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La desestabilización postestructural:

ruptura en la oposición micro y


macroestructural

Estudiante: Benjamín Rojas Sahurie.

Profesora: Teresa Matus.

Ramo: Enfoques críticos del Trabajo Social.

Carrera: Trabajo Social.


Introducción

El Trabajo Social como disciplina, al igual que todas, se ha ido reformulando según los
contextos sociales que ha ido viviendo y según las críticas de los mismos trabajadores
sociales sobre la formas de concederse éste, lo cual ha traído algunos debates dentro de la
disciplina, discusiones sobre cuáles son las limitaciones entre teoría y práctica o sobre cuál
es la manera más efectiva de intervención social para provocar cambios emancipadores, si
es lo local o lo regional/nacional, dicho de otro modo, si es lo micro o lo macroestructural a
lo que hay que apuntar para investigar e intervenir, quedando esas dimensiones como
conceptos opuestos que no pueden ser conjugados en paralelo, ni menos que puedan
significar un mismo proceso. La siguiente cita evidencia esa mirada: “La filantropía sustituye
el derecho social. Los pobres sustituyen a los ciudadanos. La ayuda individual sustituye la
solidaridad colectiva. La emergencia y la provisoriedad sustituyen lo permanente. Las
microsituaciones sustituyen las políticas públicas. Lo local sustituye lo regional y lo
nacional”. (Soárez, en Aquín, 2006, p.10).

En ese sentido, la crítica hecha por Soárez se entiende, en tanto que cuestiona las fórmulas
ocupadas por el Estado, desarrolladas principalmente desde el periodo de las dictaduras en
latinoamérica, para intervenir solo en el nivel de lo asistencialista, sin preocuparse
realmente de los cambios macroestructurales, es más funcionando como creador de
deficiencias sistémicas, lo que hasta el día de hoy pesa al momento de querer salir de esas
lógicas que siguen en el monopolio de la disciplina, en donde predominan programas de
intervención con enfoques, al alero del Estado, como el de Chile solidario, que funciona
como un dispositivo cuyo objetivo es gobernar a la población extremadamente pobre. Rojas
(2010).

Sin embargo, eso no significa que el trabajo microestructural deba ser dejado de lado, y es
importante darle relevancia a eso, pues tampoco significa que sean instancias opuestas, ya
que, si bien hay niveles distintos entre el trabajo institucional que se pueda hacer en las
políticas públicas, y el trabajo organizacional que se puede llevar a cabo en las
comunidades. Entonces la postura que se toma al respecto es importante, pues tiene
repercusiones en las formas de mirar los fenómenos sociales, y por tanto de investigar y de
intervenir. ¿Cómo se posiciona el enfoque postestructuralista ante este debate?, y ¿con qué
fundamentos se defiende?.

La base foucaultiana

Para esto es necesario entender antes algunos de los conceptos empleados en los
planteamientos de Michael Foucault, quien fue uno de los principales teóricos del
postestructuralismo (sin sentirse identificado con esta corriente de pensamiento). Uno de los
conceptos que sirve a modo de encaminar este artículo, es la microfísica del poder. Ésta
hace relación a que el poder no es una cosa, ni una posesión, sino que es algo que se
ejerce, pero no de manera unidireccional, ya que, crea una red múltiple, que atraviesa a los
sujetos en una constante relación de poder, por tanto éste no se estanca sino que
constantemente está en circulación. Foucault (1979). Esto lleva a la conclusión de que en
los actos más concretos de la cotidianidad existen redes de poder operando y circulando, y
que éstas no se encuentran solo en las macroestructuras personificada en la figuras del
Estado o en las empresas. Que hayan relaciones de poder en las microestructuras significa
a la vez que también hay espacios de resistencia en esos contextos, que pueden optar por
el cambio revolucionario que según Foucault, constaría de dos instancias; el cambio de las
instituciones y de la conciencia. “La acción revolucionaria se define por el contrario como
una conmoción simultánea de la conciencia y de la institución; lo que supone que se ataca a
las relaciones de poder allí donde son el instrumento, la armazón, la armadura”, (Foucault,
1979, p.40). y así entonces se entiende la forma de la realidad social constituida por la
influencia constante del sistema micro al sistema macro estructural y viceversa. Esto es
ejemplificado con la configuración de los tejidos musculares, en donde el tejido siendo una
macroestructura contiene el mismo código genético que tiene el ADN, que a la vez se
entiende como la microestructura. Matus, en clases (30.11.16).

Desestabilización entre lo micro y lo macroestructural

Así, el enfoque postestructuralista en el Trabajo Social busca reexaminar los planteamiento


que ya están a la base de cómo llevar a cabo la intervención social, tomando en cuenta
como ejes centrales las problemáticas locales del poder, la identidad y los procesos de
cambio como temáticas necesarias a abordar. Carolina Rojas agrega que el poder “...no se
encuentra localizado en un agente como puede ser el Estado. Por el contrario, los
mecanismos de poder operan a un nivel mucho más ínfimo, cotidiano.” (Rojas, 2008, p.66),
por tanto no hay que contentarse con la idea de que los mecanismos de control están
establecidos por una ley, ya que, las formas de poder se dan en lo microestructural. Por eso
es que el postestructuralismo en el Trabajo Social apela a que hay que dirigir las
intenciones hacia la eliminación de las causas estructurales de los problemas, con una
orientación hacia un cambio social emancipador, sin negar por eso, la importancia de los
cambios locales, los cuales tienen una relevancia fundamental en los procesos de
transformación. Los “...objetivos locales de los usuarios del servicio pueden valorarse como
parte de un continuo de cambio social, en vez de cómo antítesis del mismo…” (Healy, 2001,
p. 160).

Por eso, es que la oposición entre micro y macroestructura, o micro y macropolítica


desaparece, debido a que se considera que el mundo social funciona como un dispositivo
de red. Para explicar esto Healy ocupa el concepto de desestabilización como forma del
enfoque postestructural de cuestionar los supuestos ya instaurados dentro de la disciplina.
“Propongo la idea de que la influencia desestabilizadora del postestructuralismo puede
cuestionar las ortodoxias que forman parte tanto del trabajo social “radical” como del
“convencional””. (Healy, 2001, p.19). El concepto de desestabilización como quiebre de lo
establecido, ayuda a entender el término de la oposición entre totalidad social y localidad,
apelando a que es en la totalidad macroestructural es donde está el núcleos más intenso de
problemas y soluciones pero que es en la localidad microestructural donde deben tener un
efecto real los cambios en la macroestructura, por lo que el trabajo en cada nivel es
alimentador de lo que sucede en el otro. “Las teorías críticas postestructurales pueden tener
una intervención importante para destacar y desestabilizar las ortodoxias que se han
convertido en características indiscutidas de los modernos discursos de la práctica crítica. Al
hacer hincapié en lo local y lo contextual, la teórica crítica postestructural puede comenzar
la organización de las teóricas prácticas críticas desestabilizando la oposición entre
totalidad social, donde se supone que están las causas y las soluciones de los problemas
sociales, y las localidades en las que se lleva a cabo el trabajo social real.

Este trabajo desestabilizador puede ayudar a los trabajadores sociales a extender y


diversificar lo que se considere cambio social y, por tanto, lo que pueda calificarse como
prácticas de trabajo social crítico”. (Healey, 2001, p.16). El análisis, no solo se queda en
reconocer que no hay una oposición entre lo local y lo regional/nacional, sino que va más
allá, al ámbito de criticar las otras miradas que puedan ser totalizantes por inhibir la
aparición de nuevas prácticas de intervención, así cita Teresa Matus en Punto de Fuga; “El
postestructuralismo demostraría que las explicaciones totales del todo social, en las que se
han basado las teorías de la práctica crítica, están mal orientadas, en la medida en que
tratan de imponer un orden en lo que es fragmentario, y son arrogantes, pues operan para
suprimir ideas y prácticas alternativas” (Grosz, 1989; B Davies, 1994).

Consecuencias de la desestabilización

Otro punto a considerar que se desprende de la complementación entre lo micro y lo


macroestructural es la forma de intervención, en cuanto el enfoque postestructural, no tiene
como ideal trabajar con grupos categorizados en especial sino que con todos los actores
sociales que influyen en las condiciones de vida de un fenómeno social, por tanto, ”...el
sentido de ésta acción de conducción no se explica ni se funda solo en las directrices
programáticas de la macropolítica hacia el tratamiento de la extrema pobreza y de los
extremadamente pobres. Por el contrario, su carácter de conducción se actualiza en cada
intervención, en cada práctica, y no solo involucra a los extremadamente pobres, sino a
todos los individuos y agentes que participan de esta gestión.” (Rojas, 2010, p.76).

Entonces, no se interviene considerando solo a la gente extremadamente pobre -que en el


gobierno de Lagos a través de un proceso de identificación de sujetos marginados, dio por
resultado que eran aquellos que no tenían casa, Rojas (2010)-, sino que considerando
también a los pobres con más oportunidades materiales, y también a los ricos, quienes
conforman parte de la justificación de la misma pobreza. Mas, ese cambio de enfoque no
se ha tomado por parte de la institucionalización, y así se explica que por ejemplo existan
programas como el Programa Puente, que con la metodología asistencial, a través de los
apoyos familiares son servidores de la categorización/identificación de los sujetos,de la
individualización de la extrema pobreza y la administración de las vidas ajenas. “Así, los
procedimientos institucionales ligados a las políticas sociales son amplios y extendidos en
tanto logran controlar las estructuras (personalidad, familia, entorno) que definen a un
individuo y sus trayectorias” (Bravo ,2010, p.145).

Conclusión

La desestabilización de la oposición micro y macroestructural dentro del


postestructuralismo, como se ve en los párrafos anteriores, conlleva no solo una forma
teórica diferente de entender los fenómenos sociales, sino que también una forma práctica
propia de intervención, que se diferencia de algunos programas ligados al aparato del
Estado, que no tienen, en algunos casos, la idea de intervención ligada a los cambios
estructurales necesarios de las condiciones económicos o de las mismas instituciones. De
ahí radica la importancia del concepto de microfísica en Foucault, el cual, le brinda
importancia al espacio local como lugar en donde se evidencian las lógicas de poder más
concretas y desde donde por tanto se pueden cambiar esas mismas lógicas en pos de un
aumento en las prácticas emancipatorias, presionando así a los espacios
regionales/nacionales para obtener ganancias en las luchas de poder, que siempre están
ahí, presentes.

Bibliografía

Aquín, N. (2006). ¿Una nueva cuestión social?. En “Revista Perspectivas”: Santiago, Chile.

Foucault, M. (1979). La microfísica del poder. Las Ediciones de la Piqueta: España.


Traducción de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría.

Healy, K. (2001). Trabajo Social: perspectivas contemporáneas. Ediciones Morata: Madris,


España.

Molina, B. (2010). Vidas juveniles y subjetividades nulas: elementos para una analítica de
los dispositivos de control estatal (Santiago de Chile, 2000-2008). En “Michael Foucault:
neoliberalismo y biopolítica.” de Vanessa Lemm. Ediciones Universidad Diego Portales:
Santiago, Chile.

Rojas, C. (2010). Gobernar la extrema pobreza: un análisis del dispositivo de intervención


Chile Solidario-Puente. En “Michael Foucault: neoliberalismo y biopolítica de Vanessa
Lemm. Ediciones Universidad Diego Portales: Santiago, Chile.

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