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Instalaciones Electricas – E.P.E.T.

Nº9
6º 1ª Turno Mañana – Prof: Vidal Parra, Santiago

Naturaleza de la luz
La naturaleza de la luz ha sido uno de los grandes problemas de la ciencia. En los últimos siglos se
han desarrollado diferentes teorías para explicar la naturaleza de la luz hasta llegar al cono-
cimiento actual. La primera hipótesis científica sobre la naturaleza de la luz fue hecha por Isaac
Newton a finales del siglo XVII. Newton defendía que la luz estaba formada por corpúsculos que
eran lanzados a gran velocidad por el cuerpo emisor y viajaban en línea recta. En 1704 publicó su
obra Óptica, en la que exponía la teoría corpuscular de la luz, y explicaba varios de los fenómenos
que experimenta la luz tales como la reflexión, la refracción y la difracción. En 1678, Christiaan
Huygens desarrolló su teoría ondulatoria de la luz en la que defendía que la luz era una onda.
Mediante esta teoría demostró otros fenómenos de la luz como, por ejemplo, la interferencia de
rayos de luz, que el modelo corpuscular no era capaz de explicar. En aquella época, la teoría de
Huygens no tuvo mucho éxito, en gran parte debido al gran prestigio de Newton. Pero gracias a
algunos experimentos realizados por Young y Fresnel sobre interferencias, y otros realizados por
Foucault sobre la velocidad de la luz, la teoría ondulatoria de la luz se retomó a mediados del siglo
XIX. El problema de esta teoría es que las ondas necesitan un medio para propagarse por lo que
surgieron problemas a la hora de explicar la propagación de la luz en el vacío. Este problema lo
solucionó James Clerk Maxwell que, basándose en los estudios de Faraday sobre los campos
eléctricos y magnéticos, dedujo que la luz tiene naturaleza electromagnética, por tanto, no
necesita ningún medio para propagarse. A esta última teoría se la denominó la teoría
electromagnética de la luz. Sin embargo, la teoría electromagnética de la luz no permite explicar el
efecto fotoeléctrico ni la emisión de luz de los cuerpos incandescentes. Ello dio lugar a una nueva
teoría desarrollada por Albert Einstein basada en los estudios cuánticos de Planck, en la que
proponía la idea de que la luz estaba formada por pequeños paquetes de energía que denominó
cuantos y que actualmente se conocen con el nombre de fotones. El problema de esta teoría es
que no explica fenómenos tales como las interferencias. Actualmente, se acepta que la luz tiene
una doble naturaleza, una naturaleza electromagnética que explica su propagación y una
naturaleza corpuscular que explica la interacción con la materia.

Espectro electromagnético
El espectro electromagnético es el conjunto de todas las ondas electromagnéticas. Estas ondas se
clasifican según la longitud de onda cuando la onda se propaga en el vacío y abarcan desde rayos
cósmicos, con longitudes de onda muy pequeñas, pasando por la luz visible, hasta las ondas de
radio que son las de mayor longitud de onda (véase la Figura 8.1). En el estudio de la luz, el rango
del espectro electromagnético de interés es aquél cuya longitud de onda es capaz de captar el ojo
humano y que se denomina luz visible. En la Figu- ra 8.1 se observa que la franja de la luz visible
está situada entre las radiaciones (ondas) ultra- violetas y las infrarrojas. El rango de la longitud de
onda de la luz visible abarca aproximada- mente desde 380 nm para el violeta hasta 780 nm para
el rojo.
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Propiedades de la luz
La luz se comporta como una onda electromagnética que se desplaza en línea recta en el vacío. Si
una onda luminosa incide sobre la superficie de separación de dos medios, parte de la onda se
refleja, otra parte se refracta (véase la Figura 8.2) y una tercera parte es absorbida por el material.
La reflexión de la luz es el fenómeno por el cual una onda luminosa que incide sobre una superficie
de separación de dos medios es reflejada. Tanto el rayo incidente como el rayo reflejado forman el
mismo ángulo a con la normal de la superficie, como se observa en la Figura 8.2. La refracción es el
cambio de dirección que experimenta una onda luminosa debido al cambio de velocidad que sufre
cuando pasa de un medio a otro, Al refractarse, la luz mantiene su frecuencia pero al cambiar de
medio de propagación cambia su velocidad de propagación y, en consecuencia, cambia la longitud
de onda según (8.1). Un ejemplo de refracción de la luz son los espejismos que se producen
cuando la luz se refracta al incidir sobre la capa de aire que está sobre una superficie caliente.
Cuando la luz incide sobre una superficie, parte de la onda es absorbida por la superficie
produciendo una sensación de color. Por ejemplo, si un rayo de luz incide sobre una superficie y
absorbe todas las longitudes de onda del rayo excepto las correspondientes al color azul, las
cuales son reflejadas, entonces la superficie se verá de color azul.

Color
El color es una sensación producida por la luz visible que se percibe a través de los órganos de
visión. Cuando un cuerpo se ilumina, absorbe y refracta parte de las ondas electromagnéticas que
le llegan y refleja las restantes. El ojo interpreta como colores estas ondas reflejadas dependiendo
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de sus longitudes de ondas. En la Figura 8.1 se observa cómo varía el color de las ondas
electromagnéticas dependiendo de la longitud de onda.

El color negro es la ausencia de luz visible mientras que el color blanco puede descomponerse en
todos los colores y, por tanto, los contiene, hecho que fue descubierto por Newton cuando hizo
pasar un rayo de luz blanca a través de un prisma y obtuvo los colores del arco iris. A partir de dos
rayos luminosos de distintas longitudes de onda, por tanto, de distintos colores, se puede obtener
un rayo de una longitud de onda diferente, o color diferente. Es decir, se obtiene una mezcla de
color. En iluminación, existe un conjunto de tres colores denominados colores primarios, que son
el rojo, el amarillo y el azul. La mezcla de estos colores primarios da lugar al resto de colores.
Existen diversas formas de mezclas, siendo las más importantes las mezclas aditivas, que se
obtienen sumando varios rayos de luz de colores, y las sustractivas, que se consiguen aplicando
filtros de colores a la luz blanca. Las ondas luminosas que se perciben como color tienen una serie
de propiedades que afectan a la percepción final del color. Entre estas propiedades cabe destacar:

1. Tono o matiz. Es el color en sí mismo, la longitud de onda dominante de la onda luminosa, por
ejemplo, el rojo, el amarillo, el violeta. El espectro visible abarca desde el rojo al violeta.

2. Saturación. Es la pureza de un color y depende de la cantidad de blanco presente en la mezcla.


Cuanto mayor es la saturación de la onda luminosa, mayor es la pureza del color y, por tanto,
menor es la cantidad de blanco de la mezcla.

3. Brillo. Es la cantidad de luz que emite una fuente luminosa o una onda reflejada en una
superficie. Si la cantidad de luz es alta, el color se aprecia más vibrante e intenso y una
disminución en la cantidad de luz provoca que el color se apague hacia el negro.

Temperatura de color
Un cuerpo negro es un objeto que absorbe toda la energía que incide sobre él. Dicho cuerpo emite
una radiación de una longitud de onda determinada que varía con su temperatura. Así,
inicialmente, adquiere un tono rojizo para ir pasando al naranja, amarillo, blanco y finalmente
azul, conforme aumenta su temperatura. Se define la temperatura de color de una fuente
luminosa como la temperatura a la cual el cuerpo negro emite una radiación del mismo color que
el de la fuente. La temperatura de color se mide en grados Kelvin (K). Por ejemplo, el color de la
luz del mediodía corresponde al de un cuerpo negro calentado a 5.500 K. La temperatura de color
sólo se puede definir para aquellas fuentes de luz que tengan un color similar al del cuerpo negro,
por ejemplo, la luz de las lámparas incandescentes. El color de algunas lámparas de descarga,
como son las lámparas de vapor de sodio a baja presión, no coincide con el color del cuerpo negro
a ninguna temperatura, por lo que sólo puede darse una temperatura de color aproximada.
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Índice de reproducción cromática


El índice de reproducción cromática mide la capacidad de una fuente de luz para reproducir los
colores. Este índice se define para una fuente de luz como el aspecto que muestran los cuerpos
iluminados por dicha fuente tomando como referencia el aspecto cromático que presentan los
cuerpos iluminados con la luz del cuerpo negro. El máximo valor que alcanza este índice es 100 y
se refiere a la luz del cuerpo negro. El índice de reproducción cromática de una fuente luminosa se
calcula iluminando un con- junto de colores de muestra con una luz de referencia y con la luz que
se desea analizar. Cuan- to menor es la diferencia, mayor es el índice de reproducción cromática y
mejor es la reproducción cromática. Por tanto, las lámparas deben tener un índice de
reproducción cromática lo más cercano posible a 100 para poder distinguir perfectamente los
colores de los cuerpos.

Lámparas incandescentes
Las lámparas incandescentes o de incandescencia fueron el primer dispositivo eléctrico de
iluminación artificial. Las primeras lámparas que se comercializaron, las lámparas de fi lamento de
carbón, fueron desarrolladas simultáneamente por el norteamericano Thomas Alva Edison y por el
británico Joseph Swan, siendo la patente otorgada a Edison. Desde su creación, la lámpara
incandescente no ha sufrido grandes variaciones en lo referente al concepto, aunque sí se han
producido importantes avances tecnológicos obteniendo mejoras en la cantidad de luz producida,
la duración y el consumo. Este tipo de lámparas tiene una gran sencillez tanto de fabricación como
de utilización y un bajo coste. Una lámpara de incandescencia está formada, generalmente, por un
casquillo metálico con rosca con un borne en su extremo, siendo el exterior del casquillo el otro
borne. El casquillo está unido a una ampolla de vidrio que contiene un gas de relleno. A los bornes
se conectan dos alambres de cobre, los cuales llegan internamente a la parte central de la ampolla
donde están soldados mediante un fi lamento de tungsteno. La ampolla está rellena de gas inerte
para evitar que el oxígeno volatilice el fi lamento debido a las altas temperaturas que alcanza, lo
que prolonga la vida útil del fi lamento. La Figura 8.12 representa los elementos básicos que
componen una lámpara de incandescencia.
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El principio de funcionamiento de estas lámparas consiste en hacer circular una corriente eléctrica
a través del fi lamento de tungsteno que está colocado en el interior de la ampolla. Desde el punto
de vista eléctrico, el fi lamento se comporta como una resistencia. El paso de la corriente eléctrica
por el filamento permite que éste alcance una temperatura tan alta, por efec to Joule, que emite
radiaciones visibles por el ojo humano. A este fenómeno se le conoce con el nombre de
incandescencia. Nótese que sólo una pequeña parte de las radiaciones electromagnéticas emitidas
por el fi lamento pertenecen a la zona del espectro visible, quedando la mayor parte en la zona de
infrarrojos y, en consecuencia, emitiendo una gran cantidad de calor. Esto provoca que el
rendimiento luminoso de las lámparas incandescentes sea muy bajo. A continuación, se describen
varios parámetros que se emplean para definir las lámparas, tales como las características
fotométricas y la vida útil, para el caso particular de las lámparas incandescentes.

1. El color de la luz que emite una lámpara de incandescencia depende de la clase de am- polla.
Para ampollas transparentes la luz emitida es de color amarillento, con tempera- turas de color en
torno a 3.000 K y un alto índice de reproducción cromática.

2. El flujo luminoso de este tipo de lámparas es muy pequeño y, además, no es constante a lo largo
de su vida útil. Esto se debe al fenómeno de evaporación que sufre el tungsteno, que produce un
adelgazamiento del fi lamento y un ennegrecimiento de la pared interna de la ampolla. A este
fenómeno se le conoce como depreciación luminosa.

3. El rendimiento luminoso de estas lámparas es muy pequeño, de 8 a 20 lm/W, debido a que gran
parte de la potencia eléctrica absorbida por la lámpara se pierde en forma de radiaciones no
visibles.
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4. La vida útil de las lámparas depende de la temperatura del fi lamento, de modo que cuanto
mayor es la temperatura, mayor es la velocidad de evaporación del fi lamento y menor es la vida
de la lámpara. La vida media de las lámparas incandescentes normales es de unas 1.000 horas.

Es importante saber que no sólo la duración sino también el rendimiento de las lámparas
incandescentes depende de la temperatura del filamento. Así, a mayor temperatura, mayor
rendimiento pero menor duración. El factor que tiene una mayor influencia en el funcionamiento
de las lámparas incandescentes es la tensión de alimentación de la lámpara. Cuando se aplica a la
lámpara una tensión superior a su tensión nominal se produce un aumento en la potencia
consumida por la lámpara y en el flujo luminoso emitido por ésta; pero también se provoca una
disminución en la vida útil de la lámpara. Si se alimenta la lámpara con una tensión inferior a la
nominal se produce el efecto contrario, disminuyendo el flujo luminoso de la lámpara y
aumentando su vida útil. Principalmente, las lámparas incandescentes se pueden clasificar en:

1. Lámparas incandescentes normales.

2. Lámparas incandescentes de halógenos.

La descripción hecha hasta ahora de las lámparas incandescentes se corresponde con las
lámparas incandescentes normales. Las lámparas de halógenos suponen una importante mejora
sobre las lámparas de incandescencia normales. En estas lámparas se introduce un halógeno,
normalmente yodo, dentro de la ampolla. El yodo reacciona con el tungsteno evaporado
formando un compuesto que sólo se descompone en las partes más calientes del filamento,
renerando el tungsteno y disminuyendo su evaporación neta, y permitiendo temperaturas más
elevadas. Esto consigue aumentar la vida útil de la lámpara al doble, 2.000 horas, y también
aumentar el rendimiento luminoso de la lámpara hasta unos 22 lm/W. Otra característica de las
lámparas de halógenos es que sus dimensiones son menores que las lámparas incandescentes
normales. Las aplicaciones de las lámparas incandescentes normales son alumbrado general y
localizado de interiores tales como viviendas, comercios, oficinas, etc., siempre que la altura de la
instalación no sea muy elevada. Las lámparas halógenas se utilizan normalmente en alumbrado
por proyección, para iluminar edificios, monumentos, pabellones de deporte, etc.; y cada vez se
emplean más en iluminación doméstica.

Lámparas fluorescentes
Las lámparas fluorescentes son fuentes luminosas con un rendimiento energético mayor que el de
las lámparas incandescentes. De ahí que su uso esté tan extendido hoy en día. Las lámparas de
incandescencia basan su funcionamiento en el fenómeno de la incandescencia donde la emisión
de luz la produce un cuerpo sometido a temperaturas muy altas. En cambio, el funcionamiento de
las lámparas fluorescentes está basado en el fenómeno de la luminiscencia, donde la emisión de
luz se produce en condiciones de temperatura normal o baja. Cuando una cierta forma de energía
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incide sobre un átomo, algunos electrones pueden alcanzar un mayor nivel de energía, saltando a
un orbital superior. Cuando estos electrones pasan de nuevo a su estado fundamental emiten el
excedente de energía en forma de un fotón de longitud de onda visible. A este fenómeno se le
conoce con el nombre de luminiscencia. Dependiendo de cuál sea la forma de energía que excita
el átomo se pueden distinguir distintos tipos de luminiscencia, siendo los siguientes los empleados
en las lámparas: 1. Electroluminiscencia. Producida por el paso de una descarga eléctrica a través
de gases luminiscentes. El principio de funcionamiento de las lámparas de vapor de mercurio a
alta presión y de las lámparas de vapor de sodio, de alta y baja presión, está basado en el
fenómeno de la electroluminiscencia. 2. Fotoluminiscencia. Producida por una radiación del
espectro visible o ultravioleta sobre las sustancias luminiscentes. La clase de fotoluminiscencia en
la que se emplean sustancias fluorescentes se denomina fluorescencia. Este efecto es el empleado
en las lámparas fluorescentes. Los elementos principales de una lámpara fluorescente son el tubo
de descarga, los electro- dos, el casquillo de conexión, el gas de relleno y las sustancias
fluorescentes. El tubo de des- carga es normalmente de vidrio, tiene forma cilíndrica y dentro de él
se producen descargas eléctricas entre dos electrodos. En el tubo se encuentra un gas de relleno
que es un gas inerte, como el argón o el neón, y una pequeña cantidad de vapor de mercurio a
baja presión, entre 1 y 5 Pa aproximadamente, de ahí que estas lámparas también se conozcan
con el nombre de lámparas de vapor de mercurio a baja presión. El vapor de mercurio determina
las propiedades de la luz emitida por la lámpara y es el responsable de la emisión de las ondas
electromagnéticas como consecuencia de la descarga. El gas inerte facilita el encendido y controla
la descarga de electrones El tubo está cerrado por cada extremo con un casquillo en el que se aloja
un electrodo. Los electrodos, encargados de producir la descarga eléctrica en el tubo, están
fabricados de tungsteno y están recubiertos de un material que facilita la emisión de electrones.
Los electrodos se conectan a la red eléctrica a través del casquillo. La cara interna del tubo está
impregnada de sustancias fluorescentes. Dependiendo de las sustancias fluorescentes empleadas
se obtienen diferentes colores de luz. En la Figura 8.13 se aprecian los elementos de que consta
una lámpara fluorescente. Las lámparas fluorescentes también disponen de tres elementos
auxiliares: un cebador, una reactancia y un condensador. Su utilidad se explica más adelante. A
grandes rasgos, el funcionamiento de una lámpara fluorescente consiste en el paso de una
corriente eléctrica por los fi lamentos de cada uno de los electrodos que se encuentran dentro del
tubo de descarga. Estos fi lamentos se calientan y desprenden electrones que ionizan el gas inerte
formando un plasma que conduce la electricidad a lo largo del tubo de descarga y que evapora el
mercurio contenido en el interior del tubo. La corriente eléctrica que circula por el plasma excita
los átomos de mercurio y éstos emiten radiación electromagnética en la zona del espectro visible y
fundamentalmente ultravioleta. Los materiales fluorescentes que revisten el interior del tubo de
descarga convierten la radiación ultravioleta en radiación visible mediante el fenómeno de la
fluorescencia. Esta explicación ilustra el principio de funcionamiento de las lámparas
fluorescentes; sin embargo, el funcionamiento de estas lámparas es más complejo e incluye los
tres elementos auxiliares mencionados anteriormente. La Figura 8.14 representa el circuito de una
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lámpara fluorescente con sus elementos auxiliares. Las lámparas fluorescentes presentan una
resistencia al paso de la corriente eléctrica que disminuye a medida que ésta aumenta, lo que, si
no se evita, provoca un aumento continuo de esta corriente hasta la rotura de la lámpara. La
reactancia, también denominada balasto, es un dispositivo formado por una bobina y un núcleo
magnético que suministra una corriente de arranque suficiente para el encendido de la lámpara y
limita la corriente que atraviesa la misma para evitar un exceso de electrones circulando por el gas
que terminaría por romper la lámpara. La función del condensador conectado a la entrada del
circuito en paralelo con la lámpara es compensar el factor de potencia de la lámpara, el cual es
pequeño debido a la reactancia. El cebador es un dispositivo cuya función es iniciar la descarga en
el tubo de la lámpara fluorescente. Este dispositivo está formado por una pequeña ampolla rellena
de gas neón en

Fuera de la ampolla se encuentra un pequeño condensador en paralelo con la ampolla. Al conectar


la lámpara a la red, la tensión de la red se aplica sobre los electrodos del cebador. Al estar muy
próximos, a través del gas neón se produce un pequeño arco que aumenta la temperatura del
bimetal provocando su dilatación. Al dilatarse el bimetal, éste se pone en contacto con el
electrodo al que no estaba unido, cerrando el circuito y permitiendo el paso de la corriente
eléctrica a través de él. Al desaparecer el arco, disminuye la temperatura del interior de la ampolla
del cebador y el bimetal vuelve a su posición inicial. El circuito se abre bruscamente, con lo que la
reactancia produce una sobretensión en los electrodos del tubo que inicia la descarga en el
mismo. Una vez iniciada la descarga, la tensión que existe en bornes de la lámpara disminuye
hasta un valor que es suficiente para mantener el arco en el interior del tubo de descarga, pero
insuficiente para crear de nuevo un arco entre los electrodos del cebador.
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Las lámparas fluorescentes tienen una gran superficie que despide luz, de modo que producen una
luz difusa con poco brillo. Las características de una lámpara fluorescente se enumeran a
continuación:

1. El color de la luz que emiten las lámparas fluorescentes depende de la sustancia fluorescente
que cubre el interior del tubo de descarga. Existen en el mercado lámparas fluorescentes que
abarcan una amplia gama de tonalidades de luz, desde blancos más cálidos hasta blancos más
fríos. Incluso se fabrican lámparas fluorescentes que emiten luz verde, roja o amarilla. Los colores
más comunes son el blanco cálido, el blanco neutro y el blanco de luz diurna con temperaturas de
color menor que 3.000 K, en torno a 4.000 K y mayor que 5.000 K, respectivamente, y con índices
de reproducción cromática que varían desde moderado a excelente.

2. El flujo luminoso que emite una lámpara fluorescente es bastante mayor, hasta ocho veces, que
el que emite una lámpara incandescente de la misma potencia nominal. Al igual que en las
lámparas incandescentes, se debe considerar la depreciación luminosa que provoca una
disminución del flujo luminoso debida a la pérdida de eficacia de las sustancias fluorescentes y al
ennegrecimiento de las paredes del tubo de descarga. Esta depreciación luminosa puede llegar a
producir cierto parpadeo de la luz al final de la vida útil de la lámpara.

3. Parte de la energía consumida por una lámpara fluorescente se pierde en forma de calor, una
pequeña parte se pierde en forma de radiación ultravioleta y el resto se convierte en luz visible. El
porcentaje de energía consumida que se convierte en luz visible es mucho mayor que el obtenido
en las lámparas de incandescencia. Por tanto, el rendimiento luminoso de las lámparas
fluorescentes es elevado y varía entre 40 y 90 lm/W.

4. La vida útil de la lámpara acaba cuando las sustancias fluorescentes pierden sus propiedades o
cuando el fi lamento de los electrodos se rompe como consecuencia de la evaporación de la
sustancia que lo forma, hecho que se acentúa en el encendido de la lámpara. Por tanto, la
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duración de estas lámparas está condicionada por el número de veces que se encienden, estando
en torno a 7.000 horas, si se tiene en cuenta la depreciación luminosa. Esto es, la lámpara seguiría
funcionando después de 7.000 horas pero con un flujo luminoso sensiblemente más bajo.

5. Las lámparas fluorescentes no emiten una luz continua sino que producen un parpadeo que
depende de la frecuencia de la tensión de alimentación. Esto no se aprecia a simple vista, pero en
los casos en los que se ilumine un objeto girando a cierta velocidad pue- de dar la sensación de
que esté parado. A este fenómeno se le conoce con el nombre de efecto estroboscópico y se
puede evitar instalando varias lámparas que emitan flujos luminosos desfasados entre sí.

Lámparas de vapor de sodio a baja presión


Las lámparas de vapor de sodio a baja presión son lámparas en las que se produce una descarga
eléctrica en un tubo que contiene vapor de sodio a baja presión (alrededor de 20 Pa). Esto pro-
voca la emisión de una radiación monocromática de color amarillo. El fenómeno que se produce
dentro de este tipo de lámparas para producir luz visible es el de la electroluminiscencia. Una
lámpara de vapor de sodio a baja presión está formada por dos ampollas de vidrio, estando una
dentro de la otra. La ampolla interior es el tubo de descarga y tiene forma de U para disminuir las
pérdidas de calor y reducir el tamaño de la lámpara. En el interior del tubo de descarga hay gas
neón a baja presión con unas gotas de sodio. En los extremos del tubo de descarga se encuentran
dos electrodos con fi lamentos de tungsteno e impregnados de una sustancia emisora de
electrones. A la ampolla exterior se le ha hecho el vacío y su misión es aislar térmicamente el tubo
de descarga así como servirle de protección mecánica. En la Figura 8.16 se señalan los elementos
que componen una lámpara de vapor de sodio a baja presión. Dependiendo de la potencia de la
lámpara, la tensión necesaria para el encendido oscila entre 390 y 600 V, es decir, puede ser
superior a la tensión de la red de alimentación. Por tanto, es necesario un dispositivo que no sólo
limite la corriente que circula por la lámpara, sino que eleve la tensión de la red al valor necesario
para el encendido y que luego presente una fuerte reactancia para estabilizar la descarga. Para
ello se emplean autotransformadores. También se coloca un condensador en paralelo con la
entrada del autotransformador para mejorar el factor de potencia de la lámpara. Cuando se
conecta la lámpara a la red se produce una descarga en el gas neón a lo largo del tubo de
descarga, emitiendo una luz roja que es característica de este gas. El calor genera- do por el arco
en el interior del tubo calienta el sodio provocando su evaporación progresiva. La descarga
empieza a producirse en una atmósfera donde la concentración de vapor de sodio es cada vez
mayor por lo que la luz emitida pasa a tomar un color amarillo-anaranjado. Una vez concluido el
proceso de encendido de la lámpara, que dura unos diez minutos, se emite una luz amarilla
monocromática. El tiempo de reencendido es de tres minutos aproximadamente. Las principales
características de una lámpara de vapor de sodio a baja presión son las siguientes:
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1. La luz de color amarillo emitida por este tipo de lámparas está muy próxima a la zona de
máxima sensibilidad del ojo humano, lo que mejora la agudeza visual y la percepción de
movimiento. El hecho de que la luz producida sea monocromática hace que el índice de
reproducción cromática sea muy bajo, casi nulo, y la reproducción de colores sea muy mala. La luz
emitida por este tipo de lámparas carece de temperatura de color, puesto que no se corresponde
con el color del cuerpo negro a ninguna temperatura.

2. El rendimiento luminoso de estas lámparas es muy elevado, en torno a 190 lm/W.

3. La duración de estas lámparas es también muy elevada, del orden de 15.000 horas, pero, debido
a la depreciación del flujo luminoso, se recomienda cambiarlas tras 8.000 horas de
funcionamiento.

Debido a su gran eficacia y a sus ventajas visuales, este tipo de lámparas es adecuado para el
alumbrado público, por ejemplo en autopistas, cruces de carreteras, túneles, etc. Estas lámparas
también se utilizan para el alumbrado de grandes espacios como puertos, muelles de carga y
descarga, aeropuertos, y para el alumbrado de monumentos.

Luminarias
Las luminarias son aparatos que distribuyen, filtran o transforman la luz emitida por una o varias
lámparas. Además, sirven de soporte, protección y conexión a la red de alimentación de las
lámparas. Las luminarias distribuyen adecuadamente el flujo luminoso emitido por la lámpara y lo
dirigen hacia determinadas direcciones, atenuando el deslumbramiento que pueden causar las
lámparas de elevadas potencias. De modo general, las luminarias constan de los siguientes
elementos:

1. Armadura o carcasa. Es el elemento que sirve de soporte e incluye todos los componentes de la
lámpara y la luminaria. 2. Equipo eléctrico. Incluye los elementos auxiliares necesarios para el
encendido y el funcionamiento de la lámpara. El equipo eléctrico de la luminaria depende del tipo
de lámpara que se utilice. Las lámparas incandescentes no necesitan equipo auxiliar. En cambio,
las lámparas de descarga (fluorescentes, de vapor de mercurio y de vapor de sodio a baja y alta
presión) necesitan reactancias, condensadores y/o aparatos de encendido.
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3. Reflectores. Son unas superficies que se encuentran en el interior de la luminaria y dirigen el


flujo luminoso de la lámpara.

4. Difusores. Son unos elementos que recubren la luminaria por la zona por la que se emite el flujo
luminoso.

5. Filtros. Estos elementos potencian o disminuyen algunas características de la radiación luminosa


emitida por la lámpara.

Alumbrado de interiores
El diseño de una instalación de alumbrado de interiores consiste en determinar el número, la
naturaleza y la forma de distribución de las luminarias necesarias para alumbrar un recinto
cerrado en el que se desarrolla algún tipo de actividad. En este apartado se presentan, en primer
lugar, las clases de alumbrado de interiores más comunes, así como algunos niveles de iluminación
recomendados según el tipo de actividad a desarrollar en el local considerado. Posteriormente, se
describe el deslumbramiento y, por último, se presenta el método de los lúmenes, que es un
procedimiento de cálculo para obtener un diseño de la instalación de alumbrado que proporcione
un nivel de iluminación adecuado.

Dependiendo de cómo se reparte la luz en las zonas a iluminar se distinguen tres tipos de
alumbrado de interiores:

1. Alumbrado general. Proporciona una iluminación uniforme sobre toda la zona que se ilumina.
Esta clase de alumbrado se obtiene situando de manera uniforme las luminarias por todo el local.
Este alumbrado se utiliza en las oficinas, las aulas, los grandes alma- cenes, etc.

2. Alumbrado general localizado. Las luminarias se sitúan de modo que, además de proporcionar
un nivel general de iluminación uniforme en el recinto, permitan aumentar el nivel de iluminación
de las zonas que lo requieran en función de la actividad que se desempeñe. Esta clase de
alumbrado se consigue concentrando las luminarias en las zonas de trabajo y se emplea en
talleres, bibliotecas, etc.

3. Alumbrado localizado. Consiste en colocar luminarias para iluminar de manera directa los
puestos de trabajo, aparte de la iluminación general que tenga el recinto. Algunos ejemplos son la
iluminación de maquinarias, de cadenas de montaje, etc.
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Alumbrado de exteriores
El alumbrado de exteriores tiene por objeto proporcionar el nivel de iluminación adecuado en
espacios descubiertos tales como la vía pública, zonas industriales, deportivas y decorativas. Este
apartado se centra en el alumbrado de las vías públicas debido a su gran importancia. Existen
varios métodos de cálculo empleados para el diseño de una instalación de alumbrado exterior.

Los más importantes son el método de los lúmenes y el método punto por punto. El método de los
lúmenes es un procedimiento de fácil aplicación que proporciona un nivel de iluminación medio
en la calzada. El método punto por punto calcula la distribución luminosa en la calzada [Fraile,
1996]. Este último es un método más complejo y tedioso por lo que es recomendable utilizar
computadores para su aplicación. Por ello, este apartado aborda única- mente el método de los
lúmenes. El apartado comienza con una clasificación de los tipos de alumbrado exterior y un
resumen de los niveles de iluminación recomendados en función de la zona a iluminar. También se
presentan el tipo de luminarias empleadas en la iluminación de vías públicas y sus posibles
disposiciones. Finalmente, se desarrolla el método de los lúmenes.

En función de su aplicación, el alumbrado de exteriores se puede clasificar en:

1. Alumbrado de vías públicas. Se sitúa en lugares de tránsito para suministrar los niveles de
iluminación adecuados en vías y lugares públicos, proporcionando seguridad al tránsito tanto de
vehículos como de personas. Los espacios a alumbrar pueden ser autopistas, carreteras con tráfico
denso o medio, glorietas, calles industriales, comerciales y residenciales con o sin tráfico
importante, plazas, pasos, túneles, aparcamientos, etc.

2. Alumbrado industrial exterior. Se sitúa en aquellos lugares en los que se realiza una actividad de
trabajo nocturna y que se encuentran al aire libre. Por ejemplo, muelles de carga y descarga, zonas
de almacenaje de materiales, obras de construcción, estaciones de servicio, subestaciones
eléctricas, centrales de producción de energía eléctrica, etc.
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6º 1ª Turno Mañana – Prof: Vidal Parra, Santiago

3. Alumbrado deportivo. Se emplea para producir un ambiente adecuado para la práctica de


actividades deportivas en instalaciones al aire libre como, por ejemplo, campos de fútbol, pistas de
tenis, pistas de patinaje, etc.

4. Alumbrado decorativo. Se utiliza para iluminar fachadas de edificios o monumentos con fines
estéticos.

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