para hacer lo que Él nos diga”.

Ha llegado el momento de interiorizar estas palabras tan sencillas y profundas de María, “Hacer
lo que Él nos diga”, que -por supuesto- requiere una primera disposición, es decir, la escucha. Con
fe y esperanza, iniciamos esta Segunda Etapa, la Etapa de Escucha, y en esta primera semana de
reflexión, al momento de la escucha a Dios, Palabra que se comunica y provoca a los hombres;
hagámoslo en una actitud de acogida atenta y humilde, a ejemplo de María, para estar dispuestas-
os a dejar actuar el donde su Espíritu, a través del resonar de todas las voces de sus hijos e hijas,
y, así, reflejar lo más fielmente posible la voluntad de Dios en el hoy, ahí donde los signos del
Espíritu y la Palabra siguen reclamando la presencia de su amor misericordioso.

Tengamos en cuenta algunas disposiciones como:


• Estipular un lugar solitario y silencioso.
• Procurar un tiempo establecido.
• Ambientar con las Sagradas Escrituras y una vela encendida al centro, además del logo del
X Capítulo General.
• Que cada hermana-o tenga a la mano la Biblia.
• Disposición personal con todo el cuerpo receptivo a la presencia de Dios, realizando -si
se cree conveniente- algunos ejercicios de relajación y de quietud que favorezcan el
abandono en Dios.
Nos asomamos a las primeras luces del alba
Hoy es un día importante en nuestro caminar hacia las primeras luces del alba de nuestra etapa de
escucha a Dios, y es necesario realizar un éxodo valiente, audaz, esperanzador, de mi “yo” oscuro
hacia el “Yo” radiante del Resucitado.

De camino, siempre surgen voces interiores, las escucho y las ordeno.

Trato de hacerme consciente de mis pensamientos y sentimientos, y, ante los sentires adversos, me
reconozco como frágil, indigente, necesitada-o, sedienta-o de volver a encontrarme con el Amado.

Ahora, invocamos al Espíritu de Dios, a la Ruâh Divina, de forma pausada, a una sola voz, sintiendo
cada palabra:

Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo,


tú que realizas la encarnación de la Palabra en nuestro corazón,
guíanos durante este momento de escucha de Dios en su Palabra,
para sentarnos a los pies de ella y escucharla con el corazón,
de tal manera que nos dejemos transformar,
que tu acción humanice nuestra consagración,
fortalezca nuestros vínculos de comunión
y nos haga salir en la misión que se nos confía.
Que esta Palabra se encarne en actitudes nuevas,
que ponga luz a nuestra mirada,
palabras sabias en nuestros labios
y fuego en nuestro corazón.Amén.

Finalmente, recordando que, la escucha es un arte, es ascética, es espiritualidad, es don; que nace
de la intención de Dios, que lo compromete como Padre nuestro; debemos hacer nuestra su
Palabra y dejar que nos siga impulsando a una nueva salida misionera; Jesús ha sido oyente
contemplativo, Él es, por tanto, misión y anuncio, porque la escucha no lo dejó replegado en sí
mismo. Dejemos, pues, este momento para hacer silencio con todo nuestro cuerpo receptivo a
la presencia de Dios y respondamos: ¿Qué voces positivas y negativas me habitan al iniciar este
momento de oración? (Escríbelo en una hoja).

Tiempo de hacer amanecer la Palabra


LECTURA ORANTE: ¿Qué dice el texto?

Para este momento:


• Se delegará con anticipación a la persona que realizará la lectura.
• Se repasará, únicamente con la mirada, una o dos veces el texto.
• Trataremos de sentipensar lo que dice el texto.
Del primer libro de Samuel 3, 1-10
El joven Samuel servía a Yavé bajo la mirada de Helí. En este tiempo la palabra de
Yavé era muy rara y las visiones poco frecuentes.
Ese día estaba Helí acostado en su cama; sus ojos estaban tan débiles que ya no
veía. Todavía no se había apagado la lámpara de Dios y Samuel estaba acostado en
el santuario de Yavé, allí donde estaba el arca de Dios. Yavé lo llamó: «¡Samuel!
¡Samuel!» Respondió: «Aquí estoy». Corrió donde Helí y le dijo: «Aquí estoy ya
que me llamaste». Helí le respondió: «Yo no te he llamado, vuelve a acostarte». Y
Samuel se fue a acostar. Yavé lo llamó de nuevo: «¡Samuel! ¡Samuel!». Se levantó y
se presentó ante Helí: «Aquí estoy, le dijo, puesto que tú me llamaste». Helí le
respondió: «Yo no te he llamado, hijo mío, vuelve a acostarte».
Samuel no conocía todavía a Yavé: la palabra de Yavé no le había sido todavía
revelada. Cuando Yavé llamó a Samuel por tercera vez, se levantó y fue a ver a Helí:
«Aquí estoy, le dijo, ya que me llamaste». Helí comprendió entonces que era Yavé
quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda a acostarte; si te llaman,
responde: ‘Habla, Yavé, que tu servidor escucha’». Y Samuel volvió a acostarse.
Yavé entró, se detuvo y llamó igual que las veces anteriores: «¡Samuel! ¡Samuel!»
Samuel respondió: «Habla, que tu servidor escucha».
Palabra de Dios.

Por el actuar de la Ruâh Divina, dejamos amanecer la Palabra en nuestro ser, apropiándonos de
algunas expresiones de este texto, subrayando o memorizando. Podemos compartirlas en
Comunidad, en voz alta, a manera de eco.

Tiempo de meditar
MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?

“La meditación comunitaria de la Biblia tiene un gran valor. Hecha según las posibilidades y las
circunstancias de la vida de comunidad, lleva al gozo de compartir la riqueza descubierta en la Palabra
de Dios, gracias a la cual los hermanos y las hermanas crecen juntos y se ayudan a progresar en la vida
espiritual” (Exhortación Apostólica Post-Sinodal, “Vida Consagrada”, San Juan Pablo II, n. 94).

Para favorecer nuestra meditación, tomemos en cuenta algunas consideraciones:


• En un primer momento, la Palabra nos dice: "La lámpara de Dios aún no se había apagado".
Encontramos el hilo de la esperanza, encerrado en la lámpara de Dios aún encendida, es
decir, signos positivos entrelazados con los negativos. Nosotras-os también en esta historia
oscura, aún tenemos algo de luz. Alguien vela lo suficiente lo mismo que Elí y Samuel.
• Por otra parte, cada una-o de nosotras-os se siente interpelado a la luz de esta Palabra
pues descubrimos la acción de Dios que llama en medio de las realidades que hoy vivimos,
aunque al igual que Samuel, que vive en el Templo, nosotras-os que hemos sido llamadas-
os a una vocación especifica de Consagrarnos para estar con Él, en su Casa, para después
enviarnos a predicar (Mc 3, 13), podríamos haber dejado de reconocer la voz de Dios en
nuestra historia personal, en la de las personas que nos rodean y en la de los clamores de
la humanidad, y por lo tanto confundirla y prestar más atención a otras más “familiares”,
como pudieran ser nuestras propias voces, envueltas de egoísmo, amor propio, intereses
personales, orgullo, indiferencia, injusticia, etc.
• Tres veces llama Dios. Es el esfuerzo de Dios por despertarnos del sueño, el esfuerzo por
sacarnos de la noche, por nuestra falta de experiencia madura, plena, intensa de Dios y de
verdadero compromiso hacia nuestro prójimo y su salvación. Elí media aquí y ayuda a
Samuel a discernir la voz de Dios.
• Gracias al discernimiento, en el que es acompañado por Elí, Samuel es consciente de que
es Dios quien le llama. Hoy también nosotras-os volvemos a dejarnos impulsar hacia el
encuentro y escucha de Dios que nos llama y envía, renovamos nuestra llamada, a través
del discernimiento de nuestro carisma en la actualidad, de la misión de nuestro propio
Instituto en la Iglesia y en el mundo, y de todas las voces de la humanidad, en la respuesta
de Samuel: “Habla Señor, tu siervo escucha”.

Algunos cuestionamientos que nos pueden ayudar para la meditación personal:


• ¿Qué me dice a mí este texto?
• ¿Qué me molesta de este texto?
• ¿Por qué esto no me interesa?
• ¿Qué me agrada?
• ¿Por qué me atrae?

Escribo en una hoja la invitación principal que me hace el Espíritu a través de este texto.

Tiempo para orar


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios con este texto?

Después de haber interiorizado la Palabra en nuestro corazón, es momento de dejarnos


transformar en humanidad nueva, de aprender actitudes más humanas y humanizantes al estilo de
Jesús, presencia visible, concreta y cierta del Padre.

Como una antesala de mi oración personal, dejo nacer pensamientos y sentimientos con la ayuda
de las siguientes preguntas:
• ¿Cómo descubro la acción de Dios llamando hoy en mi vida?
• ¿Cómo es mi escucha a Dios que me habla en su Palabra, en cada situación personal,
comunitaria, eclesial y social?

Ahora, dejo que el corazón se encuentre con el Amado, intercambio miradas con Él, permito que
fluyan pensamientos y sentimientos, le hablo desde mis sueños más profundos para este tiempo
que está a punto de acontecer (X Capítulo General), desde el reconocimiento de todo mi ser,
escribo mi oración.

Para terminar este momento, en Comunidad, cantamos:


https://www.youtube.com/watch?v=9JhpnwhwMtQ
Tiempo para vivir el movimiento de la escucha a Dios
CONTEMPLACIÓN-ACCIÓN: ¿Qué veo-escucho que Dios me pide a través del texto?

¡Es hora de ver-escuchar a la manera de Samuel! Es decir, por encima de la noche, de la


inexperiencia, de no reconocer la voz de Dios, etc., pero estando en la Casa de Dios, dejándonos
alumbrar por la lámpara de Dios que no se apaga y, sobre todo, atendiendo a la voz del Amado
que llama por el propio nombre, no una, ni tres veces, sino siempre.

Dejemos que esta presencia de Dios sea, también, voz de Elí; es decir, de las-os Hermanas-os con
quienes compartimos a diario la vida y la misión.

Rezamos juntas-os
Soñemos que otro corazón humano es posible, que mi corazón hoy es transformado,
quedándonos con la firme convicción de que algunos aspectos y actitudes personales, algunas
dimensiones comunitarias, y algunos niveles de vivencia del carisma, deben ser convertidos, ¿cuáles
son esos aspectos personales, comunitarios y carismáticos? Compartimos a manera de preces
comunitarias.

Finalizamos nuestro momento orante con la Oración del X Capítulo General:


Padre Bueno, te damos gracias por llamarnos a ser las esclavas misioneras de tu Hijo
Jesús.
Envíanos a tu Espíritu Santo, que nos inspire y nos guíe para seguir los caminos que
debemos recorrer juntos en este tiempo de preparación a nuestro X Capítulo General.
Te lo pedimos por intercesión de Santa María Madre de Dios, que nos pide hacer lo que
tu Hijo Jesús nos diga.
Amén.

Cantamos:
https://youtu.be/9PvrjZ2JG8k

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