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TERCERA PARTE:

FUENTES DEL DERECHO PRIVADO


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UNIDAD IV: FUENTES JUSTINIANEAS Y POST JUSTINIANEAS.
1. EL CORPUS IURIS CIVILIS
LA COMPILACIÓN DE JUSTINIANO

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Justiniano, emperador de Oriente entre 527 y 565 d.C., tuvo el honor y la gloria de haber
podido llevar a cabo lo que venía siendo el anhelo de no pocos emperadores y juristas:
recoger en un cuerpo orgánico y sistematizado las constituciones imperiales (leges) y
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recopilar las opiniones de los jurisconsultos (iura).
Nace así el Corpus Iuris Civilis, aunque el nombre así expresado se debe a Dionisio
Godofredo, autor de una edición de la obra realizada en Ginebra en 1583. Y diferenciado,
merced a tal denominación, del Corpus Iuris Canonici, compendio de derecho canónico.
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El Corpus Iuris Civilis está integrado por:


-El Primer Código (529), luego actualizado por el Nuevo Código.
-El Digesto.
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-Las Institutas.
-Las Novelas.

EL PRIMER CÓDIGO


Cuando Justiniano asume el poder, dicta la constitución Haec quae necessario (528)
creando una comisión, la cual tenía como misión elaborar un nuevo Código, sobre la base
de los anteriores Gregoriano, Hermogeniano y Teodosiano, así como de las constituciones
dictadas con posterioridad.
El trabajo fue realizado con suma rapidez, ya que se lo publicó en el 529, mediante la
constitución Summa reipublicae. Su vigencia no fue muy prolongada, ya que apenas un
lustro después se lo reemplazó por una nueva edición actualizada. Por tal motivo, esta
primera versión no ha llegado hasta nosotros.

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EL DIGESTO
Es una empresa monumental, la recopilación de los iura, las opiniones de los
jurisconsultos que habían estado dotados del ius respondendi. En el 530 dicta la
constitución Deo auctore, encomendándola a Triboniano; Justiniano lo autoriza a elegirse
él mismo sus colaboradores.
En general, más de dos terceras partes del Digesto recopila obras de los, denominados por
la ley de citas, cinco grandes jurisconsultos (Gayo, Ulpiano, Papiniano, Paulo y

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Modestino).
Otra cuarta parte de la obra corresponde a siete jurisconsultos más. Los restantes
fragmentos se reparten en otros veintisiete juristas. (En total son treinta y nueve
jurisconsultos citados en la recopilación).

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El Digesto se divide en libros (son cincuenta). Los libros, salvo el treinta, treinta y uno y
treinta y dos, que son de título único, se dividen en títulos.
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Cada título al iniciarse lleva una pequeña leyenda, denominada rúbrica, que indica de qué
trata.
Los títulos se dividen en fragmentos, siendo cada fragmento un trozo extraído de la obra
de algún jurisconsulto. Los fragmentos se inician siempre con una inscriptio, breve
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anotación que indica a qué jurisconsulto corresponde y de qué obra fue extraído.
Si el fragmento es muy extenso, se divide en párrafos o parágrafos, numerados
correlativamente con la particularidad de que el primero no lleva número ⇒es el párrafo
del principio o proemio. El segundo es el párrafo uno, y así sucesivamente.
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Para citar el Digesto, se hace con la letra “D” mayúscula, seguida de varios números
separados entre sí por puntos, los que indican respectivamente el libro, el título, el
fragmento y en su caso el párrafo.
Cuando lo que se cita es el párrafo del principio, se hace con las letras “pr”. Y si quisiese


citarse varios párrafos, puede hacérselo separando cada uno de los números respectivos
con una coma.

Ejemplo Como se lee (en orden)

D. 1. 1. 1. pr Digesto/libro primero/título primero/fragmento primero/párrafo del principio (proemio)

D. 1. 1. 1. 1 Digesto/libro primero/título primero/fragmento primero/párrafo uno (o sea el que sigue al


del principio)

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D. 1. 1. 1 pr, 1, 2, 3, Digesto/libro primero/título primero/fragmento primero/párrafo del principio/párrafos uno,
dos y tres

LAS INSTITUTAS
Mientra se estaba realizando la compilación del Digesto, Justiniano encomendó que
realicen un pequeño manual, para uso de los estudiantes, destinado a reemplazar las
Instituciones de Gayo. Se publicaron en el 533.

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La obra tiene igualmente cuatro libros, destinados a tratar ordenada y sucesivamente de
las personas, las cosas y las acciones.
Están conformadas por cuatro libros, que se dividen en títulos, cada uno con su rúbrica.
En las Institutas no hay fragmentos, cada título se divide en párrafos, numerados de la
misma manera que el digesto.

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Para citas Las Institutas, se hace con la letra “I” mayúscula.
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Ejemplo Como se lee (en orden)

I. 1. 1. pr. Institutas/libro primero/título primero/párrafo del principio

I. 1. 1. pr, 1, 2 Institutas/libro primero/título primero/párrafo del


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principio/párrafos uno y dos

NOTA: En las Institutas NO hay fragmentos.


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EL CÓDIGO NUEVO
Dado que el Primer Código quedó desactualizado por el gran número de nuevas
constituciones, se hizo necesario llevar a cabo una nueva edición, corregida y actualizada
del Código, tarea que Justiniano encomendó a Triboniano, Doroteo y tres abogados más.

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El trabajo fue finalizado en menos de un año y el nuevo Código fue publicado en el 534.
Este Código, el único que hoy conocemos, está dividido en doce libros, el primero se
ocupa de las fuentes del derecho y las autoridades; los libros del 2 al 8 tratan el derecho
privado; el 9 el derecho penal; y los tres últimos están dedicados al derecho
administrativo y financiero.

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Los libros se dividen en títulos, cada uno de los cuales lleva su respectiva rúbrica. Cada
título se divide en constituciones o leyes, llevando cada constitución al principio una
inscriptio, indicativa de qué emperador la dictó y a que funcionario fue dirigida, y al final
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una suscriptio con la mención del lugar y fecha en que dicha constitución había sido
sancionada.
Si las constituciones o leyes resultaban demasiado largas, se las dividía en párrafos o
parágrafos, comenzando con un párrafo del principio o proemio, y siguiendo con los
parágrafos uno, dos y así sucesivamente.
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Para citar el Código, se hace con la letra “C” mayúscula.

Ejemplo
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Como se lee (en orden)

C. 1. 1. 1. pr Código/libro primero/título primero/constitución o ley primera/párrafo del


principio


C. 1. 1. 1. pr, 1, 2, 3 Código/libro primero/título primero/constitución o ley primera/párrafo del


principio/párrafos uno, dos y tres

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LAS NOVELAS
En apenas seis años, una obra monumental quedó concluida. Pero no por ello Justiniano
dejó de dictar constituciones, cosa que siguió haciendo durante treinta años siguientes.
Dichas constituciones recibieron el nombre de Novelas. Versaban a menudo sobre

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cuestiones secundarias pero otras veces legislaban sobre cuestiones fundamentales para
adoptar toda una nueva regulación jurídica (como el caso de la sucesión legítima). Estaban
probablemente destinadas a integrar un tercer Código o una colección oficial.
Las constituciones que integran las diversas colecciones de Novelas suelen iniciarse con un
prefacio, y finalizar con un epílogo. Están divididas por capítulos y cada uno de éstos en

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sus respectivos párrafos.
Las Novelas se citan con una letra “N” mayúscula, seguida por el número específico de la
constitución y el párrafo.
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Ejemplo Como se lee (en orden)

N. 1. 1. Novela/constitución/párrafo
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INTERPOLACIONES
No siempre los fragmentos del Digesto y las Instituciones, y las constituciones del Código,
concuerdan con sus originales respectivos. Esto es así porque los recopiladores contaron
con directivas expresas impartidas por Justiniano para adaptar los textos clásicos al
derecho en vigencia en el momento de la codificación.

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Tales alteraciones de los textos clásicos introducidas por Triboniano y sus compiladores
reciben el nombre de interpolaciones, o emblema Triboniani.
Fueron los historicistas franceses del siglo XVI quienes más les prestaron atención y más y
mejores desvelos les dedicaron, en su constante búsqueda por llegar a discernir cuál había
sido el concreto derecho que había regido en cada época. Para lograrlo se valieron de

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diversos métodos.
Esta cuestión es fundamental, ya que aparte de discernir con pureza cuales son los textos
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clásicos ocultos bajo las alteraciones de Justiniano, transfundió en los modernos sistemas
jurídicos.
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2. LAS LEGISLACIONES POSTERIORES EN ORIENTE

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ÍNDICES, PARÁFRASIS Y COMENTARIOS AL CORPUS IURIS
Justiniano prohibió formalmente toda obra de comentario doctrinario sobre la
recopilación, autorizando únicamente traducciones literales. Creía que así preservaría al
Corpus Iuris.
Apenas transcurridos unos meses de la finalización de las Institutas, uno de sus mismos

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autores, realizó un comentario considerablemente ampliado sobre la misma. Recibió el
nombre de Paráfrasis de Teófilo.
El mismo Teófilo inició también la confección de un índice del Digesto. En la misma época,
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(siglo VI) se elaboraron otros índices como los de Doroteo, Cirilo y Estéfano. Todos los
cuales fueron reunidos en uno solo a mediados del siglo VII.
En relación al Código se confeccionaron igualmente índices, como los de Talaleo e Isoro,
Anatolio y Teodoro.
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LA EGLOGA LEGUM, EPANAGOGE, PROCHIRO.


Todos estos índices, comentarios y paráfrasis complicaban y confundían el panorama
jurídico, haciendo dificultosa la tarea de jueces y juristas. Fue así que los emperadores
advirtieron la necesidad de reemprender la labor legislativa.
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A inicios del siglo VIII, un emperador, dicta la Égloga, encaminada a simplificar y hacer más
accesible la compilación justinianea, y tres colecciones especiales de leyes (destinadas una
al derecho marítimo, otra al derecho militar y la tercera con el fin de tutelar la propiedad


rústica, desde el ámbito del derecho civil y penal.


Posteriormente, a fines del siglo IX, otro emperador, hizo preparar dos breves
compilaciones de carácter general, el Prochiro y la Epanagoge.
LAS BASÍLICAS
Había que reemplazar completamente el Corpus Iuris de Justiniano, ya que presentaba en
esos tiempos dos graves defectos: estaba redactado en latín que el pueblo no entendía ya;
además de que la multiplicidad de obras independientes que lo conformaban hacía
complicada y difícil la tarea de analizar cualquier institución jurídica.

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De este empeño surgen las Basílicas, éstas condensan, debidamente extractados,
compaginados y condensados, los fragmentos dispersos en las diversas partes del Corpus
Iuris, incluyendo los índices bizantinos.
La obra está dividida en sesenta libros, ordenados y subdivididos siguiendo el método del
Código justinianeo.
En el siglo X, por obra de otro emperador, se agregaron al texto de las Basílicas
comentarios denominados escolios, a los que se confirió igualmente fuerza de ley. Una

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segunda serie de comentarios fue incorporada entre los siglos X y XII, y desde entonces se
habló de viejos y nuevos escolios.
Finalmente, el último intento doctrinario oriental fue el Manuale legum, también
denominado Hexabiblos, por encontrarse dividido en seis libros. Fue publicado hacia
1345, y tuvo una larga vigencia considerándoselo en la Grecia moderna como el más
seguro repertorio del derecho romano-helénico.

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