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¿Civilización o Barbarie?

Mientras Mariano Rosas desde sus ojos negros abraza con la mirada a Manuelita
Rosas, esta abre la tranquera y con lágrimas escondidas tras una sonrisa le dice adios.
Por un momento en esa despedida solo hubo un hombre y una mujer.

Panguitruz Güer, que significa zorro cazador de leones, era hijo del Cacique ranquel
Painé Güer (zorro azul) y de una cautiva blanca( se desconoce su nombre) nació en el
1825, en Leubucó ( es el nombre de una laguna y paraje ubicado sobre la ruta
Provincial nº 105, a unos 25 km al norte de la localidad de Victorica, del depto de
Loventué en la prov. de La Pampa). El significado de su nombre premonitoriamente
dado, nos mostraba un jóven de rostro oscuro,de cabellera lacia y negra, que caía
sobre sus hombros y hermoseaba su frente despejada, de mirada penetrante e
imperturbable, inteligente, como pudo con el tiempo demostrarlo.
Se encontraba una tarde como tantas otras, con algunos niños acompañando a unos
lanceros, cuidando la caballada, siendo sorprendidos por soldados en la laguna
Langueló, los más jóvenes fueron tomados cautivos y llevados engrillados a la Aldea
Santo Lugares de Rosas, los otros no corrieron con la misma suerte y fueron
degollados sin piedad.
Panguitruz Güer es llevado en presencia del Restaurador Juan Manuel Rosas quien al
enterarse de quien era hijo, lo envía de peón a su estancia Los Pinos, donde comienza
a destacarse en su destreza para manejar los caballos , se dice que les habla y ellos
responden a su mandato, llega eso a oídos de Rosas, que comienza a acercarse hasta
los corrales para deleitarse con la habilidad del jóven cautivo, que por esa época
contaba con unos nueve años.
Es tal el impacto que la personalidad de Panguitruz provoca en el Restaurador que lo
hace bautizar y le da su apellido, en adelante sería Mariano Rosas( nombre que
nunca abandonó en consideración al aprecio por su padrino). Procura que su ahijado
aprenda a leer y escribir y a trabajar en el campo.
Manuelita, hija del restaurador y Encarnación Ezcurra, tuvo una destacada actuación
al lado de su padre, a pesar de que en esa época la mujer no tenía reconocimiento en la
sociedad. Conoce a Mariano Rosas y se sorprende con la vivacidad de este nativo y lo
toma bajo su protección. Se hacen amigos, realizan largos paseos, intercambiando sus
sueños, y a pesar de la diferencia de edad, se ha llegado a pensar que la bravía
estampa de ese niño convirtiéndose en hombre hace mella en el corazón juvenil de la
niña.
En esas largas charlas, en sus caminatas por el campo, Manuelita conoce en
profundidad los sentimientos de Mariano, su anhelo por volver a su tierra, a pesar del
buen trato que recibe, su añoranza es profunda. Entonces una noche de 1840, con una
hermosa luna llena, en que su padre se encuentra ocupado en una reunión con
militares y personas influyentes del lugar; hace preparar a la cocinera una bolsa con
frutas, verduras y carnes saladas. Busca a Mariano, le pregunta con ansiedad si todavía
quiere volver a Leubucó, él la mira extrañado y asiente con la cabeza; no se sabe a
ciencia cierta los años que permaneció en la estancia; Manuelita agacha la suya, toma
la bolsa, se la entrega, y le dice que cumpla su sueño, hace traer tres yeguas ya
ensilladas y le abre la tranquera. El totalmente asombrado la mira desde la
profundidad de sus ojos negros, ella le sonríe entre sus lágrimas y le dice adios.
Manuelita procura que la huída de Mariano no sea descubierta hasta pasado un tiempo
en el cual él ya se haya alejado lo suficiente.
Al conocer Rosas la huída de Mariano sin descubrir o tal vez sospechando quién lo
había ayudado, siente una gran tristeza, le había tomado cariño al joven. Decide
entonces hacerle llegar un regalo con una cantidad numerosa de vacas, yeguas, y
toros, además de un apero completo con prendas de plata, alimentos y muchas divisas
coloradas. Mansilla le transcribe una carta del Restaurador donde le asegura no estar
enojado, solo que debía haberle evitado la preocupación de no saber de él ,y lo
invitaba a visitarlo cuando y con quién quisiera.

Nunca más se volvieron a ver, ya que Panguitruz no salió jamás de su pueblo, la


machi le había predicho que si se alejaba de la toldería sobrevendría su muerte, esta
sucede un 18 de Agosto de 1877 víctima de la viruela, la noticia de su deceso llega
hasta Buenos Aires, siendo publicada por el diario La América del Sur el 26 de
Agosto de 1877, se refieren en forma muy elogiosa:” Acaba de morir el Poderoso
Cacique de la tribu de los Ranqueles de muerte natural, Mariano Rosas. Era
una autoridad del desierto, por su influjo, valor y sobre todo prudencia, ha
sido posible mantener la paz…” Dos años después en 1879 el Coronel Racedo
profana su tumba, llevándose además de las riquezas sepultadas, la cabeza de
Mariano, en 2001 después de muchas tratativas el cráneo es restituido para que
descanse en su tierra.
Manuelita después de la derrota de Caseros junto con su padre, parte al exilio en
Southampton (Inglaterra) donde contrajo matrimonio con Máximo Terrero, con quien
tiene dos hijos llamados Manuel Máximo y Rodrigo Tomás. Fallece en Londres el 17
de septiembre de 1898 llevando una vida tranquila en ese destierro.
Seguramente cada uno en su corazón llevaba el recuerdo de esa época donde gracias a
esa amistad y el afecto, las diferencias se fundieron desapareciendo la llamada
civilización o barbarie, siendo solamente Manuelita y Mariano…..

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