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Esto no significa que la comunicación es más importante que la gestión. Sino que
la gestión es también comunicación. Significa que cada vez que aparece un hecho
político, aparece necesariamente un hecho comunicacional. Y esto cobra mucha
más importancia en un entorno de altísima velocidad de decisión, con tantos medios
de comunicación diferentes, con tiempos sociales tan cortos y con procesos de
disenso y de controversia cada vez más activos. Un gobierno está en el centro de la
escena y es visto y juzgado desde los 360 grados. Pero también, tanto si es
consciente, como si no lo es, comunica –potencialmente– hacia los 360 grados. Es
centro de visibilidad, pero es centro irradiador al mismo tiempo.
Por todo lo dicho es que es central comprender que una organización debe
buscar establecer su rol y competencia. Enfocarse claramente en ello es vital. Se
entenderá que el rol y la competencia de un gobierno son enormes y, en última
instancia, inabarcables. Pero a lo que se alude, es que un gobierno no puede estar
ausente del posicionamiento y la respuesta de las demandas prioritarias. Al menos no
mucho tiempo.
Como bien sostiene Mizrahi,1 “en un entorno competitivo los gobiernos no sólo
tienen que hacer las cosas mejor, sino que tienen que lograr convencer a la población
que están haciendo las cosas mejor que lo que ofrece la oposición”. Pero incluso más
que ello, la máxima que se desprende de esa afirmación es demasiado importante
para que sea obviada: “la buena gestión pública no reditúa electoralmente si las
prioridades de la gente no son satisfechas”. Esto significa que los gobiernos no pueden
prescindir de su “rol” frente a cualquier tema de agenda y que la ciudadanía debe
percibir esto. Pero de modo preponderante, inobviable e imperativo, esto que parece
una obviedad, no lo es tanto, porque la ciudadanía no siempre percibe que el gobierno
actúa, especialmente en las demandas prioritarias. Cuando esto no ocurre, la
percepción de eficacia gubernamental desciende. Ese es el terreno de la
comunicación, sea para legitimar un problema que requiere una determinada
dirección, sea para legitimar una respuesta pública cuando la dirección es entendida
como inadecuada una vez que y a se ha dado.
En este contexto, algunos de los principios centrales que definen los desafíos de la
comunicación gubernamental y de su organización para comunicar, son los
siguientes:
Comunicación directa: despliegue de nuevas formas de comunicación directa
rechazando convenciones de mediación de la prensa.
Actuación con partners o socios: los actores políticos clásicos y a no están solos
en la arena política y no tienen el monopolio de la acción política. Se generan
alianzas con socios eventuales para los objetivos y desde donde los gobiernos
reciben parte del consenso social. Supuestas como articulaciones con lógicas win-
win, muchas veces son difusas en términos de intereses como así también de
identidades. Gestionar en red es parte de un nuevo paradigma de la gestión.
Por otro lado, hemos puesto en el centro de este trabajo a una concepción
integrada de la comunicación gubernamental en un triple sentido. Por un lado, se ha
integrado la concepción estratégica más abstracta y amplia, con las decisiones y
análisis, medios y dispositivos operativos y tácticos usados en la comunicación
gubernamental. El capítulo sobre planificación estratégica de Luciano H. Elizalde y
Mario Riorda, el de Javier Sánchez Galicia, el de las rutinas de la comunicación
gubernamental (Mario Riorda) y el análisis realizado con la metodología de
investigación de casos (Luciano H. Elizalde y Arturo Fitz Herbert) tratan de los
vínculos necesarios que se dan entre las decisiones estratégicas y operativas de la
política y de la comunicación.
Por ello, hay un listado de acciones que diferencian al sector público del privado
y con muchos elementos a considerar. Quizás el más importante es que el nivel
jerárquico –entendido como autoridad política– se presenta en niveles mucho más
altos en la política (Pandey y Garnet, 2006: 37). A ello se le suma que el gobierno es
el gestor de la cosa pública, de servicios comunitarios con la may or pretensión de
utilidad pública (Fráguas Nobre, 2011:260).
Otras de las más destacables diferencias que presenta el sector público, pueden
resumirse en los siguientes ítems (adaptado de Graber, 2003:7-9 y Canel, 2010:16-
26).
Dentro de los estudios de innovación en los gobiernos, adaptar una idea probada,
o una idea referida a un nuevo contexto; así como desarrollar algo enteramente
nuevo que contribuy a a afirmar los objetivos de la organización gubernamental en el
desarrollo de sus servicios, procesos, políticas o herramientas, son dos de sus formas
características (Partnership for Public Service/IDEO, 2011).
Pensar en una estrategia es tratar de saber con cierta seguridad qué fines se
persiguen realmente, qué medios se usarán para alcanzarlos y qué efectos se quiere o
no se quiere, o se está dispuesto o no a generar por y para conseguir el fin o por
aplicar el o los medios elegidos.
Por otro lado, existe un tercer nivel del problema estratégico, que podría
definirse como la diferencia entre “estrategias cooperativas” y “estrategias
competitivas”. Mientras que en las primeras, el juego dominante es la confusión o la
complejidad, en los juegos de competencia puede haber jugadores que no quieren
que uno gane lo que pretende ganar. Algunos expertos (Schelling, 1958; Axelrod,
2004) han diferenciado también “juegos mixtos” (que combinan cooperación y
competencia) pero para el caso es lo mismo y a que es necesario pensar en las
intenciones escondidas y engañosas de los otros, además de las confusiones y de la
falta de claridad o de transparencia como resultado de la complejidad.
En la may oría de las decisiones cotidianas, los planes de acción y las decisiones
son el resultado de los hábitos, de las instrucciones de otros, de los valores propios o
también del análisis racional. Pero entre una y otra de estas bases de establecimiento
y de generación de una estrategia, el terreno en común que existe podría resumirse
en dos supuestos:
Según Edward Luttwak (2005:125 y ss.), las estrategias del tercer nivel, es decir,
las estrategias dialécticas o de juegos de competencia, pueden ser analizadas en
cinco niveles diferentes:
Desde un punto de vista más amplio, habría un sexto nivel que Luttwak considera
entre lo operativo y lo táctico, pero que no lo diferencia explícitamente: el nivel
administrativo. En realidad, la definición de un interés (política), la creación de un
“mensaje” que permita cambiar a los demás para obtener el interés (estrategia), la
planificación de la ejecución del mensaje (operación), la ejecución misma del
mensaje en la articulación entre la forma del contenido y la forma de la expresión
(táctico y técnica), no serían posible si no se considera la “administración” de los
recursos económicos, contables y financieros para que esto sea realizable
coordinadamente.
Primero, el mensaje
1. Los “valores” del proy ecto que puedan estructurar una narración.
Estos valores son valores morales, políticos, ideológicos, culturales,
religiosos, pero deben tomar una forma semántica clara y excluy ente
de otras formas. Este primer paso es fundamental para construir un
mensaje (un meta-mensaje) coherente. Por ejemplo, “incluir”,
“gestionar”, “ordenar”.
2. Los enunciados básicos surgen de establecer alguna modalidad
(ser, estar, saber, poder, querer, deber) sobre los valores semánticos
establecidos antes (“Sabemos incluir/ordenar/gestionar”. “Estamos
incluy endo/ordenando/gestionando”. “Podemos pero no queremos
ordenar. Queremos incluir”).
3. El esquema narrativo es lo que permite que estos enunciados sean
actuados por un “sujeto” que tiene un pasado, un presente y un futuro.
Pero sobre todo, este sujeto debe enfrentarse con un anti-sujeto (las
crisis financieras, el cambio climático, los o el narcotráfico) para
llegar a cierta meta, pasando por situaciones especiales que resuelve
con ciertas competencias básicas.
4. Estructura discursiva que permite identificar “actantes”,
“figuras”, “temas” permanentes para estructurar “textos” y con ellos
crear “contextos”.
5. El relato o estructura narrativa que permita generar una historia
respuestas a las siguientes preguntas:
¿Quiénes somos?
¿En qué tipo de situaciones deberemos actuar?
¿Qué intenciones debemos comunicar?
¿Cómo lo haremos, con qué acciones y discursos?
6. La “misión” conceptual y retórica. Resultado de la explicitación
de todos los niveles anteriores del desarrollo estructural del mensaje.
Tercero, el plan
Sumado a ello, las influencias que el sector político puede sufrir, entendidas éstas
como presiones, son de las más variadas, por lo que todo ello afecta al objetivo del
gobierno, las planificaciones de amplio alcance, los presupuestos, la priorización de
programas por sobre otros, y el establecimiento de un procedimiento general de
operaciones. A ello se suma también que el sector público tiene además una may or y
más comprensiva interrelación con el público en general. Y debido a la interrelación
antes mencionada, la expectativa que genera un gobierno es siempre alta, y requiere
para su acción: altos niveles de integridad, transparencia, responsabilización,
rendición de cuentas, etc. (Lamb Jr., 1987).
Esta propuesta sugiere ser concebida como una herramienta imperfecta para
contextos imperfectos, pero a todas luces también realista y posible. La combinación
de incrementalismo (acciones cotidianas sostenida por objetivos pertinentes en
función de la disponibilidad de medios reales con lógica asociada a lo posible y
relevante) con una comunicación gubernamental que dé cuenta de un mito en tanto
explicitación constante de la política general del gobierno, es probablemente una
respuesta sustentada en el intento por superar el fuerte anclaje de la comunicación
política centrado en los ciclos cortos, para intentar combinar un abordaje de los ciclos
cortos y largos de manera simultánea.
Ya en el nivel de los hechos, muchos de los políticos han pasado a “un vivir en
campaña permanente”. Es decir que de facto han aceptado el ciclo largo de la
política, pero buena parte de las herramientas de los modelos y la investigación en
comunicación política siguen demasiado ligados a los ciclos cortos.
Por ello es que, considerando los ciclos de mediano y largo plazo, se respeta aquí
a la planificación estratégica basada en el “modelo decisionista profesional” y en su
capacidad de análisis, pero no la considera óptima por muchas razones, de las que en
este modelo se destacan: la imposibilidad de resolver los conflictos de valores, la
difícil probabilidad de identificar y formular los mismos problemas, la escasez de
tiempos y recursos (Lindblom, 1991), así como la excesiva atadura a los medios que
mucha de la planificación racional estratégica produce (Allison, 1996).
Innovar en los modos de planificar, al menos posibilita que seis de las siete
menciones que incentivan la innovación gubernamental se hagan presentes
permitiendo una modernización institucional ágil, políticamente respetuosa de la
estrategia del gobierno central, y mucho más adaptable a sus designios, tanto como la
dinámica de los cambios de agenda desde la perspectiva comunicacional.
En esencia, la planificación de la comunicación, en procesos complejos, es
difícil modelarla en un momento único y que sirva de cara a medianos o largos
plazos. No al menos en su faz operativa y táctica. Y ni hablar si en algunas acciones
se la debe planificar o gestionar mediante capacidades colaborativas inter-
organizacionales. Ahí, la recomendación es la flexibilidad.
Esta comunicación del sector público es, ante todo, comunicación política, por lo
que comprender la dinámica de la política, es pensar la comunicación con extremo
realismo. Esa es la primera innovación. Así comienza una buena planificación, así
comienza la profesionalización.
Bibiliografía
El ejercicio de la comunicación
La campaña permanente
En esta misma obra colectiva, Heclo (2000) sugiere seis tendencias que se han
convertido en los patrones de comportamiento del ciclo campaña-gobierno y
gobierno-campaña:
Vincular al ciudadano con el gobierno y sentirse parte de él, es el logro del mito
(Edelman, 1991). Esto ocurre cuando el proy ecto general de gobierno ha sido
apropiado por la ciudadanía y sentido como tal. Ello es vital para la comprensión del
mito, pues la condición de significación, vía el lenguaje, es interaccional, y
difícilmente saldrá de la cabeza de un individuo aislado, pues las proposiciones se van
estructurando como una creación social.
Para Al Ries y Jack Trout (1981), publicistas pero con vigencia en el marketing
de gobierno, el posicionamiento se refiere a lo que se hace con la mente de los
ciudadanos; o sea, como se ubica un gobernante y su mensaje en la mente de estos.
El enfoque fundamental no es crear algo nuevo y diferente, sino manipular lo que y a
está en la mente; revincular las conexiones que y a existen.
Es por ello que al inicio de la gestión se deben plantear los objetivos para
construir la imagen pública del gobernante y tener en consideración la manera en
que se ha generado el posicionamiento en la mente de los ciudadanos. Homs (2000)
refiere tres posibilidades.
Además, precisa Arbesú (2001), la política simbólica va más allá del simbolismo
porque implica la capacidad de influir en las voluntades mediante el empleo de
imágenes, signos y símbolos y se da en todos los niveles, no solamente en las
relaciones entre gobernantes y gobernados. La composición de la política simbólica
esta definida por cuatro componentes: imagen simbólica, operación simbólica, la
propia comunicación y la memoria.
La sociedad debe analizarse bajo un sistema de autorregulación en términos de
representación y comunicación, de tal forma que un discurso cobra fuerza cuando no
parte de supuestos sino de hechos positivos. El significado de los mensajes se
encuenra en una permanente reinterpretación. La imagen simbólica, explica Arbesú
(2001), es el elemento del mensaje que permite su cohesión y le da significado al
mismo.
Es por ello que una de las acciones inmediatas para el manejo de alguna crisis
será el establecimiento de un sistema operativo, reorganizar la estructura de
comunicación interna, fijar metas y acciones pero, sobre todo, definir la política
general de comunicación social.
¿Por qué se entrecruzan los caminos de la innovación con los del e-gobierno?
Quizá porque se deben franquear fronteras mentales tan densas como las materiales.
Quizá también porque los espíritus innovadores encuentren mejor acogida a sus
propuestas entre los diseñadores de la cultura digital, que están cambiando
radicalmente nuestros estilos de vida (Díaz y Sánchez Galicia, 2006).
En una época de bases de datos nunca antes imaginadas, que cruzan información
de todo tipo y características, y que pueden arrojar casi en tiempo real todo lo que se
les demande, hay oficinas donde se sigue la política de esconder información o
presentarla de manera tan caprichosa que es incomprensible con cualquier otro
sistema. No es fácil romper un paradigma gubernamental que se mantiene por el
favor de la inercia y que preserva, como diría Max Weber, el eterno ay er.
Es por ello que los gobiernos han asimilado de manera paulatina la difusión de las
TIC, con distintos ritmos y grados en cada país, la importancia que constituy en como
elemento generador de expectativas positivas en lo económico y social (Jordana,
2002). Pero también constituy en nuevas oportunidades para la evolución de
estrategias de relación entre ciudadano y gobierno (Hague, Loader, 1999).
Gobierno electrónico
Los impulsores de los servicios públicos online han señalado que éstos no
sustituy en a otros, se agregan a los servicios públicos proporcionados de manera
convencional. No se trata de seguir una moda o gastar dinero de los contribuy entes
creando nuevas necesidades, sino de atender en forma apropiada las peticiones
insatisfechas por las vías tradicionales.
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“Gobierno bien pero comunico mal”: análisis de las rutinas de la
comunicación gubernamental (RCG)
Mario Riorda
Cuando se dice que se gobierna bien pero se comunica mal, se dice una mentira.
La comunicación política tiene un objetivo: generar consenso. Si la comunicación
política no actúa bien, no hay consenso y si no hay consenso, no hay buena gestión.
El consenso es la búsqueda de acuerdos políticamente operantes centrados en la idea
de que, si bien puede haber (y de hecho probablemente siempre existan) grupos en
los márgenes del consenso, o bien fuera de este, las políticas de un gobierno deben
ser aceptadas socialmente por la may or cantidad de personas. Este también es un
modo de entender la legitimidad como elemento clave para dotar de estabilidad a un
gobierno. Por ello el cambio social discontinuo, que crea fuertes desequilibrios entre
las expectativas y las posibilidades, hace del consenso, y por ende de la estabilidad
política, un bien escaso (Lipsitz, 1977:53-54).
Pero muchos de esos análisis tienen en común la distancia que plantean respecto
a la aplicabilidad de los mismos en la gestión, sea porque ese objetivo no está
implícito en su desarrollo, sea por la falta de traducción (por exceso de abstracción
en los primeros, por carencia de conceptualizaciones y excesiva linealidad en los
segundos) de los resultados obtenidos en formatos de utilidad para quien se encuentre
en el gobierno y quiera hacerse de ellos.
En este marco, teórico, las RCG son entendidas como todas aquellas prácticas
que, de modo cotidiano y no necesariamente sistematizadas, dan cuenta del estilo de
comunicación de los gobiernos y que van configurando un modo de entender a los
mismos a través de cómo estos confrontan sus acciones frente a la sociedad. Es la
imagen gubernamental que la sociedad va percibiendo de los gobiernos en un tiempo
y lugar dado a través de hechos comunicacionales sedimentados. Se puede
considerar aquí a los spot de publicidad gubernamental, por donde fluy e gran parte
de la comunicación política, pero también incluy e los estilos discursivos asociados a
la oralidad de los responsables de un gobierno, sea en conferencias de prensa,
reportajes, en las relaciones con la prensa en términos de características de la
información que se transmite, o cualquier otro acto comunicacional preferentemente
con recursos audiovisuales o electrónicos, etc.
Asimismo las RCG incorporan dos cuñas transversales a las categorías, una con
acciones no recomendables ni deseables –aunque éstas constituy an prácticas
regulares en el común de los gobiernos– más allá de algunas excepciones que las
justifican y se podrían recomendar en determinadas situaciones, y otra de acciones
recomendables y deseables siempre:
Un gobierno debe gobernar con políticas públicas, las que no están aisladas. Un
gobierno es la suma de políticas públicas y debe apuntar a que un ciudadano pueda
juzgar al gobierno en general y no a una política en particular. Puede ser que una
política funcione bien y que tenga impacto social, pero si la gente tiene una mala
predisposición para el gobierno en general, quiere decir que se está haciendo una
política bien y tal vez otras mal, afectando al consenso del gobierno. La
comunicación política debe apuntar a sostener al gobierno a través de un proy ecto
general de gobierno. Este necesita dar cuenta del norte estratégico, del rumbo de la
política general del gobierno que permita a los ciudadanos vislumbrar el futuro
deseado, a la vez que debe comprender los temas clave que están en un horizonte
creíble y puedan convertirse en mito de gobierno, como conjunto de buenas razones
para creer.
Así, el mito, en tanto elemento útil como construcción de sentido, tal vez pueda
ser entendido en la breve definición de Girardet: “un sistema de creencias coherente
y completo” (Girardet, 1999:11). El mito permite una propaganda de integración
(Rose, 2000:27) y se forma tanto de la imagen –como una percepción social–, así
como de la identidad: lo que se es en tanto organización, con su gente, con sus cosas.
Y aunque puedan no coincidir en algún momento, a la larga, dichos conceptos se van
unificando, y la imagen tiende a reflejar lo que verdaderamente se es (Wheeler,
1994:15-16).
Pero el mito, en caso de que se lo confunda con la identidad, es mucho más que
esta, aunque sería correcto ubicar en concepciones recientes a la identidad,
particularmente la corporativa, en el sentido de comprenderla no sólo como un
elemento que juega con necesidades internas y con expectativas externas, sino que
además, considera el peso de las fuerzas del ambiente y una consideración del modo
en que ello contribuy e al cambio identitario (Illia y otros, 2004:10-20).
De lo expuesto, se deduce que el único para que un mito se constituy a como tal,
y a sea en acuerdos tácitos o en posturas explícitas y escritas, es la brevedad, puesto
que no constituy e un compendio exacto de todas las políticas públicas y valores que
lo sustentan. Todo el desarrollo comunicacional denominado “imágenes de marca”
(brand state), que utilizan los estados en todos sus niveles y que son motivados por los
gobiernos son ejemplos de mitos cristalizados en fórmulas comunicacionales
simplificadoras que dan cuenta de la brevedad aludida.
Hay casos, como el de un gobierno que frente a un fuerte reclamo por más
seguridad decidió subir de rango la Secretaría de Seguridad a Ministerio, y la
comunicación, sustentada desde el nuevo segmento de gobierno creado, daba cuenta
del Gobierno como un todo preocupado por el reclamo en cuestión y comunicando –
transitoriamente– con fuerte centralidad desde una de sus partes.
Como se afirmó antes, la crítica del anterior punto también es válida para
programas o proy ectos que, en su implementación, no revisten la idea de un gobierno
como conjunto de políticas públicas articuladas. No obstante, la metonimia implica
una sucesión y expresa la causa por el efecto (las obras nos definen como gestión en
lugar del trabajo realizado en obras públicas); el autor por la obra, la parte por el todo.
La metonimia ofrece una reducción de la idea del todo (Rose, 2000:9). Por ejemplo,
una ciudad de tipo patrimonialista es referenciada indentitariamente por su
patrimonio histórico particular; una ciudad modernista es diferenciada por sus figuras
técnicas (Mons, 1992:25). Un logo de gestión es su muestra más metonímica, pero
asimismo, las imágenes de un gobierno son metonímicas y definen muchas ideas
fuerza. Muchos de los programas o proy ectos pueden representar las “periferias
concéntricas” o los “núcleos protectores” marcados por su may or dinamismo y
flexibilidad, constituidos por programas y actos administrativos especialmente
(Majone, 1997:191-200), pero además pueden convertirse en verdaderos símbolos de
una gestión, como el programa “Hambre Cero” del gobierno de Luis Inacio “Lula”
da Silva en Brasil y es en ese sentido en donde la comunicación de gobierno, siempre
orientada a dar vida al mito de gobierno, adquiere sentido de ser comunicada
insistentemente.
De lo contrario, los programas o proy ectos pueden generar una fuerte dispersión
comunicacional, aunque más allá de eso se reconoce que en determinadas
circunstancias, especialmente cuando los programas son financiados por entidades
gubernamentales superiores, es necesario hacer foco comunicacional en ellos porque
legalmente así se exige desde la entidad financiadora.
Por lo dicho es que la visión del devenir político de un gobierno, no debe estar tan
guiada por las news, como por las views, es decir, no sólo la actualidad de los hechos
debe hacerse presente, sino además, la narrativa del mito de gobierno. Cuando eso se
logra, el ciudadano puede integrar las noticias temáticas del día a día con su narrativa
vital. Por otro lado, respecto al sentido, el gobernante logra integrar las acciones del
día a día con el ciclo largo que constituy e su rumbo (Del Río, 2004:325).
Este tipo de comunicaciones son útiles aunque su utilización depende del nivel de
aprobación que tiene un gobierno pues el uso de este recurso comunicacional en un
gobierno con bajo nivel de apoy o o en situación de escaso nivel de consenso puede
verse como una provocación. No obstante ello, si el gobierno registra altos niveles de
consenso, el humor puede aumentar más o al menos sostener el nivel de apoy o
obtenido. Es importante afirmar que el nivel de humor debe ser simple y elemental,
no refinado y las claves del humor deben ser fácilmente interpretables (León,
1993:65-67).
No obstante se tornan más persuasivas cuando juegan con la pérdida de algo que
el ciudadano y a tiene, o con la amenaza futura (León, 1993:61-64). Su efectividad es
alta cuando el miedo es experiencial o ha sido vivido. Muchas veces la posible
sanción de una comunicación centrada en el temor que proclama un gobierno para
con el ciudadano, es promovida por el temor que no se conoce, por un tipo de temor
futuro que hoy no existe. Eso es un error puesto que el éxito depende de la
credibilidad de que el miedo sea conocido por muchos o por todos, sea de manera
directa o indirecta. El consenso de la sociedad norteamericana, tras los ataques a las
Torres Gemelas y el Pentágono, es una muestra evidente de que un mismo tipo
comunicacional basado en el temor, y utilizado de manera previa a los ataques, sólo
se constituy ó en factor de cohesión nacional en la administración Bush, luego de la
situación vivida y tras el surgimiento de un miedo experiencial.
1. Egocéntricos, no inclusivos
2. Nominales
5. Retrospectivos
Reflexiones finales
Por todo lo dicho, pueden manifestarse una serie de recomendaciones para los
gobiernos.
El segundo anillo o círculo medio, es el que detalla las partes, los argumentos
parciales que pueden enriquecer el mito como visión general, pero nunca pueden
convertirse en aspecto central de un gobierno. Siempre debe constituirse este tipo de
acciones en soporte del mito y –salvo excepciones– no puede desprenderse el grueso
de las acciones comunicativas desde ese sector que, como se afirmó antes,
representa las partes de una gestión. Es el anillo más prescindente en caso de tener
que optar por uno u otro estilo en la oferta comunicacional.
El tercer anillo o círculo más lejano al centro, representa la visión del día a día,
de las acciones incrementales, de la ejecución. Este anillo es imprescindible y
cuando se tiene un mito de gobierno, muchas de estas acciones contribuy en a
sostenerlo y las chances de lograr consenso son mucho más altas que si el mito no
existiera. Siempre estas acciones comunicativas deben estar presentes, pues muchos
goces de servicios de la acción gubernamental están asociados a esta esfera. No
obstante ello, el grueso de los gobiernos centran la may oría –en muchas casos, la
totalidad– de su comunicación en este anillo. Cuando esto sucede, se hace más difícil
construir consenso, pero queda absolutamente en evidencia que ese gobierno podrá
tener buenas intenciones, mucho hacer, pero poco rumbo, poco proy ecto y,
obviamente, ausencia plena de un mito de gobierno.
Este enfoque que intenta sistematizar las RCG, tanto desde el punto de vista
teórico como de la recomendación de gestión, es también un intento por superar el
fuerte anclaje de los estudios de comunicación política centrados en los ciclos cortos,
para intentar combinar un abordaje de los ciclos cortos y largos de manera
simultánea, puesto que también en el nivel de los hechos, muchos de los políticos han
pasado a “un vivir en campaña permanente”, es decir que han aceptado el ciclo
largo de la política, pero buena parte de las herramientas de los modelos y la
investigación en comunicación política siguen demasiado ligados a los ciclos cortos.
Por eso es que cuando se escucha a un político, a un periodista, a un analista
científico afirmar que “alguien gobierna bien pero comunica mal”, en realidad se
está desconociendo que la política es un proceso de respuestas a problemas públicos
que se hace presente en la comunicación (Hahn, 2003:2).
Bibliografía
El problema
Desde este punto de vista, entonces, el problema general que tratará de resolver
este trabajo se resume en la siguiente pregunta: ¿cómo se organiza la gestión y cómo
se gestiona la comunicación en una organización gubernamental en la Argentina
actual? ¿Cuáles son los problemas que aparecen delante de los tomadores de decisión
y qué soluciones prácticas brindan éstos a tales problemas? Desde la perspectiva del
análisis subjetivo de Stake, los interrogantes temáticos que se obtuvieron de los casos
son los siguientes:
Hay que partir de una definición trivial pero muy práctica para realizar un
análisis comparativo, que sirva como referencia a las observaciones que haremos a
continuación. En una empresa, idealmente se juzga el trabajo de la comunicación
por los beneficios reportados a la imagen de la organización. En la comunicación
estatal tienen más relevancia los resultados para la imagen del máximo funcionario,
aunque en algunas situaciones la buena imagen del funcionario y de la organización
vay an de la mano. Aunque la visión ideal indica que en el Estado la comunicación
debería repercutir en la construcción y posicionamiento de la imagen de la gestión,
de la administración, del área y del funcionario, muchas veces esto queda reducido
al “quién”. En la empresa esto está mucho más controlado y es sólo un efecto
latente. En la administración estatal de la comunicación pública, los beneficios
simbólicos y expresivos hacia el funcionario son una función manifiesta de la
comunicación.
Marco de situación
En PBA gobierna, desde 1987, el Partido Justicialista (PJ), que a pesar de su larga
historia no ha llegado a formalizar reglas internas. Mientras tanto, en CABA gobierna
desde 2007 Propuesta Republicana (PRO), partido que se creó en 2005 y que ha
gobernado a través de alianzas con facciones del PJ y de la Unión Cívica Radical
(UCR) de la Capital. El PRO, por su juventud y por la complejidad de sus alianzas,
tampoco ha formalizado normas y procedimientos.
Sin embargo, esta no es la única función que cumplen. Como hemos visto, los
principales dirigentes políticos enfrentan competencia tanto externa como interna. En
primer lugar, el funcionario como miembro del partido de gobierno compite con
otros partidos y figuras políticas por los votos de la ciudadanía. En segundo lugar,
compite contra otros miembros del partido por mantener o alcanzar los puestos más
interesantes de gobierno.
Los funcionarios suelen percibir y utilizar para su propio provecho esta función
de la comunicación. Por lo tanto, en la práctica las áreas de comunicación suelen
trabajar tanto para el posicionamiento de las organizaciones gubernamentales como
para el del Decisor 1. El efecto no deseado de este esquema es que las dos funciones
no suelen ser fáciles de compatibilizar, y a que en algunas ocasiones el interés del
número 1 choca contra el rumbo recomendable de la comunicación de la
organización. Por ejemplo, la difusión de un proy ecto no terminado puede acelerarse
por la cercanía de fechas electorales, y en este caso la comunicación tiene que ser
sumamente cuidadosa en su elaboración para no realizar promesas que no se sabe si
se cumplirán. Este cuidado requiere habilidades y competencias que no abundan en
los equipos del área por motivos que analizaremos más adelante.
Sin embargo, esto suele estar bastante lejos de la realidad en algunas áreas de la
administración pública. El principal motivo es que no existe tiempo ni paciencia para
desarrollar una estructura que dependa por completo de la estrategia que ha
desarrollado o que va a desarrollar el organismo o el funcionario y su equipo como
responsables. Aquello que decía Kissinger (1979:54) analizando la presidencia de los
Estados Unidos, sobre la falta de tiempo de los líderes políticos para reflexionar y de
que lo urgente siempre le gana la batalla a lo importante, puede sostenerse también
en otro contexto político y en un nivel diferente de gobierno. Las urgencias del día a
día suelen dejar de lado el pensamiento estratégico, y así los supuestos previos rara
vez llegan a ser puestos en duda.
En segundo lugar, la otra fuente son las personalidades más fuertes o más débiles
dentro de un gabinete o de un grupo de asesores. Quiénes tienen más credibilidad con
el jefe del organismo son los que tienen capacidad de decidir, sin importar si cuentan
con información o datos que confirmen o que refuten sus hipótesis.
En este contexto, lo más extraño y difícil de plantear es una lógica de los efectos
a conseguir. A pesar de que esto sería más racional desde una perspectiva teórica, los
plazos de tiempo, las urgencias, el estrés y el desconocimiento hacen estragos sobre
la conformación de las estructuras de comunicación.
Una vez que prevalece uno u otro modelo, deben elegirse a las personas que
desempeñarán las tareas y funciones que les corresponden. El paso del diseño
estructural al armado del equipo también está marcado por diferencias entre el ideal
y la realidad. El camino más racional sería llenar el equipo con las personas que por
sus conocimientos y habilidades sean las más adecuadas para cumplir las funciones
y tareas designadas en el diseño estructural. Estas personas podrían ser reclutadas de
la estructura heredada por el funcionario o contratadas desde afuera de acuerdo a
una búsqueda con criterios profesionales.
El armado del equipo, entonces, es una situación problemática para los decisores,
que tienen que elegir a las personas según distintos criterios:
Sin embargo, son más difusas las definiciones en cuanto a los temas y los tipos de
contenido que cada organismo debe resaltar en sus comunicaciones. En algunos
casos, estos contenidos se negocian con el área de comunicación central de gobierno,
que cuenta con may ores recursos para difundir y potenciar las comunicaciones
particulares de cada organismo. Pero en la may oría de las ocasiones los organismos
producen sus comunicaciones sin la coordinación o el control del área central.
Por lo tanto, si bien en los últimos años se ha avanzado hacia una centralización
estratégica y táctica de la comunicación gubernamental, esto es sólo una tendencia
que muestra excepciones. Los funcionarios cuentan con cierta autonomía táctica que
puede generarles muchos problemas cuando se desvía de los planes o deseos del
nivel más alto.
La estrategia debería ser una herramienta que simplifique las decisiones tácticas
del día a día. En el quehacer cotidiano de cualquier trabajo, y más en organizaciones
complejas como las estatales, existe una gran cantidad de rumbos alternativos que se
pueden elegir. Una estrategia buena y clara permite que el decisor tenga una
orientación más definida acerca de cuál es el rumbo que le conviene tomar para
alcanzar los objetivos del área.
Sin embargo, incluso la mejor estrategia puede ser inútil si no existe una
estructura que pueda hacerla realidad. Si la estrategia constituy e un plan de acción, la
estructura se compone de las personas que deben realizar las funciones necesarias
para que el plan se lleve a cabo. Estas personas son las que actúan en el nivel táctico
de la toma de decisión; en otras palabras, son los que resuelven los detalles de la
estrategia y los que toman decisiones rutinarias con tiempos más rápidos. El nivel
táctico está definido por su capacidad de resolver problemas del equipo, su
conocimiento práctico y por el manejo de la coy untura. En este sentido, los
conocimientos prácticos y experiencias del equipo son fundamentales.
Un problema que surgió con frecuencia en los casos observados fue la falta de
adecuación entre la estrategia y la estructura. Las personas que formaban parte de
los equipos no contaban con las capacidades y las habilidades requeridas para
ejecutar las decisiones tácticas que la estrategia establecía. Esta es la consecuencia
esperable del modo en el que se diseña y se llena la estructura.
En algunas áreas de gestión, los contenidos están definidos por los aspectos
profesionales o técnicos de la actividad. Por ejemplo, salud, educación o seguridad
son áreas de gestión pública que tienen una historia larga en el Estado y han
desarrollado experiencias, personal capacitado y lugares desde donde producirlos.
Sin embargo, en los casos analizados hemos visto que son pocas las ocasiones en las
cuales se discute o reflexiona acerca de la conveniencia o no de desarrollar
determinados contenidos y acerca de la creación de procesos para que aquellos que
se consideren relevantes puedan ser producidos.
Los temas surgen de varias fuentes. En primer lugar, de propuestas del equipo
técnico del funcionario responsable, incluy endo al equipo de comunicación. Segundo,
de lo que realizan otros gobiernos en ciertas áreas, no sólo nacionales sino gobiernos
extranjeros (aquí funciona el efecto demostración). Tercero, de ámbitos académicos
y de organizaciones del tercer sector especializadas en asuntos públicos. Finalmente,
los temas surgen como respuestas a los problemas de expectativas de la ciudadanía,
que está construida por los medios de comunicación, por las organizaciones sociales
y por el discusión pública entre oficialismo y oposición.
Sea cual sea el origen, el problema es central y a que los temas son las formas
expresivas que toman los contenidos, y a partir de esta forma expresiva son atendidos
por las audiencias de un modo particular. Las tres experiencias más comunes
observadas en las DIRCOM son: (a) tener definidos los temas y no lograr producir los
contenidos; (b) tener los contenidos y no lograr que se transformen en temas; y (c)
tener el tema, pero no lograr que sea parte de la agenda pública.
Todo esto nos lleva a plantear que la gestión sobre los hechos de primer orden es
necesaria pero no suficiente para tener el consenso de la ciudadanía. Ello puede
explicar por qué es común que gane las elecciones alguien que no gestionó o que ha
fallado en la gestión, o que alguien que hay a realizado una gestión exitosa no obtenga
un resultado contundente. Cuando sucede esto es porque los hechos de segundo orden
se imponen sobre los de primer orden, y de una manera contradictoria con el sentido
de los primeros.
Estos cambios llevan a que las áreas de comunicación deban funcionar dentro de
un nuevo modelo: el de la conversación estratégica. Las nuevas tecnologías y los
nuevos usuarios están listos para un nuevo tipo de intercambio: el de la conversación,
y a sea real o virtual. Un modelo de conversación que es cada vez más común para
may oría de los usuarios de Twitter, de blogs o para los navegadores de la Web (De
Choudhury et al., 2009; Vacas, 2010:47 y ss.; van Peborgh, 2010:107 y ss).
Teniendo en cuenta esta particularidad del Estado, las relaciones que forman la
corporación y sobre la que debe actuar el área de comunicación son las siguientes:
Por otro lado, estos cuadrantes que forman la “corporación estatal”, deben ser
analizados de acuerdo con el modelo de dimensiones estratégicas de Edward Luttwak
(2005). Este modelo se adapta a las decisiones y al contexto de las decisiones: el de
una “conversación” real (entrevista televisiva, encuentro con ciudadanos en una
asamblea) y aparente (twitter, mail, vía pública, etcétera), entre aliados,
competidores, observadores, intermediarios; que necesita de atención múltiple, que
se encuentra trabada, que por la cantidad y diversidad de los participantes, puede ser
definida como “compleja” de manejar.
Conclusiones
Hay cuatro decisiones o conjuntos de decisiones clave que deben tomar los
conductores de los organismos estatales cuando encaran la comunicación
gubernamental. Primero, la definición de un enfoque estratégico de la comunicación
que acompañe y ay ude a decidir la estrategia de gestión y política del organismo y
del jefe del organismo. Habitualmente esto queda poco definido por las urgencias del
trabajo diario, pero también por ignorancia o desconocimiento de quienes deciden.
También suele obviarse porque algunos no están interesados en la efectividad sino
que se orientan al “negocio” que está planteado en el marco de las acciones
comunicativas.
En este nivel, para que en la práctica la estructura funcione, el estilo personal del
director de comunicación y la relación de más o menos confianza entre el director
de comunicación y su jefe directo es central para el buen funcionamiento del área.
En cuarto término, habría que pensar un poco más y con más detenimiento la
función y los efectos que traerá aparejado la inserción de un “modelo
conversacional” de comunicación institucional (gubernamental y empresario, es
decir, corporativo). Para Jonah Berger (2013), la comunicación que más contagia es
la que se realiza como efecto del contacto directo sin mediaciones tecnológicas.
Según los datos que presenta Berger, el porcentaje de intercambio o de
conversaciones en la red es sólo del 7% en relación con lo que aún sucede en el
mundo sin mediaciones (2013:17). Esto no quiere decir que no sea importante. Sólo
que aún es más importante la conversación directa. Esta conversación, directa e
indirecta, está siendo más relevante como modelo de guía de una estrategia y de una
táctica específicas. El modelo conversacional está en la base de la comunicación
humana (Sperber y Wilson, 2004; Sperber, 2005:58 y ss.; 76 y ss.) y en la
cooperación o coordinación de las acciones (Sennett, 2013). Sin esta definición
doctrinal acerca de la definición estructural y permanente de que la conversación se
transforme en un “modelo” social y mental.
Bibliografía
“Es fácil sugerir una idea. Lo difícil es proponer una solución real a
un problema significativo”
Stephen Shapiro
La luz del mar Mediterráneo es blanca e intensa. Envuelve las cosas de modo
ceremonioso. Se adentra en la piel encalada de las viviendas, atraviesa la celosía en
las ventanas. Así resplandece en el atardecer de un verano en la Casa Museo de
Salvador Dalí, localizada en Portlligat (Cadaqués, Cataluña). Algunas de sus paredes
externas están repletas de textos: aforismos, epigramas, sentencias… de amigos del
genial artista. Y uno de esos escritos, quizás el más profundo (y verdadero, y
divertido), dice así: “Cuando cae, cae” (en catalán en el original). Tal vez podría
ponerse fin a toda filosofía con ese dictum, pero aquí se lo trae a colación por una
razón más modesta, por un motivo mucho menos pretencioso: ha llegado la hora de
caer-caer en la cuenta de que la comunicación interna gubernamental existe, es
importante y merece ser estudiada. A esa tarea, y con carácter introductorio, se
dedican humildemente las páginas que siguen.
1. Introducción 1
A Hegel le gustaba decir, muy poéticamente, que “la lechuza de Minerva levanta
el vuelo al atardecer”. Minerva, hija de Júpiter, es la diosa romana de la sabiduría y
se corresponde con la Atenea de los griegos. En la tradicional interpretación de la
frase del bueno de Georg Wilhelm Friedrich se ha querido ver a la filosofía que
sobrevuela la realidad para analizarla mejor cuando ésta se encuentra en calma.
Pero hay que ser un admirador de Hegel para dejarse seducir por semejante
interpretación, tan poética como la frase que le dio origen. Con una mirada mucho
más pedestre podría traducirse del siguiente modo: el conocimiento teórico propende
a llegar tarde. No se sabe bien a dónde ni por qué, pero definitivamente tarde.
Por lo tanto, es lógico prestar atención a cómo se han modificado en los últimos
años los paradigmas dominantes acerca de cómo deben funcionar las organizaciones,
al menos en tanto que estos cambios de paradigma de cultura organizacional
implican asimismo cambios en los paradigmas dominantes en el modo de
comprender la comunicación interna, su función y alcances.
Decía el genial Albert Einstein que “no podemos resolver un problema con el
mismo nivel de pensamiento que contribuy ó a crearlo” y afirmaba asimismo que
“locura es seguir haciendo siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. ¿Será
posible salir de este paradigma? Y, en el caso de que fuese posible, ¿qué papel está
llamado a desempeñar la comunicación interna en la gestión gubernamental en este
proceso de superación? ¿Se trata realmente de superación?
El escritor argentino Leopoldo Marechal escribió alguna vez que “del laberinto se
sale por arriba”. Entonces… sí, se trata efectivamente de la superación de un
paradigma aquejado de un déficit estructural, una evidente cultura 1.0, incapaz de
generar riqueza en términos de ganancia de sentido para todos los públicos de interés
de la organización, inválida para promover entornos profesionales en los que los
trabajadores sean capaces de llevar a cabo sus tareas motivados por la
autorrealización y la autotrascendencia. De lo que se trata, por el contrario, es de
estar preparados para el pensamiento positivo.
Por supuesto que, además de lo anterior, puede hacerse una definición más
convencional, y tal vez más operativa, de lo que es una cultura organizacional: el
conjunto de relatos acerca de mitos, valores, símbolos, creencias y prácticas que
constituy en la matriz o matrices de sentido que explican –y en la que se enmarcan–
los comportamientos en la organización.
Por eso, para que un cambio cultural sea efectivo debe ser entendido como un
proceso en el que el tiempo y la comunicación interna son factores cruciales. Así,
puede hablarse de una suerte de “curva del cambio” compuesta por al menos cinco
etapas, en cada una de las cuales la comunicación interna debe desempeñar un papel
específico: negación; resistencia; exploración, adaptación y compromiso o adopción,
aunque no es necesario que todas ellas estén presentes, ni que lo estén en el orden que
acaba de mencionarse.
El sociólogo polaco Zy gmunt Bauman bautizó a los tiempos que nos toca vivir
con el término de “modernidad líquida”: todo fluy e, los vínculos humanos son frágiles
y no hay asideros suficientemente sólidos como para poder aferrarnos a ellos,
aunque sea un instante, por lo que –en el fondo– vivimos en permanente estado de
incertidumbre y desazón.15 Quizás el diagnóstico de Bauman tenga mucho de cierto
y mucho de catastrófico al mismo tiempo. Tal vez debamos modificar la perspectiva
desde la que analizamos la realidad. Durante años, a muchos se nos enseñó que los
organismos vivos desarrollaban diferentes operaciones para mantenerse en estado de
homeostasis o equilibrio. La nueva perspectiva nos invita a repensar el concepto de
equilibrio pues hoy resulta imposible sustraerse a la gran cantidad de cambios que
acontecen. De hecho, por paradójico que resulte, hoy el cambio es lo único
constante, lo único que permanece. Estamos llamados a ser los nuevos equilibristas.
Pensar desde la perspectiva 2.0, desde ese horizonte, significa pensar que la
organización es una red de conversaciones que los responsables de comunicación
interna facilitan y significa pensar, asimismo, que es en esas redes conversacionales
en las que cristalizan los cambios. Por supuesto, es la organización la que tiene la
responsabilidad (y la oportunidad) de llevar a cabo la iniciativa conversacional, pero
esas iniciativas deben llevarse a cabo partiendo de un exhaustivo conocimiento de las
expectativas, intereses, necesidades y deseos del público interno, así como deben
permanecer siempre abiertas a la retroalimentación. Dicho de otro modo: no
funcionan los procesos comunicativos internos pensados de manera unidireccional y
masiva. Hoy resulta urgente que los gobiernos u organismos públicos sean capaces
de hacer compatible la comunicación interna convencional con una comunicación
interna en la que se personalicen los contenidos en función de la segmentación
cuantitativa y cualitativa de los públicos, algo a lo que sin duda ay udan las nuevas
tecnologías.18
Dificultades y limitaciones
Por obvio que resulte decirlo, una planificación realista debe incluir –al menos–
una exposición de objetivos y mensajes, una previsión de efectos deseados, una
determinación del público o públicos objetivos, una planificación de los medios para
llegar a esos públicos (mediastorming), un calendario realista de tareas, la definición
de los responsables de llevarlas a cabo y de supervisarlas, los presupuestos
contemplados y los mecanismos que se habilitarán para evaluar los resultados que se
obtengan (y las expectativas acerca del uso que se dará a los resultados de la
evaluación). Para ay udar a que todas estas tareas de desarrollen de manera
profesionalizada, es muy útil que los responsables de la comunicación interna
elaboren un tablero de control comunicativo y /o usen un software de gestión de
proy ectos, como Microsoft Project o programas más sencillos para proy ectos de no
gran envergadura. Por último, cabe recordar con Niklas Luhmann que, en contra de
lo que nos sugiere el sentido común, la comunicación es un fenómeno de altísima
improbabilidad. Afortunadamente, la planificación no.24 De todos modos, con
respecto a esto último debe señalarse la existencia de un fenómeno o proceso que
vincula estrechamente a la planificación de la comunicación gubernamental con dos
cuestiones que se verán con detalle más adelante: los contenidos y la medición de los
efectos.
Así, conviene señalar que planificación de los contenidos (entre otros aspectos)
no puede ser nunca sinónimo de un absoluto control de los efectos comunicativos
previstos o deseados para tales contenidos por parte del enunciador. No estamos aquí,
en el siglo XXI, en un modelo comunicativo unidireccional y conductista sino que,
por el contrario, todo proceso comunicativo debe contar con que cada contenido es
elaborado y relaborado mediante una muy activa cooperación por parte del
destinatario, una cooperación de naturaleza interpretativa sobre la que se posee un
mínimo control, por no decir que no se posee control alguno. Y esto es así porque,
más allá de lo sostenido por Eco, en la cooperación interpretativa del destinatario
intervienen elementos racional-intelectuales pero también aspectos emocional-
pasionales.
Se iría mucho más allá, desde luego, en el caso de presuponer que confluy en en
el destinatario de los procesos comunicativos una mezcla de la teoría marxista de la
lucha de clases y la filosofía de la sospecha de corte nietzscheano. Para ese caso, la
interpretación más probable es que toda comunicación interna no busca sino
reproducir las ideologías de la clase dominante, del establishment político –las ideas
de la clase dominante serían las ideas dominantes–, por lo que la actitud más
adecuada frente a este tipo de comunicación es sospechar para poder desconstruirla
y sólo así descodificarla de forma adecuada a los intereses emancipatorios del y o.
En un escenario de estas características, como se ve, no hay ethos de la confianza
alguna y la comunicación es directamente imposible. En estas páginas, sin embargo,
aun aceptando que la comunicación es un fenómeno de alta improbabilidad, se lo
considera enteramente posible (y deseable).
Otra cuestión que debe tenerse en cuenta, y que resulta tan importante como la
misma definición de los mensajes, es la selección de los encuadres, marcos o frames
cognitivos en los que esos mensajes van a ser presentados. Un encuadre define a un
elemento de la retórica del discurso de manera tal de alentar ciertas interpretaciones
y desalentar otras. Utilizada en los campos de la psicología, la sociología y las teorías
de la comunicación, la teoría del encuadre o framing sostiene que los encuadres les
brindan a las personas una forma rápida y fácil de procesar información, a veces en
grandes cantidades. Por ejemplo, dado que las personas constantemente
proy ectamos al mundo que nos rodea los encuadres interpretativos que nos permiten
darle sentido, y que la may or parte de esos encuadres son inconscientes, es
importante saber si el mensaje clave que estamos definiendo exige, para su correcta
interpretación, un cambio del encuadre común que tienden a utilizar nuestros
destinatarios.
Por último, aunque esto no es una regla general y debería evaluarse para cada
organismo gubernamental en particular, podría contemplarse el desarrollo de una
Intranet abierta a la interacción con los usuarios. Con el desarrollo de los nuevos
medios, en especial los medios sociales, ha surgido la figura del prosumidor, alguien
que es al mismo tiempo productor, usuario y consumidor de contenidos. Una cultura
organizacional 2.0 quizás debiera apostar a una Intranet que facilite y promueva la
interactividad.
A todas luces, el sitio web del gobierno u organismo gubernamental está pensado
como una herramienta para la comunicación externa. Sin embargo, muchos de sus
contenidos (información, formularios, tutoriales, autopista de servicios…) son
fundamentales para el trabajo que realizan los colaboradores del organismo, quienes
con frecuencia deben remitir a quienes les consultan a la página web. De ahí la
importancia de que los colaboradores estén familiarizados con la arquitectura y
contenidos de la web y que, asimismo, se les informe cada vez que alguno de esos
contenidos se actualiza. La Intranet puede ser un canal para llevar a cabo la
notificación o bien la propia página web puede incluir carteles con la ley enda
“nuevo” en el encabezado de los temas o asuntos que han sido actualizados.
También debe tenerse en cuenta que es posible que el sitio web englobe a varios
portales. De ser el caso, tendría que velarse por la coherencia (contenidos,
estética…) de todos ellos y la coherencia de éstos con la Intranet. Teniendo en cuenta
la sensibilidad contemporánea uno de esos portales debiera estar dirigido al “open
government”, es decir, a ofrecer a los usuarios externos de la web información
interna del organismo en un lenguaje comprensible y de forma sistematizada. Dada
la complejidad funcional de los gobiernos y organismos gubernamentales, ese portal
de “gobierno abierto” también tiene sentido para la Intranet: no todos los
colaboradores tienen por qué estar al tanto de lo que acontece en las distintas áreas
del organismo para el que trabajan.
La organización debe definir cuáles de esos boletines son los que realmente
deben llegar a todos los colaboradores y cuáles pueden quedar sujetos a la libre
suscripción y eventual solicitud de baja (un recurso para reducir la baja de
suscriptores es ofrecerles, en el formulario de baja, la oportunidad de permanecer
suscritos pero recibiendo menos boletines). En ambos casos, se recomienda que las
noticias tengan una versión “fácil y breve” y una extensa y más técnica, a la que
puede accederse a través de un ícono del estilo “+ Info”.
Lo anterior, sin embargo, sería todavía una muy elemental segmentación del
público interno. Debemos ser capaces de hacer minería en las bases de datos
disponibles para encontrar segmentos –y hasta microsegmentos– de nuestro público
interno cuy as necesidades cognitivo-emocionales podemos satisfacer generando
nuevos boletines con nuevos contenidos.
Mito 4: el “Asunto” del correo debe ser descriptivo. Si bien es lógico que los
“Asuntos” de muchos correos sean descriptivos, no pierda de vista que la atención del
público interno es captada más fácilmente por lo creativo que por lo descriptivo.
Mito 5: los colaboradores suelen ver sus correos electrónicos sentados frente a su
computadora de escritorio. Según una encuesta recientemente publicada por la
consultora de tendencias Experian (enero de 2013) para los Estados Unidos y a el
44% de los colaboradores leen sus correos electrónicos en algún dispositivo móvil. Si
bien los datos referentes a los Estados Unidos no pueden extrapolarse a otras latitudes,
no resulta carente de interés extrapolar la tendencia. Quienes trabajan en la
producción de los correos electrónicos deberán tener cada vez más presente la
tendencia “think mobile”.
Otro aspecto que debe tenerse en cuenta en la comunicación que lleva a cabo el
máximo responsable político-institucional desde su blog es la y a clásica distinción
llevada a cabo por Watzlawick en uno de sus cinco Axiomas exploratorios de la
comunicación humana: en todo proceso de comunicación es preciso distinguir entre
aspectos de contenido y aspectos de relación. Quizás los contenidos sean los
adecuados pero el proceso de comunicación no se cumpla satisfactoriamente por
alguna deficiencia en el aspecto vincular de esa relación comunicativa. Y, por
supuesto, también puede producirse el proceso exactamente inverso: gran calidad de
la relación pero indiferencia de los destinatarios ante los contenidos. Cabe señalar
también que no hay mejor cercanía que la presencial. Como señala Robert
LoCascio, CEO de LivePerson, “para derribar muros tienes que salir de tu oficina” y,
en esa instancia, la comunicación gestual, no verbal es decisiva para consolidar un
vínculo empático o no. Por último, téngase en cuenta que hay al menos tres grandes
tendencias tecnológicas que pueden dañar la imagen del líder y, en consecuencia, su
comunicación: 1) videoconferencias: en la medida en la que el líder puede tener que
verse cara a cara con desconocidos, cuy os rostros pueden distraerle, esto puede traer
consigo una ausencia de foco y claridad en su mensaje; 2) alertas en el celular: si el
líder las tiene configuradas, sus colaboradores tienen el poder de lograr su atención
cada vez que lo precisen, cuando es el líder quien debe decidir a quién prestar
atención, cuánto y cuándo y 3) la sincronización de todos los documentos en la nube
(cloud sync): saber que se cuenta en cada momento con todo el material disponible
para trabajar genera la tendencia a acudir a él en cada instante libre. En muchos
casos, esto conspira que los tiempos de creatividad e innovación antes asociados a
esos espacios de libertad fuera de la oficina o de la rutina profesional.
En primer lugar, por obvio que resulte decirlo, las presentaciones persiguen
diferentes propósitos y adoptan formas diversas, de ahí la importancia de la
preparación, en la que hay que definir claramente el objetivo, conocer a la audiencia
y comprender el contexto (clima) de la presentación. Contemplado todo lo anterior,
quien vay a a hacer uso de la palabra debe planear con claridad qué es lo que quiere
decir y organizar la presentación, todo lo cual ay udará a precisar cuánto va a durar
(es aconsejable anunciar desde el comienzo a los presentes el tiempo previsto de
exposición, así como el tiempo que se prevé destinar a comentarios, preguntas y
evaluación).
Ensay ar no sólo mejorará su presentación sino que, además, servirá para poner
de relieve sus debilidades, si las hubiese, y para controlar el uso del tiempo. Una vez
llegado el momento de exponer, si puede evitarlo no hable sentado detrás de una
mesa. Mejor camine entre el auditorio y mantenga contacto visual con los
integrantes de la audiencia. Para finalizar, resuma, dé paso al tiempo de comentarios
y preguntas y, por último, entregue una encuesta para la evaluación anónima de su
actuación y procese los resultados con interés. No debe olvidarse en ningún momento
que deben estar presentes las cualidades que el orador posee como líder. Y tenga en
cuenta que es muy posible que si discurso posee una dimensión ideológica:
tematícela, no la esconda ni camufle. Las audiencias valoran la honradez intelectual.
El protocolo establece las normas, los usos y las costumbres que rigen el
comportamiento de las personas en sociedad. En una definición más estricta, el
protocolo oficial establece las normas de comportamiento de las personas en los actos
oficiales. Aunque son cada vez más escasas, todavía existen organizaciones en las que
las cuestiones relativas al protocolo –y quizás también las vinculadas a la
organización de eventos– dependen de los responsables de comunicación interna. Si
ése es su caso, tal vez le resulten de alguna utilidad las consideraciones que siguen,
recordando siempre la cita de Talley rand (1754-1838): “Sólo los tontos se burlan del
protocolo. Simplifica la vida”. En primer lugar, es fundamental cuidar la
organización del evento, para lo que se precisa contar con un buen listado de
proveedores (audio y video, iluminación, catering, etc.). Todo el material que vay a a
usarse debe ser probado varias veces, y esto se refiere también a todo aquello que –a
primera vista– no parece directamente relacionado con el evento (aire
acondicionado/calefacción, ascensores, escaleras, rampas de acceso para
discapacitados, salidas de emergencia, ropero…). En segundo lugar, no hay que
intuir las precedencias, que generalmente están reguladas con claridad mediante
algún decreto.35
Sin embargo, emulando las funciones e incluso la estética de las principales redes
sociales (Facebook y Twitter), han aparecido en el mercado aplicaciones
informáticas que son redes sociales específicamente pensadas para mejorar la
comunicación interna.
Así ocurre, por ejemplo, con Bitrix, cuy a estética es similar a la de Facebook, o
con Yammer, indistinguible de Twitter. En ambos casos se trata de herramientas
pensadas para fomentar la interactividad y la integración del público interno y
conseguir, de ese modo, un may or sentido de pertenencia, may or compromiso con
la organización y la tan ansiada cultura de alto desempeño. Como en el caso de las
redes sociales pensadas para la comunicación externa, aquí también sería necesaria
la figura de un community manager. No se sugiere, desde luego, una incorporación
masiva de tales programas, sino un proceso paulatino que comenzaría por la alta
dirección, después por los mandos medios y seguidamente por áreas como
comunicación, RR.HH., innovación y sistemas, por citar algunos casos. El objetivo
final es conseguir una organización social, en el sentido tecnológico y cooperativo del
término. Sobre este último aspecto es importante decir, con Russell Stevens, que
además de hablar, hay que aprender a escuchar lo que el público interno dice en los
medios sociales. Además de ser una extraordinaria herramienta para el trabajo
cooperativo, son un escenario privilegiado para auscultar el clima de la organización.
Toda organización posee una o varias sedes físicas, espacios en los que los
colaboradores se mueven con libertad a lo largo de la jornada de trabajo. Un análisis
somero de tales movimientos revela que hay ciertos “espacios transicionales” que
pueden aprovecharse como soportes comunicativos y que no siempre son utilizados
para este fin. Por citar algunos casos, se mencionan los que siguen: molinetes de
entrada u otros dispositivos de control de acceso (ingreso PIN, huella digital…),
ascensores, escaleras, pasillos, lugares en los que se ubican los dispensers de agua o
donde se encuentran las máquinas expendedoras de café y gaseosas, los espacios que
han sido definidos de modo informal como espacios de almuerzo, las salas de
reuniones, los cuartos de baño, eventuales espacios al aire libre para fumadores
(terrazas, patios internos, etc.). Todos y cada uno de esos espacios podrían ser
utilizados como soportes comunicativos.
Sin embargo, no todas las campañas deberían estar dirigidas al conjunto del
público interno. En el ámbito de las campañas informativas, por ejemplo, hay
muchas que pueden pensarse a partir de la minería de datos y de la
microsegmentación del público interno. Aunque puede ser considerado un
“exabrupto” para las tradiciones de algunos organismos gubernamentales, se
recomienda contar con profesionales especializados en marketing dentro del área de
comunicación interna a la hora de diseñar campañas. También es aconsejable que
algunos de quienes integran el área de comunicación interna se vean liberados de las
rutinas diarias cuando deben concentrarse en la realización de campañas
extraordinarias.
Por señalar una última cuestión relacionada con lo anterior, a los efectos de la
cultura organizacional podría desglosarse en dos el fecundo concepto de Riorda: por
una parte, el mito interno de Gobierno; por otra parte, el mito de Gobierno interno. El
primero de ellos, el mito interno de Gobierno, aludiría al modo en virtud del cual la
cultura interna de la organización, de modos sistemáticos y asistemáticos, traduce
hacia el interior el mito de Gobierno. Es decir, cómo se ve en la organización ese
mito, lo que puede coincidir, o no, con los rasgos, valores, relatos, argumentos,
símbolos… que lo constituy en. El segundo de ellos, el mito de Gobierno interno, es el
mito en el que se encuentran instalados los colaboradores de la organización con
respecto al estilo que ésta –sus líderes– tiene de gobernarlos. De ser valioso el mito de
gobierno, y de haberse traducido adecuadamente al interior de la organización, lo
deseable es que sea lo más coherente posible con el mito de Gobierno interno. Por
citar un ejemplo obvio, si un Gobierno instala como uno de sus mitos la inclusión,
sería de todo punto contraproducente que en uno de sus ministerios se practicasen
determinadas formas de discriminación.
Cada vez son más las organizaciones, privadas y públicas, que ofrecen planes de
beneficios a sus colaboradores. Es bastante común, además, que esos planes de
beneficios tengan un portal o micro sitio web propio dentro de la web general del
organismo gubernamental. Por obvio que resulte decirlo, cuanto más interesante y
variada sea la oferta de los beneficios may ores serán también las visitas al portal. En
resumen, no puede desaprovecharse ese portal como un medio más para la
comunicación interna. Y tampoco debería desaprovechárselo como un medio para
personalizar los correos electrónicos que se les envían a los beneficiarios desde el
portal.
En el primer acceso, por ejemplo, puede llevarse a cabo una pequeña encuesta
con respecto a los beneficios que priorizan los beneficiarios. Eso permite, por un
parte, establecer vínculos con establecimientos que ofrezcan esos beneficios y, por
otra parte, permite que los beneficiarios reciban correos electrónicos personalizados
cada vez que se incorpora al plan de beneficios una entidad que ofrezca lo que les
interesa. Lo importante, en suma, es que también aquí se trabaje con la
segmentación de los públicos, con la personalización de las audiencias, más allá de
que los planes de beneficios suelen depender del área de recursos humanos y no del
área de comunicación interna. Y una última cuestión importante, que puede
convertirse en problemática: a los efectos del comportamiento y la cultura
organizacional es conveniente que con cierta periodicidad se lleve a cabo alguna
micro campaña tendiente a “desnaturalizar” los beneficios, es decir, a plantearlos
como algo que el gobierno otorga –sin estar obligado a ello. A veces no es necesario
ser explícito al respecto: basta con variar de vez en cuando el tipo de beneficios –algo
bastante común, por otra parte– para contribuir a que no se produzca un
acostumbramiento en el que suelen mezclarse necesidades y deseos y presuntos
derechos adquiridos.
Las encuestas de clima interno o clima laboral suelen dedicar algunas de sus
preguntas a evaluar anualmente la opinión del público interno acerca de los
diferentes canales de comunicación interna que existen en el organismo, también
acerca de los contenidos difundidos de manera cotidiana e incluso acerca de algunas
campañas concretas.40 Aun siendo útiles, tales preguntas pecan a veces de excesiva
generalidad. Si lo que queremos es conocer el nivel de lectura de nuestras
comunicaciones (readership) y el nivel de conciencia y asimilación acerca de los
temas (awareness, que es mucho más que el nivel de recordación de los mensajes),
por citar sólo dos cuestiones medibles de especial relevancia, debemos arbitrar otros
mecanismos de medición.41 Afortunadamente, cada vez está más extendida la
convicción de que se desperdicia toda inversión en comunicación cuy os efectos no se
miden. Sin embargo, al menos por el momento, esa convicción está mucho más
arraigada en el ámbito de la comunicación externa que en el de la interna, y mucho
más arraigada también en el sector privado que en el público. Se precisa que las
auditorías de comunicación interna se incorporen como práctica habitual en los
organismos gubernamentales, del mismo modo que y a se han incorporado como
habituales procesos de auditoría para otros ámbitos de la organización.42 Debe
señalarse, además, la existencia d programas que –para pequeños grupos– permiten
elaborar encuestas gratuitas.43
Según una encuesta elaborada en 2011 por la consultora Adecco, el 83 por ciento
de las organizaciones no tiene ámbitos de esparcimiento para que sus colaboradores
se distraigan en algún momento de la jornada. Cuando se trata de trabajadores del
conocimiento y, muy especialmente, de la innovación y de la creatividad esos
espacios resultan todavía más necesarios. En muchas organizaciones existen salas de
juegos (X-Box, PlayStation…), o lugares para dormir la siesta (algo muy común en
empresas y organismos gubernamentales de Japón). Obviamente, aquí no se sugiere
esto, sino algo mucho más sencillo y asequible: una sala agradable, bien climatizada,
con sillones cómodos, mesas pequeñas, una máquina expendedora de bebidas frías y
calientes y un revistero bien provisto. Todo lo anterior es perfectamente compatible
con una cultura organizacional que desafíe de continuo a los colaboradores a
abandonar su zona de confort, en la que no florecen precisamente los proy ectos
creativos e innovadores.47 La zona de confort es el estado de bienestar físico,
psíquico, emocional y espiritual de las personas con respecto al cual éstas no quieren
arriesgarse a perder la estabilidad introduciendo variable alguna. Por el contrario,
estos espacios están pensados para ay udar a que mejore el alto desempeño, no para
boicotearlo o desalentarlo. Si la organización descubre que estos ámbitos no cumplen
la función para la que fueron pensados conviene el envío de una primera
comunicación interna informando al respecto y dejando entrever la posibilidad de
que las instalaciones sean suprimidas si no se modifica el comportamiento
organizacional.
Sin duda que una cultura dotada de esas características es siempre preferible a
una cultura carente de ellas, pero es conveniente no perder de vista –por obvio que
resulte decirlo– que la definición de los mensajes clave que la organización quiere
comunicar a su público interno es responsabilidad del director de comunicación y,
generalmente, del director de comunicación junto con el máximo responsable
político.
Con respecto a los regalos institucionales que reciben los responsables políticos,
generalmente existen reglas definidas –y no sólo legales– acerca de lo que puede ser
aceptado y lo que no. Lo que exceda los límites de lo permitido puede ser rechazado
o bien sorteado entre los integrantes de la organización con motivo de determinados
acontecimientos, lo que sin duda sería visto como una muestra de sobriedad,
desprendimiento y transparencia por parte de tales responsables.
En uno de sus libros más provocativos y pesimistas –El arte del motor– el
pensador y ensay ista francés Paul Virilio formula una obviedad may úscula: el
accidente que conocemos como descarrilamiento de un tren sólo es posible –por
ocioso que resulte decirlo– desde que existe el ferrocarril como tecnología, como
medio de transporte. Del mismo modo podría decirse que el colapso tecnológico-
comunicativo de una organización sólo es relevante desde que existen tecnologías de
la comunicación mediada y desde que tales tecnologías se han vuelto indispensables
para realizar nuestras tareas cotidianas.
Si por las razones que fuese se produjese tal colapso que volviese imposible el
uso de tales medios, se aconseja que el área de comunicación interna de la
organización disponga de canales alternativos para informar de la situación a los
colaboradores usando de medios menos sofisticados tecnológicamente pero
igualmente eficaces como, por ejemplo, el SMS, lo que implica contar previamente
para estas contingencias (y para otras ocasiones) con un servicio interno –
preferentemente externo– especializado en el envío de SMS a grandes cantidades de
destinatarios e implica, asimismo, poseer las bases de datos adecuadas para llevar a
cabo tales procesos de distribución de la información.
Una opción puede ser un mensaje de este tipo: “El sistema de comunicación
interna y externa del organismo está momentáneamente suspendido por motivos X.
Estamos trabajando en su pronto restablecimiento y usted recibirá un nuevo SMS
cuando el sistema esté nuevamente operativo, lo cual estimamos que se producirá en
Z horas (conviene decir alguna hora más de la realmente prevista). Agradecemos su
paciencia y su comprensión con un incidente que nos afecta a todos y nos dificulta el
trabajo”. Por supuesto, el segundo SMS también debe ser enviado, y lo mismo
eventuales SMS intermedios en los que se dé cuenta de la aparición de nuevas
dificultades en el restablecimiento de los servicios. También en este caso, la
comunicación directa con los afectados contribuy e a alimentar una cultura de la
confianza y la transparencia.
Dicho lo anterior, primero, lo primero: las personas, pero desde una perspectiva
realista y, si se quiere, pragmática. El Gobierno o los organismos gubernamentales
constituy en el Poder Ejecutivo. No se sugerirá aquí, desde luego, la implementación
en su seno de mecanismos deliberativos y plebiscitarios a gran escala, como si
viviésemos en la Atenas de Pericles o en la feliz Ilustración de Inmanuel Kant. En el
poder siempre hay quienes mandan y quienes obedecen. Sin embargo, es aquí –en el
análisis del poder y de la importancia de las personas– donde quiere introducirse un
matiz ético. Si quienes gobiernan estiman a sus colaboradores como profesionales
capaces, experimentados y responsables ocurrirá que –paradójicamente– sea la
expertise de esos profesionales la que mande a los directivos que éstos les hagan
determinados encargos vinculados con esa expertise. En la sociedad del
conocimiento, y en la nueva sociedad del trabajo, todos encargan y todos aceptan
encargos. Y es bueno que así sea.
6. Para que todo lo anterior sea posible, los máximos responsables político-
institucionales (y los máximos responsables comunicativos) tienen que estar
dispuestos a adentrarse en el pensamiento no convencional, en el pensamiento
disruptivo, y estar igualmente dispuestos a pensar lo impensable y romper con viejas
reglas y antiguos modos de hacer para convertir en flexibles a las organizaciones que
lideran. Sin líderes que se autoconozcan para volverse adaptativos,
transformacionales y creativos, cabe augurar a la comunicación interna
gubernamental un estatuto sólo similar al que y a tiene. No menos, pero nunca más.58
Se necesita entrar, aunque con prudencia, en la que algunos autores denominan la
“era caórdica”. Siguiendo a Schvarstein, Dee Hock, fundador de la tarjeta de crédito
VISA, acuñó el término “organización caórdica” para referirse a un sistema
autoorganizado, adaptativo y complejo, cuy o comportamiento muestra al mismo
tiempo características de caos y orden, de competencia y cooperación.59
Diversas circunstancias han debido confluir para que el contexto hay a sido
propicio a este conjunto de transformaciones: un renovado protagonismo del estado
en naciones en las que los modelos neoliberales de gobierno lo habían arrinconado,
reduciéndolo casi a su mínima expresión; los nuevos desarrollos tecnológicos y la
aparición de los medios sociales; la convergencia de medios; una sensibilidad epocal
que se distancia progresivamente del individualismo neoliberal de fines del siglo
pasado y busca los espacios colaborativos y comunitarios y otra sensibilidad epocal
más consciente de la ecología, incluida la ecología de lo humano, con
manifestaciones en la búsqueda de gratificación existencial en el trabajo, en el ansia
por encontrar el delicado equilibrio entre la vida profesional y la vida privada, en el
deseo de sentirse integrado a grandes proy ectos, en concebir la vida profesional
como un ámbito de servicio y solidaridad…
Para llevar a cabo esos cambios o transformaciones, tales líderes deben poner en
marcha una serie de medidas, un conjunto de políticas que –para hacerse viables–
necesitan consenso; consenso que se obtiene por medio de procesos comunicativos en
los que esas medidas se legitiman públicamente.62 Quizás durante demasiado tiempo
se ha pensado que esa búsqueda de consenso y legitimación debe orientarse desde el
gobierno u organismo gubernamental hacia sus públicos externos (ciudadanos,
medios de comunicación, legisladores, lobbystas, empresarios, sindicatos, organismos
y foros internacionales…). Sin embargo, la búsqueda de consenso también debe
dirigirse al interior de la organización, que es la que, por otra parte, debe
implementar esas nuevas medidas o políticas. Y, como en el caso de la comunicación
externa, también aquí se trata de un consenso que se alcanza y realimenta
comunicativamente, al menos si se aspira a una cultura de alto desempeño
profesional con niveles igualmente altos de compromiso por parte de los
colaboradores.
Desde una perspectiva que coordine la teoría de los sistemas complejos (incluso
los fuzzy sets, conjuntos borrosos), la teoría del comportamiento humano en las
organizaciones y la teoría de juegos, más en concreto, la teoría de los juegos
cooperativos, bien puede aplicarse a la comunicación interna gubernamental una
metáfora deportiva. Así, los máximos responsables político-institucionales, en función
de su propio estilo de liderazgo, puede otorgarle a la comunicación interna el papel de
referee, que es todavía el más frecuente: funciona como una regla o norma de
procedimiento, imparte instrucciones, señala cuándo los jugadores están fuera de
juego, apenas dialoga… La otra metáfora es la que concibe a la comunicación
interna gubernamental en el papel de coach: da instrucciones, es cierto, pero con la
intención de contribuir al mejor desempeño del equipo y, además, ofrece esas
instrucciones motivando siempre. Y si precisa hacer cambios, los explica de manera
adecuada.
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1 Con la intención de facilitar la lectura del capítulo se han omitido las citas en el
cuerpo del texto principal y se han enviado las referencias bibliográficas a las
notas al pie. Se ha buscado, asimismo, que el texto principal resulte comprensible
sin el complemento de las notas.
2 Quizás a la disciplina le falta todavía una fundamentación filosófica y
antropológica, aunque no es el objetivo de estas páginas ofrecerla. Entre los
mejores textos cabe citar a los siguientes: AA. VV. Comunicar para crear valor.
La dirección de comunicación en las organizaciones. Eunsa, Pamplona, 2004;
Almenara Aloy, Jaume (Coord.). Comunicación interna en la empresa. UOC,
Barcelona, 2005; Arroy o, Luis; Yus, Magali. Los cien errores de la comunicación
en las organizaciones. ESIC, Madrid, 2008; Berceruelo, Benito. Comunicación
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en las organizaciones. Comunicación social ediciones y publicaciones,
Salamanca, 2012; Wray, Tim. Internal communications. 2011. (EBook / Amazon
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3 Hopenhay n, Martín. Repensar el trabajo. Historia, profusión y perspectivas de un
concepto. Norma, Buenos Aires, 2001.
4 Donde organizacionalmente se habla de Gobierno y Empresa, cabría hablar en
términos institucionales de Estado y Mercado.
5 Algunas de las ideas que se exponen a continuación, sobre todo las referidas al
cambio cultural, están asimismo presentes en Álvarez Teijeiro, Carlos.
“Comunicación interna. Gestión estratégica y cambio cultural”, en AA. VV.
Comunicación interna con sentido. La Crujía/DirCom, 2013.
6 Un buen resumen de la quiebra se encuentra en el documental de 2005 Enron: The
Smartest Guys in the Room. El documental, dirigido por Alex Gibney, se basó en el
exitoso libro del mismo título publicado en 2003 por dos periodistas de la revista
Fortune, Bethany McLean y Peter Elkind, quienes terminaron por unirse a
Gibney como co-guionistas de la obra cinematográfica.
7 Si bien es cada vez más frecuente que las áreas tradicionalmente denominadas de
Recursos Humanos se llamen hoy de Dirección de Personas, de Capital Humano,
de Personal, de Gestión del talento… no siempre estos cambios de nombre vienen
acompañados de una consideración del público interno que supere su valoración
como recurso, con las limitaciones antropológicas que este modelo conlleva.
8 Uno de los primeros planteamientos acerca de la necesidad de fundamentar las
organizaciones profesionales (en este caso, la empresa) en un paradigma
emergente se encuentra en la obra de Echeverría, Rafael. La empresa emergente.
La confianza y los desafíos de la transformación. Granica, Buenos Aires, 2000.
9 Para un resumen de diferentes teorías sobre las organizaciones pueden verse, entre
otros, los siguientes textos: AA. VV. Introducción a la psicología de las
organizaciones. Alianza, Madrid, 2008; AA. VV. Organización y psicología en la
organización interna. Fragua, Madrid, 2007; Alcover de la Hera, Carlos María. El
contrato psicológico: Un componente implícito de las relaciones laborales. Aljibe,
Málaga, 2002; Alles, Martha A. Dirección estratégica de recursos humanos (Vol.
1). Granica, Buenos Aires, 2012; Bandy, Judy. Administración de recursos
humanos. Addison-Wesley, Madrid, 2012; Escalera Izquierdo, Gregorio.
Comportamiento organizativo y recursos humanos. Ediciones Académicas,
Madrid, 2012; Etkin, Jorge. Política, gobierno y gerencia de las organizaciones.
Prentice-Hall, Buenos Aires, 2000; Fernández Rodríguez, Carlos Jesús. Sociología
de la empresa, el trabajo y las organizaciones. Grupo 5 Acción y gestión social,
Madrid, 2012; Hellriegel, Don; Slocum, John W. Comportamiento organizacional.
Cengage Learning, México, 2009; Jericó, Pilar. La nueva gestión del talento:
construyendo compromiso. Prentice-Hall, Madrid, 2008; Luthans, Fred.
Comportamiento organizacional. Mc Graw-Hill, México, 2012; Mardaras Platas,
Eduardo. Complejidad y evolución en las relaciones de trabajo. Aresta, Girona,
2012; Martín Quirós, María Angustias; Zarco Martínez, Victoria. Psicología del
trabajo, de las organizaciones y de los recursos humanos: Un área abierta a la
reflexión. Pirámide, Madrid, 2009; Porret Gelabert, Miquel. Gestión de personas:
Manual para gestión del capital humano en las organizaciones. ESIC, Madrid,
2012; Robbins, Stephen P. Introducción al comportamiento organizativo. Prentice-
Hall, Madrid, 2010; Romero González, Rosendo Enrique. Comportamiento
organizacional: nuevos retos. Porrúa, México, 2011; Ruiz Olabuénaga, José Luis.
Sociología de las organizaciones complejas. Universidad de Deusto, Deusto, 2007;
Schvarstein, Leonardo. Psicología social de las organizaciones. Nuevos aportes.
Paidós, Buenos Aires, 2001; Zarco Martín, Victoria. Psicología de los grupos de las
organizaciones. Pirámide, Madrid, 2008.
10 Para una exposición general de diferentes teorías sobre el liderazgo puede verse
Hughes; Richard L.; Ginnett, Robert C.; Curphy, Gordon J. Liderazgo. McGraw-
Hill, México, 2007. Para aproximaciones específicas como la que aquí se plantea
se recomienda la lectura de Damasio, Antonio R. El error de Descartes: la
emoción, la razón y el cerebro humano. Crítica, Barcelona, 2004; Harms, P. D.;
Crede, Marcus. “Emotional Intelligence and Transformational and Transactional
Leadership: A Meta-Analysis”, Journal of Leadership & Organizational Studies, 17,
1, 2010, p. 5 y ss.; Goleman, Daniel. Inteligencia social. Kairós, Barcelona, 2008;
El cerebro y la inteligencia emocional: nuevos descubrimientos. Ediciones B,
Barcelona, 2012; Ingram, Jay ; Cangemi, Joseph. “Emotions, Emotional
Intelligence and Leadership: A Brief, Pragmatic Perspective”, Education, 132, 4,
2012, p. 771 y ss.; Lescano Duncan, Lucio R. Líderes de servicio. Cómo
desarrollar un liderazgo trascendente en el nivel intermedio de la organización.
Eiunsa, Barcelona, 2012; Sharma, Robin. El monje que vendió su Ferrari: una
fábula espiritual. Debols!llo, Barcelona, 2012; El líder que no tenía cargo. Una
fábula moderna sobre el liderazgo en la empresa y en la vida. Debols!llo, E-book,
2013. Conviene señalar que los líderes transformacionales no necesitan ser líderes
carismáticos, lo que no significa que no puedan fracasar igualmente. Bacharach,
Samuel. “5 Reasons Leaders Fail”, Inc, 11 de febrero de 2013. Para un análisis
del carisma, véase Lindholm, Charles. Carisma: Análisis del fenómeno carismático
y su relación con la conducta humana. Gedisa, Barcelona, 2012. Sobre las
relaciones entre los líderes y el cambio, véase Heath, Chip; Heath, Dan. Switch:
How to Change Things When Change is Hard. Broadway Books, New York, 2010;
“El argumento emocional”, entrevista con Chip Heath, Gestión,
septiembre/octubre 2010, pp. 124-132. Con respecto a cómo incide la
personalidad de los líderes en su capacidad de transformar las organizaciones que
dirigen, vale la pena prestar atención a un reciente trabajo en el que se valora la
personalidad introvertida y su capacidad para ejercer el liderazgo: Cain, Susan.
Quiet: The Power of Introverts in a World that Can’t Stop Talking. Random House,
New York, 2012; Haden, Jeff. “9 Hidden Qualities of Remarkable Bosses”, Inc, 4
de febrero de 2013. En relación con los estilos de liderazgo apropiados para las
nuevas generaciones laborales resulta sugestivo el breve artículo de Tobak, Steve.
“10 Leadership Lessons for Gen-Y”, Inc, 14 de enero de 2013.
11 Alex Patakkos, por ejemplo, aplica al pie de la letra el legado de Frankl al ámbito
laboral en su obra En busca del sentido: los principios de Viktor Frankl aplicados al
mundo del trabajo. Barcelona, Paidós, 2009.
12 Cfr. Luhmann, Niklas. Sistemas sociales: lineamientos para una teoría general.
Anthropos, Barcelona, 1997; Organización y decisión: autopoiesis, acción y
entendimiento comunicativo. Anthropos, Barcelona, 1997.
13 Cfr. Beck, Ulrich. La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Paidós,
Barcelona, 2006.
14 Cfr. Linsky, Marty ; Heifetz, Ronald; Grashow, Alexander. La práctica del liderazgo
adaptativo. Paidós, Barcelona, 2012; Pascale, Richard T.; Millemann, Mark; Rioja,
Linda. El líder en tiempos de caos. Paidós, Barcelona, 2002; Warner, Janis. “Social
Capital and Its Leadership: A Conceptual Framework”, Academy of Information
and Management Sciences Journal, 15, 1, 2012, p. 85 y ss. El texto de Pascale,
Millemann y Gioja resulta especialmente provocativo pues los autores sostienen
que todo organismo es un sistema vivo, por lo que los cuatro principios angulares
de las ciencias de la vida serían de igual aplicación a especies y a organizaciones:
el equilibrio es la muerte; la innovación suele producirse al borde del caos; la
autorganización y la emergencia se producen de manera natural; las
organizaciones sólo pueden ser perturbadas, no dirigidas. En una línea
complementaria del texto anterior puede leerse Ariely, Dan. The Upside of
Irrationality: The Unexpected Benefits of Defying Logic at Work and at Home.
Harper Collins, New York, 2010.
15 Cfr. Bauman, Zy gmunt. Modernidad líquida. FCE, Buenos Aires, 1999. Habiendo
acuñado el concepto de “lo líquido”, Bauman lo aplicará posteriormente al
análisis del amor, la vida, el miedo, el tiempo y el arte. En cuestiones éticas,
Bauman es completamente deudor de la obra de Emmanuel Lévinas, en especial
en todo lo referido a las relaciones de la identidad con la otredad que nos interpela
a partir de su rostro.
16 Cfr. Covey, Stephen M. R. La velocidad de la confianza. El valor que lo cambia
todo. Paidós, Barcelona, 2007. Aunque habitualmente leídos como textos para
“gente de negocios”, también son aplicables a “gente de gobiernos y organismos
gubernamentales” los conceptos que Stephen R. Covey –padre del anteriormente
citado– desarrolló en las siguientes obras: El octavo hábito. Paidós, Barcelona,
2005; Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Paidós, Barcelona, 2011; El
líder interior. Paidós, Buenos Aires, 2012 y La tercera alternativa. Paidós, Buenos
Aires, 2012.
17 Sobre la cultura de la evaluación puede consultarse London, Manuel. How People
Evaluate Others in Organizations. Lawrence Erlbaum Associates, Mahwah, 2001.
18 Williams, Ry an. “Inside Job: Social Media Tools Are Making Their Way into
Corporate Intranets-And Redefining Internal Communication Research in the
Process”, Communication World, January -February, 2011, p. 28 y ss. Acerca de
programas informáticos diseñados para trabajar la segmentación puede verse,
entre otros, Adobe Target, http://www.adobe.com/solutions/testing-targeting.html
19 Cfr. Carrión, Juan. Culturas innovadoras 2.0. Lid, Madrid, 2009; Gallardo, Virginio.
Liderazgo e innovación 2.0: Herramientas para potenciar el talento en las
organizaciones. Netbiblo, A Coruña, 2012; Keohane, Nannerl O. Thinking about
Leadership. Princeton University Press, Princeton, 2010.
20 Para una breve consideración sobre las dimensiones éticas, y no sólo técnicas, del
liderazgo pueden verse Llano, Alejandro. La vida lograda. Ariel, Barcelona, 2002;
Sisón, Alejo José G. Liderazgo y capital moral. Eunsa, Pamplona, 2012;
Sonnenfeld, Alfred. Liderazgo ético. Encuentro, Madrid, 2012. Para un análisis de
las consecuencias que sufren las organizaciones cuando sus líderes no se guían por
principios y valores éticos puede verse Breeden, Jake. Tipping Sacred Cows: Kick
the Bad Work Habbits That Masquerade as Virtues. Jossey -Bass, Hoboken, 2013.
Para el caso inverso se recomienda la lectura de los libros de Collins, Jim. Good to
Great. Why Some Companies Make the Leap... and Others Don’t. HarperBusiness,
New York, 2001; How The Mighty Fall: And Why Some Companies Never Give In.
Jim Collins, New York, 2009. Sobre la gestión del disenso se recomienda la lectura
de Elizalde, Luciano; Fernández Pedemonte, Damián; Riorda, Mario (Eds.). La
gestión del disenso. La comunicación gubernamental en problemas. La Crujía,
Buenos Aires, 2011.
21 Cfr. Jiménez, Alfonso. Gestión del talento y competitividad. Almuzara, Córdoba,
2012; Jiménez, Alfonso; Aguado, Miriam. Employer branding. La gestión de las
marcas para atraer y retener el talento. Almuzara, Córdoba, 2009. Para un
resumen periodístico del concepto de “marca” véase Spaeth, Tony. “Identidad
Madre”, Gestión, may o/junio 2010, pp. 144-149; para un resumen académico,
véase Ávalos, Carlos. “La estrategia de la identidad de la marca. Quién es, qué
dice y cómo habla”, Revista Iberoamericana de Comunicación, Vol. 2, Núm. 1,
2010, pp. 99-114. También puede considerarse a Chaves, Noberto. La marca-país
en América Latina. La Crujía, Buenos Aires, 2011.
22 Cfr. www.greatplacetowork.com; www.greatplacetowork.com.ar Great Place to
Work se fundó en los Estados Unidos en 1991 y llegó en 2001 a la Argentina. Para
una exposición pormenorizada acerca de los resultados del último ranking en
Argentina y de lo que en él se evalúa puede verse el extenso dossier especial de la
revista WOBI, Vol. 17, diciembre 2012/enero 2013, pp. 42-90. Para una
exposición similar, pero referida a las 100 mejores empresas para trabajar en
América Latina, véase el dossier especial de la revista WOBI, abril/may o 2012,
pp. 100-109. Sobre las 25 mejores compañías multinacionales para trabajar en el
mundo véase WOBI, febrero/marzo 2012, pp. 18-19.
23 Cfr. Greimas, Algirdas J. La semiótica del texto. Paidós, Barcelona, 2003.
24 Cfr. Luhmann, Niklas. “La improbabilidad de la comunicación”, en Revista
Internacional de Ciencias Sociales, Paris, 1981.
25 Cfr. “Responsables de Recursos Humanos consideran la motivación personal
como el motor de cambio”, RRHH Digital, 11 de febrero de 2013.
26 Cfr. Ávalos, Carlos. La marca. Identidad y estrategia. Recetas para mejorar la
relación entre la marca y sus públicos. La Crujía. Buenos Aires, 2010. Ávalos
distingue entre la visión filosófica de la marca y la visión comunicativa. La
primera está formada por 1) visión y esencia y 2) valores, atributos y beneficios.
La dimensión comunicativa está formada por 1) la metáfora de la marca; 2) el
modelo de relación; 3) la personalidad de la marca; 4) el discurso de la marca; y
5) las expresiones de la marca.
27 Cfr. Brown, Michael D. Fresh Passion: Get a Brand or Die a Generic. Greenleaf
Book Group Press, Kindle Edition, 2013.
28 Elizalde Acevedo, Luciano. Estrategias en las crisis públicas. La función de la
comunicación. La Crujía, Buenos Aires, 2011; Ruiz Balza, Alejandro; Coppola,
Guillermo G. Gestión de riesgo comunicacional. Issues Management. La Crujía,
Buenos Aires, 2011.
29 La extensión planetaria de Internet ha reabierto el debate entre tecnófobos y
tecnófilos, una polémica que sigue pudiendo ser entendida a partir de las y a
clásicas categorías analíticas de Umberto Eco de apocalípticos e integrados. Cfr.
Eco, Umberto. Apocalípticos e integrados. Random House Mondadori, Buenos
Aires, 2013 (1964).
30 Cfr. “Liderar en un mundo hiperconectado”, conclusiones de The Global Chief
Executive Officer Study 2012, WOBI, agosto/septiembre 2012, pp. 14-15.
31 Para mostrar la antigüedad de este punto de vista pueden verse la Retórica, la
Poética y la Política de Aristóteles. Consúltese asimismo Riorda, Mario. “7.
Estilos, tipos, argumentativos comunicativos de los gobiernos”, Elizalde, Luciano;
Fernández Pedemonte, Damián; Riorda, Mario (Eds.). La construcción del
consenso. Gestión de la comunicación gubernamental. La Crujía, Buenos Aires,
2006, pp. 97-125, en particular lo referido en “7.3 Categorías de argumentos para
la eficacia de la comunicación gubernamental”.
32 Para las cuestiones vinculadas con la fundamentación de la ética del diálogo
puede verse a Habermas, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II.
Trotta, Madrid, 2010.
33 Lamentablemente se ha vuelto en exceso borrosa la distinción entre discursos
político-institucionales y discursos político-proselitistas.
34 En De Oratore y en Orator Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.) señaló cinco fases
del discurso: inventio o invención, dispositio u ordenamiento, elocutio u ornato,
memoria y actio u acción. Los tres primeros son fundamentales, los dos
posteriores son de índole pragmática, cuando el discurso se pronuncia. El orador.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1992; De la partición
oratoria. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2000.
35 En el caso de la República Argentina, la precedencia protocolar está regulada
mediante el Decreto 2072/93 (y sus modificaciones: Decreto 644/11.06.1999 - BO
29.169 del 17.06.1999 y Decreto 655/11.06.1999).
36 Cfr. En el pensamiento de Riorda todo gobierno, a la hora de comunicar, debe
tener un proy ecto general para evitar caer en el cortoplacismo y salir así de la
trampa de la inmediatez. La expresión más funcional y que trasciende y supera al
proy ecto general es el mito de gobierno, el concepto que nuclea la comunicación,
una idea mucho más rígida y con menor variabilidad, que no inmutable, y que
simboliza la dirección, voluntad y justificación de las políticas. Riorda, Mario. “La
Comunicación gubernamental: incrementalismo y mito”, contenidos del curso
virtual de Posgrado en Comunicación Política: Técnicas de análisis y gestión,
dictado por la Universidad Católica de Córdoba (Argentina) y la Georgetown
University, 2005; “Los Mitos de Gobierno. Una visión desde la comunicación
gubernamental”, Holográmatica, Revista Académica de la Facultad de Sociales
de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Argentina), Año III, N° 4, Vol.
2, 2006.
37 Sobre el enorme poder de la colaboración en ámbitos como, por ejemplo, la
economía puede verse Tapscott, Don; Williams, Anthony D. Wikinomics: la nueva
economía de las multitudes inteligentes. Paidós, Barcelona, 2008. Este mismo
poder, a otra escala, puede ser utilizado para la construcción colaborativa del
conocimiento.
38 Un caso de estudio interesante sobre la “innovación colectiva” es el programa
Booster de Nokia, véase Gestión, septiembre/octubre 2010, pp. 134-141. Un caso
sobre “pensamiento colaborativo” es el del programa Visión 2010 de Kimberly-
Clark. Cfr. Hofmann, Fernando; “Pensamiento colaborativo”, Gestión,
Suplemento especial de Sustentabilidad, 2010, pp. 40-43.
39 Cfr. La expresión fue utilizada por Alexis De Tocqueville (1805-1859) en su
análisis de los Estados Unidos del siglo XIX para referirse a las raíces del espíritu
comunitario de ese país. De Tocqueville, Alexis. La democracia en América (2
vols.). Alianza, Madrid, 2005. La primera parte fue publicada en 1835 y la
segunda en 1840. Véase también Bellah, Robert et al. Habits of the Heart:
Individualism and Commitment in American Life. University of California Press,
Los Angeles, 2007.
40 Esas preguntas son sólo algunas de las que suelen incluir las encuestas de clima
interno o clima laboral, en las que se busca indagar también acerca de la opinión
del público interno sobre cuestiones tales como: recursos disponibles para realizar
el trabajo, liderazgo, interacción, trabajo en equipo, compromiso, relaciones
interpersonales, capacitación, etc.
41 Cfr. Sinickas, Angela D. How to measure your communication programs: A
practical manual for maximizing the effectiveness of your messages and media.
Sinickas Communications Publishing, 1997 (2ª ed.); ‘Audience-free’ measurement:
high-quality metrics without surveys. E-document, 2009; Walker, Susan. Employee
Engagement and Communication Research: Measurement, Strategy and Action.
Kogan Page, Kindle Edition, 2012.
42 Para una exposición del funcionamiento de las auditorías en comunicación
externa puede verse Amado Suárez, Adriana (Ed.). Auditoría de comunicación.
La Crujía, Buenos Aires, 2011.
43 Cfr. por ejemplo www.encuestafacil.com y www.survey monkey.com, entre otros.
44 Cfr. Kaplan, R.; Norton, D. Cuadro de mando integral. Gestión, Barcelona, 2000.
45 Para una exposición más detallada acerca de cómo crear una red de facilitadores,
véanse Brandolini, Alejandra; González-Frígoli, Martín. Comunicación interna. La
Crujía/DirCom, Buenos Aires, 2009, pp. 101-106; Colombo, Daniel; Brandolini,
Alejandra. Cómo manejar la comunicación interna. Clarín Py mes, Buenos Aires,
2011, pp. 96-99.
46 “Los jóvenes prefieren disfrutar de las tareas a cobrar más”, La Voz del Interior,
18 de abril de 2012. http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/jovenes-prefieren-
disfrutar-tareas-cobrar-mas, página consultada el 4 de febrero de 2013. Un
ejemplo parcialmente similar al de Toonkit, y y a disponible, es Social City.
47 Cfr. Godin, Seth; MacLeod, Kurt. V Is for Vulnerable: Life Outside the Comfort
Zone. Portfolio, Kindle Edition, 2012.; Poke the Box. The Domino Project, Kindle
Edition, 2011.
48 Un caso de estudio acerca de la importancia crucial que desempeñaron tanto la
minería de datos como la microsegmentación de los públicos y la personalización
de los mensajes será la campaña para las elecciones presidenciales de 2012 en
los Estados Unidos.
49 Además de por fundamentales razones éticas, el data care es cada vez más
decisivo ante la renuencia creciente de los usuarios de entregar sus datos
personales a las organizaciones que se los solicitan. Cfr. Strickland, Julie. “Data
Tracking: A Double-Edged Sword?”, Inc, 8 de febrero de 2013. El data care
también se refiere al público interno. Una reciente investigación de Symantec
puso de relieve que el 50% de los colaboradores que abandonan una organización
se llevan con ellos información confidencial. Cfr. Lucas, Suzanne. “Your
Employ ees Are Stealing (And Don’t Even Feel Feel Guilty )”, Inc, 8 de febrero de
2013. Sin ir más lejos, la propia red Facebook –atenta a esta nueva sensibilidad–
ofrece consejos a sus usuarios para que aprendan a protegerse de sus propios
contenidos. Jiménez Cano, Rosa. “Las lecciones de privacidad de Facebook”,
Ciberp@ís, 7 de febrero de 2013.
50 Cfr. Brandolini, Alejandra; González-Frígoli, Martín. Comunicación interna. La
Crujía/DirCom, Buenos Aires, 2009.
51 Para el caso de la ética en la comunicación de las organizaciones empresariales
puede verse Paladino, Marcelo; Álvarez Teijeiro, Carlos (Eds.). Comunicación
empresarial responsable. Temas, Buenos Aires, 2004.
52 Bauman, Zy gmunt. Mundo consumo. Ética del individuo en la aldea global.
Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 95.
53 Rifkin, Jeremy. La civilización empática. Paidós, Buenos Aires, 2010.
54 La distinción entre el sistema y el mundo de la vida se toma aquí de la obra de
Jürgen Habermas.
55 Cfr. Bauman, Zy gmunt. El arte de la vida. Paidós, Buenos Aires, 2009.
56 Cfr. Schvarstein, Leonardo. La inteligencia social de las organizaciones. Paidós,
Buenos Aires, 2003.
57 Cfr. Guillén Parra, Manuel. Ética en las organizaciones. Construyendo confianza.
Prentice-Hall/Pearson, Madrid, 2006. Para un análisis político y sociológico de la
confianza puede verse Fukuy ama, Francis. Trust: la confianza. Ediciones B,
Barcelona, 1998.
58 Sobre las relaciones entre el autoconocimiento y el liderazgo puede consultarse
una investigación realizada a 2.000 ejecutivos que asistían a programas de
liderazgo en Duke University, la IMD y la London School of Economics. Véase
“Modelo para armar”, WOBI, agosto/septiembre 2012, pp. 40-48.
59 Cfr. Hock, Dee. El nacimiento de la era caórdica. Granica, Buenos Aires, 2001.
Véase www.chaordic.org.
60 La expresión, comúnmente atribuida a El Quijote de Miguel de Cervantes, no
aparece en esa obra, sino en el guión cinematográfico Don Quixote escrito por
Orson Wells. Esa película nunca se realizó.
61 Cfr. Greene, Graham. El factor humano. Edhasa, Barcelona, 2008 (1978).
62 Cfr. Elizalde, Luciano; Fernández Pedemonte, Damián; Riorda, Mario (Eds.). La
construcción del consenso. Gestión de la comunicación gubernamental. La Crujía,
Buenos Aires, 2006;
63 Para un análisis del tema véase Sennett, Richard. El respeto. Anagrama,
Barcelona, 2009.
64 Cfr. Our Common Future: Brundtland Report, ONU, 20 de marzo de 1987.
http://daccess-dds-ny.un.org/UNDOC/GEN/N87/184/67/IMG/N8718467.pdf?,
consultado el 2 de may o de 2012.
Gobierno y ciudadanía: nodos en la red
Francisco Vacas
De este modo los gobiernos se encontraron con unos medios que aumentaron
literalmente la capacidad de llegar a más personas, de transmitir los cambios
normativos, pero también de influir sobre sus ciudadanos. El siglo XX está lleno de
ejemplos de la bondad o maldad de ambas , sin que se pueda llegar a conclusiones
sobre el carácter bondadoso o maligno de los medios. Los medios son tan neutrales o
partidarios como los individuos y /o gobiernos que los manejan, no hay estigma
alguno de manipulación o de concentración de poder en estos medios, al menos
técnicamente.
Cada medio es fruto del contexto histórico donde nace, así como las legislaciones
que amparan y desarrollan esos medios. El siglo XX alumbró cambios sociales y
económicos sin precedente alguno en la historia, y los medios de masas fueron el
vehículo ideal para explicar estos cambios.
La televisión, el más joven de los medios masivos, en apenas 30 años tuvo varias
transformaciones no solo de formato (resolución y paso del blanco y negro al color),
sino también del público objetivo al que se dirigía. El paso de las emisiones
broadcasting en abierto a los modelos de TV de pago (cable) significaron la primera
segmentación masiva de la historia de la comunicación.
A la vista de los resultados, no se puede decir que los medios crearan un sistema
de comunicación ineficiente. Las referencias culturales comunes de ciudadanos que
vivían en lugares distantes, aun dentro del mismo país (caso de Argentina), fueron
generadas sin duda por la radio y la televisión. A su vez, las majors de Holly wood
dotaron a millones de personas en todo el mundo, de elementos culturales globales y
no tan efímeros como al principio se pensó.
Las raíces de este fenómeno son complejas y muy diversas y entre ellas sin
lugar a dudas se encuentra la emancipación de la mujer, la aparición de los
adolescentes como grupo de consumo con poder adquisitivo, la movilidad laboral, los
progresos de la educación, la tolerancia hacia minorías étnicas y sexuales, la
aparición de nuevas formas de convivencia, a lo que hay que añadir la caída de las
grandes utopías sociopolíticas y económicas.
A finales del siglo XX, los puntos de fuga de la comunicación de masas eran
demasiado evidentes para que los gobiernos no fueran conscientes de ello. Los
mecanismos de socialización y transmisión de consignas seguían funcionando, pero
cada vez eran menos efectivos.
Las antiguas audiencias (masivas) de estos medios también han demostrado ser
menos fieles de lo que creían los dueños de cadenas de televisión y editores de
prensa. Si bien es cierto que las audiencias más grandes siguen estando con ellos,
también lo es que la pauta de hacia dónde va la comunicación y a no la marcan, y
eso a la larga significa algo que es peor que la desaparición, la irrelevancia.
Los medios del siglo XX eran escasos y con unos códigos de comunicación muy
bien definidos, por eso la imagen que ofrecían del mundo y sus aconteceres era tan
fácil de asimilar.
La labor de mediación sigue siendo necesaria y de hecho este rol se lleva a cabo
ahora por más individuos que nunca. Es más, el déficit entre mediadores y
receptores netos de información se ha ensanchado con la llegada de Internet, lo que
quiere decir que hacen falta más comunicadores que nunca.
El agenda setting sigue existiendo, pues es imposible que una sociedad funcione
sin la selección de una serie de temas prioritarios y coy unturales. Lo que cambia es
que la definición de esta agenda no es unilateral (gobiernos y medios), sino que y a es
imposible establecerla sin la participación ciudadana.
Por otra parte, la complejidad del mundo y de las cosas sigue (y seguirá)
haciendo muy difícil explicar a todos por igual el porqué de las decisiones. Este
hueco es idóneo para la demagogia, cuy os códigos se caracterizan precisamente por
la simplicidad, que además se extiende como una “idea virus” por la red, y es que
Internet adora la simplicidad (Godin, 2001).
Pocas dudas quedan y a de que la principal función de los gobiernos (de las
corporaciones y de cualquier institución pública) en esta etapa multi-media es la
comunicación. La búsqueda activa de mediadores válidos y creíbles no es (sólo) una
tarea necesaria de cualquier gobierno, es que literalmente constituy e la nueva forma
de gobernar.
El gobierno es una red, y por nuestro bien debería ser la red la más eficiente y
coherente de todas, por lo tanto la tarea de gobierno consiste en que el resto de las
redes (sociales) deseen ser asimiladas. La biología nos han enseñado que ninguna red
desea su desaparición, por eso los organismos están en una perpetua búsqueda de
sistemas más eficientes y a menor coste. El choque de placas tectónicas entre
gobierno y ciudadanía históricamente se ha debido a este conocido (y marginado)
hecho: las redes se resisten a adoptar sistemas que ponen en peligro su propia
existencia.
No es un secreto que la tarea que tienen delante ahora los gobiernos es ingente, y
además (casi) no tenemos referencias. No obstante, se parte con una ventaja
también colosal, los dispositivos digitales han logrado la universalización del acceso
en apenas 20 años, con el ritmo cardiaco que impone la Ley de Moore.
Si hubiera que resumir en un sólo termino el impacto de la red estas dos últimas
décadas, este sería sin duda la apertura. Efectivamente, una red global punto a punto
(end to end) que no pasa por el filtro de gobiernos, medios de comunicación y
fronteras, sólo puede conducir a un mundo más abierto.
Todos los agentes sociales se han visto obligados a dar explicaciones sobre su
forma de actuar, y a que se han visto incapaces de detener las fugas (leaks) de
información en su red.
Con todo, el catalizador más grande de esta evolución están siendo las dos
generaciones de nativos digitales, que entienden el mundo como un continuo curso
hacia la apertura. (Prensky, 2001)
El factor más importante que ha sustentado el mito del poder ha sido sin duda la
opacidad, o sea, que el ejercicio del poder gubernamental ha estado siempre
asociado a un grado (alto) de ocultación de prácticas y de las fuentes consultadas
para la toma de decisiones.
Por definición, las redes son porosas y permeables, por lo tanto, la transparencia
es una consecuencia de las relaciones entre los nodos que las integran. Controlar
individualmente la actividad de cada punto de la red es una labor ardua y a menudo
imposible, pero no por falta de mecanismos de control, sino porque cada integrante
de la red puede formar parte de otras redes.
Aun así y con toda certeza, la transparencia que supone que los ciudadanos
tengan acceso a todos los datos que manejan aquellos que gobiernan, tiene que
conducir necesariamente a una may or honradez.
La may or esperanza viene de que no hay una moral del poder, sino una moral
de cada uno de los individuos que integran la red del poder y ésta es inmune a
firewalls y códigos de encriptación.
O sea, los más idóneos dentro que lo que se pueda conseguir, algo que tiene
bastante sentido común en un mundo analógico. No obstante, en un breve lapso de
tiempo, la red se convirtió en la realidad más próxima no sólo para contratar los
mejores expertos del mundo, sino para contar con la participación de recursos
sociales inesperados.
La herencia de antiguo mundo industrial nos enseñó que los mejores para
solucionar problemas en cada campo, efectivamente se encuentran ejerciendo
dentro de cada sector. Así, los arquitectos son los más idóneos para ofrecer soluciones
de problemas arquitectónicos o de infraestructuras o los médicos para problemas
como el control de plagas y un largo etc.
Sin negar la validez de este postulado, también es cierto que los problemas
actuales son de una enorme complejidad y, por lo tanto, rara vez involucran un
experto. Esto no sólo quiere decir que se necesitan equipos multidisciplinares, sino
que la red nos demuestra las limitaciones que tenemos no sólo para solucionar
problemas, sino para imaginar quién puede solucionarlos.
Esto no significa hacer un plebiscito sobre el equipo de gobierno cada vez que se
consulta a la red sobre una iniciativa o un dilema derivado de los recursos limitados,
sino confiar en que las mejores soluciones para la ciudadanía, en general, vienen de
los propios ciudadanos. La ideología puede ser un buen hilo orientador para la
consecución de las grandes metas, pero rara vez es útil para solucionar problemas
cotidianos.
El cambio cultural pendiente en esta etapa es que las organizaciones (todas) sean
conscientes de que la may or generación de valor no proviene de su interior, sino que
surge de la relación con otras organizaciones. La evolución previsible es que estas
relaciones terminen alterando por completo la estructura de las organizaciones,
generando un modelo donde la estructura interna sea prácticamente indistinguible de
la externa (Dawson, 2012).
Esto quiere decir que todos los documentos y datos estructurados y en bruto que
genere cualquier administración pública por defecto deberían estar en licencias de
uso abiertas, como las Creative Commons.
Este proceso de apertura significa imaginar la red como un gran cerebro global o
una gran computadora, que todos con sus acciones ay udan a programar. Lo que no
quiere decir que vay amos hacia gobiernos globales, sino más bien a soluciones
deslocalizadas a problemas globales.
No hay límite además en esta renuncia en pos de una may or eficacia, llegando
incluso a la elaboración de ley es fundamentales como hemos visto en casos
recientes.4 El rol del gobierno, en cualquier caso, debería ser el de facilitador de esta
tarea, pues “ni todos los datos públicos son abiertos, ni todos los datos abiertos son
públicos” (Di Maio, 2013).
En la segunda década del siglo XXI empezamos a ver cambios colosales como
consecuencia de la transformación del sistema socioeconómico, y por tanto cultural,
que se produjo en el último tercio del siglo pasado.
La red es tan innovadora como el nodo más innovador, de modo que las
sucesivas olas modernizadoras que vivimos en Occidente en los últimos 200 años se
transforman ahora en flujos continuos. Esta continua tensión genera constantes
divisorias entre las personas e instituciones más permeables al cambio y aquellos que
se resisten a este nuevo darwinismo digital.
Los gobiernos son inmigrantes digitales en esta etapa y por eso tienden a la
utilización de los nuevos medios y tecnologías como una mera sustitución de los
analógicos, pero insistiendo en los mismos modelos de gestión de los recursos
públicos del siglo pasado.
Ahora son los gobiernos los que tienen que demostrar que son capaces de
aprovechar los nuevas tecnologías de la misma manera que los ciudadanos lo hacen
en su vida diaria. Y sobre todo, de probar que efectivamente los medios digitales
ahorran recursos y permiten una relación más fluida y continua con los ciudadanos.
La iniciativa privada hace tiempo que está en marcha por medio de redes
sociales, plataformas de blogs y mercados de aplicaciones y, por lo tanto, los
gobiernos tienen que reaccionar seleccionando las medios más adecuados para llegar
a cada ciudadano.
Los ciudadanos se han convertido en los may ores productores de datos y a que su
actividad diaria, sus hábitos de consumo, sus relaciones, sus opiniones cuelgan ahora
en el muro de redes y medios sociales, y lo más impactante, a coste cero.
En consecuencia, y a no hay excusa para que los gobiernos vivan en una realidad
matrix o paralela a la de los ciudadanos. Los gobiernos cuentan con el permiso
(implícito) de sus ciudadanos, para convertirse en hackers sociales de los datos que
estos publican libremente en la red.
Fuentes consultadas
La magnitud de la huella impresa por el uso de las TIC deja sin lugar a dudas en
evidencia explícita las principales características distintivas de la denominada
sociedad del conocimiento (Finquelevich, 2007, Kaufman, 2006) en un marco
histórico temporal caracterizado como la era de la información.
Este cuadro de situación nos remite a una serie de interrogantes acerca de los
múltiples escenarios y perspectivas posibles que intentaremos responder a lo largo de
las siguientes líneas de argumentación.
Se requiere entonces de una gestión pública más ágil, que pueda responder en
forma simultánea a las múltiples demandas, necesidades o preocupaciones –muchas
de ellas contradictorias entre sí– provenientes de los diversos perfiles que adopta el
ciudadano característico de la sociedad de la información: un sujeto activo de
derechos políticos, un consumidor, un usuario, entre otros (Bresser Pereira, 1998;
Prats i Catalá, 2000).
Por esta razón, cuando hablamos del gobierno electrónico hacemos referencia a
tres dimensiones o roles centrales de gobierno en el marco de la administración
pública electrónica - relacional (Criado Grande, op. cit., 8):
la prestación de servicios públicos más efectivos y transparentes
el fomento de las consultas públicas y extensión de los procesos
democráticos
la dinamización de los procesos de gobernanza (governance) en la
elaboración de las políticas públicas
¿Hasta que punto las oficinas estatales son permeables a incorporar TIC para
despojarse de la lógica del expediente en los circuitos de sus trámites administrativos?
Cuando Jean Fuountain (2001) indaga sobre las respuestas de los actores políticos
y las estructuras burocráticas ante el avance del uso de Internet, destaca el carácter
(casi) inexorable de la utilización de estas nuevas tecnologías de información y
comunicación y pone el acento en las formas de su apropiación.
Que los gobiernos dispongan de información pública on line sin dudas reduce las
asimetrías de información para diversos y numerosos actores sociales, del mismo
modo que las instancias de interacción (realizar cualquier trámite administrativo por
internet) minimizan en forma significativa los costos de transacción.
¿En qué medida resulta factible para los ciudadanos resguardar el gigantesco
volumen de datos personales que construy e y procesa en forma cotidiana el gobierno
electrónico?
Bibliografia
1 Hacemos referencia al uso del término TIC como “un conjunto de herramientas e
infraestructuras utilizadas para recoger, almacenar, difundir y transmitir
información” (Criado Grande, et al., 2002)
2 En este punto es necesario tomar en cuenta los argumentos que oportunamente
formulara en perspectiva crítica Prats i Catala (1999) al señalar las principales
razones del fracaso de las reformas administrativas instrumentadas en la región.
En tal sentido el autor no sólo cuestiona el espíritu netamente empresarial que
inspiraron a las teorías de la denominada nueva gerencia pública (new public
management) sino que fundamenta la falta de éxito de estas políticas en la
inexistencia de burocracias específicamente meritocráticas y weberianas (algo
así como el legado pernicioso y derivado de las características de un imperio
hispánico en decadencia).
3 Previsibilidad y certeza son dos valores fundamentales que resalta Weber como
elementos co constitutivos e inherentes a los diseños organizacionales de las
burocracias basados en la división y especialización de tareas; esta impronta
caracteriza un aspecto central de la dominación racional legal: evitar la
discrecionalidad en el ejercicio y aplicación de la ley y sus normas jurídicas
(Weber, 1918: 209).
Gobierno y redes sociales
Introducción 1
Lo que sigue a continuación son reflexiones sobre las potencialidades que brindan
hoy los nuevos medios (blogs, redes sociales, sitios web) a las gestión gubernamental
para establecer procesos de comunicación de doble vía con la comunidad, y de esta
forma fortalecer y viabilizar su proy ecto ético político.2
En síntesis, la comunicación 2.0 potenciada por las redes representa una nueva
realidad en la cual el esquema tradicional de emisor-receptor del mensaje, ha
cambiado por un esquema más horizontal de múltiples emisores y generadores de
contenidos.
En nuestros días circula un concepto que no es muy novedoso pero que adquirió
mucha fuerza en el último trienio denominado gobierno abierto.7 El nuevo entorno
con su complejidad y velocidad define un nuevo sistema de legitimación del juego
político, en el cual un proy ecto sólo es sustentable en el tiempo en la medida que
logre consenso en un juego multiactoral.
En este nuevo contexto donde los ciudadanos no son receptores pasivos de los
procesos de política el proceso de comunicación en la gestión gubernamental, tiene
que partir de un concepto: comunicar es decir, pero también es saber escuchar. Esto
implica reconocer que “allá afuera” hay muchos otros que tienen algo para decir.
¿Están los gobiernos exentos de este entorno? ¿Pueden los gobiernos desatender
esta nueva realidad? Podría un Estado burocrático que sólo se piensa como productor
de bienes, servicios y regulaciones para la sociedad, y su forma de comunicación es
unidireccional (1.0). En cambio, la visión de un Estado relacional, que busca articular
la interacción social, la información y comunicación son centrales para movilizar
recursos públicos y privados en pos de enfrentar los problemas sociales. En este caso
su comunicación debe estar preparada para informar a la sociedad pero también
para escucharla.
Este marco de referencia ha servido de ejemplo para que distintos países hay an
comenzado a adoptar parámetros en el camino de construir modelos de gobierno
abierto, y es en este marco que el Gobierno Argentino adhirió a este esfuerzo en el
2012 y se encuentra elaborando su plan de acción para presentar a la alianza
multilateral para un Gobierno Abierto AGA u OGP.11
Hasta ahora, nos referimos al “deber ser” de las organizaciones públicas abiertas
a los ciudadanos, ahora queremos volcar algunas experiencias sobre las herramientas
que hoy están disponibles y que potenciarían a las conducciones públicas a respuestas
más efectivas a los ciudadanos.
Pero no sólo debemos escuchar atentamente y sin prejuicios lo que el otro dice,
sino que además tenemos que entender, comprender y dar sentido a lo que
escuchamos, identificando sentimientos, creencias y necesidades de quien habla,
para poder completar el circuito comunicativo con una respuesta beneficiosa para
ambos.
Comunidades de práctica
Así, la comunidad se alza como un espacio común para promover la gestión del
conocimiento y buenas prácticas en temas tecnológicos que se orientan al
mejoramiento estatal. En la actualidad esta comunidad, que se constituy e como una
plataforma social privada, reúne a más de 3.000 miembros de diversas áreas de
gobierno, aunque hay que aclarar que este espacio ha sido ampliado para que puedan
participar personas que pertenecen al mundo académico y de la educación superior.
Esta comunidad está diseñada para que se promueva:
Bibliografía
Babino, Luis Guillermo (2009) “La Oficina del Gobernante: Aportes para fortalecer
los procesos de conducción política de las organizaciones públicas”, Ponencia
presentada en el XIII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del
Estado y de la Administración Pública, Buenos Aires, noviembre de 2008.
Publicada en la Revista Reforma y Democracia Nº43, febrero.
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Ramírez-Alujas, Álvaro (2011) “Gobierno Abierto, servicios públicos 2.0 y
ciudadanía digital: Notas para una nueva agenda de modernización de la gestión
pública Iberoamericana”, WorkingPaper N°9, Programa de Doctorado en
Gobierno y Administración Pública, Instituto Universitario de Investigación
Ortega y Gasset, Madrid.
Enfrentaremos la idea de que existe una primera etapa casi unívoca, la apertura
de los datos públicos. Y nos propondremos entonces determinar si es efectivamente
la transparencia el eje movilizador de estas iniciativas de datos abiertos.
Estos son los interrogantes que pretenderemos responder, o al menos sobre los
que reflexionaremos en las siguientes páginas, con la convicción de que aun no
existiendo fórmulas directamente extrapolables de una administración a otra, el
gobierno abierto plantea mecanismos y dilemas que pueden servir para el
sostenimiento y la modernización de las democracias participativas.
Calderón y Lorenzo (2010) plantean –de forma osada quizás–, a esta tendencia
en la administración gubernamental como una evolución del sistema democrático
circundante, a través del establecimiento de mecanismos innovadores y proactivos
para la transparencia de gobiernos, así como los espacios permanente de
colaboración y participación de los ciudadanos más allá del ejercicio del sufragio
cada un período determinado de tiempo.
Calderón (2011) amplía su definición al decir que el gobierno abierto se trata del
salto desde un modelo de democracia representativa hacia una democracia
conversacional y abierta, aprovechando las posibilidades que proporcionan las
tecnologías de la información y la comunicación para que los ciudadanos participen
en procesos de toma de decisiones.
Tomaremos esta idea como central para pensar entonces en el planteo de una
democracia post-representativa, donde la cercanía entre la ciudadanía y la gestión de
sus intereses a través de lo público achique su brecha. Las TIC toman relevancia al
verse como la interfaz de vinculación directa, a través de diferentes propuestas de
participación vinculante que pueden surgir desde los estados, de la sociedad
organizada o de diferentes referentes cívicos.
Y nuevamente hacemos hincapié sobre las TIC como la base sobre la cual se
erigen los tres pilares del gobierno abierto. Álvaro Ramírez-Alujas (2012) plantea
luego que el acceso a la información y la gestión del conocimiento, que viene de la
mano de la masificación de la cultura digital con sus propios patrones de interacción
implícitos se convierten en condición necesaria para el desarrollo de gobiernos
abiertos.
Oscar Oszlak avanza sobre la concepción del Gobierno Abierto y plantea que
además de la base tecnológica intenta “abrir la caja negra del estado e instar a los
funcionarios a que escuchen a los ciudadanos, respondan a sus propuestas, los
acepten como co-productores y admitan que deben rendirles cuenta, además de
responder a sus críticas y observaciones” (2012), planteando de esta forma la
necesidad de que exista una voluntad política explícita para poder implementar estos
procesos.
Vimos entonces que el gobierno abierto como concepto nos incita a repensar la
relación entre el Estado, los que lo gestionan y aquellos que lo componen a través de
tres ejes vertebrales y cuasi ideológicos: la transparencia, la colaboración y la
participación (Belbis, 2010). Desarrollamos entonces un pequeño modelo de traslado
de estos conceptos hacia cuestiones aplicables y dimensionables en la gestión pública
cotidiana.
El sociólogo crítico posmodernista Scott Lash plantea a la sociedad de la
información como un paradigma donde “la experiencia cultural se aparta de los
dualismos trascendentales” (2005), donde se pierde la diferenciación clásica entre
lector y libro, concierto y auditorio. Esto lo podemos visualizar en nuestro contexto de
lo público en la pérdida de divisibilidad de los límites entre ciudadano y estado que se
encuentran implícitos en el desarrollo que venimos haciendo del Gobierno Abierto.
Este artículo aborda fundamentalmente dos ideas que se han convertido en una
pareja casi indivisible cuando se pretende dimensionar la propuesta conceptual de
esta nueva tendencia que está atravesando al mundo de la administración pública.
Hasta aquí hemos avanzado sobre la primera de esas, el gobierno abierto como una
construcción que tiene diferentes anclajes teóricos e institucionales como venimos
desarrollando. La arista tecnológica, la democracia post-representativa, la
transparencia y la participación definen el escenario sobre el cuál se construy en los
planes de acción de los Estados que se suman a la Alianza por el Gobierno Abierto.
La transparencia es uno de los conceptos basales sobre los que se erige la idea
del gobierno abierto. Aquí debemos comenzar por evaluar esta idea de la
transparencia, el acceso a la información pública y su correlación directa con los
datos abiertos.
Beth Noveck (2012), por otro lado, plantea abiertamente que gobierno abierto no
es sólo transparencia gubernamental. Profundiza esta idea sosteniendo que la
apertura de datos se convierte en la base de la innovación pública, no sólo por su
propuesta implícita de compartir información estatal y su componente de
accountability y transparencia, sino fundamentalmente porque estos datos sirven
como canal de vinculación con agentes privados y públicos para integrarlos en la
resolución de problemas complejos dentro de las esferas gubernamentales.
La integración de nuevos actores se plantea como uno de los puntos donde los
datos son una interfaz de vinculación directa y proactiva para la generación de una
nueva ciudadanía activa, comprometida con la realidad pública y que promueva la
innovación en los ámbitos estatales.
Bibliografía
ISBN 978-987-601-238-6
1. Comunicación. I. Babino, Luis Guillermo II. Elizalde, Luciano H., ed. lit. III.
Riorda, Mario, ed. lit.
CDD 302.2
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www.lacrujiaediciones.com.ar