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Un músculo es un tejido compuesto de miocitos que en su interior comprende otros elementos que tienen la capacidad

de contraerse para así producir un deslizamiento de sus proteínas y lograr un movimiento final. Además son estructuras
que tienen entre sus propiedades la elasticidad, flexibilidad, excitabilidad y la contractilidad.
El sistema musculoesquelético es definido como un conjunto de estructuras blandas (músculos) y duras (huesos) que se
unen para formar un mecanismo de sostén y protección de otros órganos y tejidos del cuerpo. Los cuales se componen
de un tejido muscular (fibras) diferente dependiendo de la localización del músculo en el cuerpo.

"Los músculos son estructuras blandas que tienen la capacidad de contracción y de producir movimiento"

¿Cómo está formado un músculo?

De acuerdo a la forma y distribución de las fibras y al lugar donde se localizan los músculos se componen de diferentes
partes, pero en general están formados por los siguientes elementos:

Proteínas actina, miosina y tropomiosina.

Sarcoplasma.

Miofibrillas.

Sarcómero.

Placa motora.

Las fibras son controladas por el sistema nervioso, que a través de impulsos eléctricos ordena la contracción o el
relajamiento del músculo, ya sea de manera voluntaria (como los movimientos de las extremidades) o de manera pasiva
(como los latidos del corazón).

La mayoría de los músculos se encuentran unidos al hueso mediante un tendón, un tejido grueso y resistente que
soporta las tensiones y los impactos del movimiento impidiendo que se produzcan daños a las fibras o que éstas se
separen del hueso.

Los músculos pueden ser de tres tipos:

Estriados o esqueléticos. Aquellos músculos que están unidos al hueso mediante un tendón y que permite su
movimiento voluntario, mantenimiento de postura o posición corporal.

Lisos. Aquellos que no intervienen en los movimientos voluntarios del cuerpo, sino de aquellos que ocurren “tras
bastidores”, como las paredes internas del tubo digestivo, de la vesícula biliar, los vasos sanguíneos, los bronquios, la
vejiga urinaria o el útero, o incluso alrededor de la pupila en el ojo.

Cardíacos. Son de naturaleza estriada, aunque no conectan con ningún hueso, y obedecen a movimientos involuntarios.
El 75% del volumen total del corazón lo componen este tipo de músculos, únicos en el cuerpo humano.

¿Para qué sirven los músculos?

Como se ha dicho, la función principal de los músculos es la de convertir la energía química almacenada en el organismo
en forma de ATP (Adenosín Tri Fosfato) en energía mecánica, es decir, movimiento.

Estos movimientos pueden ser voluntarios (mediante los que el organismo vivo se vincula con su entorno) o pueden ser
involuntarios (mediante los que el cuerpo cumple con funciones internas indispensables para la vida).

Además, los músculos brindan el soporte y la postura al cuerpo, incluso estando en posición de descanso.
Atrofia e hipertrofia

Los músculos pueden atrofiarse o hipertrofiarse de acuerdo al uso que les demos.

En el primer caso, por ejemplo, el desuso prolongado del músculo debilita sus fibras y las hace más vulnerables al
desgaste, perdiendo masa muscular en el proceso.

En el segundo caso, en cambio, el ejercicio continuo e insistente de la musculatura ocasiona un reforzamiento y


crecimiento de las fibras musculares, un aumento de masa y un aumento de la fuerza que pueden generar. Es lo que
ocurre, por ejemplo, con los fisicoculturistas.

Enfermedades musculares

Los calambres son contracciones dolorosas e involuntarias.

Los músculos son sensibles a cierto tipo de afecciones, como son:

Calambres. Contracciones dolorosas e involuntarias de un determinado músculo, que duran poco tiempo y se producen
por fatiga muscular o por desbalances electroquímicos puntuales.

Inflamaciones. Engrosamientos inusuales y momentáneos del tejido muscular por causa de lesiones, golpes o
infecciones.

Distrofia. Se llama así a un conjunto de más de 30 enfermedades distintas de tipo hereditario, que ocasionan debilidad
muscular y pérdida de masa.

Lesiones. Como torceduras, desgarres u otras roturas (temporales o no) de las fibras musculares, que generalmente
resultan en movilidad restringida y mucho dolor.

¿Qué son los huesos?

Los huesos son un conjunto de estructuras orgánicas rígidas, mineralizadas mediante la acumulación de calcio y otros
metales. Constituyen las partes más duras y resistentes del cuerpo humano y de otros animales vertebrados
(únicamente superados por el esmalte dental).

El conjunto de todos los huesos del cuerpo conforma el sistema óseo o esqueleto, soporte físico del organismo. En el
caso de los vertebrados este soporte se encuentra adentro del cuerpo (endoesqueleto), en vez de afuera (exoesqueleto)
como en el caso de los artrópodos y otros filos animales.

Además, dentro de los huesos se halla la médula ósea, que cumple con funciones hematopoyéticas o de creación de
glóbulos rojos sanguíneos. Es decir que se trata de un conjunto de órganos de funciones complejas, que cuentan con
tejido adiposo, vasos sanguíneos e incluso nervios en su interior.

Los huesos son mucho más que simples estructuras de soporte del cuerpo, aunque tengamos la idea contraria,
consecuencia seguramente de que son lo último en descomponerse del cuerpo humano luego de la muerte.

Los huesos se solidifican paulatinamente a medida que el individuo crece, durante la primera infancia, y crecen junto
con él hasta alcanzar su tamaño definitivo. De manera similar, los huesos pueden regenerar sus propias roturas
(fracturas) mediante un proceso llamado consolidación ósea, y se hallan en constante proceso de remodelación dentro
del cuerpo.
Tipos de huesos

Dependiendo de su forma y apariencia, los huesos del cuerpo humano pueden clasificarse en cuatro categorías, que son:

Huesos largos. Tal y como su nombre indica, poseen una longitud predominante a la anchura y al espesor, y son huesos
densos, fuertes, dentro de los cuales se alberga la médula roja y la amarilla.

Huesos cortos. Se trata de los huesos cuyas tres dimensiones (largo, anchura y espesor) son prácticamente iguales.

Huesos planos. En estos huesos predomina notoriamente la longitud y el ancho por sobre del espesor, dado que suelen
constituir el marco de las distintas cavidades del cuerpo.

Huesos irregulares. En esta última categoría entran todos los huesos cuya forma les impide ser clasificados en cualquiera
de las tres anteriores.

Función de los huesos

Los huesos cumplen diversas funciones en el organismo, que pueden resumirse en:

Brindan soporte estructural al cuerpo, conservan su forma y protegen los órganos internos del afuera.

La médula ósea produce glóbulos rojos que realizan el transporte del oxígeno en la sangre.

Junto a los músculos, articulaciones, ligamentos y tendones, los huesos permiten el movimiento voluntario del cuerpo.

Los huesos son una importante región de almacenamiento de recursos, no sólo el calcio y el fósforo, necesarios para su
endurecimiento, sino también ciertos tipos de lípidos y recursos de uso de último minuto.

Estructura de los huesos

huesos estructura

Los huesos son mucho más que simples estructuras de soporte del cuerpo.

Los huesos están compuestos por tres porciones, llamadas diáfisis (porción central del cuerpo del hueso), epífisis
(extremos de los huesos largos) y metáfisis (porción intermedia del hueso). De manera similar, desde adentro hacia
afuera, están compuestos por:

Cavidad medular. La región “hueca” del hueso en donde se alberga la médula ósea, ubicada generalmente en la diáfisis.

Endostio. Es una membrana delgada de tejido conjuntivo que tapiza el interior de la cavidad medular de los huesos
largos.

Arteria nutricia. La arteria que surte de sangre al hueso, a través de sus agujeros nutricios y que luego se distribuye por
el hueso a través de capilares cada vez más delgados.

Tejido óseo. El componente principal del hueso, conformado por células óseas (osteocitos, osteoblastos, osteoclastos y
células madre) en un 2% del tejido, y por un 70% de sustancia extracelular resistente (hidroxiapatita) segregada por
ellos, a partir de calcio y fósforo, además de alrededor de un 30% de colágeno.

Periosto. La membrana de tejido conectivo fibroso y resistente que cubre los huesos en su región externa.
¿Cuántos huesos tiene el cuerpo humano?

El sistema óseo del cuerpo humano está compuesto por 206 huesos diferentes, articulados de distinta manera a los
cartílagos, ligamentos, músculos y tendones.

Enfermedades de los huesos

huesos enfermedades osteoporosis

Los huesos se vuelven más frágiles con la osteoporosis.

Como otras partes del cuerpo, los huesos pueden sufrir lesiones (fracturas, traumatismos) o bien pueden ser víctima de
enfermedades. Las más conocidas de éstas son:

Cáncer. El cáncer de médula ósea se produce, como otros tumores, por la multiplicación anormal de las células de su
parte blanda (tumores llamados mielomas), o a veces entre las células endurecidas de su parte rígida (llamados
sarcomas). Conduce al debilitamiento de la estructura y a dolorosos entumecimientos locales.

Osteoporosis. Esta enfermedad consiste en una pérdida crónica de calcio en los huesos, ocasionando el adelgazamiento
de los mismos y el incremento de su fragilidad. Está muy asociada a la edad avanzada y a otros procesos propios del
cuerpo, de modo que requiere de un tratamiento combinado, mediante suplementos de calcio y ejercicio físico.

Enfermedad de Paget. Este es el nombre de una dolencia congénita, que causa un funcionamiento anormal de las células
que originan el hueso, ocasionando un engrosamiento y ensanchamiento anormal de la estructura del esqueleto, que
atenta contra la salud del paciente.

Raquitismo. Una enfermedad derivada de la deficiencia de vitamina D en la dieta, o también de algún problema
endógeno que impide la absorción de dicho nutriente, indispensable para la calcificación de los huesos. Por ello las
personas aquejadas con esta enfermedad sufren de un debilitamiento progresivo de los huesos, que se tornan así
dolorosamente frágiles y quebradizos.

Las funciones del esqueleto son las siguientes:

Sostén. El esqueleto brinda al cuerpo la rigidez y la forma que requiere para mantenerse a sí mismo erguido, así como el
sostén para no ceder ante su propio peso.

Protección. Los huesos endurecidos blindan a los órganos internos de cualquier ataque externo, haciendo de coraza a
sectores vitales como el cerebro, los pulmones o el corazón, y además protegiendo a las extremidades de los posibles
impactos cotidianos.

Movimiento. En conjunto con los músculos, cartílagos y articulaciones, los huesos permiten el desplazamiento del
organismo sobre sus pies.

Almacenamiento mineral. En los huesos se almacenan diversos minerales que sirven no sólo para endurecerlos, sino
además para alimentar las necesidades salinas de los músculos y los nervios.

Almacenamiento de grasas. En el esqueleto se almacenan también algunas grasas que sirven de reserva energética para
el organismo.

Producción de hematocitos. La médula ósea, en el interior de los huesos, segrega glóbulos rojos que integran la sangre y
transportan el oxígeno, además de otras enzimas y sustancias de regulación del organismo.
Entre los numerosos huesos del esqueleto destacan los más extensos, conocidos o vitales, como pueden ser:

Cráneo. La famosa calavera de los difuntos, el cráneo es el hueso más duro del cuerpo, ya que protege el órgano más
vital de todos: el cerebro.

Costillas. Vienen en pares simétricos en el torso, y protegen de impactos a la mayoría de los órganos internos del tórax.
Están diseñados para permitir el inflado de los pulmones sin problema.

Cúbito y radio. Los huesos del brazo, que vienen en par, uno sobre el otro, y juntan la muñeca con el antebrazo.

Húmero. El hueso del antebrazo, que conecta el cúbito y el radio con los hombros.

Columna vertebral. Ubicada en la espalda y recorriendo el cuerpo a lo largo, es una serie de huesecillos o vértebras que
protegen la médula espinal, principal cauce nervioso que permite al cerebro controlar sus extremidades.

Pelvis. El hueso pélvico es uno de los más grandes del cuerpo, sobre todo en las mujeres. Se encuentra en las caderas y
junta las piernas con la columna vertebral.

Fémur. El hueso más largo del cuerpo, ubicado en los muslos.

Tibia y peroné. Vienen en par, como los huesos del brazo, y conectan el fémur con los huesos del pie.

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