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Manual de Derecho
Constitucional
.e LexisNexis®
Dalla Vía, Alberto Ricardo, Manual de derecho constitucional. 1ª. ed. Buenos
Aires : Lexis Nexis, 2004.
ISBN 987-1178-04-2
CDD342
I.S.B.N.: 987-1178-04-2
bían temerlo "todo" de la unión del Poder Judicial con cualquiera de los
otros poderes del Estado.
Sin embargo, la fuerza e importancia de nuestro Poder Judicial es muy
grande cuando se la compara con .aquellos sistemas políticos de origen mo-
nárquico en donde dicho Poder es simplemente un apéndice o un parte de la
Administración Pública general del Estado. Eso es lo que sucede en la orga-
nización de algunas democracias europeas que suceden de sistemas monár-
quicos. Se habla allí de ''administración de justicia" o de "servicio de justi-
cia", según el caso, toda vez que se trata de actos de administración o de un
servicio público según el caso.
En el sistema presidencialista que siguió a las grandes revoluciones,
sea adoptó el sistema de separación de poderes al modo de "frenos y contra-
pesos" y se consideró desde el origen al Poder Judicial como un poder inde-
pendiente. Así se da su evolución en la tradición anglosajona. A eso cabe
agregar el desarrollo del control de constitucionalidad, en los Estados Uni-
dos, a partir del leading case "Marbury v. Madison" y desde donde llegó a
nosotros. La posibilidad de declarar inconstitucionales las leyes sanciona-
das por el Congreso da al Poder Judicial un sentido institucional muy fuerte
y lo convierte en el "control de los controles" del sistema democrático. De
ese modo ha.llegado a resumirse que, en definitiva, la Constitución es lo que
dicen los jueces que es.
Este poder de declarar inconstitucionales las leyes ha generado serios
reparos en orden al poder de los jueces, llegándose a criticar con la expresión
"gobierno de los jueces" a la jurisprudencia de avanzada en algunas mate-
rias en que el legislador ha tenido posturas conservadoras. Ese "activismo"
de los jueces ha sido así, no pocas veces, puesto en duda al señalarse el ca-
rácter "contramayoritarío" de un poder del Estado, ubicado en pie de igual-
dad con los demás, pero que-a diferencia del Legislativo y del Ejecutivo-
nadie votó sino que, por el contrario, por lo general los jueces representan a
los sectores más conservadores de la sociedad. Frente a esa crítica se ha se-
ñalado que es el carácter conservador del Poder Judicial el que hace de con-
trapeso a los poderes políticos, preservando los derechos de las minorías de
los potenciales abusos de las mayorías parlamentarias.
El ejercicio del control de constitucionalidad se legitima en la medida
en que completa el sistema republicano de división de poderes. Por eso
nuestro sistema de control de constitucionalidad es judicial ya que son los
jueces quienes lo ejercitan dentrq. del ámbito de sus respectivas competen-
cias, eso lo diferencia de otros sistemas de control de constitucionalidad de
carácter político donde son órganos específicos, separados de la función ju-
dicial quienes realizan esa tarea. En aquellos países en que hay un órgano
centralizado, único para ejercer el control de constitucionalidad como ocu-
rre con las Cortes o tribunales constitucionales europeos, el control se en-
EL PODER JUDICIAL 567
l. La justicia y la política
No obstante encontrarse organizado el Poder Judicial como uno de los
tres poderes en que se divide el Estado federal, la función que la Constitu-
ción le encomienda en los objetivos del Preámbulo es la de afianzar la jus-
ticia y ello debe realizarse a través de los procedimientos jurídicos regulares
que la propia Constitución garantiza· a fin de hacer posible la vigencia del
Estado constitucional y democrático de Derecho.
El Poder Judicial se distingue de los otros poderes porque actúa dentro
del marco estricto del derecho y de la lógica jurídica que fundamenta sus de-
cisiones, de lo contrario sus sentencias serían "arbitrarias" y por ello resul-
tarían inconstitucionales, conforme a la propia categorización realizada por
la Corte Suprema en derredor del principio de razonabilidad.
Es así que, mientras la discrecionalidad es el modo de actuación propio
en el ámbito de la política, en el ámbito de lo jurídico impera la adscripción
al principio de la lógica de los antecedentes, de modo que una premisa me-
nor debe adecuarse a una premisa mayor. De ese modo funciona también la
lógica del principio de constitucionalidad que está basada en el principio de
supremacía del orden jurídico 664.
664
SPOTA, Alberto A., Lo político... , cit.
568 MANUAL DE DERECHO CONSTITUCIONAL
665
VANOSSI, Jorge R. A., Teoría ... , cit.
570 MANUAL DE DERECHO CONSTITUCIONAL
4. El control de constitucionalidad
En realidad, la Constitución Nacional de la Argentina no regula el con-
trol de constitucionalidad. Del mismo modo que su modelo en cuanto a la
parte orgánica se refiere, la Constitución de los Estados Unidos, ha sido la
jurisprudencia de la Corte Suprema la que ha ido delineando los contornos
y reglas en que dicho control se desenvuelve. Muchos preceptos han mere-
cido, sin embargo, consagración legislativa.
La Constitución, en su cap. II de la secc. 3ª de la 2ª parte, referida a las
"Atribuciones del Poder Judicial", se limita a fijar la competencia de los tri-
bunales federales, que, según la propia Constitución son "la Corte Suprema
y los tribunales inferiores de la Nación". De este modo, el art. 116 enumera
las materias de competencia de la justicia federal en las que la Corte Supre-
ma intervendrá sólo en grado de apelación, en tanto que el art. 117 establece
los casos en que la competencia de la Corte Suprema se ejercita de manera
originaria y exclusiva, siendo tales casos "los asuntos concernientes a em-
bajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los que una provincia fue-
se parte".
En ese sentido estricto el denominado "recurso extraordinario de
constitucionalidad" está regulallo en la ley 48 del 26/8/1863, arts. 14, 15 y
16. Por el mismo, es posible llegar por vía de apelación a la Corte Suprema,
una vez agotada la instancia ante el supremo tribunal de la causa.
Los supuestos de procedencia son tres, pudiendo tratarse de una cues-
tión federal simple (interpretación) o de "cuestiones federales complejas"
(conflicto de normas). En este último caso, cuando estén en disputa normas
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666 ALBERDI, Juan B., Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, según
su Constitución de 1853, Escuela de Educación Económica y Filosófica de la Libertad, Buenos
Aires, 1979, cap. III, art. 2º, secc. XV, p. 111.
EL PODER JUDICIAL 579
en jurisdicción apelada, tal cual lo señalan los arts. 116 y 117 de nuestra Car-
ta Fundamental, siguiendo al art. III de la de los Estados Unidos. Ninguna
de las dos constituciones contienen normas de organización y funciona-
miento de la justicia federal. En Estados Unidos se reglamentó en la Judi-
ciary Act de 1797 y en nuestro país las leyes 27, 48 y posteriores.
En cuanto a las diferencias, éstas se refieren más a la tradición jurídica
que al texto constitucional. La práctica judicial se encuentra directamente
influida por el sistema jurídico que existía antes de sancionarse los respec-
tivos textos constitucionales. Estados Unidos mantiene la tradición jurídica
del common law y de la equity como pauta correctora para los casos no pre-
vistos por el derecho, en tanto que en nuestro país ha continuado la tradición
del derecho continental o derecl10 codificado. Nuestro sistema, al ser más rí-
gido, ha requerido de una interpretación más elástica, que ha ido flexibili-
zando el texto legal a partir de la interpretación constitucional; prueba de
ello es la elaboración por la jurisprudencia del recurso de amparo, de la arbi-
trariedad, la regla de la razonabilidad y. el debido proceso adjetivo y, más re-
cientemente, de la gravedad institucional. En cambio el camino de la Corte
norteamericana ha sido inverso: a partir de sus fallos ha ido elaborando una
doctrina firme, poderosa, de gran resonancia pública, que le ha permitido irse
consolidando frente al derecho disperso de los precedentes. Nos interesa des-
tacar estos diferentes caminos o ámbitos de actuación, simplificándolos al má-
ximo posible para diferenciar desde un primer momento al certiorari nortea-
mericano de la gravedad institucional argentina. El primero restringe el
marco de actuación del Supremo Tribunal, en tanto que la segunda es una
forma de ampliar la competencia de la Corte. Por otra parte, mient1 ., s la gra-
vedad institucional tiene origen pretoriano el certiorari es de origen legal.
A fines del siglo XIX el tribunal supremo norteamericano se encontra-
ba sobrecargado de. tareas y aunque el núme~o de recursos no se acercaba en
modo alguno a la enorme cantidad que hoy agobia a nuestra Corte, lo cierto
es que la reglamentación legal del recurso de apelación o appeal por el Con-
greso había hecho que numerosas causas se congregaran en el Alto Tribunal
dificultando la tarea. Para dar remedio a esto se dictó la ley de 1891 creando
las cámaras federales de apelaciones y se estableció el writ ofcertiorari para
los casos en que no era procedente la jurisdicción apelada o appeal; el writ
of certiorari también tenía por objeto que la Corte norteamericana entendie-
ra en los casos de sentencias contradictorias entre las Courts ofAppeal. Esta
primera inclusión del certiorar~tuvo carácter limitado, ya que el ámbito y la
propia Corte admitía que debía usar el certiorari con "parsimonia". Esta tí-
mida aparición del certiorari no fue suficiente para resolver el problema, no
obstante las reformas de 1911y1916, y finalmente se impuso una solución
más de fondo. Ello ocurrió con la Corte del juez Taft, en cuyo período se
constituyó una comisión que propuso reformas al Congreso. Éstas fueron
EL PODER .JUDICIAL 581
debatidas aprobándose el Judge 's Bill o Judiciary Act del 13/2/1925, por la
cual se redujo notoriamente la procedencia del recurso de apelación o ap-
peal, ampliándose en mayor medida el writ of certiorari. Esto dio como re-
sultado que a partir de entonces la Corte comenzó a intervenir cada vez más
por esta vía, ocupando actualmente el gru~so del trabajo del tribunal.
Antes de detenerme a explicar las características del writ of certiorari,
creo importante determinar por qué vías procede actualmente la intervención
de la Suprema Corte norteamericana, a fin de evitar posibles confusiones.
La Corte estadounidense puede intervenir por tres vías: a) certification,
b) appeal, c) writ of certiorari.
a) La vía de la certification, que es la menos usada, se trata simplemen-
. te de una consulta efectuada al Alto Tribunal por una cámara de apelaciones
o por la Corte de Reclamaciones.
b) El recurso de apelación es el camino más clásico y más importante
para la intervención de la Corte. El appeal es el equivalente a nuestro recur-
so extraordinario fijado por el art. 14, ley 48. Es de jurisdicción obligatoria y
en el mismo tiene gran importancia el cumplimiento de los requisitos formales.
En el caso en que el Alto Tribunal rechace una appeal debe fundamentar el
rechazo. Actualmente su ámbito se encuentra restringido a accionar contra
las decisiones que contraríen la validez de una ley federal o un tratado y al
caso en que un conflicto entre una ley estadual y una norma federal se resuel-
va en favor de la primera. También existen casos particulares en que procede
el appeal contra decisiones de los district courts, cuando un Estado sea parte
en un -litigio o cuando se trate sobre leyes federales especiales.
e) La caracterización del writ of certiorari se encuentra en las rules o
reglas del Digesto Judicial de la Suprema Corte (no se trata de textos legales
sino de reglas de aplicación que surgen de los poderes expresos o implícitos
del Poder Judicial). La regla 17 era la antigua regla 19 antes de la revisión
de 1980 y expresa que "la revisión por writ ofcertiorari no es una obligación
legal sino materia de sano arbitrio judicial y solamente será otorgada cuando
existan para ello razones especiales e importantes". De tal manera resulta
una competencia restringida de la Corte en los casos de procedencia de un
appeal y una competencia amplia para el writ of certiorari que procede en
los mismos casos en que procede el appeal, más en los casos en que aquél
no procede. La regla 17 trae una enumeración ejemplificativa de los casos
de procedencia del certiorari, los cuales se refieren a contradicciones entre
sentencias de diferentes tribunales de apelación o a decisiones que hayan
aplicado el derecho federal de manera diferente a los usos de la Corte, o bien
casos en que la Corte nunca intervino.
Resulta interesante hacer una distinción entre los casos en los cuales la
Suprema Corte interviene por writ of certiorari contra sentencias de tribu-
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para que esto así suceda, y que a veces las cuestiones se presentan oscuras
en cuyos casos es necesario un mayor tiempo de maduración para poder juz-
gar con sabiduría.
En párrafos anteriores mencionamps el interés por el certiorari en la
Argentina a la luz de la sobrecarga de tareas de la Corte; en efecto, como
mero dato referencial digamos que llegan a la Corte más de 4.000 causas por
año, de las cuales el 90% corresponden a recursos extraordinarios o de queja
por denegación a: lo que cabe sumar un número altamente significativo de
recursos en materia previsional. El otro aspecto que mencionábamos era la
flexibilización en la aplicación del recurso que había iniciado la Corte a par-
tir del caso "Jorge Antonio" permitiendo "superar los ápices procesales
frustratorios" cuando existan aspectos de gravedad institucional justifican-
tes. Esta doctrina, junto a la doctrina de las cuestiones federales insustancia-
les, ha ido acercando a la Corte a la utilización de mecanismos que se apro-
ximan de alguna manera al certiorari norteamericano, a tal punto que hay
algunos autores que hablan del "nuevo recurso extraordinario". En esta di-
rección se han dado paulatinos avances de nuestro tribunal, como a) la doc-
trina del caso "Strada", de abril de 1986, donde se determina que el supremo
tribunal de la causa es el órgano judicial erigido como superior en la provin-
cia y se dice que los litigantes deben utilizar necesariamente las vías proce-
sales locales para alcanzar la decisión final; b) lo cual se relaciona con la exi-
gencia de que los superiores tribunales de la causa lleven a cabo un prolijo
análisis y fundada resolución sobre la administración del recurso extraordi-
nario; e) también cabe señalar la acordada de la Corte del año 1985 por la
cual transforma en facultativa la iRtervención del procurador general de la
Nación en cuestiones de competencia o inconstitucionalidad; d) podemos
señalar las llamadas fronteras móviles en las causas descalificatorías de la
arbitrariedad; y e) el rechazo por incumplimiento de requisitos formales ex-
presado en diferentes fórmulas emitidas por la Corte, todas ellas flexibiliza-
doras de la actividad del tribunal pero insuficientes para liberarlo de su pesada
carga. Frente a esto, y en la búsqueda de una solución más rápida y a la vez efec-
tiva, se han formulado propuestas de reformas para incorporar el certiorari por
vía legal. La adopción por ley fue propuesta por primera vez por el diputado Ló-
pez Serrot en 1959 para los casos del art. 14, ley 48 cuando existiera interés ins-
titucional bastante, alegando la necesidad de "racionalizar la competencia de la
Corte". El proyecto no fue aprobado, con posterioridad no ha habido otras pro-
puestas de incorporarlo hasta los proyectos de la Comisión formada en la Se-
cretaría de Justicia en el año 1984 y la del diputado Vanossi, dirigidas a re-
formular los arts. 14· a 16, ley 48 algunas normas del Código Procesal.
El proyecto de la Comisión propuso también la avocación per saltum
y en cuanto al certiorari propiamente dicho propuso que la Corte pueda de-
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sestimar los recursos por falta de agravio federal suficiente o ante cuestiones
insustanciales. En el Proyecto Vanossi la propuesta de incorporar el certio-
rari fue más contundente, en tanto que el examen de la admisibilidad del re-
curso se hace en el Supremo Tribunal de la causa, a los efectos de comprobar
si de los agravios resulta que el recurso tenga "trascendencia general o ins-
titucional que exceda el mero interés del apelante". Para el caso de los recur-
sos de queja tal análisis de la admisibilidad se hará en la propia Corte; de esta
manera, se establecería un verdadero filtro a nivel de los Tribunales Supe-
riores de provincia para que la Corte considere recurso extraordinario sola-
mente a aquellos casos en que exista interés institucional. Se busca restable-
cer el carácter extraordinario del recurso, ya que según se ha dicho, en
nuestro medio la ampliación de la competencia de la Corte lo ha ido convir-
tiendo en un recurso ordinario. Lamentablemente, ninguno de estos dos pro-
yectos ha tenido tratamiento legislativo.
El segundo dictamen para la reforma constitucional contempla la pro-
puesta de incorporar el certiorari y el stare decisis en el art. 1O1 bis, elabo-
ración que fuera formulada por Genaro Carrió. Se propone el stare decisis
sobre el holding o parte esencial de la sentencia, descartando el llamado obi-
te r dictum y propone que la Corte pueda intervenir abocándose a pedido de
parte en los casos que revistan gravedad institucional, rechazando al mismo
tiempo aquellas cuestiones que no revistan interés.
Frente a este abanico de posibilidades que hemos descripto para incor-
porar el certiorari, que van desde la adopción pretoriana por la Corte Supre-
ma hasta la incorporación en el texto constitucional, se plantea un debate en
cuanto a la conveniencia o no de adoptarlo por ley: a) que los elabore la Cor-
.te; b) que se incorpore por ley. a) Existen discrepancias doctrinarias al res-
pecto, la primera de ellas fue la del Dr. Boffi Boggero en los casos "Jorge
Antonio" y "Adela Méndez de Basombrio" donde sostuvo que incorporar
una institución de las características del certiorari en nuestro medio era for-
zar el texto legal y que en todo caso debía procederse dictando una ley al
efecto como se hizo allí en 1925. La otra dificultad de una incorporación ju-
dicial paulatina es la necesidad de una solución pronta, que la actual situa-
ción requiere; b) la vía legal parece ser la más apta para incorporar el certio-
rari en nuestro medio pero debe reconocerse que hasta el momento ha
encontrado algunas resistencias, ello probablemente no esté alejado de la
característica resistencia al cambio de nuestra sociedad. Se ha sostenido que
la adopción del certiorari en nueítro país provocaría inquietud e inseguri-
dad en el medio jurídico en virtud de que muchos recursos pasarían a ser re-
chazados sin fundamentación alguna; se dice que esto sería contradictorio
con la propia jurisprudencia del Alto Tribunal en tanto actualmente se re-
quiere la fundamentación de todas las decisiones, en caso· contrario se incu-
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Conf. Tratado ei nental de derecho constitucional argentino, t. 11, Eciiar, Buenos Aires,
1993, p. 605.
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