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Introducción
A partir del siguiente proyecto se pretende analizar y reflexionar sobre la performance
“Jardín de las Ilusiones” realizada el 15 de octubre del 2022 en el departamento anexo
a la Galería Territorio Creativo de Necochea. De tal forma, se abordará la propuesta
conceptual de la obra, su recorrido creativo y recepción final con la intención dejar un
registro detallado del mismo.
Conceptos:
Adivinación, encanto, engaño, ensueño e ilusión.
La obra:
El jardín de las ilusiones es una práctica performática que consiste en recrear un
pequeño espacio ilusorio cargado de simbolismos personales que acompañado de
cientos elementos, estos logran transmitirse de manera general, invitando al espectador
a sumergirse en un mundo de ensueño en donde quizás puedan encontrar una
respuesta a sus inquietudes.
En este espacio iluminado por diversas luces azules, se encuentra un mueble que a
modo de mesa sostiene un cáliz que desprende humo, un oráculo de cartas, unas tijeras
y la carta ilusión apartada del mazo; detrás el ilusionista con un vestuario oscuro y
misterioso, el cual se presenta con un hilo rojo cortado en dedo anular y el resto repleto
de hilos azules anudados a rosas azules de papel dispersas por toda la habitación.
Entonces, la performance se desarrolla a partir de las siguientes pautas:
- Los consultantes entran de a uno
- Se interpreta el oráculo de Clow (conflicto, pasado, presente y posible futuro)
- Se le ofrece un placebo: consejo o una rosa
o El consejo es una carta ilusoria (siempre dirá lo que el consultante quiere
escuchar)
o La rosa, símbolo de amor, pero al ser azul es falso e ilusorio
Cada rosa que se lleven, será cortada de jardín del ilusionista. Estas, serán atadas al
dedo anual del consultante acompañado de la siguiente frase "Todas las rosas tienen
espinas, tu mayor virtud es ser bello y tu mayor contraataque es florecer".
Análisis:
Antes que nada, es importante destacar que el "El jardín de las Ilusiones" se desarrolla
en conjunto con el proyecto "Zorra, hogar sin techo" de Belen Micieli. Ya que ambos,
además de compartir el espacio, se complementan en su representación simbólica,
funcionando como un axis de la realidad y la ilusión. En donde, la realidad,
representada por la performance de Micieli, se dispone un espacio amplio, hogareño e
inundado en colores cálidos que, acompañado de diversos carteles, recetas, obras y
reproducciones de zorras, rodean la vitrina central en donde encuentra encerrada la
zorra (performer), quién en su impasividad, invita al visitante a sentirse exiliado en un
espacio tan hogareño como es su guarida: la cruda realidad.
Por otra parte, subiendo la guía de la guardiana (performer invitada) hacia las
escaleras señaladas por el hilo azul, se encuentra el jardín de las ilusiones, en un
pequeño espacio, inundado de tonos azules con ciertos acentos rojos. En el mismo, el
ilusionista rodeado de rosas de papel, música envolvente y humo, invita al visitante a
jugar con la incertidumbre y la esperanza, en donde las palabras pueden ser
tendenciosas, preguntas ambiguas y las verdades tan reales como ilusorias. Sin
embargo, el simbolismo de la performance se representa en cada elemento que
conforma el Jardín de las Ilusiones, estos se disponen de la siguiente manera.
Conclusión
En un principio, la intención de la performance era engañar a los visitantes, utilizando
un oráculo falso y todo un decorado simbólico que anunciaba tal engaño. Además,
toda la estructura de la perfomance, apuntaba a que los visitantes se llevarán una
ilusión, liberando poco a poco al ilusionista de su propio jardín. Sin embargo, cuando
los consultantes comenzaron a presentar sus inquietudes reales, las cuales muchas
estaban cargadas de ansiedad, miedos incertidumbre y hasta desesperación; el
ilusionista no pudo hacer su trabajo, no pudo engañar. Su humanidad le jugo en
contra, entonces en espectáculo cambió de rumbo, dando lugar a la verdadera
perfomance.
Ahora el ilusionista estaba desnudo de verdades, frente a personas que realmente
necesitaban respuestas; solo disponía de un oráculo de cotillón del cual desconocía el
significado de las cartas y apenas recordaba el formato de interpretación. Sin
embargo, el perfomer tenía intuición, cartas con nombres y símbolos que, junto a la
colaboración del consultante, trató de buscar respuestas reales o lo que sea que
pudiese ayudar a las personas a encontrar un poco de paz. Cada vez que un
consultante se iba, el ilusionista tenía unos segundos para buscar en Internet
significados y formatos de interpretación para ajustar y preparar de mejor manera la
siguiente interpretación. Con el paso del tiempo cada interpretación fue más precisa y
los consultantes encontraban respuestas, agradecían al ilusionista por haberlos
ayudado a encontrar una orientación.
Entonces fue en este momento cuando el jardín de las ilusiones cobro otro sentido,
dejó de ser un espacio ilusorio y pasó a ser un espacio seguro donde los visitantes
podían depositar un poco de su incertidumbre en este espacio místico, donde se le
permitía al inconsciente hablar con los símbolos de las cartas y sacar algo de claridad
de los mismos. Finalmente, el jardín de las ilusiones no jugo con los consultantes, sino
que jugo con el ilusionista, haciéndolo caer en su propio juego y llevándolo a
responsabilizarse del mismo, y de esa forma la “perfomance” fue perfomance de
verdad, ya que al final logró atravesar al performer, cambiando algo en su interior y
liberándolo de sus propias cadenas.