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LA AUTOPOIESIS

Y LOS SISTEMAS
SOCIALES
LA AUTOPOIESIS EN VARELA Y MATURANA EN COMPARACION
CON LA TEORIA DE SISTEMAS DE NIKLAS LUHMANN

Eva Gómez Gómez

SOCIOLOGÍA GENERAL | 1°DOBLE GRADO CCPP Y FILOSOFÍA


ÍNDICE

1. Introducción 2

2. Concepto de autopoiesis en Varela y Maturana 3

3. Concepto de autopoiesis en la teoría de Niklas Luhmann 4

4. Contraposición entre ambas 7

5. Conclusión 9

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INTRODUCCIÓN

Francisco Javier Varela y Humberto Maturana son dos neurobiólogos chilenos escritores de El

Árbol del Conocimiento, una obra en la que tratan de determinar cuáles son las bases biológicas

del conocimiento y el aprendizaje, es decir, buscan conocer el conocer. A lo largo de la obra

desarrollan una gran multitud de conceptos tales como el nicho, el entorno, gatillar, ontogenia,

filogenia…, pero uno de los más relevantes es precisamente el concepto de autopoiesis tratado en

clase y sobre el que hablaré en este trabajo. En definitiva, es un estudio biológico sobre los seres

vivos y su modo de conocer, que cobra especial importancia en nuestro ámbito, el de las ciencias

sociales, ya que muchos de los conceptos utilizados por estos autores tienen su paralelismo con

el mundo social, esto mismo es lo mismo ocurre con el concepto propio de la autopoiesis.

Este concepto referido a como los organismos vivos se hacen a sí mismos traspasó el ámbito de

la biología y pasó a ser un concepto muy discutido dentro de la sociología. Precisamente uno de

los sociólogos que usó este concepto para referirse a los sistemas sociales y su estudio es el que

se verá en este trabajo, Niklas Luhmann.

Así pues, el objetivo de estos autores es entender como los seres vivos viven, pero de forma que

sea posible encadenar lo biológico con lo social. Podemos decir que, este estudio se lleva a cabo

para saber cómo conocen los seres vivos y, por tanto, cómo construyen su mundo. De este modo,

lo social pasa a formar parte de lo biológico, ya que la realidad la creamos en función de nuestra

naturaleza, pero esta no tiene por qué estar contenida en la naturaleza. Por todo esto, el mundo

que creamos forma parte de lo biológico y lo social.

En resumen, estos autores, se preguntan por lo biológico y su implicación en lo social partiendo

del estudio propio de la vida, iniciando con el concepto de autopoiesis que será llevado más allá

del ámbito de lo biológico generando un conflicto para determinar si los sistemas sociales pueden

ser autopoiéticos o no, disputa que se desarrollará en este trabajo.

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CONCEPTO DE AUTOPOIESIS EN VARELA Y MATURARA

El concepto de autopoiesis de Varela y Maturana parte del hecho de que los seres vivos son

unidades autónomas. En este caso usan la palabra autonomía refiriéndose a que “un sistema es

autónomo si es capaz de especificar su propia legalidad, lo que es propio de él.” (Maturana, 2003).

Lo que hace que estos seres vivos sean sistemas autónomos es su propia característica

autopoietica. A la vez, estos sistemas autopoiéticos se caracterizan por subordinar sus cambios a

favor de que la organización se conserve.

Estas organizaciones, tales como los seres vivos, son las relaciones que tienen que darse para que

algo sea, como seres vivos somos organizaciones que implican la relación de los componentes

que hagan posible el funcionamiento nosotros mismos y a la vez nos permitan hablar de una

estructura. Por ello, podemos decir que, la forma de concebir a los seres vivos es como "sistemas

determinados estructuralmente". Todo lo que ocurre en ellos está determinado por los cambios

estructurales que se generan o se desencadenan en su interacción con el entorno, pero siempre en

condiciones de autonomía. Además, el cambio estructural puede tener lugar como resultado de la

dinámica interna del sistema vivo, así como por la transformación desencadenada por la

interacción con un entorno en constante cambio. Por todo esto, la conservación de la organización

autopoiética es fundamental para que los seres vivos puedan mantener su vigencia, es decir, los

cambios en la estructura del sistema no afectarán su identidad de clase, siempre y cuando se

mantenga el tipo de organización autopoiética.

Encontramos otra característica clave en que cada sistema social posea una individualidad propia,

la cual se establece a través del tipo de operaciones que realiza y de su unidad en el espacio en el

que se lleva a cabo la autopoiesis. Esto permite una clara separación del sistema de su entorno.

Por último, cabe destacar que, en contraste con otros sistemas, no presentan inputs ni outputs en

el sentido convencional, lo que no impide la posibilidad de intercambios energéticos con su

entorno ni cambios internos que compensen perturbaciones externas. La noción de clausura

operacional surge precisamente en respuesta a esta forma de interacción, que está mediada por la

autonomía del sistema. Aunque se mantienen como entidades cerradas en términos de sus

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operaciones internas, aun así, interactúan dinámicamente y se adaptan a su entorno mediante

procesos de intercambio y regulación interna. Por ello, esta explicación no se puede entender

como una explicación solipsista como se muestra en El Árbol del Conocimiento:

“Interesante, la clausura operacional del sistema nervioso nos dice que su operar no cae

en ninguno de los dos extremos: ni representacional, ni solipsista.

En efecto no es solipsista porque, como parte del organismo, el sistema nervioso participa

en las interacciones de este en su medio, las que continuamente gatillan en él cambios

estructurales que modulan su dinámica de estados”

A pesar de que se mantienen como unidades cerradas, los sistemas autopoiéticos sí que se acoplan

entre sí cuando experimentan modificaciones internas en respuesta a las perturbaciones mutuas

derivadas de sus interacciones, siempre y cuando estas modificaciones no impliquen la pérdida

de sus respectivas identidades. Según los autores, se puede hablar de sistemas autopoiéticos de

segundo orden si el sistema resultante de estos acoplamientos constituye una unidad en el espacio.

Un ejemplo paradigmático de esto es la transición de sistemas celulares a organismos

multicelulares, es decir, individuos.

Posteriormente, se observan acoplamientos de tercer orden cuando se observa la mutua

adecuación de organismos o individuos para asegurar sus respectivas derivas ontogenéticas,

incluyendo sus reproducciones autopoiéticas. Maturana denomina a los fenómenos asociados a

este tipo de interacciones como sociales, mencionando ejemplos como la cooperación entre

insectos de la misma especie, comportamientos de caza en manadas o cualquier forma de

coordinación conductual que surja de la comunicación. Así, se extienden las consideraciones de

Maturana hacia el tratamiento de sistemas sociales. Sin embargo, es importante destacar que

Maturana es explícito en su rechazo de referirse a la autopoiesis de los sistemas de tercer orden,

incluyendo a los sistemas sociales, en su teoría, que es en el punto en cual chocará con Luhmann.

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TEORÍA DE SISTEMAS: NIKLAS LUHMANN

Para entender como utiliza Luhmann el concepto autopoiesis primeramente cabe entender su

teoría de sistemas. Esta se relaciona con la teoría de la acción comunicativa, basada en que el

sistema emite la información en un lenguaje que nosotros recibimos, mientras que nosotros solo

nos comunicamos en el entorno. Este lenguaje se redefine en el código del sistema, lo que causa

que el sistema genere su propia lógica de su lenguaje la cual nosotros captamos.

Luhmann distingue tres sistemas distintos, el sistema social, el de la vida y el psíquico. La

comunicación cobra importancia en el sistema social donde se replica de manera similar a cómo

los sistemas biológicos replican la vida y los sistemas psicológicos replican la conciencia.

Al igual que cualquier sistema cerrado en sí mismo, el individuo carece de medios para intervenir

en el sistema social e incluso gobernarlo, por ello se pierde la importancia de la acción social.

Además, con la modernidad, el proceso de diferenciación ha llevado a la formación de

subsistemas opacos que se ven mutuamente como elementos externos. Esto conllevará a la

supresión de la acción social que causará conflicto con el pensamiento de Maturana y con la

propia concepción de la sociología.

Por otra parte, la teoría de Luhmann estará basada en los conceptos de autorreferencial y

autopoiético, lo que conllevará discrepancias en el uso del término con los autores anteriores. Las

características del cierre recíproco, que regulaban las relaciones entre los distintos sistemas que

establece Luhmann (vivo, psíquico y social), se encuentran reflejadas en el concepto de

autopoiesis en el sistema social, que rige las relaciones entre los subsistemas. Inicialmente,

Luhmann utilizó la noción de autorreferencia para comprender esta propiedad de los sistemas de

crearse a sí mismos, y propuso una definición de los sistemas como entidades constituidas por

operaciones. El concepto de autorreferencia, desligado de su enfoque tradicional, se refiere a la

capacidad de un elemento, proceso o sistema de ser una unidad en sí mismo, independientemente

de las observaciones externas. Este concepto también implica que la unidad solo puede surgir a

través de una operación, que debe ser producida y no preexistente, y está vinculada a la propia

operación del individuo, sustancia o idea. Un sistema autorreferencial, como por ejemplo la

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administración pública, es un sistema autopoiético que puede operar de forma cerrada o sometido

a la clausura operacional, con la capacidad de autocrear sus propias estructuras.

Con todo esto el concepto de autopoiesis complica y radicaliza aún más el proceso. En primer

lugar, implica que las fronteras del sistema son producidas por sus propias operaciones. Es decir,

la identidad del sistema es una identidad en constante proceso, constituida únicamente por

operaciones de distinción que delinean su contorno. Por lo tanto, un sistema autopoiético es un

proceso en constante construcción y disolución, de manera que es imposible descomponerlo en

elementos simples. Además, el sistema se enfrenta en cada momento al desafío de su propia

perpetuación, es decir, cómo seguir existiendo y cómo asegurar que una operación suceda a otra.

La reproducción autopoiética del sistema no implica la repetición idéntica de lo mismo, sino la

constante creación de nuevos elementos que están vinculados a los precedentes, generando así

una evolución y transformación continua.

El uso del concepto de autopoiesis también conlleva la idea de que un sistema es incapaz de

acceder a su entorno a través de sus propias operaciones. Sin embargo, esto no implica un cierre

absoluto frente al medio ambiente, ya que la regulación y la selección realizada por el propio

sistema establecen qué es relevante para él en su entorno y cómo reacciona ante ello. Luhmann

aplica esta propiedad al sistema, en el sentido de que el sistema percibe y utiliza en su entorno

solo lo que es relevante para él, lo cual no se interpreta como una limitación, sino como un control

consciente de la complejidad.

En definitiva, Luhmann habla del sistema social como un ser autopoiético capaz de autorregularse

basándose en la capacidad autorreferencial de los mismos y la comunicación basada en que el

sistema genera su propia lógica de su lenguaje, como observamos en su obra:

“Si nos abstraemos de la vida y definimos la autopoiesis como una forma general de

construcción sistémica que se sirve de la clausura autorreferente, entonces tendríamos

que admitir que existen sistemas autopoiéticos no vivientes, modos diferentes de

reproducción autopoiética y principios generales de organización autopoiética que se

materializan bajo la forma de la vida, pero también en otros modos de circularidad y

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autorreproducción. [...] Los sistemas sociales se sirven de la comunicación como su

modo particular de reproducción autopoiética” (Luhmann, 1995)

CONTRAPOSICIÓN MATURANA Y LUHMANN

Primero de todo cabe desatacar que sus discrepancias están ligadas con sus diferencias a la hora

de hablar del lenguaje y la comunicación. Maturana entiende al lenguaje, no como un sistema de

símbolos para la comunicación, sino más bien como un “fluir en interacciones recurrentes que

constituyen un sistema de coordinaciones conductuales consensuales de coordinaciones

conductuales consensuales” (Maturana, 1995). El autor destaca que la emoción del amor, que

implica la aceptación del otro sin exigencias, es la condición de posibilidad para la coordinación

y constitución del lenguaje. La emocionalidad establece las condiciones para las interacciones

sociales y restringe el fenómeno social a relaciones basadas en el amor. Aunque reconoce que

pueden existir otras configuraciones de coordinación basadas en emocionalidades distintas, el

autor niega que tengan carácter social. Además, sostiene que los seres humanos solo son seres

sociales en la dinámica de relaciones de aceptación mutua y no todo el tiempo.

Luhmann por otra parte, sostiene que la comunicación es la operación fundamental de los sistemas

sociales y que estos sistemas se cierran a través de ella, lo que los diferencia de su entorno. Este

enfoque postula que la sociedad no está compuesta por individuos concretos y sus relaciones, sino

que se debe observar y describir desde una perspectiva post-humanista, evitando preceptos

normativos o valorativos. Luhmann advierte que describir la sociedad desde afuera es imposible

y puede limitar la autorreferencia y clausura en las autodescripciones de la sociedad.

Esta distinción entre ambos enfoques causara discrepancias entre uno y otro. Por un lado,

Maturana criticará que la autopoiesis es un principio explicativo de un fenómeno particular del

sistema, centrado en lo humano y en las relaciones de aceptación mutua entre individuos. Esto

lleva a una delimitación del dominio de estudio de lo social, que se enfoca en mejorar las

condiciones de interacción entre individuos en la vida cotidiana.

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Por otro lado, según Maturana, los sistemas sociales propuestos por Luhmann no pueden ser

autopoiéticos en otros dominios que no sean el molecular, y que, en el espacio de comunicación

propuesto por Luhmann, los componentes de los sistemas serían comunicaciones en lugar de seres

vivos. Maturana sostiene que la autopoiesis solo ocurre en un ámbito donde las interacciones de

los elementos producen elementos del mismo tipo, y que las comunicaciones solo son posibles

gracias a los seres vivos. Luhmann por su parte podría replicar a la crítica de que la autopoiesis

no explica el fenómeno social, afirmando que la autopoiesis en sí misma no tiene carácter

explicativo y necesita de teorías específicas del campo en cuestión para tener peso explicativo o

predictivo. Además, Luhmann evita obstáculos epistemológicos como el humanismo que observa

en el planteo de Maturana, a la vez que la concepción limitada de los sistemas sociales como una

"colección de sistemas vitales que interactúan" dificulta la construcción de una teoría profunda

de la sociedad y la interpenetración entre sistemas sociales e individuos. Lo que Luhmann

introduce para la conceptualización de los sistemas sociales y la autopoiesis va en detrimento de

valores que Maturana defiende para la misión sociológica, como la autonomía del individuo y su

capacidad de control sobre las relaciones y condiciones sociales en las que se inserta, si lo humano

fuera periférico a lo social no cabría la reflexión liberadora como un acto reflexivo personal que

saca al vivir humano del vivir humano que atrapa, devolviendo al individuo su libertad.

Por último, esto lleva a otro de los principales problemas que nos encontramos en la nueva

concepción sobre los sistemas autopoieticos de Luhmann, es que este modifica por completo la

acción social. La acción social ya no la generan los individuos, sino que es generada por el propio

sistema de forma autopoiética. Luhmann cambia el concepto de acción, la acción pasa a ser

producida por el sistema. Esto tiene varias consecuencias, pero la primordial será que en esta

concepción ya está todo pensado, el sistema piensa por ti, lo único que puede hacer el individuo

es comprender el sistema; si se entiende al sistema se podrá manejar en las redes y modos sociales,

pero se le arrebata la acción social. Esto generó a su vez un debate sobre el sentido de la sociología

en sí, ya que Maturana dirá que la sociología solo tiene sentido para explicar la vida cotidiana de

los seres vivos en su interaccionar y por tanto su acción social. Maturana establecerá que lo social

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no es lo perteneciente a la sociología, lo social pertenece a la vida cotidiana y la sociología solo

hace sentido como un intento explicativo de la vida cotidiana, sino es meramente literatura. Por

ello, la explicación de Luhmann sobre los sistemas sociales autopoiéticos gracias a un sistema de

comunicación no cumple con el objetivo de la sociología, no explica la vida de los seres vivos y

su acción.

CONCLUSIÓN

Por todo lo que hemos venido explicando no podemos establecer que los sistemas sociales sean

autopoiéticos según la concepción de Varela y Maturana, como se ilustra en este fragmento:

“Un sistema generado por el acoplamiento de varias unidades autopoiéticas puede, a

primera vista, parecer autopoiético en la medida en que mantiene constante su

organización a través de la actividad autopoiética de sus componentes (…) el sistema no

es autopoiético en dicho espacio, y el observador yerra porque la aparente autopoiesis

del sistema es incidental a la autopoiesis de sus componentes” (Maturana & Varela,

1994).

Esto guarda una fuerte relación respecto al planteamiento de Niklas Luhmann, ya que como se ha

ido desarrollando, este opinaba precisamente lo contrario. Este sociólogo argumenta a favor de

que los sistemas sociales son autorreferenciales y cuentan con un sistema comunicativo que les

permite ser considerados autopoieticos. De esta forma lo que hace Luhmann es trasladar la

autopoiesis del ser vivo como ente ontogénico y autopoiético al sistema social compuesto por los

mismos de forma totalmente errónea.

El concepto de autopoiesis surgió en al ámbito biológico para explicar los seres vivos y por lo

tanto carece de sentido trasladarlo al ámbito de lo social de tal modo que se olvide la importancia

del ser vivo, para Luhmann, el sistema es autopoiético por lo que los seres vivos son solo usuarios

del propio sistema pudiendo este seguir existiendo sin estos. Toda esta concepción se aleja

completamente de las características propias del término acuñado por los chilenos, modificándolo

de forma equivocada, al eliminar de la autopoiesis al ser vivo como ser ontogénico cuando este

concepto surgió precisamente para explicar que es lo característico en los seres vivos.

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BIBILIOGRAFÍA

Becerra, G., Giordano, P. (2019). Sistemas, sociología y constructivismo en el debate entre

Maturana y Luhmann por la autopoiesis. Argumentos: revista de crítica social

Luhmann, N. (1995). La autopoiesis de los sistemas sociales. s.l.:Zona Abierta.

Maturana, H. (1995). La realidad: ¿objetiva o construida? I. Fundamentos biológicos de la

realidad. Mexico: Anthropos / Universidad Iberoamericana / ITESO.

Maturana, V. F y. H. (2003). El arbol del conocimiento. 1° ed. Buenos Aires: Lumen/Editorial

universitaria.

Urteaga, E. (2009). La teoría de sistemas de Niklas Luhmann. Vizcaya: Universidad del Pais

Vasco.

Varela, H. M. y. F. (1994). De máquinas y seres vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo..

Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Vidal, J. (2018). Autopoiesis en la teoría de sistemas de Niklas Luhmann: reflexiones para una

reontologización. Brasil: Universidade Federal do Pará

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