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rasgo definidor de las neuronas, de los circuitos neuro-

nales y del cerebro. Esta referencialidad Vs, a mi juicio,


la razón por la que la voluntad velada de vivir que tienen
las células de nuestro cuerpo pudo traducirse en una vo-
luntad consciente e intencional. Los circuitos cerebrales
imitan las voluntades celulares veladas. Curiosamente el
hecho de que las neuronas y el cerebro se ocupen del
cuerpo también nos sugiere la manera en que el mundo
exterior va a quedar cartografiado en el cerebro y la
mente. Tal como expondré en la segunda parte, cuando
el cerebro acota en mapas neuronales el mundo exterior
al cuerpo, lo hace gracias a la mediación del cuerpo.
Cuando el cuerpo interactúa con su entorno, el inter-
cambio hace que se produzcan cambios en los órganos
sensoriales del cuerpo como, por ejemplo, en los ojos, en
los oídos y en la piel; a su vez, el cerebro acota esos cam-
bios en mapas y así, de manera indirecta, el mundo que
se halla fuera del cuerpo adquiere cierta forma de repre-
sentación en el interior del cerebro.

A manera de colofón para este cántico a la particula-


ridad y la gloria de la neurona, quisiera hacer una con-
sideración acerca de su origen y, de este modo, hacer que
nos parezcan algo más modestas. Desde un punto de
vista evolutivo, las neuronas probablemente surgieron a
partir de células eucariotas que cambiaban generalmen-
te de forma y produjeron extensiones tubulares de su
soma celular a medida que se desplazaban, percibían el
medio, incorporaban nutrientes y se ocupaban de seguir
vivas. Los seudópodos de una ameba, las prolongacio-
nes citoplasmáticas de carácter efímero que hacen que la
ameba pueda trasladarse e incorporar alimento, nos
permiten discernir lo esencial de ese proceso. Las pro-
longaciones tubulares que las reordenaciones internas de
microrúbulos crean en el acto, se desmantelan una vez

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