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“CARGADO DE AMARGURA”

DE FERNANDO ARAUJO.

Anoche, con un viejo lápiz en la mano, recordé la tarde lluviosa en la que alguien
me dijo por vez primera que yo era un amargado. Recordé que desfilaba en un
concurso de disfraces, vestido de payaso. Caminaba al ritmo de un Batman que
iba delante de mí. Miraba al público. Miraba mis zapatos. Miraba la capa de
Batman. Al bajar de la tarima fui por un pan y ahí se me acercó un compañero
de la escuela que iba dos grados más arriba. Me dijo que los payasos debían
sonreír, que yo era un payaso amargado. Me puso un dedo en el pecho y se rio y
volvió a decir “amargado, amargado”.
Con el lápiz en la mano, trazando líneas irregulares, tachando, dibujando
ensayos de rostros y escribiendo frases sueltas, había rescatado algunos
minutos antes una frase de Fernando Pessoa que decía “pero no siempre quiero
ser feliz. Es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural”. La
frase me llevó al desfile; el desfile, a mi viejo lápiz y al ya amarillento papel en el
que había dibujado mi figura de amargado, y aquella figura, a la herida que me
provocaron las palabras de mi compañero. Por años, me justifiqué detrás de un
“Nadie me dijo que debía sonreír”.
Luego comprendí, también, que esa tarde no pasó nada digno de hacerme
sonreír. En realidad, no tenía razones para sonreír, así como hoy pocas veces
tengo razones para sonreír, en un mundo que se volvió proclive y dependiente
de las sonrisas, sean como sean: máscaras, burla, pose o conveniencia. En vez
de luchar, sonrisas. En lugar de valorar, sonrisas, y para conseguir cualquier
cosa, más sonrisas. Yo no sonreí esa tarde, no tenía por qué sonreír. Por no
sonreír, me tildaron de amargado, pero aquel bofetón, aquel dolor, me abrieron
decenas de ventanas y puertas.
Las atravesé para descubrir unas cuantas frases de León Felipe, “Cuántas veces
don Quijote, en esta misma llanura, en horas de desaliento a ti te miro pasar, y
cuántas veces te grito hazme un sitio en tu montura, que yo también voy
cargado de amargura”. Las atravesé para comprender que es del dolor, de la
amargura, de lo difícil, de la angustia, del rencor y el odio y de todo eso que
llamamos bajas pasiones de donde salen nuestras más honestas palabras. Las
atravesé para ser tan no sonriente como aquella lejana tarde de escuela y para
buscar un lápiz y dibujar un millón de tipos de amargura.
TALLER

“CREACIÓN”

A partir de la lectura del texto “Cargado de amargura” de Fernando Araujo, expresa:

A. Tema del que habla el texto, (exprésalo con tus palabras, en dos líneas)  

B. Planteamiento del autor o mensaje (dilo, en un párrafo muy breve)

C. Cuatro Ideas subyacentes que complementen el tema central del texto; exprésalas con tus
palabras y demuestra lo dicho con citas del texto leído.  

D. Produce un texto escrito, de opinión personal, en donde expreses tu admiración por el texto
leído, le declares con argumentos tu oposición y lo valores o critiques según la impresión que te
haya causado. No olvides demostrar tus consideraciones con citas textuales.

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