Está en la página 1de 1

LA VUELTA

El muchacho de la escuela veinticuatro

cero

cuatro

escribe poemas. Vengan a celebrarlo

baja la ramada de la pasionaria cuyos frutos cuelgan

como plenitudes de este verano.

La silla de junco para el poeta. Siéntate sin perturbar

[al perro

que hace veinte años duerme

bajo el sol que otra vez es un regocijo.

El corazón, en la vuelta, es un péndulo azorado

que va de este patio áspero al suave pueblo de tu

[ memoria.

Bebes y escuchas:

Ojalá te den el permio Nobel, hermanito,

cuando todavía puedas hacer el amor. A propósito,

¿la poesía te da privilegios

de himeneo? El resto es literatura. ¿También son

rubios

los coños

que sueñan eternamente nuestros dedos oscuros?

De pronto el perro gime en su sueño. Sin despertar

persigue con angustia su cola greñuda

como si fuera un dorado vellocino.

Tú, poeta, quieres consolarlo, calmar sus giros,

acariciar su lomo,

pero detenemos tu mano y bajo nuestra antigua

[ pasionaria

Te increpamos el olvido:

Déjalo, aquí la vida es así.

También podría gustarte