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SÉPTIMO DÍA DE LA NOVENA A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Médico y medicina de los dolientes, guía y defensor de los caminantes, abogado y protector de los
pretendientes y consuelo y alivio de los afligidos

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Levantando el corazón a Dios, procurando alentar la confianza y avivar la fe, haciendo presente con la
consideración a toda la corte celestial y a la reina de los ángeles como especial abogada nuestra, en
cuya presencia con humildad, dolor y arrepentimiento dirá de todo corazón

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor Mío, por ser vos quien sois, y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, y propongo
firmemente de nunca más pecar, de apartarme de toda ocasión de ofenderos, confesarme y cumplir la
penitencia que me fuera impuesta, y os ofrezco mi vida, obra y trabajo en satisfacción de todos mis
pecados. Y como os suplico, así confió en vuestra bondad y misericordia infinita, me los personareis
por los merecimientos de vuestra preciosa sangre, pasión y muerte, me daréis gracia para enmendarme
y para perseverar hasta la muerte Amen.

Glorioso Arcángel San Rafael, sagrado príncipe de los siete que asisten al trono supremo del mismo
Dios, si es para gloria de su majestad divina y para honra de vuestra alteza que yo consiga lo que deseo
y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del señor, y si no, enderezad mi petición y pedid a Dios
aquello que más me conviniere para mayor gloria suya , vida, salud y provecho de mi alma.

Día Séptimo

Del Libro de Tobías

“Cuando entraron en Ecbátana dijo Tobías: «Hermano Azarías, guíame en derechura a casa de Ragüel,
nuestro hermano.» Le condujo, pues a casa de Ragüel y le encontraron sentado a la puerta del patio. Le
saludaron ellos primero y él les contestó: «Mucha dicha os deseo, hermanos, y en buena salud
vengáis.» Los llevó a su casa y dijo a su mujer Edna: «¡Cómo se parece este muchacho a mi hermano
Tobit!» Edna les preguntó: «¿De dónde sois, hermanos?» Respondieron: «Somos de los hijos de
Neftalí, de los deportados de Nínive.» Les dijo: «¿Conocéis a Tobit, nuestro hermano?» Ellos
contestaron: «Sí, le conocemos.» - «¿Está bien?» - «Vive y está bien.» Y Tobías añadió: «Es mi padre.»
Ragüel se puso en pie de un salto, le besó, lloró y le dijo: «¡Bendito seas, hijo! Tienes un padre honrado
y bueno. ¡Qué gran desgracia, haberse quedado ciego un hombre tan justo y tan limosnero!» Y
echándose al cuello de su hermano Tobías, rompió a llorar. También lloró su mujer Edna y su hija
Sarra. Mató luego un carnero del rebaño y los acogió con toda cordialidad. Después de lavarse y
bañarse, se pusieron a comer. Tobías dijo entonces a Rafael: «Hermano Azarías, di a Ragüel que me dé
por mujer a mi hermana Sarra.» Al oír Ragüel estas palabras dijo al joven: «Come, bebe y disfruta esta
noche, porque ningún hombre hay, fuera de ti, que tenga derecho a tomar a mi hija Sarra, de modo que
ni yo mismo estoy facultado para darla a otro, si no es a ti, que eres mi pariente más próximo. Pero voy
a hablarte con franqueza, muchacho. Ya la he dado a siete maridos, de nuestros hermanos, y todos
murieron la misma noche que entraron donde ella. Así que, muchacho, ahora come y bebe y el Señor os
dará su gracia y su paz.» Pero Tobías replicó: «No comeré ni beberé hasta que no hayas tomado una
decisión acerca de lo que te he pedido.» Ragüel le dijo: «¡Está bien! A ti se te debe dar, según la
sentencia del libro de Moisés, y el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. A partir de
ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. Tuya es desde hoy por siempre. Que el Señor del Cielo
os guíe a buen fin esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz.» Llamó Ragüel a su hija Sarra, y cuando
ella se presentó, la tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo: «Recíbela, pues se te da por
mujer, según la ley y la sentencia escrita en el libro de Moisés. Tómala y llévala con bien a la casa de tu
padre. Y que el Dios del Cielo os guíe en paz por el buen camino.» Llamó luego a la madre, mandó
traer una hoja de papiro y escribió el contrato matrimonial, con lo cual se la entregó por mujer,
conforme a la sentencia de la ley de Moisés. Y acabado esto, empezaron a comer y beber. Ragüel llamó
a su mujer Edna y le dijo: «Hermana, prepara la otra habitación y lleva allí a Sarra.» Ella fue y preparó
un lecho en la habitación, tal como se lo había ordenado, y llevó allí a Sarra. Lloró ella y luego,
secándose las lágrimas, le dijo: «Ten confianza, hija: que el Señor del Cielo te dé alegría en vez de esta
tristeza. Ten confianza, hija.» Y salió. Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse, y
tomando al joven le llevaron al aposento. Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y
el corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los perfumes. El olor del pez
expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató
de pies y manos y en un instante le encadenó. Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación.
Entonces Tobías se levantó del lecho y le dijo: «Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro
Señor que se apiade de nosotros y nos salve.» Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder
quedar a salvo. Comenzó él diciendo: ¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu
Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendígante los cielos, y tu creación entera, por los siglos
todos. Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos
proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo;
hagámosle una ayuda semejante a él. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta
intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad. Y dijeron a coro:
«Amén, amén.» Y se acostaron para pasar la noche. Se levantó Ragüel y, llamando a los criados que
tenía en casa, fueron a cavar una tumba, porque se decía: «No sea que haya muerto y nos sirva de mofa
y escarnio.» Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su mujer y le dijo:
«Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha muerto, le enterraremos sin que nadie se entere.»
Mandaron a la criada, encendieron la lámpara y abrieron la puerta; y entrando ella vio que estaban
acostados juntos y dormidos. Salió la criada y les anunció: «Vive, nada malo ha ocurrido.» Ragüel
bendijo al Dios del Cielo, diciendo: ¡Bendito seas, oh Dios, con toda pura bendición y seas bendecido
por los siglos todos! Seas bendecido por haberme alegrado y no haber ocurrido el mal que temía, sino
que has hecho con nosotros según tu gran piedad. Seas bendecido por tener compasión de dos hijos
únicos. Ten, Señor, piedad de ellos y dales tu salvación, y haz que su vida transcurra en alegría y
piedad. Después ordenó a sus criados que rellenasen la fosa antes que amaneciera. Mandó a su mujer
cocer una gran hornada; y él fue al establo, tomó dos bueyes y cuatro carneros y ordenó que los
aderezaran. Y comenzaron los preparativos. Hizo llamar a Tobías y le dijo: «Durante catorce días no te
moverás de aquí; te quedarás conmigo comiendo y bebiendo y llenarás de gozo el corazón de mi hija
por sus tristezas pasadas. Luego, tomarás la mitad de todo cuanto aquí poseo y te volverás con felicidad
a casa de tu padre. Cuando mi mujer y yo hayamos muerto, también será para vosotros la otra mitad.
Ten confianza, hijo; yo soy tu padre y Edna tu madre; junto a ti estaremos y junto a tu hermana desde
ahora en adelante. Ten confianza, hijo.»"Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

Oración

Dios y Señor de los Tronos, en que descansáis como en Trono de vuestra Gloria y asiento de vuestra
Majestad: yo os ofrezco los merecimientos de estos altísimos Espíritus y los de vuestro Arcángel San
Rafael, que después de los trabajos de aquel dilatado y peligroso camino en que acompañó a Tobías, le
puso en el descanso y quietud de su familia, logrando con gran consuelo todos los bienes que por su
dirección había conseguido: yo os suplico que me concedáis el descanso y la quietud de vivir siempre
en el amparo de vuestra altísima providencia, y otorgadme la petición que os hago en esta Novena, a
mayor honra y gloria vuestra. Amén.
(Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro y Ave maría y después se dirá a San Rafael lo siguiente.)

Santísimo Príncipe de la Gloria y poderoso Arcángel San Rafael, grande en los bienes de la naturaleza,
grande en los dones de la gracia, grande en el ardor de la caridad, grande en el resplandor de la
sabiduría, grande en la piedad con los hombres, grande en el poder contra los demonios, grande en la
dignidad, grandísimo en la Humildad, Medicina de Dios, Médico de la salud, Príncipe de los Médicos,
Prefecto de la curaciones, Salud de los enfermos, Luz de los ciegos, Gozo de los afligidos, Custodio de
los caminantes, Guía de los peregrinos, Maestro de los que desean la perfección, Protector de la virtud,
Celador de la gloria de Dios, Ensalzador de la limosna, del ayuno y de la oración: ruégote, piadosísimo
Príncipe, por aquella caridad con que acompañaste a Tobías el mozo guardándolo de muchos peligros,
librándole a él y a Sara su Esposa de aquel cruel demonio Asmodeo, sanando al anciano Tobías de la
enfermedad que padecía en sus ojos, y llenándole su casa y familia de muchos bienes, me asistas en las
enfermedades, me acompañes en los caminos y me defiendas del demonio y de la torpeza, para que
viviendo castamente en esta vida, merezcamos ver la luz de Dios en la eterna: y también os suplico me
alcancéis lo que pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén

(Alentando cuanto se pudiere la confianza, con las palabras que a cada uno le dictare su afecto se
pedirá a San Rafael el favor especial que desea conseguir y luego para obligar más a Dios pondrá por
intercesión a la Reina de los Ángeles diciendo esta)

Oh soberana Reina de los Cielos y Señora de todos los nueve Coros, María Santísima, digna Madre de
mi Señor Jesucristo, Templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros, de su gracia, principio de
nuestro remedio, restauradora de la universal ruina de linaje humano, nuevo gozo de los Santos, gloria
de las obras del altísimo y único instrumento de su omnipotencia: Confiesóte por Madre dulcísima de
misericordia, refugio de los miserables, amparo de los pobres y consuelo de los afligidos, y todo los
Espíritus Angélicos y los Santos, todo lo confieso; y lo que en tí y por tí alaban a la Divinidad y la
Glorifican, todo lo alabo! todo lo glorifico! y por todo te bendigo! Magnifico, Confieso y Creo. Y pues
el poder divino convida a todos los pobres desvalidos, ignorantes, pecadores, grandes, pequeños,
enfermos, flacos, y a todos los hijos de Adán de cualquier estado, condición y sexo, Prelado, Príncipes
e inferiores para que vengan por su remedio a su infinita y liberal Providencia, por la intercesión de la
que dio Carne humana al Verbo, porque sola ella es poderosa para solicitar nuestro remedio y
alcanzarle, por tanto, Sagrada Reina de todas las Jerarquías, os pido y suplico en nombre de todas ellas,
nos alcancéis de vuestro querido Hijo la exaltación de su Santo nombre en todas las cuatro partes del
mundo, la salud espiritual de todas las almas, la extirpación de las herejías, la ruina del soberbio
príncipe de las tinieblas , la universal extensión de la santa iglesia, la paz y concordia entre los
príncipes cristianos, para que todos eternamente alabemos el Santo Nombre de Jesucristo, a quien sea
gloria por infinitos siglos de los siglos amén.

Salve a San Rafael.

Dios te Salve Rafael


Salúdote mi portento
Con luna de firmamento
Y caudillo de Israel

Salve, Salve Arcángel, Salve

Dios te Salve, Fuente pura


En que corre la piedad
De la divina bondad
Al bien de toda criatura

Patrono a quien invocamos


En los peligros mayores
Imploramos tus favores
Dios te salve a ti llamamos

Una mujer del encuentro


La desterró al paraíso
Solamente porque quiso
Darle gusto a la serpiente

Pero vos por tu poder


Del infierno lo ha sacado
A ese diablo disfrazado
Que sedujo a la mujer

Por tanto a ti suspiramos


En ese valle de penas
Que se rompan las cadenas
Te pedimos y aclamamos

Conocemos que pecamos


Ante los ojos divinos
Somos mortales e indignos
Te pedimos y aclamamos

Pero volviendo tus ojos


A los ingratos mortales
Se acabaron nuestros males
Y los divinos enojos

Dispensa nuestros enojos


Si son enojos los ruegos
Dale vista a tanto ciego
El ciego pide la vista

Oh clemente, oh piadosa
Oh dulce Virgen María
Nuestro Jesús en el huerto
De aquella madre bendita

Gozos a San Rafael

Con viva fe y alegría


Diga todo labio fiel:
Oh Divino Rafael.
Sé nuestro médico y guía.

Siendo ya Tobías anciano


Por añadidura ciego
Manda su hijo a Gabelo
Por un dinero prestado
Pues su fin era cercano
Como ya lo presentía.

Le dice con amargura


Vete con el Dios del Cielo
Pero lleva la escritura
Para cobrar el dinero
Quedo yo sin mi consuelo
Sin mi luz y mi alegría.

Al punto el hijo convino


Y su viaje se prepara
Mas solamente repara
En que no sabe el camino
Pero el auxilio divino
Su obediencia dirigía.

Un joven se le presenta
Y se ofrece acompañarlo
Y estar cada día a su lado
Hasta que a su casa vuelva.
El hijo a su Padre cuenta
De esta feliz compañía.

Del Tigris en la corriente


Un feroz pez se ocultaba
Que devorar intentaba
A este joven inocente
Pero el ángel prontamente
Detuvo su alevosía.

Con sin igual compañero,


Del joven cuida Rafael
Y en la casa de Ragüel
Lo deja y se va a Gabelo
A recibir el dinero
Que le adeudara a Tobías

Vuélvese a su compañero
Con la deuda cancelada
Y con singular esmero
Le aconsejó se casara
Con la hermosísima Sara
Porque así Dios lo quería.

Celebrando el desposorio
Vuelven los tres a Tobías
Al anciano que creían
Que se hallaba en abandono
Pero el nuevo matrimonio
Le devuelve la alegría.

Otros singulares bienes


El Ángel trajo al Patriarca
Pues con la dote de Sara
Se aumentaron sus haberes,
Y por milagro patente
Volvió a ver la luz del día.

Bendita sea tu pureza


y eternamente lo sea
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza
a ti Celestial Princesa
Virgen Sagrada María
Yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón
Mírame con compasión
no me olvides Madre mía

Y danos tu Bendición
que sea la del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
San Rafael Arcángel. Ruega por nosotros.

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