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Hay que recordar dos famosos episodios del "Martín Fierro".

Uno, es en el que
"Fierro" mata al "Moreno" en la pulpería. El otro, es la payada a contrapunto
que el personaje tiene con otro "moreno" que resultó ser hermano del anterior.
Es sabido que Fierro fue el ganador de dicha contienda (Canto XXX, de la
Vuelta de Martín Fierro). Pero, y he aquí lo interesante, en el poema de
Hernández queda pendiente este contrapunto entre Fierro y el "Moreno", no se
cierra esa rivalidad, quedó indefinida, por ello se lee "y si otra ocasión
payamos/ para que esto se complete/ por mucho que lo respete/ cantaremos, si
le gusta,/ sobre la muertes injustas/ que algunos hombres cometen". Y antes,
en un momento de la payada el "Moreno" le dice a Fierro refiriéndose a esa
muerte "sino porque tengo a más/ otro deber que cumplir". Entonces Fierro
advierte la situación y "los presentes" en esa ocasión evitan el enfrentamiento y
Fierro y sus hijos y el hijo de Cruz se alejan del lugar (Canto XXXI). 

Este dato de indefinición, esta contienda no terminada, es tomada por Borges y


él va a "completar" esta historia, habrá de poner "El fin" a la misma; este es el
tema y motivo del cuento y ello explica el título del mismo. En la posdata que
Borges escribió en 1956 respecto del cuento dice: "Fuera de un personaje -
Recabarren - cuya inmovilidad y pasividad sirve de contraste, nada o casi nada
es invención mía … todo lo que hay en él está implícito en un libro famoso y yo
he sido el primero en desentrañarlo o, por lo menos, en declararlo".   

Es entonces cuando aparece el talento del gran escritor, el enorme creador de


ficciones, aparece entonces el mago de nuestra lengua. 

Ahora la historia entre Fierro (en el cuento se habla del "forastero", nunca se
habla de Fierro) y el "Moreno" (se habla del "negro", una sola vez del "moreno")
es situada por Borges en la pulpería en que tuvo lugar la payada, su patrón es
Recabarren, un vasco, que asistió a la payada, ahora postrado en un catre en
una habitación contigua. Recabarren es una creación de Borges. El escenario
es La Pampa, que la tarde de los hechos del cuento, (véase la descripción de
Borges de la inmensa llanura), "bajo el último sol, era casi abstracta, como vista
en un sueño”. En la pulpería - a cargo de "un chico de rasgos aindiados", tal
vez hijo del dueño - el "negro" esperaba el regreso de Fierro y con una guitarra
ejecutaba "modestos acordes".

Recabarren desde su cama y a través de una ventana con barrotes percibió


"un punto" que "se agigantó en el horizonte y creció hasta ser un jinete…",
luego "vio el chambergo, el largo poncho oscuro, el caballo moro, pero no la
cara del hombre, que por fin sujeto el galope y vino acercándose al trotecito…
Recabarren no lo vio más". 

Entonces suceden los hechos que serán "el fin" de esta historia contada
inicialmente por Hernández. "Sin alzar los ojos del instrumento, ….. el negro
dijo… Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted. El otro, … , replicó: Y yo
con vos moreno. Una porción de días te hice esperar pero, aquí he venido".  
En un momento posterior a este encuentro se produce un diálogo que remite a
pasajes del poema de Hernández, así, Fierro cuenta que pasó varios años sin
ver a sus hijos, a quienes dio buenos consejos, entre ellos "que el hombre no
debe derramar la sangre del hombre", a lo que el moreno responde "hizo bien.
Así no se parecerán a nosotros".

El "Forastero" (Fierro) no por falta de coraje, no quiere más muertes, pero


parece que ese es su camino inexorable, Borges le hace decir "mi destino ha
querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano". 

Finalmente se produce la pelea fuera de la pulpería; el forastero "se quitó las


espuelas" y el negro le pidió antes, que ahora "ponga todo su coraje y toda su
maña, como en aquel encuentro de hace siete años, cuando mató a mi
hermano".

En este combate borgeano el moreno mató a Fierro, fue al atardecer - tal vez
otro símbolo de un final - que la ilustre pluma describe así "hay una hora de la
tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice
infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos, pero es intraducible como
una música. Desde su catre, Recabarren vio el fin."   

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