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Tribuna

Otra vez huérfanos


18 Jun, 2019

por Martín Bermejo (Sociólogo UBA, Maestrando en Economía Política


FLACSO)
por Facundo Piovano (Economista UNRC, Maestrando en Economía
Política FLACSO)
La danza de posibles candidatos y alianzas que ha sobrevolado los
principales espacios tanto de la oposición como del oficialismo, junto a la
elección de Alberto Fernández como postulante a presidente por Unidad
Ciudadana, constituyen las dos caras de una misma moneda: la indefinición
de la fracción local del gran capital acerca de cuál será el actor político que
mejor represente sus intereses particulares, frente al inocultable fracaso que
exhibe la gestión macrista a la hora de garantizar el funcionamiento de su
estrategia de acumulación.

La Alianza Cambiemos constituye la primera experiencia de la historia


democrática argentina en la que las clases dominantes acceden al gobierno
mediante un partido propio. Antes de este suceso, la incapacidad que
esbozaba la gran burguesía para conformar un espacio político surgido de
su riñón, obligaba a los «dueños» del capital a penetrar en los intersticios de
las organizaciones políticas tradicionales (peronismo y radicalismo), para a
partir de allí orientar las acciones del Estado hacia el afianzamiento de sus
esquemas de acumulación. Además de ser una novedad en este aspecto, la
gestión iniciada en diciembre de 2015 también vino a alterar la composición
que el bloque de clases dominante reflejaba desde 1976. En sus
movimientos iniciales, el actual gobierno dejó en claro cuáles serían las dos
fracciones del capital que dirigirían al conjunto del bloque: el capital
financiero internacional y las empresas extranjeras no industriales
(especialmente productoras y distribuidoras de energía). La desregulación
completa de la cuenta capital, del mercado de cambios y la dolarización de
las tarifas de servicios públicos anunciaban este escenario. Por otro lado, en
una posición subalterna aunque dentro del bloque, la burguesía
agropecuaria y el capital industrial local emergían como soporte. La
fenomenal depreciación del tipo de cambio y la eliminación total (parcial
para la soja) de las retenciones a las exportaciones fueron las cesiones más
dadivosas para los primeros, mientras que la licuación de los costos
laborales en dólares y el avance general frente a todas las conquistas de los
trabajadores atrajeron a los segundos. La contradicción entre capital y el
trabajo siempre prevalece.

La ocupación mayoritaria de cargos en el Estado por parte de funcionarios


con pasado laboral en grandes bancos y empresas energéticas expresaban
sin ambages la identidad de esta alianza. No obstante ello, durante 2016 y
2017 la convivencia al interior del bloque se mantuvo sin mayores conflictos:
la recomposición de la tasa de ganancia a través del abaratamiento del
salario y el desempleo creciente, junto a la reinstalación de un modelo de
acumulación del capital centrado en la valorización financiera (vía diferencial
de tasas) y posterior fuga eran motivos más que suficientes para conservar
la cordialidad. Sin embargo, a principios de 2018 el paisaje comenzó a
resquebrajarse. Y es que el endeudamiento sin generación de capacidad de
repago en la economía real reavivó el tufillo de posible cesación de pagos, y
con ello, las posibles (y efectivas) devaluaciones subsiguientes. Vale
decirse que el diferencial de tasas continuó como política central, pero
ahora los espacios de valorización para el capital no bancario comenzaron a
estrecharse de forma creciente. De allí en más, aparecieron lasfisuras.
La llegada del FMI puso de manifiesto que el corazón de este bloque
dominante transitoriamente compartido residía definitivamente en la fracción
financiera internacional. De allí que el ajuste ortodoxo propuesto por el
organismo multilateral amenazara ciertos privilegios del resto de los
representantes del capital: reimposición de retenciones a las exportaciones
(no  sólo agropecuarias) para mejorar la recaudación y reducir el déficit;
modificación del generoso plan de subsidios a la explotación
hidrocarburífera ideado por Aranguren e Iguacel, cuyo principal destinatario
era Techint (referente emblemático de la gran burguesía local, a pesar de
su transnacionalizada residencia); mantenimiento de tasas de interés
activas estratosféricas que vuelven inviable cualquier proyecto de inversión
en la economía real, se destacan como los más representativos. En este
sentido, la irrupción del principal representante del capital financiero tuvo el
único fin de socorrer a la tambaleante economía macrista, a los fines de
salvaguardar a los numerosos agentes del mercado internacional de
capitales que habían empapelado sus carteras con títulos argentinos. Su
efecto colateral, sin embargo, repercutió fuertemente en el entramado
político.

La idea central que aquí se sostiene es que, en la presente coyuntura, la


alta burguesía local, que desde el ’76 hasta el 2015, con matices según
cada gobierno, había dirigido los destinos del bloque dominante en su
conjunto, se encuentra nuevamente acéfala, sin un representante político
nítido y fiel, tras 4 años de un gobierno que no satisfizo sus exigencias
sectoriales (sí las generales: avanzar sobre el trabajo). El apoyo que ciertos
empresarios pertenecientes a esa fracción brindaron a una hipotética
candidatura de María Eugenia Vidal, o aquellos que apostaron sus porotos
en la postulación del indescifrable Lavagna, como los que persisten en el
sostenimiento del justicialismo conservador que hacen síntesis en Alianza
Federal, expresa la incertidumbre que domina los ánimos de este sector del
capital. En ese mismo sentido debe leerse la decisión de CFK de incluir al
propio Alberto Fernández como variante a su propia candidatura, en cuanto
constituye un actor sumamente digerible para la gran burguesía doméstica.

En síntesis, la fracción más concentrada del capital local, otrora líder del
bloque dominante, se halla en la búsqueda de un actor político que le
habilite una mayor injerencia en los destinos del modelo de acumulación
vigente, luego del período cambiemita en que se vio subsumida frente al
capital de préstamo y las empresas energéticas. Parece ser esta la madre
de las batallas y la causa última detrás de los constantes movimientos en la
primera plana nacional de las semanas recientes.

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