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Por qué el libertarismo no es la respuesta

a los problemas de Argentina


Why libertarianism is not the answer to Argentina's problems

Pablo Carrión
Universidad Nacional de La Matanza

Resumen

El libertarismo es una corriente política que defiende la libertad individual, el


mercado libre y la propiedad privada como principios fundamentales para el orden social.
En Argentina, el libertarismo ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente de
la mano de Javier Milei, un economista mediático que se postula como candidato a
presidente para las elecciones del 2023. En este artículo se analizan las principales
propuestas y argumentos de los libertarios argentinos, y se cuestiona su viabilidad y
conveniencia para el país. Se sostiene que el libertarismo es una ideología utópica,
dogmática e insensible a los problemas sociales y económicos que aquejan a la
Argentina, y que su aplicación implicaría un retroceso histórico y una profundización de
las desigualdades y la exclusión.

Abstract

Libertarianism is a political current that defends individual freedom, the free market
and private property as fundamental principles for the social order. In Argentina,
libertarianism has gained relevance in recent years, especially thanks to Javier Milei, a
media economist who is running as a candidate for president for the 2023 elections. This
article analyzes the main proposals and arguments of libertarians Argentines, and their
viability and suitability for the country are questioned. It is argued that libertarianism is a
utopian, dogmatic and insensitive ideology to the social and economic problems that afflict
Argentina, and that its application would imply a historical setback and a deepening of
inequalities and exclusion.

Keywords

Libertarismo, Argentina, mercado libre, propiedad privada, Estado, gasto público, Banco
Central, comercio exterior, inflación, endeudamiento, desigualdad, exclusión, política
económica, política social, soberanía monetaria, soberanía nacional, desarrollo humano,
solidaridad, cooperación, administración pública,
Introducción

El libertarismo es una corriente política que se basa en el principio de la no


agresión, según el cual nadie tiene derecho a iniciar o amenazar con el uso de la fuerza
contra la persona o la propiedad de otro. Los libertarios defienden la libertad individual
como el valor supremo, y consideran que el Estado es una institución coercitiva e
innecesaria que viola los derechos naturales de las personas. Por ello, abogan por reducir
al mínimo o eliminar por completo el Estado y sus funciones, y dejar que el mercado libre
y la propiedad privada regulen las relaciones sociales y económicas. Los libertarios se
inspiran en autores como Adam Smith, Friedrich Hayek o Milton Friedman, pertenecientes
a la escuela liberal clásica o a la escuela austríaca de economía.

En Argentina, el libertarismo ha ganado popularidad en los últimos años, sobre


todo entre los sectores más jóvenes y urbanos. Uno de los principales referentes del
movimiento es Javier Milei, un economista que se caracteriza por su verborragia, su estilo
provocador y sus críticas virulentas al Estado, al peronismo y al keynesianismo. Milei se
ha convertido en un fenómeno mediático y en un líder político que aspira a llegar a la
presidencia en las elecciones del 2023. Su partido, el Partido Libertario (PL), forma parte
de la coalición La Libertad Avanza, que obtuvo un 17% de los votos en las elecciones
legislativas del 2021 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), logrando así su
primera banca en el Congreso Nacional.

El objetivo de este artículo es analizar las principales propuestas y argumentos de


los libertarios argentinos, y cuestionar su viabilidad y conveniencia para el país. Se parte
de la hipótesis de que el libertarismo es una ideología utópica, dogmática e insensible a
los problemas sociales y económicos que aquejan a la Argentina, y que su aplicación
implicaría un retroceso histórico y una profundización de las desigualdades y la exclusión.
Para ello, se revisan algunas de las fuentes teóricas y empíricas que sustentan o refutan
las tesis libertarias, y se contrastan con la realidad argentina actual.

Desarrollo

El Estado como enemigo

Uno de los pilares del pensamiento libertario es el rechazo al Estado como una
entidad legítima y necesaria para el orden social. Los libertarios consideran que el Estado
es una invención del maligno1, que viola sistemáticamente los derechos naturales de las
personas al imponerles impuestos, regulaciones, leyes y servicios públicos. Según ellos,
el Estado es ineficiente, corrupto y despilfarrador, y solo sirve para beneficiar a una casta

1
Fiore Viani G. (2021). Milei y los libertarios: una corriente (no tan) nueva en la política argentina.
https://agendapublica.elpais.com/noticia/17145/milei-libertarios-corriente-no-tan-nueva-politica-argentina#:~:t
ext=Milei%2C%20que%20no%20oculta%20sus%20creencias%20religiosas%2C%20ha,los%20pensadores
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política parasitaria que vive a costa de los ciudadanos productivos. Por ello, proponen
reducir al mínimo o abolir por completo el Estado y sus funciones2, y dejar que el mercado
libre y la propiedad privada sean los únicos reguladores de la sociedad. Así, los individuos
podrían ejercer plenamente su libertad y responsabilidad, y cooperar voluntariamente
entre sí sin la intervención de un poder centralizado.

Sin embargo, esta visión del Estado como un enemigo de la libertad y el progreso
es cuestionable desde varios puntos de vista. En primer lugar, se basa en una concepción
idealizada y abstracta de los derechos naturales, que no tiene en cuenta el contexto
histórico y social en el que se desarrollan las relaciones humanas. Los derechos naturales
no son algo dado e inmutable, sino que son el resultado de procesos de lucha y
negociación entre distintos actores sociales que buscan reconocimiento y protección. El
Estado no es una entidad externa y ajena a la sociedad, sino que es una expresión de la
voluntad colectiva y una forma de organización política que busca garantizar el bien
común y la convivencia pacífica. El Estado no solo limita la libertad individual, sino que
también la posibilita y la amplía, al proveer bienes y servicios públicos que satisfacen
necesidades básicas y promueven el desarrollo humano.

En segundo lugar, se basa en una concepción simplista y dogmática del mercado


libre, que ignora las asimetrías de poder e información que existen entre los agentes
económicos. El mercado libre no es un mecanismo natural e infalible que asigna
óptimamente los recursos y beneficia a todos por igual, sino que es una construcción
social e histórica que está sujeta a fallas e imperfecciones. El mercado libre puede
generar externalidades negativas, como la contaminación ambiental o la exclusión social,
que afectan a terceros que no participan en las transacciones. El mercado libre puede
generar situaciones de monopolio u oligopolio, que distorsionan la competencia y
perjudican a los consumidores. El mercado libre puede generar desigualdades crecientes,
que socavan la cohesión social y la democracia. Por ello, el Estado tiene un rol
fundamental en regular el mercado libre y corregir sus fallas, mediante políticas públicas
que busquen el equilibrio entre la eficiencia económica y la justicia social.

En tercer lugar, se basa en una concepción individualista e insensible de la


sociedad, que desprecia los valores de solidaridad y cooperación que sustentan el tejido
social. Los libertarios asumen que los individuos son seres racionales y egoístas, que solo
buscan maximizar su utilidad personal sin importarles el bienestar de los demás. Los
libertarios niegan la existencia de problemas sociales estructurales, como la pobreza, la
desocupación o la violencia, y los atribuyen a las fallas personales o a las interferencias
estatales. Los libertarios rechazan cualquier forma de redistribución de la riqueza o de
protección social, y consideran que cada uno debe hacerse cargo de su propia situación
sin esperar ayuda o solidaridad de nadie. Esta visión de la sociedad es profundamente
antisocial y antihumana, ya que desconoce la interdependencia y la diversidad que
caracterizan a las sociedades complejas y plurales.

2
Milei y los libertarios: una corriente (no tan) nueva en la política ....
https://agendapublica.elpais.com/noticia/17145/milei-libertarios-corriente-no-tan-nueva-politica-argentina
El caso argentino

El libertarismo no solo es una ideología cuestionable desde un punto de vista


teórico y ético, sino también desde un punto de vista empírico y práctico. En el caso
argentino, se puede observar cómo las propuestas y argumentos de los libertarios son
inviables e inconvenientes para el país. A continuación se analizan algunos ejemplos.

La eliminación del Banco Central

Una de las propuestas más radicales de los libertarios argentinos es la eliminación


del Banco Central (BCRA), al que consideran responsable de la inflación crónica y el
endeudamiento público del país. Según ellos, el BCRA es una entidad estatista que emite
dinero sin respaldo para financiar el gasto público descontrolado, generando así una
pérdida del valor del peso argentino y una suba generalizada de precios. Por ello,
proponen abolir el BCRA y dejar que el mercado determine libremente el tipo de cambio y
el tipo de interés. Asimismo, proponen adoptar una moneda extranjera, como el dólar o el
euro, o una moneda virtual, como el bitcoin, para reemplazar al peso argentino y evitar la
inflación.

Sin embargo, esta propuesta es inviable e inconveniente por varias razones. En


primer lugar, porque supone renunciar a la soberanía monetaria y a la capacidad de
implementar políticas monetarias y cambiarias que respondan a las necesidades y
objetivos del país. El BCRA no sólo tiene como función controlar la inflación, sino también
promover el crecimiento económico, el empleo y la estabilidad financiera. El BCRA tiene
herramientas para influir en el nivel de actividad, el crédito y el comercio exterior,
mediante la regulación de la oferta monetaria, el tipo de cambio y el tipo de interés. Si se
elimina el BCRA y se adopta una moneda extranjera o virtual, se pierde la posibilidad de
usar esas herramientas y se queda a merced de las fluctuaciones del mercado
internacional.

En segundo lugar, porque supone ignorar las causas estructurales de la inflación y


el endeudamiento en Argentina, que no se resuelven simplemente eliminando el BCRA.
La inflación y el endeudamiento son fenómenos complejos y multidimensionales, que
tienen que ver con factores como la baja productividad, la dependencia externa, la fuga de
capitales, la presión tributaria, la conflictividad social y la inestabilidad política. Estos
factores generan un desequilibrio entre la oferta y la demanda de bienes y servicios, y
entre los ingresos y los gastos del sector público. Eliminar el BCRA no soluciona estos
problemas, sino que los agrava, al quitarle al Estado una fuente de financiamiento y una
herramienta de política económica.

En tercer lugar, porque supone asumir los riesgos y costos de adoptar una moneda
extranjera o virtual, que pueden ser mayores que los beneficios. Adoptar una moneda
extranjera implica perder competitividad frente a los países que tienen una moneda propia
y pueden devaluarla para mejorar sus exportaciones. Adoptar una moneda virtual implica
asumir la volatilidad e incertidumbre que caracterizan a estas monedas, que no tienen un
respaldo legal ni institucional. Además, adoptar una moneda extranjera o virtual implica
renunciar a la identidad nacional y cultural que representa tener una moneda propia.

La reducción del gasto público

Otra de las propuestas más recurrentes de los libertarios argentinos es la reducción


del gasto público, al que consideran excesivo e ineficiente. Según ellos, el gasto público
es un despilfarro que genera déficit fiscal, inflación y endeudamiento. Por ello, proponen
recortar drásticamente el gasto público en áreas como educación, salud, seguridad social,
infraestructura y defensa. Asimismo, proponen eliminar o privatizar las empresas y
organismos públicos, y reducir o eliminar los impuestos que financian el gasto público. De
esta manera, se liberaría al sector privado de la carga impositiva y se estimularía la
inversión, el consumo y el empleo.

Sin embargo, esta propuesta es inviable e inconveniente por varias razones. En


primer lugar, porque supone desconocer el rol del gasto público como un instrumento de
política económica y social que busca mejorar el bienestar de la población. El gasto
público no es un despilfarro, sino una inversión que genera beneficios sociales y
económicos. El gasto público en educación mejora la calidad y la equidad del sistema
educativo, y aumenta el capital humano y la productividad. El gasto público en salud
mejora la calidad y la equidad del sistema sanitario, y previene y atiende las
enfermedades y las pandemias. El gasto público en seguridad social mejora la calidad y la
equidad del sistema previsional, y protege a los sectores más vulnerables de la pobreza y
la exclusión. El gasto público en infraestructura mejora la calidad y la equidad del acceso
a los servicios básicos, y facilita el transporte y la comunicación. El gasto público en
defensa mejora la calidad y la equidad de la seguridad nacional, y preserva la soberanía e
integridad territorial.

En segundo lugar, porque supone ignorar las consecuencias sociales y económicas


de reducir el gasto público en un contexto de crisis y recesión como el que atraviesa
Argentina. Reducir el gasto público implica reducir la demanda agregada, lo que puede
agravar la caída del nivel de actividad, el empleo y los ingresos. Reducir el gasto público
implica reducir la oferta de bienes y servicios públicos, lo que puede deteriorar la calidad
de vida de la población y generar conflictos sociales. Reducir el gasto público implica
reducir los recursos disponibles para atender las emergencias sanitarias, económicas o
ambientales que puedan surgir. Reducir el gasto público implica reducir la capacidad del
Estado para implementar políticas públicas que promuevan el desarrollo humano
sostenible e inclusivo.

En tercer lugar, porque supone asumir los riesgos y costos de eliminar o privatizar
las empresas y organismos públicos, que pueden ser mayores que los beneficios.
Eliminar o privatizar las empresas y organismos públicos implica perder el control
estratégico sobre sectores clave para el desarrollo nacional, como la energía, los
transportes o las comunicaciones. Eliminar o privatizar las empresas y organismos
públicos implica perder una fuente de ingresos para el Estado, que puede afectar su
capacidad financiera. Eliminar o privatizar las empresas y organismos públicos implica
perder una fuente de empleo para miles de trabajadores, que pueden quedar
desocupados o precarizados. Eliminar o privatizar las empresas y organismos públicos
implica perder una herramienta para regular el mercado y garantizar la competencia, la
calidad y la accesibilidad de los bienes y servicios públicos.

La eliminación de las restricciones al comercio exterior

Otra de las propuestas más habituales de los libertarios argentinos es la


eliminación de las restricciones al comercio exterior, al que consideran beneficioso e
indispensable para el crecimiento económico. Según ellos, las restricciones al comercio
exterior, como los aranceles, las cuotas, las licencias o las prohibiciones, son barreras que
impiden el libre intercambio de bienes y servicios entre los países, y que generan
distorsiones, ineficiencias y pérdidas de bienestar. Por ello, proponen eliminar todas las
restricciones al comercio exterior y abrir la economía al mercado mundial, sin ningún tipo
de protección o regulación. De esta manera, se lograría una mayor competencia, una
mayor variedad y calidad de productos, una mayor eficiencia en la asignación de recursos
y una mayor integración al mundo.

Sin embargo, esta propuesta es inviable e inconveniente por varias razones. En


primer lugar, porque supone desconocer la heterogeneidad y la asimetría que existe entre
los países en el comercio internacional. Los países no son iguales ni tienen las mismas
condiciones para competir en el mercado mundial. Los países desarrollados tienen
ventajas comparativas y competitivas frente a los países en desarrollo, debido a su mayor
nivel tecnológico, productivo e institucional. Los países desarrollados también tienen
políticas comerciales que protegen y subsidian a sus sectores estratégicos, como la
agricultura o la industria. Por ello, abrir la economía sin ningún tipo de protección o
regulación implica exponerse a una competencia desleal e injusta, que puede perjudicar a
los sectores productivos nacionales y generar un déficit comercial insostenible.

En segundo lugar, porque supone ignorar las consecuencias sociales y económicas


de eliminar las restricciones al comercio exterior en un contexto de dependencia y
vulnerabilidad externa como el que tiene Argentina. Eliminar las restricciones al comercio
exterior implica aumentar la demanda de divisas para importar bienes y servicios, lo que
puede generar una presión sobre el tipo de cambio y una fuga de capitales. Eliminar las
restricciones al comercio exterior implica reducir la oferta de divisas proveniente de las
exportaciones, lo que puede generar una escasez de reservas internacionales y una
restricción externa al crecimiento. Eliminar las restricciones al comercio exterior implica
reducir la protección a los sectores productivos nacionales, lo que puede generar una
desindustrialización, una pérdida de empleo y una primarización de la economía.
En tercer lugar, porque supone asumir los riesgos y costos de eliminar las
restricciones al comercio exterior, que pueden ser mayores que los beneficios. Eliminar
las restricciones al comercio exterior implica perder el control estratégico sobre los
recursos naturales y energéticos del país, que pueden ser explotados o apropiados por
intereses extranjeros. Eliminar las restricciones al comercio exterior implica perder la
capacidad de implementar políticas comerciales que respondan a los intereses y objetivos
nacionales, como el fomento a las exportaciones con valor agregado o la diversificación
de mercados. Eliminar las restricciones al comercio exterior implica perder la soberanía
nacional y la autonomía política frente a los organismos internacionales y los países
centrales, que pueden imponer condiciones o sanciones comerciales.

Conclusión

En este artículo se examinan las propuestas y argumentos principales de los


defensores del libertarismo en Argentina, y se cuestiona su viabilidad y conveniencia para
el país. Se sostiene que el libertarismo es una ideología utópica, dogmática e insensible a
los problemas sociales y económicos de la nación, y que su aplicación supondría
renunciar a la soberanía monetaria, la capacidad de política económica y social, y el
control estratégico sobre los recursos naturales y energéticos del país. Además, se
argumenta que su implementación podría significar un retroceso histórico y una
profundización de las desigualdades y la exclusión.

En cambio, se sugiere la búsqueda de alternativas políticas que reconozcan el


papel del Estado como un actor legítimo y necesario para el orden social y que equilibren
el mercado libre con la justicia social. Además, se destaca la necesidad de promover la
solidaridad y la cooperación entre los distintos sectores de la sociedad para abordar las
desigualdades y los problemas actuales de Argentina.
Bibliografía

- Alsogaray, A. (1990). Bases liberales para un programa de gobierno. Buenos Aires:


Planeta.
- Cachanosky, N. (2018). ¿Qué proponen los libertarios y por qué habría que
escucharlos? El Cronista. Recuperado de
https://www.cronista.com/columnistas/Que-proponen-los-libertarios-y-por-que-habria-que-
escucharlos-20180116-0099.html
- Fiore Viani, G. (2021). Milei y los libertarios: una corriente (no tan) nueva en la política
argentina. Agenda Pública. Recuperado de
https://agendapublica.elpais.com/noticia/17145/milei-libertarios-corriente-no-tan-nueva-poli
tica-argentina
- Hayek, F. (1944). Camino de servidumbre. Madrid: Alianza Editorial.
- Milei, J. (2019). Libertad, Libertad, Libertad. Buenos Aires: Galerna.
- Partido Libertario (Argentina). (s.f.). En Wikipedia. Recuperado de
https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Libertario_(Argentina)
- Smith, A. (1776). La riqueza de las naciones. Madrid: Alianza Editorial.

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