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Podemos ser Producto de exportación

Éxodo 34 – 35 y Lucas 21 – 22
¿Primero hacer una introducción acerca de la exportación que
es? Leer Éxodo 34: 9-10.
Cuando un producto lleva por alguna parte la palabra “Exportación” es un
indicio que la calidad del producto es superior a la normal. Justamente, su
categoría sobresaliente le permite ser ofrecido a otros mercados y ser tomado
como ejemplo dentro del suyo propio. El cristianismo, por ejemplo, es un
producto de exportación porque la obra que el Señor realiza en las vidas es
de tal magnitud que muchas personas deberían estar deseando lo que los
cristianos tenemos.

En el caso de Moisés, él se encontraba en plena renovación del pacto con


Dios. Después del despropósito del `Becerro de Oro´, se hacía necesario un
replanteamiento de la relación del Señor con Israel. Moisés reconoce las
pocas virtudes del pueblo al que le ha tocado dirigir, pero recurre a la
misericordia divina, suplicando una plena aceptación. Jehová responde con
la clara determinación de realizar maravillas que hagan indudable su obra
sobrenatural, cosas tremendas que harán de Israel un producto de
exportación codiciable por el resto de los pueblos de la tierra.

Hoy en día, por el contrario, nuestra fe se ha convertido en un producto de


“venta restringida”, solo con receta y para casos muy extremos (enfermedad
mortal, crisis total, y toda clase de cataclismos personales de índole fatal).
La gente observa el cristianismo como una verdadera quimioterapia, recurso
último y nada agradable para salvar la vida… pero, si es posible apartar
tremenda `inyección´ religiosa hasta la Extrema Unción, aún mejor. ¿A qué
se debe tamaño descrédito? Pues, simplemente, al poco cuidado que hemos
tenido para preservar la obra milagrosa de Dios en nuestras vidas.

Ocultamos tanto nuestra fe, o le hacemos tan mala publicidad, que hemos
conseguido que la gente se llene de prejuicios e ideas equivocadas acerca de
lo que creemos o hacemos. En lugar de ser fe para la vida entera, la hemos
convertido en un reglamento para las actividades rituales, en un almacén de
productos de interés religioso, sin vínculos con el mundo de los vivientes.
¿Cómo poder volver a ser un producto de exportación?
Mostrando las virtudes del gobierno de Jesucristo sobre nuestras vidas. Si
convivimos con el Rey de Reyes y Señor de Señores no podemos seguir
siendo iguales, el impacto de la presencia de Dios debe ser evidente.

Al final de su ministerio, Jesús hizo una pregunta sumamente importante:


Leer Lucas 22: 35a. El Señor pregunta a sus discípulos acerca del fruto
resultante de su obediencia a lo que Él les demandó.

Creo que todos los que nos llamamos cristianos debemos haber pasado (y
vivir pasando) por la experiencia de la obediencia y sus consecuencias. ¿Qué
pasa cuando obedeces al Señor? es la pregunta que muchos se hacen y que
algunas veces solo contestamos con evasivas porque desconocemos la
respuesta. Los discípulos de Jesús le contestaron así: “Ellos dijeron:
Nada”, Lucas 23:35b. Ellos testificaron públicamente que el gobierno de
Jesucristo sobre sus propias vidas había sido hasta ese momento justo y fiel.
¿Cuáles han sido las consecuencias de tu cristianismo? ¿Qué pueden esperar
las personas que están cerca de ti al observar tu fe y sus repercusiones en tu
vida?

Cuando Jesús visitó el lugar de las ofrendas del majestuoso templo de


Jerusalén, LEER Lucas 21:1b. A Él no lo cautivaron los hombres poderosos
que dejaban ingentes cantidades de dinero, sino que LEER Lucas 21:2. Esta
pobre mujer, última en la escala social de su tiempo, estaba dejando su
ofrenda tan mínima como su miserable vida. Sin embargo, Jesús la alaba por
sobre todos los que estaban allí: LEER Lucas 21:3-4.

Ella sí que tenía una fe de “exportación”. Sin miramientos ni objeciones, sin


justificaciones ni temores, entregó al Señor lo poco que tenía pero que de
acuerdo a la rigurosidad judía era lo mínimo aceptable. Ella dio todo lo poco
que tenía y quizás hasta le fue difícil poner juntas las dos monedas
necesarias. Sin embargo, Jesús no la detuvo, no le dijo que era una locura lo
que estaba haciendo; la dejó ofrendar sus dos blancas y la dejó partir sin nada
en los bolsillos, pero con el corazón repleto de la aprobación de Dios.

Cuidemos nuestra vida y nuestro testimonio y démosle cuenta al mundo de


las maravillas de nuestro Dios. Hagamos la diferencia obedeciendo de
corazón, sabiendo que: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no
pasarán”, Lucas 21:33. Solo una respuesta práctica y no filosófica puede
responder eficazmente a las preguntas: ¿De qué te sirve la fe? ¿Qué pasa
cuando obedeces a Jesucristo? … Responde estas preguntas y sabrás si tu
cristianismo es “Calidad de Exportación”.

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