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Capı́tulo 1

Homotopı́a (29-set-05)

Con cierta frecuencia tendemos a confundir una curva con el rastro que deja. Cuando advertimos que hemos
cometido un ligero error, intentamos salvar la jornada mediante la incorporación de conceptos tales como
orientación, puntos de llegada o partida, entre otros. Para ser honestos, pocas veces reconocemos en este
impulso ciego la incapacidad para distinguir el género de la especie, y nos refugiamos en el hecho de que
siempre, como telón de fondo, se impone una buena razón de ser.
Como esta confusión resulta ineludible por arraigo, queda sólo resignarse a saber para qué se hacen estos
tropos y cuándo facilitarlos o rehuirlos. La intención de este capı́tulo es brindarle asidero a estas costumbres,
para ası́ determinar cuáles caminos pueden ser identificados con otros sin temor a equı́voco y cuáles no.
Primero trabajaremos en la mayor de las generalidades, y recién después daremos cabida a especializaciones.
En cierto sentido, esta sección trata, apenas, del alma de las funciones continuas. Habrá oportunidad de
resaltar algunas caracterı́sticas que permitan aclamar a dos de éstas —definidas sobre el mismo espacio— cual
semejantes.

Para evitar sorpresas desagradables, es de buen gusto imponer de una vez por siempre a todos los espacios
topológicos el ser de Hausdorff. Durante el descurrir teórico haremos permanente referencia al intervalo cerrado
estándar I = [0, 1], asumido con su métrica usual. Como convención vigente asumimos a toda construcción
cual natural —salvo lo expresamente indicado—. Por ejemplo, al hablar de X × Y , tácitamente aceptamos la
topologı́a producto.
Recolectemos algunas propiedades topológicas elementales del producto cartesiano. No obstante que ellas
hablan por sı́ solas y no requieren prueba, lo lógico es, tras cada enunciado, añadir alguna observación. Cuando
para sorpresa nuestra encontremos como excepción un esbozo de demostración, ello se deberá a que, adrede,
hemos prolongado la discusión. Al hacer esto, aprovecharemos la oportunidad para realzar otras virtudes, o
simplemente habremos hallado excusa para desempolvar detalles técnicos olvidados.

Propiedad 1 Para un producto cartesiano X × Y , la proyección a cada factor es continua.

Esto no merece mayor comentario, pues la topologı́a producto, al ser la más magra colección de abiertos
a la sombra de la cual πX , πY son continuas, acepta por compromiso esta responsabilidad. Aunque el uso de
estas funciones sea esporádico, esperamos no confundirlas con π1 cuando introduzcamos el grupo fundamental
de acá a poco.

Propiedad 2 Una función f = (fx , fy ) : Z → X × Y es continua si y sólo si fx : Z → X y fy : Z → Y lo


son.

Como queda insinuado, esta f representa simultáneamente dos funciones, las cuales se reconstruyen medi-
ante la asignación fx = πX ◦ f para el primer factor y fy = πY ◦ f para el segundo. De esta forma escribimos
f = (fx , fy ) sin miedo a ambigüedades, y por abuso de lenguaje llamamos a fx , fy sus componentes. De la
definición formal de fx , fy se desprende su continuidad a partir de la de f . La recı́proca es gratuita si recor-
damos que, por la misma presentación de la topologı́a, una subbase está constituida por productos de sea X
o Y con abiertos del otro espacio.

Propiedad 3 Los espacios X × Y e Y × X son homeomorfos.


Capı́tulo 1. Homotopı́a 2

Aun sea esto trivial, necesita argüirse. Que un objeto sea equivalente a un segundo sobreentiende la presencia
de una biyección. Por tal motivo, lo primero en exhibirse ha de ser un trueque de abscisa por ordenada, proceso
materializado por conducto de ϕ(x, y) = (y, x), función cuya continuidad se sustenta en tres etapas: primero
. . . desplegamos ϕ = (πY , πX ); segundo . . . indicamos que πX y πY son continuas merced a la Propiedad 1;
tercero y último . . . deducimos que ϕ es continua al serlo cada una de sus componentes. Para la inversa se
razona igual, y los espacios resultan topológicamente indistinguibles.

Propiedad 4 Para cada x0 ∈ X el producto cartesiano x0 × Y es cerrado en X × Y .

Acá hay una imprecisión inocua al escribir x0 en vez de {x0 }. Al ser X un espacio T2 , el unitario {x0 } es
cerrado en X. Por definición de la topologı́a, el producto (X − {x0 })×Y , que involucra dos abiertos, es abierto,
y con ello {x0 } × Y , su complemento, se delata cerrado. El resultado es igualmente válido si intercambiamos
el papel de X e Y , como lo atestigua la Propiedad 3 o un razonamiento análogo.

Propiedad 5 Para cada x0 , la incrustación inx0 : Y → X × Y definida por y 7→ (x0 , y) es continua.

Dos componentes, dos funciones. El primer factor es constante y por ello continuo. El segundo es la iden-
tidad, y, como la topologı́a considerada en Y es única, se sigue el resultado.

Propiedad 6 Si h : X → Z es continua, la función H : X × Y → Z × Y dada por H(x, y) = (h(x), y) también


lo es.

Evitemos precipitaciones. Tenemos H = (H1 , H2 ) donde H1 (x, y) = h(x) y H2 (x, y) = y. Para la segunda
de ellas no está en disputa la continuidad ya que es una proyección. Para la primera no basta decir que H1 es
continua pues ello es obvio; lo es pues se expresa como la composición

(x, y)
πX
/x h / h(x)

de dos funciones continuas.

Propiedad 7 Si H : X × Y → Z es continua, cada y0 ∈ Y , fijado de antemano y para siempre, define una


aplicación continua hy0 : X → Z vı́a la fórmula hy0 (x) = H(x, y0 ).

Este truco recibe el nombre de congelar una variable. El enunciado equivale a afirmar que la cadena

x / (x, y0 )  / H(x, y0 ),
H

determina una función continua. Ello, claro, —ahora sı́ tras la experiencia ganada— se pone en evidencia cual
obvio. Similarmente, se puede constreñir un valor x0 y pensar en hx0 como una función continua en y.

Propiedad 8 Supongamos que la unión de los cerrados A1 , A2 ⊂ X permita recuperar X. Sean gi : Ai → Y ,


donde i = 1, 2, dos funciones continuas —con la topologı́a relativa—. La asignación

g1 (x) cuando x ∈ A1 ,
g(x) =
g2 (x) cuando x ∈ A2

define una función continua en todo X única y exclusivamente cuando g1 , g2 coinciden en la intersección
A1 ∩ A2 .

Este resultado dice, concretamente, que cuando el dominio común de dos funciones continuas es cerrado,
entonces basta y sobra la compatibilidad en la definición para poder amalgamarlas en una única expresión.

Para un par de espacios topológicos X e Y , denotamos por C(X; Y ) el conjunto de las funciones continuas
f : X → Y . Si bien éstas son nuestro objeto de estudio y comparación, el análisis se efectúa a través de
asignaciones de la forma F : X × I → Y . Directamente de la Propiedad 7 se observa que al instante de fijar
t ∈ I queda definida ft ∈ C(X; Y ) gracias a la fórmula ft (x) = F (x, t).
Capı́tulo 1. Homotopı́a 3

X × 1 .........................................................................................................
.. ..
... ...
... f
...................................................t...............................................
..
F
X × t .... ...
..
...
. ..
...
I
.............................................................
Y
.. ...
... ...
... ...
... .
...............................................................................................
X ×0
X
En el diagrama superior notamos congregadas a las partes interesadas. Sin embargo, aparece una mı́nima
dosis de ineficiencia pues siempre existe un dominio y también un rango, los cuales resultan evidentes dentro
del contexto. Además, la función F determina irremediablemente cada sección ft . Por ello, y para consolidar
la información, recurrimos a un esquema
............................................................1
f ........................................................
.. ..
... ...
... ...
...
.............................................................t f ..........................................................
...
... ..
... ...
... ...
... ...
... ...
... ...
... f
............................................................0
........................................................
...

aun más reducido.


Cuando nos topemos con diagramas de este tipo, aceptaremos como tácito que el espacio X se apoya sobre la
horizontal; el intervalo I —sugestivamente imaginado como el tiempo— ocupará la vertical; el rango Y quedará
oculto en algún rincón de nuestra imaginación, mas no en este croquis. Las secciones ft : X → Y se podrán
copilar dentro de una función continua F : X × I → Y —esto no es consecuencia de la continuidad individual:
debe asumirse—, que nuevamente no anotamos. La aparición explı́cita de por ejemplo f0 , f1 deja entredicho
que es sobre ellas sobre quienes debemos centrar nuestra atención; el motivo, ya cotidiano, circunstancial.
Fijemos una colección F ⊂ C(X; Y ) de funciones continuas que circulan de X a Y . Dos miembros g0 , g1 ∈ F
son F-homotópicos cuando existe una función continua G : X × I → Y que cumple con lo siguiente:
• se satisface la igualdad gi (x) = G(x, i) para i = 0, 1;
• cada gt pertenece a F
—donde como es usual gt (x) = G(x, t)—. Si nos amparamos psicológicamente en t como el tiempo, homotopı́a
corresponde a conectar una función con otra avalados por F. A la transformación G, responsable del proceso,
se le llama una F-homotopı́a entre g0 y g1 . De ser ası́, escribiremos g0 ' F g1 . Recién ahora notamos hacia
adonde se apuntaba en el diagrama de la página anterior.

Ejemplo 1. Si definimos F como el conjunto de todas las funciones continuas de X a Y , homotopı́a es sinónimo
de deformación libre.

Ejemplo 2. Si F denota el conjunto de funciones continuas que satisfacen f (x0 ) = y0 , la mutación debe
preservar x0 7→ y0 .

Ejemplo 3. Para extender el ejemplo anterior, tomamos la colección F de las funciones continuas que satisfacen
f (xλ ) = yλ para ciertos ı́ndices prefijados λ ∈ Λ. Toda modificación respeta el anclaje.

Ejemplo 4. Sea X = [0, 1] y llamemos F al conjunto de todos los caminos cerrados α —aquellos que satisfacen
α(0) = α(1)— con valores en Y . En este caso una homotopı́a no ha de romper la cuerda.

Ejemplo 5. Un ejemplo más elaborado aparece al considerar F como la colección de funciones continuas
definidas en un espacio topológico X que toman valores en Rn − {0}, es decir, aquellas que evitan el origen. Si
f, g ∈ F satisfacen |f (x) − g(x)| < |f (x)| para todo x ∈ X, entonces f y g son F-homotópicas. La condición
aludida se presenta en matemáticas innumerables veces: en el análisis complejo, por ejemplo, constituye parte
inseparable de las premisas del teorema de Rouché, el cual es una herramienta invalorable para predecir o
descartar la presencia de ceros de ecuación en una región cerrada.
La veracidad del hecho en referencia se sustenta en una observación de carácter trivial: la condición |f (x) −
g(x)| < |f (x)| representa una entre tantas maneras analı́ticas de indicar que el punto f (x) se encuentra más
cerca de g(x) que de 0. Por tal motivo, entre el origen y los valores f (x), g(x) se interpone un hiperplano.
Como el conjunto de puntos a un mismo lado de un hiperplano es convexo, se sigue que tf (x) + (1 − t)g(x),
donde t ∈ [0, 1], continúa eludiendo el origen. De este modo la homotopı́a H(t, x) = (1 − t)f (x) + tg(x), entre
f y g, nunca se anula, motivo por el cual las secciones individuales permanecen en F.
Capı́tulo 1. Homotopı́a 4

Como dato adicional, obsérvese que si cumple f (x0 ) = g(x0 ), entonces H(t, x0 ) persevera en tomar este
valor común, y por consiguiente es posible forzar en F condiciones adicionales similares a las impuestas en el
Ejemplo 3.

La idea de deformación a lo largo del tiempo es sugestiva. ¿Será acaso reversible o acumulable? La respuesta
en ambos casos es afirmativa.

............................................................1
f ........................................................
g =f 1 0
......................................................................................................................
.... .... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
..............................................................t f ..........................................................
. ... ...
... ...
..
...
...
....
... J..............................................I
.... ... g =f t 1−t
.......................................................................................................................
..
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
... f
.............................................................0
........................................................
...
.
... g =f
...............................................0 1
......................................................................
...
.

Este diagrama exhibe cierto grado de desprecio hacia al reloj. El lado izquierdo insinúa la presencia de la
homotopı́a F : X × I → Y , mientras el derecho sugiere cómo retractarnos y regresar de f1 a f0 . A este proceso
de definir G(x, t) = F (x, 1 − t) lo bautizaremos con el nombre de reversión en el tiempo. Este mecanismo,
por supuesto, es una involución en el sentido de que dos aplicaciones sucesivas —al cancelar sus efectos—
pasan desapercibidas. Para corroborar la continuidad de G basta observar la cadena de composiciones

(x, t)  / (x, 1 − t)  / F (x, 1 − t).


F

Para optimizar la notación, usaremos F para referirnos a esta G; lo cual, a duras penas, significa la igualdad
F (x, t) = G(x, t).

Ahora aprendamos a acumular experiencias. El esquema


...................................................................................
...
...
g 1 ...
... h =g
............................................1
............................1
..........................................
... ... .... ..
... ... ... ...
... g
............................................0
........................................
...
.
...
...
...
...
... h =f =g ...
Si f = g
...................................1
............................0
... 1/2 1 0
.......................................................................................................................
..
I
.......................
... ...
.................................................................................. ... ...
... ... ... ...
... f 1 ... ... ...
...
....
...
...
... h =f
..............................................0 0
......................................................................
...
.... ...
... f
.........................................0
........................................
..

sugiere el uso del término apilamiento para combinar homotopı́as. Veamos cómo se descifra. El lado izquierdo
impone la presencia de F : X × I → Y como homotopı́a entre f0 y f1 ; lo mismo es cierto para g0 , g1 , esta vez
con G de intermediario. Bajo la condición adicional f1 = g0 —montada sobre la flecha—, es posible conectar
f0 con g1 . Esto es intuitivamente válido, y la necesidad de utilizar la mitad del tiempo disponible en cada etapa
(pues debemos cronometrar una unidad) se refleja en la igualdad de funciones h1/2 = f1 = g0 . En términos
formales ello madura al momento de definir

F (x, 2t) si 0 ≤ t ≤ 1/2;
H(x, t) =
G(x, 2t − 1) si 1/2 ≤ t ≤ 1.
Hay varios detalles técnicos por comentar. Para valores en X × {1/2}, el posible lugar de conflicto, exigimos
la igualdad H(x, 1/2) = F (x, 1) = G(x, 0), condición equivalente a la hipótesis de trabajo f1 = g0 ; lo cual
confirma la buena definición de H. Para asimilar la aparición de los misteriosos 2t y 2t − 1, recordamos nuestra
intención de valernos de las posibilidades de F y G; sin embargo, como es imperante cumplir con ciertos
plazos, la tarea ha de efectuarse el doble de rápido. Ello explica el factor multiplicativo. Al tomar G la posta
es importante una sincronización previa, y ello da cuenta del término correctivo −1. Finalmente, debemos
mostrar que H es una homotopı́a entre el fondo y la tapa. De tener posibilidades de serlo las tiene, ya que se
cumple H(x, 0) = F (x, 0) = f0 (x) y H(x, 1) = G(x, 1) = g1 (x).
Verifiquemos la continuidad. Para ello constatamos primero que H, en efecto, es continua sobre X ×[0, 1/2],
pues basta perseguir las flechas en la secuencia

(x, t) / (x, 2t) F / F (x, 2t) = H(x, t).

El mismo argumento es válido en X × [1/2, 1]. La Propiedad 4 asegura que la yuxtaposición se presenta sobre
un cerrado, y entonces la Propiedad 8 se encarga de encumbrar a H cual continua.
Finalmente, debemos confirmar que cada sección ht de H es miembro de F. Ello es inmediato pues ht es
f2t para t ∈ [0, 1/2] e imita a g2t−1 en su defecto. Dado que los fr (respectivamente los gr ) provienen de una
F-homotopı́a F (en el otro caso G), la pertenencia de ht a F, la familia preferencial, queda confirmada.
Capı́tulo 1. Homotopı́a 5

Teorema 1 La relación ' F es de equivalencia.

Prueba. La simetrı́a es la reversibilidad en el tiempo. La transitividad es el apilamiento de las homotopı́as. La


reflexividad será fruto de la inacción: dada f ∈ F, definimos F (x, t) = f (x), función que por ser la composición
de la proyección πX con f , resulta continua; ası́, cada ft coincide con f ∈ F, y se infiere que F representa una
homotopı́a de f consigo misma. 

A partir de ahora especializaremos el trabajo a curvas definidas sobre un espacio X. Dicho de otro modo,
nos centraremos en alguna familia F en C(I; X). De esta forma, al hablar de homotopı́as, debemos estar
atentos pues éstas son ahora tipo H : I × I → X, y palabras precipitadas pueden llevarnos a confundir el
primer y segundo factor. Mantendremos la convención de pensar en t como la segunda variable, mientras s
corresponderá a la primera. Ası́, con t se connotará el reloj a través del cual transcurre todo cambio, mientras
s denotará el kilometraje en el camino. (Por supuesto, esta distinción, por arbitraria, admite permutación.)
Cualquier función H : I × I → X induce, por restricción, un sinnúmero de curvas, entre las cuales resaltan
s 7→ H(s, t) —para t fijo— y t 7→ H(s, t) —donde ahora s es congelado—. Para evitar sutilezas y no entrar en
conflicto con la notación ya establecida, una del primer molde quedará tipificada por la igualdad ht (s) = H(s, t),
mientras una del segundo, por hs (t) = H(s, t).
Si la familia F es totalmente flexible —o lo que es lo mismo, coincide con C(I; X)—, la aparición de H
en la notación del párrafo anterior no es gratuita, sino más bien va preparando el clima. Esta H establece,
si es continua, una homotopı́a entre h0 y h1 ; y si somos astutos y permutamos los ejes, también indica cómo
conectar h0 con h1 . (Sobre ello ahondaremos en el capı́tulo siguiente.)
Del mismo modo como en su momento apilamos homotopı́as, hay otra manera de estibar esta mercaderı́a:
alineándola; proceso que remeda, a cada instante t, la concatenación α ∗ β : I → X, de curvas α, β : I → X
sujetas a α(1) = β(0), y definida mediante la fórmula

α(2s) si 0 ≤ s ≤ 1/2,
α ∗ β(s) =
β(2s − 1) si 1/2 ≤ s ≤ 1.

(La aparición del factor multiplicativo se debe a la premura por acortar el plazo a una unidad. El término
aditivo −1 sirve para coordinar la acción. Ver también página 2 en Volumen I.)
La única sutileza detrás —y que posibilita este quehacer— es el contar con un espacio horizontal con la
misma virtud del vertical: ser un intervalo. La idea es sugerida por el siguiente esquema, y su justificación
resulta nuevamente autosuficiente.

α1
...................................................................
β1
...................................................................
α1 ∗ β1
....................................................................
.
.... .... .... .... .... ... ....
... ... ... ... ... .. ...
... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... . ...
... ... ... ... ... ...
γ ...
... G ...
... δ δ ...
... H ...
... τ γ ...
... G∗H ...
... τ
... ... ... ... ... . ...
... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ...
...
......................................................................
.. ...
......................................................................
.. ...δ ...
........................................................................
..

α0 β0 α0 ∗ β0

Como el borde derecho de G coincide con el izquierdo de H, aceleramos ambos procesos para luego em-
patarlos y ası́ construimos una nueva función continua en dos variables

G(2s, t) si 0 ≤ s ≤ 1/2,
G ∗ H(s, t) =
H(2s − 1, t) si 1/2 ≤ s ≤ 1,

llamada la concatenación de G y H. La buena definición y continuidad quedan rubricados por G ∗ H(1/2, t) =


G(1, t) = δ(t) = H(0, t). Sin embargo, quizá sea prematuro tildarla de homotopı́a: cada sección (G ∗ H)t (s)
se obtiene mediante la concatenación individual de Gt y Ht —ambas, presumiblemente, en una familia de
referencia F—, pero ello no es garantı́a a priori de algo concreto acerca de Gt ∗ Ht . Hemos utilizado la
notación αi ∗ βi para aludir a la curva conseguida al transbordar de una a otra.

Especializando aún más el estudio, denotamos por Fx0 ,x1 el conjunto de curvas α ∈ C(I; X) que parten de
x0 y terminan en x1 ; condición, esta última, equivalente a imponer α(0) = x0 , α(1) = x1 . Por una cuestión
de limpieza notacional escribiremos α 'x0 ,x1 β en vez de α 'Fx0 ,x1 β para indicar que dos curvas son Fx0 ,x1 -
equivalentes.
En este contexto las homotopı́as respetan los puntos iniciales y finales, y quedan esquematizadas con paredes
laterales constantes —funciones iguales (por separado) al valor común asumido—.
Capı́tulo 1. Homotopı́a 6

β
.....................................................................
... ...
... ...
... ...
... ...
... ...
x0 ...
... H ...
...
x1
... ...
... ...
... ...
... ..
......................................................................
α
Dentro de esta familia, es fácil formalizar el esquema de alineamiento.

Lema 1 Si α0 ' x0 ,x1 α1 y β0 ' x1 ,x2 β1 entonces α0 ∗ β0 ' x0 ,x2 α1 ∗ β1 .

Prueba. En el diagrama de alineamiento hacemos γ(t) ≡ x0 , δ(t) ≡ x1 , τ (t) ≡ x2 , y obtenemos una homotopı́a
G ∗ H; en este caso G conecta α0 y α1 mientras H lo hace lo propio con β0 y β1 . La pertenencia de cada sección
(G ∗ H)t a Fx0 ,x2 , la familia de referencia, se debe a que (G ∗ H)t = Gt ∗ Ht empieza en G(0, t) = γ(t) = x0
y termina en H(1, t) = τ (t) = x2 . 

Llegó el momento de aventurarnos a proponer una explicación del significado y los alcances de confundir
un camino con su imagen.

Lema 2 Si r : I → I es una función continua sujeta a r(0) = 0 y r(1) = 1, entonces para cualquier α ∈ Fx0 ,x1
se tiene α ' x0 ,x1 α ◦ r.

Prueba. Notemos que r puede interpretarse como una distorsión del tiempo, con la cual, en la mejor tradición
de un género literario de moda, es posible adentrarse en el futuro o retornar al pasado —pero siempre entre
0 y 1, el marco temporal preestablecido—. La homotopı́a requerida es F (s, t) = α((1 − s)t + sr(t)), de corte
elemental.
Primero observemos que α debe ser evaluada en un valor comprendido entre 0 y 1. Pero, gracias a la
hipótesis t, r(t) ∈ [0, 1] y la convexidad de I, deducimos de inmediato la inclusión (1 − s)t + sr(t) ∈ [0, 1]. Esto
establece la buena definición de F .
Por otro lado, la secuencia

(s, t)  / (1 − s)t + sr(t)  / F (s, t)


α

consolida una operación continua. Escrutemos los extremos t = 0, 1 y s = 0, 1. Al evaluar logramos F (0, t) =
α(t) y F (1, t) = α(r(t)), ası́ como también F (s, 0) = α(s r(0)) = α(0) = x0 y F (s, 1) = α(1 − s + sr(0)) =
α(1) = x1 , y todo se resuelve de manera cristalina. 

Cuando al inicio de la sección hablabamos de la buena voluntad para identificar una curva con su imagen,
nos referı́amos en definitiva a aplicaciones sucesivas del resultado anterior. El concepto de homotopı́a, empero,
rebasa esta tı́mida descripción, pues también son admisibles perturbaciones en la imagen. Nosotros estamos
reticentes a aceptar tanto, y ello da origen a un hecho enojoso. Si tomamos F = {α}, el concepto de F-
homotopı́a es pobre, y cada curva resulta, en exclusiva, equivalente a sı́ misma. Si escogemos F = Fx0 ,x1 ,
la miopı́a es casi extrema al autorizársenos a modificar no sólo el ritmo interno de la curva, sino también la
huella que imprime. Nosotros intuitivamente buscamos ampararnos en la clase intermedia de curvas con imagen
compartida. Desgraciadamente, ella, a pesar de su encanto heurı́stico, nos hace tropezar con dos inconvenientes
lógicos. Por un lado, es poco rentable desde el punto de vista manipulativo-formal, y por otro, simbólicamente
no es fácil de expresar. Ésta es la fuente de confusión de quien por primera vez atraviesa estos campos. Se cree
confortable trabajando con una clase que nadie osa definir. Esto es como vivir en limbo: mientras nos creemos
con derecho a ambos mundos, no reconocemos que usufructuamos apenas lo peor de cada cual. Es ası́ cómo
muchas ánimas se extraviaron —por los siglos venideros— en estos parajes.

Ejemplo 6. Centremos nuestra atención en la Figura 1. Al centro tenemos un segmento lineal s 7→ α(s) = s, el
cual actuará de curva de referencia; el recuadro a sus pies denota el gráfico de r(s) = s en el intervalo unitario.
Siendo este r un desplazamiento estándar, necesariamente ha de obedecerse α(s) = α(r(s)).
A derecha e izquierda en la figura apreciamos modelos donde la curva central regresa sobre sı́ misma; ello
debido a que r(s), su reloj interno, es, en comparación con el central, no estandar. Por ejemplo, los intantes
cuando fı́sicamente nos situamos en el medio del segmento —en la imagen— son distintos. A la izquierda ello
Capı́tulo 1. Homotopı́a 7

sucede en dos oportunidades: cuando el reloj marca 1/6 y 1/2; en el central, en 1/2; y a la derecha en 1/2 y
5/6.
Sin embargo, pese a que el modelo central es comparable, por separado, con cada uno de sus vecinos, es
imposible compatibilizar el tiempo generalizado de la curva de la izquierda con el de la derecha sin recurrir a
un dispositivo que obre de intermediario (el central por ejemplo).

.....• .....• •
... ... .
.....
.....
s1/4 ..•...............s3/4 s3/4 ..•............... ..
.
.....
.....
.. ... ....
s1/6 ..•................s1/2 .....
.....
..... s1/2
s .....
1/2 ............ 5/6
• s
.... .....•
. ....
..... s1/4 ..•...........
..
.
s ..
..
.....
..... 1/4 ............ 3/4
• s
......
. ..... .....
.
... ..... .....
.....
• •..... .....

....................................... ....................................... ....................................
... ..... .. ... ..
..... .. ... .....
... ..... .. ... ..... .. ... .....
.. ...... ..... .... ..... ... ... ..
..... ..
.....
..
.. ...
... .... ........ ........ ... ... .
...
.
.. ... ... .
.. ... ..... .....
..... .. .. ..... .. .. ... ...
... ... ... ... ..... ... ... ......... ... ..
... ... ... ... ..
...... ... ... ..... ......... .... ....
.. .. .. .. ..
....
. .. .. ..
.....
. ....... ..
.. .. ..
... .... ... ... ......... ... ... ......... ...
..... .. .. ..... .. .. ..... ..
..................................... ....................................... .......................................

Figura 1. La misma imagen bajo diferentes tiempos generalizados.

En la teorı́a, las curvas constantes tienen asignado un papel irremplazable. Por ello es imprescindible
denotar en lo sucesivo una función de este tipo cual cx0 , donde x0 es el valor comunitario. Que estas funciones
no aporten nada significativo a la teorı́a se pone de manifiesto a continuación como un colorario del lema
anterior.

Corolario 1 Para toda α ∈ Fx0 ,x1 se tiene cx0 ∗ α ' x0 ,x1 α. Similarmente se cumple α ∗ cx1 ' x0 ,x1 α.

Prueba. Anotamos de entrada que la posición de las curvas constantes es la correcta: cuando una de ellas
se encuentra a la izquierda de α, corresponde a inacción durante la primera parte —de ahı́ x0 —, para luego
apresuradamente completar la tarea; si la ubicamos a la derecha, insinuamos que hemos terminado rápidamente
—tras ello ya nos encontramos en x1 —, y nos sentamos a gozar de un reparador descanso.
Consideremos la función lineal por trozos

0 si 0 ≤ s ≤ 1/2,
r(s) =
2s − 1 si 1/2 ≤ s ≤ 1.

Al aplicar el Lema 2 obtenemos α 'x0 ,x1 α ◦ r, y la primera equivalencia resulta fruto de la igualdad α(r(s)) =
cx0 ∗ α(s). Para validar la segunda afirmación tomamos r lineal de pendiente 2 entre 0 y 1/2, y luego constante
igual a 1. 

Al efectuar la concatenación, el asignar la mitad del tiempo para realizar cada faena parece lo justo, mas
no siempre corresponde a lo más juicioso. Podrı́amos también escoger un factor 0 < a < 1 y distribuir los
horarios de otro modo: para la primera parte a unidades de tiempo y 1 − a para la segunda. Ası́, la primera
labor deberá efectuarse 1/a más rápido, mientras la segunda a velocidad 1/(1 − a). Estos comentarios cuajan
en fórmulas al definir 
α(s/a) si 0 ≤ s ≤ a,
α ∗a β(s) =
β((s − a)/(1 − a)) si a ≤ s ≤ 1.
Por supuesto ∗1/2 coincide con la concatenación usual. Ahora se presenta el problema de justificar por qué
todas ellas corresponden a la idea intuitiva de acumular las mismas experiencias.

Lema 3 Para cualquier a ∈ (0, 1) se tiene —caso las curvas empalmen—

α ∗ β 'x0 ,x2 α ∗a β.

Prueba. Nótese que el enunciado connota se satisface α ∈ Fx0 ,x1 y β ∈ Fx1 ,x2 . Tomemos la función lineal por
trozos ra definida mediante

2as si 0 ≤ s ≤ 1/2,
ra (s) =
2(1 − a)s + 2a − 1 si 1/2 ≤ s ≤ 1.
Capı́tulo 1. Homotopı́a 8

la cual, por supuesto, se sujeta a las exigencias del Lema 2. De esta forma tenemos α ∗a β 'x0 ,x2 (α ∗a β) ◦ ra ,
y para concluir la prueba es suficiente entonces constatar que (α ∗a β)(ra (s)) coincide con α ∗ β(s).
Obsérvese que para s ≤ 1/2 se tiene ra (s) ≤ a. Por tanto, bajo este mismo supuesto, ha de cumplirse

α ∗a β(ra (s)) = α(ra (s)/a) = α(2as/a) = α(2s) = α ∗ β(s).

Por otro lado, la condición s ≥ 1/2 implica ra (s) ≥ a, y ello conduce a

α ∗a β(ra (s)) = β((ra (s) − a)/(1 − a)) = β(2s − 1) = α ∗ β(s)

para tales valores de s. 

Para cerrar esta sección introductoria aprovecharemos el resultado anterior para mostrar que el orden
asociativo de concatenación de tres curvas no afecta la clase resultante.

Proposición 1 Para α ∈ Fx0 ,x1 , β ∈ Fx1 ,x2 , γ ∈ Fx2 ,x3 , se obedece

α ∗ (β ∗ γ) ' x0 ,x3 (α ∗ β) ∗ γ.

Prueba. Basta entender lo que describe cada una de esas curvas. La situada a la izquierda otorga a α la mitad
del tiempo, a la vez que el resto se distribuye equitativamente entre β y γ. Como el tiempo dedicado a α y β
suma 3/4, y el 1/2 asignado a α representa dos terceras partes de este subtotal, reconocemos que α ∗ (β ∗ γ)
bien podrı́a haberse escrito (α ∗2/3 β) ∗3/4 γ. Ahora apelamos al Lema 3 para reconocer a cualquiera de tales
concatenaciones cual homotópica a (α ∗2/3 β) ∗ γ. De dicho lema se infiere también α ∗2/3 β ' α ∗ β, y esto
último combinado con el Lema 1 y la transitividad permiten establecer la relación α ∗ (β ∗ γ) ' (α ∗ β) ∗ γ. 
Capı́tulo 2
Diagramas de homotopı́a (27-set-05)

En la sección anterior advertimos que nos movemos sobre terreno resbaladizo aun sin percibirlo. El éxito de
nuestro programa de trabajo dependerá de la capacidad de producir homotopı́as en el momento adecuado, y
al estudio de esta posibilidad es precisamente a lo que nos abocaremos. Nuestra labor será recompensada con
la obtención inmediata de los primeros resultados hábiles para contrastar curvas.

Para permitir un rápido trueque de emplazamientos dentro de un diagrama, dada una curva, necesitamos
emular la construcción asociada a la indiferencia de la flecha del tiempo. Revertir el parámetro significa
tomar una curva α ∈ C(I; X) y definir α mediante α(s) = α(1 − s), reflejo que, por ser la composición de dos
funciones continuas, también integra C(I; X). Evidentemente, una doble reversión recupera la curva original.
Esto formaliza la idea de dos curvas “iguales pero de distinta orientación”. Como paso premiliminar al análisis
venidero, mostramos que esta construcción combina con la concatenación de curvas de manera compatible.

Lema 1 Para α ∈ Fx0 ,x1 y β ∈ Fx1 ,x2 se tiene α ∗ β = β ∗ α.

Prueba. Basta mirar en el espejo

α β β α
x•0
....................................................•
.....................................................•
x•2
.. ....................................................•
.....................................................•
..
x1 x2 x1 x0

para convencerse. 

Cuando abstraigamos el efecto de una homotopı́a en un diagrama tı́pico

D.........................β
..............................C
.
.. ..
... ...
.. ...
... ...
γ ...
... H ...
... δ
... ...
... ...
... ..
.......................................................
A α B,

la función H estará definida en I × I y asumirá valores en X. En la notación de la Sección 1, las curvas h0 , h1


quedan dibujadas cual α y β, mientras γ, δ aluden a h0 , h1 . Los vértices, rotulados alfabéticamente en sentido
antihorario, son obviados por lo general y mostrarán utilidad recién cuando se haga imperativo recalcar las
igualdades A = α(0) = γ(0), B = α(1) = δ(0), C = δ(1) = β(1), D = γ(1) = β(0). Hay también quienes, en
otros textos, adornan con flechas el perı́metro. Ello, a la postre, resulta contraproducente. Acá α, β aceptan s
como parámetro, y el eje horizontal se descifra siempre de izquierda a derecha. Por otro lado γ, δ dependen de
t, y para ésta, la segunda variable, la convención es de abajo arriba.

Son dos las manipulaciones básicas que permiten construir nuevas homotopı́as en base a una anterior:
reversión en el tiempo y permutación de ejes. La primera ya fue anotada en la sección anterior y permitió
encumbrar a la homotopı́a al nivel de relación de equivalencia; mientras la segunda es la rutinaria asignación
Ȟ(s, t) = H(t, s). Sin embargo, no es difı́cil imaginar otras simetrı́as del cuadrado. Si nos sentamos a contar,
aparecen ocho en total: ellas corresponden a ubicar la letra A en alguna de las cuatro esquinas y escoger sentido
horario o antihorario para continuar recitando el abecedario.
Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 10

Si tomamos como referencia el rectángulo asociado a H, en la figura

A.........................α
.............................B
.
B..........................δ.............................C C.........................β
.............................D
.
.... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ...
.. ... .. ... .. ...
γ ...
... H ...
... δ α ...
... Ȟ ...
... β δ ...
...
...
... γ
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... ....................................................
D β C A γ D B α A

los dos primeros polı́gonos corresponden a las ya familiares H y Ȟ; el tercero, a la reversión del parámetro.
En lo tocante a este último —que introduce la homotopı́a definida por G(s, t) = H(1 − s, t)—, las curvas
asociadas a cada lado quedan instaladas adecuadamente. Por ejemplo, la “tapa”, que equivale a tomar t = 1,
esconde la identificación G(s, 1) = H(1 − s, 1) = β(1 − s) = β(s); la margen izquierda, ligada a s = 0, esconde
G(0, t) = H(1, t) = δ(t); similares comentarios son válidos para los otros dos lados. Todo ello resultarı́a más
fácil —¡aun!— si hubiésemos observado la disposición de las esquinas. Hemos elegido el extremo inferior derecho
para situar A. Ahı́ confluyen α y γ en el sentido de curvas informales, y por tal motivo B y D han de serle
adyacentes. Pero, sabido que B sigue fiel el reloj, los otros han de plegarse al orden designado. Para prestar
el acabado final, sobra orientar cada curva. A modo de ilustración instalemos γ y α. En la figura original γ
conecta A y D de abajo arriba, interprétese orientación vertical natural; ahora también sigue ese cause, y por
ende aparece inalterada en el tercer dibujo. Sin embargo, el segmento que une A y B rompe la rutina, y por
ello la curva α ha de ser revertida, vale decir, reemplazada por α.
No necesitamos analizar por separado las ocho disposiciones del cuadrado para descartar sorpresas: se
requieren las dos estudiadas al inicio y el resto aparecerá cual combinación de ellas. Partimos entonces de la
reversión en el tiempo rev(s, t) = (s, 1 − t) y la permutación de ejes per(s, t) = (t, s). A partir de estos dos
mecanismos recuperamos la reversión del parámetro como una composición

(s, t)
per
/ (t, s) rev / (t, 1 − s) per
/ (1 − s, t) H / H(1 − s, t).

Ello demuestra su continuidad, y de pasada nos convence de que las restantes combinaciones tampoco repor-
tarán nada extraño.
Es interesante rastrear el efecto topológico de estas acciones en la geometrı́a del cuadrado. Revertir el
tiempo significa intercambiar los vértices superiores por los inferiores; la permutación, trocar la esquina superior
izquierda por la inferior derecha. No obstante lo elemental de la secuencia, hay todavı́a posibilidad de yerro si
olvidamos que primero se modifica el cuadrado y recién luego se aplica H.

D.......................................C B .......................................C A.......................................D C .......................................D


... ... ... ...
.... .... .. ....
...
... ... per ...
... ... rev I ....... ...
... per .... ...
..
...
... .......H
...
...
...
... .............................
...
I ...
...
... .............................
... ....
... .........................I
... .... ...
............I
....
... . ... . ... ... ... ...
...................................... ...................................... ...................................... ......................................
A B A D B C B A

Propiedad 1 (Reversiones) La existencia de cualquiera entre los diagramas homotópicos

β
................................................... β
................................................... α
................................................... α
...................................................
.... .... .... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
γ ... ... δ δ ... ... γ γ ... ... δ δ ... ... γ
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... .. ... ..
...................................................... ...................................................... ...................................................... ......................................................
α α β β
δ
................................................... δ
...................................................
γ
................................................... γ
...................................................
.... .... .... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... .. ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
α ...
...
...
...
β β ...
...
...
...
α α ...
...
...
...
β α ...
...
...
...
β
... ... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... .. ... ..
...................................................... ...................................................... ...................................................... ......................................................
γ γ δ δ
implica la existencia de los siete restantes.

Prueba. Esto es fruto de lo trabajado arriba, donde advertimos que puede saltarse de cualquiera de ellos
al resto mediante una combinación de reversión en el tiempo, ejes o paramétro; el lector puede, a modo de
ejercicio, decidir, en cada caso, por las etapas intermedias a emplear. 
Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 11

Propiedad 2 (Apilamiento) La validez de los dos diagramas a la izquierda de

λ
...................................................
β
...................................................
...
..
β
...................................................
.... .... .... .... ... .... ....
... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ...
...
γ1 ....
... ...
... δ1 γ 2 ....
... ...
... δ 2 ..... γ1 ∗ γ 2 ..
...
.
.
...
... δ1 ∗ δ2
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. .. ... ..
.................................................... .................................................... ..
.. ....................................................
α λ . α

garantiza la existencia de cierta homotopı́a resumida a la derecha.

Prueba. Esto es el diagrama de apilamiento de la Página 6 especializado a curvas. 

Propiedad 3 (Alineamiento) La existencia de homotopı́as esquematizadas por los dos diagramas a la izquierda
de

...........................1 β ........................ ...........................2


β ........................
.
... β ∗β
.............1 .............................2
.........
.. .. .. .. .. .. ..
... .. ... .. .. ... ..
... .... ... .... .. ... ....
... ... ... ... .. ... ...
γ ...
...
...
... τ τ ...
...
...
... δ ...
...
γ ...
...
...
... δ
... ... ... ... .. ... ...
.
... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. .. ... ..
.................................................. .................................................. .. ..................................................
α1 α2 . α1 ∗ α2

ganantiza de existencia de una homotopı́a como la esquematizada a la derecha.

Prueba. Igual que en la propiedad anterior, esta vez con alineamiento. 

Para el alinear, podrı́amos haber sugerido otra lı́nea de razonamiento que, si bien más eficiente, poco o
nada refleja lo que ocurre. Tomemos G, H como las homotopı́as en cuestión y para ambas permutemos los ejes.
Después apilemos las homotopı́as logradas. En esta respuesta parcial permutamos por segunda vez los ejes, y
recuperamos G ∗ H. Esto, sin duda, resulta más contundente y certifica de pasada la continuidad, pero, en
revancha, no explica la dinámica interna de los acontecimientos. (Comparar discusión que precede al Teorema
1.1.)

Ahora especialicemos este tipo de esquemas cuando queremos mantener constantes las paredes laterales a
lo largo de las cuales discurre la homotopı́a entre dos curvas en Fx0 ,x1 .

β
...................................................
α
................................................... β
...................................................
.... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
x 0 .... H ... x1 x 0 .... H ... x1 x 1 .... ... x0
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... ....................................................
α β α

En esta oportunidad no disponemos de mucha libertad para reubicar vértices. Todo resulta válido siempre
y cuando al final obtengamos lados verticales constantes, pues, si no, escapamos al contexto de homotopı́a con
terminaciones estacionarias. Genéricamente ello es apenas concebible si los lados horizontales se mantienen
tales. De los ocho cuadrados estudiados en la Propiedad 1, son de utilidad apenas la mitad: el asociado con H
—arriba, a la izquierda—; la reversión del tiempo —al centro—; la reversión del parámetro —a la derecha—;
y la combinación de los dos últimos —no mostrado—, en cual todo se hace al revés, de tal suerte que ᾱ finaliza
arriba y x1 a la izquierda.
Dos detalles saltan a la vista. De acuerdo con lo comentado en torno a la Propiedad 1, en el diagrama
central deberı́a aparecer x0 en lugar de x0 (y lo mismo compete a x1 ); no obstante, si x0 hace las veces de
cx0 (t) ≡ x0 , la función cx0 es también constante y el valor adoptado es nuevamente x0 . El segundo aspecto
digno de mención es que el diagrama de la derecha ha logrado escabullirse del ámbito de Fx0 ,x1 para ingresar
al de Fx1 ,x0 .
Con esta combinatoria en marcha hemos convertido nuestra primera observación en una trivialidad.

Lema 2 La condición α ' x0 ,x1 β es equivalente a α ' x1 ,x0 β.


Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 12

Prueba. La comparación de los diagramas recién anotados provee la prueba pues resume el siguiente argu-
mento: si H es la homotopı́a entre α y β con secciones en Fx0 ,x1 , entonces la composición H ◦ per ◦ rev ◦ per
conecta ᾱ y β̄ dentro de Fx1 ,x0 . 

Esta teorı́a asume como responsabilidad central el clasificar curvas homotópicas dentro de cada familia.
Para comprobar si un par de ellas están emparentadas contamos con tres herramientas: la exhibición directa
de la homotopı́a; la combinatoria de los diagramas; y los resultados ya establecidos (como pueden serlo la
transitividad, el lema anterior u otros que iremos recolectando en ruta). En la prueba del lema anterior
pecamos de redundantes. Por un lado, recurrimos al cuadrado adecuado —lo cual es una manera indirecta
de invocar las fórmulas necesarias—, mientras por otro, transcribimos mecánicamente su significado. Esto es
adoptar una actitud insegura pues cada uno de estos esquemas es una forma relajada de enunciar un teorema.
En el futuro nos esmeraremos: apelaremos a uno u otro método, pero de ninguna manera a dos técnicas
distintas para sustentar la misma idea.

Propiedad 4 La validez de cualquiera entre los diagramas homotópicos


β
..................................................... β
..................................................... α
..................................................... α
.....................................................
.. .. .. .. .. .. .. ..
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
x 0 .... .
. ...
...
x1 x
1 .... .
. ...
...
x0 x
0 .... .
. ...
...
x1 x
1 .... .
. ...
...
x0
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... .. ... ... ... ..
...
...................................................
. ........................................................ ...
...................................................
. ........................................................
α α β β
confirma la coherencia del resto.

Prueba. Esto representa un caso particular de la Propiedad 1 al instalar γ = cx0 y δ = cx1 y retener
exclusivamente los diagramas pertinentes. 

El Corolario 1.1 muestra que las constantes son, en cierto sentido, indiferentes a la concatenación. Si ellas
se presentan como un elemento neutral, ¿quién desempeñará el papel de inversa? Por supuesto, invertir es
desandar, pero antes de corroborar este detalle, produciremos un diagrama por genereción espontánea.

Propiedad 5 Si γ es una curva continua entre x0 y x1 (es decir, un elemento constituyente de Fx0 ,x1 ),
entonces los ocho diagramas homotópicos
γ
................................................... γ
................................................... ............................0
x ....................... ............................0
x .......................
.... .... .... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... γ γ ... ... ... ... ... ...
x 0 .... ... ... ... x0 x
0 .... ... γ γ ... ... x0
.. ... ... ... .. ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... .................................................... ....................................................
x0 x0 γ γ
γ
...................................................
γ
................................................... ............................1
x ....................... ............................1
x .......................
.... .... .... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
x 1 ....
... ...
... γ γ ...
...
...
... x1 x
1 ....
... ...
... γ γ ...
...
...
... x1
.. ... ... ... .. ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... .................................................... ....................................................
x1 x1 γ γ
son realizables.

Prueba. Para construir el diagrama superior a la izquierda, basta definir H(s, t) = γ(st) (pues se satisface
0 ≤ st ≤ 1), y en el perı́metro del cuadrado correspondiente sólo aparecen x0 —cuando s ó t es nulo— y γ
—al tener s = 1 ó t = 1—. Los tres restantes en la primera fila son luego consecuencia de la Propiedad 1.
Similarmente, si aplicamos esta parte ya mostrada a la curva γ (que esta vez surca de x1 a x0 ), los diagramas
de la fila inferior se establecen al reemplazar en los superiores γ por γ y x0 por x1 . 

Por supuesto éstas no son las únicas homotopı́as generadas de la nada. El mismo hecho de que homotopı́a
entre curvas con extremos fijos sea una relación equivalencia, tácitamente nos regala una homotopı́a trivial
entre α ∈ Fx0 ,x1 y sı́ misma en donde en las paredes lateras aparecen incrustados x0 , x1 .

Ejemplo 1. Existen muchas maneras de construir diagramas gratuitos en base a combiciones de las propiedades
ya enunciadas. Una será la indicada en el lema demostrado a seguir; otra, la que desarrollamos a continuación.
Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 13

Sean α1 ∈ Fx0 ,x4 y α2 ∈ Fx4 ,x1 (ponemos x4 como punto de empalme de estas curvas para evitar que este
punto auxiliar entre en conflicto con la convención de vértices a ser adoptada para las siguientes páginas).
Entonces en

............................4
x .......................
x4
...................................................
x4
...................................................
.... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
α 1 .. .
. ... x4 x
4 .. .
. ... α2 α 1 .. .
. ... α2
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ...
...
....................................................
.. ...
....................................................
.. x
... 4
....................................................
..

α1 α2 •
α1 ∗ α2

la conjunción de la Propiedad 5 y el diagrama de alineamiento garantiza plenos derechos para una homotopı́a
como la insinuada a la derecha.

Lema 3 Si γ ∈ Fx0 .x1 , entonces se cumple γ ∗ γ 'x0 ,x0 cx0 . Igualmente, se tiene γ ∗ γ 'x1 ,x1 cx1 .

Prueba. En uso de la Propiedad 5 es posible construir una serie de homotopı́as gratuitas donde aparece a lo
sumo x0 , x1 , γ, γ; con ellas, la respuesta al problema de interés actual deviene ridı́culamente simple:

γ
...................................................
γ
...................................................
γ ∗γ
....................................................
... ... ... ... ... .. ...
... ... ... ... ... .. ...
... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... .. ...
x0 ... .
. ...
...
γ γ ...
...
...
...
x0 x
0 ... .
. .
.
.
.
γ ...
...
x0
.... ... ... ... .... ... ...
... .. ... .. ... ... ..
........................................................ ........................................................ ..........................................................
x0 x0 x0

pues basta alinear dos de ellas. 

Pese a la contundencia de este hecho capital, es preciso añadir unos comentarios. Es éste el preciso momento
cuando un novato empieza a ver brumosa la teorı́a. Reconoce la poca utilidad de la inefable clase intermedia de
curvas que comparten imagen, y corre al amparo de la familia Fx0 ,x1 por ser ésta la enfatizada en el enunciado
anterior. Sin embargo Fx0 ,x1 no es parte del problema: recurrimos a ella para escribir económicamente la
condición γ(i) = xi . Ninguna referencia posterior a x1 es presentada ni mucho menos necesaria.
La conclusión final equivale a presentar una Fx0 ,x0 -homotopı́a, y eso hemos logrado al empotrar sendos x0
en las bandas laterales.
Las demostraciones clásicas del resultado anterior son ya lugar común. Aparece una verborrea preliminar
cuya única finalidad es predisponer favorablemente al lector. Se arguye ası́. Como sólo disponemos de γ como
ruta de tránsito, seguimos este camino hasta donde convenga; de ahı́ retornamos a casa. Claro, todo ello debe
coordinarse con γ ∗ γ pues esta curva sienta el ritmo, y durante cierto intervalo central esperamos inmovilizados.
Ahora es cuestión de convertir todo lo expresado en fórmulas verosı́miles —pero en general indigeribles— y la
homotopı́a cae por gravedad.
Nosotros hemos adoptado una polı́tica similar, pero que ciertamente guarda sus distancias con la tan difun-
dida: si fijamos t0 y cotejamos las respectivas secciones de las homotopı́as finales, en la nuestra encontraremos
la concatenación de s 7→ γ(st0 ) con su propia reversión. En otras palabras, deambulamos a paso lento y al
sonarnos la medianoche retornamos a casa a la misma velocidad.

Corolario 1 La relación α 'x0 ,x1 β es equivalente a α ∗ β 'x0 ,x0 cx0 ; y éstas a su vez a β ∗ α 'x1 ,x1 cx1 .

Prueba. Si en α ' β “multiplicamos” a la derecha por β obtenemos —gracias al Lema 1.1— la relación
α ∗ β 'x0 ,x0 β ∗ β. Pero el Lema 3 indica que el lado derecho es, homotópicamente, identificable con cx0 .
Para la recı́proca se argumenta igual. Si multiplicamos α ∗ β 'x0 ,x0 cx0 a la derecha por β, el segundo
miembro se convierte en cx0 ∗ β, conectable gracias al Corolario 1.1 con β. Ası́, el primer miembro tórnase
α ∗ β ∗ β ' α ∗ cx1 ' α, donde hemos utilizado la Proposición 1.1 (para tomar productos en el orden que nos
plazca) y el Corolario 1.1 (para ignorar funciones constantes).
Para la apostilla siguimos el mismo método: multiplicamos por β ó β en el lado opuesto según lo demanden
las circunstancias. 

Utilizar un cuadrado para esquematizar una homotopı́a puede ser restrictivo: basta utilizar una figura
que sea, de modo obvio, equivalente a éste, digamos mediante un homeomorfismo de fácil reconstrucción, por
ejemplo cualquier rectángulo o un trapecio.
Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 14

β
...................................................
D ................................................... C
.... .. ... ...
... ... ... ...
...
...
...
...
...
...
...
... F
γ ...
... F ...
... δ ...
...
...
...
IX
.........................................
... ... ... ...
... .. ... ...
........................................................ ...
...................................................
.

α A B

........
.... ..............
... β D 0 .............................. D ................................................... C
... ....... ... .......
....... ....... ... ...
...
...
.......
.......
...
...
..
.......
.......
... C0 ϕ ...
...
...
...
...
...
..
...
...
...
..
...
...
...
...
...
F
γ ...
... F̃ ...
... δ ...
...
...
...
................................. I ...
...
...
... IX
.........................................
... .....
. ... .....
. ... ...
... .... ... .... ... ...
....... ....... 0
...
... .
.....
... ........... ...
... ...
...
.............
B ...
...................................................
.

.. .......... .. ...........
......... α A0 ......... A B

Figura 1. Cómo reemplazar una cuadrado por un trapecio

Como fuera indicado oportunamente, la medida del éxito en el terreno de la homotopı́a radica en la
capacidad del usuario en producir las cajas homotópicas correctas en el momento acertado. En otras palabras,
nos interesa saber qué posibilidad de existir posee una homotopı́a de α a β con paredes laterales γ, δ, digamos.
Por supuesto, existen condiciones que no por ser tácitas deben ser desestimadas. Nos referimos al hecho obvio
de que las esquinas del cuadrado corresponden a puntos especı́ficos, lo cual establece con ayuda de

x3.......................β x
............................ 2
... ...
... ...
.. ...
... ...
γ ...
...
...
... δ
... ...
... ...
... ..
..................................................
x0 α x1

(y aprovechamos la ocasión para introducir cierta notación) las igualdades x0 = γ(0) = α(0), x1 = α(1) = δ(0),
x2 = δ(1) = β(1), x3 = γ(1) = β(0).

Propiedad 6 Si α ∼x0 ,x1 α 0 , β ∼x3 ,x2 β 0 , β ∼x0 ,x3 γ 0 , δ ∼x1 ,x2 δ 0 (todas curvas con valores en X y dominio
I), entonces la validez de uno de los diagramas entre

β
...................................................
β0
...................................................
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... 0 ... .
. ...
γ ...
...
...
... δ γ ....
...
... δ0
... ... ... ...
... .. ... ..
...................................................... ......................................................
α α0
garantiza la validez del otro.

Prueba. La construcción de una homotopı́a en función de la otra se organiza cual

β0
...............................................................................................................................................................
.. ...... ... .
... ........ ...... ....
... x ...... x ...... ...
...
......3
..
.2
....... ...
...... .
... ...... ...... ...
... ...... ........ ...
...
...
......
...... β
.........................................................
..
.......
...
...
... .... .... ...
... ... ... ...
0 ... . . . ...
γ .
γ .
..
.
.
..
. δ ... δ0
.... .... .... ...
... ... ... ...
... ...
....................................................
. ...... ...
... .
....... ...... ...
...
... x 0 ........ ..
.. α ..
......
..
....... 1 x ...
...
... .
....... .. ...
..... ......
... ... ... ........ ..
... ......... ...... ...
............................................................................................................................................................................

α0

en cinco etapas diferenciadas (comparar Figura 1) y con bordes empalmados para aprovechar la Propiedad
1.8. 

Por interesante que pueda aparentar ser la Propiedad 6, es de muy poca utilidad cuando se habla de
homotopı́a de extremos fijos puesto que en tal contexto las paredes lateralares han de preservarse constantes.
Ello fuerza las igualdades γ = cx0 = cx3 = γ 0 y δ = cx1 = cx2 = δ 0 y la propiedad no desentraña nada
Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 15

ignorado de antemano: si a α ∼x0 ,x1 α 0 y β ∼x0 ,x1 β 0 se le añade como supuesto α 0 ∼x0 ,x1 β, entonces se
infiere α ∼x0 ,x1 β 0 ; es decir, conseguimos una prueba novedosa de la ya confirmada transitividad de ∼x0 ,x1 .

Ahora toca ilustrar las bondades del formalismo labrado estudiando la posibilidad de transferir la influencia
de un lado a otro, adyacente. Esto entre otras virtudes, permitirá convertir homotopı́as tı́picas (es decir con
curvas “horizontales” α, β y “verticales” γ, δ) en otras de extremos constantes mediante un proceso, además,
reversible.
Nuestra primera tarea consiste en conseguir un refinamiento del Ejemplo 1; ası́ mostraremos de pasada la
importancia de contar con el resultado técnico enmarcado en la Propiedad 6.

Ejemplo 2. Con la misma notación del Ejemplo 1 (vale decir α1 , α2 empalman en x4 ), de dos homotopı́as
triviales conseguimos una tercera según se muestra en el esquema

x α2 x4 cx4 ∗ α2
.............................4 ........................ ..................................................... •...........................................................
.... .... .... ....
... ... ... ... .... ....
... ... ... ... .. ...
α 1 .... ... ...
... x4 x 4 .... ... ...
... x1 α1 ........ ..
... x1
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... x 4 ..
.................................................... .................................................... ....................................................

α1 α2 α1 ∗ α2

En la caja resultante, aparece arriba cx4 ∗ α2 , curva que de acuerdo con la Propiedad 6 puede ser reeplazada
directamente por α2 sin por ello estropear el trabajo.
α2
...................................................
α1 ∗ α2
...................................................
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
α 1 ... .
. ...
...
x1 α 1 ....
.
. ...
...
x1
.... ... ... ...
... .. ... ..
...................................................... ......................................................
α1 ∗ α2 α2

El esquema resultante se muestra a la izquierda; aquel ubicado a la derecha es equivalente a éste según dicta
la Propiedad 1.

Propiedad 7 (Desplazamiento) La existencia de cualquiera entre los diagramas homotópicos

β
..................................................... β
..................................................... β
..................................................... β
.....................................................
.... .... .... .... .... .... .... ....
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
γ ...
...
...
... δ α1 ∗ γ ...
...
...
... δ γ ...
... α ∗ δ α1 ∗ γ
...
...2
...
... α ∗δ ...
...2
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
.... .. .... .. .... .. .... ..
................................................... ................................................... ................................................... ...................................................
α1 ∗ α2 α2 α1 x4
garantiza la existencia de los tres restantes. (Acá x4 = α1 (1) = α2 (0).)

Prueba. Veamos rápidamente como pasar del primero al segundo. A partir de las dos homotopı́as de la
izquierda en

α1 ∗ α2
..................................................... β
.....................................................
β
.....................................................
.. .. .. .. .. ..
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
α 1 ... ... ...
...
x1 γ ...
...
...
... δ α1 ∗ γ ...
... c x..... 1
.
∗δ
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... ..
.................................................. .................................................. ..................................................
α2 α1 ∗ α2 α2

—una es gratuita según se indicó en el Ejemplo 2, mientras la otra constituye la hipótesis de trabajo— se
arriba a la de la derecha por apilamiento. Y esta última es, en conformidad con la Propiedad 6, equivalente a
la segunda de las despregadas en el enunciado.
A fin de revertir el proceso, es decir, para pasar de la segunda a la primera, “desapilamos” cual

α2
................................................... β
...................................................
β
...................................................
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
α 1 ... .
. ...
...

11 ∗ γ ...
...
...
... δ α1 ∗ α ∗ γ 1.... .
. c x...... 1 ∗δ
.... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... ..
...................................................... ...................................................... ......................................................
α1 ∗ α2 α2 α1 ∗ α2
Capı́tulo 2. Diagramas de homotopı́a 16

y ası́ logramos una caja todos cuyos lados son homotópicos a los del primero de la lista; y por ello equivalente
a éste.
Conocida la equivalencia del primer y la segundo esquema, pasamos del primero al tercero por intermedio
de propiedades ya asimiladas:

β
................................................... β
................................................... β
................................................... β
...................................................
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ...
γ ...
...
...
... δ δ ...
...
...
...
γ α2 ∗ δ ...
...
...
...
γ γ ...
... α ∗δ ...
...2
... ... ... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... .. ... ..
........................................................ ........................................................ ........................................................ ........................................................
α1 ∗ α2 α2 ∗ α1 α1 α1

donde, del primero se salta al segundo merced a la Propiedad 1 y la igualdad α1 ∗ α2 = α2 ∗ α1 ; del segundo al
tercero, utilizando la parte ya verificada de la propiedad en cuestión; y finalmente, aprovechamos que la doble
reversión recupera la curva original para, por intermedio de nuevamente la Propiedad 1, lograr el cometido.
Conocidas estas dos propiedades, sustituimos α1 ∗ α2 por α1 ∗ cx4 ∗ α2 (acá se invoca indirectamente la
Propiedad 6), para a continuación desplazar α1 a la izquierda cual α1 —seguido de γ— y α2 a la derecha sin
modificar —seguido de δ, por supuesto—. Los términos pueden retornarse a la posición original gracias a lo
ya comprobado. 

Ejercicio. Si en un diagrama de homotopı́a tı́pico cambiamos γ por γ1 ∗ γ2 , ¿cómo puédense transferir γ1 , γ2 a


los segmentos horizontales? (Sugerencia: utilice la Propiedad 1 para situar γ1 ∗ γ2 en la parte inferior, aplique
la Propiedad 7 y, por último, restablezca cada segmento a su posición natural.) [Respuesta: Los cambios
inmediatos son enviar γ1 a la parte inferior, donde ahora ha de leerse γ 1 ∗ α; por su parte, al subir γ2 , en la
tapa aparece γ2 ∗ β en reemplazo de β.]

Es claro que propiedades análogas se establecen cuando cualquiera entre los lados de la homotopı́a es
presentado cual concatenación de dos curvas. Para evitar entrampamientos acerca de cuál de las dos partes
debe ir a cual, proponemos un método que no da lugar ni tiempo a entredichos.
Supongamos que ahora sea β quien venga presentado cual β1 ∗β2 , con punto de empalme β1 (1) = β2 (0) = x4 .
En tal caso, aparece a su izquierda γ, curva que termina en γ(1) = β1 (0), y por consiguiente es β1 , quien cual
γ ∗ β1 , resulta su continuación natural; por el otro costado tendremos β2 (1) = δ(1) y por tanto, tendremos que
revertir β2 para lograr en δ ∗ β 2 la prolongación de δ.
Con este método, resulta entonces clara a la validez de la siguiente propiedad.

Propiedad 8 (Transferencia) En
β β β
..................................................... ..................................................... .....................................................
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
γ ... ... δ α1 ∗ γ ... ... δ γ ... α ∗δ ...1
... ... ... ... ... ...
... ... ... ... ... ...
... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... ....................................................
α1 ∗ α2 α2 α1
β
.................................................
γ 2 ∗β
.................................................
β
.................................................
.. .. .. .. .. ..
... ... ... ... ... ...
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ...
... ... ...
γ1 ∗ γ ... 2
...
...
... δ γ 1 ....
...
... δ γ
2 ....
...
... δ
... ... ... ... ...
... ... .. ... .. ...
... .. ... .. ... ..
..................................................... ..................................................... .....................................................
α α γ1 ∗ α
β 1 ∗ β2
.................................................
β 2
.................................................
β1
.................................................
.. .. .. .. .. ..
... ... ... ... ... ...
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ...
... ... ...
γ ...
...
... δ γ∗β ... 1
...
... δ γ ...
...
δ ∗ β2...
... ... .... ... ... ...
... ... .. ... ... ...
... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... ....................................................
α α α
β
.................................................
β ∗ δ2 β
... ... ...................................................
.. .. .................................................
... ...
... ... ... ... ... ...
.. ... .. ... .. ...
... ... ... ... ... ...
γ ... ... γ ... ... γ ... ...
...
...
δ ∗ δ2
1..... ...
...
...
...
δ1 ...
...
...
...
δ2
... .... ... ... ... ...
... .. ... .. ... ..
.................................................... .................................................... ....................................................
α α α ∗ δ1

todos los diagramas que aparecen en una misma fila son equivalentes. 
Capı́tulo 3
Grupo Fundamental (29-set-05)

A poco de empezar este volumen propusimos el concepto de homotopı́a para formilizar la observación de que
dos curvas parecidas han de tener comportamiento un tanto similar. Junto a ello introducimos la concatenación
de caminos, una construcción bastante permeable a las ideas anteriores, como lo atestiguan nuestros logros.
Al pensar en clases, el Lema 1.1 advierte que esta operación desciende hasta el cociente. A partir de allı́
vamos descubriendo elementos neutrales, reversiones y asociatividad, todo ello compatible con lo andado. Sin
embargo, al poner los restantes lemas bajo la lupa, notamos que lo anterior no basta para hablar de un grupo,
pues x0 y x1 , los puntos referenciales, aparecen intercambiados donde menos es deseable.
Para solucionar este impase, hacemos lo de siempre en matemáticas. Si tropezamos con un problema,
imponemos condiciones técnicas a fin de ignorarlo. En otras palabras forzamos a que x0 y x1 sean iguales, y
ahora sı́ disponemos de un grupo. Por supuesto, al pasar de largo, algún tipo de peaje hay que tributar. De
esta forma el estudio se especializa aún más, y la familia de interés deviene Fx0 , la colección de curvas cerradas
que parten y terminan en x0 .

Definamos el conjunto Lx0 de las clases de equivalencia de la familia Fx0 . Ası́, cada miembro cobra forma
en [α], donde α es una curva continua sujeta a α(0) = α(1) = x0 .
El Lema 1.1 garantiza que la expresión
[α] ∗ [β] = [α ∗ β]
está bien definda y determina una operación binaria. El Corolario 1.1 estipula además [α] ∗ [cx0 ] = [α] =
[cx0 ] ∗ [α], y por lo tanto nos encontramos ante un elemento neutral. Sin necesidad de aventurarse más lejos, la
convención [α]−1 = [α] —la clase de la reversión— alardea de inversa gracias al Lema 2.3. Todo ello es posible
merced a que ahora el punto inicial y terminal coinciden. Al conjunto Lx0 provisto de esta operación binaria
∗ se le llama grupo fundamental de X con punto base x0 y se utiliza π1 (X, x0 ) para denotarlo.

Teorema 1 El grupo fundamental es un grupo.


Prueba. El único axioma falto de comentar es la asociatividad del producto. Pero ello es consecuencia de la
Proposición 1.1. 

La notación puede causar extrañeza a más de uno. Normalmente se habla del grupo fundamental de un
espacio sin hacer alusión a un punto base x0 . Con esto hay que andar con sumo cuidado. No nos referimos al
hecho obvio de que puntos distintos x0 , x1 determinen colecciones Lx0 , Lx1 constituidas por objetos disı́miles,
sino a algo más profundo: los grupos ası́ formados hasta pueden ser estructuralmente diferentes. Realmente, si
queremos curvas que partan de x0 , apenas están a tiro los puntos en la misma componente arco conexa. Con
puntos remotos, toda comunicación queda frustrada.
Resulta que π1 (X, x0 ) depende de la componente arco conexa de X en donde se ubica x0 . Con ello in-
sinuamos que existe una manera canónica y natural de construir un isomorfismo algebraico entre π1 (X, x0 ) y
π1 (X, x1 ) siempre y cuando sea posible tender un puente entre x0 y x1 .
Para dedicarnos de lleno a este asunto y evitar distracciones retóricas, es mejor asumir que X es conexo
por caminos. De esta forma siempre existe una curva λ entre x0 y x1 . La meta es lograr una descripción de
π1 (X, x1 ) a partir de π1 (X, x0 ) y viceversa, y λ tendrá que trascender de ser un nexo fı́sico a uno conceptual.
Si conocemos un camino cerrado α por x0 , interesa saber cómo construir otro que empiece y termine en
x1 . La solución es sencilla. Recorremos la ruta λ en reversa, transbordamos a α y dado que el paseo concluye
Capı́tulo 3. Grupo fundamental 18

en x0 , retornamos mediante λ. Por supuesto, esto puede ser escrito α 7→ λ ∗ α ∗ λ, asignación que convierte
caminos cerrados en x0 en curvas cerradas por x1 .
Cuando tenemos α 'x0 ,x0 β, los resultados de las secciones anteriores adelantan la relación λ ∗ α ∗ λ 'x1
λ ∗ β ∗ λ. Escribamos todo ello de modo convincente.

Lema 4 Para λ ∈ Fx0 ,x1 , la asignación ad(λ) : π1 (X, x0 ) → π1 (X, x1 ) dada por

ad(λ)([α]x0 ) = [λ ∗ α ∗ λ]x1

define un homomorfismo de grupos.

Prueba. La buena definición fue esbozada arriba. Tenemos que mostrar únicamente que ad, esta especie de
adjunta, representa un homomorfismo de grupos. Debemos andar con cierto cuidado pues estamos trabajando
en simultáneo con dos tipos de clases: por ello marcamos con subı́ndices el ambiente de trabajo. Por si ello
fuese poco, también aparecen λ y λ como conectores. Una concatenación de curvas dentro un corchete no
puede ser “desenganchada” arbitrariamente para convertirla en un producto de clases. Sólo nos permitimos
ese privilegio en aquellos ∗ donde aparecen, tanto a izquierda como a derecha, curvas en torno al punto xi de
referencia. Recién en este caso la expresión [δ ∗ γ]xi podrá desdoblarse en [δ]xi ∗xi [γ]xi . Esto será detallado en
el curso de la demostración.
Tomemos dos lazos α, β ∈ Fx0 . Para evaluar ad(λ)([α] ∗x0 [β]) sustituimos [α] ∗x0 [β] = [α ∗x0 β]), y queda
[λ ∗ α ∗ β ∗ λ]x1 . Esta expresión no puede ser subdividida ya que ninguno entre los caminos intermedios hace
escala en x1 . En cambio, vemos a α terminar donde β empieza, y por ello cx0 puede ser incertado sin alterar
la clase de homotopı́a de α ∗ β. Ahora es cuestión de apegarnos al Lema 2.3 y reemplazar cx0 por λ ∗ λ. La
clase ası́ obtenida es entonces
[(λ ∗ α ∗ λ) ∗ (λ ∗ β ∗ λ)]x1 ,
donde el uso de paréntesis sirve para amalgamar curvas que sı́ pertenecen a Fx1 . Usando acto seguido la
definición del producto, esta larga cadena resulta idéntica a ad(λ)([α]) ∗x1 ad(λ)([β]).
Restando algo de importancia a la asociatividad, la prueba se resume en el siguiente diagrama, donde
resaltamos las homotopı́as claves y la ruptura.

λ α β λ
....
......
.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...

............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................
....
......
...... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......
x1 ......
......
x . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
...0 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..0
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . x ......
......
x1
...... λ ..... . . . . . . . . . . . . . . . . .x α ∗ c
......................................................................................................................................0
. . . . . . . . . . . . ...
. . . . . . . . . . . .. β λ ......
....
......
...... ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...

... . . ......................................................................................................................................................................................................................
......
...... ......
x1 ......
......
x . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . .
..0. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..0
x ......
......
x1
λ
...... α .... . . . . . . . . . . . . . . .... λ ∗ λ β λ
...........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................
....
....
......
• ....
......
• ....
......
...... ...... ......
x1 ......
......
......
...... 1
x ......
......
x1
......
λ∗α∗λ ...... λ∗β∗λ
.....................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................
....

Para constatar la compatibilidad con la inversa recordamos primero que el proceso de revertir una curva
es una involución. Junto a ello utilizamos el Lema 2.1 para proceder de atrás hacia adelante y confirmar

ad(λ)([α])−1 = [λ ∗ α ∗ λ]−1 = [λ ∗ α ∗ λ] = [λ ∗ α ∗ λ] = ad(λ)([α)];

el resultado se obtiene de la igualdad [α]−1 = [α], válida por definición. 

Ahora es sólo cuestión de desatar lo anudado para conseguir el resultado al cual venı́amos apuntando.

Teorema 2 Elijamos x0 , x1 ∈ X, donde X es conexo por caminos. Entonces los grupos fundamentales
π1 (X, x0 ), π1 (X, x1 ) son isomorfos.

Prueba. El homomorfismo ad(λ) tiene por inversa lateral a ad(λ) como se deduce inmediatamente de la
igualdad

ad(λ)ad(λ)[α] = [(λ ∗ λ) ∗ α ∗ (λ ∗ λ)] = [λ ∗ λ] ∗ [α] ∗ [λ ∗ λ] = [cx1 ] ∗ [α] ∗ [cx1 ] = [α].

Si intercambiamos los libretos de x1 , λ por los de x0 , λ, damos por zanjada la discusión. 


Capı́tulo 3. Grupo fundamental 19

Si X es arco conexo, a la clase algebraica del grupo π1 (X, x0 ) —y por abuso a cualquier representante de
ella— se la llama grupo fundamental de X. El teorema anterior garantiza que la elección de x0 ∈ X es
inmaterial.

Ejemplo 1. Si X consta de un solo punto, entonces π1 (X) es trivial. Al único punto de X lo llamamos x0 . En
este caso la familia Fx0 consta apenas de la ruta constante s 7→ x0 , y por tanto, por más que nos esmeremos,
una relación de equivalencia en Fx0 —como lo es Lx0 — determina exactamente una clase. Ello significa que
π1 (X, x0 ) también es un conjunto unitario, en donde, por ende, cabe apenas estructura de grupo trivial.

En estas definiciones hemos utilizado exclusivamente conceptos topológicos sólidos. Ası́, por más que modi-
fiquemos los nombres, los objetos cobran vida propia y la construcción resulta portable. En particular el grupo
fundamental de un espacio conexo por caminos resulta un invariante topológico.
Lo expresado en el párrafo anterior es lapidario. Sin embargo, podemos ser condescendientes con el lector
y “demostrarlo”. El motivo de ello, no es ni bondad, ni paternalismo, sino más bien intereses velados. Cuando
tenemos dos espacios topológicos, cada cual posee su grupo fundamental —o sus, para ser correctos—. Si
f : X → Y es una función continua sujeta a f (x0 ) = y0 , pretendemos usar f para pescar en π1 (Y, y0 )
utilizando de carnada una clase [α] en π1 (X, x0 ).
La idea es sencilla y simple. Sea f : X → Y una función continua que satisface f (x0 ) = y0 y f (x1 ) = y1 .
Toda curva α ∈ Fx0 ,x1 da origen, por composición, a un camino f ◦ α que conecta y0 con y1 . Por supuesto,
si y0 = y1 , entonces este último se cierra en torno a y0 . Para transferir la totalidad del aparato de un espacio
topológico a otro, hemos de entender en primera instancia cuán bien se comportan las operaciones básicas: la
reversión, la concatenación y la homotopı́a. Ello es precisamente el contenido de los siguientes tres lemas.

Lema 5 Para α ∈ Fx0 ,x1 se cumple f ◦ α = f ◦ α.

Prueba. La reversión afecta sólo al parámetro s y este último ejerce presión a lo más en α. En sı́mbolos, es

f ◦ α(s) = f ◦ α(1 − s) = f (α(1 − s)) = f (α(s))

lo que logramos. 

Lema 6 Para α ∈ Fx0 ,x1 , β ∈ Fx1 ,x2 se tiene f ◦ (α ∗ β) = (f ◦ α) ∗ (f ◦ β).

Prueba. Nuevamente el parámetro s sólo influye en α y β. 

Lema 7 Si α, β ∈ Fx0 ,x1 son curvas homotópicas, entonces f ◦ α, f ◦ β ∈ Fy0 ,y1 también lo son.

Prueba. El razonamiento es nuevamente el mismo. La homotopı́a es algo mágico evocado en algún lugar
impreciso entre I × I y X; la función f se mantiene al margen de este reodenamiento previo. Convirtamos tal
argumento en una fórmula. Sea H : I × I → X la homotopı́a de puntos fijos entre α y β.

β f (β)
.......................................................................... .........................................................................
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
...
...
...
...
f ...
...
...
...
x0 ...
...
H ...
...
x1 I y0
................................................................. ...
...
f ◦H ...
...
y1 = f (x1 )
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
... .. ... ..
........................................................................... ...........................................................................

α f (α)

La función continua G(t, s) = f (H(t, s)), de valores en Y , satisface: abajo G(0, s) = f (H(0, s)) = f (α(s)),
arriba G(1, s) = f (H(1, s)) = f (β(s)), a la izquierda G(t, 0) = f (H(t, 0)) = f (x0 ) = y0 , y, finalmente, a la
derecha G(t, 1) = f (H(t, 1)) = f (x0 ) = y0 . 

Sea f : X → Y una función continua. Para resaltar una condición tipo f (x0 ) = y0 usaremos f : (X, x0 ) →
(Y, y0 ); si además se necesitase f (x1 ) = y1 , entonces recurriremos a f : (X, x0 , x1 ) → (Y, y0 , y1 ), . . . y ası́ a
cuantos xi e yi sean reclutados.
Capı́tulo 3. Grupo fundamental 20

Proposición 1 Si f : (X, x0 ) → (Y, y0 ) es continua, entonces la asignación f∗ : π1 (X, x0 ) → π1 (Y, y0 ) dada


por f∗ ([α]x0 ) = [f (α)]y0 determina un homomorfismo de grupos.

Prueba. Según el Lema 4, la definición no depende del representante elegido. Esta f∗ es un homomorfismo
pues respeta productos —como es afirmado por el Lema 3— e inversas —tal como lo indica el Lema 2—. 

Proposición 2 Sean f : (X, x0 ) → (Y, y0 ) y g : (Y, y0 ) → (Z, z0 ) continuas. Entonces se cumple (g ◦ f )∗ =


g∗ ◦ f∗ .

Prueba. Esto es inmediato. Para α ∈ Fx0 , se verifica

g∗ ◦ f∗ ([α]x0 ) = g∗ [f (α)]y0 = [g(f (α))]z0 = [(g ◦ f )(α)]z0 = (g ◦ f )∗ ([α]x0 )

sin lugar a apelación. 

Ejemplo 2. Si tomamos idX , la identidad en X, el homomorfismo de la Proposición 1 resulta ser la identidad


del grupo fundamental pues satisface (idX )∗ [α] = [id ◦ α] = [α].

Teorema 3 Sean X e Y espacios topológicos homeomorfos. Escojamos puntos x0 , y0 que se corresponden.


Entonces π1 (X, x0 ) y π1 (X, y0 ) son, de manera natural, algebraicamente isomorfos.

Prueba. Tomemos ϕ : X → Y con inversa ψ : Y → X, y acoplémoslas en el diagrama conmutativo


idX
...........................................................................................................................................................................................................................
.... ....
.. ..
... ...
.
ϕ ψ H .
ϕ
(X, x0 ) ......................................................I (Y, y0 ) ......................................................I (X, x0 ) ......................................................I (Y, y0 ).
...
...
...
N ...
...
...
... id
...............................................................................................................Y
...........................................................................................................
...

Este diagrama a nivel de grupo fundamental da origen a


(idX )∗
.......................................................................................................................................................................................................................
.....
.. ....
... ...
.... ....
ϕ∗ ψ∗ H ϕ∗
π0 (X, x0 ) ...........................................I
.... π (Y, y )
0 0
............................................... Iπ0 (X, x0 ) ...........................................I .... π (Y, y ),
0 0
...
...
...
N ...
...
...
.............................................................................................(id Y )∗
... ...
............................................................................................................................

de donde rescatamos lo anunciado. 

Esta teorı́a de homotopı́a y grupo fundamental es tremendamente ingrata para con los advenedizos. Al
inicio seduce, pero a la menor distracción se las arregla para extraviarnos. Todo fluye. En contraste, fácilmente
perdemos la capacidad de recuperar las homotopı́as involucradas. Para lograr el éxito en esta arena, es menester
exhibir la deformación. Mientras no seamos capaces de ello, las ideas axiales no podrán captarse y viviremos
una ilusión. Por otro lado, no es tarea fácil construir ejemplos con un mı́nimo de sustancia. Ello se debe a
que por lo general es sencillo conectar dos curvas mientras éstas sean equivalentes. El primer tropiezo serio
aparece cuando queremos mostrar que dos curvas cerradas pertenecen a distintas clases. Ésta es una teorı́a
riquı́sima y existen técnicas para lidiar con la situación. Nosotros, de acá a poco, en secciones subsiguientes,
desarrollaremos las más importantes. Sin embargo, antes de apresurarnos y adentrarnos en lo desconocido, nos
detendremos un par de capı́tulos para analizar las ventajas de contar con espacios homotópicamente insulsos
y a aprender a reconocerlos.
Las curvas homotópicamente triviales se encuentran en el corazón de la teorı́a. Es más importante saber de-
tectarlas que consumir energı́a tratando de construir espacios topológicos con grupos fundamentales exóticos.
Si por ejemplo queremos hacer uso eficiente de la Proposición 1, nos puede interesar saber cuándo un homo-
morfismo f∗ es inyectivo; como nos encontramos en la categorı́a algebraica, para que ello sea cierto, debemos
asir el núcleo de f∗ y mostrar la trivilidad de cada clase ahı́ encontrada.

Al considerar una clase [α] ∈ π1 (X, x0 ), tácitamente disponemos de una curva α : I → X sujeta a
α(0) = α(1) = x0 , la cual puede, manteniendo el punto inicial y final inertes, servir como patrón de comparación
Capı́tulo 3. Grupo fundamental 21

de ciertas deformaciones. Dado que la ocasión lo amerita, es indispensable advertir al lector de la importancia
de no sólo mantener a lo largo del proceso la curva cerrada, sino, también, clavada al punto de referencia.

Bueno, estamos obligados a ilustrar la teorı́a mediante ejemplos. En el que detallaremos a continuación, el
grupo fundamental será trivial, pero no por ello deja de ser un ejemplo de capital importancia.

Ejemplo 3. Todo subconjunto convexo no vacı́o de un espacio euclideano es simplemente conexo; es decir, su
grupo fundamental consta de un único elemento. Para un tal espacio X, fijemos x0 ∈ X. Usaremos lo que
se llama una retracción fuerte. Por definición una retracción fuerte a A ⊂ X es una asignación continua
r : I × X → X que satisface tres condiciones:
• para todo a ∈ A se tiene r(t, a) = a;
• cuando t = 0 la sección x 7→ r(0, x) es la identidad;
• para t = 1 se cumple r(1, x) ∈ A.

En nuestro caso nos valemos de la convexidad de X para por intermedio de r(t, x) = (1−t)x+tx0 conseguir
una retracción hacia A = {x0 }, en este caso.
Una tal retracción puede ser interpretada como una homotopı́a con la cual A succiona cualquier ob-
jeto en el universo. Elijamos α ∈ Fx0 y apreciemos el efecto surtido. Tomemos H(t, s) = r(t, α(s)) y
contemplemos algunos valores asumidos por esta función continua. Para los extremos en el tiempo ten-
emos H(0, s) = r(0, α(s)) = α(s), ası́ como también H(1, s) = r(1, α(s)) = x0 ; y de esta forma hemos
conectado cx0 con α. Para las caras laterales aprovechamos la hipótesis α(0) = α(1) = x0 : por ejemplo
H(t, 0) = r(t, α(0)) = r(t, x0 ) = x0 , con idéntico valor para H(t, 1). En otras palabras α es homotópica a cx0
y, de esta forma, la única clase existente en Fx0 es aquella determinada por la identidad. Por consiguiente, el
grupo fundamental de X es trivial.

Teorema 4 Si X es homeomorfo a un subconjunto convexo de un espacio euclideano, entonces π1 (X) es


trivial.

Prueba. Inmediato del ejemplo anterior y el Teorema 3. 

Podemos detenernos un instante para mirar al detalle la definición de retracción fuerte presentada en
el Ejemplo 3. La meta es probar que un espacio comparte grupo fundamental con todos su retractos de
deformación fuerte; es decir, las retracciones van despojando el espacio de adornos en lo que a esta teorı́a
compete. Cara a ello requerimos antes verificar una formalidad.

Lema 8 Si A es un retracto de deformación fuerte de un espacio arco conexo X, entonces también A es


conexo por caminos.

Prueba. Tomemos dos puntos a0 , a1 ∈ A ⊂ X y unámoslos por un camino γ : [0, 1] → X. En este caso, si r
es la retracción, la curva s 7→ r(1, γ(s)) es continua, cae en A, y satisface r(1, γ(0)) = r(1, a0 ) = a0 además de
obedecer r(1, γ(1)) = r(1, a1 ) = a1 . 

Teorema 5 Sea A un retracto de deformación fuerte de un espacio arco conexo X. Entonces la incrustación
natural inc : A → X induce un isomorfismo de grupos fundamentales.

Prueba. Tomemos un punto a ∈ A ⊂ X y mostremos que la función inducida inc∗ : π1 (A, a) → π1 (X, a) es
inyectiva y sobreyectiva.
Para la inyectividad notamos que r1 ◦ inc, donde r1 (a) = r(1, a), simplifica a la identidad pues se cumple
r1 (a) = a para todo a ∈ A. De este modo, la composición (r1 )∗ ◦ inc∗ es, en virtud de la Proposición 2, la
identidad de π1 (A, a). Se sigue por teorı́a de conjuntos elemental que inc∗ es uno a uno.
En lo que a sobreyectividad afecta, debemos tomar una curva cerrada γ en X, el espacio ambiente, sujeta a
γ(0) = γ(1) = a, y construir un lazo α, con valores en A, homotópico a γ; especı́ficamente α(s) = r(1, γ(s)) ∈ A.
Cada sección de (s, t) 7→ r(t, γ(s)) cumple r(t, γ(0)) = r(t, a) = r(t, γ(1)), y por lo mismo cada t fijo determina
una curva cerrada basada en r(t, a) = a. Ası́, las curvas γ y α son homotópicas y resulta evidente la igualdad
inc∗ ([α]) = [inc ◦ α] = [α] = [γ]. 
Capı́tulo 3. Grupo fundamental 22

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◦ .
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Figura 2.1 El sentido geométrico de una retracción fuerte.

Ejemplo 4. Un ejemplo no trivial de retracción fuerte lo proporciona la función r : C∗ × [0, 1] → S 1 definida


mediante
z
r(t, z) = (1 − t)z + t ,
|z|
la cual proyecta el plano agujereado sobre el cı́rculo unitario.
Esta función continua satisface r(t, z) = z cuando |z| = 1, es idéntica a la identidad para t = 0, y tiene
imagen en la circunferencia unitaria si t = 1. Sin embargo, para merecer el epiteto de retracción debe evitar el
origen pues este último punto no es parte del espacio ambiente C∗ = C − {0}. Pero ello, en efecto, se cumple,
pues (1 − t)z + tz/|z| = 0, para z 6= 0, implica (1 − t)|z| + t = 0, y esta ecuación en t, por un argumento de
convexidad, admite solución entre 0 y 1 si y sólo si el origen se interpone entre 1 y |z|, lo cual no es cierto.

El Teorema 5 aplicado a este caso particular indica que el grupo fundamental del plano agujereado y el de
una circunferencia son algebraicamente indistinguibles. Pronto lo identificaremos.

Ejemplo 5. El plano con dos agujeros versus la figura del número 8. [DESARROLLAR]

Ejemplo 6. Puntas de polı́gonos!! (ver más adelante) [DESARROLLAR]

Por último, presentamos un resultado que confirma la naturalidad de la construcción: el grupo fundamental
de un producto cartesiano es equiparable con el producto de los respectivos grupos fundamentales.

Teorema 6 Sean X, Y espacios conexos por caminos. Entonces, dados x0 ∈ X e y0 ∈ Y , se tiene, de manera
natural, que los grupos π1 (X × Y, (x0 , y0 )) y π1 (X, x0 ) × π1 (Y, y0 ) son isomorfos.

Prueba. Como toda curva en X ×Y se desdobla en primera y segunda componente, deducimos inmediatamente
que curvas cerradas α = (αX , αY ) y β = (βX , βY ) son homotópicas respecto al punto (x0 , y0 ) ∈ X × Y si y
sólo si quedan sujetas a αX 'x0 βX y αY 'y0 βY .
Aplicando proyección a proyección la Proposición 1, logramos un homomorfismo

[(αX , αY )](x0 ,y0 ) 7→ ([αX ]x0 , [αY ]y0 ),

de π1 (X × Y, (x0 , y0 )) en π1 (X, x0 ) × π1 (Y, y0 ), claramente sobreyectivo. La naturaleza inyectiva de esta asig-


nación también es trivial pues de una igualdad tipo ([αX ]x0 , [αY ]y0 ) = ([cx0 ], [cy0 ]) se desprende de lo desar-
rollado en el primer párrafo que (αX , αY ) es una curva cerrada homotópica a la función constante c(x0 ,y0 ) .


Ejemplo 7. Dado que un toro T es el producto cartesiano de dos cı́rculos, obtemos inmediatamente del
teorema anterior la identificación
π1 (T) = π1 (S 1 ) × π1 (S 1 ).
Lo mismo vale en mayores dimensiones.
Capı́tulo 4
Espacios simplemente conexos (29-set-05)

Antes de abordar problemas de existencia de espacios con grupo fundamental voluminoso, nos detendremos
a descubrir el compromiso que conlleva el contar con homotopı́a trivial. De esta forma, de pasada, podremos
establecer condiciones hábiles para reconocer la presencia de estos últimos.
Un espacio conexo por caminos es simplemente conexo cuando toda curva cerrada es homotópica a una
—función— constante, o, alternativamente, cuando su grupo fundamental es trivial.
Son varios los puntos a aclarar en esta definición. El primero y más importante va de la mano con el Teorema
3.1: no importa a lo largo de cuál entre las familias que viene a mente se lleva a término la deformación, siempre
y cuando trabajemos con curvas cerradas.
Por otro lado, ¿qué sucede cuando X posee más de una componente arco conexa y todas ellas son sim-
plemente conexas —en el sentido de que existe la posibilidad de colapsar toda curva cerrada a un punto—?
Afortunadamente reconocemos en éste un problema superfluo: nosotros, por conveniencia, hemos acordado
que ello no es de interés. En otras palabras, en este texto, un encabezado como “Sea X un espacio conexo y
simplemente conexo” está fuera de lugar. Pero avisamos, esto lo hacemos por convención, y algunos autores
no se apegan a ella.

Ejemplo 1. Todo subconjunto convexo no vacı́o de un espacio euclideano es simplemente conexo, como ya
fuera establecido en el Teorema 4.4 en otro lenguaje.

Un caracterı́stica distintiva de estos espacios topológicos se establece al parafrasear el Teorema 3.3.

Teorema 1 Un espacio conexo por caminos X es simplemente conexo si y sólo si toda función continua
f : S 1 → X es la restricción de una función continua del disco unitario cerrado (con valores en X). 

Una entre otras muchas de las virtudes de un conjunto simplemente conexo reside en que, en espı́ritu, la
forma de conectar dos puntos es única.

Lema 1 Elijamos dos puntos x0 , x1 en un espacio conexo por caminos X. Entonces X es simplemente conexo
si y sólo si todo par de curvas α, β ∈ Fx0 ,x1 son homotópicas respecto a sus extremos.

Prueba. Si X es simplemente conexo, entonces la curva α ∗ β —que empieza y termina en x0 — satisface


[α ∗ β]x0 = [cx0 ] pues no cabe otra posibilidad. Ello significa que α ∗ β y cx0 son homotópicas relativo a
Fx0 = Fx0 ,x0 . A partir de allı́ volcamos la mirada hacia el Lema 2.2 y deducimos la equivalencia entre α y β
en Fx0 ,x1 .
Recı́procamente, tomemos α ∈ Fx0 y mostremos su caracter trivial en lo tocante a homotopı́a. Para ello
conectamos x0 con x1 mediante λ ∈ Fx0 ,x1 y notamos, por hipótesis de trabajo, que α ∗ λ y λ son homotópicas.
Aplicamos por segunda vez el Lema 2.2 y concluimos esta vez α ∗ λ ∗ λ 'x0 cx0 , condición que reduce a lo
afirmado. 

Son tres las superficies que el análisis complejo llama básicas. El Ejemplo 1 exhibe como caso particular al
plano complejo y al semiplano hiperbólico como superficies simplemente conexas. Para comprobar en la esfera
de Riemann esta insigne propiedad, hemos de esmerarnos un tanto. Es conveniente presentar una prueba
Capı́tulo 4. Espacios simplemente conexos 24

completa sin cortar por atajos. Con tal responsabilidad a cuestas, formulamos ciertos resultados topológicos
generales aunque bastante simples.
Tomemos un espacio X con la siguiente propiedad: todo conjunto abierto de X puede expresarse como
la reunión disjunta de componentes abiertas. Esta condición no se verifica siempre, sino, más bien, es una
caracterización de los llamados espacios localmente conexos. En la mayorı́a de las aplicaciones que tenemos
pendientes, este espacio será el intervalo I o en su defecto I × I.

Proposición 1 Sea X un espacio topológico localmente conexo como arriba, y f : X → Y una función
continua. Supongamos U = { Uλ } es una cobertura por abiertos de Y . Entonces existe una cobertura V = { Vτ }
de X constituida por abiertos conexos, con la cual, para cada Vτ , existe Uλ tal que se satisface f (Vτ ) ⊂ Uλ .

Prueba. Tal colección se construye ası́. Para cada x0 ∈ X escogemos Uλ de modo se tenga f (x0 ) ∈ Uλ , para
de esta suerte se verifique x0 ∈ f −1 (Uλ ). Llamamos Vx0 a la componente abierta de f −1 (Uλ ) que contiene x0 ,
y acto seguido la invitamos a participar en V. Ası́ nos aseguramos de que V forme un cubrimiento y cumpla
con el requisito subalterno. 

Antes de apreciar este lema en acción, recordemos un concepto adicional. Dado un espacio métrico compacto
M y una cobertura por abiertos V, decimos que  > 0 es un número de Lebesgue de dicho cubrimiento
cuando todo subconjunto de M de diámetro menor o igual a  está embutido en uno de los V ∈ V. Gracias
a la compacidad de M , se deduce de inmediato la existencia de un tal valor. Recordemos el alegato usual.
Supongamos por el absurdo que para cada n existe una bola B(xn , 1/n), de radio cada vez más pequeño,
no contenida por ningún V . Tras refinar la sucesión, podemos asumir que los xn convergen a x. Pero ahora
debe existir un V que contenga x, pues V es, en principio, un cubrimiento. Como las bolas pequeñas forman
una base de la topologı́a, existe r > 0 de modo que B(x, r) ⊂ V . Ahora vemos, recurriendo a la desigualdad
triangular, que algún B(xn , 1/n) —y en efecto una infinidad de ellos— quedará atrapado en B(x, r) y por lo
tanto también en V . Esto, por supuesto, delata una contradicción.

Lema 2 Sea U un cubrimiento abierto de X y α : I → X una curva continua. Entonces existe n ≥ 1 de modo
que para cada i = 0, . . . , n − 1 se puede encontrar Ui ∈ U con el cual se satisface α([i/n, (i + 1), n]) ⊂ Ui .

Prueba. Es suficiente combinar la proposición anterior con la compacidad de I y la definición de número de


Lebesgue de la colección resultante. Primero tomamos un cubrimiento V de I como en la conclusión de la
Proposición 1, el cual podemos asumir finito en virtud a la compacidad del intervalo. Si  > 0 es su número
de Lebesgue, tomamos n sujeto a 1/n < . De este modo cada subintervalo aludido mide menos que  y por
ello quedará capturado por un miembro de V. El resto es inmediato pues estamos inmersos en el contexto de
la Proposición 1. 

Ejemplo 2. Una aplicación recurrente del lema anterior se presenta en la siguiente situación. Supongamos
X pueda expresarse como la unión de dos abiertos U y V de intersección no vacı́a, digamos con x0 ∈ U ∩ V .
Entonces, para cualquier curva cerrada α ∈ Fx0 (X) (es decir basada en x0 y con valores en X), existe una
colección finita y ordenada 0 = t0 < t1 < . . . < tm = 1 con la cual la imagen parcial α([ti , ti+1 ]) cae totalmente
en sea U o V : basta aplicar el lema anterior con el cubrimiemento {U, V }, hacer m = n y, finalmente, escribir
ti = i/n.
Dada una colección 0 = t0 < t1 < . . . < tm = 1 como la insinuada arriba (aunque no obligatoriamente
espaciada de manera uniforme), nuestra α ∈ Fx0 (X) puede expresarse cual α0 ∗ . . . ∗ αm−1 , donde cada αi
empieza en xi = α(ti ) y termina en xi+1 = α(ti+1 ). Por supuesto acá hay cierto abuso notacional, pues
realmente deberı́amos haber escrito esta curva α0 ∗s0 (α1 ∗s1 (α2 . . . )), donde las fracciones si han de ser
determinadas. Sin embargo, como a la postre sólo interesará la clase de homotopı́a de α, ello no representa
objeción práctica alguna. Los perfeccionistas, no dudamos, no tardarán en dilucidar el valor exacto de cada
si en función de los ti , y nos los alcanzarán. Lo verdaderamente trascendental es que la imagen de cada αi se
encuentra inmersa en uno u otro entre U y V . Dicho en otras palabras, cuando αi se introduce en X − U , le
está prohibido salir de V , y lo mismo vale con U y V intercambiados.
Dentro de estas colecciones ordenadas, necesariamente encontraremos una con menor cantidad de elementos
(pues todo conjunto no vacı́o de números naturales arroja un mı́nimo). Afirmamos que para esa elección de
t0 , t1 , . . . , tm se verifica α(ti ) ∈ U ∩ V . En t0 = 0, tm = 1 ello siempre ocurre pues la curva de interés está
sujeta a α(0) = α(1) = x0 ∈ U ∩ V . En caso de notarse α(ti ) ∈ X − U para i 6= 0, m, entonces, por elección
Capı́tulo 4. Espacios simplemente conexos 25

de los tj , automáticamente α([ti−1 , ti ]) cae dentro de V ; lo mismo es válido para el conjunto α([ti , ti+1 ]). Sin
embargo, si ese es el caso, tendremos

α([ti−1 , ti+1 ]) = α([ti−1 , ti ]) ∪ α([ti , ti+1 ]) ⊂ V,

lo cual significa que omitir ti de la lista t0 , . . . , tm también proporciona una partición admisible, paradójicamente
con un elemento menos que la minimal. De manera similar se descarta α(ti ) ∈ X − V como posibilidad, y se
concluye lo afirmado.

Teorema 2 La esfera de Riemann es simplemente conexa.

Prueba. Mostraremos que π1 (Ĉ, 1), el grupo fundamental basado en el punto z = 1, es trivial. Nos ponemos a
tono con el ejemplo anterior al imponer { U = C, V = Ĉ − {0} } como cubrimiento de la esfera. Trasladándonos
a ese contexto, la condición xi = α(ti ) ∈ U ∩ V para todo ti , se traduce en xi = α(ti ) 6= 0, ∞.
Procedamos a demostrar que α0 ∗ . . . ∗ αm−1 , con un mı́nimo de cortes a la usanza del ejemplo anterior,
es homotópicamente trivial. Según el Teorema 4.4, tanto C como Ĉ − {0} son simplemente conexos. En otras
palabras, todo fragmento αi ∈ Fxi ,xi+1 puede, de conformidad con el Lema 1, ser reemplazado por βi siempre
y cuando se respete las terminaciones y la correspondiente imagen de βi no se escabuya de U o V según fuera
el abierto referencial para αi . Para no tener que distinguir, aprovechamos la ocasión que U ∩ V es conexo
por caminos y está contenido en ambos U y V para canjear cada αi por βi ∈ Fxi ,xi+1 donde βi es cualquier
camino que elude 0 e ∞. (Que U ∩ V sea conexo equivale al hecho de que al suprimir dos puntos de la esfera
quede un espacio arco conexo, vale decir, a que la dimensión de la esfera sea mayor o igual a dos. En el cı́rculo
este argumento falla estrepitosamente porque al remover puntos antı́podas —que hacen las veces de 0 e ∞ en
un contexto ligeramente más ambicioso— desconectamos el espacio.) Ahora nos servimos del Lema 1.1 y la
Proposición 1.1 para reemplazar α por β = β0 ∗ . . . ∗ βm−1 , donde esta última concatenación evita 0 e ∞. El
resto ahora es sencillo: basta escribir H(t, s) = 1 − t + tβ(s) para retraer β al punto 1, y exhibir con ello la
calidad de contractible tanto de ella como de α. 

Como dato adicional indicamos que el método es válido para demostrar que toda esfera S n , con n ≥ 2,
es simplemente conexa. La diferencia es minúscula: al suprimir los polos, debemos, esta vez, usar proyección
estereográfica para mostrar por ejemplo que el espacio S n −{ polo norte } es homeomorfo a Rn . Para el cı́rculo,
veremos en breve, el grupo fundamental es no trivial.

El ejemplo anterior es una muestra de cómo dos espacios no homeomorfos (por ejemplo C y Ĉ) pueden
hacer entrega de grupos fundamentales isomorfos.

La prueba del teorema anterior merece una evaluación a posterior. Es más, un breve análisis, seguido de
un ligero retoque, nos brindará la posibilidad de establecer un resultado abstracto bastante útil.
Si espulgamos detenidamente la prueba del Teorema 2, notamos dos puntos clave: primero, ambos U y V son
conjuntos simplemente conexos, y, segundo, la intersección U ∩ V es, aparte de no vacı́a, conexa por caminos.
Estas dos condiciones coordinan extremadamente bien y alientan un uso astuto del Lema 1: si x0 , x1 ∈ U ∩ V ,
entonces, al comparar α ∈ Fx0 ,x1 (U ) con cualquier curva λx0 ,x1 que una x0 y x1 dentro de U ∩ V ⊂ U ,
obligatoriamente hemos de llegar a la conclusión que una puede deformarse en la otra sin necesidad de salir de
U . (Un razonamiento análogo es válido para curvas en V .) Aplicando esta idea, ora en U , ora en V , a todos y
cada uno de los fragmentos αi presentados en la prueba, lograbamos β = β0 ∗ · · · ∗ βm−1 , una curva equivalente
a α, pero cuyo rango se limita a caer en U ∩ V . El remate resulta entonces evidente: dado que β vive en U ∩ V ,
y este último es a vez parte del conjunto simplemente conexo U , por definición el lazo puede retraerse a una
constante.
Aparentemente sólo hemos reproducido en palabras las formalidades exhibidas atrás. Ello serı́a cierto si
no resaltaramos un detalle extra: toda homotopı́a efectuada dentro de U (respectivamente V ), es a fortiori
una deformación válida en X; y es precisamente esta minucia lo que permite amalgamar las modificaciones
individuales llevadas a término arriba en un proceso globalmente cohesionado.
Vemos entonces que la prueba marcha, en esencia, por el mismo sendero, si relajamos ciertas hipótesis.
Por un lado, se requiere poder reemplazar αi ∈ Fxi ,xi+1 (U ) por βi ∈ Fxi ,xi+1 (U ∩ V ) donde la homotopı́a ha
de seguir corriendo con extremos fijos, pero tiene plena libertad de acción dentro de X. Y en segundo lugar,
necesitamos aseguranos de que β ∈ Fx0 (U ∩ V ) sea contractible, no como curva pensada en U ∩ V , sino en X;
es decir, los malabares a realizarse no tienen porque circunscribirse a un espacio complicado cual puede ser U .
La segunda condición puede expresarse de manera limpia: si x0 ∈ U ⊂ X, la inclusión natural jU : U ,→ X
induce con (jU )∗ : π1 (U, x0 ) → π1 (X, x0 ) el homomorfismo trivial —vale decir, nulo—; lo cual dice en términos
Capı́tulo 4. Espacios simplemente conexos 26

simples que cualquier curva cerrada en U , por retorcida que aparente ser intrı́nsecamente, una vez dejada a
su suerte en X puede contraerse a un punto. La condición anterior no implica que U ó X sean simplemente
conexos. [Un ejemplo de ello se exhibe en la Figura 1 si se toma en fé que el cı́rculo posee grupo fundamental
no trivial.] Sin embargo, eso sı́, basta que U o X sean simplemente conexos para que automáticamente (jU )∗
sea el homomorfismo trivial.
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...... ...... ........... ................
....................

.... .............. .............. ...


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... .................. .......... ..
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... ......... ........ ....
...... . .
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..................... ..........................................
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.

Figura 1. El conjunto U es el cı́rculo en negrita a la izquierda; el espacio ambiente X es el disco relleno de


la izquierda junto con el cı́rculo a la derecha. Pese a que ninguno, entre U y X, es simplemente conexo, toda
curva en X que tome valores exclusivamente sobre U puede, ayudada por la convexidad del disco, ser retraı́da
a un punto base.

En cuanto a la primera condición, también queda garantizada por la misma hipótesis como muestra el
siguiente análogo del Lema 1.

Lema 3 Sean U, X espacios conexos por caminos para los cuales se tiene x0 ∈ U ⊂ X. Entonces la inclusión
natural jU : U ,→ X induce, a nivel de grupos de homotopı́a, el homomorfismo trivial si y sólo si dados
x1 , x2 ∈ U , dos curvas α, β ∈ Fx1 ,x2 (U ) cualesquiera son Fx1 ,x2 (X)-homotópicas.

Prueba. Como fuera explicado arriba, la inclusión natural determina el homomorfismo trivial a nivel ho-
motópico si y sólo si cualquier curva cerrada en U resulta Fx0 (X)-homotópica a la constante cx0 .
Para establecer el lema en la dirección natural, unimos x0 con x1 mediante una curva λ con valores en U
(recuérdese que U es conexo por caminos). En este caso el lazo

λ ∗ α ∗ β ∗ λ = (λ ∗ α) ∗ λ ∗ β

se cierra en torno a x0 , y, como se desenvuelve en U , ha de ser Fx0 (X)-trivial. Sabido ello, el Corolario 2.1
rubrica el caracter de Fx0 ,x2 (X)-equivalentes que guardan λ ∗ α y λ ∗ β, y ası́, tras concatenar por izquierda
con λ, deducimos la similitud estructural de α y β.
Para la recı́proca basta considerar el caso especial x0 = x1 = x2 aplicado a la curva β = cx0 , para concluir
que cualquier α ∈ Fx0 (X) es, en X, contractible. 

Teorema 3 (La versión sencilla del teorema de Seifert-van Kampel) Sea X conexo por caminos. Con-
sideremos una descomposición tipo X = U ∪V , con U, V abiertos y arco conexos. Supongamos U ∩V sea conexo
por caminos y no vacı́o, y cada inclusión U ,→ X, V ,→ X determine el homomorfismo nulo a nivel de grupo
fundamental —debe tomarse un punto base en U ∩ V —. Entonces X es simplemente conexo.

Prueba. Reproduzca el método del Teorema 2. 


Capı́tulo 5
Lazos (27-set-05)

Una importante clase de curvas son aquellas cuyos sus extremos coliden. Éstas, al ser consideradas irrompibles,
pueden imaginarse, como veremos casi de inmediato, cual funciones del cı́rculo con valores en el espacio en
consideración, los llamados lazos.
Pronto tendremos la certeza de que, en gran medida, la esencia de un espacio se esconde en su capacidad
acoger, en número y calidad, estas curvas cerradas. Por dicho motivo, es importante encasillarlas de acuerdo
con su comportamiento, y para ello fue justamente que se introdujo el concepto de homotopı́a.

Proposición 1 Sea U un espacio topológico cualquiera. Si F : R×U → X es un función continua y de periodo


1 en la primera variable, entonces existe f : S 1 × U → X, también continua, tal que el diagrama

R×UP
PPP
PPFP
(s,u)7→(e2πis ,u) PPP
 PPP
f '/
S1 × U X

conmuta; dicha f es única. Recı́procamente, toda f : S 1 × U → X continua determina inequı́vocamente


F : R × U → X, continua y de periodo 1 en la primera variable, de tal suerte que el diagrama conmuta.

Prueba. Si consideramos el grupo generado por (t, u) 7→ (t + 1, u) actuando en R × U , entonces como cociente
aparece S 1 × U y, aparte, la exponencial veces la identidad obra de proyección; con ello a mano, el resultado
se desprende de lo analizado en la Sección 13 del primer volumen. 

Corolario 1 Las curvas cerradas α : I → X están en correspondencia uno a uno con lazos tipo α̂ : S 1 → X.
En tal caso, si s ∈ I, los respectivos valores quedan relacionados vı́a α(t) = α̂(e2πis ).

Prueba. Al extendender α a toda la recta de modo periódico —y nótese que la Propiedad 1.8 juega su parte
para garantizar la continuidad—, caemos en el contexto de la proposición anterior, donde U ha de pensarse
igual a un conjunto con apenas un elemento de carácter formal. 

En la Sección 1, especı́ficamente en los Ejemplos 3 y 4, insinuamos dos tipos de homotopı́a para curvas
cerradas; a saber, aquella donde los extremos s = 0, 1 están comprometidos desde el inicio con determinado
punto donde la curva se cierra, y la homotopı́a libre, donde basta y sobra considerar la curva como cerrada.
Tenemos frente a nosotros mecanismos de deformación cualitativamente dististos, donde, sin embargo,
similitudes estructurales, es lógico, por momentos hanse de detectar. El grueso de esta sección será dedicada
precisamente a contrastar estos dos tipos de homotopı́a. Para ello, debemos fijar dos familias: en primer lugar F,
la más extensa, consta de todas aquellas curvas tipo α : I → X obedientes de α(0) = α(1); mientras la segunda
Fx0 , más restrictiva, está constituida por las curvas cerradas α : I → X sujetas al rigor α(0) = α(1) = x0 .
Si dos curvas α, β ∈ F son F-homotópicas diremos que son libremente homotópicas. En cuanto a
Fx0 -homotopı́a, la rebautizaremos por homotopı́a de extremos fijos.

Antes de abordar otros pormenores, debemos establecer el correspondiente análogo homotópico para lazos.

Si α, β son curvas homotópicas, por definición, existe una función continua H : I × I → X que de ser
restringuida al tiempo t = 0 recupera α y en t = 1 delata a β. Cuando ellas son libremente homotópicas,
Capı́tulo 5. Lazos 28

la modificación se realiza a través de curvas cerradas, lo cual implica además la igualdad H(0, t) = H(1, t);
por supuesto, de ello se desprende que H puede extenderse a toda la recta con periodo unitario en la primera
variable.
Convenimos en la Sección 1 en esquematizar este proceso con una caja en donde encontrarı́amos, al fondo
α, en la tapa β, y, con la notación γ(t) = H(0, t) = H(1, t), en las paredes laterales, la curva γ.
...................
β ..
..
..
........ ..........
.. ...... .β
................................................. . ................................................. .. ....... ...........
.... .. ... .... .. ..
..
....... .....
........ ....
... ... .. ... ... .. ..........
... ... .. ... ...
... ... .. ... ... H ..
..
..
..
γ ...
... H ...
...
γ ...
...
...
...
...
...
........................I ..
..
..
.....
..
γ
..
... ... .. ... ... .. . ..
.. ..
... .. .. ... .. .. ................
.................................................... .. .................................................... .. ... ......
..... .......
... ...............
α ...
.
α

Figura 1. A la derecha se desarrolla la idea codificada a la izquierda.

Por otro lado, y como hemos indicado arriba, la función H extiende su dominio a R×I de manera periódica,
y por tanto, en uso de la Proposición 1, cada sección se convierte en lazo, es decir H determina una homotopı́a
Ĥ definida en S 1 × I que corre libremente y sin inconvenientes desde α̂ hasta β̂.
β̂ .
...
................
....... ........
......................................
.........
......................................................
. ..
..
......................................
.........
......................................................
.
.. ......
.. ...... ............
.. .......
. β̂ .
... ... ... ... ... .. ........ .........
.. .. ..............
... ... ... ... .. ..
... ...
.
... ... ... Ĥ ..
.. ...
...
... Ĥ ...
...
..
..
..
...
...
...
...
........................I ..
..
..
...
....
... .. ... .. .. ..........
... ................. .... ..
. ... ................. .... ..
.. ...... ........ . .. .
........ .... ..
. ... ........ .... ..
. .. ... .......
......... ..
. .. ......... ..
. .... .........
................................... .. ................................... .......
α̂ .
α̂
Figura 2. Izquierda y derecha connotan lo mismo.

En este contexto γ cesa de importar (aunque pueda ser recuperada a través de la igualdad γ(t) =
Ĥ(e2πi0 , t) = Ĥ(1, t)).

Lema 1 Dos curvas cerradas α, β en X son F-homotópicos si y sólo si existe una homotopı́a Ĥ : S 1 × I → X
tal que Ĥ(e2πis , 0) = α(s) y Ĥ(e2πis , 1) = β(s).

Prueba. Esto es una aplicación mecánica de la Proposición 1. (Los intrı́ngulis prácticos fueron desarrollados
lı́neas arriba.) 

Observación. El lema anterior dice, a la letra, que dos curvas cerradas son libremente homotópicos si y sólo
si los correspondientes lazos inducidos (por el Corolorio 1) son homotópicos como funciones del cı́rculo.

Tras este breve análisis, es prácticamente inmediato deducir la correspondiente propiedad para el otro tipo
de homotopı́a en juego.

β
...................................................
...
.. ...................................................
... ... .. ... ...
.
... ... ... ... ...
... ... .. ... ...
... ... .. ... ...
x0.... H ... x 0 ... ... ...
.....
..... H β
.. ... .. ... ... .....
.....
... ... ... ... ... ..... ..................
.... .. .. .... .. ....... ........ ..........
.. ...... .
................................................. .. ................................................. ........ .. ....... ...........
.. .. . .
α ... .........................................
...
..
...
...
...
......
.. . . ..........
..
.. ...... ...........
• x0
..... .
..........................
.. .............
.. .. ... .......
...............
β̂
..
...
....
...........
α
........................................ ... ........................................ ..... .
........ .. ........ .....
......................................................
. .
... ......................................................
.
..
.....
.
... ... .. ... ... .....
... ... .. ... ... .....
... ... .. ... ... Ĥ
...
... Ĥ ...
...
c x0 ..... ...
...
...
...
... .. ... ... ..
... .................... .... .. ... .................... ....
....... ..... .. ....... .....
.........
................................. ..... ... .........
................................. .....
...
.
α̂
Figura 3. Los esquemas en la parte izquierda se consiguen uno a partir del otro; a la derecha nos explayamos
en el significado de esta propiedad.

Lema 2 Dos curvas α, β ∈ Fx0 son homotópicas respecto al extremo fijo si y sólo si existe una homotopı́a
Ĥ : S 1 × I → X tal que, aparte de Ĥ(e2πis , 0) = α(s), Ĥ(e2πis , 1) = β(s), verifica Ĥ(1, t) = x0 .
Capı́tulo 5. Lazos 29

Prueba. La única precaución a tomar es notar que {1} × I ⊂ S 1 × I (por ser {e2πis } × I para s = 0)
corresponde arriba, en R × I, a Z × I. Este último conjunto, ubicado dentro de I × I pero entendido como
dominio fundamental de la acción periódica en R × I, corresponde a las dos paredes laterales que han de
mantenerse constantes en un diagrama de homotopı́a de extremos fijos . 

Desviando la atención a un tema relacionado, las curvas cerradas son moralmente lazos, y estos, desde el
punto de vista geométrico, no aceptan punto preferencial. Ello puede ser precisado recurriendo al concepto de
homotopı́a libre.

Ejemplo 1. Cuando hablamos de una curva cerrada α : I → X, la aparición del lazo α̂ : S 1 → X facilita la
elección arbitraria de punto referencial en el sentido de que cuando para (s, t) ∈ I × I definimos
F (s, t) = α̂(e2πis e2πit ),
damos cabida a toda un familia de curvas cerradas, todas libremente homotópicas con s 7→ F (s, 0) = α̂(e2πis ) =
α(s).
La sección Ft0 : I → X puede pensarse como el mismo lazo α̂ con la diferencia estructural de que esta
vez Ft0 (0), el punto de nacimiento, se sitúa en α̂(e2πit0 ) = α(t0 ), para a partir de allı́ pasar a remedar el
comportamiento cı́clico insinuado por α. En cierto sentido, hemos rotado la curva.

La manera más violenta de prestarle visos formales al ejemplo anterior es seccionando la curva en dos: si
α : I → X empieza en x0 y termina en x1 a la vez que β : I → X une x1 con x0 , entonces las curvas cerradas
α ∗ β y β ∗ α son libremente homotópicas, pues, al extenderlas periódicamente a toda la recta, de una se pasa
a la otra por un desfase gradual hasta alcanzar 1/2 unidad en el reloj interno de las curvas.
Esta observación, rigorosa de por sı́, explica amena y heurı́stimente el hecho de que α ∗ β y β ∗ α son
libremente homotópicas. En muchas aplicaciones, empero, es también indispensable saber a lo largo de cual
curva (en la variable t) discurre la homotopı́a. Por ello, sin tener que pegarnos la molestia de enunciar un lema,
instalamos la respuesta a la derecha en la Figura 4.
α ∗ (β ∗ α) β∗α
..................................................................... ..............................................
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
cx0 ... .
. ...
...
cx1 α ...
...
...
...
α
.... ... ... ...
... .. ... ..
.................................................................... .............................................
(α ∗ β) ∗ α α∗β

Figura 4. El primer esquema da origen al segundo al transferir: obedeciendo la Propiedad 2.8, el α suelto de
abajo pasa a la margen derecha, y el α arriba libre, a la izquierda.

Sin duda, dos curvas homotópicas con extremos fijos son también libremente homotópicas; por otro lado, la
conversa no sólo puede ser falsa, sino, además, se convierte en un contrasentido cuando una de las dos curvas
de interés elude x0 en el instante indicado.

Ejemplo 2. Consideremos dos cı́rculos sobre el plano con una tangencia exterior en z0 : la figura acostada de
un “número ocho”. Llamemos α a la curva que partiendo de z0 da una vuelta completa a uno de los cı́rculos;
lo mismo con β, está vez viajando por el otro.
De acuerdo con lo concluido arriba, las curvas cerradas α ∗ β y β ∗ α son libremente homotópicas.
Obsérvese que α, β pueden considerarse también como elementos de Fz0 , sin embargo, veremos llegado
su momento que, en este caso, concatenaciones opuestas entregan distintas clases de homotopı́a de extremos
constantes.

Como una consecuencia moral del ejemplo anterior se deja insinuar que la homotopı́a libre permite mayor
libertad de acción. [Por supuesto, la libertad absoluta muchas veces no conduce a nada útil. Para ahondar
sobre este comentario, supongamos las curvas α0 , β0 , α1 , β1 todas nacen y mueren en x0 y que además α0 , β0 y
α1 , β1 sean parejas de curvas libremente homotópicas entre sı́. Bajos supuestos tan generales, la imposibilidad
de alinear los esquemas
β0 β1
.................................................. .................................................
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
γ ... ... γ ... ...
...
...
...
...
δ ...
...
...
...
δ
... ... ... ...
... .. ... ..
.................................................. ..................................................
α0 α1
Capı́tulo 5. Lazos 30

se hace patente, y, como consecuencia, no existe relación natural entre los productos α0 ∗ α1 y β0 ∗ β1 . En
suma, la concatenación no congenia, desde una perspectiva teórica, con la homotopı́a libre.]

En nuestro siguiente resultado establecemos finalmente la relación que se guarda entre los dos tipos de
homotopı́a.

Proposición 2 Sean α, β curvas cerradas en X. Entonces α, β son libremente homotópicas si y sólo si existe
γ : I → X (que va de x0 = α(0) a x1 = β(1)) tal que α y γ ∗ β ∗ γ son homotópicas respecto al extremo fijo
común x0 .

Prueba. Esto resultado es la transcripción literal de la equivalencia de diagramas

β γ∗β∗γ
.............................................. .....................................................................
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...
γ ...
...
...
...
γ c
x0 ... .
. ...
...
cx0
... ... .... ...
.... .. .... ..
............................................ ...................................................................
α α
derivada de la Propiedad 2.8. 

Hace breves instantes dejamos entrever que curvas libremente homotópicas no tienen por qué ser ho-
motópicas como curvas basadas en un punto. A continuación establecemos una importante excepción.
En todos los textos que desarrollan o hacen uso de topologı́a algebraica, tarde o temprano aperece una
hipótesis tipo sea α una curva cerrada homotópica a una constante. El siguiente teorema nos libera de la
aperente ambigüedad, pues, afortunadamente, cuando la deformación discurre a lo largo de una familia, puede
forzarse también a que lo haga a través de la otra.

Teorema 1 Sea F la familia de todas las curvas cerradas en X, y Fx0 la colección de aquellas que empiezan
y terminan en x0 . Una curva α ∈ Fx0 ⊂ F es Fx0 -homotópica a cx0 (es decir, homotópica con extremos fijos)
si y sólo si es F-homotópica a cx0 (vale decir, libremente homotópica).

Prueba. Cuando se verifica α 'x0 cx0 , se recibe en prenda α ' F cx0 , pues cada sección de la homotopı́a es
una curva cerrada. Que ellas siempre pasen por x0 es más bien un plus.
Si α y cx0 son homotópicas como curvas libres, la Proposición 2 garantiza la existencia de γ de tal suerte
que α y γ ∗ cx0 ∗ γ son homotópicas respecto a Fx0 . La segunda entre ellas reduce a cx0 cuando se trabaja
módulo 'x0 . 

Este resultado admite una interpretación entretenida. Literalmente nos está refiriendo que cuando una curva
cerrada pueda deformarse hasta hacerla colapsar a una constante x0 , el proceso también puede materializarse
anclando el punto x0 . Cuántas veces nos encontramos con problemas de este género a guisa de esparcimiento:
nos presentan una figura o superficie retorcida y nos retan a liberar una banda elástica ahı́ enredada sin
romperla. Pues bien, la proposición anterior advierte que cuando el problema original admite solución, lo
mismo ha lugar para uno en apariencia más intrincado: claven la misma tira a uno de esos fierros retorcidos
que constituyen el armazón, y desanúdenla.

El hecho mismo de que la homotopı́a libre sea desde el punto de vista manipulativo-formal un tanto inestable
(pues no respeta concatenaciones), nos obligará en el futuro a relegarla a segundo plano. Sin embargo, su
estudio está plenamente justificado a raı́z del teorema anterior. En lo que resta de esta sección aplicaremos
lo aprendido acerca de ellas a dos temas importantes: primero, redondearemos las ideas de construcción de
“homotopı́as tı́picas”, y después, estudiaremos condiciones para garantizar la extensión continua de funciones
tipo f : S 1 → X al disco unitario cerrado.

A una curva cerrada homotópica a una constante —en cualquiera de los dos sentidos— la llamaremos
contractible.

Corolario 2 Dos curvas α, β ∈ Fx0 ,x1 son homotópicas respecto a sus extremos si y sólo si α∗β es contractible.
Capı́tulo 5. Lazos 31

Prueba. Como por el teorema anterior α ∗ β es contractible si y sólo si es posible conectar ésta con cx0 a
través de homotopı́as de extremos fijos, el resultado es un simple replanteo del Corolario 2.1. 

En una homotopı́a tı́pica siempre instalamos α ∈ Fx0 ,x1 , β ∈ Fx3 ,x2 , γ ∈ Fx0 ,x3 , δ ∈ Fx1 ,x2 en las paredes.
Una condición necesaria y suficiente para su existencia se establece desplazando γ a la lı́nea superior y δ, a la
inferior.

Lema 3 Existe una homotopı́a de α a β que corre a lo largo de γ y δ si y sólo si α ∗ δ y γ ∗ β son Fx0 ,x2 -
homotópicas (es decir respecto a extremos fijos). 

Ahora podemos combinar nuestros dos últimos resultados a fin de lograr una solución satisfactoria al
problema general de construcción de homotopı́as.

Teorema 2 Existe una homotopı́a de α a β que corre a lo largo de γ y δ si y sólo α ∗ δ ∗ β ∗ γ —curva que
se cierra en torno a x0 — es contractible. 

En la práctica, para utilizar este resultado, se parte de un lazo y se lo secciona en cuatro cual α1 ∗α2 ∗α3 ∗α4 .
Para adaptar la notación al teorema, hemos de escribir α = α1 , δ = α2 , β = α3 , γ = α4 .

Ahora entramos al segundo asunto que nos detiene. Toda función continua F : D → X define, por re-
stricción, una función continua de S 1 a X. Ahora nos dedicaremos a establecer condiciones necesarias y
suficientes para garantizar solución al problema recı́proco: la extensión de una función definida en un cı́rculo
a todo el disco cerrado.
Pongámonos de acuerdo en cuanto a notación. Para un valor de norma unitaria utilizaremos λ, mientras
para el radio, que va de 0 a 1, usaremos r. Ası́, todo punto de D se deja escribir rλ, con r ∈ I, λ ∈ S 1 , donde,
salvo por el origen, la descripción es única.
Cuando F : D → X está dada de antemano, con solamente definir

H(λ, r) = F (rλ)

damos origen a una homotopı́a entre λ 7→ f (λ) = F (λ) y cz0 , donde z0 = F (0). Es decir, acabamos de confirmar
que cuando f : S 1 → X es un lazo que admite una extensión continua al disco, entonces f es contractible. En
base a la misma fórmula desplegada arriba, se suele aducir que la recı́proca es también obvia —y en efecto, lo
es—; sin embargo, es preferible brindar una alegato a prueba de dudas, y para ello necesitamos cierta dosis de
cuidado.
La dificultad para definir F en base a una homotopı́a H dada, se debe a las múltiples coordenadas polares
que adopta el origen. Por supuesto, para la buena definición no hay riesgo alguno, y es la continuidad de F la
nube a despejar.
En primer lugar, la función p : S 1 × I → D definida mediante p(λ, r) = rλ resulta una operación continua
por el mero hecho de ser la multiplicacón de dos números complejos. Es claro que esta función al ser restringida
a S 1 × (0, 1] establece un homeomorfismo de este conjunto con D − {0}, su imagen. Dicha p resulta ser “casi”
una función abierta, en el sentido que resaltamos a continuación.

Lema 4 Si U ⊂ S 1 × I es un abierto que obedece la propiedad

“si se cumple (λ, 0) ∈ U para cierto λ, entonces S 1 × {0} ⊂ U ”,

se sigue que p(U ) es abierto en D.

Prueba. Para instalar el lema es suficiente encontrar para cada (λ, r) ∈ U una vecindad V ⊂ p(U ) del punto
p(λ, r).
Si r > 0, entonces U − S 1 × {0} es abierto en el cilindro, y por lo comentado lı́neas arriba proyecta de modo
homeomorfo a una vecindad de p(λ, r).
Cuando r = 0, entonces, por hipótesis de trabajo, tendremos S 1 × {0} ⊂ U , y ası́ U se torna vecindad
de S 1 × {0}. Como este conjunto es compacto, existe  > 0 con el cual se obedece S 1 × [0, ) ⊂ U , y como
consecuencia, la bola centrada en 0 = p(λ, 0) y de radio  desempeña la función exigida. 
Capı́tulo 5. Lazos 32

Corolario 3 Dada H : S 1 × I → X, existe F : D → X de modo que el diagrama

S1 × I O
OOO
OOHO
p OOO
 OOO
F '/
D X

conmuta si y sólo si H restringida a S 1 × {0} entrega una constante. Es más, en este caso F es continua única
y exclusivamente cuando H lo es.

Prueba. Como la parte correspondiente a teorı́a de conjuntos es trivial, nos dedicaremos tan solo a lo referente
a continuidad. Como el diagrama conmuta, la continuidad de F es transmitida a H, observación que ya habı́a
sido anotada arriba.
Para deducir la continuidad de F a partir de la de H, nos servimos de la igualdad p(H −1 (V )) = F −1 (V )
(válida pues p es sobreyectiva). Cuando V ⊂ X es abierto, de las propiedades asumidas para H, se infiere que
H −1 (V ) es un abierto que en caso de contener un punto de la forma (λ, 0) ∈ S 1 × {0}, contiene a S 1 × {0} en
su totalidad; por tal motivo, el Lema 4 asegura que F −1 (V ) = p(H −1 (V )) ha de ser abierto. 

Teorema 3 Dado un lazo f : S 1 → X, existe una función F : D → X que lo extiende (es decir se satisface
f (λ) = F (λ) para λ ∈ S 1 ) si y sólo si f es homotópica a una constante.

Prueba. Dada la extensión F definimos H mediante H = F ◦ p, como arriba. Recı́procamente, en caso de


existir la homotopı́a H, la correspondiente F está presentada en el corolario anterior. 

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