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Felipe Cussen
CUMSHOT.CL
Opinología es una recopilación de cartas
al director, reseñas, columnas, ensayos y
entrevistas en los que Felipe Cussen dis-
cute sobre el mágico mundo de la poe-
sía experimental, la sufrida existencia
de los poetas jóvenes, la importancia de
la televisión para las nuevas escrituras
y los valores permanentes de la patria.
Opinología es, también, una poética.
CHILE: PAÍS DE POETAS
“México, se dice, ha sido tierra de poetas. Y sí: ya desde el siglo XVII, Hernán
González de Eslava decía que ‘hay más poetas que estiércol’.” (Julio Hubard)
“España es tierra de poetas y siempre los hay a cientos, algunos muy buenos.”
(Rafael Gómez Pérez)
“En un país de poetas como es Colombia, cada vez es más difícil encontrar una voz
que se destaque entre toda esa maraña retórica y grandilocuente que heredamos
de los españoles.” (Fabio Martínez)
“Lituania podría ser llamada ‘tierra de poetas’: la creación poética casi siempre
ha sido más intensa y más original allí que la expresión en prosa.” (Biruté
Ciplijauskaité)
“Portugal é um país de poetas, tal como nos ensina a história da Literatura.” (Paulo
Bravio)
“Dizer que o Brasil é um país de poetas é mais que uma tautologia.” (Aníbal Beça)
“Es fácil atreverse y repetir la conseja popular, talante de un espíritu cercado por
la primaria hipótesis del yo insustituible, ‘Guayana, tierra de poetas’.” (Abraham
Salloum Bitar)
“Why go to Ireland when you can get just as wet in Wales, as drunk in Doncaster
and as happy in Honolulu? Let me explain. It is irst of all a country of poets.”
(Alastair Sawday)
“Macedonia is now the country of poets. As it has always been.” (Mark O’Conor)
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FLACO FAVOR
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juega con la idea de que la poesía (o la “buena” poesía) es transparente y que son los
intermediarios quienes obstruyen la transmisión de su mensaje. Quizás tendrá en
mente ejercicios como los de Dámaso Alonso, quien realizó una versión ordenada
y simpliicada de las Soledades de Góngora, cuyo aporte ilológico es indudable,
pero que las reduce a una sosa papilla. Y me encantaría saber cómo se podría
enseñar la obra de José Lezama Lima o Juan Luis Martínez obviando su carácter
críptico, pues su diicultad y su artiiciosidad son precisamente las estrategias que
escogieron para atraer la atención del lector.
El columnista prosigue con otra asocación que ni siquiera valdría la pena comentar:
“Si leyéramos más y mejor a nuestros poetas, seríamos un mejor país”. ¿De verdad
cree que seremos más bondadosos si leemos a Claudio Bertoni o Bruno Vidal?
También piensa que la lectura de poesía evitará que el lenguaje de los chilenos se
estanque en la degradación a la que ha llegado, en “[e]l garabateo desatado, [e]l
balbuceo vago e impreciso, [la] desintegración”. Me llama la atención, porque todos
sabemos que desde Nicanor Parra en adelante se ha escrito muy buena poesía a
partir de ese lenguaje coloquial. Pero aún más, considero que en la fragmentación
del lenguaje, en el balbuceo, se encuentran algunos de los mayores aciertos
expresivos de la lírica moderna (Samuel Beckett, por ejemplo), y, por supuesto, de
la tradición de la poesía mística, comenzando por San Juan de la Cruz, quien fue
quizás el principal maestro de Gonzalo Rojas.
Para inalizar, no considero acertado que se aproveche este caso particular para
manifestar la indignación respecto a la falta de atención que estarían sufriendo los
poetas. En sus últimas décadas de vida, Gonzalo Rojas recibió numerosos premios
y estímulos, tuvo mucha suerte editorial con la seguidilla de antologías que fue
publicando, su boina nos apareció hasta en la sopa, y contó con la admiración de
una gran cantidad de lectores. Me alegra profundamente que su obra, tan intensa
y compleja, tan orgullosa de sus balbuceos, haya sido estudiada y disfrutada por
tantas personas.
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CUANDO NICANOR PARRA GANÓ EL PREMIO
CERVANTES
1.
Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes fui el primer chileno en enterarme.
El día anterior le había asegurado a un par de amigos que jamás le darían a Parra
el Cervantes, porque pensaba que nunca podría ser valorado en el ámbito español,
tan conservador en sus gustos poéticos. Pero ese día en la mañana recibí un
sorpresivo llamado a mi casa de Rogelio Blanco, Director General del Libro en
España, contándome que habían escogido a Parra y preguntándome si tenía su
teléfono para que le avisaran. Uno de los jurados, profesor mío cuando estudié en
Barcelona, pensaba que yo podría tenerlo porque he trabajado en la Universidad
Diego Portales, de la que el antipoeta es “rostro”. Pero no lo tenía. Creo que al inal
él se enteró por la prensa.
2.
Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, una amiga periodista me
preguntó si me gustaría escribir algo para he Clinic comentando la noticia. Le
dije que sí, pero para criticar la manera en que Nicanor Parra ha sido secuestrado
por he Clinic. No lo hice. Aunque compro puntualmente este periódico todos los
jueves, y me río con algunos de sus chistes, siempre me ha parecido detestable ese
aire a patota de colegio cuico que forman la mayoría de sus integrantes y, aún más,
su abajismo paternalista. Yo mismo soy un cuico abajista, pero pienso que a Parra
lo han rebajado al estatus de un viejo buena onda pero inofensivo, cuya máxima
provocación habría sido escribir poemas con garabatos. Alguien que los divierte,
y del que siempre podrán esperar un chiste. Creo que han caído en su trampa:
quizás lo más llamativo de Parra es precisamente su capacidad de traicionar una y
otra vez las expectativas que motiva. Algunos de sus mejores poemas son serios, o
incluso aburridos. Por otra parte, también me ha parecido un error que lo intenten
erigir como un genio único en la tierra, pues se descontextualiza su aporte en la
constante desestabilización de las formas poéticas, y se evita que la antipoesía
pueda considerarse como parte de una familia más grande en la que podrían caber,
por ejemplo, Joan Brossa, Bern Porter o John Cage.
3.
Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, otro periodista me preguntó
si me gustaría que ganara el Nobel. Le dije que sí: no podría decir que no me
gustaría, porque creo que se lo merece. Pero la verdad es que preferiría que en
vez de él lo gane cualquier otro autor desconocido en Chile, y que de ese modo se
active la traducción, edición y crítica de escritores tan interesantes como Wislawa
Szymborska, J. M. Coetzee o Imre Kertész, que probablemente no se habrían leído
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en estos parajes si no hubieran sido premiados. Ahora mismo me encantaría que lo
ganara Adonis, por ejemplo. Pero acá nuestros periodistas culturales creen que si
el ganador del Nobel es un escritor que ellos desconocen se trata obviamente de un
invento de los suecos, y ni por un segundo se sientan a pensar que su abismante
desconocimiento de la literatura de otros países los ha privado de conocerlo. Juan
Manuel Vial, por ejemplo, se despachó tranquilamente la poesía de Tranströmer a
partir de algunos textos leídos a la rápida en internet para concluir que obviamente
era mucho mejor Parra. Ese comentario no le hace ningún favor a Parra. Sus
admiradores no necesitamos que gane el Nobel para seguir leyéndolo. Es más,
a veces pienso que hubiera sido fantástico que Gabriela Mistral y Pablo Neruda
no hubieran ganado el Nobel, para que nos hubiéramos dedicado a leer a poetas
mucho mejores, como Pedro Antonio González.
4.
Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, un poeta extranjero me dijo: “Tal
vez el Cervantes a Parra haga a los escritores chilenos menos arrogantes”.
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OPINIÓN NERUDIANA
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LIBROS DE LA DÉCADA
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POESÍA INVISIBLE
¿Y cómo andamos por casa? Me temo que en este balance saldríamos bastante
para atrás, por lo menos si consideramos la casi nula recepción que estos autores
han tenido en nuestro país. Con mucha suerte se pueden encontrar en librerías
una selección de ensayos traducidos de Haroldo de Campos, y si uno pretende
buscar alguna obra de Augusto de Campos en la Biblioteca Nacional lo primero
que encontrará es una fotografía de Enrique Campos Menéndez con Augusto
Pinochet. Pero esto no es excusa suiciente: hoy en día quien tenga interés puede
pasarse largas horas frente al computador conociendo un porcentaje importante
de estas obras en internet.
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siempre insuiciente atención que les prestan) antes que dedicarse, en serio, a
investigar sus materiales de expresión. Lamentablemente, este país de poetas
pareciera ser un país de poetas que no considera necesario leer nada más que
sus propios poemas, y nos quedamos muy tranquilos y contentos en nuestro
desconocimiento de ésta y otras tradiciones igualmente importantes.
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BUUM!
“Hay una frase del tratadista Hubert Le Blanc de la que yo he hecho un poco mi
bandera particular, que viene a decir que los límites no están en la viola sino en los
intérpretes que se escudan en la viola para disculpar lo que ellos no son capaces de
hacer. Yo me tomé esta idea muy en serio, y llevo toda mi carrera sondeando cuáles
pueden ser los límites de un instrumento que no deja de sorprenderme”. Hace
un par de meses encontré esta declaración hecha por Vittorio Ghielmi, uno de
los principales intérpretes contemporáneos de la viola da gamba, quien citaba al
autor del célebre tratado “Défense de la basse de viole” (1740), publicado cuando
este noble instrumento parecía acercarse a su extinción. Leída desde el presente,
dicha relexión también me parece pertinente respecto al estado de la literatura:
mientras muchos pregonan la pérdida de valor social de los libros y critican la
escasa capacidad de comunicación del lenguaje, son pocos quienes asumen, más
allá de las quejas, la potencialidad que aún esconden las palabras. Son menos,
todavía, quienes se dedican a explorar en los territorios de riesgo, donde es posible
descubrir aquellos nuevos sonidos que aún no hemos escuchado.
Quizás parezca una tarea absurda, en esta época en que todo se calcula por su
funcionalidad e impacto inmediato, perder el tiempo calculando sílabas, probando
tipografías o ensayando distintos tipos de voz antes de pensar siquiera en entregar
un mensaje. Pero cualquiera que revise brevemente la historia de la literatura
podrá darse cuenta que muchos de sus momentos más brillantes y complejos
han surgido precisamente cuando la pregunta por los límites verbales ocupó el
centro de la atención. Así se percibe en los malabares poéticos y musicales de los
trovadores medievales, en la laberíntica sintaxis de Góngora, en las constelaciones
visuales de Mallarmé, y particularmente en la fusión de géneros que marcó las
experiencias vanguardistas y neovanguardistas del siglo XX. En nuestro propio
país, autores como Vicente Huidobro, Juan Emar, Violeta Parra, Nicanor Parra,
Enrique Lihn, Guillermo Deisler, Juan Luis Martínez, Raúl Zurita, Gonzalo Millán
o Roberto Bolaño representan la misma actitud: no consideraron el lenguaje
como un instrumento muerto, sino como un espacio de cruces y constante
puesta a prueba. Ellos también se caracterizaron por la constante vinculación con
el teatro, la pintura o la música, entendiendo que de ese modo podían ampliar
considerablemente su rango de posibilidades expresivas. Su ejemplo debe
obligarnos, hoy, a perderle el miedo y comprender de una manera más profunda el
caliicativo de literatura experimental.
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UNA NUEVA INOCENCIA
“Inocencia y no ciencia”
Octavio Paz
Para José Ángel Valente, “En la escritura hay siempre un factor de riesgo, se escribe
peligrosamente a riesgo de fracasar, y justamente ese riesgo es lo que merece la
pena”. Al decir eso, tiene en mente el placer del escritor que consigue llegar a
puerto, pero no necesariamente al puerto de lo que pensaba que quería decir en
un comienzo, sino el puerto desconocido de lo que ha terminado por decir: “sólo
sé lo que digo cuando ya está dicho”, dice Antonio Gamoneda.
Para John Barth, “he word ‘experiment’ is a perjorative term now. We tend to think
of experiments as being cold exercises in technique. My feeling about technique in
art is that it has about the same value as technique in lovemaking. hat is to say,
heartfelt ineptitude has it appeal and so does heartless skill: but what you want
is passionate virtuosity”. Para Steve McCafery, no estamos experimentando sino
con energías. ¿Qué corresponde hacer con ellas? “To align, realign and misalign
within the anarchy of language. To cultivate excess, return language to its somatic
base in order to deterritorialize the sign. Concentration on molecular lows rather
than the molar aggregates. Cuttings. Fissures. Decompositions (inventions).
Not intention so much as intensions. Plasticizacions. Non-functionalities.
Shattered sphericities. Marginalities. Somas. Nexi. Le poème c’est moi but as the
inscription of the person in a trascendental pronoun that utterly annihilates the
subject. Personal collapse into lux. Dilations. Positive disintegrations. Structures
abandoned, departed from or deconstructed and modiied into lows in accord with
the unique, unpredictable molecular relationships of audiences and performers.
Genetic codicities. A gift back to the body of those energy zones repressed, and
channelled as charter in the overcoded structure of grammar. To release by a de-
inscription those trapped forces of libido”.
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Estos son los materiales en juego, potencialmente peligrosos, potencialmente
explosivos. No se pueden manipular si uno no los conoce, pero la obligación es
manipularlos para descubrir usos que aún no se conocen.
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Para Fernando Pessoa, “La gramática, deiniendo el uso, establece deiniciones
legítimas y falsas. Divide, por ejemplo, los verbos en transitivos e intransitivos;
sin embargo, el hombre que sabe bien decir tiene muchas veces que transformar
un verbo transitivo para fotograiar lo que siente, y no para, como el común
de los animales hombres, ver a oscuras. Si quiero decir que existo, diré ‘Soy’. Si
quiero decir que existo como alma separada, diré ‘Soy yo’. Pero si quiero decir que
existo como entidad que a sí misma se dirige y forma, que ejerce ante sí misma la
función divina de crearse, ¿cómo he de emplear el verbo ‘ser’ sino convirtiéndolo
súbitamente en transitivo? Y entonces, triunfalmente, antigramaticalmente
supremo, diré ‘Me soy’. Habré expresado una ilosofía en dos breves palabras. ¿No
es esto preferible a no decir nada en cuarenta frases? ¿Qué más puede exigirse
de la ilosofía y de la dicción? / Obedezca a la gramática quien no sabe pensar lo
que siente. Sírvase de ella quien sabe mandar en sus expresiones”. San Gregorio,
en el siglo VI, también descartaba las reglas convencionales en pos de un sentido
mayor: “Yo no me preocupo más que de las cosas útiles sin ocuparme del estilo,
ni del régimen de las preposiciones, ni de las desinencias, porque no es digno de
un cristiano sujetar las palabras de la Escritura a las reglas de la gramática”. Aunque
ya me quede poco de cristiano, debería proponerme cumplir esa obligación: no
permitir que las reglas de la gramática me impidan decir lo que deba decir.
Para Leonidas Lamborghini, “El momento que me interesa es cuando uno no sabe
bien lo que está haciendo y la obra se vuelve extraña”. Francis Picabia también
advertía: “No comprendéis lo que hacemos. Pues bien, queridos amigos, nosotros
lo entendemos menos aún…”. Autor y lector quedan igualados en la misma
incertidumbre, ninguno puede pretender saber más que el otro, a decir verdad,
ninguno puede pretender saber sino aquello que sólo se sabrá (se saboreará) en el
poema.
Sobran los excesos de seguridad en las escrituras actuales, y más aún sobra la
sobrerrelexión: los autores intentan advertirnos todo el tiempo de lo inteligentes
que son. Por eso preiero asumir este “acto de indeterminación radical” que se
basa en el reconocimiento de la naturaleza volátil de los materiales empleados y
la precariedad de nuestras capacidades. Por eso me gusta que las cosas nunca me
resulten como me las había propuesto.
Para mí, en deinitiva, el riesgo que vale la pena correr es escribir para perderse en
los límites últimos del lenguaje, el límite del exceso, el límite de la fragmentación,
el límite de la armonía, el límite de la fragilidad, el límite del silencio. Escribir para
dejar de saber y poder volver a aprender. Escribir para ganar una nueva inocencia.
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CÓMO NO DECIR NADA
Hace algunos meses discutíamos con Martín Gubbins algunos de los poemas
que entonces escribía, basados en la formación de palabras a partir de las letras
contenidas en un vocablo mayor. El valor de estos juegos consistía, evidentemente,
en encontrar la mayor cantidad de términos, pero mientras los revisábamos
comenzamos a discutir hasta qué punto ese rendimiento era necesariamente la
medida de una mayor o menor efectividad expresiva. Implícitamente, también
estábamos pensando en una serie de prácticas experimentales cuyo énfasis está
puesto en el agotamiento de las posibilidades disponibles de un determinado
procedimiento o tecnología. Y entonces comencé a apuntar algunas preguntas que
quisiera plantear hoy: dentro de las innumerables experimentaciones poéticas
contemporáneas, ¿qué espacio cabe para un uso no deinitivo sino parcial de
esos hallazgos? ¿Qué ocurre si decidimos explotar una técnica vanguardista sólo
a medias, o en una dirección contraria a la que se supone que debería tener, o
detener la maquinaria cuando el experimento aún no se ha terminado? ¿Es posible
un titubeo, una retracción?
Eran preguntas retóricas, por cierto, pero no inocentes. Calzaban con una tendencia
latente en algunas obras que había preparado en años anteriores, y surgían ahora
como una justiicación tardía. Podían servir, por supuesto, de excusa para una
performance inmóvil. O para una sextina que realicé sin siquiera intentar mantener
las estrofas que contuvieran las 6 palabras-rima, sino escogiendo simplemente
seis versos-rima que se combinaban sin ningún esfuerzo. O un soneto que, en
realidad, era un texto en que cortaba pedazos de prosa incrustándoles las rimas
perfectas de un soneto de Lezama Lima. O un libro con sus páginas cortadas en
tres, pero en el que la sección inferior repetía siempre la misma frase, como un
ostinato, y así reducía la cantidad de combinaciones posibles. O el que, según creo,
es el primer poema-mascota virtual del mundo:
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Me siento incómodo con mi cuerpo arriba de un escenario y no sé improvisar.
No me creo capaz de escribir bien una sextina o un soneto. Una vez que me he
propuesto trabajar con una restricción, limito su aplicación porque pierdo el
impulso. Mi relación con todo tipo de técnica es ansiosa pero torpe. He perdido
mucho tiempo solucionando los aspectos visuales o gráicos de una presentación,
y aún más editando un poema sonoro, ocupando procesos muy engorrosos
que, probablemente, se solucionarían con una función del programa que aún
desconozco. Como no sé hacer animaciones, he tenido que suplirlas con lentas
sucesiones de diapositivas en powerpoint. Dudo que alguna vez pueda desarrollar
un software. A estas alturas de mi vida, ya he asumido que nunca podré hacer
un poema holográico, ni menos producir un conejo verde. Aunque tengo un
computador moderno y soisticado, no soy moderno ni soisticado.
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la técnica, ni menos lojera, sino una conciencia crítica: si asumo que no soy capaz
de recorrer hasta el límite las posibilidades de la plenitud y exuberancia de los
procedimientos, renovándolos y cargando de sentido, debo girar para encontrar
los riesgos que se abren, también, en los usos parciales, los tiempos muertos, los
efectos fallidos, la ambigüedad y el malentendido. No se trata, entonces, de una
vuelta conservadora a los usos mesurados del lenguaje convencional; se trata de
encontrar, en la renuncia, la posibilidad de un descontrol que no es tan distinto al
desenfreno del optimista.
Hace años venía rumiando esta pretensión, pero sólo recientemente he llegado
a la convicción cierta de que no tengo nada verdaderamente importante que
decir al escribir poesía, que no tengo un mensaje particularmente atractivo
para el resto del mundo ni para nadie. Un artículo de Ian Wallace plantea
este problema como una marca del contexto contemporáneo: luego de siglos
en los que la cultura ha acumulado obras maestras que dicen muchas cosas,
“the ‘something to say’ given by literature is no longer needed, or rather, the
preservation and accumulation of ‘great works’ renders contemporary works
into pathetic clichés of greatness”. Ahora, entonces, “we have nothing to
say. hat this is true is indicated by the fact when literature does maintain
an attempt to say something of importance, it inevitably talks about its own
emptyness”. Y ésta es la experiencia de desprendimiento de la que otros poetas
contemporáneos también dan testimonio: al indagar en las posibilidades de la
retracción del lenguaje cabe la posibilidad de ir desapareciendo lentamente, no
sólo como sujeto, sino como conciencia y comprensión. Luis Cardoza y Aragón
lo explica inmejorablemente: “Yo escribo lo que no puedo decir. / Yo escribo lo
que no puedo callar. / Cuando dije algo y después no lo entiendo, lo dejo, tal
cosa quería decir. / Yo sólo quiero escribir lo que no entiendo”. Del mismo modo,
Ulises Carrión se sitúa en esta incertidumbre: “Yo no quiero ni puedo imponer
un contenido porque no sé qué quieren decir exactamente las palabras (¿y cómo
saber si el lector sabe?)”. Pero es allí, precisamente, donde, una vez perdida
la intencionalidad, surge la capacidad de provocar nuevas relaciones: “en mis
textos las palabras no cuentan porque signiican esto o aquello para mí o para
alguien más, sino porque, juntas, forman una estructura. Esta abstracción de
los contenidos particulares es, precisamente, la mejor (no la única pero sí la
mejor) posibilidad de contener su propia negación”.
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Es en ese punto donde creo que se reúnen estas relexiones: no sólo se trata de la
subutilización de los procedimientos, sino también la subutilización de las palabras.
Vaciar sus signiicados, inutilizarlos, y buscar allí la posibilidad de una liberación, de
una subversión. No ocuparlas para lo que sirven, sino para otros ines. Hacer como
que escribo, pero no escribir, hacer como que hablo, pero no hablar, hacer como que
digo, pero no decir.
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UNA PROPUESTA MODESTA
Los poetas experimentales de las últimas décadas, al igual que sus predecesores
vanguardistas, han criticado y parodiado continuamente el aura romántica y
suspirante que históricamente se asocia a la poesía. Rara vez, sin embargo, se han
hecho cargo de la nueva aura que ellos mismos han comenzado a desarrollar a
partir de una supuesta pureza en la manipulación seria y concienzuda de técnicas
muy especíicas y la aparente indiferencia respecto a una popularidad masiva de sus
propuestas. Pareciera que el rótulo de “poesía experimental” fuera un sello de calidad
incuestionable, lo que promueve la autoindulgencia e impide relexionar sobre
condiciones básicas para cualquier receptor que no sea otro poeta experimental.
Así ocurre cuando se nos somete a un poema sonoro o una performance cuyo
tiempo de exposición suele atentar contra muchas paciencias, en función de un
determinado “estado” al que se supone que hay que llegar, pero que muchos de
nosotros ni siquiera vislumbramos. También se observa una inconsistencia en
la invitación, como parte de una disolución de la jerarquía del autor, a un grado
mayor de participación de los receptores. En prácticas colectivas como las acciones
poéticas o happenings, suele crearse una liberación apenas ilusoria por parte
de un director de orquesta que no quisiera renunciar a sus atribuciones. No es
muy distinto a lo que ocurre con algunas obras digitales interactivas, donde el
exceso de órdenes y sobreexplicaciones apabullan al manipulador, subrayando la
asimetría entre el manejo tecnológico de quien diseña la obra respecto de quien la
hará funcionar.
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Robo un planteamiento de Charles Bernstein: “Poetry should be at least as
interesting as, and a whole more unexpected than, television”. ¿Es posible hacer
un poema más impactante que la confesión inesperada de una estrella de cine?
¿O un poema más entretenido que un buen partido de fútbol? Lo veo muy difícil,
pero mientras tanto propongo que al menos habría que pensar en las reales
capacidades de resistencia de los auditores y considerar seriamente en recortar los
tiempos de las fascinantes performances que estamos imaginando a la mitad de lo
que habíamos presupuestado. Mairéad Byrne, en una divertidísima comparación
entre la poesía y el stand-up comedy, explicita este acuciante problema: mientras
que un buen comediante siempre acierta en el momento que debería terminar
su rutina, “poets don’t know how to end. hey’re always saying ‘Do I have time
for one more?’ Or ‘I’ll just read one, no two, well maybe three more.’ How about
none more? How about DON’T?? Stand-ups don’t say Do I have time for another
joke???”
No.
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CHAT CON ROBERTO CABRERA
Roberto: claro, y entonces se produce una cosa bien rara porque el discurso de lo
nuevo se calciica muy rápido
Roberto: ahora, en el panorama nacional, lo que tú haces tiene una clara (des)
ventaja: es de por sí, “raro”
Roberto: y con eso, claro que llamas la atención, pero al mismo tiempo, se produce
un charco de incomunicación bien interesante
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sinceramente, yo no encuentro que un poema sonoro o un poema visual sean algo
radicalmente distinto de un poema escrito con rimas o una canción.
Roberto: claro, esa es otra palabra medio mentirosa, a in de cuentas mucho más
de lo que uno cree podria caliicarse como experimental
Yo: por supuesto; una sextina es mucho más artiiciosa que muchos poemas
supuestamente experimentales.
el problema es que muchos preieren mantener estas cuestiones en campos
separados, cuando me parece que lo interesante es cruzarlos, porque uno se va a
encontrar con sorpresas a ambos lados.
y por eso, de hecho, me ha gustado en algunas ocasiones mezclar cosas más
normales con otras más raras, para que se entienda que no son necesariamente
tan distintas.
Roberto: ahora, sin ánimo de hacer una historia de esto, pero sí considerando la
importancia de los referentes, ¿de dónde vienen estas (nuevas) formas?
Yo: la otra parte del asunto, de cómo intentar abrir la recepción, es que me ha
interesado tratar de difundir este tipo de cosas, y eso es lo que hemos hecho en
el foro de escritores (donde siempre dedicábamos un buen rato a la lectura y
conocer cosas de otros países) y luego lo que hicimos en la udp con el congreso “la
universidad desconocida” y la revista laboratorio.
la gran pelea en esos casos ha sido intentar que la poesía experimental no se vea
como algo marginal, sino como algo que podría ocupar perfectamente el centro del
canon; es más, creo que si uno la toma como eje (como hicieron, en cierto modo,
los poetas concretos brasileños con su obra crítica y sus traducciones) se puede
entender la literatura de una manera muy distinta y más fresca.
o por poner otro ejemplo, aunque sea bien cercano: mi tío antonio cussen está
desarrollando una investigación muy profunda para demostrar que la eneida está
construida básicamente como un poema concreto.
Roberto: es bien claro que esas formas poéticas, como las que mencionas, remecen
lo que consideramos habitualmente como poesía y en ese sentido, es interesante
pensar/imaginar/especular respecto del lector que pueden llegar a producir
Yo: bueno, y con eso volvemos a lo que me decías antes, sobre de dónde vienen
estas formas
todo esto ha estado siempre aquí; en el fondo, es bastante absurdo y redundante
el concepto de “poesía sonora”, por ej., porque todo el lenguaje es sonoro. ahora
bien, lo que ocurre es que hay una gran cantidad de poetas que escriben como si
las palabras fueran como unas especies de monedas cuyo valor uno no cuestiona,
y no le dan ningún énfasis.
por eso creo que pueden haber bastantes vínculos entre los que experimentan en
poesía sonora y, por ejemplo, poetas como juan cristóbal romero y rafael rubio,
que se manejan al dedillo con todas las reglas rítmicas y métricas.
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Roberto: bueh, el origen mismo del género respalda lo que dices: hablamos de
“lírica”
Yo: claro
por eso, creo que los que buscan estas divisiones inalmente pecan de ignorancia
histórica
Yo: y esto, obviamente, no quiere decir que a uno le vaya a gustar todo igual, o que
todo le parezca lo mismo, pero en el fondo, si uno está buscando poéticas que sean
bien jugadas, que expriman el lenguaje a fondo, las podrá encontrar en muchas
partes.
Roberto: pienso en una relación más bien dinámica y tensa, casi al modo en que
se vinculan las palabras y las imágenes en la literatura visual, es decir, sin una
jerarquía clara y radical
Yo: bueno, ahí lo primero que debo decir es que si bien hace varios años que he
intentado hacer algunas cosas sonoras, lo cierto es que ha sido muy esporádico y
torpe, y sólo desde hace un tiempo me lo estoy tomando más en serio y tratando
de ser más riguroso.
estoy muy lejos, pensando en nuestro medio, de lo que han venido haciendo de
manera muy regular y profunda martín bakero, martín gubbins, andrés anwandter,
kurt folch, gregorio fontén, anamaría briede, etc.
y además lo que ocurre es que he llegado con parte de la carga de mis estudios
musicales (que tienen que ver más con música renacentista y barroca que con
música contemporánea).
entonces lo que más me he esforzado por ir desarrollando los últimos meses ha
sido una mezcla entre mis precarios conocimientos de producción con programas
computacionales y lo que conozco de las tradiciones históricas de la poesía fonética
y sonora
enfocándome principalmente en el uso de samples vocales, loops y efectos en vivo.
Yo: por una parte, en lo que he hecho de poesía sonora es cierto que no hay una
estructura tan ija como la de una obra musical más tradicional, y muchas veces
hay algunos elementos de improvisación, aunque estoy bastante lejos de apuestas
ininitamente más complejas y caóticas dentro de la poesía sonora o la música
contemporánea.
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es más, mi interés ahora es tratar de trabajar con algunos clichés de la poesía sonora
(cierto tipo de ruidos vocales, por ejemplo) pero con algunos procedimientos más
propios de la música electrónica.
por otra parte, en las obras que hemos realizado desde hace ya varios años con el
músico ricardo luna, si bien por varios momentos sus composiciones han estado
cercanas al lenguaje contemporáneo, últimamente buscamos un acercamiento
más pop.
creo, en realidad, que esa sería una de mis búsquedas, o de los ámbitos que
intento reunir: una combinación de la experimentación (procedimientos raros,
combinatoria, fragmentaciones, etc.) con el pop (es decir, poder seguir marcando
el ritmo con el pie, sentirse envuelto y apelado de manera directa)
si lo consigo, sería como ese disco de miranda!: “el milagro del pop”
Yo: claro, todo eso que puede parecer raro a primera vista, es muy fácil de hacer (a
nivel de principiante) con los efectos de los que se dispone en la música electrónica.
lo interesante en esa pieza (que se llama “la voz del poeta”), es que ahí me interesaba
ocuparla como una parodia de la postura típica de los poetas en las lecturas de
poesía. en vez de ese tono lloroso o sentimental, me gustaba ocupar un tono más
plano al leer el texto y después, al manipular los samples de ese mismo texto,
hacerlo pedazos, como si se metiera en una máquina de la que emerja un robot.
es, en el fondo, como un poema escrito por robocop.
Roberto: me acuerdo de esa frase que aparecía en el booklet del Dyamo, de soda
stereo “y la música, donde está? en los cables?
Yo: al inal son maneras muy baratas de buscar la complicidad del lector
eso me parece chanta
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Roberto: muy de acuerdo, cuando lo realmente meritorio y jugado (y coherente
con lo conversado) es desaiar a ese lector, moverle el piso, desautomatizarlo
Yo: claro, pero no por dárselas de choro ni mucho menos, sino para proponer otro
tipo de relación.
de hecho creo que al inal casi todas las cuestiones que he hecho (ya sea en poesía
más típica o en estas cosas) siempre hay una misma dirección:
una especie de desorden que busca remover y desarmar al lector, y que pareciera
prometer que se viene la gran cosa
pero al inal mis inales son siempre vacíos, no hay nada.
es como tratar de embolinar la perdiz pero luego mandarse a cambiar, sin dejar
ningún mensaje, ninguna enseñanza, ojalá ni siquiera una emoción muy marcada.
hay algunas personas que me han dicho que eso no les gusta, como que prometo
mucho y quedan con gusto a poco
pero a mí me gusta, al inal es como obligarlos a quedarse en una especie de
descampado.
y lo hago porque a in de cuentas ése es el tipo de situación en la que me he
encontrado muchas veces leyendo algunos libros que me gustan, o cierta música.
Roberto: y termina siendo así, al menos eso creo desde la posición del lector/
oyente
Yo: ojalá!
26
RESPUESTAS A ERNESTO GONZÁLEZ BARNERT
Hablar así supondría una especie de “estado” o una forma de vida particular, que,
si existe, no me interesa mucho. Tampoco le hallo gracia las mitologías privadas
de la formación de un escritor, que intentan dar la impresión de que se hubiera
nacido destinado para ello. En mi caso, cuando chico jamás se me hubiera ocurrido
que estudiaría literatura, pero eso fue lo que hice cuando salí del colegio, porque
quería combinar mis estudios de música con alguna carrera relacionada pero que
no me exigiera tanto tiempo. Recién ahí comenzó una dedicación más aplicada y
mantenida, pero nunca exclusiva. No considero que la poesía sea esencialmente
distinta o superior a la narrativa, el ensayo, o a las demás artes.
Como te señalaba, la poesía es sólo uno de mis gustos, como también la música, o
los programas de farándula. De todos modos, la literatura ocupa parte importante
de mi tiempo laboral, pues hago clases, y también me gusta escribir críticas o hacer
entrevistas. Pero soy bastante disperso, y no podría pasarme el día entero leyendo
o hablando de poesía, lo encuentro una lata.
Para mí.
¿Cuándo escribes necesitas algo a tu alrededor, alguna cosa, haces algo en particular,
etc?
Algunos poemas o textos narrativos los trabajo de manera convencional. Otras cosas
las trabajo como collage, recolectando citas, frases hechas, haciendo búsquedas en
google, y luego juntando eso a ver qué pasa. A veces he trabajado con imágenes,
27
o con programas de edición de sonido y video. Desde el año pasado también he
hecho algunas obras en conjunto con el compositor Ricardo Luna. Últimamente la
mayoría de las cosas que he hecho han dependido de circunstancias particulares
(un concierto, una lectura) y he tenido que hacerlas con un plazo y condiciones
especíicas, lo que me resulta motivante porque se acerca a las condiciones de
producción de otras artes. Lo que quisiera rescatar de todo esto, es que para mí se
trata siempre de procesos en los que prima la conciencia de que la poesía, aunque
tenga una carga emotiva, es una actividad en la que se manejan materiales y
técnicas para obtener un producto básicamente artiicial.
28
Respecto a esto último, observo que en la poesía chilena actual hay un excesivo
énfasis en el contenido de los mensajes y se deja de lado la investigación formal,
como si ésta llegara por añadidura. Pareciera entenderse que un buen poema sólo
consiste en hacer una declaración supuestamente chocante o rupturista, del tipo
“fíjense que soy choro, siento todo el dolor de la patria en mi ser”, “me llevo mal
con mis papás porque soy súper rebelde”, “soy bacán, porque soy marginal”, “me
cargan las universidades privadas”, “los cuicos son malas personas”, “soy gay y soy
cool”...
A un nivel exterior, creo que está todo muy inlado y me impresionan los decibeles
del vociferío en las discusiones, donde pareciera que para ganar hay que tirar la
pachotada, y se opina olímpicamente de otras propuestas sin siquiera conocerlas.
Se cree que la poesía chilena es lo único que importa, pero si tenemos en cuenta
que incluso aquí esto no le preocupa a casi nadie, es aún más penoso. Además,
tengo la impresión de que se carece casi por completo del sentido del humor
y que se asocia el ser poeta a una especie de seriedad y gravedad (de la que los
supuestamente “alternativos” también hacen mucha gala), como si los poetas
tuvieran una responsabilidad especial que a mi juicio no existe y nadie se las ha
pedido.
Lo que me gusta del Foro es que ha resultado ser un buen espacio de diálogo con
escritores que ya antes había leído, y con otros que luego he conocido allí, de
distintas generaciones y con gustos bastante diversos. Me parece excelente que
la discusión se centre en los aspectos técnicos de la escritura, que se valoren las
posibilidades de experimentación y que haya una genuina curiosidad por lo que
ha ocurrido antes en estos campos o lo que se está haciendo en otros países. Echo
de menos, en ocasiones, una mayor autocrítica en lo que hacemos. Y en ningún
caso creo que el participar de este u otro tipo de reuniones garantiza nada sobre la
calidad de nuestros respectivos proyectos.
No sé.
Llevo más de un año intentando terminar El libro del desasosiego de Pessoa, pero
estoy seguro que lo conseguiré.
29
¿Si no fueras poeta... qué serías?
De los últimos que he leído, me han gustado especialmente Luis XIV de Paulo de
Jolly y Archivo Zonaglo de Gonzalo Millán.
Para mi tesis, acabo de leer Bronwyn de Juan Eduardo Cirlot. Para otra investigación,
he estado leyendo los artículos de Augusto de Campos sobre música. Para una
clase de mañana, estoy leyendo algunos sermones del Maestro Eckhart.
Que hay varios decentes, pero que su valor, evidentemente, es relativo: es la opinión
de algunos lectores. Si esos lectores merecen el respeto de uno, tanto mejor.
Claudio Bertoni.
¿Qué te parece este Chile ad portas del Bicentenario? ¿Su política cultural para con la
Poesía?
30
Hace unos días, por ejemplo, pasé por la Feria del Libro en la Plaza de Armas y se
me quitaron las ganas de leer.
¿Qué palabras le dirías a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que
ha decidido ser poeta?
Que vea televisión. Creo que el gran problema de los poetas es que generalmente
no ven televisión. Por eso se creen poetas.
Cualquiera.
¿Qué te escandaliza?
Más que escandalizarme, me parece de mal gusto que los poetas se quejen tanto:
primero, hay mucha gente que ni siquiera tiene la posibilidad de andar de ociosos y
dándoselas de lindos como ellos, y segundo, dentro de todas las artes, ésta es la más
barata y simple de practicar (no hay que invertir en instrumentos ni materiales,
ni depender del tiempo de otras personas o de plazos ijos). En general, no me
interesan las “sufridas” vidas de los poetas, ni menos sus ininitas paranoias.
31
DECLARACIÓN PÚBLICA
32
EXCESO DE FE
El día del suceso de marras fue soleado y caluroso. Nada hacía presagiar lo que
ocurriría. Sentado en los pasillos del noble ediicio de Vergara 220, escuché
con atención y vivo espíritu latinoamericanista los poemas de los primeros
participantes. Me sorprendió la camaradería demostrada entre ellos, y el hecho
de que entre uno y otro poema salpicado de referencias a sus partes pudendas,
rememoraran los momentos de intimidad compartida: estos ínclitos varones
hacían ostentosa gala de su afección por el amor semejante, su predilección por la
tutela de la Venus Urania. Cuando llegó el turno de subir a recitar mis creaciones,
consideré justo sacar la voz por las minorías excluidas y me presenté de este modo:
“Buenas tardes. Mi nombre es Felipe Cussen y soy heterosexual”. Pensé que dicha
puntualización acarrearía al menos una paternal sonrisa de comprensión, mas de
inmediato se escuchó caer una pesada cortina de seriedad y silencio. Compungido,
saqué fuerzas de laqueza y decidí llevar adelante mi lectura a como diera lugar. En
momentos de desazón, discurrí en cosa de segundos, sólo nos cabe aferrarnos a
la poesía. Tragué saliva y, más convencido que nunca, leí mi modesta arte poética:
33
¿Qué es la poesía para mí?
34
LOS NÚMEROS
3 cosas que dice la gente cuando se entera que uno escribe poesía
1. ¡Qué bonito!
2. A mí me encanta la poesía, pero nunca leo poesía.
3. Yo también escribo poesía, o sea, no sé si es poesía, pero me encanta escribir.
¿Te puedo pasar mis poemas para que me los comentes?
1. Creen que no es necesario acusar recibo a los autores que envían sus manuscritos.
2. Creen que una impresión de mala calidad los hace independientes.
3. Creen que demorarse mucho en publicar los libros comprometidos los hace más
independientes.
1. Los poetas que dicen que no son académicos escriben textos críticos con palabras
más complicadas que los académicos.
2. Los poetas que dicen que no son académicos se mueren de ganas de ser criticados
por los académicos.
3. Los poetas que dicen que no son académicos se preocupan especialmente de
escribir sobre temas que están de moda en la academia para ser criticados por los
académicos.
4. Los académicos estudian la poesía de los poetas que dicen que no son académicos
sólo porque escriben de temas que les sirven para sus investigaciones académicas,
no por motivos críticos ni poéticos.
5. Los académicos creen que van a ser menos académicos si se hacen amigos de los
poetas no académicos.
35
1 queja repetida de los poetas chilenos
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CUANDO GRANDE QUIERO SER UN POETA JOVEN
Quiero organizar hartas lecturas y enviar cadenas de mails con lyers llamativos.
Quiero editar mis revistas, editar mis libros, editar los libros de mis amigos y los
libros de los amigos de mis amigos, que deben ser todos super buenos.
Quiero ser marginal, para que me inviten a congresos de poetas marginales donde
pueda conocer a otros poetas marginales, y viajar en avión.
Quiero hablar de lo difícil que es ser joven, y más encima un poeta joven, y más
aún un poeta joven en Chile.
37
CARTA A UN JOVEN POETA
- No ocupes epígrafes.
- No ocupes guiones.
- No abuses de la repetición.
- No des consejos
- No pidas consejos.
- No hagas caso.
- No hagas nada.
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CARTA ABIERTA A LOS PERIODISTAS CULTURALES
DE CHILE
Con todo el respeto que me merecen, les ruego, les imploro de rodillas, por el amor
de Dios, por Diosito Santo:
39
Si a ustedes se les llega a ocurrir la brillante idea de hacer un juego de palabras con
ética y estética, también táchenlo.
Si es que alguna vez, producto de una rarísima conjunción astral, les toca escribir
sobre la historia de la poesía experimental en Chile, recuerden bien: Ronald Kay
no es lo único que hay.
Cuando escriban notas sobre un poeta que se murió, no le pregunten solamente a
Jaime Quezada y Floridor Pérez.
Mejor que no escriban notas sobre los poetas cuando se mueren, sino cuando
están vivos, pero si les cuesta tanto distinguir cuando un poeta está vivo o está
muerto, mejor que no escriban notas sobre poetas.
No escriban notas sobre el papá perdido de Bolaño, la mamá de Bolaño o la amante
de Bolaño.
No escriban notas sobre algún nuevo actor o cantante gringo que dice que le gusta
Bolaño.
No crean que las Obras completas de Parra se publicaron sólo porque se le ocurrió
a Bolaño.
No crean que Ignacio Echevarría es el único crítico español que vale la pena.
No le crean a los críticos cuando dicen que son críticos.
No le crean a los editores independientes cuando dicen que son independientes.
No le crean a los poetas experimentales cuando dicen que son experimentales.
No le crean a los poetas marginales cuando dicen que son marginales.
No le crean a los poetas jóvenes cuando dicen que son jóvenes.
No le crean a los agregados culturales cuando dicen que son culturales.
No le crean a los gestores culturales cuando dicen que son culturales.
No le crean a los periodistas culturales cuando dicen que son culturales.
Muchas gracias.
40
DIÁLOGO CON GUIDO ARROYO
El nuevo editor de Cultura del “he Vergara Street Journal”, cuyo cargo ha tomado con
la seriedad de Bielsa -o sea promete y es mandón-, me encargó realizar un diálogo digital
contigo sobre poesía y Tele, o más bien sobre poetas fomes y la solución que tú propones
en cierta entrevista: deben ver más tele.
De más decir que acepté encantado.
Y bueno. La tele es importante, pero no tanto como el fútbol. Mirar cinco partidos a la
semana, preocuparse de las trasmigraciones de futbolistas de segunda línea hacia Arabia
Saudita o Israel (hay un tema sociológico en eso), es ininitamente más importante que
preocuparse por las nuevas tetas de la Marlén (ya está vieja para dársela de Pamela
Anderson) cuyos puntos se disparan. Si bien el atontamiento es el mismo, el fútbol les
permitiría a los poetas darse cuenta que nunca serán pasión de multitudes, es cosa de
ir a una lectura poética y el domingo al monumental para sacar las conclusiones y saber
qué es más entretenido. En cambio, si miran los cinco días de la semana programas tipo
SQP u otros, se podrían obsesionar con ser estrellas, anhelar ser famosos y allí todo se
va al carajo: se empobrece aún más el estado actual de esta tierra de poetas. Comienzan
a inventar shimishullas baratas, hacen eventos precariamente glamorosos, o se las dan
de humoristas sin hacer reír a nadie.
Que lean LUN es otra cosa, aunque mejor sería La Cuarta, el problema allí es que luego
copian el lenguaje y hacen sus poemas, se creen realistas atolondrados. Aunque quizá
eso sea mejor que dedicarse a hacer cuecas; últimamente varios burguesoides se las dan
de campestres, nada más miserable que un hueón creyéndose payador.
Joven Arroyo:
Gustoso recojo el guante para este diálogo. Y me encuentras de buen ánimo pues
acabo de disfrutar el excelente partido en que nuestro país ha derrotado a Austria,
conirmando mis expectativas sobre la seriedad del trabajo de Bielsa.
Pasando a lo que me comentas, creo que hay que distinguir dos planos: por un
lado, el que planteas, que alude a la utilidad que signiica para los poetas el tener
presente el poco interés que producen respecto a espectáculos más interesantes
como el fútbol. Desde esa perspectiva creo, sin embargo, que incluso el ver
programas de farándula también podría ser beneicioso para nuestros bardos, pues
les serviría para darse cuenta precisamente de lo aburridas que son sus querellas.
No vamos a comparar las torpes e infantiles diatribas de cualquiera de esos idiotas
que escriben en los blogs con la agudeza y sagacidad que demuestra, por ejemplo,
cualquiera de las respuestas de una Pamelita Díaz. No le llegan ni a los talones.
41
Pero creo, por otro lado, que este asunto amerita una respuesta más amplia,
y eso es lo que me interesa clariicar en el inicio de esta conversación. A mí no
me interesan los programas de farándula (entre otros productos televisivos)
para poder proyectar allí mis inquietudes culturales, tanto porque me parece
extremadamente elitista y paternalista, y, además, porque nadie me ha pedido
que me las dé de analista sociológico. Tampoco me interesan como una manera
de descansar de mis “profundísimas” relexiones artísticas. No, a mí me interesan
por la misma razón que a cualquier otra persona que los ve, simplemente porque
son entretenidos. Y desde esa posición me permito, al igual que cualquier otro,
juzgar si un opinólogo está informado o no, si una vedette argentina resulta ser
graciosa o no, si la mención publicitaria es aburrida o no, etc. Y para poder opinar
con mayor juicio, como en cualquier otro ámbito, hay que prepararse y mantener
la aición consistentemente. Por eso, me carga cuando un “intelectual” critica esos
programas sin verlos, o cuando otro trata de hacerse el interesante contando que
vio de pasada algún pedazo como placer culpable, pero en el fondo manteniendo
una actitud despectiva. Si es así, mejor que se queden callados.
Quizá se deba a un tardío tic romántico o una paradigma del ideario ilustrado, pero la
negación a la cultura POP es un derrotero por el que muchos caen.
Siempre he creído que existe un troquel de identiicación en todo esto. Me explico: Que
la fruición por ver esos programas, o por mamarse incontables partidos de fútbol, o
presenciar -sobretodo en los viajes de bus- miserables películas joliwudenses donde la
niña fea se transforma en la reina del baile, se supedita a que inconscientemente uno
simula vivir esas vidas, ser parte de ellas o hacer lo que ellas hacen. Eso tendría cierta
similitud con lo que eran las antiguas novelas de folletín, esas por entrega que leía “el
pueblo” y que fueron los primeros best-sellers del precario y tan poco POP mundo de la
literatura. La señora Juana se identiicaba con la pobrecita niña a la que el mundo le era
desdichado, lloraba con y por ella.
Bueno, dejaré de escribir antes de elucubrar una latera -y seguramente más débil que los
hilos de las tetas de la Marlene- teoría sobre esos programas y la literatura.
Así que te lanzo una pregunta ¿De qué logras sacar más inferencias para tus creaciones
artísticamente deshuesadas, de la charla de un mexicano que habla de cómo escribir
cuentos, o de la impresionante conferencia de prensa de Mauricio Pinilla?
42
Efectivamente a mí también me parece interesante (no obligatorio, por supuesto)
que un escritor o artista se muestre atento a ámbitos fuera de los estrechos
márgenes de su disciplina. Ahora bien, dentro de lo que me comentas, creo que
también habría que diferenciar. Por un lado estaría el interés directo y legítimo
en, por ejemplo, que los pechos de Marlen se mantengan en su sitio (asunto que
a estas alturas resulta de seguridad nacional), y creo que eso es lo primero para
divertirse respecto a una noticia magazinesca de ese tipo. Y en un segundo plano
estaría la posibilidad de tomar algún elemento de eso para otros ines, ya sea para
reforzar un ideal romántico sobre la escritura (que no me interesa para nada) o
para un uso funcional dentro de una creación artística.
La actitud tampoco debería ser distinta ante una charla de un escritor serio:
primero hay que escuchar e intentar aceptar lo que se nos plantea, y sólo después
confrontarlo con nuestras propias ideas. Me temo que esto escasea precisamente
en nuestros intelectuales y nuestros escritores, que asisten más con la actitud de
“a ver qué me va a decir éste si yo ya me las sé todas”. O también se cae en recoger
sólo lo que nos pudiera servir directamente para nuestro trabajo, lo que al inal me
parece muy pobre: es casi andar como un vampiro esperando que otros (mucho
más talentosos que uno, por cierto) ofrezcan materiales para poder mejorar lo que
no somos capaces de hacer bien.
43
No estoy tan de acuerdo con la rigurosidad del seguimiento que se debe realizar a la
cultura pop para poder utilizarla con ines (¿dudosos?) artísticos. Esto lo digo premunido
con el más precario argumento, el vivencial. Una vez a la semana al menos, me desayuno
-no más de veinte minutos- surfeando entre SQP (cuyo variopinto panel es muy similar
a ciertos grupúsculos de poetas jóvenes), Intrusos -copia de un programa argentino-,
otro asqueroso llamado Pollo en Conserva, y otro -que ahora también es de farándula-
que animan los fascistoides Lucho Jara y Eli de Caso y que es un “matinal”. Atrás quedó
el trencito que visitaba las regiones del buenos días a nadie o las notas sobre comida
alternativa. Ahora todo es la Salazar, la Coté López (que ha hecho decrecer el rendimiento
del mago Jiménez) y el preocupante tema de los implantes de la Marlen o el meloso y
odioso tono de Luly. De ella es a la que me referiré. Recuerdo como si fuera ayer cuando
apareció por primera vez en SQP. La impresión que dejaba era la de una descerebrada
repleta de silicona, cuya tesitura y gestos emulaban la de una adolescente que muchos
consideran -amos, pa que ponerme hipócrita- sexy, de pajeo como diría el gran Millán.
Bailaba, peleaba con Rominot -creo-, luego con la Dark Queen ex Red ighter Pamela
Jiles, etc. Pasaron los días de otoño y a medida que las hojas de los arrayanes inundaban
los parques oscuros de la capital, las webs se llenaban de fotos de Luly (hay más de ella
que de la Mistral), que también sacaba portadas en LUN. Pero luego apareció los rasgos
notorios de que ella pertenecía a otro mundo. Se pelió con su manager que era un hijo de
vecino cualquiera, además de padre de su hijo, inventó un secuestro y sufrió diatribas con
otras chiquitas igual que ella, pechugonas con sueños de aparecer en TV. Hace muy poco,
vi de pasada uno de estos programas que referían del ”OCASO” de “Luly love”. Lo que
trato de hacer ver con tanta perorata biográica es que existen cierta preconstrucciones
argumentales que le suceden a estos personajes, que si bien son personas de carne hueso
y plástico, se vuelven personajes cuando entran a los poderosos medios. Ejemplo de ello
es la ex-diva Marlen que recauchada y con los hilos bien puestos brindó un miserable
(no digo patético, porque me enseño que esa palabra la usaban los intelectuales para ser
pobremente sarcásticos) espectáculo y terminó joteando al horrible entrenador Perro
Verde (Juvenal Olmos). Es por ello que el vouyer hacia la farándula es medio precario,
a medias como casi todo en chilito, sabemos de antemano qué va a ocurrir al inal de la
historia, que cual novela rosa fragua un estrepitoso inal que sólo podría hacer llorar a
una viejita.
Así que aparte de pedirte tu comentario de lo anterior, sobre todo de nuestra pobre
Marlen... Cómo se puede hacer que los poetas aprendan a ver tele, aunque quizá el
problema sea otro, me reiero a lo que comentamos el otro día en la lectura, la ausencia
total de interés hacia algo que quizá deinitivamente no debería importarle a nadie...
44
también es frívolo el que se preocupa de la literatura como una moda, simplemente
para tener un tema de conversación en un cocktail... y conste que no tengo nada
contra los cocktails, que me encantan, ni mucho menos contra la frivolidad; al
contrario, me parece una dimensión fundamental para todos, lo que sí me parece
mal son aquellos que la practican y la niegan. En deinitiva, evitemos arribismos y
abajismos, que a in de cuentas son un mismo snobismo.
Siguiendo con lo que me comentas, si bien dije que sería bueno que los poetas
vean tele, no soy nadie para que se tome en cuenta en mi opinión y al inal me
da lo mismo lo que haga cada uno, todos nos las arreglamos como podemos con
nuestros líos y punto. Lo mismo ocurre con fomentar la cultura, la lectura, etc. Si
me dedico a la literatura es porque me gusta, y en base a esto quisiera, obviamente,
que otra gente comparta esos gustos, ya sea en una conversación, una clase, o bien
de otro modo mediante un poema, por ejemplo. Pero si el otro no engancha, mala
suerte no más, será culpa mía porque soy aburrido, o lo que sea. Siempre parto de
la base que a nadie tiene por qué interesarle lo que opine, o lo que escriba. Y si llega
a ocurrir, bien. Alabado sea Dios.
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CUESTIONARIO DE VADIM VIDAL
¿Es cierto, como dice Warnken, que un poeta de segunda línea chileno es mejor que uno
de primera línea de otro país?
Creo que no tiene sentido hacer esos tipos de rankings. Es como cuando publican
que Chile es el país con mayor consumo de marraquetas, o que en Curicó se
consiguió el record Guinnes a la torta curicana más grande del mundo.
Para que se den cuenta que hay gente que sufre más que ellos, como Roxana Muñoz.
Mis dos programas favoritos son “Primer Plano” y “S.Q.P.”, porque no ocultan
el orgullo de ser programas faranduleros. De “Primer Plano” me gusta el rigor y
dramatismo con que investigan, y de “S.Q.P.” admiro el humor, especialmente en
cada una de las intervenciones de Felipe Avello.
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¿Qué te dicen tus pares por hablar de TV y farándula? ¿Y tus alumnos?
¿Qué es la poesía experimental, quién la practica en Chile? ¿Qué has hecho tú en poesía
experimental?
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En mi caso, siempre me ha interesado probar con distintas formas de escritura,
ya sea a partir de citas ajenas o de distintas formas de manipulación textual, o
en formatos como la poesía visual y el video. Últimamente me he enfocado en el
sonido, y con la ayuda de Ricardo Luna estoy preparando un disco de poesía sonora
trabajando con herramientas de la música electrónica. Ha sido muy motivante
trabajar con el lenguaje desde una dimensión básicamente material, sin siquiera
pensar si es poesía o no lo que estoy haciendo.
El disco que estoy trabajando ahora, y que espero tener listo a comienzos del
próximo año, está construido exclusivamente a partir de samples de mi propia
voz, especíicamente distintos sonidos de consonantes. Primero grabé distintas
variaciones de esos sonidos, luegos los agrupé por familias, y corté y edité esos
sonidos. Posteriormente, con todos esos samples, armé distintos “instrumentos”
o “baterías”, con los que he empezado a componer los temas. Mi primera
inspiración vino del trabajo de poetas sonoros como Jörg Piringer, Jaap Blonk,
Dirk Huelstrunk y Anne-James Chaton, que también trabajan con samples
vocales, repitiéndolos con loops y a veces sumando efectos. Pero en mi caso me he
ido acercando un poco más (aunque bastante a las patadas) a la música electrónica,
y no sé inalmente cómo será clasiicado cuando lo termine. Ha sido un proceso
bien lento, porque he ido aprendiendo las distintas etapas gradualmente, pero ha
sido fundamental trabajar con Ricardo como profesor, pues analiza los materiales
desde una perspectiva distinta y mucho más compleja, y además es una especie de
maestro zen que pone a raya mis excesos de urgimiento y ansiedad.
¿Por qué escribes poemas si le das una valoración tan baja socialmente? ¿Por qué eres
poeta, qué valor tiene la poesía para ti?
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la verdad es que en los últimos años prácticamente no he escrito “poemas”, sino
que he corregido y ordenado proyectos antiguos. Entre medio he hecho un par de
cosas puntuales para alguna lectura especíica, pero casi nada más. A veces hablo
con poetas que andan complicados porque llevan una semana sin escribir; yo llevo
años así y lo paso bastante bien. Me cuesta mucho, entonces, imaginarme como
poeta, porque no tengo tiempo ni menos ganas para siquiera pensarlo.
¿Qué valor en general le doy a la poesía o a las otras artes? Desde chico me fascina
la música, luego la literatura, el cine y las artes visuales, pero por más que busco,
me resulta imposible encontrarles una utilidad social, y por supuesto que no creo
que sirvan para convertirse en buena persona. Lo que sí puedo decir es que, al
menos para mí, un poema o una canción pueden provocar momentos puntuales
de mucha intensidad, de concentración, de complejidad. Y me gustan tanto esos
momentos, que me dedico a estudiarlos y discutirlos con otras personas para
tratar de desentrañar su funcionamiento y sus reverberancias. Es por lo mismo
que yo también escribo y trato de hacer sonidos: por puro gusto. Me encanta
probar estructuras, ver el tipo de relaciones y efectos que se pueden producir. A
veces tengo la misma sensación que cuando tenía 6 ó 7 años y pasaba horas y
horas jugando con Lego.
49
Ping Pong:
50
EL FESTIVAL ES UN POEMA
Mis recientes reuniones con lo más granado de la joven poesía chilena amenazaban
con impedir un mayor compromiso analítico y relexivo con el presente Festival
de Viña. Debía retirarme subrepticiamente de intensas tertulias literarias para
poder escudriñar los detalles más relevantes del evento. Esta situación me llevó a
reconsiderar el rol de los intelectuales frente al festival: no podemos ni debemos
restarnos de esta gran iesta. Por eso, hoy he decidido poner mi aparato crítico al
servicio de Chile.
Son muchas las imágenes que cruzan mi mente: la ausencia del autoomitido Felo,
la irrelevante presencia del relamido Andrés Caniulef que nos hace extrañar a
Rayén Araya, la indeinición de un Peter Veneno que oculta a Yerko, su Mr. Hyde,
el diente caído de Raphael, el botón suelto en la camisa de Eduardo Fuentes... Y
también Felipe Camiroaga, un halcón incapaz de mostrar al mundo su conquista, y
Soledad Onetto, la periodista del tímido busto transparentado que pareciera estar
más preocupada de memorizar estadísticas y de conectarse por twitter que con su
público.
Aquí y allá priman las reglas del carnaval: mientras campea el travestismo de los
personajes “cómicos”, la agraciada Jendelyn asiste a una coronación de fantasía y
Juan Carlos Valdivia reinventa una vez más el destape a la chilena, lamiendo el irme
glúteo de Andrea Dellacasa para que luego Claudia Conserva deienda de manera
conmovedora su condición de hombre de familia. Al inal, todos los periodistas,
matinales y vespertinos, se resfrían por creer que en Viña existe el verano, y caen
cegados, no por el pálido brillo de las estrellas invitadas a la Quinta, sino por los
focos estratégicamente mal ajustados.
Los menos avezados creerán que este recuento arrojará un balance negativo, pero
están errados. Lo que he resaltado son precisamente aquellas características que
los más importantes estudiosos han deinido como las fundamentales de la poesía:
la capacidad de evocación, la ambigüedad, la autorreferencia, la resigniicación de
sus elementos, la sorpresa. Un buen poema, como quería Huidobro, es la invención
51
de un mundo nuevo, y sólo nos queda agradecer a todos quienes han participado
para crear este universo paralelo. Precisamente en estos días en que la propaganda
de una gaseosa predica que “necesitamos más poesía”, quisiera responder que el
Festival es un poema, nuestro mejor poema.
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APOLOGÍA DE PELOTÓN
“Dentro de poco no quedará realidad, sino puro reality”, sentenciaba hace algunos
días Cristián Warnken, en un apocalíptico alegato frente el avance imparable de ese
tipo de programas. Luego de leerlo, me preguntaba: ¿por qué habríamos de buscar
realidad en la televisión? ¿Son reales las noticias, los reportajes, los documentales?
¿Y son reales, acaso, las columnas de Cristián Warnken? ¿Es real Cristián Warnken?
Durante las últimas semanas, mi atención televisiva (que ocupa un alto porcentaje
de mi atención total sobre la realidad) se ha concentrado en “Pelotón”. Más allá del
enaltecimiento de mis siempre febles valores patrios, lo que más me ha conmovido
es el vaciamiento del molde formativo castrense, y la disolución de valores como
la rigurosidad, el compañerismo y el decoro. Los esfuerzos son ingidos, los
ejercicios, meras pantomimas. A cada momento me parece escuchar este verso de
Bruno Vidal, el más militar de nuestros poetas: “AQUÍ TODO ES LO CONTRARIO
A LA ACCIÓN”. Pues lo que se ha mostrado es la verdadera condición del soldado y
su obligación de ser un aprendiz de la inutilidad. ¿Hay algo más real que la espera,
el aburrimiento y la falsedad?
53
CUÉNTAME UN CUENTITO
Mis amigos escritores creen que para ser serios tienen que escuchar a músicos
serios como Bob Dylan o Lou Reed. Yo también quisiera ser serio, pero no consigo
comprar la autenticidad de los sufridos rockeros. Preiero creer en quienes no
traican mensajes de autoayuda disfrazados de vivencias profundas, en quienes se
atreven a cantar aunque no tengan nada que decir.
El título del nuevo disco de Miranda!, Es imposible, podría leerse como una
poética: nada de lo que se cuenta es cierto, pero no importa; importa el falsete,
la cita recurrente y sobreexpuesta. Su barroquismo resulta tan subversivo como
proponía Sarduy: “Malgastar, dilapidar, derrochar lenguaje únicamente en función
de placer”. No hay otro fundamento que el capricho.
54
BIELSA: ÉXTASIS Y SILENCIO
55
ME DUELE CHILE
Siempre hay motivos para sentir vergüenza de ser chileno. Recientemente se han
acumulado con particular frecuencia una serie de hechos deplorables: un premio
nacional de literatura entregado por gente que no sabe leer a una persona que no
sabe escribir, un incontinente presidente repartiendo sonriente los souvenirs de un
accidente laboral, una feria internacional del libro con nuestro país como invitado,
en la que tienen el descaro de cobrar entrada cuando lo que correspondería es que
paguen por asistir. Pero este 4 de noviembre, día de mi cumpleaños, el país se
encuentra al borde del abismo y está a punto de dar un paso adelante: una artera
conspiración de dueños de fundo pretende convertirse en los dueños de la pelota,
desbancando a Harold Mayne-Nicholls de la presidencia de la ANFP, y sacando del
camino a nuestro entrenador Marcelo Bielsa, la única luz de esperanza que había
guiado nuestro destinos este año. Si el entrenador rosarino nos deja, sobrevendrá
un descalabro institucional y el desplome de nuestros escasos valores: los jóvenes
ya no tendrán un modelo de rectitud moral, los trabajadores perderán la motivación
de emular su responsabilidad y constancia, y, lo que es aún más determinante, los
poetas de este país perderemos al más inspirado modelo de rigor lingüístico.
Por favor, señores dirigentes de la ANFP, no nos den otro motivo más para
avergonzarnos de ser chilenos.
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NOTA
“Chile: país de poetas” fue publicado en he Clinic, año 6, nº 129, el 27 de mayo de 2004,
irmado por “Felipe Cussen (poeta chileno)”.
“Flaco favor” fue publicado en el blog Tercera Cultura, el 29 de abril de 2011, como
respuesta a la columna “Me pongo de pie”, de Cristián Warnken, publicada el día anterior
en El Mercurio.
“Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes” fue escrito el 13 de mayo de 2012.
“Opinión nerudiana” fue publicado en el sitio web Plagio, el 23 de agosto de 2004, dentro
de una encuesta de José Antonio Silva sobre el centenario de Neruda titulada “Los jóvenes
poetas opinan”.
“Poesía invisible” fue publicado con el título “Arte Concreta Paulista, compilación de João
Bandeira” en el sitio web Sobre Libros, el 7 de enero de 2007.
“Una nueva inocencia” fue publicado en el sitio web de la revista Sibila, el 3 de marzo de
2008, en respuesta al documento “Arte / Poesía como acto / de riesgo” de Alcir Pécora y
Régis Bonvicino.
“Cómo no decir nada” fue publicado en el sitio web Escáner Cultural el 5 de septiembre de
2008. Una primera versión fue leída el 30 de agosto de 2008 en el Encuentro Internacional
de Poesía Experimental “Amanda Berenguer”, realizado en el Centro MEC, Montevideo,
Uruguay. Los poemas de Martín Gubbins a los que me reiero son los de su serie Escalas,
publicados como libro el año 2011 por la editorial mexicana Mangos de Hacha. La
“performance inmóvil” a la que aludo es una performance que consiste sólo en un texto
leído, y que presenté antes de mi lectura en Montevideo. Los poemas míos que menciono
son algunos de los que Francisca Lange incluyó en su antología Diecinueve (Poetas chilenos
de los noventa) (Santiago: J. C. Sáez Editor, 2006) y mi libro Esto es la globalización:
(Santiago: Foro de Escritores, 2005).
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“Una propuesta modesta” fue publicado en el sitio web 7 de 7, el 31 de noviembre de 2009.
“Chat con Roberto Cabrera” fue realizado el 21 de marzo de 2012. El punto de partida fue
un diálogo previo en el marco de una lectura que él organizó en el Centro de Extensión de
la Universidad Católica del Maule, el 14 de julio de 2011.
“Respuestas a Ernesto González Barnert” fue publicado en el sitio web Escritores y poetas
en español, el 11 de mayo de 2007, dentro de su entrevista titulada “Felipe Cussen”.
“Exceso de fe“ fue publicado en he Vergara Street Journal, nº 10, noviembre de 2006.
“Los números” fue escrito el 25 de marzo de 2012, tomando como modelo la sección
homónima de la revista Paula. No fue enviado a esa revista porque pensé que no les
interesaría publicarlo.
“Cuando grande quiero ser un poeta joven” fue escrito el 13 de septiembre de 2008.
“Carta abierta a los periodistas culturales de Chile” fue publicado el 14 de agosto de 2012
en paniko.cl.
“Diálogo con Guido Arroyo” fue realizado en septiembre de 2007 para he Vergara Street
Journal. Finalmente no fue publicado.
“El festival es un poema” fue publicado en Las Últimas Noticias, el 28 de febrero de 2010.
“Bielsa: éxtasis y silencio” fue publicado en Qué pasa, nº 2010, el 16 de octubre de 2009.
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OPINOLOGÍA
Felipe Cussen
Diseño de portada: Camila González Benöhr
ISBN: 978-956-351-333-2
©2012 Cumshot
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