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Un acercamiento

a la vida cotidiana
desde los
conceptos de
Ágnes Heller
Unidad 1. Por Florencia Schkolnik

Documento de cátedra

Sociología (14)
Cátedra A: Prof. Juan Bustos
Un acercamiento a la vida cotidiana desde los conceptos de Ágnes Heller DOCUMENTO DE CÁTEDRA

Un acercamiento a la vida cotidiana desde los


conceptos de Ágnes Heller

“*…+ cambiar el mundo en lugar de interpretarlo


significa no solamente cambiar el mundo exterior,
sino, sobre todo, cambiar la cotidianeidad.”

Henri Lefebvre

El propósito del texto es abrir la posibilidad de reflexionar acerca de la vida cotidiana, pensada ésta como un
ámbito donde se conjugan distintas actividades y aspectos del hombre. El análisis de esta dimensión de lo social
le permite a Ágnes Heller introducirnos en un escenario que, por un lado, nos tiene como principales
protagonistas -cada uno de nosotros es el actor principal de su vida cotidiana- y, por el otro, como actores
secundarios. Todos nosotros formamos parte de la vida cotidiana de nuestra sociedad. De este modo somos
sujetos de reflexión y al mismo tiempo somos objeto de estudio.
Heller nos invita a través de una serie de conceptos teóricos analizar, reflexionar y definir esta zona, esta
realidad que por más evidente y cercana que sea no deja de ser compleja e importante.

Lo fundamental es que a partir de los conceptos enunciados puedas:

 Comprender la postura de la autora con respecto a este campo de análisis.

 Complejizar los textos previamente leídos en la unidad, ya que Heller proporciona una serie de
herramientas nuevas que permiten reflexionar acerca de las particularidades de esta dimensión tan
próxima a nosotros.

 Alcanzar una mirada amplia y variada sobre esta problemática.

 Poner a dialogar la temática con otras cuestiones presentes en la materia.


Sociología de la vida cotidiana intenta romper con la tradicional manera de abordar el pensamiento sociológico,
en lo que a grandes rasgos o, se considera a los hombres y sus acciones como cosas o, por el contrario, las
actividades e intenciones son el punto a reflexionar. Para salir y abandonar ese dualismo y en una sociología más
integradora, Berger y Luckman (2001) han intentado analizar acerca de la realidad social en tanto construcción
colectiva. Y es Heller quien, a nuestro entender, focaliza su análisis en ese aspecto de la realidad que es la
cotidianidad. Aquella realidad que nos envuelve y hasta nos asfixia, que la experimentamos desde que nacemos
y que, tal vez por eso, nos es tan dificultoso tomar distancia y analizarla.

La vida cotidiana tiene una gran cantidad de aspectos diversos que nos implican desde nuestros sentidos,
nuestras capacidades y habilidades físicas e intelectuales, nuestros sentimientos. Esta diversidad o
heterogeneidad de acciones no las expresamos en todo momento, sino que van a depender de la actividad, y de
la compañía de la cual gocemos para que algunas se activen más que otras.
“En la vida cotidiana los tipos de actividad son tan heterogéneos como las habilidades, las
aptitudes, los tipos de percepción, los afectos; o más exactamente: ya que la vida cotidiana
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requiere de tipos de actividad netamente heterogéneos, en ella se desarrollan habilidades,


aptitudes y sentimientos netamente heterogéneos. La heterogeneidad de las formas de
actividad no se evidencia sólo por el hecho de de que éstas sean de especie diferente, sino
también porque tienen distinta importancia *…] La importancia de las comidas, la limpieza, del
trabajo, del reposo, de la sexualidad, del juego de la diversión, por citar algunos tipos de
actividad, es muy diversa en la vida cotidiana de los individuos según los tiempos y el estrato
social.” (Heller, 1994: 95-96)

En este sentido algunas actividades se llevan a cabo y son necesarias más que otras según el momento histórico
y el espacio tiempo. De esta manera introducimos otro concepto trabajado por la autora, ya que la
heterogeneidad siempre va a estar organizada de modo jerárquico y esta jerarquía se corresponde con el modo
de producción existente. En este sentido el concepto de jerarquía está siempre referido a una escala organizada
según las estructuras económico-sociales “*…+ la jerarquía no es eterna ni inmutable, sino que se modifica según
las diferentes estructuras económico-sociales.” (Heller, 1982: 24)

Podemos conectar lo mencionado al concepto de hombre entero, ya que justamente esta noción implica el
modo que utiliza la autora para denominar al hombre que participa y actúa en la vida cotidiana en una
heterogeneidad de actividades; que debido a ello no se puede focalizar ni prestar demasiada atención a
ninguna. Las mismas están organizadas jerárquicamente según el modo de producción existente

Otra noción abordada por Heller, en su análisis de la vida cotidiana, está referida a la reproducción social que
implica a la reproducción de las relaciones sociales y a la autorreproducción de los individuos particulares.
Ambas reproducciones se dan conjuntamente y conforman un mismo proceso.
“Para reproducir la sociedad es necesario que los hombres particulares se reproduzcan a sí
mismos como hombres particulares. La vida cotidiana es el conjunto de actividades que
caracterizan la reproducción de los hombres particulares, los cuales, a su vez, crean la
posibilidad de la reproducción social. La reproducción del particular es reproducción del
hombre concreto, es decir, el hombre que en una determinada sociedad ocupa un lugar
determinado en la división social del trabajo. Para la reproducción de un esclavo le son
necesarias actividades distintas de las necesarias a un ciudadano de la polis, a un pastor, o a
un obrero de la metrópoli”. (Heller, 1994: 19)

Este proceso de reproducción involucra la capacidad y habilidad de dominar ciertas prácticas, realizar
actividades, saber manejarse en la cotidianidad. “El particular nace en condiciones sociales concretas, en
sistemas concretos de expectativas dentro de instituciones concretas. Ante todo debe aprender a ‘usar’ las
cosas, apropiarse de los sistemas de usos y expectativas *…+”. (Heller, 1994: 21)

La autora ejemplifica el saber práctico cotidiano asociándolo siempre a un determinado momento histórico.
“Para reproducirse en su singularidad un indio de América debía obligatoriamente aprender a reconocer las
huellas; en caso contrario le esperaba la muerte. Por el contrario, el hombre moderno corre riesgo de sufrir
accidentes incluso mortales si no aprende a atravesar la carretera *…+ Por consiguiente la reproducción del
hombre particular es siempre reproducción de un hombre histórico, de un particular en un mundo concreto”.
(Heller, 1994: 22)
Es así como advertimos que el concepto de reproducción va unido al de manipulación de objetos, prácticas y
relaciones sociales. Heller las va a considerar como objetivaciones sociales. Éstas forman parte en el proceso de
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reproducción de la sociedad y presentan distintos niveles de importancia.

La noción de objetivación comprende a las actividades sociales, éstas se dice que son objetivaciones, en tanto se
presentan exteriores a los individuos, por tanto, deben ser incorporadas mediante el proceso de socialización y
poseen un significado construido socialmente. De este modo, el particular hace uso y desuso de ellas, las
aprehende a medida que habita en la cotidianidad: ir a trabajar, comer con cubiertos, hacer la tarea, viajar en
transporte público, etc.
Un ejemplo para comprender el concepto de objetivación es lo que sucede con el lenguaje. Nosotros hablamos y
nos comunicamos mediante un sistema de signos que los hemos incorporado, que son exteriores y que poseen
un significado socialmente construido. Dicha incorporación y posterior utilización es la que nos permite
comunicarnos, expresar nuestra subjetividad, acumular experiencia y conocimientos. En este sentido podemos
señalar que la expresividad humana es capaz de objetivarse, es decir, se manifiesta en productos externos.

A lo largo del texto seguramente te has encontrado con la noción de particularidad y de especificidad o
genericidad1, ¿qué es lo que entiende la autora y a qué se refiere cuando desarrolla estas nociones? Lo
fundamental es que tengas en cuenta que son dos dimensiones del hombre. La dimensión particular está
referida a las necesidades y deseos de la propia persona, el Yo. La dimensión específica/genérica es aquella que
nos conecta con otra esfera más amplia: el nosotros, la sociedad.

Heller al desarrollar estas nociones se sustentó en el pensamiento de Marx ya que él entendía y concebía al
hombre como un ser genérico: “Decir que el hombre es un ser genérico equivale, por consiguiente, a decir que
el hombre se remonta por encima de su individualidad subjetiva, que reconoce en sí lo universal objetivo y que
se supera como ser finito. Dicho de otro modo, el hombre, como individuo, es el representante del Hombre.”
(Marx, 2004: 105)

Retomando lo planteado por la autora en el análisis de la cotidianidad, ¿cómo coexisten la dimensión particular
y específica en una misma persona? y ¿por qué Heller las plantea en muda copresencia?

Antes de responder a los interrogantes es crucial que tengas en cuenta que las dos dimensiones están presentes
en cualquier momento histórico. La escisión de ambas – propia del modo de producción capitalista- y el
predominio de una sobre otra está originada por el desarrollo de la división social del trabajo, donde se produce
un alejamiento entre la particularidad y la especificidad o genericidad “*…+ en las sociedades tribales el pequeño
mundo y el gran mundo coincidían, la relación entre el particular y el ambiente y entre el particular y la
integración social era una única relación.” (García Polo, 1997: 47)

En la vida cotidiana de las sociedades capitalistas se produce una ruptura y se percibe a la sociedad como
entidad contrapuesta al hombre, en términos de Heller, la especificidad se le presenta como ajena al particular;
esto se percibe de forma tal que pareciera ser que la sociedad es perjudicial para el bienestar del yo, del
particular.
“*…+ después de la aparición de la división social del trabajo los particulares, una vez que han nacido en ‘su
mundo’” (Heller, 1994: 29), se apropian tan sólo de algunos aspectos de las capacidades genéricas que se han

1
A los fines de la lectura y como primera aproximación a la materia, entendemos las nociones de especificidad –referida a
la especie humana- y genericidad –género humano- como sinónimos. La actividad por excelencia que la representa
(especificidad y genericidad) es la capacidad y habilidad que tienen los seres humanos de transformar la naturaleza; esa
actividad es la entendida tanto por Heller como por Karl Marx -autor de quien la autora se sustenta para desarrollar su
pensamiento- como el trabajo.
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desarrollado en aquella época dada.

Lo que acontece con el trabajo en las sociedades capitalistas es que esta actividad, lejos de proporcionar
satisfacción y permitir conectarse con la especificidad, produce el efecto contrario. Insatisfacción, molestia, a
veces hasta, angustia e impide conectarse y ser conscientes de la dimensión genérica.

“El trabajo debe ser para todos los hombres una manifestación de su personalidad; pero para
el obrero es sólo medio de subsistencia. El obrero sólo puede conservarse como sujeto físico
en su condición de obrero, ya no en condición de hombre con acceso directo a los medios de
subsistencia que le ofrece la naturaleza. No hay que olvidarse entonces que ‘La esencia del
trabajo consiste en que éste es una actividad específica del hombre, una manifestación de su
personalidad, la objetivación de su personalidad’”. (Marx, 2004: 105)

En este sentido en la vida cotidiana de las sociedades capitalistas con la alta especialización de la división social
del trabajo, se produce en el particular una especie de aislamiento con respecto a la sociedad de la cual es parte,
“ya no puede estar en relación con toda la integración, sino el nivel de su propio estrato, capa o clase *…+”.
(Heller, 1994: 29)

Sin embargo la particularidad y la especificidad están interconectadas de manera tal que hasta la particularidad
tiene un carácter específico, “El yo del particular se construye y desarrolla a partir de la identificación con el
nosotros *…+ a lo largo del proceso de socialización. Ese Yo es un yo construido socialmente y por lo tanto es
específico aunque el particular lo ignore. En consecuencia, la necesidades que se expresan a través del yo, son
siempre específicas, aunque los motivos y el fin de sus acciones sean de índole particular”. (Lifszyc y Kalpschtrej,
2001)
De esta manera, Heller entiende al proceso de extrañación como el no poder percibir, ni conectarse o ser
consciente de la dimensión específica, de la genericidad; de saber y sentirse parte de la sociedad, de la especie
humana.

El hombre de la vida cotidiana de la sociedad capitalista percibe su particularidad como lo único existente, como
si su pequeño mundo pudiera ser amenazado por el gran mundo. La genericidad se le presenta como algo
extraño, ajeno, que lo pudiera perjudicar.
“*…+ el particular con el nacimiento de la sociedad de clase, cortaba el cordón umbilical con la
comunidad, se convertía en una entidad antónima *…+ ulteriores consecuencias eran la
separación entre particularidad y universalidad genérica y la consiguiente posibilidad de
conflicto entre ellas. Precisamente porque el hombre particular podía tener objetivos y
necesidades personales distintas de la comunidad determinada, debía interiorizar las
exigencias de la comunidad, y fue necesario que paralelamente al derecho surgiese la moral.”
(Heller, 1994: 135)
En síntesis, en el hombre están presentes ambas dimensiones –particular y específica- y si existe un predominio
de la particularidad en la vida cotidiana de las sociedades capitalistas se debe al proceso de extrañación que
perciben los hombres que están muy ocupados resolviendo los conflictos de sus propios espacios, y no divisan al
ámbito mayor del cual forman parte.
Sin embargo, de ningún modo implica que la dimensión específica sea inexistente. Lo que sucede es que una se
hace escuchar y resuena más que otra, pero ambas dimensiones coexisten en silencio; por eso, la autora las
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denomina en muda copresencia.

“En consecuencia, el ser específico mantiene y desarrolla una relación consciente con su
especie; pospone las necesidades ‘particulares’, subordinando las necesidades del yo a la del
nosotros. Cuando esto sucede, la muda coexistencia se hace visible, consciente, y el particular
inicia su camino hacia la individualidad”. (Lifszyc y Kalpschtrej, 2001, 88)

Cuando realizamos actividades que van más allá de nuestros pequeños mundos, y dirigimos nuestras acciones
hacia los otros, es en esos momentos cuando nos conectamos con la dimensión específica, cuando nos alejamos
de la rutina de la cotidianidad y cuando enlazamos a nuestras acciones motivos que van más allá de la
satisfacción particular.

Justamente para distinguir el hombre extrañado, sin conciencia de su genericidad, de aquél no lo está, Heller
plantea la noción de individuo entendiéndola como aquella persona que es consciente tanto de su “pequeño
mundo” como “del gran mundo”; que es consciente de su genericidad “*…+ sólo el individuo tiene conciencia de
sí, tiene autoconciencia: es decir, la autoconciencia es la conciencia del Yo mediada por la conciencia de la
genericidad. Quien es autoconsciente no se identifica espontáneamente consigo mismo, sino que se mantiene a
distancia de sí mismo. El individuo se conoce a sí y a sus circunstancias.” (García Polo, 1997: 56)
“Nadie está exento de motivaciones particulares, pero no existe ningún hombre particular que
no se haya elevado por encima de la propia particularidad”. (Heller, 1994: 49)

Si el particular dejara vía libre a todos sus deseos y motivaciones, sería imposible vivir en sociedad, los conflictos,
las discusiones no terminarían nunca y el vivir en la cotidianidad estaría imposibilitado ya que todo se
presentaría a discusión según los intereses de cada uno. Hay algo que nos frena, ese “algo” desde la propuesta
de Heller lo podemos pensar como la función inhibidora de la moral.

Es ésta la respuesta a la pregunta: ¿qué nos limita a no hacer y decir absolutamente todo lo que deseamos y
queremos? La respuesta está en la incorporación de las normas y valores que fueron aprehendidas durante el
proceso de socialización, o para continuar con la mirada del texto; con la aprehensión de la cotidianidad.
La internalización de estas pautas inhibe y restringe los deseos del particular posibilitando que viva su
cotidianidad junto a otros, de modo relativamente pacífico.
No obstante, más allá de la función inhibidora de la moral hay otra función y ésta es denominada por la autora
como transformadora. La misma está vinculada al actuar teniendo en cuenta y sabiendo que hay algo más allá de
la esfera particular.

“El esquema base de la moral es la subordinación de las necesidades, deseos, aspiraciones


particulares a las exigencias sociales”. (Heller, 1994: 132)

“Se llega a la moral únicamente cuando la exigencia es interiorizada, cuando se eleva a


motivación personal, es decir, cuando la exigencia de la sociedad aparece como una exigencia
que el particular dirige a sí mismo y que, evidentemente, pone de un modo espontáneo o
consciente como medio incluso frente a los otros”. (Heller, 1994: 134)

En consecuencia, podemos afirmar que “*…+ las elecciones conscientemente orientadas desde la moral serán las
que permitan una elevación a lo específico por sobre lo particular. Esta motivación no es una motivación que
deviene desde la dimensión particular” (Heller, 1994: 134), sino que es una elección, que implica una cierta
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toma de conciencia, por eso se dice que es una decisión desde el individuo, entendiendo a éste como ser
humano que tiene conocimiento de sus dos dimensiones.

El proceso de homogenización propiamente dicho es aquel que lleva a cabo el individuo, que subordina su
particularidad a favor de la especificidad, que focaliza y actúa de modo ordenado y tiene una relación consciente
con el nosotros. Además, dirige su atención a una única actividad, para Heller son aquellas vinculadas al: arte,
ciencia, filosofía.
Sin embargo, el concepto involucra diferentes grados. La diferencia reside que en el plano cotidiano- la
homogenización-, la atención y concentración en una actividad están ligadas a aprehender, conocer y manipular
objetivaciones, que el particular necesita para que pueda desenvolverse en la vida cotidiana. La homogenización
que está ligada a la producción de objetivaciones específicas, en cambio, comprende la suspensión momentánea
de los componentes que estructuran la cotidianidad (espontaneidad, economicismo, pragmatismo, etc.). Son
actividades vinculadas al desarrollo del género humano, acciones dirigidas hacia la especificidad. Estas son las
denominadas objetivaciones duraderas o específicas. Entendiendo por éstas al arte, la ciencia, la filosofía, que
aunque no puedan por si solas cambiar al mundo, contribuyen a humanizarlo. Salen y rompen con la inmediatez
de las preocupaciones particulares.
“Ciencia, arte y filosofía son objetivamente genéricas del conocimiento y autoconocimiento
humanos. En cuanto conocimiento y autoconocimiento constituyen partes integrantes de la
praxis humana en su conjunto *…+ Al inicio nacieron de las necesidades de la vida cotidiana y
de las necesidades políticas de las integraciones; más tarde, por el contrario, se hicieron
autónomas como esferas de objetivaciones específicas, cuya naturaleza es el no poseer ya una
relación directa con la vida cotidiana de los particulares o con las necesidades inmediatas de
las integraciones. Las ciencias naturales son utilizables en la técnica (auque no desde hace
mucho tiempo), pero no se trata de que se hayan convertido en ciencias naturales gracias a su
inmediata utilizabilidad. Deben su puesto en la praxis humana en su conjunto al hecho de
estudiar las leyes objetivas de la naturaleza relativamente sin otros fines. La filosofía puede
convertirse en ideología de los estratos sociales, puede ayudar al particular a organizar su
propia vida. Sin embargo, la filosofía está a la altura de su función precisamente – y solo por
esto puede convertirse en ideología o dar una forma de vida- porque si contenido no se agota
en el servicio de objetivo determinados, sino porque es capaz de dar a los problemas vitales
de una determinada época, de un determinado movimiento social, una forma que
corresponde a las conquistas obtenidas hasta aquel momento en el desarrollo de los valores
genéricos.” (Heller, 1994: 188-189)

El arte es para Heller una forma de autoconciencia de la humanidad. El arte2 representa un vínculo con la
genericidad. Mucho de una obra de arte nos dice de los valores, las preocupaciones, los conflictos de la
sociedad. Por eso podemos decir que la obra de arte refleja y condensa la memoria de la humanidad.
“Las obras de arte están a nuestro lado, colgadas en los muros, en medio de las viejas calles de
la ciudad, como catedrales, escalinatas y pórticos *…+ Pero si permanecen mudas, si

2
Es verdad que la autora no se detiene a realizar una crítica al artista que responde a los intereses de una clase, que
realiza sus obras con el único propósito de que sean éstas comercializables. No era ésta una preocupación de Ágnes
Heller.
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permanecen calladas, mientras nosotros continuamos con nuestra vida cotidiana es por un
extraña cortesía, ya que ellas también tienen muchas cosas que decir, ya que son la conciencia
solidificada, son discursos, son mensajes *…+ Por eso reflejan mudas, silentes, tranquilas, los
ideales, las inquietudes, las alegrías, las amarguras del hombre”. (García Polo, 1997: 138)

Perduran a lo largo de los años, de los siglos, ya sean letras, sonidos, imágenes, o edificios. El artista es quien se
eleva y produce objetivaciones duraderas y el espectador que rompe con la sensación de extañamiento es
justamente quien observa una obra pero no por puro placer y goce estético, sino porque a partir de esa obra
reflexiona y actúa teniendo en cuenta su genericidad.

En definitiva el estudiar esta dimensión de lo social tiene como objetivo prestar atención a un aspecto que por
mucho tiempo permaneció invisible frente a nuestros ojos, las preocupaciones de la sociología pasaban por
otras dimensiones, la política, la económica, etc. Sin embargo, una vez que se visibiliza y se la entiende en tanto
problemática analizable, posible de proporcionar un elemento más al análisis de la realidad social, no tendría
ningún sentido si nos quedáramos a medio camino. El objetivo de analizar y prestar atención a la cotidianidad es
poder transformarla, es quebrar con la lógica inmediata e irreflexiva que de por sí tiene el habitar en la misma,
pero, que de ningún modo implica no ponerla entre paréntesis y pensar en ella con la intención de modificarla.

Bibliografía
Berger, Peter y Luckman, Thomas (2001), La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu
Editores.

Heller, Ágnes (1994), Sociología de la vida cotidiana, Barcelona, Península. Heller, Ágnes (1982), La revolución de
la vida cotidiana, Barcelona, Península.

García Polo, María Jesús (1997), Aportación de Ágnes Heller a la sociología de la vida cotidiana, Madrid, Grupo
Cero.

Marx, Karl (2004), Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Buenos Aires, Colihue Clásica.

Lifszyc, Sara y Kalpschtrej, Karina (2001), “La vida cotidiana como fenómeno social”, en en Lifszyc, Sara (comp.)
Unidad 1 de Sociología, Ciclo Básico Común, Universidad de Buenos Aires, Gran Aldea Editores.

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