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ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA / DAÑO DERIVADO DE LA FUNCIÓN

ADMINISTRATIVA / DAÑO DERIVADO DE OMISIONES ADMINISTRATIVAS /


ACCIDENTE DE TRÁNSITO POR FALTA DE SEÑALIZACIÓN / FALLA DEL
SERVICIO – No configurada / EXIMENTE DE RESPONSABILIDAD DEL
ESTADO – Hecho determinante y exclusivo de un tercero / HECHO DE UN
TERCERO - Configurado

El 30 de abril de 2008, los señores Wilson de Jesús Atehortúa Gallego, María


Rubiela Gallero Quintero y Jesús Adolfo Atehortúa Zuluaga demandaron al INVIAS
por la supuesta falla del servicio imputable a la entidad, consistente en la falta de
mantenimiento y señalización de la vía que de Lorica conduce a Momil,
departamento de Córdoba, lo que, en su criterio, generó que se produjera el
accidente automovilístico en el que resultó gravemente lesionado el primero, el 30
de abril de 2006 (…) [R]esulta incuestionable que la eventual existencia de la línea
demarcatoria de los carriles no hubiera tenido relevancia causal en la no
producción del accidente, toda vez que el señor Rafael de Hoyos invadió
completamente el segmento de la vía que de Momil conduce a Lorica, por lo que
la contravía fue plena o total, es decir, el accidente no se presentó sobre la mitad
de la carretera –lo que hubiera podido generar una interesante discusión causal
sobre la importancia de la línea demarcatoria de los carriles– sino sobre el costado
oriental de la misma, esto es, sobre el carril que, se insiste, de Momil lleva a
Lorica, por lo que la excepción del hecho del tercero se encuentra plenamente
configurada, en la medida que el daño provino de la acción directa, exclusiva y
determinante del conductor del vehículo Toyota Hilux de placas EUT-333 (…) [S]i
no se puede trazar un nexo adecuado de causalidad entre la conducta del
demandado o la intervención de una cosa suya, que se halle dentro de su órbita o
esfera de garantía, y el daño acreditado, no se puede obtener el resarcimiento,
pues con independencia del presupuesto de la culpa o falla del servicio, las
consecuencias negativas del hecho no le podrán ser atribuibles. Así las cosas, la
Sala confirmará la decisión apelada porque se verificó una eximente de
responsabilidad consistente en el hecho determinante y exclusivo de un tercero,
en este caso, el comportamiento del señor Rafael de Hoyos Núñez, conductor del
automotor que atropelló al señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego

RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR FALLA DEL SERVICIO / DAÑO


ANTIJURÍDICO – Análisis / TEORÍA DE LA CAUSALIDAD ADECUADA –
Aplicación / TEORÍA DE LA EQUIVALENCIA DE LAS CONDICIONES

El artículo 90 de la Constitución Política contiene la cláusula general de


responsabilidad del Estado. El avance significativo del sistema implementado,
basado en la noción de lesión, fue haber reivindicado el daño –y por consiguiente
a la víctima– y su función en la institución de la responsabilidad. El daño entendido
como la afectación, vulneración o lesión a un interés legítimo y lícito se convirtió
en el eje central de la obligación resarcitoria y, por ende, tanto la atribución como
la fundamentación normativa o jurídica del deber de reparar quedaron
concentrados en un nuevo elemento que es la imputación. En otros términos, el
análisis de la responsabilidad no inicia con el título o régimen jurídico aplicable,
sino con la verificación de la existencia del daño, entendido como la alteración
negativa a un interés protegido (…) La Sala, una vez constatada la existencia del
daño, procede a realizar el estudio de imputación, para lo cual será determinante
establecer si el daño puede atribuirse a la entidad demandada (…) En el sub
examine, el análisis de causalidad adecuada o prognosis póstuma, como lo
denomina algún sector de la doctrina y la jurisprudencia, permite establecer que lo
fue el comportamiento del conductor de la camioneta, toda vez que invadió el
segmento de la vía por el que se desplazaba el señor Wilson de Jesús Atehortúa
Gallego. Y si bien, se reitera, la carretera no estaba delimitada ello no contribuyó
causalmente en la producción del resultado dañoso, toda vez que el sector de la
vía era recto (…) Para la Sala es importante resaltar que no todas las
circunstancias que anteceden a la producción del daño son causas directas del
mismo, como se plantea en la teoría de la equivalencia de las condiciones; es un
sinsentido otorgarle igual importancia a cada hecho previo a la producción del
daño, pues lo relevante es identificar cuál acción u omisión fue la causa
determinante, principal y eficiente del hecho dañoso. De lo contrario, se llegaría al
absurdo de que la consecuencia o daño, sería la sumatoria de todos los
antecedentes, lo que generaría un retorno al infinito. Sobre el particular, la Sección
en otrora oportunidad razonó acerca de la importancia de la causalidad adecuada,
como criterio jurídico para la identificación de la acción u omisión a la que se le
atribuye la producción de un daño:

PRUEBA PARA ACREDITAR PARENTESCO EN CASOS DE LESIÓN O


MUERTE / MEDIOS PROBATORIOS EN CASOS DE ACCIDENTES DE
TRÁNSITO

La prueba del parentesco, para la acreditación del daño en eventos de muerte o


lesiones, constituye lo que en derecho probatorio se ha denominado evidencia o
prueba evidente: “la evidencia, más que de la abundancia de los datos
probatorios, se produce por la intimidad del nexo que los reúne y por la facilidad
de aprehensión de la vinculación, en forma que permita valorar el hecho en modo
rápido y seguro, y casi dominarlo… Tanto más evidente es la prueba, cuanto más
grande es el número de los nexos, de las relaciones que tienen lugar entre los
varios datos, no solo sino también cuanto más estrecho, positivo, definido,
concreto es el ligamen que los une a todos conjuntamente”. La prueba del ligamen
familiar produce evidencia del daño sufrido, dado que de ella fluye o emerge, salvo
prueba contraria, la conclusión lógica que un daño padecido por uno de los
miembros del núcleo genera una alteración o lesión en los restantes integrantes.
En otros términos, de la demostración del parentesco (hecho conocido) es posible
construirse un indicio que podría denominarse cuasi necesario porque tiene la
virtualidad, por sí solo, de generar un convencimiento en quien efectúa la
inferencia lógica, esto es, la afectación y el padecimiento de los familiares del
occiso o el lesionado (hecho desconocido); no obstante, se reitera, ese indicio
admitiría prueba en contrario, de allí la imposibilidad de calificarlo como necesario
a plenitud (…) [N]o es posible darle prevalencia al informe de tránsito sobre los
demás medios de convicción allegados al expediente. En tal virtud, es preciso que
el juzgador pondere con las reglas de la lógica, la experiencia y el sentido común
las diferentes pruebas que integran el acervo probatorio, con miras a determinar a
cuál de ellas se le otorga una mayor credibilidad y las razones por las cuales tiene
un mayor nivel de convencimiento histórico, es decir, cuál tiene la virtualidad
reconstructiva de los hechos ocurridos.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCIÓN TERCERA

SUBSECCIÓN A

Consejera Ponente: MARÍA ADRIANA MARÍN


Bogotá, D.C., veintisiete (27) de septiembre de dos mil dieciocho (2018)

Radicación número: 23001-23-31-000-2008-00156-01(42545)

Actor: WILSON DE JESÚS ATEHORTÚA GALLEGO Y OTROS

Demandado: INSTITUTO NACIONAL DE VÍAS - INVIAS

Referencia: ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA

Temas: FALLA DEL SERVICIO – accidente de tránsito / CAUSA EXTRAÑA –


hecho determinante y exclusivo de un tercero / FALLA DEL SERVICIO – no
constituyó la causa adecuada para la producción del daño / COPIAS SIMPLES –
valor probatorio / FOTOGRAFÍAS – valor probatorio / TEORÍAS CAUSALES –
causa más próxima – causa adecuada / INFORME DE TRÁNSITO Y CRÓQUIS –
valor probatorio – valor probatorio frente a la prueba testimonial.

La Sala decide el recurso de apelación interpuesto por la parte demandante contra


la sentencia del 18 de agosto de 2011, proferida por el Tribunal Administrativo
de Córdoba, en la que se negaron las súplicas de la demanda.

I. SÍNTESIS DEL CASO

El 30 de abril de 2008, los señores Wilson de Jesús Atehortúa Gallego, María


Rubiela Gallero Quintero y Jesús Adolfo Atehortúa Zuluaga demandaron al
INVIAS por la supuesta falla del servicio imputable a la entidad, consistente en
la falta de mantenimiento y señalización de la vía que de Lorica conduce a
Momil, departamento de Córdoba, lo que, en su criterio, generó que se
produjera el accidente automovilístico en el que resultó gravemente lesionado
el primero, el 30 de abril de 2006.
II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Mediante escrito del 30 de abril de 2008 (F. 1 a 8 c. 1), los señores Wilson de
Jesús Atehortúa Gallego y sus padres, María Rubiela Gallego Quintero y Jesús
Adolfo Atehortúa Zuluaga, por intermedio de apoderado judicial (F. 9 y 10 c. 1),
presentaron demanda de reparación directa contra la Nación y el Instituto
Nacional de Vías “INVIAS, para que se les declare patrimonialmente
responsables de los perjuicios ocasionados con la lesión física sufrida por el
primero, en el accidente de tránsito ocurrido el 30 de abril de 2006.

En concreto, los demandantes formularon las siguientes pretensiones:

1.1. Declárase que la NACIÓN COLOMBIANA e INSTITUTO NACIONAL


DE VÍAS (INVIAS) REGIONAL CÓRDOBA, es patrimonialmente
responsable de los perjuicios antijurídicos morales subjetivos causados a
los demandantes señor WILSON DE JESÚS ATEHORTÚA GALLEGO
(perjudicado) y de sus señores padres MARÍA RUBIELA GALLEGO y
JESÚS ADOLFO ATEHORTÚA ZULUAGA, como consecuencia de las
lesiones personales sufridas por el demandante WILSON DE JESÚS
ATEHORTÚA GALLEGO, acaecidas en un accidente de tránsito ocurrido
el día 30 de abril del año 2006 a la altura del en la vía (sic) que de Lorica
conduce a Momil (Córdoba) a la altura del motel ‘Las Pampas’ ocurrido
este por falla del servicio de la NACIÓN e INVIAS.

1.2. Como consecuencia de la anterior declaración, se condene a la


NACIÓN e INSTITUTO NACIONAL DE VÍAS (INVIAS) a la reparación o
compensación del daño y los perjuicios ocasionados, a pagar a los
actores o quien represente legalmente sus derechos, los siguientes
conceptos indemnizatorios.

1.2.1. A WILSON DE JESÚS ATEHORTÚA GALLEGO, con equivalente


en pesos al momento de la ejecutoria que ponga fin al proceso (sic) la
suma de dos mil (2000) salarios mínimos legales mensuales vigentes; a
sus padres (…) con equivalente en pesos al día de ejecutoria que ponga
fin al proceso, la suma de mil (1000) salarios mínimos mensuales legales
vigentes, para cada uno de ellos, igualmente en forma subsidiaria
condenar, en consecuencia a la NACIÓN e INVÍAS a reconocer y pagar
por concepto de daños o perjuicios morales subjetivos a WILSON DE
JESÚS ATEHORTÚA GALLEGO (perjudicado) y a sus señores padres, la
suma de 1000 gramos de oro para cada uno de ellos…

1.3. (sic) Todas las cantidades anteriores pretendidas deberán pagarse


con los intereses compensatorios, moratorios y debidamente
actualizadas en su poder adquisitivo.
1.4. (sic) Los entes condenados le darán cumplimiento a la sentencia en
los términos de los artículos 176, 177 y 178 del C.C.A.

1.2.3. Por perjuicios materiales

2.2.1.1. (sic) Al señor WILSON DE JESÚS ATEHORTÚA GALLEGO, en


su manifestación de daño emergente, los gastos médicos, quirúrgicos,
estéticos, hospitalarios, de transporte y otros, en los que incurrió él para
el tratamiento y reparación integral de las lesiones sufridas, que
ascienden aproximadamente a $10´000.000,00 (diez millones de pesos).

2.2.1.2. (sic) Al señor WILSON DE JESÚS ATEHORTÚA GALLEGO, en


su manifestación de lucro cesante, la renta o suma dineraria que venía
produciendo en su buen estado físico y psicológico, cuando se
desempeñaba como administrador de una tienda devengando un salario
de novecientos mil pesos ($900.000,00) mensuales; el cual debe pagarse
junto con los intereses compensatorios por su disminución de capacidad
laboral, contados desde la fecha de ocurrencia del hecho hasta el
momento en que se haga efectivo el pago, de acuerdo con la
incapacidad laboral que se demuestre dentro del proceso, teniendo en
cuenta los actuales porcentajes de disminución de capacidad laboral
adoptados por la legislación laboral, el último ingreso promedio obtenido
por mi poderdante, o en su defecto, debe tenerse en cuenta el salario
mínimo legal vigente para la fecha del fallo; de igual forma, el promedio
de vida probable adoptado en la tabla de supervivencia aprobada para
los colombianos y la edad de mi poderdante, aplicando la
correspondiente operación o fórmula matemática utilizada para su
tasación.

1.3. Petición especial

Si no fuere posible probar la existencia de la falla del servicio de la


administración, solicito al honorable tribunal, tener en cuenta las demás
teorías de la responsabilidad del Estado, especialmente las de daño
especial o por riesgo excepcional, la cual ha aplicado en muchos casos
nuestro Consejo de Estado en accidentes de tránsito, en atención al
principio IURA NOVIT CURIA, y se condene a la entidad que resulte
responsable de acuerdo con las pruebas que se aportan y resultaren
probadas en el proceso (F. 1 y 2 c. 1).

Los fundamentos fácticos de la demanda son, en síntesis, los siguientes:

El 30 de abril de 2006, en la vía que Lorica conduce a Momil, departamento de


Córdoba, resultó lesionado el señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego en un
accidente de tránsito.

El señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego iba camino a Lorica en una


motocicleta marca Susuki, cuando repentinamente fue arrollado de frente por el
señor Rafael Enrique de Hoyos Núñez, quien invadió el carril contrario –por el
que se movilizaba la víctima– con el vehículo Toyota Hilux de placas EUT-333,
de propiedad del señor Miguel Martínez Carrascal.

La víctima directa, señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego sufrió múltiples


fracturas, entre ellas una abierta en su pierna izquierda. Por tal motivo, fue
trasladado al Hospital Pablo Tobón de la ciudad de Medellín, donde después de
varias cirugías reconstructivas y tratamientos sin resultados positivos, fue
remitido a otra institución para que se le amputara su miembro inferior izquierdo
a la altura de la tibia y el peroné.

Como fundamentos jurídicos, la demanda señaló que el INVIAS tiene a su


cargo el mantenimiento de la vía en que se produjo el accidente y que, en este
caso, omitió sus deberes de mantenimiento y señalización, de conformidad con
las normas contenidas en el Decreto 2770 de 1953.
2. Trámite de primera instancia

El Tribunal Administrativo de Córdoba admitió la demanda mediante auto del 15


de julio de 2008 y se ordenó su notificación a las entidades demandadas (F.
106 c. 1).

El Ministerio de Transporte, en representación de la Nación, se opuso a las


pretensiones de la demanda, para lo cual propuso la excepción de falta de
legitimación en la causa por pasiva, dado que, en su criterio, las funciones de
mantenimiento y señalización de las vías del orden nacional están asignadas al
INVIAS (F. 110 a 113 c. 1).

Por su parte, el INVIAS contestó la demanda para impugnar sus súplicas con
fundamento en la supuesta falta de legitimación en la causa por pasiva, en
tanto que adujo no tener ninguna responsabilidad en los hechos narrados en el
libelo petitorio, toda vez que el daño fue irrogado por el particular que conducía
el vehículo de placas EUT-333, esto es, el señor Miguel Martínez Carrascal,
dueño del carro, y el señor Rafael de Hoyos Núñez, conductor del automotor.
Agregó que el accidente no se produjo por falta de mantenimiento o
señalización, sino por la falta de precaución y la negligencia de los conductores
de los automotores, quienes infringieron varias normas de tránsito, por lo que
no actuaron con la prudencia y diligencia que exigía el desarrollo de la actividad
peligrosa (F. 127 a 136 c. 1).

La entidad demandada llamó en garantía a la aseguradora QBE Seguros S.A.,


vinculación que fue aceptada por el a quo mediante auto del 20 de agosto de 2009
(F. 218 y 219 c. 1).

La aseguradora se opuso y coadyuvó los argumentos de defensa de la demanda


principal, pues según indicó no se configuran los presupuestos para que opere la
responsabilidad patrimonial del INVIAS, ya que el hecho es atribuible única y
exclusivamente al tercero que impactó de frente con el señor Wilson de Jesús
Atehortúa Gallego. Frente al escrito de llamamiento, la compañía vinculada solicitó
que, en los términos del artículo 1602 del Código Civil, la eventual condena que se
decretara en su contra estuviera delimitada al riesgo asegurado, las exclusiones
establecidas en la póliza, su vigencia y los valores asegurados (F. 235 a 260 c. 1).
Vencido el período probatorio dispuesto en providencia del 10 de febrero de 2010
(F. 263 a 265 c. 2), decisión confirmada por esta Corporación en proveído de 9 de
diciembre de ese mismo año (F. 284 a 288 c. 2), el tribunal de primera instancia,
mediante auto del 29 de marzo de 2011, corrió traslado a las partes para presentar
alegatos de conclusión y al Ministerio Público para que rindiera concepto (F. 309 c.
1).

La parte actora reiteró los argumentos y peticiones contenidos en la demanda. De


otra parte, sostuvo que “las fotografías tomadas por los familiares del lesionado
meses después del accidente” demuestran la existencia de las grietas, los
desniveles, la ausencia de berma, la falta de señalización y, en general, el
abandono en que el INVIAS tenía la vía al momento del accidente. Recalcó la
importancia de las declaraciones de los señores Aldonis Donaldo Correa López y
Juan Carlos Manjarrés, testigos que dieron cuenta del mal estado de la carretera
(F. 323 a 325 c. 2).

El INVIAS alegó que el daño se produjo por la violación al artículo 60 de la Ley


769 de 2002 “Código Nacional de Tránsito” que determina que los vehículos
deben transitar por los respectivos carriles, dentro de las líneas de
demarcación. Manifestó que, contrario a lo aducido por los demandantes, la vía
se encontraba en óptimas condiciones, en estricto cumplimiento de las
disposiciones contenidas en el Decreto 2270 de 1953. Finalizó su intervención
señalando que el hecho es atribuible de manera directa al conductor del
vehículo que invadió el carril por el que se movilizaba la víctima directa, por lo
que el nexo causal se rompió por el hecho determinante y exclusivo de un
tercero (F. 311 a 316 c. 2).

La compañía de seguros, llamada en garantía, insistió en que el daño no fue


causado por el INVIAS, sino por un tercero, dado que el informe policial de
tránsito dio cuenta de que la causa del accidente consistió en “transitar en
contravía” y “ocupar el carril de sentido contrario, cuando no se estaba
sobrepasando otro vehículo”. En ese orden de ideas, concluyó que la supuesta
falta de berma o señalización no tuvo ninguna incidencia causal en la
producción del suceso (F. 320 a 322 c. 2).

El Ministerio Público guardó silencio.


3. Sentencia apelada

El 18 de agosto de 2011, el Tribunal Administrativo de Córdoba profirió la


sentencia impugnada, en la que negó las pretensiones de la demanda por
hallar probada la excepción del hecho exclusivo de un tercero (F. 328 a 340 c.
ppal.).

En primer lugar, el a quo restó valor probatorio a las múltiples fotografías


aportadas con la demanda porque no se tiene certeza de la fecha en la que
fueron tomadas, así como tampoco de la persona que lo hizo.

En relación con el nexo causal, el tribunal concluyó que si bien quedó


establecido que la vía, en el sitio del accidente, no tenía señalización ni estaba
demarcada, lo cierto es que la causa eficiente y determinante del mismo fue el
hecho de un tercero, el conductor del automóvil que invadió el carril por el que
se desplazaba la víctima y la impactó de frente.

El tribunal de primera instancia restó valor probatorio a los testimonios


practicados en el proceso, por cuanto el croquis del suceso daba cuenta de
hechos totalmente distintos a los descritos por los declarantes, esto es, que el
posible mal estado de la vía no tuvo incidencia en la producción del accidente
de tránsito.

4. Recurso de apelación

Inconforme con la decisión, la parte demandante interpuso recurso de


apelación que fue concedido mediante auto del 20 de septiembre de 2011 (F.
349 c. ppal.) y admitido en proveído del 12 de diciembre de ese mismo año (F.
354 c. ppal.).

La apelación, contenida en un breve escrito, señaló que el fallador de primera


instancia desconoció el contenido del artículo 187 del C.P.C., que establece
que las pruebas se apreciarán en conjunto, de acuerdo con las reglas de la
sana crítica. En su criterio, el a quo erró al no tener en cuenta las declaraciones
de los testigos que eran claras, espontáneas y detalladas en señalar que la vía
se encontraba en mal estado, con muchos huecos y baches, sin señalización y
sin berma; además, que el croquis en que se fundamentó la sentencia de
primera instancia para declarar el hecho de un tercero, no fue ratificado por los
agentes de tránsito, lo que impedía darle prevalencia frente a la prueba
testimonial. Por último, afirmó que el hecho del tercero no era ajeno al INVIAS,
por lo que este debió ser condenado (F. 343 y 344 c. 2).
5. Trámite de segunda instancia

En auto del 1º de febrero de 2012 se corrió traslado a las partes para alegar de
conclusión y al Ministerio Público para rendir concepto en esta instancia (F. 356
c. ppal.).

En esta etapa, las partes y el Ministerio Público guardaron silencio (F. 357 c. ppal.).

III. CONSIDERACIONES

1. Competencia de la Sala

La Sala es competente, dado que el proceso tiene vocación de doble instancia


ante esta Corporación, en los términos del artículo 132.6 del C.C.A. –modificado
por el artículo 40 de la Ley 446 de 1998– toda vez que para la fecha de
interposición del recurso de apelación –2 de septiembre de 2011– la cuantía se
establecía a partir de la sumatoria de las pretensiones –objetivas y subjetivas– 1
comoquiera que el artículo 3 de la Ley 1395 de 2010 fue derogado por el artículo
626 de la Ley 1564 de 2012 (12 de julio) “CGP”.

En efecto, para que un proceso de reparación directa iniciado en el año 2008


tuviera apelación ante el Consejo de Estado, la cuantía debería ser equivalente o
superior a $230´750.000,002; y dado que la sumatoria de todas las pretensiones
asciende a $1.394´500.000,00 la Sala tiene competencia funcional.

1
“En efecto, el artículo 3º de la ley 1395 [de 2010], modificó sustancialmente la forma de establecer
la cuantía en los procesos en los que se acumulan varias pretensiones; por lo tanto, a partir de la
entrada en vigencia de ese cuerpo normativo la cuantía de los procesos contencioso
administrativos que conlleven la acumulación de pretensiones, inclusive si son objetivas
(naturaleza o cuantía) o subjetivas (pluralidad de demandantes), se determinará a partir de la
sumatoria total de las mismas, sin restringir su aplicación a la acumulación subjetiva u objetiva,
toda vez que donde el legislador no distinguió no le es viable al intérprete hacerlo. Por lo tanto, la
forma de establecer la cuantía de un proceso contencioso administrativo, en virtud de la remisión
que efectúa el artículo 267 del C.C.A. a los preceptos del C.P.C., frente a las materias no reguladas
expresamente, será a través de la sumatoria de todas las pretensiones formuladas, adición que se
realiza tanto por el factor objetivo (clase o naturaleza de la pretensión) como subjetivo (número de
sujetos demandantes)” Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, auto del 7
de diciembre de 2010, exp. 37.927, M.P. Enrique Gil Botero.
2
Suma que resulta de multiplicar 500 por el salario mínimo mensual vigente de 2008, es decir,
$461.500,00.
2. Ejercicio oportuno de la acción

La caducidad es la sanción que establece la ley por el ejercicio tardío del


derecho de acción, esto es, la desatención de los plazos y términos definidos
en el ordenamiento jurídico para la presentación oportuna de la
correspondiente demanda. Además, se trata de un presupuesto procesal que
puede ser declarado de oficio, inclusive.

Para casos como el analizado, la norma de caducidad aplicable es la contenida


en el numeral 8 del artículo 136 del C.C.A. –modificado por el artículo 44 de la
Ley 446 de 1998– según la cual la acción de reparación directa “caducará al
vencimiento del plazo de (2) años, contados a partir del día siguiente del
acaecimiento del hecho, omisión u operación administrativa o de ocurrida la
ocupación temporal o permanente del inmueble de propiedad ajena por causa de
trabajos públicos o por cualquier otra causa”.

De modo que la acción de reparación directa, que se interpuso el 30 de abril de


2008, lo fue en tiempo, porque el hecho dañoso se produjo el 30 de abril de
2006, tal como se acreditó con las copias auténticas del informe policial de
accidentes de tránsito n.° 207864, la historia clínica del señor Wilson de Jesús
Atehortúa Gallego, el informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Forenses-Dirección Regional Noroccidente-Seccional Córdoba y el acta de la
Junta Regional de Calificación de Invalidez de Antioquia (F. 91 a 98 c. 1).

3. Legitimación en la causa

Los señores Wilson de Jesús Atehortúa Gallego, María Rubiela Gallego y Jesús
Adolfo Atehortúa Zuluaga están legitimados en la causa por activa en tanto
adujeron ser damnificados con el daño. El primero en condición de víctima
directa y, los segundos, en razón del vínculo que los une con aquel, hechos
que fueron demostrados en el proceso, como se indicará más adelante.

Por su parte, el Instituto Nacional de Vías “INVIAS” tiene interés en controvertir


las pretensiones de la demanda por pasiva, porque es un establecimiento
público del orden nacional, con personería jurídica, autonomía administrativa y
patrimonio propio, cuyo objetivo consiste en ejecutar las políticas y programas
relacionados con la construcción, reconstrucción, mejoramiento, rehabilitación,
conservación, atención de emergencias, y demás obras que requiera la
infraestructura vial a cargo de la Nación, de conformidad con el D ecreto 2171
del 30 de diciembre de 1992, proferido con fundamento en las facultades
asignadas al Gobierno Nacional por el artículo 20 transitorio de la Constitución
Política.

Además, el INVIAS no cuestionó la naturaleza nacional de la vía. Por el


contrario, su defensa se centró en la eximente del hecho de un tercero, pero no
se opuso a la afirmación efectuada en la demanda, según la cual la vía era del
orden nacional.

Por el contrario, la Nación–Ministerio de Transporte no tiene interés en controvertir


las pretensiones de la demanda, ya que las funciones de conservación,
mantenimiento y señalización de las vías del orden nacional corresponde al
INVIAS, entidad que cuenta con personería jurídica como se indicó anteriormente.
En efecto, el ministerio tiene a su cargo la formulación y adopción de las políticas,
planes, programas, proyectos y regulación económica del transporte, el tránsito y
la infraestructura, en los modos carretero, marítimo, fluvial, férreo y aéreo del país,
de acuerdo con el Decreto 087 de 2011.

4. Análisis de la Sala

Problema jurídico: consiste en definir si el daño sufrido por el señor Wilson de


Jesús Atehortúa Gallego es imputable al INVIAS por haber omitido sus deberes
de mantenimiento y señalización de la vía que de Lorica conduce a Momil, en el
departamento de Córdoba o si, por el contrario, es atribuible única y
exclusivamente al hecho de un tercero, en este caso al conductor del automóvil
que lo impactó de frente.

Se advierte que para resolver la controversia se tendrán en cuenta las pruebas


que obran en el expediente, incluidas las copias simples aportadas, porque las
mismas gozan de valor probatorio, de acuerdo con la jurisprudencia unificada de
esta Sección3, en aplicación del principio constitucional de buena fe, toda vez que

3
Cfr. Consejo de Estado, Sala Plena Sección Tercera, sentencia del 28 de agosto de 2013, exp.
25.022, M.P. Enrique Gil Botero. La Corte Constitucional, en idéntico sentido, reconoció valor
probatorio a las copias simples en sentencia de unificación SU-774 del 16 de octubre de 2014,
M.P. Mauricio González Cuervo.
no fueron tachadas de falsas por las partes, y porque en relación con ellas se
surtió y garantizó el principio de contradicción.

4.1. El daño

El artículo 90 de la Constitución Política contiene la cláusula general de


responsabilidad del Estado. El avance significativo del sistema implementado,
basado en la noción de lesión, fue haber reivindicado el daño –y por
consiguiente a la víctima– y su función en la institución de la responsabilidad.

El daño entendido como la afectación, vulneración o lesión a un interés legítimo


y lícito se convirtió en el eje central de la obligación resarcitoria y, por ende,
tanto la atribución como la fundamentación normativa o jurídica del deber de
reparar quedaron concentrados en un nuevo elemento que es la imputación.

En otros términos, el análisis de la responsabilidad no inicia con el título o


régimen jurídico aplicable, sino con la verificación de la existencia del daño,
entendido como la alteración negativa a un interés protegido.

En el sub lite, el daño –lesión física por amputación de un segmento de la


pierna izquierda del señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego– se encuentra
demostrado a partir de los siguientes medios de convicción decretados y
practicados en el proceso:

i) Copia simple de la historia clínica del señor Wilson de Jesús Atehortúa


Gallego, documento que permite establecer que fue atendido en el Hospital de
Lorica y, posteriormente, remitido al Hospital San Jerónimo de la ciudad de
Montería, por presentar politraumatismo y fractura expuesta de tibia (F. 11 a 16
c. 1).

ii) Copia simple de la historia clínica del paciente Wilson de Jesús Atehortúa
Gallego elaborada por el Hospital Pablo Tobón de la ciudad de Medellín, lugar
al que fue remitido el 8 de mayo de 2006. Al momento del ingreso, el paciente
presentaba: “fractura de fémur y pierna izquierda con pérdida de tejido en
pierna del 40% para manejo especializado en reconstrucción por parte de
ortopedia y cirugía microvascular” (F. 17 c. 1).
El paciente además llegó con un tutor externo en el miembro inferior izquierdo.
En el informe de ingreso se consignó: “paciente que el 1/05/06 sufre accidente
de tránsito en calidad de conductor de moto al colisionar contra un vehículo,
estuvo hospitalizado en hospital de Montería, requirió manejo en UCI por
inestabilidad hemodinámica, presentó fractura de fémur y tibia izquierda,
avulsión en pierna de tejido del 40%, ahora remiten para manejo por ortopedia
y cirugía estética” (F. 17 c. 1).

De la página 1 del resumen de la historia clínica del paciente elaborado por el


Hospital Pablo Tobón, se salta a la página 65 en la que se lee: “26/05/2006
Tipo de evolución: tratante. Wilson, 26 años de edad, 18 días hospitalizado. Idx.
Fractura de fémur cerrada izquierda en manejo con fijador externo. 5º día POP
lavado+debridamiento+cierre definitivo del muñón+luxación de muñeca
izquierda. TTO. Omeprazol, Nadroparina, Clotrimazol crema, Morfina, Dipirona,
Carbamazepina, Gabapentina, Amitriptilina” (F. 18 c. 1).

En otra de las páginas de la historia clínica del hospital Pablo Tobón se advierte
lo siguiente: “05/06/2006. Fractura cerrada y abierta G III B de tibia izquierda,
lesión vascular de MII que requirió reconstrucción. Salió del hospital el
30/05/2006 hoy viene a revisión. Aceptable estado general, consciente, heridas
del muslo y la pierna cubiertas con vendajes limpios, se destapan heridas
encontrando los sitios de los pines proximales con secreción seropurulenta en
escasa cantidad, los pines distales un poco erimatosos, las heridas de
fasciotomías medial en el muslo limpias, herida del muñón limpia” (F. 25 c. 1).

A folio 40 del cuaderno uno se encuentra la nota operatoria del 19 de mayo de


2006, en la que se hace constar que se le practicó una cirugía al señor Wilson
de Jesús Atehortúa Gallego para amputar el miembro inferior izquierdo por
debajo de la rodilla, debido a que la fractura de tibia estaba demasiado
infectada con lesión severa e irreversible de vasos.

iii) Copia simple del acta de calificación de invalidez, elaborada por la Junta
Regional de Invalidez de Antioquia. En este documento se concluyó:

(…) Porcentaje de la pérdida de la capacidad laboral: deficiencia 16.88%,


discapacidad 4.50%, minusvalía 11.75%. Porcentaje total: 33.13%.
Paciente de 27 años, vendedor independiente, viene por cuenta propia
para valoración de pérdida de capacidad laboral, por solicitud de La
Previsora Seguros, por lesiones en accidentes de tránsito.

En abril 30/06 sufrió accidente de tránsito en calidad de conductor de


moto, atendido en el hospital de Lorica y remitido a hospital San
Jerónimo de Montería, y posteriormente al hospital Pablo Tobón Uribe,
donde se reporta fractura de tibia y peroné, fractura de fémur, avulsión
pierna, múltiples lavados y desbridamiento.

En mayo 25/06 ortopedia diagnostica fractura de fémur cerrada izquierda


en manejo con fijador externo.

En mayo 27/06 de le realizó amputación infracondílea izquierda.

En septiembre 18/06 rayos X de fémur izquierdo reporta que no hay


signos de consolidación en el sitio de la fractura, la placa se ve separada
del fémur y hay área lúcida alrededor de varios tornillos, lo que me hace
pensar en aflojamiento.

En noviembre 2/06 ortopedia ordena rayos X de fémur y control en 3


meses.

Hoy relata que está consciente de su limitación física, marcha apoyada


con muletas, muñón infracondíleo sano, cicatrices en muslo izquierdo,
arcos de movimiento de rodilla izquierda en flexión de 40º, hipotrofia
cuádriceps izquierdo.

Con los diagnósticos de:

1. Amputación infracondílea izquierda.


2. Restricción articular rodilla izquierda.

Se califica con 33.13% de pérdida de la capacidad laboral de origen


común, el accidente de tránsito, con fecha de estructuración 27/06, día
de la amputación infracondílea izquierda.

Se calificó con el Decreto 917 de 1999 (F. 96 a 98 c. 1).

iv) Copia simple del informe técnico médico legal de lesiones no fatales,
elaborado por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses-Regional
Noroccidente-Seccional Córdoba. En este documento, elaborado el 19 de enero
de 2007, se puntualizó:

(…) Reviso resumen de atención médica del hospital Pablo Tobón Uribe
de Medellín, marcado con nombre y fecha 8-05-2006 (…) Conclusión:
mecanismo causal: contundente. Incapacidad médico legal: definitiva.
Setenta (70) días. Secuelas médico legales: deformidad física que afecta
el cuerpo, de carácter permanente. Perturbación funcional del miembro
inferior izquierdo de carácter permanente y perturbación funcional del
órgano de la locomoción de carácter permanente ” (F. 94 y 95 c. 1).

Ahora, la parte actora acompañó con la demanda dos fotos que obran a folio 65
del cuaderno uno, con el ánimo de acreditar el daño sufrido por el señor Wilson
de Jesús Atehortúa Gallego. La Sala se abstendrá de darle valor probatorio a
las imágenes mencionadas, en los términos del artículo 252 del Código de
Procedimiento Civil, pues como lo ha sostenido la Sala Plena de esta Sección 4,
las mismas son documentos privados que solo tienen poder suasorio en la
medida en que hayan sido ratificados. En el caso concreto, respecto de las
fotografías aportadas no existe certeza sobre la persona que las realizó, ni sobre
las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que fueron tomadas, por lo que
resulta imposible valorarlas como medio de convicción.

Con independencia de las fotografías aportadas, lo cierto es que quedó


establecido que el señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego sufrió una lesión
física que desencadenó una perturbación funcional de carácter permanente del
miembro inferior izquierdo y de la locomoción, toda vez que le fue amputado su
pie izquierdo por debajo de la rodilla.

El daño entendido como la afectación o lesión a un interés jurídico tutelado


puede comprender uno o varios intereses privados dependiendo la relación que
se tenga con el bien o derecho afectado. En otros términos, la lesión física del
señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego no solo puede tener repercusiones
jurídicas para él, sino que también puede afectar a su núcleo familiar. De allí
que conviene preguntarse si concurren otros intereses privados y personales
respecto de ese bien jurídico tutelado, en aras a determinar si frente a ellos se
acreditó o no el daño alegado. Acerca de la concurrencia de intereses
particulares respecto de un mismo daño, la doctrina ha precisado 5:

El concurso de intereses privados puede hallarse también respecto a un


bien en el que subsista la obligación general de abstención para todas
las personas [neminem laedere o mandato de no dañar a nadie]. Se
necesitará determinar cuáles sean los intereses para cuya satisfacción
se ha impuesto la obligación (…) Si el bien consiste en una cualidad de
una persona (vida, integridad física, etc.), se puede preguntar si dentro
de tales intereses se comprende solo el de la persona a que corresponde
este modo de ser, o también el de los familiares, amigos, acreedores o
interesados moral o económicamente en la salvaguarda de tales
bienes… Y en consecuencia: ¿solamente el primer interés se lesiona?
¿Es objeto de daño resarcible únicamente él o la lesión de cualquier otro
interés concurrente hace nacer una obligación resarcitoria? Estas
muestras enseñan cómo llega a resultar fastidiosa la cuestión sobre el
número de personas que pueden considerarse perjudicadas en sentido
jurídico, sobre la extensión de la responsabilidad, considerando los
sujetos que la puedan invocar en su propio favor.
4
Cf. Consejo de Estado, Sección Tercera-Sala Plena, sentencia del 28 de agosto de 2014, exp.
28.832, M.P. Danilo Rojas Betancourth.
5
DE CUPIS, Adriano “El daño”, Ed. Bosch, 2ª edición, Barcelona, 1975, pág. 600 y 601.
En ese orden, corresponde a la Sala determinar si los padres del señor Wilson
de Jesús Atehortúa Gallego acreditaron el daño invocado en la demanda, para
lo cual será determinante establecer si quedó demostrado el parentesco que los
une.

Los señores Jesús Adolfo Atehortúa Zuluaga y María Rubiela Gallego Quintero
sufren un daño en su condición de padres del señor Wilson de Jesús Atehortúa
Gallego, de conformidad con la copia auténtica del registro civil de nacimiento
del primero (F. 57 c. 1).

La demostración del parentesco en el primer grado de consanguinidad entre la


víctima directa y los demás demandantes, unida a las reglas de la experiencia,
permite inferir el sufrimiento de estos con los padecimientos de aquella, máxime si
se trata de una familia nuclear como la que ocupa la atención de la Sala en el caso
concreto.

La familia constituye el eje central de la sociedad, de conformidad con lo


establecido en el artículo 42 de la Carta Política. De allí que, a partir de esa
disposición, la Sala ha inferido una regla de la experiencia –que admite prueba en
contrario– según la cual, el núcleo familiar cercano sufre y padece igualmente los
daños irrogados a uno de sus miembros:

La familia no es un producto necesariamente surgido de manifestaciones


afectivas. Es un producto y es una institución en donde está clara una visión
de solidaridad entre seres humanos y una visión de solidaridad que
adquiere todo su sentido, sobre todo frente a los niños, porque los niños
tienen el derecho fundamental y prevalente a tener una familia. Tienen ese
derecho fundamental y prevalente por encima de las coyunturas en los
afectos de sus padres. Aquí viene a ponerse de presente, como la
concepción de familia de la Constitución de 1991, es una concepción
solidarista –no individualista–. No depende del íntimo querer del marido y
mujer o, de hombre y mujer. Depende de lo que exija esa realidad social de
la familia. Los conflictos son importantes, muestran desacuerdos,
malformaciones, a veces hasta patologías, pero no son los límites a la
existencia de esa unidad familiar6.

La prueba del parentesco, para la acreditación del daño en eventos de muerte o


lesiones, constituye lo que en derecho probatorio se ha denominado evidencia
o prueba evidente: “la evidencia, más que de la abundancia de los datos

6
ANGARITA Barón, Ciro “La familia en la nueva Constitución”, Talleres Macroregionales sobre
Conciliación – Memorias, ICBF, Pág. 4 y 6.
probatorios, se produce por la intimidad del nexo que los reúne y por la facilidad
de aprehensión de la vinculación, en forma que permita valorar el hecho en
modo rápido y seguro, y casi dominarlo… Tanto más evidente es la prueba,
cuanto más grande es el número de los nexos, de las relaciones que tienen
lugar entre los varios datos, no solo sino también cuanto más estrecho,
positivo, definido, concreto es el ligamen que los une a todos conjuntamente”7.

La prueba del ligamen familiar produce evidencia del daño sufrido, dado que de
ella fluye o emerge, salvo prueba contraria, la conclusión lógica que un daño
padecido por uno de los miembros del núcleo genera una alteración o lesión en
los restantes integrantes. En otros términos, de la demostración del parentesco
(hecho conocido) es posible construirse un indicio que podría denominarse
cuasi necesario porque tiene la virtualidad, por sí solo, de generar un
convencimiento en quien efectúa la inferencia lógica, esto es, la afectación y el
padecimiento de los familiares del occiso o el lesionado (hecho desconocido) 8;
no obstante, se reitera, ese indicio admitiría prueba en contrario, de allí la
imposibilidad de calificarlo como necesario a plenitud 9.

4.2. La imputación

La Sala, una vez constatada la existencia del daño, procede a realizar el


estudio de imputación, para lo cual será determinante establecer si el daño
puede atribuirse a la entidad demandada.

En el expediente obra copia auténtica del informe del 1º de mayo de 2006,


rendido ante la Fiscalía Seccional de Lorica por el patrullero de la Policía
Nacional, Jhon Wilmer Oviedo Ordoñez, en el que se consignó lo siguiente:

El día 30 de abril del presente año, siendo las 21:20 horas en la vía que
de Lorica conduce a Momil Km. 3+485 metros, altura Las Pampas, donde
colisionaron un vehículo tipo camioneta Toyota Hilux, modelo 1997, color
rojo dinamo perlado, de placas EUT-333, servicio particular, de
7
BRICHETTI, Giovanni “La evidencia en el derecho procesal penal”, Ed. Ediciones Jurídicas
Europa-América, Buenos Aires, 1973, pág. 40.
8
A nivel literario, dicha integración lógica de los hechos (antecedentes), con las pruebas
(validación y verificación) y la percepción de las mismas (interpretación e inferencia), quedó
plasmada por el escritor clásico Fedor Dostoiewski, en uno de los aparte de “Crimen y Castigo”:
“Los hechos no son todo, al menos, la mitad de la cuestión estriba en el modo como sepas
interpretar los mismos”. Obras Completas, Ed. Aguilar, Tomo II.
9
“Es aquel hecho que de manera infalible e inequívoca demuestra la existencia del hecho
investigado. El indicio preciso es lo que la doctrina denomina indicio necesario” PARRA Quijano,
Jairo “Manual de derecho probatorio”, Ed. Librería Ediciones del Profesional Ltda., 17ª edición,
Bogotá, 2009, pág. 631.
propiedad del señor Miguel Martínez Carrascal, C.C. (…), y conducida
por el señor Rafael Enrique de Hoyos Núñez, C.C. (…), 36 años de edad,
natural y residente en Momil, barrio San Antonio, analfabeta, conductor,
casado, el cual resultó ileso, contra un vehículo motocicleta, Susuki 185
de placas FCK-97, color azul, modelo 1993, conducida por el señor
Wilson Atehortúa Gallego, C.C. (…), 26 años de edad, soltero, letrado,
comerciante, residente en Lorica, corregimiento San Sebastián, quien
resultó herido, y se le diagnosticó fractura expuesta de tibia y peroné,
fractura de fémur izquierdo y trauma bascular (sic), siendo atendido en el
hospital San Vicente de Paul de Lorica. Observaciones: no se le tomó la
prueba de alcoholemia al señor Wilson Atehortúa Gallego, debido a las
lesiones que este presentaba. Así mismo, los vehículos quedan
inmovilizados y a su disposición en la estación de Policía de Lorica ” (F.
91 c. 1).

De igual forma, con la demanda se acompañó en copia auténtica el informe


policial de accidentes de tránsito n.° 207864 con el correspondiente croquis del
accidente (F. 92 y 93 c. 1). En este documento se consignaron expresamente
los siguientes aspectos:

i) Fecha, lugar y hora del accidente: 30 de abril de 2006, a la altura del sitio
conocido como Las Palmas, en la vía Lorica-Momil (Córdoba), Km 3+485
metros, a las 21:20 horas.

ii) Conductores involucrados en el accidente y tipo de automóviles que


conducían: (vehículo 1) Rafael de Hoyos Núñez, vehículo Toyota Hilux, de
placas EUT-333. (Vehículo 2) Wilson de Jesús Atehortúa Gallego, moto Susuki
185, de placas FCK-97.

iii) Causa probable vehículo 1: “transitar en contravía”. Se hace la siguiente


observación: "De la vía. Código 301. No tiene demarcación. No se le tomó
versión libre al conductor de la motocicleta por el estado de las lesiones ” (F. 93
c. 1).

iv) El accidente fue en un punto recto de la vía, sin curvas.

v) La vía estaba pavimentada con asfalto y no reportaba huecos, hundimientos


o baches (F. 92 c. 1).

vi) La vía no contaba con iluminación artificial o natural dada la hora del evento.
Por lo tanto, al momento del accidente no existía iluminación.
vii) La vía en el sitio del accidente no tenía demarcaciones.

viii) El motel Las Pampas se ubicaba al costado derecho del sitio del accidente,
a una distancia de 4,12 metros.

El croquis y el informe de tránsito son pruebas documentales públicas (artículo


251 C.P.C.), elaborados por los agentes de tránsito de la Policía Nacional,
según los lineamientos establecidos en el artículo 149 de la Ley 769 de 2002
“Código Nacional de Tránsito Terrestre” 10. De modo que su valoración se hace
en conjunto con los demás medios de convicción allegados al proceso, en los
términos efectivamente establecidos en el artículo 187 del C.P.C. 11 que
establece el criterio de la sana crítica o de libre convicción de la prueba.

10
“En los casos a que se refiere el artículo anterior, el agente de tránsito que conozca el hecho
levantará un informe descriptivo de sus pormenores, con copia inmediata a los
conductores, quienes deberán firmarlas y en su defecto, la firmará un testigo.  El informe contendrá
por lo menos:
Lugar, fecha y hora en que ocurrió el hecho.
Clase de vehículo, número de la placa y demás características.
Nombre del conductor o conductores, documentos de identidad, número de la licencia o licencias
de conducción, lugar y fecha de su expedición y número de la póliza de seguro y compañía
aseguradora, dirección o residencia de los involucrados.
Nombre del propietario o tenedor del vehículo o de los propietarios o tenedores de los vehículos.
Nombre, documentos de identidad y dirección de los testigos.
Estado de seguridad, en general, del vehículo o de los vehículos, de los frenos, de la dirección, de
las luces, bocinas y llantas.
Estado de la vía, huella de frenada, grado de visibilidad, colocación de los vehículos y distancia, la
cual constará en el croquis levantado.
Descripción de los daños y lesiones.
Relación de los medios de prueba aportados por las partes.
Descripción de las compañías de seguros y números de las pólizas de los seguros obligatorios
exigidos por este código.
En todo caso en que produzca lesiones personales u homicidio en accidente de tránsito, la
autoridad de tránsito deberá enviar a los conductores implicados a la práctica de la prueba de
embriaguez, so pena de considerarse falta disciplinaria grave para el funcionario que no dé
cumplimiento a esta norma.
El informe o el croquis, o los dos, serán entregados inmediatamente a los interesados y a la
autoridad instructora competente en materia penal.
El funcionario de tránsito que no entregue copia de estos documentos a los interesados o a las
autoridades instructoras, incurrirá en causal de mala conducta.
Para efectos de determinar la responsabilidad, en cuanto al tránsito, las autoridades instructoras
podrán solicitar pronunciamiento sobre el particular a las autoridades de tránsito competentes”.

La Corte Constitucional, mediante sentencia C-429 de 2003, declaró exequible de forma


condicionada la norma, en el entendido de que el conductor no está obligado a firmar el informe,
que puede consignar por escrito sus observaciones, y su firma o abstención de hacerlo no
significan aceptación de los hechos. 
11
“Las pruebas deberán ser apreciadas en conjunto, de acuerdo con las reglas de la sana crítica,
sin perjuicio de las solemnidades prescritas en la ley sustancial para la existencia o validez de
ciertos actos.
El juez expondrá siempre razonadamente el mérito que le asigne a cada prueba”.
Así las cosas, no es posible darle prevalencia al informe de tránsito sobre los
demás medios de convicción allegados al expediente. En tal virtud, es preciso
que el juzgador pondere con las reglas de la lógica, la experiencia y el sentido
común las diferentes pruebas que integran el acervo probatorio, con miras a
determinar a cuál de ellas se le otorga una mayor credibilidad y las razones por
las cuales tiene un mayor nivel de convencimiento histórico, es decir, cuál tiene
la virtualidad reconstructiva de los hechos ocurridos.

En el caso concreto, el tribunal de primera instancia, además, recibió el


testimonio del señor Aldonis Donaldo Correa López, educador de profesión,
quien interrogado sobre las condiciones de tiempo, modo y lugar que le
constaran en relación con el accidente sufrido por el señor Wilson de Jesús
Atehortúa contestó:

(…) PREGUNTADO. Sírvase manifestar si usted conoce al señor Wilson


de Jesús Atehortúa Gallego, en caso afirmativo diga desde hace cuánto y
qué trato ha tenido con él. CONTESTÓ. Lo conocí porque él tenía una
tienda en el corregimiento de San Sebastián del municipio de Lorica,
hace unos seis o siete años. PREGUNTADO. Sírvase el declarante
manifestar si conoce que el señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego
haya sufrido algún tipo de accidente de tránsito, en caso afirmativo,
sírvase hacer un relato de las circunstancias de tiempo, modo y lugar en
las que ocurrió dicho accidente. CONTESTÓ. El señor Wilson sí sufrió un
accidente de tránsito, eso fue por ahí en el mes de abril de 2006, la hora
fue comprendida entre siete y media y ocho de la noche más o menos,
ese día yo venía del municipio de Purísima cuando llegué frente al motel
‘Las Pampas’ me encontré con el accidente, en dicho accidente estaba
involucrado una mota (sic) y una camioneta Hi Luv (sic), color rojo, en el
accidente quedó mal lesionado (sic) el señor Wilson que lo trasladaron
luego al hospital de Lorica. Voy a recalcar que la vía se encontraba en
mal estado, no se encontraba demarcada, ni tenía los andenes
respectivos, y con varios huecos, razón por la cual ocurrió el accidente.
PREGUNTADO. Sírvase manifestar si usted presenció en forma directa y
personal el momento en que ocurrió el accidente. CONTESTÓ. El
momento en que ocurrió el accidente no lo presencié pero sí escuché la
colisión de los dos vehículos porque yo venía cerca. PREGUNTADO.
Sírvase manifestar por qué razón manifiesta que el accidente ocurrió por
el mal estado de la vía. CONTESTÓ. Para nadie es un secreto que esa
vía se mantiene en mal estado, se mantiene llena de huecos, bateas, sin
demarcaciones, ni señales, razón por la cual ocurren muchos accidentes
en esa vía que han causado la pérdida de varias personas… (F. 298 a
300 c. 2).

En similar sentido rindió testimonio el señor Juan Carlos Manjarrés, celador de


profesión, quien interrogado por el a quo sobre las circunstancias fácticas que
se debaten en este proceso puntualizó:
PREGUNTADO. Sírvase manifestar si usted conoce al señor Wilson de
Jesús Atehortúa Gallego, en caso afirmativo diga desde hace cuánto y
qué trato ha tenido con él. CONTESTÓ. Lo conocí porque él tenía una
tienda en el corregimiento de San Sebastián del municipio de Lorica,
hace unos seis o siete años. PREGUNTADO. Sírvase el declarante
manifestar si conoce que el señor Wilson de Jesús Atehortúa Gallego
haya sufrido algún tipo de accidente de tránsito, en caso afirmativo,
sírvase hacer un relato de las circunstancias de tiempo, modo y lugar en
las que ocurrió dicho accidente. CONTESTÓ. A mí me consta porque yo
era el vigilante de ‘Las Pampas’ eso fue a fines de abril (sic) del año
2006, salí de hacer mi rutina normal a la parte de afuera de la carretera
pavimentada, me paré como de costumbre mirando hacia la parte de
afuera cuando vi que pasó el muchacho en la moto, venía de Corrales
hacia Lorica y venía una camioneta creo que roja, venía de la vía de
Lorica para acá de Corrales, el accidente se produjo por mal estado de la
vía, por tener bastante hueco, tiene mucha mareta o loma donde
cualquier moto o carro pierde la estabilidad, no tenía la vía la línea
blanca de guía que divide el peatonal, no tenía señalización, me consta
porque como yo trabajaba de vigilante y tenía turno diario, ya yo me
conocía todo eso; la camioneta a raíz de que habían muchos huecos
intentó esquivar y el muchacho que iba por su carril y al ver que eso
estaba muy oscuro se ha reventado con el carro. El impacto fue tan
fuerte que lo tiró hacia abajo; el carro con el impacto de la moto se le
estalló una llanta, el señor al ver que se le estalló una llanta culebreó en
la carretera, llegaron al frente del motel, bajé, llegué hacia ellos, ellos
estaban asustados, estaban llorando de haber atropellado al muchacho y
yo salí a auxiliarlo, yo fui el primero que llegué al hecho. Llegué y lo
alumbré con la lámpara, él estaba desesperado, le alumbré en la pierna y
estaba prácticamente mocha (sic), tenía un pedacito ahí… (F. 301 y 302
c. 2).

La Sala mantendrá la decisión del tribunal de primera instancia, que declaró


probada la eximente de responsabilidad de causa extraña, consistente en el
hecho determinante y exclusivo de un tercero, por las siguientes razones:

i) Si bien los declarantes son espontáneos en su narración y no se advierte


interés en su declaración, lo cierto es que no es posible darles mayor
credibilidad que al informe de tránsito y al croquis aportado con la demanda,
porque no fueron testigos presenciales del accidente. El primer declarante se
limitó a afirmar que escuchó el accidente pero no lo vio, mientras que el
segundo, en calidad de guarda de seguridad del motel Las Pampas, se hallaba
a una distancia aproximada de 4,12 metros del sitio del impacto y, valga
recordar, la vía no tenía luces y no existía iluminación artificial, tanto así que
reconoció el declarante que para advertir la lesión del señor Wilson de Jesús
Atehortúa empleó su linterna, momento en que se dio cuenta de la grave
fractura en su pierna izquierda.

De otra parte, el croquis delimitó de manera específica y detallada las


condiciones de la vía, tanto así que reportó que no existía señalización y
tampoco delimitación de los carriles, pero también que la vía estaba
pavimentada y no tenía huecos o hundimientos, de modo que en este punto no
es posible darle fe a lo afirmado por los testigos, cuando sostienen que la
causa probable del accidente pudo ser una maniobra para esquivar un bache
en la vía, máxime si, se reitera, no se encontraban estos en el sitio exacto del
accidente y no había iluminación.

ii) Como se dijo, uno de los testigos adujo que la causa probable del daño pudo
ser la existencia de un hundimiento en la vía, pero no quedó demostrado que
este existiera realmente, ni mucho menos las dimensiones o el diámetro en
caso de que efectivamente se apreciara en la carretera.

Aunado a lo anterior, uno de los testigos manifestó que el accidente ocurrió


entre las siete y media y las ocho de la noche, mientras que en el informe de
tránsito y de policía, así como en el croquis elaborado por la Policía Nacional
de Carreteras se especificó que el impacto se presentó a las 9:20 y el traslado
del herido al hospital de Lorica ya se había efectuado a las 9:30 de la noche (F.
91 a 93 c. 1).

iii) El hecho de que la vía no contara con delimitación, sin duda alguna
constituye una falla del servicio atribuible a la Administración, por
desconocimiento del parágrafo primero del artículo 108 de la Ley 769 de 2002
(Código Nacional de Tránsito Terrestre vigente a la fecha de los hechos) 12, pero
no constituyó la causa adecuada o eficiente del daño. En efecto, en el caso
concreto la causa más próxima 13 y la causa adecuada 14 del daño confluyeron o

12
“PARÁGRAFO 1º. Las marcas sobre el pavimento constituyen señales de tránsito horizontales. Y
sus indicaciones deberán acatarse”.
13
“El fundamento de esta doctrina, que tuvo gran predicamento en Inglaterra, fue enunciado en el
siglo XVI por el filósofo Francis Bacon, en un conocido pasaje de las Maxims of law, quien sostuvo
que sería para el derecho una tarea infinita detenerse en las causas de las causas y las influencias
de unas sobre otras, en una concatenación interminable. Basta, pues, considerar la causa
inmediata –proximate cause– juzgando las acciones según esta última y sin necesidad de
remontarse a un grado más distante –too remote-. Habrá relación de causa-efecto –dice Marty- si
el hecho culpable ha precedido inmediatamente a la realización del daño”. GOLDENBERG, Isidoro
“La relación de causalidad en la responsabilidad civil”, Ed. Astrea, Buenos Aires, reimpresión,
2011, pág. 25.
14
“El concepto de causalidad adecuada implica, pues, el del regularidad, apreciada de conformidad
con lo que acostumbra a suceder en la vida misma. Es decir, para que exista relación causal,
según la interpretación que comentamos, la acción tiene que ser idónea para provocar el efecto
operado, tiene que determinarlo normalmente… A fin de establecer la vinculación de causa efecto
entre dos sucesos, es menester realizar un juicio retrospectivo de probabilidad, cuya formulación
es la siguiente: ¿la acción u omisión que se juzga era per se apta o adecuada para provocar
normalmente esa consecuencia?” GOLDENBERG, I. Op. Cit. Pág. 32 y 33.
concurrieron simultáneamente en cabeza del comportamiento activo del señor
Rafael de Hoyos Núñez.

En el sub examine, el análisis de causalidad adecuada o prognosis póstuma 15,


como lo denomina algún sector de la doctrina y la jurisprudencia, permite
establecer que lo fue el comportamiento del conductor de la camioneta, toda
vez que invadió el segmento de la vía por el que se desplazaba el señor Wilson
de Jesús Atehortúa Gallego. Y si bien, se reitera, la carretera no estaba
delimitada ello no contribuyó causalmente en la producción del resultado
dañoso, toda vez que el sector de la vía era recto.

Además, en el croquis se consignó que el ancho de la vía era de 7,10 metros,


por lo que no existe explicación o justificación acreditada en el proceso del por
qué el señor Rafael de Hoyos Núñez invadió todo el segmento de la vía por el
que se desplazaba la víctima Wilson de Jesús Atehortúa Gallego.

Para la Sala es importante resaltar que no todas las circunstancias que anteceden
a la producción del daño son causas directas del mismo, como se plantea en la
teoría de la equivalencia de las condiciones16; es un sinsentido otorgarle igual
importancia a cada hecho previo a la producción del daño, pues lo relevante es
identificar cuál acción u omisión fue la causa determinante, principal y eficiente del
hecho dañoso. De lo contrario, se llegaría al absurdo de que la consecuencia o
daño, sería la sumatoria de todos los antecedentes, lo que generaría un retorno al
infinito.

15
Cf. Cámara Primera de Apelaciones de La Plata, Argentina, sentencia del 29 de octubre de 2009,
causa n.° 252.450, Gasparetto Ernesto / Pandolfi Cristian Antonio.
16
“Como lo indica su propia denominación, para dicha teoría todas las condiciones son del mismo
valor (equivalentes) en la producción del daño (Aequivalenztheorie). No cabe, por consiguiente,
hacer distinciones, todas son indispensables, de modo que si faltase una sola no habría acaecido.
Cada condición –se afirma- origina la causalidad de las otras y el conjunto determina el evento
causa causae est causa causati. Como la existencia de éste depende de tal punto de cada una de
ellas, si hipotéticamente se suprimiese alguna (condicio sine qua non) el fenómeno mismo
desaparecería: sublata causa tollitur effectus.
En consecuencia –sostiene von Buri-, dada la indivisibilidad material del resultado, cada una de las
condiciones puede considerarse al mismo tiempo causa de “todo” el desenlace final. Es suficiente,
pues, que un acto haya integrado la serie de condiciones desencadenantes del efecto dañoso para
que pueda juzgar que lo causó. Por lo tanto, se concluye, para la atribución de un hecho a una
persona es suficiente que ella haya puesto una de las condiciones necesarias para su
advenimiento”. GOLDENBERG, Isidoro. Op. Cit. Pág. 16.
Sobre el particular, la Sección en otrora oportunidad razonó acerca de la
importancia de la causalidad adecuada, como criterio jurídico para la identificación
de la acción u omisión a la que se le atribuye la producción de un daño 17:

Tampoco puede considerarse que todos los antecedentes del daño


son jurídicamente causas del mismo, como se propone en la teoría de
la equivalencia de condiciones, o de la causalidad ocasional expuesta
por la Corte Suprema de Justicia en sentencia del 17 de septiembre
de 1.935, según la cual: ‘en estos casos si la persona culpable se
hubiera conducido correctamente, el perjuicio no habría ocurrido’, a la
cual se refiere también un salvamento de voto del Dr. Antonio J. de
Irisarri del 8 de octubre de 1986 (exp. 4587), en el cual se expresa
que: ‘con fines simplemente analíticos, para verificar esa relación de
causa a efecto, puede examinarse qué ocurriría o habría ocurrido, si
el suceso - causa no se hubiera dado. Si la respuesta es en el sentido
de que el efecto no habría sucedido, ha de admitirse que aquél sí
constituye causa de éste, porque justamente para que el efecto se dé
en la realidad, tiene que ocurrir aquél. En la hipótesis contraria no
existiría relación esa relación de causalidad’.

Tal posición llevaría a que en el clásico ejemplo citado por José


Melich, el sastre que retrasa por negligencia la entrega de un abrigo
de viaje, tendría que responder por el accidente ferroviario que sufrió
su cliente que debió por tal motivo aplazar su viaje. Como lo señala el
doctor Javier Tamayo Jaramillo: ‘deshumanizaría la responsabilidad
civil y permitiría absurdamente, buscar responsables hasta el infinito’.

Lorenzetti puntualiza aquí: ’No basta, según esta idea, la mera


supresión mental hipotética, esto es borrar mentalmente la causa
para ver si el resultado se produce o no sin ella. Es necesario emitir
un juicio acerca de la regularidad con que se producen los fenómenos
(constancia posible) lo que nos proporciona la noción de "causa
adecuada’.

Tal concepción debe entonces complementarse en el sentido de


considerar como causas jurídicas del daño, sólo aquéllas que
normalmente contribuyen a su producción, desechando las que
simplemente pueden considerarse como condiciones. Tal como lo
proponen los partidarios de la teoría de la causalidad adecuada,
expuesta por el alemán Von Kries, ‘sólo son jurídicamente causas del
daño, aquellos elementos que debían objetiva y normalmente
producirlo’.

H. Mazeaud, citado por José Melich Orsini, en ‘La responsabilidad


civil por los Hechos Ilícitos’ (Biblioteca de la academia de ciencias
políticas y sociales, Caracas, 1.995, pag. 211 a 215) expresa sobre el
punto: ‘Hoy día la mayor parte de los autores han abandonado la
teoría de la equivalencia de condiciones: ellos no admiten que todos
los acontecimientos que concurren al a realización de un daño sean
la causa de tal daño desde el punto de vista de la responsabilidad
civil. Parece, en efecto, que para ser retenido como causa desde el
17
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 11 de septiembre de 1997, exp. 11.764, M.P.
Carlos Betancur Jaramillo.
punto de vista de la responsabilidad civil, es decir, para ser
susceptible de comprometer la responsabilidad civil de su autor, el
acontecimiento debe haber jugado un papel preponderante en la
realización del daño. Pero los jueces serán libres de apreciar si el
acontecimiento ha jugado o no un papel suficiente en la producción
del daño para ser retenido como causa del daño. No se puede ligar a
la jurisprudencia por un criterio absoluto, ni aun por el criterio
propuesto por los partidarios del a causalidad adecuada: el criterio de
la normalidad. Todo lo que puede exigirse es que el acontecimiento
haya jugado un papel preponderante, un papel suficiente en la
realización del daño. Quienes no quieren adoptar el criterio de la
normalidad propuesto por la teoría de la causalidad adecuada, son
partidarios de la llamada tesis de la causalidad eficiente, esto es: que
lo que debe investigarse es si el hecho ha jugado o no un papel
preponderante, una función activa en la producción del daño’.

Ennecerus, citado en la misma obra, expresa: ‘En el problema jurídico


de la causa, no se trata para nada de causa y efecto en el sentido de
las ciencias naturales, sino de si una determinada conducta debe ser
reconocida como fundamento jurídico suficiente para la atribución de
consecuencias jurídicas... Prácticamente importa excluir la
responsabilidad por circunstancias que, según su naturaleza general
y las reglas de la vida corriente, son totalmente indiferentes para que
surja un daño de esa índole y que, sólo como consecuencia de un
encadenamiento totalmente extraordinario de las circunstancias, se
convierte en condición del daño. Así, pues, se labora con un cálculo y
probabilidades y sólo se reconoce como causa, aquella condición que
se halla en conexión adecuada con un resultado semejante’.

Como se aprecia, el juez es el encargado de realizar un juicio de causalidad


hipotética, ex post, en el que identifica o establece si en condiciones normales el
hecho se hubiera seguido produciendo por la misma razón que se generó.

En el asunto bajo examen, resulta incuestionable que la eventual existencia de la


línea demarcatoria de los carriles no hubiera tenido relevancia causal en la no
producción del accidente, toda vez que el señor Rafael de Hoyos invadió
completamente el segmento de la vía que de Momil conduce a Lorica, por lo que
la contravía fue plena o total, es decir, el accidente no se presentó sobre la mitad
de la carretera –lo que hubiera podido generar una interesante discusión causal
sobre la importancia de la línea demarcatoria de los carriles– sino sobre el costado
oriental de la misma, esto es, sobre el carril que, se insiste, de Momil lleva a
Lorica, por lo que la excepción del hecho del tercero se encuentra plenamente
configurada, en la medida que el daño provino de la acción directa, exclusiva y
determinante del conductor del vehículo Toyota Hilux de placas EUT-333.

Como bien lo ha sostenido el profesor argentino Marcelo López Mesa, si no se


puede trazar un nexo adecuado de causalidad entre la conducta del
demandado o la intervención de una cosa suya, que se halle dentro de su órbita
o esfera de garantía, y el daño acreditado, no se puede obtener el
resarcimiento, pues con independencia del presupuesto de la culpa o falla del
servicio, las consecuencias negativas del hecho no le podrán ser atribuibles 18.

Así las cosas, la Sala confirmará la decisión apelada porque se verificó una
eximente de responsabilidad consistente en el hecho determinante y exclusivo
de un tercero, en este caso, el comportamiento del señor Rafael de Hoyos
Núñez, conductor del automotor que atropelló al señor Wilson de Jesús
Atehortúa Gallego.

5. Condena en costas

El artículo 55 de la Ley 446 de 1998 –que modificó el artículo 170 del C.C.A.–
indica que solo habrá lugar a la imposición de costas cuando alguna de las
partes haya actuado con temeridad o mala fe; dado que ninguna procedió de
esa forma no habrá lugar a su imposición.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Tercera, Subsección A, administrando Justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,

FALLA:

CONFIRMAR la sentencia del 18 de agosto de 2011, proferida por el Tribunal


Administrativo de Córdoba.

Sin lugar a costas.

Ejecutoriada esta providencia, DEVOLVER el expediente al Tribunal de origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

MARÍA ADRIANA MARÍN MARTA NUBIA VELÁSQUEZ RICO


18
Cf. LÓPEZ Mesa, Marcelo “Presupuestos de la responsabilidad civil”, Ed. Astrea, 1ª edición,
Buenos Aires, 2013, Pág. 375.
CARLOS ALBERTO ZAMBRANO BARRERA

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