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CODIGO CIVIL

ARTICULO 984.- (RESARCIMIENTO POR HECHO ILICITO). Quien con un


hecho doloso o culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al
resarcimiento.

ARTICULO 992.- (RESPONSABILIDAD DE LOS PATRONOS Y


COMITENTES). Los patronos y comitentes son responsables del daño causado por
sus domésticos y empleados en el ejercicio de los trabajos que les encomendaren.
ARTÍCULO 994.- (RESARCIMIENTO).
I. El perjudicado puede pedir, cuando sea posible, el resarcimiento del daño en
especie. En caso diverso el resarcimiento debe valorarse apreciando tanto la pérdida
sufrida por la víctima como la falta de ganancia en cuanto sean consecuencia directa del
hecho dañoso.
II. El daño moral debe ser resarcido sólo en los casos previstos por la ley.
III. El juez puede disminuir equitativamente la cuantía del resarcimiento al
fijarlo, considerando la situación patrimonial del responsable que no haya obrado con
dolo.
ARTÍCULO 999.- (RESPONSABILIDAD SOLIDARIA).
I. Si son varios los responsables, todos están obligados solidariamente a resarcir
o a indemnizar el daño.
II. Quien ha resarcido o indemnizado todo el daño, tiene derecho a repetir
contra cada uno de los otros en la medida de su responsabilidad. Cuando no sea posible
determinar el grado de responsabilidad de cada uno, el monto del resarcimiento o de la
indemnización se divide entre todos por partes iguales.
ARTICULO 1508.- (PRESCRIPCION TRIENAL).
I. Prescribe a los tres años el derecho al resarcimiento del daño que causa un
hecho ilícito o generador de responsabilidad, contados desde que el hecho se verificó.
II. Si el hecho está tipificado como delito penal, el derecho a la reparación
prescribe al mismo tiempo que la acción penal o que la pena.

Código penal
ARTÍCULO 93.- (Participación del producto del delito). El que a título lucrativo
participare del producto de un delito, estará obligado al resarcimiento, hasta la cuantía
en que se hubiere beneficiado.
Si el responsable o los participes hubieren actuado como mandatarios de alguien
o como representantes o miembros de una persona colectiva y el producto o provecho
del delito beneficiare al mandante o representado, estarán igualmente obligados al
resarcimiento en la misma proporción anterior.

ARTÍCULO 105. (Términos para la Prescripción de la Pena). La potestad para


ejecutar la pena prescribe:
1) En diez (10) años, si se trata de pena privativa de libertad mayor
de seis años.

2) En siete (7) años, tratándose de penas privativas de libertad


menores de seis años y mayores de dos.

3) En cinco (5) años, si se trata de las demás penas.


Estos plazos empezarán a correr desde el día de la notificación con la sentencia
condenatoria, o desde el quebrantamiento de la condena, si ésta hubiera empezado a
cumplirse.
No procederá la prescripción de la pena, bajo ninguna circunstancia, en delitos
de corrupción.

Artículo 29º.- (Prescripción de la acción). La acción penal prescribe:

1) En ocho años, para los delitos que tengan señalada una pena privativa de
libertad cuyo máximo legal sea de seis o más de seis años;
2) En cinco años, para los que tengan señaladas penas privativas de libertad
cuyo máximo legal sea menor de seis y mayor de dos años;
3) En tres años, para los demás delitos sancionados con penas privativas de
libertad; y,
4) En dos años para los delitos sancionados con penas no privativas de
libertad.

Artículo 261. (HOMICIDIO Y LESIONES GRAVES Y GRAVÍSIMAS EN


ACCIDENTES DE TRÁNSITO).

I. El que resultare culpable de la muerte o producción de lesiones graves o


gravísimas de una o más personas ocasionadas con un medio de transporte motorizado,
será sancionado con reclusión de uno (1) a tres (3) años. Si el hecho se produjera
estando el autor bajo la dependencia de alcohol o estupefacientes, la pena será de
reclusión de cinco (5) a ocho (8) años y se impondrá al autor del hecho, inhabilitación
para conducir de forma definitiva.

II. En caso de reincidencia se aplicará el máximo de la pena prevista.

 
III. Si la muerte o lesiones graves o gravísimas se produjeren como consecuencia de
una grave inobservancia de la Ley, el Código y el Reglamento de Tránsito que
establece los deberes de cuidado del propietario, gerente o administrador de una
empresa de transporte, éste será sancionado con reclusión de uno (1) a dos (2) años.
(Vigente por mandato de la Ley 264 de 31 de julio de 2012 del Sistema Nacional de
Seguridad)
CAPITULO II
ACCION CIVIL

Artículo 36º.- (Acción civil). La acción civil para la reparación o indemnización de los
daños y perjuicios causados por el delito, sólo podrá ser ejercida por el damnificado,
contra el autor y los partícipes del delito y, en su caso, contra el civilmente responsable.

En caso de fallecimiento del damnificado, pueden ejercitarla sus herederos.

Artículo 37º.- (Ejercicio). La acción civil podrá ser ejercida en el proceso penal
conforme con las reglas especiales previstas en este Código o intentarse ante los
tribunales civiles, pero no se podrá promover simultáneamente en ambas jurisdicciones.

Artículo 38º.- (Concurrencia de acciones). Cuando la acción reparatoria se intente en


la vía civil no se dictará sentencia en esta jurisdicción mientras el proceso penal
pendiente no haya sido resuelto mediante sentencia o resolución ejecutoriada, con
excepción de los siguientes casos:

1) Si hubiera fallecido el imputado antes de ejecutoriarse la sentencia del


proceso penal, la acción civil podrá ser continuada o promovida contra
sus herederos;
2) Si se hubiera dispuesto la suspensión del proceso penal por rebeldía o
enfermedad mental del imputado;
3) Si se hubiera dispuesto la extinción de la acción por duración máxima del
proceso, sin perjuicio de la responsabilidad del funcionario negligente; y,
4) Por amnistía.

Artículo 39º.- (Cosa juzgada penal). La sentencia condenatoria ejecutoriada, dictada


en proceso penal, producirá efecto de cosa juzgada en el proceso civil. La sentencia
absolutoria y el sobreseimiento ejecutoriados producirán efectos de cosa juzgada en el
proceso civil en cuanto a la inexistencia del hecho principal que constituya delito o a la
ausencia de participación de las personas a las que se les atribuyó su comisión.

Artículo 40º.- (Cosa juzgada civil). La sentencia ejecutoriada, dictada en el juicio civil,
no impedirá ninguna acción penal posterior sobre el mismo hecho o sobre otro que con
él tenga relación.

La sentencia ejecutoriada posterior, dictada en el proceso penal, no incidirá en los


efectos de la sentencia civil pasada en cosa juzgada salvo cuando la absolución se funde
en la inexistencia del hecho o en la no participación del imputado.

Artículo 41º.- (Ejercicio de la acción civil por el fiscal). La acción civil será ejercida
obligatoriamente por el fiscal cuando se trate de delitos que afecten el patrimonio del
Estado y, subsidiariamente, cuando afecten intereses colectivos o difusos.

TITULO III
PROCEDIMIENTO PARA LA REPARACION DEL DAÑO

Artículo 382º.- (Procedencia). Ejecutoriada la sentencia de condena o la que imponga


una medida de seguridad por inimputabilidad o semiimputabilidad, el querellante o el
fiscal podrán solicitar al juez de sentencia que ordene la reparación del daño causado o
la indemnización correspondiente.

La víctima que no haya intervenido en el proceso, podrá optar por esta vía, dentro de los
tres meses de informada de la sentencia firme.

Artículo 383º.- (Demanda). La demanda deberá ser dirigida contra el condenado o


contra aquél a quien se le aplicó una medida de seguridad por inimputabilidad o
semiimputabilidad y/o contra los terceros que, por previsión legal o relación contractual,
son responsables de los daños causados.

Artículo 384º.- (Contenido). La demanda deberá contener.

1) Los datos de identidad del demandante o su representante legal y su domicilio


procesal.
2) La identidad del demandado y el domicilio donde deba ser citado.
3) La expresión concreta y detallada de los daños sufridos y su relación directa con
el hecho ilícito comprobado;
4) El fundamento del derecho que invoca; y,
5) La petición concreta de la reparación que busca o el importe de la indemnización
pretendida.

La demanda estará acompañada de una copia autenticada de la sentencia de condena o


de la que impone la medida de seguridad.

Por desconocimiento de los datos de identificación del demandado o si se ignora el


contenido del contrato por el cual debe responder un tercero, el demandante podrá
solicitar al juez diligencias previas a fin de preparar la demanda.

Artículo 385º.- (Admisibilidad). El juez examinará la demanda y si falta alguno de los


requisitos establecidos en el artículo anterior, conminará al demandante para que corrija
los defectos formales, durante el plazo de cinco días, bajo apercibimiento de
desestimarla.

Vencido el plazo, si no se han corregido los defectos observados, el juez desestimará la


demanda.

La desestimación de la demanda no impedirá ampliar la acción resarcitoria en la vía


civil.

Admitida la demanda el juez citará a las partes a una audiencia oral que se realizará
dentro de los cinco días siguientes a su notificación, disponiendo en su caso, pericias
técnicas para determinar la relación de causalidad y evaluar los daños y las medidas
cautelares reales que considere conveniente.
Artículo 386º.- (Audiencia y resolución). En la audiencia, el juez procurará la
conciliación de las partes y homologará los acuerdos celebrados. Caso contrario,
dispondrá la producción de la prueba ofrecida sólo con referencia a la legitimación de
las partes, la evaluación del daño y su relación directa con el hecho.

Producida la prueba y escuchadas las partes, el juez en la misma audiencia, dictará


resolución de rechazo de demanda o de reparación de daños con la descripción concreta
y detallada y el importe exacto de la indemnización.

La incomparecencia del demandante implicará el abandono de la demanda y su archivo.


La incomparecencia del demandado o de alguno de los demandados no suspenderá la
audiencia, quedando vinculado a las resultas del proceso.

Artículo 387º.- (Recursos y ejecución). La resolución será apelable en efecto


devolutivo, sin recurso ulterior y el demandante estará eximido de prestar fianza de
resultas.

El juez ejecutará la decisión en sujeción a las normas del Código de Procedimiento


Civil.

Artículo 388º.- (Caducidad). La acción para demandar la reparación o indemnización


del daño, por medio de este procedimiento especial, caducará a los dos años de
ejecutoriada la sentencia de condena o la que impone la medida de seguridad.

Antes de pasar a absolver los argumentos formulados en el recurso de


casación, corresponde diferenciar la clasificación de la responsabilidad civil, al
efecto nos permitimos citar el contenido del Auto Supremo Nº 141, de 18 de
abril de 2011 emitido por la Sala Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia
de la nación en el que se señaló lo siguiente: "como sostiene el autor Ernesto
Gutiérrez y Gonzáles, en su obra Derechos de las obligaciones,
etimológicamente, la palabra "responsable" significa "el que responde". Por lo
tanto, usualmente, se ha entendido que, en sentido estricto, la
responsabilidad concierne el deber de reparar el daño jurídicamente atribuible
causado por el incumplimiento, tanto de una obligación preexistente como del
deber genérico de no dañar a otro.
La responsabilidad civil se entiende, entonces, como una reacción contra el
daño injusto. Ante la imposibilidad de la eliminación del daño, el problema se
presenta como una transferencia de un sujeto (la víctima) a otro (el
responsable). En consecuencia, la responsabilidad civil no es una forma de
sancionar al culpable, sino de trasladar las consecuencias dañosas a un
sujeto distinto del que las sufrió, cuando existe una razón que justifique tal
desplazamiento.
El autor Joaquín Martínez Alfaro, en su obra Teoría de las obligaciones,
precisa que la responsabilidad civil, es la obligación de carácter civil de
reparar el daño causado directamente, ya sea por hechos propios del obligado
a la reparación o por hechos ajenos de personas que dependen de él, o por el
funcionamiento de cosas cuya vigilancia está encomendada al deudor de la
reparación.
Tradicionalmente, la doctrina clasifica la responsabilidad civil en: a)
responsabilidad civil contractual; y b) responsabilidad civil extracontractual.
La primera, nos referimos a la responsabilidad civil contractual, es la
obligación de reparar el daño que se causa por el incumplimiento de una
obligación previamente contraída; se traduce en el deber de pagar la
indemnización moratoria o la indemnización compensatoria, por violarse un
derecho relativo, derecho que es correlativo de una obligación que puede ser
de dar, hacer, o de no hacer cuyo deudor esta individualmente determinado.
En la indemnización moratoria, el acreedor demanda el cumplimiento de la
obligación, más el pago de daños y perjuicios moratorios, o sea de los daños y
perjuicios que se le han causado por el retardo del pago.
En la indemnización compensatoria, el acreedor reclama el pago de los daños
y perjuicios causados por el definitivo incumplimiento de la obligación, es
decir, solo los daños que le causaron por no recibir el pago.
Respecto a la segunda, es decir a la responsabilidad extracontractual, diremos
que es la que no deriva del incumplimiento de una obligación previamente
contraída, sino de la realización de un hecho que causa un daño y que genera
la obligación de repararlo, por conllevar la violación de un derecho absoluto,
derecho que es correlativo de un deber de abstención que consiste en no
dañar.
Doctrinalmente, la responsabilidad extracontractual, se clasifica en: subjetiva
y objetiva.
La responsabilidad extracontractual subjetiva, tiene como fundamento la
culpa, que consiste en la intensión de dañar o en el obrar con negligencia o
descuido, por lo tanto para la teoría subjetiva de la responsabilidad la culpa
resulta esencial a efectos de establecer la responsabilidad.
Por su parte, la responsabilidad extracontractual objetiva, tiene como
fundamento el deber genérico de no dañar a otro y consiste en la obligación de
reparar el daño causado por el riesgo que genera la actividad desarrollada, en
consecuencia, se exige que el daño derive de una actividad peligrosa que
implique un riesgo, aun cuando se haya actuado lícitamente y sin culpa. Esta
responsabilidad no toma en cuenta la culpa sino únicamente el elemento
objetivo consistente en el daño derivado de una actividad peligrosa que
implique un riesgo.
Ahora bien, corresponde establecer de qué forma se responde por el daño
causado; al respecto diremos que el daño puede ser reparado o indemnizado.
La reparación consiste en restablecer la situación al estado anterior a la
generación del daño, siempre y cuando sea posible dicho restablecimiento.
La indemnización, en cambio, consiste en pagar por los daños y perjuicios
cuando resulta imposible restablecer la situación anterior a la comisión del
daño.
En la reparación, el daño siempre se remedia en forma total, pues, lo que se
logra es la restitución al estado anterior a la comisión del daño. En cambio, en
la indemnización patrimonial, la reparación del daño es generalmente parcial,
sólo excepcionalmente se logra una reparación total" (las negrillas y subrayado
nos corresponden); así se dirá que la responsabilidad civil extracontractual
subjetiva se funda en el dolo o en la culpa, pues toma en cuenta la
intencionalidad o culpabilidad del autor, por ello en este tipo de
responsabilidad corresponde analizar la conducta del sujeto; por otra parte se
tiene la responsabilidad civil extracontractual objetiva, la cual prescinde de la
conducta del sujeto (culpabilidad o intencionalidad), en esta se genera el deber
no dañar a otro, en esta se atiende solo el daño producido, el hecho perjudicial
sobre el cual se debe responder.
Ahora como se encuentra aclarado los lineamientos de la responsabilidad civil
extracontractual objetiva y subjetiva, corresponde recordar que en Sentencia
luego de referirse a los hechos ilícitos -el A quo- emitió su decisión de fondo
señalando la existencia de responsabilidad civil extracontractual objetiva, en
base al art. 996 del Código Civil, dicha autoridad entendió que una cabeza de
ganado de propiedad del demandado generó el accidente de tránsito,
consiguientemente, se pasa a absolver los agravios acusados.
Auto Supremo: 323/2015 - L

Sucre: 18 de Mayo 2015


CONSIDERANDO III:
FUNDAMENTOS DE LA RESOLUCIÓN:
Estando establecidos los dos puntos en los cuales girará la presente
resolución, primeramente resulta necesario conocer algunos conceptos básicos
respecto al tema analizado; la responsabilidad civil en relación a los accidentes
de tránsito es bastante amplia en su doctrina y a la vez concreto sobre la
responsabilidad del dueño o propietario del vehículo automotor, en ese
entendido tenemos lo siguiente:
La doctrina se encargó de establecer que la noción de responsabilidad civil
radica en una concepción de derecho natural conocida desde la antigüedad y
que sirve de norma fundamental de la vida del hombre en sociedad: “la de que
nadie debe causar un daño injusto a otra persona, y en caso de causarlo, dicho
daño debe ser reparado.”
Autores consagrados como, Savatier definen a la responsabilidad civil como la
obligación que incumbe a una persona de reparar el daño causado a otra por
su propio hecho, o por el hecho de las personas o cosas dependientes de
ella. Se debe resaltar el hecho de que Savatier señala la circunstancia muy
importante de que la obligación de reparar el daño compete no sólo a la propia
persona que lo ha causado directamente, sino también cuando es ocasionado
por personas o cosas dependientes de ella.
También se define a la responsabilidad civil como la obligación de resarcir, en
lo posible, el daño causado y los perjuicios inferidos por uno mismo o por un
tercero y sin causa que excuse de ello. Una persona es responsable
civilmente cuando está obligada a reparar un daño sufrido por otra, lo que por
lógica significa que todo problema de responsabilidad civil supone un daño
cuya víctima pide reparación; así pues, la responsabilidad civil constituye una
reparación, no una sanción. En consecuencia, entre el responsable del daño y
la víctima del mismo surge un vínculo de obligación: el primero se convierte en
acreedor y la segunda en deudora de la reparación.
En ese entendido, la responsabilidad civil, no solo puede ser considerada por
hechos o perjuicios inferidos por uno mismo sino por hechos ajenos,
protagonizados por terceros que resultan ser dependientes y allegados al
titular de la responsabilidad; al respecto nuestra legislación en su art. 992 del
Código Civil establece que: “(RESPOSABILIDAD DE LOS PATRONOS Y
COMITENTES) Los patronos y comitentes son responsables del daño causado
por sus domésticos y empleados en el ejercicio de los trabajos que le
encomendaren.”, el legislador ha previsto mediante esta norma, cierto número
de casos en los que una persona responde por el daño causado por otra que
resulta ser su empleado.  Decidir que una persona está obligada a resarcir el
daño causado por la culpa ajena sería establecer, de cierto modo, una
responsabilidad sin culpa, por dicho motivo se hace referencia al llamado
“responsable civilmente”, lo que significa que la persona obligada a reparar el
daño ha sido ajena a su realización.
Esta responsabilidad obliga a una persona a responder por otra, sin que por
ello exista una total injusticia, nuestras leyes al responsable civilmente lo
consideran, no como ajeno al hecho o totalmente extraño, sino como el que
tiene una relación más o menos directa y cercana con el ejecutor o el que
causa el daño material y el efectivo responsable, en consideración a que éste
descuidó los deberes de vigilancia o instrucción que le están impuestos con
relación al culpable material.  Así los padres son responsables por un hecho
de sus hijos, los maestros y artesanos son responsables por un hecho de sus
alumnos o aprendices, los empleadores y comitentes lo son por un hecho de
sus domésticos y comisionados; su falta de vigilancia ha permitido que el hijo,
el alumno o el doméstico efectúen el acto dañoso.  Así pues, responden por un
hecho personal de ellos.
En casos de accidentes de Tránsito, la doctrina y la legislación comparada nos
orientan que la responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito es
objetiva entre el conductor, el propietario del vehículo y de ser el caso, el
prestador del servicio de transporte terrestre, no es una responsabilidad
subjetiva (responsabilidad por culpa o dolo), es decir, no hay responsabilidad
sin culpa.
La Responsabilidad Objetiva es la imputación sin culpa, es decir, el criterio
por el cual se le imputa responsabilidad a un agente respecto a un daño, con
el simple hecho de comprobarse ciertos supuestos fácticos con la norma (que a
priori sanciona), sin requerirse de la valoración de la conducta del agente.
Gastón Fernández Cruz y Leysser León Hilario, definen a la responsabilidad
objetiva “como la situación en la que alguien, señalado por la ley y ante la
verificación de un presupuesto normativo, tiene que responder, sin más, frente
al damnificado”. Entonces, es una imputación a priori, porque desde ya los
agentes tienen conocimiento que la norma les atribuye “potencialmente” el
costo de indemnizar el daño que ocasionen con su actividad, siendo esta una
de las funciones de la responsabilidad civil, la de desincentivar aquellas
conductas que vienen a ser demasiado riesgosas y perjudiciales para la
sociedad o incentivar a tener mayor diligencia con aquellas actividades
riesgosas o peligrosas que son permitidas porque conllevan mayores
beneficios a la sociedad.
Nuestra legislación, es totalmente clara al sancionar la responsabilidad del
propietario de un vehículo automotor, el Código de Transito en su capítulo
referente “De Las Responsabilidades” a dispuesto en el art. 161 de manera
textual que: “(Daños) En caso de accidentes dolosos o culposos de los que
resulten daños a las personas o las cosa, son penal y civilmente responsables
los conductores, auxiliares, peatones, usuarios, propietarios o terceros, sea
como autores, autores mediatos, instigadores o cómplices.”. En relación a la
responsabilidad civil  el art. 162 del Código de Transito indica:
“(Responsabilidad civil) En materia de Transito, por daños y perjuicios
ocasionados, son civilmente responsables los conductores, auxiliares, peatones,
usuarios, propietarios de empresas, talleres de reparación o montaje de
vehículos, garajes, estaciones de servicio o terceros de cuyo acto resultaren los
mismos.”  Por su parte, el art 163 del mismo cuerpo legal, para el caso de
autos establece que: “(Daños y perjuicios) Los propietarios o empresas de
transporte, son responsables directos de los daños y perjuicios
ocasionados a las personas o las cosas, pese a no ser protagonistas del
hecho, en los siguientes casos: (…)  c) Si confían o autorizan la conducción del
vehículo a personas sin licencia, menores de edad o a conductores en estado
de ebriedad…”
De la interpretación literal de la mencionada normativa, se entiende que la
responsabilidad civil en accidentes dolosos o culposos le alcanza al propietario
del vehículo causante del accidente, normativa que tiene íntima relación con lo
normado en el Reglamento Único del Seguro Obligatorio de Accidentes de
Tránsito SOAT Decreto Supremo No. 27295 (Modificado por D.S. No. 27900)
que en su art. 22 dispone: “(DERECHO DE REPETICIÓN). Ocurrido el accidente
de tránsito, la entidad aseguradora pagará las indemnizaciones por riesgos
cubiertos por el SOAT y tendrá el derecho de repetir contra el conductor o el que
sea civil y penalmente responsable del accidente, una vez que la autoridad
judicial correspondiente hubiere comprobado que se encontraba en alguna de
las siguientes circunstancias: a) En estado de ebriedad de acuerdo al grado de
alcoholemia, conforme señala la norma dictada por el Organismo Operativo de
Tránsito en concordancia con normas internacionales sobre alcoholemia…”
En el caso de autos, Luis Alberto Flor Cortez en su calidad de Gerente
Regional de Seguros y Reaseguros CREDINFORM INTERNACIONAL S.A.
instaura demanda de repetición en contra de Eduardo Ramiro Gómez Loayza y
Nila Flores Ferrufíno, bajo el argumento de que en fecha 19 de abril de 2007
aproximadamente a hrs. 06:20 a.m. se produjo un accidente de tránsito
protagonizado por el Ómnibus marca Mercedes Benz, color blanco combinado,
que realizaba el servicio de transporte de pasajeros con el denominativo de
Flota “El Dorado” con placa de circulación No. 1501-ZPC, conducido por el
chofer Sr. Marcelo Tarifa Velasco, siniestro que fue tipificado como
“Embarrancamiento con muertos y heridos” caso policial No. 0134/2007 a
cuya consecuencia resultaron heridos 25 pasajeros y el fallecimiento de 35
personas.
Conforme las pruebas cursantes en obrados, tanto documentales como
testificales, demuestran que el conductor del Ómnibus al momento del
accidente de tránsito se encontraba en estado de ebriedad, situación que
origina la infracción de lo normado en los art. 96 y 97 del Código de Tránsito,
quien al momento del accidente falleció en lugar del hecho.  Debido al estado
de embriaguez (comprobada en la Litis), que contaba el conductor al momento
del accidente, el propietario del bus entra en escena legal, bajo el entendido de
lo normado en el Código de Tránsito y el Código Civil, para el primero en
relación a los arts. 160 al 163 (DE LAS RESPOSABILIDADES); y en relación al
segundo cuerpo legal, art. 992 “(RESPOSABILIDAD DE LOS PATRONOS Y
COMITENTES)”
En ese entendido, el argumento traído a casación que previamente al proceso
de repetición debió establecerse a quien correspondía la responsabilidad civil,
no resulta valedero, como se tiene establecido en la doctrina, jurisprudencia y
nuestra normativa legal aplicable al caso en concreto, el propietario asume la
responsabilidad civil por cualquier daño que pudieran cometer sus
dependientes o empleados, situación que se presenta en el caso de autos,
donde el chofer del Ómnibus con placa de control No. 1501-ZPC de propiedad
del recurrente, ocasionó un accidente de tránsito tipificado como
“Embarrancamiento con muertos y heridos”, el propietario se constituye en
responsable directo de los daños y perjuicios ocasionados a las personas
cuando confía la conducción de su vehículo a personas en estado de ebriedad,
situación que se subsume al caso de autos y el mismo se encuentra
totalmente comprobado.
Estando demostrado que el hecho de tránsito fue a consecuencia de la
embriaguez del conductor del Ómnibus, aún este hubiera estado sobrio al
momento de la salida del vehículo de la terminal de Santa Cruz (argumento
del recurrente), la responsabilidad del propietario no termina en dicha
instancia (terminal) la responsabilidad es por toda la actividad que debía
realizar el conductor, o sea, el transporte seguro de pasajeros del
departamento de Santa Cruz al departamento de Cochabamba, situación que
no puede ser soslayada en el presente caso de autos, toda vez que nuestra
sociedad merece de alguna manera la protección inmediata de todas las
autoridades, sean judiciales o administrativas para regular este problema
social que general los accidentes de tránsito en carretera; nuestra
Constitución Política del Estado en el Artículo 15, establece que toda persona
tiene derecho a la vida y a la integridad física, asimismo, que el Estado
adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar toda
acción u omisión que tenga por objeto degradar la condición humana y causar
muerte dolor y sufrimiento físico.  Situación que se subsume al caso de autos,
por la trascendencia social que conllevó el accidente ocasionado por el
dependiente del propietario del bus, aspecto que se encuentra completamente
comprobado en el caso de autos donde a consecuencia del accidente de
tránsito y la irresponsabilidad del conductor (responsable penal) fallecieron 
35 personas y 25 resultaron heridas. Y de este hecho no puede eludir la
responsabilidad el propietario del bus quien descuidó su deber de supervigilar
las labores de su dependiente mediante controles respectivos en las terminales
terrestres de inicio, en la ruta de viaje y la llegada a destino final, donde
conjuntamente con la Policía Boliviana, a través del Organismo Operativo de
Tránsito, el propietario del Ómnibus tienen el deber y obligación de controlar
el estado no solo de los buses que trabajan diariamente, sino de sus choferes
que realizan los viajes, obligación del propietario que sin duda genera
responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito que conforme la
doctrina es objetiva entre el conductor, el propietario del vehículo y, de ser el
caso, el prestador del servicio de transporte terrestre. En el caso en concreto el
propietario descuido su responsabilidad de cuidar y supervigilar el trabajo de
su dependiente quien de manera evidente ocasionó un daño y conforme a la
teoría de la responsabilidad objetiva, resulta el responsable sin culpa, por el
daño causado por el tercero que en el caso de autos resulta ser su chofer, el
cual se encontraba en estado de ebriedad al momento del accidente, situación
que se subsume a lo normado en el art. 163 num. 3) del Código de Transito y
genera responsabilidad directa del propietario. Que según la doctrina se
entiende como responsabilidad objetiva donde se prescinde del análisis de la
conducta del responsable y directamente se aplica lo normado respecto al
tema.
Bajo dichas consideraciones, queda claro que los argumentos traídos por el
recurrente a instancia casacional no son fundados, éste al igual que el
conjunto de propietarios de Ómnibuses tiene el deber de mejorar sus políticas
de seguridad en los viajes departamentales, o interprovinciales de pasajeros,
donde la actividad que realizan se constituye en una actividad riesgosa de
transporte terrestre, elemento determinante para calificar como objetiva la
responsabilidad, y por ende la responsabilidad del propietario del Ómnibus o
de la Empresa, el mismo que per se no constituye un peligro sino cuando es
utilizado de manera irresponsable y sin ningún valor a la vida humana que
diariamente transportan.
Por dicho motivo, la norma aplicable al caso, art. 22 del Decreto Supremo Nº
27295 modificado por el D.S. Nº 27900 no dispone la declaratoria previa de
responsabilidad civil, una vez cumplido las indemnizaciones por la empresa
aseguradora, esta tendrá el derecho de repetir contra el conductor o el que
civil o penalmente sea responsable del accidente; en el caso de autos queda
claro que penalmente es responsable el conductor, pero debido al fallecimiento
de éste, la acción penal se extingue por el carácter personalísimo que reviste;
sin embargo,  civilmente el responsable lo es el propietario del Ómnibus
(recurrente) quien ya asumió esa tarea y responsabilidad mediante gastos
realizados que sobrepasan los 120.000 Bs.- “con la ayuda del traslado de
fallecidos y familiares mediante vía área”, así se tiene del análisis de la
documental de fs. 296 a 298, que a más de demostrar el rechazo de denuncia,
se evidencia que solamente fue de la acción penal en contra del chofer del
Ómnibus, debido al fallecimiento del titular del hecho y no así en contra del
propietario ahora recurrente, quien tácitamente asumió su responsabilidad
civil en el hecho, situación moral de destacar y ponderar, pero que de ninguna
manera le libera de lo determinado en el art. 22 del D.S. analizado, en donde
la autoridad judicial comprobó que su dependiente se encontraba en estado de
ebriedad al momento del accidente, situación que se subsume a lo
determinado en dicha normativa, para dar vía libre a la repetición demandada.
En ese entendido, concluiremos indicado que la decisión asumida por el
Tribunal de Alzada de otorgar la repetición en el monto total al demandado,
resulta la correcta, legalmente el Ad quem bajo la aplicación correcta de lo
dispuesto en el art. 22 del Decreto Supremo Nº 27295 modificado por el D.S.
Nº 27900, emito una correcta resolución.
Por otro lado, respecto a la legitimación pasiva de la parte co-demandada (Nila
Flores Ferrufíno), conforme a las pruebas cursantes en la litis, ésta no sería
propietaria de ningún vehículo, motivo por el cual no tuviese responsabilidad
directa, indirecta o aleatoria. (Argumento de la recurrente) De la revisión de
obrados y del argumento traído a consideración en casación, se tiene que no
resulta suficiente el argumento de no tener responsabilidad la esposa en base
a la prueba cursante en obrados relativa a la certificación emanada por el Jefe
de la División Registro de Vehículos del Organismo Operativo de Tránsito
Cochabamba, donde se certificaría que se procedió a la revisión en el sistema
RUAT (REGISTRO ÚNICO PARA LA ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA) a nivel
nacional, donde Nila Flores Ferrufíno, no tuviese registrado ningún vehículo a
su nombre.  La indicada prueba, por sí sola no demuestra que la recurrente
no cuente con responsabilidad, si bien se certifica que el propietario es
solamente Eduardo Ramiro Gómez Loayza, la parte recurrente no aportó con
otros elementos probatorios que demuestren o por lo menos hagan presumir
que la responsabilidad civil solamente lo tenga el demandado y no así la
codemandada.
Como se tiene expuesto en la Sentencia la misma que fue confirmada en parte
por el Auto de Vista, la parte demandada no probó su excepción perentoria de
falta de acción y derecho, cosa juzgada, ilegalidad y falta de asidero jurídico,
motivo por el cual fue declarada improbada su pretensión en la litis; ahora
pretender en instancia casacional, revalorizar la única prueba que avalaría la
falta de responsabilidad de la codemandada, no es correcto, máxime si no se
acusa error de hecho o de derecho que hubiesen cometido el Juez A quo o el
Tribunal Ad quem, situación que no puede ser soslayada o analizada de oficio
(prueba) por el Tribunal de casación toda vez que nuestra competencia se
encuentra abierta en torno a la denuncia de errores de hecho o de derecho que
hubiesen cometido los inferiores y no mediante una nueva valoración de la
prueba cursante en obrados, situación que como se tiene expuesto en nuestra
jurisprudencia, resulta incensurable en casación, salvo que se cumpla con lo
determinado en el art. 253 num. 3 del Código de Procedimiento Civil, aspecto
que no concurre en el presente recurso.  
Por dicho motivo y por lo ampliamente expuesto en la presente resolución,
corresponde a este Tribunal Supremo de Justicia, resolver el recurso de
casación conforme lo determina en el art. 273 del Código de Procedimiento
Civil.
POR TANTO: La Sala Civil de Tribunal Supremo de Justicia del Estado
Plurinacional de Bolivia, con la facultad conferida por el art. 42.I num. 1) de la
Ley del Órgano Judicial y en aplicación del art. 273 del Código de
Procedimiento Civil, declara INFUNDADO el recurso de casación interpuesto
por Eduardo Ramiro Gómez Loayza y Nila Flores Ferrufíno de fs. 406 a 408
vta., impugnando el Auto de Vista de fecha 10 de mayo de 2011, pronunciado
por la Sala Civil Segunda  de la Corte Superior de Justicia de Cochabamba.
Con costas.
Se regula el honorario del profesional en la suma de Bs.- 1000.-
Regístrese, comuníquese y devuélvase.
Relator: Mgdo. Rómulo Calle Mamani.
Auto Supremo: 924/2015 - L
Sucre: 13 de octubre 2015

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