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Universidad de Santander

Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y Humanidades.

Programa de Derecho

Docente:
Roberto Agudelo Pinzón

Estudiante:

Wilkin Herney Marín Pinto

Materia:
Curso MASC

Tema: Actividad Conciliación

Abril 16 de 2023
1. REALIZAR LA SOLICITUD DE CONCILIACIÓN

Bucaramanga Santander 14 de Abril de 2023

SEÑORES:
CENTRO DE CONCILIACIÓN- UDES BUCARAMANGA,
Lagos del Cacique
Calle 70 No. 55-210 Bucaramanga
PBX: (+57) (607) 6516500)

 REF: SOLICITUD DE CONCILIACIÓN.

ANA ORTIZ SANABRIA, Mayor de edad, identificada como aparece al pie de mi


firma, obrando en representación de los menores hijos: ANITA FRANCO ORTIZ,
identificada con NUIP No. 1.049.291.464, expedida en Simití, Bolívar y JUANITO
FRANCO ORTIZ, identificado NUIP No. 63.496.729, expedido en Simití, Bolívar;
de 5 y 4 años de edad respectivamente, por medio del presente escrito solicito se
fije fecha y hora para la celebración de AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN con el
objeto de FIJAR CUOTA ALIMENTARIA, RÉGIMEN DE VISITAS, CUSTODIA y
CUIDADOS PERSONALES de mis menores hijos; antes mencionados, con
citación de la siguiente persona:

JUAN FRANCO GUTIERREZ, identificado con cédula de ciudadanía No.


1.049.020.405, expedida en Santa Rosa del Sur, Bolívar (parentesco, padre).

1. CONVOCADO: JUAN FRANCO GUTIERREZ.


Celular: 3210056457
Dirección: URBANIZACIÓN VILLAS DEL SUR – IDENTIFICADO COMO LOTE 4
DE LA MANZANA A
CORREO ELECTRONICO: juanfranco02@gmail.com
 

Sustento la anterior solicitud en los siguientes:

 HECHOS

PRIMERO: El señor JUAN FRANCO GUTIERREZ y ANA ORTIZ SANABRIA,


convivieron en unión libre, durante 4 años y 2 meses, iniciando su convivencia el
día 30 de junio de 2015, hasta el 30 de agosto de 2019, de manera permanente y
singular como compañeros permanentes.

SEGUNDO: De esta unión referenciada anteriormente existió la procreación de los


siguientes hijos, hoy menores de edad: ANITA FRANCO ORTIZ, identificada con
NUIP No. 1.049.291.464, expedida en Simití, Bolívar y JUANITO FRANCO ORTIZ,
identificado NUIP No. 63.496.729, expedido en Simití, Bolívar; de 5 y 4 años de
edad respectivamente.

TERCERO: Desde el día 30 de junio de 2015, entre JUAN FRANCO GUTIERREZ


y ANA ORTIZ SANABRIA, se inició una unión marital de hecho, la cual subsistió
de manera continua por un lapso superior a los 4 años, los compañeros
permanentes hicieron vida en común, como marido y mujer y procrearon los
siguientes hijos, hoy menores de edad: ANITA FRANCO ORTIZ, identificada con
NUIP No. 1.049.291.464, expedida en Simití, Bolívar y JUANITO FRANCO ORTIZ,
identificado con NUIP No. 1.049.029.857, expedido en Simití, Bolívar, sin ser
casados entre sí; conviviendo bajo el mismo techo, bajo la ayuda mutua, socorro,
hechos producidos de manera libre y espontánea, extendido hasta el momento de
su disolución ocurrida el día 30 de agosto de 2019, dándose la separación de
cuerpos.

CUARTO: Que durante los años de convivencia, JUAN FRANCO GUTIERREZ


atendió a los deberes de Compañero Permanente, en los cuales se dedicó a
cumplir sus obligaciones del hogar; hasta el momento de su disolución ocurrida el
día 30 de agosto de 2019 y desde esa fecha NO ha cumplido en debida forma
con su obligación alimentaria para con mis menores hijos.

QUINTO: QUE A pesar de que intento suplir las necesidades básicas de mis hijos,
no me es suficiente para proveerles lo necesario para su congrua subsistencia,
pues no cuento con un empleo estable.

 PETICIONES

1. Se fije fecha y hora para la celebración de Audiencia De Conciliación.


 

2. Se establezca CUOTA ALIMENTARIA al señor JUAN FRANCO GUTIERREZ,


identificado con cédula de ciudadanía No. 1.049.020.405, expedida en Santa Rosa
del Sur, Bolívar (parentesco, padre) por valor de UN MILLÓN DE PESOS M.CTE
($ 1.000.000.) mensuales, que deberán ser pagados los primeros cinco (5) días de
cada mes, en favor de sus dos menores hijos. Adicionando a lo anterior, una cuota
extra en el mes de Junio y otra en diciembre.
 

3. RÉGIMEN DE VISITAS, CUSTODIA y CUIDADOS PERSONALES.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Constitución Política los artículos 42, 43, 44 y 45; alimentos, este derecho se halla
en un capítulo especial, que se enmarca dentro de los derechos de la familia, del
niño, niña y adolescente.

El artículo 411, 413 y siguientes del Código Civil nos dice a quienes se deben los
alimentos, y en qué manera se pueden reclamar judicialmente.

La Ley 1098 de 2006 en los artículos 14, 22, 23, 24, 29, 39 entre otros, establece
el derecho que tienen los menores a: tener una familia y no ser separado de ella,
define la custodia y el cuidado personal de los menores, derecho al desarrollo
integral en la primera infancia, y las obligaciones de la familia para con los
menores.

PRUEBAS Y ANEXOS

 COPIA DE DOCUMENTOS DE IDENTIDAD CONVOVANTE Y


CONVOCADO
 REGISTROS CIVILES DE LOS MENORES
 CARNETS DE VACUNACIÓN MENORES
 COPIA CARNET DE CRECIMIENTO Y DESARROLLO
 CERTIFICADO DE NOMINA DEL CONVOCADO 
 FACTURAS GASTOS DE MIS MENORE HIJOS
 COPIA DE SISBEN DE CONVOCANTE
 COPIA DE SISBEN HIJOS MENORES
 RECIBO SERVICIO PÚBLICOS

DIRECCIONES Y NOTIFICACIONES

CONVOCANTE:

EN EL MUNICIPIO DE BUCARAMANGA, SANTANDER, URBANIZACIÓN VILLAS


DEL SUR – IDENTIFICADO COMO LOTE 15 DE LA MANZANA A - CORREO
ELECTRONICO: anaortiz02@gmail.com, CELULAR: 3178270707 

CONVOCADO:                

EN EL MUNICIPIO DE BUCARAMANGA, SANTANDER, URBANIZACIÓN VILLAS


DEL SUR – IDENTIFICADO COMO LOTE 4 DE LA MANZANA A - CORREO
ELECTRONICO: juanfranco02@gmail.com, CELULAR: 3178270707  

Atentamente;

ANA ORTIZ SANABRIA


CC: 1.008.223.225 expedida en Santa Rosa del Sur, Bolívar.
Celular: 3178270707.

2. Relacionar los documentos que se requieren para tramitar la solicitud por el


centro de conciliación UDES. 

 COPIA DE DOCUMENTOS DE IDENTIDAD CONVOVANTE Y


CONVOCADO
 REGISTROS CIVILES DE LOS MENORES
 CARNETS DE VACUNACIÓN MENORES
 COPIA CARNET DE CRECIMIENTO Y DESARROLLO
 CERTIFICADO DE NOMINA DEL CONVOCADO 
 FACTURAS GASTOS DE MIS MENORE HIJOS
 COPIA DE SISBEN DE CONVOCANTE
 COPIA DE SISBEN HIJOS MENORES
 RECIBO SERVICIO PÚBLICOS
3. Elaborar el estudio del caso teniendo en cuenta los antecedentes del
desacuerdo, relacionar las normas sustanciales y procesales con su
apreciación de ellas frente al caso concreto.

Para resolver esta conciliación se debe tener en cuenta la LEY 2220 DE 2022
(Junio 30)“POR MEDIO DE LA CUAL SE EXPIDE EL ESTATUTO DE
CONCILIACIÓN Y SE DICTAN OTRAS DISPOSICIONES.”

El ARTÍCULO 12. Operadores autorizados para conciliar extrajudicialmente en


materia de familia. La conciliación extrajudicial en derecho en materia de
familia podrá ser adelantada ante los conciliadores de los centros de
conciliación, ante les defensores y los comisarios de familia cuando ejercen
competencias subsidiarias en los términos de la Ley 2126 de 2021, los
delegados regionales y secciónales de la Defensoría del Pueblo, los agentes
del ministerio público ante las autoridades judiciales y administrativas en
asuntos de familia y ante los notarios. A falta de todos los anteriores en el
respectivo municipio, esta conciliación podrá ser adelantada por los personeros
y por los jueces civiles o promiscuos municipales, siempre y cuando el asunto
a conciliar sea de su competencia.

En la conciliación extrajudicial en materia de familia los operadores autorizados


lo son en los asuntos específicos que los autorice la Ley.

Dice la jurisprudencia obligación de prestar alimentos corresponde a una


obligación de carácter especial en cuanto le asisten unas características y
requisitos particulares, ya que (i) su naturaleza es principalmente de carácter
civil; (ii) se fundamenta constitucionalmente en los principios de solidaridad,
equidad, protección de la familia, necesidad y proporcionalidad; (iii) tiene una
finalidad asistencial de prestación de alimentos por parte del obligado
o alimentante al beneficiario o alimentario; (iv) adquiere un carácter patrimonial
cuando se reconoce la pensión alimentaria; (v) el bien jurídico protegido es la
vida y subsistencia del alimentario y, como consecuencia, sus demás derechos
fundamentales; (vi) exige como requisitos para su configuración que (a) el
peticionario necesite los alimentos que solicita; (b) que el alimentante tenga la
capacidad para otorgarlos; y (c) que exista un vínculo filial o legal que origine la
obligación; (vii) se concreta jurídicamente cuando se hace exigible por las vías
previstas por la ley –administrativas o judiciales-, en aquellos casos en que el
alimentante elude su obligación frente al beneficiario o alimentario; y
finalmente, lo que resulta especialmente relevante para el presente estudio de
constitucionalidad (viii) no tiene un carácter indemnizatorio, de manera que
implica la existencia de una necesidad actual, lo cual no quiere decir que
cuando ésta ya ha sido decretada por las vías legales existentes no pueda
exigirse judicialmente las cuotas que el alimentante se ha abstenido de pagar,
por negligencia o culpa, incluso por vía ejecutiva.

Adicional a lo anterior la CONVENCION SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO-


Deber del Estado; formula como deberes de los Estados: (a) combatir la
malnutrición; (b) suministrar los alimentos nutritivos adecuados; (c) adoptar las
medidas pertinentes para apoyar a los padres y a otras personas responsables
del niño en la realización efectiva de su derecho a un nivel de vida adecuado y,
si es necesario, proporcionar asistencia material y programas de apoyo,
especialmente, en relación con la nutrición; y (d) adoptar las medidas
necesarias, con el máximo de los recursos de los que disponga “para dar
efectividad” a los derechos sociales, económicos y culturales de los niños,
niñas y adolescentes, entre otros.

Consideraciones generales sobre la obligación alimentaria[25] 


 
La obligación alimentaria tiene pleno sustento constitucional en los artículos 1º,
2º, 5, 11, 13, 42, 43, 44, 45, 46, 93 y 95 de la Constitución Política, con el fin de
garantizar la vida digna, el mínimo vital y los derechos fundamentales de
aquellas personas, primordialmente miembros de la familia o vinculadas
legalmente, frente a quienes asiste una obligación de solidaridad y equidad en
razón a que no pueden procurarse su sostenimiento por sí mismas.
 
En este sentido, la jurisprudencia de esta Corporación ha sostenido que el
cumplimiento de dicha obligación aparece “necesario para asegurar en ciertos
casos la vigencia de los derechos fundamentales de las personas al mínimo
vital o los derechos de la misma estirpe en favor de los niños, o de las
personas de la tercera edad, o de quienes se encuentren en condiciones de
marginación o de debilidad manifiesta (art. 2º, 5, 11, 13, 42, 44 y 46
C.P.)”[26] (negrillas fuera de texto).
 
Así, la obligación alimentaria se deriva del principio de solidaridad -arts. 1º y
95, núm. 2 CP- “según el cual los miembros de la familia tienen la obligación de
procurar la subsistencia a aquellos integrantes de la misma que no están en
capacidad de asegurársela por sí mismos”[27]. Igualmente, tiene su
fundamento en el principio constitucional de protección a la familia –art.42 CP-;
en el principio de equidad, en la medida en que “cada miembro es obligado y
beneficiario recíprocamente”[28] en los grados señalados en la ley[29]; y en
el principio de proporcionalidad en tanto que su imposición consulta la
capacidad económica del alimentante como la necesidad concreta del
alimentario[30].
 
Respecto de la definición del derecho de alimentos la jurisprudencia de esta
Corte ha sostenido que es “aquél que le asiste a una persona para reclamar de
quien está obligado legalmente a darlos, lo necesario para su subsistencia
cuando no está en capacidad de procurársela por sus propios medios”[31] y,
por lo mismo, que  “El derecho de alimentos puede entenderse como el poder
de voluntad de una persona (alimentario), otorgado por el ordenamiento
jurídico positivo, de exigir a otra (alimentante) los medios para su subsistencia
cuando carece de ellos. Su fuente es de ordinario directamente la ley, pero
pueden tener origen también en testamento o donación entre vivos (Art. 427
del Código Civil)” [32]
 
Igualmente, ha expresado este Tribunal que el derecho de alimentos constituye
un “derecho subjetivo personalísimo, donde una de ellas tiene la facultad de
exigir asistencia para su subsistencia cuando no se encuentra en condiciones
para procurársela por sí misma, a quien esté obligado por ley a suministrarlo,
bajo el cumplimiento de ciertos requisitos, a saber: (i) que el peticionario
carezca de bienes y, por consiguiente, requiera los alimentos que demanda; (ii)
que la persona a quien se le piden alimentos tenga los recursos económicos
para proporcionarlos y (iii) que exista un vínculo de parentesco o un supuesto
que origine la obligación entre quien tiene la necesidad y quien tiene los
recursos. De esa forma, con fundamento en los principios de proporcionalidad
y solidaridad el derecho de alimentos consulta tanto la capacidad económica
del alimentante como la necesidad concreta del alimentario, y se impone
principalmente a los miembros de la familia.” [33].
 
Por su parte, en el ordenamiento jurídico interno el Código Civil -arts. 411 al
427- se determina que el derecho a los alimentos constituye el derecho que
tiene una persona de reclamar de otra obligada por la ley, a percibir los bienes
necesarios para asegurar su subsistencia de manera digna, particularmente
cuando quien los reclama no se encuentra en capacidad de procurárselos por
sí mismo. De esta manera, las personas respecto de quien la ley ha
establecido dicha carga deben sacrificar o ceder parte de sus propiedades o
bienes a fin de garantizar la supervivencia y desarrollo del acreedor de los
alimentos[34]. Estas normas contienen la regulación general sobre el derecho
de alimentos, que comprende sus titulares, la prelación entre éstos, los
alimentos provisionales, su tasación, la duración de la obligación, su forma,
cuantía y caracteres. Su fuente es de ordinario directamente la ley, pero
pueden tener origen también en testamento o donación entre vivos.
 
Los requisitos o condiciones para adquirir el derecho de alimentos son el
vínculo jurídico filial o legal, la necesidad del alimentario y la capacidad
económica del alimentante. Cuando termina o varía alguno de ellos, el derecho
de alimentos se modifica o extingue.
 
El artículo 411 del Código Civil determina los titulares del derecho de
alimentos, estableciendo en los numerales 2º, 5 y 7, para lo que interesa a este
caso, que serán titulares los descendientes, los hijos naturales, su posteridad y
los nietos naturales, y los hijos adoptivos, respectivamente, cuya
constitucionalidad ha sido examinada por esta Corte[35]. El artículo 413 divide
los alimentos en congruos y necesarios. Congruos son los que habilitan al
alimentario para subsistir modestamente de un modo correspondiente a su
posición social, mientras que los necesarios son los que le dan lo que basta
para sustentar la vida. El artículo 417 establece la posibilidad de otorgar
alimentos provisionales. El artículo 419 la tasación de alimentos, en la cual se
deberán tomar siempre en consideración las facultades del deudor y sus
circunstancias domésticas. El artículo 420 establece el monto de la obligación
alimentaria. El artículo 421, ahora acusado, determina que los alimentos se
deben desde la primera demanda; el artículo 422 establece la duración de la
obligación. El artículo 423 la forma y cuantía de la prestación alimentaria, el
artículo 424 la intransmisibilidad e irrenunciabilidad del derecho a alimentos, el
cual no puede transferirse por causa de muerte, ni venderse o cederse de
modo alguno, ni renunciarse.
 
De otro lado, los alimentos pueden dividirse en voluntarios y legales. Son
legales los que se deben por ministerio de la ley mientras que los voluntarios
tienen origen en un acuerdo particular o en la voluntad unilateral del
alimentante.
 
La jurisprudencia constitucional ha reconocido que la obligación alimentaria
tiene las siguientes características:
 
“a. La obligación alimentaria no es una que difiera de las demás de naturaleza
civil, por cuanto presupone la existencia de una norma jurídica y una situación
de hecho, contemplada en ella como supuesto capaz de generar
consecuencias en derecho.
 
b. Su especificidad radica en su fundamento y su finalidad, pues, la obligación
alimentaria aparece en el marco del deber de solidaridad que une a los
miembros más cercanos de una familia, y tiene por finalidad la subsistencia de
quienes son sus beneficiarios.
 
c. El deber de asistencia alimentaria se establece sobre dos requisitos
fundamentales: i) la necesidad del beneficiario y ii) la capacidad del obligado,
quien debe ayudar a la subsistencia de sus parientes, sin que ello implique el
sacrificio de su propia existencia.
 
d. La obligación de dar alimentos y los derechos que de ella surgen tiene unos
medios de protección efectiva, por cuanto el ordenamiento jurídico contiene
normas relacionadas con los titulares del derecho, las clases de alimentos, las
reglas para tasarlos, la duración de la obligación, los alimentos provisionales
(arts. 411 a 427 del Código Civil); el concepto de la obligación, las vías
judiciales para reclamarlos, el procedimiento que debe agotarse para el efecto,
(arts. 133 a 159 del Código del Menor), y el trámite judicial para reclamar
alimentos para mayores de edad (arts. 435 a 440 Código de Procedimiento
Civil), todo lo cual permite al beneficiario de la prestación alimentaria hacer
efectiva su garantía, cuando el obligado elude su responsabilidad”[36].
 
En suma, para la Sala la obligación de prestar alimentos corresponde a una
obligación de carácter especial en cuanto le asisten unas características y
requisitos particulares, ya que (i) su naturaleza es principalmente de carácter
civil; (ii) se fundamenta constitucionalmente en los principios de solidaridad,
equidad, protección de la familia, necesidad y proporcionalidad; (iii) tiene una
finalidad asistencial de prestación de alimentos por parte del obligado
o alimentante al beneficiario o alimentario; (iv) adquiere un carácter patrimonial
cuando se reconoce la pensión alimentaria; (v) el bien jurídico protegido es la
vida y subsistencia del alimentario y, como consecuencia, sus demás derechos
fundamentales; (vi) exige como requisitos para su configuración que (a) el
peticionario necesite los alimentos que solicita; (b) que el alimentante tenga la
capacidad para otorgarlos; y (c) que exista un vínculo filial o legal que origine la
obligación; (vii) se concreta jurídicamente cuando se hace exigible por las vías
previstas por la ley –administrativas o judiciales-, en aquellos casos en que el
alimentante elude su obligación frente al beneficiario o alimentario; y
finalmente, lo que resulta especialmente relevante para el presente estudio de
constitucionalidad (viii) no tiene un carácter indemnizatorio, de manera que
implica la existencia de una necesidad actual, lo cual no quiere decir que
cuando ésta ya ha sido decretada por las vías legales existentes no pueda
exigirse judicialmente las cuotas que el alimentante se ha abstenido de pagar,
por negligencia o culpa, incluso por vía ejecutiva.

4. Relacionar los documentos probatorios necesarios para una eficiente


intervención como mediador en el caso, teniendo en cuenta el principio de
legalidad y protección de derechos fundamentales de las partes y los
menores de edad.
Para poder aplicar un a eficiente internecion en el caso que nos ocupa se
deben aportar los siguientes documentos probatorios:

 COPIA DE DOCUMENTOS DE IDENTIDAD CONVOVANTE Y


CONVOCADO
 REGISTROS CIVILES DE LOS MENORES
 CARNETS DE VACUNACIÓN MENORES
 COPIA CARNET DE CRECIMIENTO Y DESARROLLO
 CERTIFICADO DE NOMINA DEL CONVOCADO 
 FACTURAS GASTOS DE MIS MENORE HIJOS
 COPIA DE SISBEN DE CONVOCANTE
 COPIA DE SISBEN HIJOS MENORES
 RECIBO SERVICIO PÚBLICOS
Su importancia radica en que los medios probatorios son el máximo elemento y
medio de defensa dentro de un proceso judicial, ya que con ellos
demuestras la veracidad de los hechos y derechos que alegas.

5. Desarrolle los principios de conciliación y como se tendrían en cuenta en


este caso.

ARTÍCULO 4. Principios. La conciliación se guiará, entre otros, por los siguientes


principios:

1. Autocomposición. Son las propias partes confrontadas las que resuelven su


conflicto, desavenencias o diferencias en ejercicio de la autonomía de la voluntad,
asistidos por un tercero neutral e imparcial que promueve y facilita el diálogo y la
búsqueda de soluciones al conflicto y negociación entre ellas y que puede
proponer fórmulas de solución que las partes pueden o no aceptar según su
voluntad. Los interesados gozan de la facultad de definir el centro de conciliación
donde se llevará a cabo la conciliación, elegir el conciliador.

2. Garantía de acceso a la justicia. En la regulación, implementación y operación


de la conciliación se garantizará que todas las personas, sin distinción, tengan las
mismas oportunidades, y la posibilidad real y efectiva de acceder al servicio que
solicitan. Está garantía implica que la prestación del servicio tanto por los
particulares, como por las autoridades, investidas de la facultad de actuar como
conciliadores generen condiciones para acceder al servicio a poblaciones urbanas
y rurales, aisladas o de difícil acceso geográfico, y acogiendo la caracterización
requerida por el servicio a la población étnica, población en condición de
vulnerabilidad, niños, niñas y adolescentes y personas con discapacidad.

Se deberá garantizar que el trato brindado no resulte discriminatorio por razones


de género, raza, idioma, opinión política, condición social, origen étnico, religión,
preferencia ideológica, orientación sexual, ubicación territorial, prestando especial
atención a la garantía de acceso a la justicia en la ruralidad, en especial en los
municipios a que se refiere el Decreto Ley 893 de 2017.

En consecuencia, habrá diferentes modelos para la implementación del


instrumento, que atenderán a los diversos contextos sociales, geográficos,
económicos, etnográficos y culturales donde se aplique. Para tal efecto se podrán
constituir centros de conciliación especializados en la atención de grupos
vulnerables específicos.

3. Celeridad. Los procedimientos definidos en la presente ley se erigen sobre


preceptos ágiles, de fácil compresión y aplicación en todo contexto y materia, por
lo que los mismos deberán interpretarse y aplicarse por el conciliador, con la
debida diligencia, en función de la solución autocompositiva del conflicto. El
conciliador, las partes, sus apoderados o representantes legales y los centros de
conciliación evitarán actuaciones dilatorias injustificadas, en procura de garantizar
el acceso efectivo a la justicia.

4. Confidencialidad. El conciliador, las partes y quienes asistan a la audiencia,


mantendrán y garantizarán el carácter confidencial de todos los asuntos
relacionados con la conciliación, incluyendo las fórmulas de acuerdo que se
propongan y los datos sensibles de las partes, los cuales no podrán utilizarse
como pruebas en el proceso subsiguiente cuando este tenga lugar.
5. Informalidad. La conciliación esta desprovista de las formalidades jurídicas
procesales.

La competencia del conciliador se determinará conforme a lo establecido en la


presente Ley, y el factor territorial no será obstáculo alguno para que el conciliador
pueda ejercer su labor.

El conciliador en equidad podrá realizar audiencias de conciliación en cualquier


espacio que considere adecuado para tramitar el conflicto.

Lo previsto en los incisos primero y tercero de este numeral no son aplicables a la


conciliación extrajudicial en asuntos de lo contencioso administrativo o cuando se
trata de una conciliación judicial.

6. Economía. En el ejercicio de la conciliación los conciliadores procuraran el más


alto nivel de calidad en sus actuaciones y la protección de los derechos de las
personas. El conciliador y las partes deberán proceder con austeridad y eficiencia.

7. Transitoriedad de la función de administrar justicia del conciliador


particular. La función transitoria inicia con la designación como conciliador y cesa
con la suscripción del acta de conciliación, las constancias que establece la ley o
el desistimiento de una o ambas partes. El conciliador se revestirá nuevamente de
la función transitoria en los eventos en que proceda la aclaración de un acta o
constancia expedida por este.

En el caso de la conciliación extrajudicial en derecho, también terminará con el


vencimiento del término de los tres (3) meses en que debió surtirse la audiencia, lo
que ocurra primero, salvo por habilitación de las partes para extender la audiencia
en el tiempo.

8. Independencia del conciliador. Como administrador de justicia en los términos


del artículo 116 de la Constitución, el conciliador tendrá autonomía funcional, es
decir, no estará subordinado a la voluntad de otra persona, entidad o autoridad
superior que le imponga la forma en que debe dirigir la audiencia o proponer las
fórmulas de acuerdo en la conciliación.

Las actuaciones de los operadores de la conciliación extrajudicial en derecho en


asuntos contenciosos administrativos, tendrán en razón al interés general y
defensa del patrimonio público una autonomía funcional reglada.

9. Seguridad jurídica. El análisis del conflicto deberá contar con referentes de


confianza en el proceso conciliatorio como medio para la solución alternativa y
pacífica del conflicto y creador de derechos con efectos de cosa juzgada, lealtad
procesal en la actuación, y certeza en la justicia desde actores sociales e
institucionales.

10. Principio de neutralidad e imparcialidad. Como administrador de justicia, el


conciliador garantizará su actuar y su conducta de manera honesta, leal, neutral e
imparcial, antes y durante la audiencia de conciliación y hasta que se alcance una
decisión final al conflicto o controversia.

11. Principio de presunción de buena fe. En todas las actuaciones de la


conciliación se presumirá la buena fe de conformidad con lo previsto en el artículo
83 de la Carta Política, que incluye la presunción de autenticidad de todos los
documentos y actuaciones, físicas y virtuales, de conformidad con las
disposiciones del CGP.
PARÁGRAFO 1. La conciliación por medios virtuales se regirá por los principios
señalados en el presente artículo y, además, por los principios de neutralidad
tecnológica, autenticidad, integridad, disponibilidad e interoperabilidad de la
información. En el tratamiento de datos se deberá garantizar el cumplimiento de
los principios y disposiciones contenidos en la Ley 1581 de 2012 o la ley que la
modifique, complemente o sustituya.

Con el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones se deberá


aumentar, profundizar y hacer eficiente y eficaz el aprovechamiento de los datos,
con la finalidad de generar valor social y económico, en el marco de lo establecido
en la Ley 1581 de 2012 o la ley que la modifique, complemente o sustituya.

PARÁGRAFO 2. La conciliación extrajudicial en asuntos contencioso


administrativos se guiará por los principios generales previstos en la presente ley,
los cuales deben ser interpretados de acuerdo con la naturaleza e intervinientes
en la misma, así como el principio de la función administrativa de que trata el
artículo 209 de la Constitución Política. Igualmente, serán aplicables los principios
de que trata el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo en cuanto resulten compatibles con la naturaleza y características
de este mecanismo alternativo de solución de controversias.

6. Desarrolle el principio del interés superior de los niños, niñas y


adolescentes.
El derecho fundamental de los niños a recibir alimentos, derivado del interés
superior del menor –art.44 CP-
 
Dice la jurisprudencia que el derecho de los menores a recibir alimentos es en sí
mismo un derecho fundamental. La normatividad colombiana consagra el derecho
de los alimentos con categoría superior, como parte integrante del desarrollo
integral de los seres humanos, prevalentemente de los menores de edad. En
nuestra Constitución Política este derecho se halla en un capítulo especial que se
enmarca dentro de los derechos de la familia, del niño, niña y adolescente.
Particularmente el artículo 44 que consagra el interés superior del menor y sus
derechos fundamentales, así como los artículos 42, 43 y 45 CP que regulan la
protección de la familia, de la mujer embarazada y de los adolescentes[37].
 
En lo que concierne al alimento de los niños, niñas y adolescentes, en los tratados
internacionales se consagra este derecho en la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948 que determinó en el artículo 25.1 la alimentación
como un componente del derecho a un nivel de vida adecuado, reconocido en
favor de toda persona. Posteriormente, en 1974 la Declaración Universal sobre la
Erradicación del Hambre y la Malnutrición, estableció que “(c)ada hombre, mujer
y niña o niño tiene el derecho inalienable a estar libre de hambre y malnutrición
para poder desarrollar sus facultades físicas y mentales (...)”[38] (negrillas de la
Sala).
 
Seguidamente, en 1976 el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, mediante el artículo 11, reiteró que la alimentación hace parte de un
nivel de vida adecuado y los Estados deben tomar medidas apropiadas para
asegurar su efectividad. En desarrollo de este artículo, el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales señaló que “el derecho a una alimentación
adecuada está inseparablemente vinculado a la dignidad humana y requiere la
adopción de políticas económicas, ambientales y sociales adecuadas en los
planos nacional e internacional”[39].
 
Posteriormente, la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 consagró
como deberes de los Estados: (a) combatir la malnutrición; (b) suministrar los
alimentos nutritivos adecuados; (c) adoptar las medidas pertinentes para apoyar a
los padres y a otras personas responsables del niño en la realización efectiva de
su derecho a un nivel de vida adecuado[40] y, si es necesario, proporcionar
asistencia material y programas de apoyo, especialmente, en relación con la
nutrición; y (d) adoptar las medidas necesarias, con el máximo de los recursos de
los que disponga “para dar efectividad” a los derechos sociales, económicos y
culturales de los niños, niñas y adolescentes, entre otros. En concordancia, en la
Observación General No. 15[41] del Comité de los Derechos del Niño se
estableció la importancia de adoptar medidas encaminadas a que los Estados
garanticen el acceso a alimentos nutricionalmente adecuados y culturalmente
apropiados[42].
 
En este sentido, constitucionalmente y a nivel del derecho internacional, los
derechos a la vida, la integridad física, la salud, la seguridad social, la educación,
la recreación y todo el catálogo de derechos fundamentales, dependen del
derecho fundamental básico a una alimentación equilibrada, que procura asegurar
los medios para que niños, niñas y adolescentes, desarrollen su potencial físico,
psicológico, espiritual, moral, cultural y social[43].
 
Así, en diversas oportunidades la jurisprudencia constitucional ha advertido sobre
la relevancia que tiene el derecho de alimentos frente a la garantía y disfrute del
mínimo vital y de la concreción del principio de interés superior del menor, cuando
se trata de niños, niñas y adolescentes, destacando que si bien “...ostenta una
naturaleza prestacional - asistencial, es evidente que participa del carácter
prevalente atribuible a todos los derechos de los menores y que se reafirma en el
hecho mismo de que con su ejercicio se logra satisfacer y garantizar otros
derechos de rango fundamental, tales como la salud, la educación, la integridad
física, entre otros...”, razón por la cual, “...la garantía que se otorgue a este
derecho [el de alimentos] debe reflejar el carácter prevalente del mismo y no
puede considerar únicamente la perspectiva de la protección del menor en su
mínimo vital, sino que exige extenderse a la efectividad de los principios (…)
relativos al interés superior de los menores, a la solidaridad, a la justicia y a la
equidad...”[44] (negrillas fuera de texto).
 
De este modo, el derecho de alimentos, cuando los titulares son menores de edad,
exige por parte del alimentante o persona obligada a darlos, generalmente los
padres, una gran responsabilidad constitucional y legal, en tanto se encuentran en
juego principios, valores y derechos fundamentales, puesto que este derecho es
indispensable y esencial para el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, los
cuales se hallan inhabilitados para proveer su propio sostenimiento y se
encuentran en una situación de indefensión y vulnerabilidad por ser menores de
edad o por otras razones señaladas por el legislador. En efecto, así como los
padres tienen derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos que
desean tener, consecuentemente les asiste la obligación de cuidarlos, sostenerlos
y alimentarlos desde su concepción, durante el embarazo y parto, y mientras sean
menores de edad, con el fin de garantizarles una vida digna y el ejercicio pleno de
sus derechos fundamentales.
 
Igualmente, los preceptos constitucionales e internacionales mencionados se
encuentran íntimamente relacionados con la noción de alimentos del menor en la
legislación interna, desarrollada en la normatividad civil, de familia y de la Infancia
y la Adolescencia, a través de procesos especiales[45], siendo claro que el
reconocimiento legal del derecho a los alimentos que se hace a los menores tiene
una finalidad protectora integral basada en el interés superior del menor[46].
 
En el ordenamiento interno existe un régimen legal especial que regula los
alimentos de menores en la Ley 1098 de 2006 o Código de Infancia y
Adolescencia. Así, en el artículo 8º de la Ley 1098 de 2006 determina qué se
entiende por interés superior del niño, niña o adolescente. El artículo 24 de la
misma ley[47] contempla la definición del derecho a los alimentos y sus
elementos. Igualmente, el artículo 17 determina que la alimentación debe ser
equilibrada y nutritiva, y se reconoce como una condición para la calidad de vida
esencial para el desarrollo integral de los niños, las niñas y los adolescentes. En el
artículo 41.10 se establece como obligación del Estado apoyar a las familias para
que estas puedan asegurar a sus hijos los alimentos necesarios para su desarrollo
físico, psicológico e intelectual, por lo menos hasta los 18 años[48].
 
En síntesis, respecto de la obligación de prestar alimentos a los menores de edad,
la jurisprudencia de esta Corte se ha manifestado en múltiples oportunidades, en
el marco del antiguo Código del Menor – Decreto 2737 de 1989-, y el actual
Código de Infancia y Adolescencia –Ley 1098 de 2006-, fijando sobre este tema
las siguientes reglas jurisprudenciales con fundamento en el artículo 44 Superior y
los tratados internacionales mencionados:
 
(i) El derecho de alimentos de menores de edad constituye un derecho
fundamental en sí mismo, derivado de los mandatos constitucionales consagrados
en los artículos 1, 2, 13, 42, 43 44, 45, 93 y 95 de la Constitución Política,
revistiendo especial importancia el interés superior del menor establecido en el
artículo 44 Superior.
 
(ii) El derecho de alimentos comprende todo lo necesario para la conservación de
la vida y pleno cuidado y desarrollo armónico e integral del menor de edad en
todos los aspectos y ámbitos de la vida. De esta manera, comprenden tanto el
sustento diario como el vestido, la habitación, asistencia médica, recreación,
formación integral y la enseñanza de una profesión u oficio y todo lo necesario
para desarrollo físico, psicológico, cultural, social y espiritual[49]. 
 
(iii) La alimentación de los menores de edad debe ser adecuada y equilibrada, de
manera que garantice todo el catálogo de derechos fundamentales que dependen
del derecho fundamental básico a una alimentación idónea, suficiente y
nutritiva, con el fin de asegurar que niños, niñas y adolescentes, maximicen su
potencial en sus diversos elementos[50].
 
(iv) Las relaciones paterno-filiales, la patria potestad y los deberes y obligaciones
de los padres en relación con sus hijos, de conformidad con el artículo 42 de la
Constitución, constituye uno de los fundamentos esenciales del derecho a los
alimentos de los hijos menores de edad[51].
 
(v) Este derecho se origina en los principios de solidaridad familiar, de equidad, de
responsabilidad y de proporcionalidad. En punto a este tema, la obligación
alimentaria no es solamente una prestación de carácter económico, sino,
especialmente, una manifestación del deber constitucional de solidaridad y de
responsabilidad, fundada, de una parte, en la necesidad del alimentario y en la
capacidad del alimentante, y, de otra, en la libre determinación de constituir una
familia y de elegir el número de hijos que se desea procrear[52].
 
(vi) Igualmente, la jurisprudencia constitucional ha destacado el deber del Estado
de garantizar la igualdad de hombres y mujeres frente al cumplimiento de la
asistencia a sus hijos como una forma de erradicar la discriminación contra la
mujer [53].
 
(vii) Los progenitores y no sus hijos menores, tienen el deber de poner de presente
ante las autoridades administrativas y/o judiciales las demoras, los descuidos y las
falencias frente a la obligación alimentaria[54].
 
(viii) Los créditos por alimentos en favor de menores prevalecen sobre todos los
demás de la primera clase[55].
 
(ix) Una de las finalidades que persigue la protección prevalente del interés
superior del menor, en el caso de la garantía del derecho a alimentos de menores
de edad, es el equilibrio entre los derechos de los niños, niñas y adolescentes y
los de sus padres, en cuyas controversias debe prevalecer el interés de los
primeros[56]. Se debe aplicar siempre la interpretación más garantista en favor de
los menores por parte de las autoridades públicas, jueces y tribunales, en
aplicación del principio pro infans[57].
 
(x) El derecho constitucional de los niños, niñas y adolescentes a la alimentación
constituye igualmente para los obligados a prestarles alimentos una obligación de
orden público de carácter irrenunciable[58].
 
(xi) Las limitaciones impuestas al alimentante por el legislador a causa del
incumplimiento de sus obligaciones de alimentación del menor, en relación con el
ejercicio de sus derechos frente este, tienen pleno sustento constitucional pues
responde a la finalidad legítima de propender por la subsistencia del menor, de
conformidad con el artículo 44 CP [59].
 
(xii) En la jurisprudencia de esta Corte se ha reiterado la procedencia de la acción
de tutela para exigir el pago de la cuota alimentaria a favor de menores de edad,
con el fin de proteger la evidente amenaza a su mínimo vital, incluso cuando el
incumplimiento del alimentante obedece a razones ajenas a su voluntad, como
cuando no recibe oportunamente sus salarios por causa de su empleador, casos
en los que se ha ordenado el pago de los salarios respectivos para proteger el
derecho de alimentos del menor[60].
 
(xiii) La acción de tutela procede igualmente para hacer efectiva la obligación de
descontar cuotas alimentarias, determinado que el ordenamiento confiere a los
jueces de familia o municipales las facultades para hacer efectivas las órdenes de
embargo por alimentos, sin perjuicio de las garantías establecidas por la ley o
convenidas por las partes, en cuanto se responsabiliza solidariamente al pagador
o al patrono del alimentante asalariado, por las cuotas dejadas de descontar[61].
 
(xiv) Frente a la fijación del monto de la cuota alimentaria la Corte ha advertido
que la acción de tutela no es procedente para definirla pues existen otros medios
de defensa administrativos y judiciales más idóneos y eficaces mediante los
cuales es posible obtener la regulación de las cuotas alimentarias de forma
provisional o permanente[62].
 
(xv) Por otra parte, se ha establecido que la fijación de la cuota alimentaria debe
responder a la capacidad de pago de los alimentantes obligados y que debe ser
equitativa frente a los hijos, independientemente de que se trate de hijos
matrimoniales o extramatrimoniales, de manera que no debe haber un trato
discriminatorio entre ellos[63].
 
(xvi) La jurisprudencia ha resaltado el derecho a la igualdad entre los hijos,
principio y derecho que prohíbe que los hijos sean sometidos a discriminación por
su progenitor común, con fundamento en su origen familiar[64].
 
(xvii) Cuando existe declaración de nulidad de un matrimonio la responsabilidad
por la obligación del pago de los gastos de alimentos y educación de los hijos
debe fijarse en condiciones de equidad entre los miembros de la pareja, así como
las obligaciones y derechos que se desprenden de la paternidad de conformidad
con los artículos 13, 42, 43 y 44 constitucionales[65].
 

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