Está en la página 1de 3

TEMA: “Confianza en Dios”

Texto Bíblico: “Y ésta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos


alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en
cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le
hayamos hecho.”

Creo que todos los que en algún momento pedimos algo a Dios, esperamos que nuestro pedido sea
cumplido y si es posible en el menor tiempo posible.

Durante mi vida cristiana he experimentado momentos en los que he clamado a Dios esperando una
respuesta rápida de El. Seré sincero en decir que en muchas ocasiones mi petición a Dios no ha sido
cumplida, en otras cuantas he tenido que esperar mucho tiempo y en mas de alguna he recibido una
respuesta rápida.

Pero nosotros debemos comprender la forma de actuar de Dios, la cual no se rige por un tiempo
cronológico establecido, pues para Dios un día es como mil años, es decir que El no se mueve a
través del tiempo nuestro.

Dios se mueve o se rige a través de su voluntad. La Palabra es clara en decirnos en esta


ocasión: “… que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”. Es decir que el
factor importante para que nuestra petición sea contestada se basara en el análisis que Dios haga de
dicha petición. Es decir, si esa petición es conforme a la voluntad perfecta de El para nuestra vida,
tiene que estar seguro que la recibirá.

¿Pero que si nuestra petición no es conforme a la voluntad de Dios?, entonces por más que quieras
orar por algo, por mas que llores y esperes todo el tiempo que quieras esperar, esa petición no se
cumplirá. Y esto no porque Dios sea malo y no quiera contestarte, sino porque al analizar tu
petición El observo que no era bueno para tu vida, y aunque en un principio no entendamos eso,
téngalo por seguro que al final terminara agradeciendo a Dios por no haberle cumplido esa petición
que no le iba a favorecer.

Las respuestas de Dios son: NO, SI y ESPERA. La mayoría de veces casi siempre es un ESPERA,
pero otras muchas Dios nos dará un SI, y en muchas otras ocasiones nos dará un NO. Por tal razón
debemos respetar su voluntad, Jesús mismo dijo: “Hágase tu voluntad y no la mía”, frente a esto,
¿Por qué ha de hacerse siempre nuestra voluntad?, si el mismo Señor Jesús reconoció que debe
someterse a la voluntad de su Padre, ¿Por qué nosotros no?

Hermanos sé que cada uno de ustedes así como yo también, tenemos peticiones importantes para
nuestra vida, pero frente a esas peticiones sepamos o aprendamos a conformarnos con la respuesta
de Dios, sea esta negativa, positiva o una de espera. Entendamos que aquellos que somos sus hijos
estamos seguros en sus manos y que aunque el tiempo pase y no veamos una respuesta, sepamos y
tengamos la certeza de que si es conforme a la voluntad de Dios esa petición se cumplirá tarde o
temprano. Abraham espero cerca de veinticinco años para recibir una promesa que Dios mismo le
había hecho, quizá la respuesta parezca tarde para el ser humano, pero para Dios era el tiempo
exacto.
No luchemos contra la voluntad de Dios, más sin embargo sometamos a ella, porque su voluntad
es PERFECTA para nuestra vida.
¿Estas clamando por algo?, entonces si es la voluntad de Dios, no tienes porque dudar o
temer, porque Dios contestara tarde o temprano, NO DESMAYES.

¿Cómo deberíamos orar?

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Santiago 4:3.

¿Cómo deberíamos orar? ¿Qué deberíamos pedir? Según la Biblia podemos pedir cualquier cosa en
el nombre de Jesús y lo recibiremos. (Juan 14: 13) Pero en ocasiones parece que las cosas por las
que oramos no se cumplen, no suceden lo suficientemente rápido o no suceden tal como lo
habíamos esperado. ¿Por qué es así?

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él
nos oye.” 1 Juan 5: 14. Entonces, ¿cuál es la voluntad de Dios?

La voluntad de Dios para nosotros es que nos arrepintamos, y que ninguno perezca. (2 Pedro 3: 9)
Con otras palabras, ¡Su deseo para nosotros es que seamos salvos de nuestro pecado! Hay una razón
para todas las situaciones en las cuales nos encontramos. Aunque nuestro entendimiento humano
normalmente no lo puede entender, cada situación es una oportunidad para ser salvados del pecado.
Nos podemos preguntar, “¿Por qué me tenía que pasar esto?” Sin embargo, esta actitud nos trae
solamente inquietud y pensamientos oscuros. No importa lo que pase siempre podemos estar en
reposo y también muy agradecidos, pues sabemos que Dios nos va a salvar a través de lo que
pasamos.

Cuando clamamos a Dios, pidiéndole ayuda, ¿estamos buscando librarnos de la situación, o


buscamos ser salvos? En lugar de pedir: “Dios, por favor quita esta situación de mí,” deberíamos
decir: “Dios, enséñame de que puedo ser salvado aquí; ¿cuál es la razón por la cual me metiste en
esto?” De esta manera Él nos puede mostrar nuestra falta de amor para con los otros, por ejemplo, o
nuestra impaciencia, envidia, ansiedad u otras cosas que están en nuestra naturaleza. El principal
motivo de nuestras oraciones debería ser que se cumpla la voluntad de Dios, primeramente en
nosotros, y luego en nuestras oraciones por los demás.

¿Cómo deberíamos orar? Orar por santificación


No sabemos lo que es lo mejor para nosotros, pero podemos estar seguros que Dios lo sabe. Él es
capaz de salvarnos por completo. (Hebreos 7: 25) Sean conocidas vuestras peticiones delante de
Dios, (Filipenses 4: 6) pero nuestra petición principal debería ser que se haga Su voluntad en
nuestras vidas. Jesús tenía la misma actitud. “No se haga mi voluntad, sino la tuya.” Lucas 22. 42.

Antes de que Jesús fuera crucificado dijo: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre,
sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre.” Juan 12:
27-28. Jesús no oró para ser salvado de la situación, sino para ser salvado en la situación. Un
discípulo tiene la misma actitud. En cualquier situación, nuestra oración es: “Dios, ayúdame a ser
salvo.” Cuando oramos de esa forma, entonces sabemos que Él nos escucha. Nos enseñará de qué
tenemos que ser salvos, y de qué tenemos que ser purificados.

Podemos orar por sanación, por ejemplo, y puede ser difícil de entender por qué no siempre se
cumple por lo que se ora. Pero, puede ser que Dios está utilizando esa situación para mostrarnos la
ansiedad e incredulidad que mora en nosotros, o para exponer otros pecados de nuestra carne. No
todos serán sanados, pero todos pueden ser salvos. Y en ese proceso tenemos el consuelo de saber
que Él jamás nos dará más de lo que podamos resistir. (1 Corintios 10: 13).
Entonces, ¿cómo deberíamos de orar? Cuando entendemos lo que Dios quiere para nosotros, no
pensemos que estamos aquí para “la buena vida” o para tener una vida cómoda. Estamos aquí para
ser salvos. Si pensamos así, Dios escuchará nuestras oraciones, eso es seguro.

A veces nos cuesta confiar en otras personas. Las decepciones de la vida pueden llevarnos a
proteger el corazón de forma excesiva. Pero es bueno recordar que hay uno en quien sí podemos
confiar: ¡nuestro Dios! ¡Él es fiel! Dios nos entiende y está siempre con sus brazos abiertos,
dispuesto a escucharnos y a ayudarnos.

Confiar en Dios trae paz al corazón. Cuando confiamos en nuestro Padre celestial, depositamos en
él nuestra fe y descansamos tranquilos porque sabemos que él está a nuestro lado y nos ayuda.

La confianza en Dios no nos libra de los momentos inciertos o difíciles de la vida. Sin
embargo, sí nos ayuda a enfrentarlos con entereza y fe. Quien confía en Dios sabe que él no lo
abandona ni permite situaciones que vayan más allá de lo que pueda soportar.

También podría gustarte