Está en la página 1de 1

29 08 22

LyAJ (TEMA III).

Cultura de la Legalidad*

La Cultura de la Legalidad en una sociedad dependerá de la concepción filosófica que se asuma ya


sea teóricamente o implícitamente. A partir de la cual se recreará en el espacio público una
determinada Cultura de la Legalidad, que influirá en el imaginario social sobre lo que debe o no se
debe entender por derecho; si existe o no una obligación de obedecerlo; si las autoridades
jurídicas generan confianza o rechazo.

Su construcción requiere de:

a) Un proceso educativo para los estudiantes (medios formales).


b) Una labor de difusión a la sociedad (medios informales).

Cultura de la Legalidad y Estado de Derecho son nociones que se relacionan: Un Estado no


democrático y separado de la protección de los DD.HH. debe calificarse de “Estado con Derecho”
más nunca Estado de Derecho. “En este tipo de regímenes se puede hablar de una cultura de la
legalidad… existe una obediencia a las normas, pero no crítica… los derechos humanos se
contemplan en el papel… impera el miedo y la inseguridad…” (Elías Díaz, citado por Vázquez 2009).

En un Estado de Derecho, se entiende por Cultura de la Legalidad: “…la aceptación voluntaria por
parte de los actores jurídicos y de la ciudadanía de un conjunto de normas jurídicas generales,
públicas y no retroactivas, que se consideran correctas para una adecuada convivencia social.”

La Cultura de la Legalidad puede comprender en su connotación político-legal:

1. Legalidad la sola existencia de normas jurídicas.


2. Legitimación que incluye a las normas jurídicas más la aceptación de éstas.
3. Legitimidad que comprende las dos anteriores más la corrección tanto de las normas
jurídicas como de su aceptación por la sociedad.

Para Norberto Bobbio, poder y norma; política y derecho son “dos caras de la misma moneda” por
lo que de los distintos equilibrios entre ambos factores sociales derivan modelos teóricos o
filosóficos de una cultura de la legalidad y de un Estado de Derecho:

I. Formalista y positivista, que se basa en el aspecto de la legalidad y validez de las


normas.
II. Realista y crítico, que se sustenta en la legitimación y eficacia de las normas.
III. Perfeccionista y conservador, fundado en los valores que legitiman las normas.
IV. Argumentativo y democrático, estructurado en la legalidad, la legitimación y la
legitimidad a partir de procedimientos democráticos y respeto a los DD.HH.

*Tomado de Vázquez Rodolfo, Las fronteras morales del derecho (2009), Ed. Fontamara, México.

También podría gustarte