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TECNICAS DE LA COMUNICACIÓN
«Ya lo sé», dijo uno de ellos. «¡Palpémoslo!». «Buena idea», dijeron los demás. «Ahora
sabremos como es un elefante». Así, los seis sabios fueron a «ver» al elefante. El primero
palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia adelante y hacia
atrás. «El elefante es como un gran ventilador», gritó el primer hombre. El segundo tanteó las
patas del elefante. «Es como un árbol», exclamó.
«Ambos estáis equivocados», dijo el tercer hombre. «El elefante es como una soga». Éste le
había examinado la cola.
Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló: «El elefante
es como una lanza».
«No, no», gritó el quinto hombre. «Él es como un alto muro», había estado palpando el
costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante. «Estáis todos
equivocados», dijo. «El elefante es como una serpiente».
«Estáis equivocados».
«Estoy en lo cierto».
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse de
acuerdo sobre cómo era el elefante.
Responda a las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué cada sabio piensa que el elefante es una cosa diferente?
Porque cada sabio palpeaba diferentes partes del cuerpo del elefante
2. ¿Qué tendría que pasar para que puedan conocer cómo es realmente el elefante?
Tendrían que cada uno tocar las mismas partes que los otros tocaron y así lograr
ponerse de acuerdo ya que el elefante contiene todas esas características que se
han mencionado.
Comenta:
Fue cuando estaba en el colegio en hora de recreo, cuando una de mis compañeras llamada
Micaela no encontraba su lapicero. Por su desesperación, como yo me sentaba adelante me
empezó a echar la culpa. Y de tanto de estar echándome la culpa yo le dije que se calmara y
que revisara bien entre sus cosas. Después de unos minutos empezó a buscar en sus cosas y
lo encontró; el lapicero se encontraba en su cartuchera.
b) ¿Qué fue lo que pensaste, interpretaste o qué intención asumiste en
ese momento?
Me quede sorprendida y confundida porque me estaba echándome la culpa sin tener pruebas,
pero yo le puse en su lugar diciéndole que se calme y que busque bien.
No me sentí mal, porque yo sabía que yo en ningún momento me acerca a su mesa y lo que
hice fue que se calmara y le hablé de una manera apropiada.