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Escuchando
a Dios
Objetivo
Impulsar el encuentro y la escucha a Dios que nos llama y envía.
Introducción
Durante este tiempo de preparación nos hemos dejado animar, vivificar y alegrar por la acción
del Espíritu presente en la historia y en cada miembro de esta Familia EMJ, en el que nos ha
acompañado el lema “Caminemos juntas-os con María, para hacer lo que Él nos diga”.
Ha llegado el momento de interiorizar estas palabras tan sencillas y profundas de María, “Hacer
lo que Él nos diga”, que -por supuesto- requiere una primera disposición, es decir, la escucha. Con
fe y esperanza, iniciamos esta Segunda Etapa, la Etapa de Escucha, y en esta primera semana de
reflexión, al momento de la escucha a Dios, Palabra que se comunica y provoca a los hombres;
hagámoslo en una actitud de acogida atenta y humilde, a ejemplo de María, para estar dispuestas-
os a dejar actuar el donde su Espíritu, a través del resonar de todas las voces de sus hijos e hijas,
y, así, reflejar lo más fielmente posible la voluntad de Dios en el hoy, ahí donde los signos del
Espíritu y la Palabra siguen reclamando la presencia de su amor misericordioso.
Trato de hacerme consciente de mis pensamientos y sentimientos, y, ante los sentires adversos, me
reconozco como frágil, indigente, necesitada-o, sedienta-o de volver a encontrarme con el Amado.
Ahora, invocamos al Espíritu de Dios, a la Ruâh Divina, de forma pausada, a una sola voz, sintiendo
cada palabra:
Finalmente, recordando que, la escucha es un arte, es ascética, es espiritualidad, es don; que nace
de la intención de Dios, que lo compromete como Padre nuestro; debemos hacer nuestra su
Palabra y dejar que nos siga impulsando a una nueva salida misionera; Jesús ha sido oyente
contemplativo, Él es, por tanto, misión y anuncio, porque la escucha no lo dejó replegado en sí
mismo. Dejemos, pues, este momento para hacer silencio con todo nuestro cuerpo receptivo a
la presencia de Dios y respondamos: ¿Qué voces positivas y negativas me habitan al iniciar este
momento de oración? (Escríbelo en una hoja).
Por el actuar de la Ruâh Divina, dejamos amanecer la Palabra en nuestro ser, apropiándonos de
algunas expresiones de este texto, subrayando o memorizando. Podemos compartirlas en
Comunidad, en voz alta, a manera de eco.
Tiempo de meditar
MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?
“La meditación comunitaria de la Biblia tiene un gran valor. Hecha según las posibilidades y las
circunstancias de la vida de comunidad, lleva al gozo de compartir la riqueza descubierta en la Palabra
de Dios, gracias a la cual los hermanos y las hermanas crecen juntos y se ayudan a progresar en la vida
espiritual” (Exhortación Apostólica Post-Sinodal, “Vida Consagrada”, San Juan Pablo II, n. 94).
Escribo en una hoja la invitación principal que me hace el Espíritu a través de este texto.
Como una antesala de mi oración personal, dejo nacer pensamientos y sentimientos con la ayuda
de las siguientes preguntas:
• ¿Cómo descubro la acción de Dios llamando hoy en mi vida?
• ¿Cómo es mi escucha a Dios que me habla en su Palabra, en cada situación personal,
comunitaria, eclesial y social?
Ahora, dejo que el corazón se encuentre con el Amado, intercambio miradas con Él, permito que
fluyan pensamientos y sentimientos, le hablo desde mis sueños más profundos para este tiempo
que está a punto de acontecer (X Capítulo General), desde el reconocimiento de todo mi ser,
escribo mi oración.
Dejemos que esta presencia de Dios sea, también, voz de Elí; es decir, de las-os Hermanas-os con
quienes compartimos a diario la vida y la misión.
Rezamos juntas-os
Soñemos que otro corazón humano es posible, que mi corazón hoy es transformado,
quedándonos con la firme convicción de que algunos aspectos y actitudes personales, algunas
dimensiones comunitarias, y algunos niveles de vivencia del carisma, deben ser convertidos, ¿cuáles
son esos aspectos personales, comunitarios y carismáticos? Compartimos a manera de preces
comunitarias.
Cantamos:
https://youtu.be/9PvrjZ2JG8k