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Así pues, la primera ley que debes tener en cuenta para practicar el desapego, es tomar
conciencia de que eres pleno responsable de ti mismo.
-No pongas en el bolsillo de los demás tu propia felicidad. No concibas la idea de que
para ser feliz en esta vida, es esencial encontrar una pareja que te ame, o tener siempre
el reconocimiento de tu familia.
Esas desavenencias familiares, ese trauma, esa pérdida, ese fracaso sentimental o esa
frustración no superada. Todo ello son anclas que nos aferran, que ponen cadenas en
nuestros pies y anzuelos en nuestra alma.
Es un apego tóxico y poco saludable que nos impide avanzar en libertad y plenitud.
Acepta, asume y aunque te cueste, aprende a perdonar. Te hará sentir más liberado y
te ayudará a centrarte en lo que de verdad importa, el “aquí y ahora“, este presente
donde tienes tu verdadera oportunidad. ¿A qué esperas?
No obstante, ello no impide que podamos establecer vínculos afectivos con otras
personas, porque también ello forma parte de nuestro crecimiento personal. Saber amar
y saber recibir amor.
No obstante, el desapego implica que nunca debes hacerte responsable de la vida de los
otros, al igual que los demás, no deben tampoco imponerte sus principios, sus ataduras
o cadenas personales para aferrarte a ellos. Es aquí donde empieza el auténtico
problema y los sufrimientos.
Los apegos intensos nunca son saludables, pensemos por ejemplo en esos padres
obsesivos que se exceden en la protección de sus hijos y que les impiden poder madurar,
poder avanzar con seguridad para explorar el mundo.
La necesidad de “despegarse” es vital en estos casos, ahí donde cada uno debe salir de
los límites de la certidumbre para aprender de lo imprevisto, de lo desconocido.
Las personas se irán, los niños crecerán, algunos amigos dejarán de serlo y algunos
amores se irán del calor de tu mano… Todo ello forma parte del desapego, y como
tal, hemos de aprender a asumirlo para afrontarlo con mayor integridad. Con mayor
fuerza. Pero lo que nunca va a cambiar, es tu capacidad de querer. Y debes empezar
siempre por ti mismo.