Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Imagen
Los efectos de la marihuana sobre el cerebro. Cuando se fuma marihuana, su ingrediente activo, THC, viaja por el cerebro y el resto del
cuerpo, produciendo sus efectos. En el cerebro, el THC se adhiere a los receptores de cannabinoides que se encuentran en las células nerviosas, lo
que afecta la forma en que estas células funcionan y se comunican unas con otras. Los receptores de cannabinoides son abundantes en las partes
del cerebro que regulan el movimiento, la coordinación, el aprendizaje y la memoria y funciones cognitivas más complejas como el juicio y el
placer.
Alteraciones y efectos de la marihuana
alucinaciones temporarias.
paranoia temporaria.
intensificación de los síntomas en los pacientes de esquizofrenia.
un trastorno mental grave con síntomas como alucinaciones.
Paranoia.
pensamiento desorganizado.
La marihuana puede afectar el juicio, la coordinación motriz y el tiempo de reacción, y los estudios han identificado una relación directa entre
la concentración de THC en la sangre y el deterioro de la capacidad para conducir.7–9
Hay datos considerables que sugieren que los estudiantes que fuman marihuana tienen resultados educativos
más pobres que sus pares que no fuman.
También tuvieron una probabilidad mucho más alta de volverse dependientes, consumir otras drogas e intentar
suicidarse
Varios estudios también han identificado una conexión entre el consumo intenso de marihuana e ingresos más
bajos, mayor dependencia de los programas de bienestar, desempleo, conductas delictivas y menor satisfacción
con la vida
*Pérdida de coeficiente intelectual con trastorno persistente por consumo de marihuana en personas que
comenzaron a consumirla en forma excesiva durante la adolescencia.
**Generalmente, estos son síntomas o trastornos concurrentes reportados con el consumo crónico de
marihuana. Sin embargo, las investigaciones no han determinado todavía si la marihuana es la causa de estos
problemas mentales o simplemente está asociada a ellos.
Al igual que el humo del tabaco, el humo de la marihuana irrita la garganta y los pulmones y puede causar tos
intensa cuando se consume. También contiene niveles de alquitrán y sustancias químicas volátiles similares a
los del humo del tabaco, lo que suscita preocupación en cuanto al riesgo de que cause cáncer y enfermedades
pulmonares.68
El consumo de marihuana se vincula con la inflamación de las vías respiratorias grandes, una mayor resistencia
de las vías aéreas e hiperinflación pulmonar, y quienes fuman marihuana con regularidad reportan más
síntomas de bronquitis crónica
A los pocos minutos de inhalar el humo de la marihuana, la frecuencia cardíaca se acelera, las vías respiratorias
se relajan y se expanden y los vasos sanguíneos de los ojos se dilatan, por lo que los ojos se ven enrojecidos.
La frecuencia cardíaca, que normalmente es de 70 a 80 latidos por minuto, puede aumentar de 20 a 50 latidos
por minuto o incluso duplicarse en algunos casos. Este efecto puede intensificarse si se consumen otras drogas
en combinación con la marihuana.
La marihuana también puede causar hipotensión ortostática (vértigo o mareos al ponerse de pie), lo cual puede
aumentar el riesgo de sufrir desmayos y caídas.
Algunos estudios han demostrado un vínculo claro entre el consumo de marihuana en la adolescencia y un
mayor riesgo de contraer un tipo de cáncer testicular de gran malignidad (tumor testicular germinal no
seminomatoso) que aparece predominantemente en los hombres jóvenes
La investigación ha demostrado que las mujeres embarazadas que consumen marihuana tienen un riesgo 2.3
veces mayor de muerte fetal.98 Dados los posibles efectos negativos de la marihuana en el desarrollo del
cerebro,
Ayudar a nuestros hijos a fomentar su autoestima, su autonomía y su responsabilidad. Hay que enseñarles a saber decir que no,
trabajar la tolerancia, a la frustración, la inmediatez, a aceptar las negativas.
- Contar con todos estos recursos internos les ayudará a afrontar con éxito las situaciones donde se sientan expuestos al
consumo.
- Preguntarles qué saben sobre el cánnabis y detectar errores.
Circula una leyenda urbana por la que se cree que el tabaco es más dañino que el cánnabis.
Explicarles que, a pesar de existir unos efectos sedantes, a la larga puede causar ansiedad.
Explicarles que los porros no deben ser vistos como una forma fácil de relacionarse o crear un grupo de amigos, sino que
existen otras formas saludables de ocio.
Explicarles que no debe ser una forma de identidad o rebeldía, sino que les puede perjudicar a ellos mismos.
Dar información sobre los verdaderos beneficios de algunos cannabinoides recetados de forma regulada. Contrastar esta
información con los perjuicios que produce fumar cánnabis: si se mezcla con tabaco, inhalarán además las sustancias
tóxicas del tabaco, y afectan más si no se fuma con filtro.
Al venderse de forma ilegal:
o el producto puede estar adulterado con sustancias nocivas
o puede acarrear medidas judiciales, multas, etc.
o puede facilitar el consumo de otras drogas ilegales que también están en el mercado negro
o puede afectar al crecimiento físico, social y afectivo
o altera el funcionamiento del sistema nervioso, con las consecuencias físicas y psicológicas que esto conlleva, etc.
- Mantener un clima de confianza con nuestros hijos, facilitar la comunicación, hablar cuando sea necesario del consumo de
sustancias.
- Aprovechar las preguntas y comentarios que surjan alrededor del consumo de cánnabis, pero tampoco hace falta hablar todo en
un día.
- Crear dudas para que reflexionen y sean críticos
"La marihuana es la sustancia psicoactiva más consumida por los que los adolescentes, expertos declaran que es la sustancia psicoactiva de
impacto en nuestros tiempos es decir la tercera más consumida, ya que las sustancias psicoactivas de inicio son el alcohol y el tabaco". Desde el
punto de vista clínico es muy difícil saber con certeza cuándo un adolescente está consumiendo sustancias psicoactivas, en este caso marihuana,
pero algunos signos pudieran alertarnos:
Inmediatos:
Mareos o dificultad para caminar
Risa sin razón, actuar como "tonto"
Ojos rojos e irritados
Dificultad para recordar hechos recientes
Sueño intenso
A largo plazo:
Cambios de conducta
Cambios fluctuantes del ánimo
Aislamiento social
Descuido de apariencia personal
Deterioro en rendimiento académico
Cambios en la alimentación
Trastornos del sueño, fatiga, insomnio
Menor interés por los deportes
Orientación sobre las adicciones y su prevención
Una de las mayores preocupaciones como padres cuando nuestros hijos
se acercan a la adolescencia es el riesgo de inicio del consumo de
drogas legales e ilegales.
En esta etapa hay una mayor interacción social con su entorno, esto favorece que comiencen a establecerse vínculos más fuertes
con los amigos y compañeros, que le llevan a tener otras figuras que se constituyan en guías de sus acciones.
Los estudios actuales indican que el inicio del consumo es entre los 12-13 años. El inicio o vía de entrada suele ser el alcohol y el
tabaco, posteriormente la progresión observada es hacia marihuana y la cocaína en muchos casos, siendo esta progresión mayor
cuanto más precoz es el consumo.
Se han propuesto varias explicaciones para esta progresión en el consumo: pacientes con historia familiar de consumo, herramienta
que utiliza el adolescente para "encajar" con un grupo de iguales, o para mejorar su nivel de socialización al permitir cierta
desinhibición, o en algunos casos como recurso para adaptarse a situaciones nuevas, o difíciles vividas por el adolescente como
son rupturas de pareja, separación de padres, adaptación a nueva institución escolar, cambio de vivienda, etc.
Además de ello, un gran número de investigaciones científicas demuestra que el inicio precoz del consumo de drogas ilícitas se
asocia con un consumo problemático de la droga, deterioro de la salud mental, adopción de conductas sexuales de riesgo y una
mayor probabilidad de desarrollar conductas delictivas.
Por lo tanto, nuestros adolescentes deben aprender a tomar decisiones en relación con las drogas y a su alta disponibilidad en
nuestra sociedad, eligiendo entre la abstinencia o el consumo de las mismas y deben estar informados sobre las consecuencias y los
efectos que conlleva su consumo, en una etapa vital tan crítica como la adolescencia, donde se está formando la personalidad de
ese individuo.
Los factores de riesgo (fracaso académico, problemas familiares, baja autoestima, comorbilidad con otros trastornos
psiquiátricos), el tiempo de ocio, la socialización con la familia, amigos, escuela, son de vital importancia, y deben ser conocidos
por educadores, padres y profesionales para poder ser capaces de hacer intervenciones preventivas que pueden proporcionar
recursos para mejorar los niveles de los factores de protección de los jóvenes.
Entre las medidas que los padres pueden implementar para prevenir el consumo de drogas en los hijos se encuentran:
1. Fomentar la autoestima
Desde la infancia los padres deben estar atentos a la forma en que se desarrolla la autoestima de sus hijos. Es importante
acompañarlos, quererlos, entenderlos y en todo momento comunicarse con ellos.
Hay que adoptar medidas que estimulen que el niño tenga un buen concepto de sí mismo, lo que es un factor que tiene un gran
impacto en la autoestima.
Un joven con una buena imagen de sí mismo y una buena sensación de autovalor tiene menos riesgos de recurrir a las drogas, mientras
que una baja autoestima por factores como un bajo rendimiento escolar, es una causa que lleva a muchos jóvenes a la
adicción.
Mantener un buen canal de comunicación con los padres es una forma de reducir el miedo y la incertidumbre de los hijos frente a
todos los cambios que ocurren en su cuerpo y en su mente en la adolescencia.
El diálogo constante entre padres e hijos es fundamental , pero también lo es el control parental en esta etapa de la vida del
adolescente. Aunque los hijos suelen rehuir de los padres, el diálogo debe favorecer un entendimiento entre las partes para
saber qué está haciendo el hijo en cada momento.
Los padres extremadamente autoritarios o exigentes pueden generar tensión en la relación que lleve a su hijo a buscar apoyo o
consejo en terceros, lo que no siempre es conveniente.
3. Estimular que tengan una conducta responsable
Es muy importante aportar valores. Tanto la escuela como la familia deben enseñar e inculcar unos valores que el adolescente
debe crear como propios.
Cuando los adolescentes han aprendido a respetar los límites y las normas impuestas por sus padres, tienen un modelo de
conducta a seguir y una conducta más responsable.
Por lo general uno de los límites se refiere al uso de sustancias que pueden hacerles daño, como es el caso de las drogas, el
cigarrillo y el alcohol.
Si bien en esta etapa los adolescentes tienen muchas actividades fuera del hogar, es necesario que tengamos conocimiento del
entorno del adolescente. No hace falta ejercer un control exhaustivo sobre los hijos, pero debemos saber quiénes son sus amigos,
los lugares que frecuencia, sus actividades porque no sabemos de qué manera pueden llegar los malos hábitos y costumbres en su
vida. Crear buenas relaciones entre el grupo de iguales, familia y colegio es fundamental también para detectar problemas.
Fomentar actividades de ocio tanto entre padres e hijos como entre hermanos y amigos, es importante para crear hábitos de ocio
que fomenten el deporte y la práctica de diversas actividades. Con ello se mantienen ocupados y adquieren rutinas estables.
El adolescente necesita de una total información sobre el tabaco y otras drogas desde el colegio o el instituto y desde casa. Es la
sociedad en general quien debe también educar e informar sobre los peligros que suponen el uso repetitivo de estos hábitos.
El mejor momento para hablar de este tema es cuando tu hijo hace alguna pregunta. Sin embargo, se debe aprovechar
cualquier oportunidad para plantear el tema y hablar abiertamente sobre ello.
En ocasiones puede haber sesgos sobre los efectos de las sustancias, en un sentido o en otro. Por ello es de gran
relevancia proporcionar información correcta y tener siempre presente que el objetivo de una persona es tener las suficientes
habilidades para enfrentarse adecuadamente a su entorno y tener una buena adaptación en el mismo.
Las drogas traen graves consecuencias tanto a la salud física como a la salud mental del individuo que deben ser explicadas. Hay que
hablar también sobre la posibilidad de que al niño le ofrezcan drogas en la calle, en el colegio y que lo pueden hacer incluso sus
amigos. También es posible que se las ofrezca un extraño sin decirle que se trata de una droga, por lo que hay que reforzar los
cuidados frente a la interacción con personas extrañas.