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CELEBRACIÓN DEL 50 ANIVERSARIO DEL MATRIMONIO

JOSÉ MARÍA + AURORA


Las oraciones para la Misa con motivo de este aniversario se encuentrán en el Misal entre «las misas
por diversas necesidades», «en los aniversarios de matrimonio». Se puede utilizar alguno de los
prefacios de las misas rituales del matrimonio en el Misal.

SALUDO INICIAL
Bienvenidos todos, familiares y amigos:
Un día se conocieron José María y Aurora
y comenzaron a salir juntos.
Hasta que otro día, ante el altar del Señor,
se pudieron ya decir casi lo mismo que,
según cuenta la Biblia,
le dijo Ruth a Noemí, su suegra:
– «No insistas en que me vuelva y te abandone.
Iré adonde tú vayas,
viviré donde tú vivas;
tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios;
moriré donde tú mueras, y allí me enterrarán.
Juro ante el Señor que solo la muerte podrá separarnos».
Y hoy, tras 50 años ya,
José María y Aurora han venido a esta Eucaristía
para renovar ante el Señor y delante de todos nosotros
sus compromisos matrimoniales.
Unámonos, pues, a ellos en esta acción de gracias a Dios
por haber bendecido esta unión
y haberlos acompañado en el camino.
Durante todos estos años juntos,
los momentos felices han podido ser vividos con mutuo gozo;
y las pruebas difíciles, más llevaderas al ser compartidas…
Pidamos a Dios que siga derramando su bondad sobre ellos;
y a nuestra madre, la Virgen,
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ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, Padre todopoderoso,
mira con bondad a estos esposos, N. y N.
[y a los hijos que engendraron para la vida y la fe],
con las buenas obras
de su larga vida matrimonial,
y bendice su fecunda longevidad,
del mismo modo que confirmaste las primicias de su amor
con un maravilloso sacramento.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina en la unidad del Esp. Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
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RENOVACIÓN DE LOS COMPROMISOS MATRIMONIALES


Después de la homilía, el Celebrante indica a los esposos que se pongan de pie, mientras
todos los demás continúan sentados, y los invita a renovar sus compromisos matrimoniales
con estas palabras:
Queridos José María y Aurora:
Al celebrar el día en que, por medio del sacramento del matrimonio,
unisteis vuestras vidas con un vínculo indisoluble,
habéis querido venir ante el Señor
para renovar ante Él las promesas que aquel día os hicisteis
y para darle gracias,
rodeados de vuestros hijos: NN.
También de vuestros yernos y nueras: NN,
así como de vuestros nietos: NN.
Todos los que os acompañamos en este 50 aniversario
nos alegramos de vuestra presencia y vuestro ejemplo de fidelidad,
y unimos nuestras oraciones a vuestra acción de gracias.
En esta renovación de vuestros compromisos matrimoniales
que ahora vais a hacer,
debéis sentir que, junto a vuestros compromisos,
está también nuestro apoyo;
junto vuestra fe, nuestra fe;
y junto a vuestro amor, el nuestro también.
Como expresión de este deseo, unid vuestras manos
y responded ahora a mis preguntas con toda sinceridad:
– José María y Aurora: ¿Estáis dispuestos a seguir creciendo en el
amor, y a continuar respetándoos y ayudándoos el uno al otro en las
alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días
que os queden de vida?
R/. Sí, estamos dispuestos.
– ¿Estáis decididos a dar con vuestra vida y con la ayuda de Dios el
mejor ejemplo de fe, de esperanza y de amor a vuestros hijos y
nietos?
R/. Sí, estamos decididos.
– ¿Queréis seguir cumpliendo cada día mejor vuestra vocación de
servicio a Dios, ayudando en todo lo que podáis a vuestros hijos y
nietos, a la Iglesia y a la sociedad?
R/. Sí, queremos hacerlo así.
Celebrante: El Señor os guarde todos los días de vuestra vida.
Que él sea para vosotros consuelo en la adversidad,
compañero en la prosperidad
y derrame copiosamente sus bendiciones sobre vuestra casa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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INTERCAMBIO DE LAS ALIANZAS MATRIMONIALES


A continuación, José María y Aurora depositan sus alianzas en la bandejita que el
celebrante les acerca y éste, con las manos extendidas hacia ellos, los bendice con esta
oración:
Acrecienta y santifica, Señor, el amor de tus servidores
y, pues se entregaron mutuamente estos anillos
en señal de fidelidad,
haz que progresen en la gracia del sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Luego, dirigiéndose a los presentes advierte: Mientras los esposos se vuelven entregar
mutuamente sus anillos, pongámonos de pie para bendecir al Señor que los hizo uno,
diciendo:
¡Bendito sea el Señor que los unió!

Todos aclaman: ¡Bendito sea el Señor que los unió!

BENDICIÓN DE LOS ANILLOS, SI SON NUEVOS


A continuación de la renovación de las promesas matrimoniales, los hijos presentan los
nuevos anillos, para que sean bendecidos como signo de la fidelidad mantenida en estos
50 años:
Bendice y santifica, Señor,
el amor de tus servidores
y, ya que estos anillos representarán para ellos
un signo de su fidelidad,
haz que también les recuerden continuamente
su amor recíproco
y la gracia del sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

El Celebrante nos invita a todos los presentes a bendecir al Señor que nos hizo uno,
diciendo:
¡Bendito sea el Señor que los unió!

Todos aclaman: ¡Bendito sea el Señor que los unió!


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ORACIÓN UNIVERSAL DE LOS FIELES


El Celebrante la inicia, diciendo:
Presentemos, ahora, nuestras plegarias al Padre
por nosotros y por todos los hombres…
1. Oremos por todos los que creen en Jesucristo:
Para que vivan de verdad según su Evangelio y sean testigos de su amor.
¡Roguemos al Señor!
2. Oremos por los hombres y mujeres del mundo entero:
Para que crezcan en todos los deseos de generosidad, de solidaridad, de paz y de justicia.
¡Roguemos al Señor!
3. Oremos por todos aquellos que en el mundo entero son víctimas del terrorismo,
de la guerra, del hambre, de las desigualdades o de la falta de amor:
Para que no les falte fortaleza y encuentren el camino para verse liberados de su situación.
¡Roguemos al Señor!
4. Oremos hoy especialmente por nuestros abuelos José María y Aurora
que celebran sus bodas de oro matrimoniales:
Para que Dios los bendiga con su amor y con su gracia. ¡Roguemos al Señor!
5. Oremos por nuestros difuntos, para que Dios les conceda la plenitud de su amor en la vida
eterna. ¡Roguemos al Señor!
6. Oremos, finalmente, por todos nosotros:
Para que el Señor proteja nuestras familias y nos dé a todos confianza y alegría.
¡Roguemos al Señor!

El Celebrante la concluye, diciendo:


Escucha, Padre, nuestras plegarias
y derrama tu inmenso amor sobre el mundo entero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Acoge, Señor, estos dones
que te presentamos en acción de gracias
por tus siervos N. y N.,
que durante tantos años
han vivido juntos en fidelidad y amor sinceros,
y piden de tu generosidad
todos los bienes de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO
El matrimonio, signo del amor divino

V/. El Señor esté con vosotros. R/.


V/. Levantemos el corazón. R/.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque al hombre, creado por tu bondad,


lo dignificaste tanto,
que has dejado la imagen de tu propio amor
en el unión del varón y de la mujer.
Y, al que creaste por amor
y no dejas de llamar al mandato del amor,
le concedes participar en tu amor eterno.

Y así, el sacramento de estos santos desposorios,


signo de tu caridad,
consagra el amor humano,
por Cristo, Señor nuestro.

Por eso,
con los ángeles y con todos los santos
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.


Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
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LITURGIA EUCARÍSTICA
BENDICIÓN SOBRE LOS ESPOSOS
Después del Padrenuestro, el Celebrante, suprimido el «Líbranos, Señor», avisa de la
bendición sobre los esposos, fundamento de la familia, diciendo:
Queridos José María y Aurora,
recordando ahora el vínculo sagrado
con que el Señor os unió para fundar una familia,
arrodillaos y unid vuestras manos ante el Señor para recibir su
bendición.

En este momento, si han preparado la cinta roja y blanca, el Celebrante liga con ella las
manos unidas de los esposos, antes de proseguir con las manos extendidas hacia ellos,
diciendo:
Te alabamos y te bendecimos, oh Dios, creador de todas las cosas,
que al principio creaste al hombre y a la mujer
para que formaran una unidad de vida y de amor;
también te damos gracias,
porque te dignaste bendecir la unión matrimonial de tus servidores
José María y Aurora,
para que fuera imagen de la unión de Cristo con su Iglesia;
Tú que los has mantenido unidos por el amor en sus penas y alegrías,
míralos hoy con benevolencia;
renueva constantemente su alianza nupcial,
acrecienta su amor,
fortalece su vínculo de paz,
para que, junto con esta corona de hijos y nietos que les rodean,
gocen siempre de tu bendición.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.

Los esposos podrán comulgar hoy bajo las dos especies.

Después del silencio tras la Comunión, en el momento en que se lo indique el Celebrante,


uno de los hijos, en nombre de todos ellos, puede dirigir al Señor una acción de gracias
por los beneficios recibidos de aquellos a quienes él unió, hace 50 años, para formar esta
su familia; en agradecimiento, se han de comprometer ante el Señor a acompañarlos y
atenderlos, en la medida en que lo necesiten y cuando lleguen los momentos más difíciles
por vejez, enfermedad o invalidez, rodeándolos del afecto y el cariño que merecen.
También alguno de los nietos en nombre de todos ellos puede dirigir unas palabras de
felilcitación y agradecimiento… Las intervenciones han de ser breves: no más de unos 10
o 12 renglones.
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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Alimentados con las delicias de tu mesa,
te pedimos, Señor,
que guardes a estos esposos N. y N.
en una santa ancianidad,
hasta que admitas a ambos, llenos de días,
en tu banquete del cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN FINAL

Invitación del ministro: Inclinaos para recibir la bendición

– Dios, Padre todopoderoso, os conceda su gozo.


R/. Amén

– El Hijo Unigénito de Dios os asista en las alegrías y en las tristezas.


R/. Amén

– El Espíritu Santo alimente vuestras vidas con su amor.


R/. Amén

– Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,


os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R/. Amén.

– ¡Podéis ir en paz!
R/. Demos gracias a Dios.
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(primera lectura)

Lectura del libro de Tobías

La noche de su boda, Tobías dijo a Sara:


«Somos descendientes de un pueblo de santos
y no podemos unirnos como los paganos, que no conocen a Dios».
Se levantaron los dos y, juntos, se pusieron a orar con fervor,
pidiendo a Dios su protección.

Tobías dijo:
«Señor, Dios de nuestros padres,
que te bendigan el cielo y la tierra,
el mar, las fuentes, los ríos
y todas las criaturas que en ellos se encuentran.
Tú hiciste a Adán del barro de la tierra
y le diste a Eva como ayuda.
Ahora, Señor, tú lo sabes:
si yo me caso con esta hija de Israel,
no es para satisfacer mis pasiones,
sino para fundar una familia
en la que se bendiga tu nombre por siempre».

Y Sara, a su vez, dijo:


«Ten compasión de nosotros, Señor, ten compasión.
Que los dos juntos vivamos felices hasta nuestra vejez».

¡Palabra de Dios!
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(salmo responsorial)

Salmista: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»

Todos: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»

Dichoso quien teme al Señor


y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

Todos: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»

En su casa habrá riquezas y abundancia,


su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Todos: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»

Dichoso el que se apiada y presta,


y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

Todos: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»

No temerá las malas noticias,


su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta ver derrotados a sus enemigos.

Todos: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»

Reparte limosna a los pobres,


su caridad es constante, sin falta
y alzará la frente con dignidad.

Todos: «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos»


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(si se hace segunda lectura)

Lectura de la 1ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios

Hermanos:
ambicionad los carismas mejores.
Y aún os voy a mostrar un camino mejor.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles;


si no tengo amor,
no soy más que un metal que resuena
o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de predicación


y conocer todos los secretos y todo el saber;
podría tener fe como para mover montañas;
si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo


y aún dejarme quemar vivo;
si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo,
el amor es servicial y no tiene envidia;
el amor no presume ni se engríe;
no es mal educado ni egoísta;
no se irrita,
no lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia, sino que se goza con la verdad.

Disculpa sin límites,


cree sin límites,
espera sin límites,
aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¡Palabra de Dios!
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✚ Lectura del santo Evangelio, según S. Juan

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea,


y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:


– «no les queda vino».

Jesús le contestó:
– «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».

Pero su madre dijo a los sirvientes:


– «Haced lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra


para las purificaciones de los judíos
de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
– «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó:


– «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino,


sin saber de dónde venía
(los sirvientes sí que lo sabían, porque habían sacado el agua),
y entonces llamó al novio y el dijo:
– «Todo el mundo pone primero el vino bueno
y, cuando ya están bebidos, el peor;
tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos,


manifestó su gloria,
y creció la fe de los discípulos en él.

¡Palabra del Señor!


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(Evangelio alternativo)

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:


– «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo:
permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor,
lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros,
y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros como yo os he amado»

¡Palabra del Señor!


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ORACIÓN UNIVERSAL DE LOS FIELES


El Celebrante la inicia, diciendo:
Presentemos, ahora, nuestras plegarias al Padre
por nosotros y por todos los hombres…

1. Oremos por todos los que creen en Jesucristo:


Para que vivan de verdad según su Evangelio
y sean testigos de su amor.
¡Roguemos al Señor!

2. Oremos por los hombres y mujeres del mundo entero:


Para que crezcan en todos los deseos de generosidad,
de solidaridad, de paz y de justicia.
¡Roguemos al Señor!

3. Oremos por todos aquellos que en el mundo entero


son víctimas del terrorismo, de la guerra, del hambre,
de las desigualdades o de la falta de amor:
Para que no les falte fortaleza
y encuentren el camino para verse liberados de su situación.
¡Roguemos al Señor!

4. Oremos hoy especialmente por nuestros abuelos José María y


Aurora
que celebran sus bodas de oro matrimoniales:
Para que Dios los bendiga con su amor y con su gracia.
¡Roguemos al Señor!

5. Oremos por nuestros difuntos:


para que Dios les conceda la plenitud de su amor en la vida eterna.
¡Roguemos al Señor!

6. Oremos, finalmente, por todos nosotros:


Para que el Señor proteja nuestras familias
y nos dé a todos confianza y alegría.
¡Roguemos al Señor!

El Celebrante la concluye, diciendo:


Escucha, Padre, nuestras plegarias
y derrama tu inmenso amor sobre el mundo entero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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