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El problema de credibilidad en las crónicas

hispanoamericanas
INTRODUCCIÓN
Todo lo que concebimos sobre la historia de nuestro país es conocido a través de las
crónicas, documentos guardados que relatan sucesos ocurridos en el pasado escritos por
un autor denominado “cronista”. Pero la ciencia de la historia no es tan sencilla, hay que
preguntarnos el grado de confiabilidad de los testimonios. Pese a ello, la existencia de
estos documentos nos permite tener una idea acerca de nuestro pasado, por lo que estos
textos tienen suma importancia. Hay que tener en cuenta que los documentos que se
presentan el día de hoy, en muchos casos, no son originales. Las crónicas “originales”
tuvieron una gran variedad de ediciones. Por ello cabe la posibilidad de desconfiar de la
veracidad de una edición. Una de las maneras en las cuales uno de estos documentos
puede ser sujeto de crítica sería: ¿El editor no habrá intuido un suceso que nunca
ocurrió? Cabe la posibilidad que la perspectiva del editor influyera negativamente sobre
la fiabilidad del documento. Así como este existe diversos factores dignos de un
análisis, de esta manera, se evitará intuir sucesos que no ocurrieron en el pasado. A
partir de lo mencionado se analizarán diversos cronistas que influyeron en la historia
hispanoamericana, tales como Cristóbal de Molina, quien tuvo uno o dos homónimos y
Francisco López de Gómara. Quiero dar a entender que no es tan sencillo seguir los
pasos de la historia, especialmente la hispanoamericana, por ejemplo, la falta de
concepción de la historia por parte de los incas. Tomando en cuenta lo anterior hay que
plantearnos una pregunta: ¿Lo que sabemos de la historia hispanoamericana es
totalmente cierta?
IMPORTANCIA DE UNA CRÓNICA
Las crónicas son documentos de gran importancia que fueron escritos por cronistas, que
abarcan desde documentos escritos con fines de investigación a los andinos a cartas de
navegación, como los de Hernando Pizarro, quién redacto su estadía en el Perú en la
conquista y la captura de Atahualpa, pues quería disponer de información a los oídores
de Audiencia de Santo Domingo. Estas cuentan acontecimientos que sucedieron en el
pasado, pero estas poseen cierto grado de error. El primer cronista fue Cristóbal Colón,
mas incluso su crónica contiene acontecimientos fabulosos e irreales, pues narra la
presencia de sirenas en el camino a “Las Indias” – como pensaba él – pero posiblemente
haya confundido manatíes con estos seres fantásticos. Es por ello por lo que, aquellos
que desean seguir los pasos de la historia deben de analizar las crónicas antes de
tomarlas como verdaderas.
Para analizar las crónicas hay que plantarse una critica interna y una crítica externa. La
crítica externa consiste en preguntarse qué tanta confianza merece una crónica, mientras
que la crítica interna consiste en cuestionarse qué grado de confianza merece un tema
incluido en la crónica. Para resolver estas dudas se realiza un análisis de diversos
factores los cuales se procederán a explicar y a ejemplificar.
EL ANÁLISIS DE LA CRÍTICA EXTERNA
Es importante conocer que la edición, en el caso de las crónicas suele conllevar un
problema para esta, pero también es necesaria. En la actualidad existen muchos
documentos los cuales urgen ser editados, puesto que se encuentran ocultos y pueden
conllevar digna información para la historia. Un ejemplo es el caso de las obras de
Girolamo Benzoni, quién escribió una de las que podría ser una valiosa crónica, mas por
su falta de edición sigue sin ser traducida al español, pese a haber sido escrita cuatro
siglos atrás.
Como se explicó, la edición es importante en las crónicas, ¿entonces porque puede
conllevar a ser un problema? Las crónicas suelen ser editadas frecuentemente. Estas
ediciones pueden añadir información no mencionada en el artículo original. Tal como es
el caso de la crónica de Poma de Ayala. En aquella crónica, su editor John V. Murra
incluye sus propias opiniones en la obra de Poma, como por ejemplo le otorga
importancia al año 1437-sin razón fundamentada- o, pese a que en tiempos de Poma
había muchas formas de clasificar “las edades del mundo”, Murra opta a usar una de
ellas la cual, pese a parecer “encajar” en la crónica de Ayala, no es exacta ni tiene
fundamentos. Además, Murra afirma que Ayala tuvo una “esmerada educación
lascasiana”, mas es otra de sus conclusiones sin fundamentos que la aprueben.
Es por ello por lo que es necesario realizar un análisis al texto original o a la edición
prínceps. Si analizamos que el documento es fiel al original, ¿podremos tomar
literalmente las palabras del editor? Para responder dicho interrogante es necesario
realizar una crítica interna del documento.
EL ANÁLISIS DE LA CRÍTICA INTERNA
¿Se imaginan un autor que describa a los indígenas mencionando su punto de vista, pero
se descubra que nunca viajó al Nuevo Mundo? Caso similar es el de Gutiérrez Santa de
Clara, quién brindo información importante sobre los conflictos entre españoles y
andinos, pero se duda si en realidad viajó al Perú. En caso se descubriera que nunca
tuvo presencia en el Perú, la valiosa información brindada por el cronista sería inválida.
Como se puede observar, conocer al cronista nos permite identificar si la fuente es
confiable. En otras palabras, para constatar la veracidad de su escrito es necesario
conocer la biografía del autor.
En otros casos, conocer al cronista nos permitiría entender mejor su testamento y este es
el caso del cronista Cristóbal de Molina. Se conocía anteriormente que hubo un cronista
con dicho nombre, pero ¿en realidad era solo uno? Los textos que escribía hacían
referencia a contextos diferentes. Diego de Molina era almagrista. Acompañó a
Almagro a Chile y según él no participó en la conquista por ser sacerdote. También se
menciona que fue un cura y vicario ¿Y dónde están las irregularidades? Se pierde el
rastro de Molina por un tiempo considerable y vuelve a mencionarse al almagrista como
hija de Pizarro. Don Carlos Romero notó estas irregularidades y separó a Cristóbal de
Molina en dos personajes: “el chileno” y “el cusqueño”. El problema para entender sus
crónicas es saber qué información le pertenece a cada uno de ellos. Incluso se ha llegado
a pensar que existe un tercer homónimo entre esos años. A través de este personaje -o
estos personajes - es claro que la biografía del autor nos permitirá entender mejor el
contexto en el que se encuentra el cronista. Es importante mencionar que más que una
autobiografía es necesario que el autor sea mencionado por otro cronista que confirme
sus palabras. Por ejemplo, la biografía de uno de los cronistas peruanos más conocidos:
Inca Garcilaso de la Vega, fue escrito por Carmelo Sáenz de Santa María, mencionando
momentos importantes en la vida y la obra del cronista. Esto brinda confiabilidad a las
obras del Inca Garcilaso, quién por cierto tuvo como nombre natal Gómez Suarez de
Figueroa, puesto que se conoce su presencia en los acontecimientos que relata.
Garcilaso, el padre de las letras del continente americano, estuvo presente en su infancia
en el contexto peruano, pues él relata sus experiencias en Perú cuando era infante.
Otras variables para analizar son el grado de cultura y formación del cronista, dos
posesiones intelectuales del autor que pueden resultar una falsa dicotomía que puede
tener el efecto contrario al que se pretende: transmitir de una manera sencilla una
crónica con datos imparciales. Es mucho más sencilla la transmisión de una crónica que
la escritura de un texto complejo que puede confundir al lector y generar cambios en los
datos verdaderos. Extendiendo esta idea, algunas crónicas andinas fueron escritas para
servir de “literatura” y no de “historia”. Un claro ejemplo es el ya mencionado cronista
Inca Garcilaso de la Vega, quien es criticado por incluir «ficción» en la crónica, mas
cabe recalcar que su crónica fue escrita como una historia épica, por lo que no es
criticable la presencia de las historias fantásticas, pues es la forma en la que Garcilaso
decidió redactar su crónica. Otro ejemplo es Edmundo Bendezú, autor de “La otra
literatura peruana”, pues sus afirmaciones son juzgadas, pero también fue escrito como
obra literaria, con un acercamiento al romanticismo.
Acerca del propósito del autor, este puede modificar la verdad dependiendo de las
intenciones del autor. ¿Por qué escribió el texto? ¿Quiso informar acerca de los
descubrimientos del Nuevo Mundo porque le pareció venusto? ¿O acaso tuvo un interés
personal como el cronista Fray Bartolomé de las Casas? El cronista mencionado fue
conocido por su empatía a los indios. Para él los indios eran niños inocentes, dulces y
altruistas por naturaleza, fáciles de hacer pensar en la existencia de Dios, sin tener
fundamentos que se los corroboren. Además de ello, fue obispo durante tres años.
¿Cuál fue aquel propósito que “condena” sus crónicas? Él escribió tres obras: “La
brevísima relación de la destrucción de las indias”, “Historia de las Indias” y
“Apologética Historia sumaria”. La primera obra mencionada se caracteriza por
condenar a los españoles por la colonización y especialmente por los malos tratos que
recibían los indios por parte de estos. Siendo ese su propósito, ¿puede que haya
exagerado al escribirlo, puesto a que él buscaba condenar a los españoles? Posiblemente
sí, mas Julio Sierra lo describe como “El hombre necesario”, pues era el momento de
tomar decisiones radicales. Respecto a su trabajo no se le puede tener certeza a sus
palabras respecto al Perú, puesto que nunca llegó allí: estuvo en México y el Caribe.
Tuvo informantes que le platicaron sobre la situación en el Perú, mas habría que
preguntarse la veracidad de sus testamentos. Le hablaron de las torturas a los indios en
Quito y Puerto Viejo, pero no los realizados por Pizarro y sus compañeros, quienes no
realizaban torturas crueles como los demás soldados ¿Puede que de lo escuchado haya
exagerado la situación? Lo más probable es que sí. Curioso resulta al conocer que existe
otra crónica que rechaza las ideas de Las Casas, pues menciona el autor que,
interrogando a indígenas, llega a la conclusión que los incas eran “tiranos”, pues
gobernaban conquistando otras culturas y tenían poder sobre ellos; en cambio los
españoles eran los héroes para aquellas culturas sometidas. Lo curioso resulta al saber
que esta crónica es anónima. ¿Cómo saber la confiabilidad de sus fuentes? He aquí una
crónica que le urge la biografía del autor, volviendo a aquel problema de algunas
crónicas. Editores suelen atribuir la crónica a Pedro Gutiérrez Flores, Polo de
Ondegardo o Jerónimo Ruiz de Portillo.
Otro ejemplo es el de Francisco de Xerez, quien al haber escrito un libro que presentaba
ataques contra Francisco Pizarro, escribió la crónica “Verdadera relación de la conquista
del Perú y provincia del Cusco llamada la nueva Castilla”. En este libro él planeaba
corregir los ataques escritos anteriormente. ¿Acaso su intención de defender a Pizarro
habrá alterado la realidad descrita? ¿No pudo acaso ocultar acontecimientos que
desfavorecerían a Pizarro?
Las improntas culturas son otros factores que afectan la credibilidad del testamento. Es
imposible que el autor no deje rastro de su pensamiento en el documento, pues es propio
de él. Por ejemplo, Cristóbal Colón creía en las sirenas y afirmó verlas de camino a las
“Indias”, cuando hay más certeza que hayan sido manatíes. Se observa que Cristóbal
Colón “imprimió su pensamiento en el texto”. Las improntas culturales pueden llegar a
ser un problema cuando aparecen en los juicios y analogías del autor. Esto se refiere que
el autor empieza a comparar el Nuevo Mundo con lo ya conocido. Jiménez menciona:
“silletica muy baja en el suelo… Como los turcos acostumbraban a sentarse”, donde
Jiménez hace una comparación prejuiciosa que puede confundir al lector y darle a
entender de una manera errónea al nuevo mundo.
Evidentemente un texto es más confiable si es que el autor cita sus fuentes. Si el autor
menciona que tuvo presencia al recoger la información su fuente será más confiable.
Esto es importante de saber puesto que en aquella época no era obligatorio “citar las
fuentes”. En la actualidad, este se tiene que citar en la bibliografía. Esto implicaba que
algunos cronistas “copiaban” el trabajo de otro, sin conocer la certeza de sus fuentes.
La ciudad del Cuzco tuvo gran importancia en aquella época, puesto que muchos
cronistas fueron a interrogar a personas de la “nobleza incaica”, quienes aún recordaban
el imperio antes de la conquista.
Cabe recalcar que los cronistas soldados de la época no eran del todo confiables. Ellos,
al llegar al Perú, llegaron asombrados del Nuevo Mundo, pero solían generalizar todo lo
que veían, es decir, le atribuían una acción de un pueblo a todo el imperio incaico. Es
más tarde cuando otros cronistas “mejor preparados” investigan al indio cuestionándolo
sobre su pasado, los cuales se les conoce, según Raúl Porras Barrenechea, como
“cronistas de las guerras civiles”, pues redactan acerca de dicho tema, pero sin dejar de
lado la importancia de conocer el pasado del indio. Pero, sin duda alguna, las crónicas
de los soldados merecen gran importancia, puesto que nos dio un primer acercamiento a
la historia hispanoamericana.
Por último, es necesario conocer datos temporales acerca de la crónica, ¿cuándo se
escribió?, ¿cuándo se publicó?, ¿cuándo fue descubierto?, ¿cuándo se editó? Estas son
posibles preguntas. Se conoce, por ejemplo, que el cronista Inca Garcilaso, cuya su
mención ya se ha hecho constante, escribió su testamento de cuándo era un niño. ¿Pero
cuándo lo publicó? Nació el año 1539 y publicó su obra el año 1609, en su vejez.
Pasado todo aquel tiempo, ¿es posible que no tenga recuerdo suficiente de algunos
datos? Otro cronista, Pedro Pizarro, escribió muchas crónicas con alto valor histórico,
pero lo escribió muchos años después de los acontecimientos narrados. Él escribe sobre
el descubrimiento y la conquista del imperio incaico, ¡pero en el virreinato de Toledo!
El contexto histórico en el cual un cronista escribe – o edita- una crónica es objeto de
crítica para analizar su veracidad.
Para conocer la historia de los incas, ¿será acaso conveniente leer las crónicas de los
primeros conquistadores, pues ellos estuvieron más cerca al periodo incaico?
Ciertamente sería deseable, mas ellos no se dedicaron a observar detenidamente el
imperio, pues sus crónicas tienen abundancia de cómo ocurrió la conquista, pero hay
escasez de datos sobre cómo era el imperio antes de ella.
A partir del año 1540 empezaron a llegar cronistas “profesionales”, que se dedicarán a
investigar la historia incaica, mas escriben también acerca de las guerras civiles en el
Perú. Posteriormente llegan más cronistas, los cuales toman más importancia al pasado
del indio, pues buscan incluir su historia en la historia universal con la idea de que
facilitaría “evangelizar” al indio, como otros que realizaban importantes investigaciones
sobre su cultura.
Además, se debe tener un registro de cuándo se encontró una crónica oculta y cuando
fueron editadas. Existen muchas crónicas escritas por testigos en Cajamarca las cuales
se encontraron ocultas por un gran número de años.

CONCLUSIÓN
En síntesis, de todo lo ya mencionado, quiero dar a entender que el análisis de una
crónica no es sencillo. Una crónica es todo aquel documento que brinda información
sobre el pasado hispanoamericano. Estas crónicas fueron escritas, en principio, por
soldados de la conquista, quienes nos dan un primer acercamiento al nuevo mundo
desde su perspectiva, pero son incapaces de mirar más allá de los hechos de la guerra y
no investigan sobre el pasado de los indios. Posteriormente llegan cronistas que narran
hechos de las guerras civiles, pero a su vez investigan el pasado del indio. Mucho más
tarde llegan cronistas post-toledanos. Algunos cronistas profundizan en la historia del
indio, pues les facilitaría evangelizarlos si incluían su historia en la historia universal, y
otros realizaban expediciones al nuevo mundo para estudiar la cultura del indio. Pese a
ello, muchas de las observaciones de los cronistas son criticables. ¿Podremos afirmar
que nuestros conocimientos del pasado andino son certeros? Posiblemente la mayoría de
ellos sí, pero no todos, pues aún perdura un arduo análisis que realizar a muchas de las
crónicas que conocemos. Tampoco podemos negar que no conocemos la historia
hispanoamericana, pues hay un gran número de crónicas analizadas que nos permiten
tener una idea del pasado, pese a no poder confiar completamente en sus palabras (pues,
el autor también imprime su pensamiento o cultura en la obra). Estas crónicas fueron
analizadas a través de una crítica interna (realizando investigaciones sobre el autor,
sobre la datación de la obra, etc.) y una crítica externa (investigando sobre los cambios
realizados por las ediciones y el grado de lealtad sobre la crónica original. El análisis
permite al historiador confiar en cierto grado en los testamentos leídos. Es poco
probable que algún día conozcamos la historia preincaica e incaica a la perfección
puesto que disponemos de crónicas influenciadas por el punto de vista del autor, mas es
de gran ayuda el material de estudio que estos brindan. Pese a los “errores” en las
crónicas no son criticables, muchos autores utilizaban estos “errores” como recursos
literarios o son influenciados por las creencias que poseen. Respecto a la pregunta
inicial, la historia que poseemos hispanoamericana es cierta en la mayor parte de los
acontecimientos, pues innumerables estudios analizaron la veracidad de los testamentos
y fueron incluidos en la historia que conocemos el día de hoy. Podemos estar adoptando
mínimos “errores” en la concepción del pasado, mas estos son despreciables, pues cada
análisis que se realiza al encontrar una crónica permite que nos acerquemos más a
conocer la verdadera historia hispanoamericana.

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