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Reseña Crítica

Cátedra III
Prof. Deisy Yamile Arroyave
J. Camilo Ramírez D.
1151961317

La realidad: ¿objetiva o construida? Fundamentos biológicos de la realidad

Humberto Maturana fue un importante científico chileno, reconocido por acuñar una de las
nociones clave para entender qué es un ser vivo. En su teoría, explica que los seres vivos son
sistemas cerrados donde ocurre un continuo proceso de creación y recambio de componentes,
producidos al interior de este o a partir de interacciones con su exterior. A esto lo llamó
«autopoiesis». Así pues, Maturana se propone en el primer capítulo de su libro1 —Biología del
fenómeno social—explicar la relación existente entre lo individual y lo social del ser humano,
aspectos que comúnmente se catalogan como contrapartes, pero abordado desde una
argumentación biológica.

Para ello, propone inicialmente cinco postulados de lo que él considera debe cumplir todo
sistema, y en específico, el sistema ser vivo. A partir de allí, comienza a deducir sentencias que
predican sobre los sistemas sociales, pues su objetivo es sugerir un modelo biológico que
aplicado a la pregunta ¿qué es un sistema social?, pueda describir de manera universal su
comportamiento. De esta forma exhibirá una unificación entre el ser humano social e individual,
y encontrará un lugar en el que ambos concurren y se vuelven indispensables el uno del otro
para su mutuo existir.

Estas nociones que Maturana nos pide aceptar son: Primero, que ante una pregunta, una
respuesta aceptable es aquella que modela todas las instancias del problema. Es decir, que
reproducida en un caso particular, el mecanismo propuesto dé como resultado aquello que se
espera; segundo, que un ser vivo es aquello que continuamente no solo produce, sino que
recambia con el entorno, sus propios componentes estructurales; tercero, que un ser vivo puede
ser entendido a partir de su historial de cambios estructurales motivados por su entorno o en sí
mismos, siempre que la congruencia ser vivo–medio se mantenga; cuarto, que aquello que

1
Maturana, H. (1995). La realidad: ¿objetiva o construida? I. Fundamentos biológicos de la realidad. (Vol. I).
Anthropos Editorial.
identifica a un sistema, sin importar sus cambios estructurales, es la invarianza de su
organización, es decir, cómo se siguen relacionando sus componentes; y por último, que los
seres vivos son seres vivos mientras en su devenir de cambios se adapten, esto es, que los
cambios que acontecen en su estructura estén acordes con los cambios que acontecen en el
medio en donde se desarrollan. Al meditar sobre estos enunciados se puede notar como
Maturana intenta proponer unas nociones bastante amplias que puedan caracterizar a todos los
sistemas, a partir de una descripción no ajena a nuestra intuición sobre organismos vivos y que
podemos aceptar sin mayor dificultad. Sería interesante investigar hasta qué extensión estas
ideas sí logran capturar fundamentalmente las características tan complejas que conforman a los
seres vivos, sin dejar escapar algunas de sus peculiaridades más difíciles.

Sigue así el capítulo con algunas de las implicaciones que estos postulados generan sobre los
sistemas sociales; pero primero, el autor define lo que para él es un sistema social. Esto es, un
despliegue de seres vivos que dentro de un ambiente específico interactúan entre ellos y con el
ambiente, modificando su propia estructura, pero siendo de vital importancia que mantengan su
adaptación y organización dentro de él.

Ahora, las implicaciones que Maturana deduce se pueden englobar en que: un sistema social
está constituido por seres vivos con la premisa de que los seres que lo componen procuran
dentro de lo posible mantenerse con vida. También que, cada sistema social define unas
interacciones específicas entre los seres y con el entorno, de modo que se puede conocer qué
conductas se consideran aceptables dentro de cada sistema, y toda vez que un ser vivo aporta
interacciones en el sistema que lo cobija, su presencia importa para el resultado final en la
ponderación de las interrelaciones. Adicionalmente, si bien un sistema social motiva cambios
estructurales en sus componentes, estos a su vez son los constituyentes del sistema social y
terminarán, inevitablemente, cambiando la estructura del sistema mismo. Así pues, se da una
relación circular entre el sistema social y sus componentes.

Después de esto se llega, en mi opinión, a la parte más interesante del capítulo, pues aquí se
describe finalmente lo que sería un sistema social humano o sociedad a la vista de las ideas
desarrolladas anteriormente. El núcleo en esta instancia es entender que los sistemas sociales
humanos se caracterizan por el amor y las consecuencias de esa pieza biológica que está
intrínseca en nuestra naturaleza. El amor o “pegajosidad biológica” como lo llama Maturana (p.
12), nos lleva a tener interacciones de cooperación, y bajo la luz de estas interacciones, sostiene
el autor, es como en nuestro transitar resultó el lenguaje, a través de la recurrencia de estas
interacciones en la deriva filogénica. Por si fuera poco, con la adquisición del lenguaje, se
adquieren nuevas posibilidades de interacción, pues aterriza la capacidad de reflexión y de
autoconciencia. Por medio de la reflexión modificamos nuestra estructura interna, no solo como
individuos, sino en conjunto como una unidad que está también en coderiva, es decir, cambia
estructuralmente el individuo, bajo la óptica individuo, pero también cambia la sociedad, bajo la
óptica conjunto de individuos. Por lo tanto, el concepto individuo–sociedad está íntimamente
ligado, y la existencia del uno no solo implica la existencia del otro, sino que ambos se necesitan,
pues ambos infieren sobre sí mismos y determinan los cambios que en sí mismo ocurren en cada
instante.

Ya hacia el final del capítulo, Maturana reflexiona sobre la inseparabilidad de ambos conceptos
sobre el ser humano social e individual, y asegura que tal contradicción que ha estado presente
a lo largo de nuestra historia es realmente de origen cultural, ya que biológicamente no existe
exclusión entre ellos. Para él “no existe lo humano fuera de lo social” (p. 15). Así pues, la única
manera en que una sociedad humana puede existir es a partir de las individualidades de los
seres humanos que la componen, y las interacciones humanas (producto del amor, compasión,
y diferentes cualidades que nos clasifican como humanos) que se generan en ella. Pero a su
vez, sin sociedad humana no habría humanos, pues aquellas características fundamentales que
nos dan ese calificativo no operarían en nosotros al no haber podido surgir como consecuencia
de la falta de interacción entre nosotros.

Así las cosas, considero que vale la pena una lectura juiciosa del libro de Humberto Maturana,
pues plantea una visión unificadora sobre conceptos ampliamente discutidos en las ciencias
sociales y humanas, con ideas innovadoras muy bien encadenadas. La presentación de unos
axiomas y sus consecuencias lógicas entraman toda una teoría científica, mostrando en cada
paso la utilización de lo que se ha deducido anteriormente. Es entonces una introducción
acertada para el lector que quiere incursionar en una teoría moderna que presenta puntos de
vista no convencionales, y que además con un breve repaso de su obra puede encontrarse la
conexión entre sus escritos, permitiendo así la asimilación más o menos rápida de tan geniales
ideas.

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