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BLOQUE TEMÁTICO V.
LA CULTURA MATERIAL EN LA ROMA ANTIGUA
TEMA 17.
ARQUEOLOGÍA DE LA PRODUCCIÓN EN EL
MUNDO ROMANO
INTRODUCCIÓN.
Uno de los objetivos que debe presidir la investigación sobre los elementos de la cultura material es el de
su técnica de realización y el contexto tecnológico, organizativo y económico en el que se originan. La
Arqueología de la Producción aplicada al mundo romano es una rama de la Historia de la Cultura Material
joven pero de probada eficacia desde el punto de vista de sus resultados científicos. Hemos seleccionado
algunos sectores productivos del mundo romano, como la minería y la metalurgia, la elaboración de
cerámicas y vidrios, las manufacturas textiles y algunas producciones alimenticias con mayor injerencia en
la dieta y economía romanas. Mostramos los hitos de su ciclo productivo desde la obtención de la materia
prima hasta la elaboración de los objetos o productos.
La Arqueología de la Producción es la rama de la Historia de la Cultura Material que se ocupa del estudio de
las actividades y procesos que hacen posible la transformación de un bien en otro distinto. Se interesa
también por su contexto social y económico y las implicaciones que dichas actividades tuvieron en el
proceso histórico de la comunidad en estudio. Es decir, si se considera que el ciclo de vida de los productos
que forman parte de la cultura material de una sociedad se inscriben en tres grandes estadios de
producción, comercio y consumo, la Arqueología de la Producción deberá interesarse por cada una de estas
esferas, incluyendo el estudio del impacto ambiental derivado de la actividad productiva sobre el paisaje.
El método arqueológico es una herramienta eficaz para el conocimiento de los aspectos productivos, por
cuanto una parte sustantiva de las operaciones relacionadas con la transformación de materias primas en
bienes de consumo dejaron huellas materiales susceptibles de ser analizadas arqueológicamente. El valor
relativo de las fuentes escritas para el estudio de las operaciones productivas se explica porque el
conocimiento técnico se obtenía de forma empírica y se transmitía de un artesano a otro por demostración
y a través de la experiencia. No es frecuente que se compilaran por escrito todos los aspectos prácticos de
un proceso. Dentro de los testimonios escritos más útiles son los documentos derivados o relacionados con
el desarrollo de las actividades productivas (contratos, libros de cuentas, inventarios…) y aquellos que
proporcionan descripciones y noticias directas o indirectas sobre determinadas acciones de la cadena
operativa de obtención de productos.
Las fuentes iconográficas colaboran en un mejor conocimiento de estos temas al hacerse eco de
aspectos inaprensibles a través de la cultura material, como son acciones técnicas concretas, gestos o
posturas de trabajo.
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La Arqueominería estudia los procesos de búsqueda y explotación de los yacimientos mineros en el Pasado,
y el análisis del paisaje histórico de las áreas de explotación. El estudio arqueológico de la minería antigua
debe incorporar también el contexto social, económico y territorial de las áreas objeto de análisis.
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Los hornos de fundición contaban con una cámara excavada en el suelo sobre la que se
levantaba una estructura realizada con materiales refractarios. El metal líquido se convertía en
lingotes o en tortas de fundición.
Por su parte, la metalurgia del hierro es más compleja, ya que al estar en estado sólido debe
provocarse la separación de la escoria tras lograr que ésta adquiera un estado fluido, que
sucede a unos 1.150º C. El resultado era un hierro dulce al que había que someter a
tratamientos térmicos y mecánicos para eliminar los restos de escorias que aún permanecían
en él. Los restos de hornos de fundición suelen constar de una fosa excavada y paredes
refractarias con toberas de ventilación y un orifico para sangrar la escoria. El hierro había que
someterlo a diversas técnicas de forja, unas de carácter formativo, para dar la forma deseada
al objeto y otras para mejorar sus propiedades: templado, recocido, carburación.
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3. OFFICINAE
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Otra modalidad de acabado fue el vidriado. Consistía en aplicar a la superficie del vaso un
recubrimiento de naturaleza vítrea compuesto de productos refractarios, fundentes y
colorantes. Este esmalte se aplicaba tras una primera cocción a la que sucedía una segunda en
ambiente oxidante.
Junto a estos procedimientos el alfarero romano pude hacer uso de la incisión o excisión
mediante sistemas mecánicos o manuales que alteran la superficie de los vasos, profundizando
o levantando porciones de pasta. También se utilizó el estampado como ornamento directo en
los productos finales. Otro procedimiento decorativo fue el relieve aplicado, que se trataba de
pequeñas piezas trabajadas individualmente que se aplicaban al vaso antes de la cocción. La
técnica de la barbotina fue común en ciertas formas de terra sigillata. Otra técnica fue la
incrustación de arena sobre la pasta fresca antes de la cocción.
También se usó la pintura como recurso decorativo, para la obtención de los pigmentos se
emplearon productos minerales.
Ciertas producciones de cerámica romana requerían de un control muy estricto de los sistemas
de cocción. Esta fase dependía de las características tecnológicas de los hornos. El horno
romano estaba constituido por tres partes: el praefurnium o pasillo de alimentación del
combustible, la cámara de combustión y la cámara de cocción o laboratorio. Las dos
últimas estaban separadas por una parrilla perforada que aislaba las piezas del contacto
directo con el fuego.
Los hornos se realizaban con adobes y ladrillos. Muchos tenían la cámara de combustión
excavada en el suelo, las paredes se revestían con barro para aumentar su estanqueidad. Las
parrillas estaban hechas con adobes o placas de barro. La parte peor conocida es el laboratorio
por ser la menos conservada.
El proceso de cocción se iniciaba con la carga de los materiales en el horno, las piezas se
colocaban apiladas. El siguiente paso era el encendido y control del fuego durante la
cocción, el proceso de cocción podía prolongarse durante más de 36 horas. Una vez finalizada
la cochura el horno tenía que enfriarse de manera paulatina y por métodos naturales,
alargándose unos tres o cuatro días más. Luego se procedía a la apertura del horno y a la
retirada del material cocido. Cualquier error de cálculo en cualquiera de estas fases podía dar
al traste con buena parte o toda la hornada, circunstancia que pudo pasar a menudo por las
cantidades de desecho que suele hallarse en los vertederos próximos a los hornos.
Los talleres cerámicos de cierta entidad (officinae) debían contar con un número importante
de operarios de diverso rango y competencias, a cuyo frente se encontraba un officinator o
encargado del taller. Una parte del conocimiento de esta organización se deriva de las marcas
de alfarero que aparecen en las cerámicas. Se realizaban antes de la cocción y consistían en un
punzón impreso con el nombre expresado con diferentes fórmulas. En el caso de la terra
sigillata las marcas han sido objeto de numerosos estudios que opinan que servían para
distintas funciones.
A través de esta documentación epigráfica es posible conocer la participación de diversos
artesanos en el proceso de fabricación. En las producciones de terra sigillata sabemos de la
existencia de artesanos especializados en la realización de los punzones para decorar los
moldes, en la fabricación de los moldes y en la elaboración de vasos. El trabajo de confección
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de los punzones para la decoración de moldes era el más delicado. Los fabricantes de moldes
parece que pudieron trabajar de manera independiente, aunque también pudo haber centros
que contaran con decoradores de moldes en plantilla. Finalmente las marcas que se
encuentran en el producto final, ya sean intradecorativas o impresas en el fondo interno,
corresponden al ejecutor del vaso.
Además, la onomástica que refleja la epigrafía cerámica proporciona datos inestimables para
el conocimiento de la condición social de los ceramistas. En Italia prestaban sus servicios en los
talleres un buen número de esclavos, sin embargo, esto no se constata en las producciones
gálicas e hispánicas. La presencia femenina en estas industrias es prácticamente nula, aunque
hay una participación femenina en tareas que no requerían especial destreza.
Otro aspecto importante es la estructura organizativa de los talleres cerámicos. Parece que
funcionaron en régimen de cooperativa, aunque también pudieron funcionar como
organización empresarial. Según Riccioni pudieron existir tres tipos de actividad: explotación
de las canteras y preparación de los barros; elaboración de los vasos y propiedad de los
hornos, regidos por grupos de gestores independientes. Incluso pudo desarrollarse en régimen
de mancomunidad, como una colectividad unida por un interés común.
Todos los trabajos serían asumibles por los grandes centros de producción con una dirección
única, y los pequeños talleres podrían encargarse de la elaboración de los vasos, viéndose
obligados a adquirir tanto la materia prima como los moldes. Sin embargo, Jacob opina que no
debió existir una organización profesional potente como para organizar y coordinar todos los
trabajos necesarios en un centro de producción cerámica. Pese a estas discrepancias, puede
deducirse la existencia de una organización que adoptó diferentes fórmulas según el ámbito en
el que nos hallemos.
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Los conocimientos sobre la tecnología vidriera antigua derivan de los análisis químicos, del
estudio de los contextos arqueológicos y de las noticias contenidas en las fuentes latinas. Plinio
atribuye la invención del vidrio a los fenicios pero lo cierto es que se conocía ya en la
Mesopotamia del III milenio a.C.
Las técnicas formativas de objetos de vidrio más empleadas en el mundo romano fueron:
1. Talla en frío: consistía en tallar en frío un bloque de vidrio hasta darle la forma
deseada. Se empleó también como técnica decorativa complementaria en otros
métodos de elaboración
2. Vidrio modelado sobre un núcleo friable: el vidrio fundido en estado viscoso era
modelado en torno a un núcleo de material (arcilla) inserto a su vez en una varilla
metálica que pudiera girar sobre la mesa de vidriero para ir dando forma a la pieza.
3. Moldeado monocromo: consistía en verter vidrio fundido en un molde con la forma
en negativo del objeto, pero también se podía hacer modelando una torta de vidrio en
estado viscoso sobre un molde con la forma del vaso.
4. Moldeado policromo o vidrio-mosaico: es una técnica tanto formativa como
decorativa y denomina a los vidrios obtenidos mediante presionado-moldeado de
elementos decorativos preformados. Una de las variedades decorativas más
características es la del vidrio millefiori, se aplicaba en el molde sobre una base de
vidrio, secciones cortadas de unas varillas formadas por hilos de vidrio de colores. Una
vez en el horno, se fundían originando una superficie continua de flores multicolores.
5. Vidrio soplado: es la gran revolución de la historia del vidrio ya que redujo el coste de
realización, transformando el vidrio en un objeto de uso corriente. La técnica consistía
en insuflar aire en una masa fluida de vidrio a través de una varilla o tubo de soplado. Se
formaba una ampolla a la que se iba dando forma con el aire sobre la mesa de vidriero
con una pinza. Una vez conseguida la forma, la pieza se separaba de la caña con unas
pinzas.
6. Vidrio camafeo: se considera también una técnica formativa y decorativa. Es un vidrio
con decoración en relieve que imita el contraste de colores de las piedras semipreciosas.
El procedimiento para conseguir este acabado consistía en la realización de un
recipiente con dos estratos de vidrio de diferente color. La decoración se realizaba
tallando en frío los motivos sobre el estrato externo, de manera que las figuras
quedaban resaltadas sobre el color del fondo.
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tres más pequeños para el encurtido con alumbre de las pieles más delgadas. En todos se
ponían a macerar las pieles entre dos capas de tanino. En esta estancia se hallaron varios
instrumentos para cortar las pieles.
El trigo desempeñaba un papel esencial como materia prima para la elaboración del pan,
principal aporte de carbohidratos en la dieta romana. Se hacía pan con harina de primera
(panis siligineus) o de segunda calidad (panis secundarius), pero existía otro menos refinado
(panis plebeius) el más duro de los legionarios (panis militaris) marineros (panis nauticus) y el
peor de todos (panis furfureus) consumido por los más pobres o los perros.
La panificación era una actividad doméstica, se realizaba en la cocina o lugares destinados ex
profeso. A partir del siglo II a.C. comienza a difundirse la industria panadera, a cuyo frente se
hallaban los pistores.
Las panaderías reunían las labores de molienda y cocción del pan (pistrinum y panificium) por
lo que el establecimiento se completaba con una estancia con molinos, un laboratorio en el
que se preparaba la pasta y un horno.
El horno de ladrillo, furnus, cubierto con un tejadillo, estaba situado en la proximidad del
laboratorio y comunicado con él mediante una ventanilla lateral que daba sobre la plataforma
situada delante de la boca del horno.
Los romanos deben a los griegos el conocimiento del proceso de vinificación. A partir de la
segunda mitad del siglo II a.C. los vinos italianos adquieren un cierto renombre, ya que antes
eran despreciados a favor de los vinos griegos. Italia conoce un gran crecimiento en su
producción agrícola que se frena con las conquistas de la dinastía julio-claudia, que supondrán
una importante modificación en la agricultura romana con la importación de vinos extranjeros.
Testigo de excepción de la producción y comercio del vino serán las ánforas. El estudio de sus
centros de fabricación, de las marcas y de los tituli picti con la mención de procedencia del
producto, permite detectar áreas de cultivo, cantidades posibles de excedente para la
exportación y rutas comerciales. Los más apreciados eran el Falerno, el Surrentium, Varino y
Vesibunum.
El vino se fabricaba en la propiedad agrícola donde se cultivaban las viñas. Como el aceite se
producía en los mismo lugares que el vino, muchas explotaciones agrícolas poseían
instalaciones conjuntas.
Las prensas de uvas se componen de un tronco de madera (prelum) sujeto en uno de sus
extremos y que ejercía la presión sobre las uvas dispuestas en serones a medida que éste
bajaba gracias a un torno de mano (súcula) o un gran tornillo vertical (coclea). Cuando salía de
la prensa se recogía en una jarra para pasarlo a un dolium o se conducía directamente por un
canal hasta la cella vinaria donde se almacenaban en los dolia.
En el molino de olivas (trapetum) los frutos se aplastaban por muelas semiesféricas y también
existían prensas, que conducían a un depósito en el que se decantaba el aceite, antes de su
conservación en ánforas.
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El estudio de los lugares donde se llevaba a cabo el procesamiento del pescado para su salazón
o elaboración de salsas forma parte importante de la Arqueología de la Alimentación. Estos
trabajos requieren el concurso de arqueozoólogos y otros expertos que analicen los restos de
paleofauna y sedimentos de diferente naturaleza que se encuentran en las instalaciones
relacionadas con estos procesos productivos.
En época romana la salazón de pescado (salsamentum) constituyó una industria muy
desarrollada. El pescado era eviscerado y cortado en trozos con cortes para la penetración de
la sal y colocado en grandes cubas, donde se mezclaba con la sal. Tras veinte días de
maceración, se retiraba y se introducía en ánforas para su exportación.
Más importante aún fue el garum, una salsa que se elaboraba con las partes blandas de
grandes especies como los túnidos y a la que podían añadirse peces más pequeños. Se obtenía
depositando los restos de pescado en piletas con sal, a razón de una parte de sal por ocho de
pescado, también se conseguía introduciendo los restos en una salmuera bien concentrada.
Era necesaria su exposición al calor solar durante al menos dos meses removiéndola
diariamente, o se transportaba en marmitas a una sala caliente, sobre hipocaustum, para
activar la evaporación de la salmuera. Luego se dejaba enfriar y el último paso era colar el
producto con un saco o cesta de mimbre hasta obtener una pasta clara. El líquido restante del
filtrado del garum se aprovechaba para hacer otras salsas de menor calidad y precio: hallec,
muria y liquamen. Todos estos productos se vertían en ánforas para su transporte.
Para establecer las factorías se requerían tres condiciones: una zona pesquera en la que se
encuentren las especies consumidas, proximidad a una corriente de agua dulce y a unas
salinas.
La estructura y funcionamiento de todas las industrias de salazón son similares, constan de una
gran entrada por la que se introducía el pescado, una sala de preparación donde se destripaba
y cortaba y varias salas al aire libre con grandes cubas de mortero donde se maceraba el
pescado. También existían diferentes salas para almacenar las ánforas de transporte.
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