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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

SEDE DEL LITORAL

DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN GENERAL Y CIENCIAS BÁSICAS

LAS MÚLTIPLES VISIONES URBANAS

Sección 1.

Sifuentes, Michelle.

17-00008.

CARACAS MUERDE, DE HÉCTOR TORRES: EL REFLEJO EN PAPEL DE


UNA CIUDAD DESOLADA.

Caracas muerde: crónicas de una guerra no declarada es una obra escrita por Héctor
Torres, se ambienta en Caracas del 2012, mismo año en que se publica por la editorial
Puntocero, es una recopilación de 30 crónicas no relacionadas entre sí, que
representan la vida en la ciudad de sus habitantes.

En esta crónica se refleja la realidad de una sociedad que se carcome y se


descompone a raíz de la violencia masiva que experimenta, si nos situamos en el
contexto en que se escribió y publicó la obra, Caracas estaba en 3er lugar de las
ciudades más peligrosas del mundo, en 2011 ocupaba el puesto 19 por lo que el
ascenso en la lista fue drástico, con 3.862 homicidios, lo que para una población de
3.247.971 habitantes le adjudicaba un índice de 118,89 homicidios por cada 100.000
habitantes, estaba debajo de San Pedro Sula – Honduras con 169,30 homicidios por
cada 100.000 habitantes y Acapulco – México con 142,88 por 100.000 habitantes
según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal (CCSPJP,
2012) A partir de allí no bajo del top 10 de la lista, teniendo su pico entre 2015 y
2016 donde se mantuvo en el puesto #1 con índices de 119,87 y 160,35 homicidios
por 100.000 habitantes respectivamente. Actualmente la capital venezolana se
encuentra en el sexto lugar con índice de 74,65 homicidios por 100.000 habitantes.
(CCSPJP, 2019)

La obra de Torres se administra en 30 crónicas individuales, lo que hace que el


consumo de la obra ligero, aunque logra transmitir un mensaje profundo y
contundente. Torres nos obsequia una narrativa concreta y un lenguaje rico en
expresiones idiomáticas cotidianas en el habla venezolano, aunque para sus lectores
extranjeros ofrece un glosario de dichas expresiones, para los locales no es necesario,
pues la precisión de las palabras escogidas para esta crónica permite una perfecta
visualización de los escenarios que se describe.

Cada fragmento del libro tiene un ambiente, personajes y desenlace distintos, sin
embargo, el factor común de los relatos expuestos es la duda, si sus protagonistas
volverán a sus hogares, y si lo harán sanos y salvos.

El sentido de pertenencia como venezolano hace inevitable sentir dolor ante la


decadencia de Caracas como ciudad, como hogar de los caraqueños, entonces al
lector es posible que le produzca sentimientos encontrados, gusto por la calidad de la
obra, pero disgusto porque no se trata de una ficción. En este sentido la obra cumple
su cometido, pues una crónica es la recolección de relatos para exponer la situación
que se vive. “La crónica consiste en la exposición de acontecimientos, con la
peculiaridad de la introducción de elementos de valoración e interpretación por
parte del cronista.” (Ortiz Romo, s.f.)
La obra muestra la parte oscura de la ciudad y de sus habitantes, esos demonios de los
que nadie quiere hablar, pero de los que todos quieren enterarse, es arrasadora y
demuestra que los hechos expuestos son reales, que les sucedieron a personas y
familias reales, y que lamentablemente siguen sucediendo, es una ventana a la cruda
realidad que arropa al caraqueño común, que ha tenido que aprender a sobrevivir a su
realidad, donde en algunos casos ha optado por ser indiferente para lograr ser
invisible, el mismo Torres así lo expresa “En el fondo, en Caracas no se debe estar
alzando la voz ni recostando nada ni empujando a nadie si no se está dispuesto a
apostarlo todo a un número en la ruleta venezolana” (Torres, 2015, p. 111)

Aunque la obra por su contexto es bastante sombría, hay que destacar de igual forma
que dentro del caos, la incertidumbre, la carencia de valores, la desdicha y la
desgracia, Héctor Torres ofrece pequeños “respiros”, treguas breves pero necesarias,
que permiten descansar la narrativa de tantos sucesos oscuros seguidos, un ejemplo
que puedo citar es el relato de una chica que al final del día, se cuestiona sus acciones
en el metro, y Torres describe el metro (un medio de transporte caótico, agreste y
estrepitoso por defecto), como "Una fábrica de paranoias, pero también de
esperanzas." (Torres, 2015, p.33)

Nadie espera la muerte, nadie que no esté regresando sobre sus pasos, o que esté
completamente sano y con planes para vivir, fuera de esas condiciones ninguna
persona se prepara para recibir a la muerte, mucho menos una declaración de la
misma. Para los protagonistas, vivir en Caracas significa salir a luchar contra un
enemigo invisible, pero palpable, parece imaginario, pero es real. El peligro está
presente y el riesgo de no regresar a la cena está siempre latente, asechando.

Sin embargo, Caracas muerde, no sólo es la crónica de una guerra y una muerte
(física) no declarada, representa también la muerte no declarada de la dignidad, al ser
el caraqueño testigo de los abusos que se perpetúan en la ciudad cada día y rendirse
ante la impotencia, la muerte no declarada de los valores como sociedad y sus
ciudadanos, al no apegarse al mínimo sentido de pertenencia y preservar las buenas
costumbres que permitirían disfrutar de una Caracas más sana. La muerte no
declarada de la humanidad misma. Caracas pierde su humanidad, en cada relato se
evidencia y nadie se prepara para algo así.

Aunque “Hoy damos inicio al declive social, la injustica, la desdicha y a la muerte de


todo lo que represente lo bueno” dijo nadie nunca, hacemos más común lo que
debería ser castigado y más ajeno lo que debería ser aprendido y hecho hábito. Nos
hacemos llamar resilientes, pero, ¿Dónde termina la resiliencia y empieza la
sumisión? La línea está muy borrosa para definirlo a estas alturas de la historia. Es un
llamado a la reflexión.

Responsabilizar al ciudadano común de la decadencia total de una ciudad tampoco es


justo, aunque es una realidad conocida, no está demás destacar que quienes juran
proteger son los primeros agresores. La “justica” en esta ciudad (país) no tiene nada
de justa. Cito del señor Torres “Un uniforme y una placa son sinónimos de autoridad,
no de servicio" (Torres, 2015, p.42) haciendo alusión al abuso del poder por parte las
autoridades venezolanas.

El venezolano no ha encontrado más remedio que acostumbrarse al deterioro. La


indiferencia ante la decadencia social por parte de los servidores públicos y la prensa
propician esta costumbre. La anarquía es cada vez más común y la burocracia no
permite agilizar el saneamiento de la ciudad y sus valores, más bien lo entorpece.

Sin dudas Caracas muerde: crónicas de una guerra no declarada brinda al lector
extranjero una vívida imagen del día a día que se vive en la capital del país caribeño,
y al lector local, le hace reflexionar del entorno en el que se encuentra, quienes viven
en la ciudad pueden confirmar la fidelidad del trabajo de Torres a la realidad, lo que,
aunque a muchos les gustaría que se limitara a una obra de ficción por la realidad del
país, es tal vez su mayor atractivo, una obra sin censura ni filtros, tampoco
edulcorantes que romanticen la difícil realidad que se vive a diario en la ciudad,
simplemente refleja la verdad de lo que representa ser un caraqueño que desea
mantenerse vivo en la hostil ciudad que es tiene por hogar.
Referencias:

Torres, H. (2012). Caracas muerde. Caracas: Ediciones Puntocero.

Ortiz Romo, E. (2021). LA CRÓNICA: LO QUE ES y LO QUE NO ES. 19 February 2021,


recuperado de
http://web.uaemex.mx/identidad/docs/cronicas/TOMO%20VIII/lo_que_es_y_no_es.p
df

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