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En esta columna narraré de forma breve pero concisa mi punto de vista

concerniente a la reciente ley 2272 del 2022 expedida el 4 de noviembre hogaño,


que define la política de paz del Estado, crea el servicio social para la paz y regula
otras disposiciones complementarias sobre la materia, subrayando principalmente
el deber ser del Estado Social De D erecho conforme a los postulados de política
de paz.

Es necesario indicar primeramente que la paz es un derecho y además un deber de


obligatorio cumplimiento. Ya había mencionado antes que le compete no solamente
al Estado sino también a los gobernados procurar por el buen desarrollo de
estándares de paz que favorezcan a la comunidad, ya que es una virtud que si
beneficia a cierto conglomerado se evitan los conflictos de cualquier índole
conforme predomina la armonía y equidad social.

El Estado obviamente también hace su parte dentro del marco de los predicamentos
de la Constitución Nacional, el sentido de que garantiza la seguridad humana, con
enfoque de derechos, diferencial, de género, étnico, cultural, territorial e
interseccional para la construcción de la paz total. Para ello, promoverá respuestas
centradas en las personas y las comunidades, de carácter exhaustivo y adaptadas
a cada contexto, orientadas a la prevención, y que refuercen la protección de todas
las personas y todas las comunidades, en especial, las víctimas de la violencia.
Asimismo, la referenciada ley reza en su contenido que reconocerá la interrelación
de la paz, el desarrollo y los derechos humanos en el enfoque de seguridad humana,
toda vez que paz humana equivale a paz humana.

Entonces podemos inducir que la cultura de Paz Total es un concepto especial que
va tomado de la mano con el concepto de Seguridad Humana y es que para alcanzar
la reconciliación real dentro de la biodiversidad étnica, social y cultural de la nación
a efectos de adoptar usos y costumbres propias de una sociedad sensible, en
convivencia pacífica y el buen vivir es necesario sentar bases en el dialogo y
amigable composición, exponiendo fórmulas de arreglo eficaces que garanticen el
anhelado buen vivir, sin penurias. Bases en las que debería erigirse cualquier
sociedad.

La aludida ley hace particular énfasis sobre la política de paz, la cual conceptualiza
como una política de Estado que busca incentivar y fortalecer el bienestar social.
Será prioritaria y transversal en los asuntos de Estado, participativa, amplia,
incluyente e integral, tanto en lo referente a la implementación de acuerdos, como
con relación con los procesos de negociación, dialogo mutuo dejando atrás
diferencias y sometimiento de la justicia, reconociendo las faltas causadas al estado
social de Derecho y al Derecho internacional Humanitario.

En concreto, la política de paz definida en la citada ley y promovida por el presidente


actual, será una política de Estado, en lo concerniente a los acuerdos de paz antes
firmados con grupos armados al margen de la ley y a los que se llegaren a pactar,
así como a los procesos de paz en curso y los procesos dirigidos al sometimiento y
desmantelamiento de estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto.
Ateniéndonos a la idea de desmantelar grupos armados e incentivar el dialogo
Nacional se va cumpliendo poco a poco con los requisitos constitucionales
consistentes en vincular a las autoridades de todas las ramas y niveles del poder
público, quienes deberán orientar sus actuaciones a su implementación y
cumplimiento.

En síntesis, El estado Colombiano, según lo dispuesto en la norma aludida, deberá


garantizar los enfoques de derechos, diferencial, de género, étnico, cultural,
territorial e interseccional en la construcción de las políticas públicas de paz. Esto
es pilar fundamental para la construcción incansable de una paz que vaya
erradicando paulatinamente los rastros del conflicto armado, reivindicando los
daños ocasionados con la reparación integral a las víctimas de los conflictos
armados.

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