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Acompañamiento Al Duelo Por Covid-19: Módulo 4. Duelo en Niños y Adolescentes
Acompañamiento Al Duelo Por Covid-19: Módulo 4. Duelo en Niños y Adolescentes
www.copmadrid.org
Autores:
Valeria Moriconi
Depósito Legal:
© Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, 2020
Nota aclaratoria: En beneficio de una mayor facilidad y claridad en la lectura y comprensión del texto, se
utilizará un lenguaje igualitario y no sexista. No obstante, se explicita que, en el uso de términos como los
profesionales, los estudiantes, los responsables, los psicólogos, ... y cualquier otro que se encuentre en
este documento, se hace referencia a hombres y mujeres, e incluye el masculino y el femenino.
Acompañamiento al duelo por Covid-19
Módulo 4. Duelo en niños y adolescentes
Índice
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Acompañamiento al duelo por Covid-19
Módulo 4. Duelo en niños y adolescentes
Hablar de duelo siempre es difícil pero cuando nos planteamos que la perdida afecta un
niño empatizamos de otra forma y afrontamos el acompañamiento con estrategias
diferentes.
Los niños están construyendo su mapa del mundo y su significado por lo tanto necesitan
palabras y explicaciones a las experiencias que viven.
La muerte, como hecho ínsito en la vida, llama mucho la atención de los niños y mueve
su curiosidad en búsqueda de respuestas. Quieren saber que es, en que consiste, como
sucede y que pasa después; si un adulto elude la respuesta o da una respuesta no
coherente el niño aumenta su grado de angustia acerca del evento.
Para poder acércanos a estas respuestas temeos que explicar que el Concepto de
muerte es multidimensional (Poch y Herrero, 2003). La muerte es:
La mayoría de los niños entienden que es algo biológico y universal, que puede pasar a
ellos también pero no están angustiados por su propia muerte porque la ven muy lejana.
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Para poder acompañar un niño frente a la perdida antes de todo habrá que entender
como entienden y la muerte los niños. La capacidad de interiorizar y entender lo que
está pasando depende de diferentes factores, primero entre todos los niveles de
desarrollo evolutivo del niño, en segundo lugar, las experiencias previas y por ultimo los
valores culturales.
El desarrollo más significativo ocurre en el ámbito lingüístico. El niño reconoce las partes
de su cuerpo y sabe qué parte del cuerpo está enferma, pero cree que la enfermedad
está causada por factores externos o por accidentes. La muerte es un sueño en el que
hay pérdida de movilidad, separación o mal funcionamiento temporal. Es la etapa
del pensamiento mágico: los muertos respiran, comen y se trasladan de un lugar a
otro. No se diferencia entre lo real y lo imaginario y no se puede entender el concepto
abstracto por lo tanto no se entiende el alcance de “siempre” o “nunca”. También está
presente la tendencia animista lo que quiere decir que cuando una cosa se mueve está
viva, cuando está parada está muerta por lo tanto la muerte es reversible. Por último,
estamos en la fase egocéntrica donde todo depende de uno mismo, el niño interpreta
todo lo que sucede en relación con él, a su voluntad, a sus pensamientos, a sus actos.
Así que podría pensar que una persona está muerta solo porque él lo ha deseado o
porque se ha enfadado con ella.
En esta etapa el niño puede manifestar quejas por pequeños dolores físicos ya que
identifican donde sienten las emociones con un lugar específico en el cuerpo; otra
reacción normal son las regresiones a comportamientos ya superados en etapas del
desarrollo anterior; también podemos observar pensamientos y sentimientos de
culpabilidad.
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En esta etapa las relaciones causa-efecto son las protagonistas, el niño es atraído por
los razonamientos objetivos. Sale del pensamiento egocéntrico y se desarrolla una
mayor interacción y competitividad social. Expresa curiosidad por la muerte y las
relaciones sociales, hay una conceptualización madura del tiempo. Conoce las
funciones de cada parte del cuerpo y ya entiende factores internos como causa de una
enfermedad. Expresan gran interés por los cambios que ocurren en el cuerpo siendo
uno de sus máximos temores la mutilación. En esta etapa el niño piensa que la muerte
es selectiva, que afecta a los más ancianos, y tiende a personificarla; la representan
con frecuencia como “el hombre vestido de negro”.
En este momento el niño vive la muerte como una pérdida y tiene reacciones de
tristeza y melancolía.
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Preadolescencia y Adolescencia:
Con frecuencia se emplea la negación como defensa ante la amenaza que supone
la muerte.
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Hablar con los niños acerca de la muerte es una de las situaciones más difíciles.
Enfrentarse con la última etapa de la vida y la proximidad de la propia muerte, implica
transitar por una sucesión de pérdidas y afrontar los miedos que todo esto provoca. El
paciente necesita expresar su duelo ante una constante sensación de pérdida. El niño
afrontará la situación, dependiendo de cómo responda su entorno ante los cambios,
ante las pérdidas pasadas, presentes o futuras.
Cuando hablamos con los niños, muchos de nosotros nos sentimos incómodos si no
tenemos todas las respuestas. Los niños pequeños en particular, asumen que los
padres lo saben todo, incluso acerca de la muerte. Sin embargo, la muerte, que es la
única cosa cierta en la vida, es la mayor incertidumbre de la vida. Aceptar la muerte
puede ser un proceso que dura toda la vida. Podemos encontrar respuestas diferentes
en distintas etapas de nuestra vida o puede que siempre dudemos y tengamos miedo.
Si nosotros mismos tenemos miedos y preguntas que no tienen respuesta, es posible
que nos preguntarnos cómo vamos a dar respuestas que sirvan de consuelo a nuestros
hijos.
Cuando eludimos hablar de un asunto que evidentemente nos afecta, los niños a
menudo dudan en hablar de ello o hacer preguntas. Para un niño, la elusión de un asunto
puede ser un mensaje: “Si mamá y papá no pueden hablar sobre eso, seguramente es
algo malo, así́ que es mejor no hablar de ello”. O también: “No puedo hablar de eso
porque mamá y papá se pondrán aún más tristes”. De hecho, en lugar de proteger a
nuestros hijos al no hablar sobre la muerte, a veces les causamos más preocupación y
no les permitimos que nos digan cómo se sienten. El temor del niño a lo desconocido
es peor que enfrentarse a la realidad puesto que el niño puede fantasear y crear
en su mente la peor situación imaginable o una realidad incorrecta.
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Un niño necesita apoyo y seguridad, por lo que es importante mantenerse no solo física
sino también emocionalmente cerca de él. Son niños que han tenido que afrontar
numerosas situaciones estresantes. Es posible que se sientan enfadados con los padres
que, “no le protegen ni le evitan el sufrimiento”, pueden también sentirse culpables por
conductas realizadas o pensadas; pueden sentirse irritables, tristes, indefensos,
indeciso. Al igual que los adultos necesitan expresar sus emociones, sus temores, sus
deseos.
En este momento, hay que proporcionar a las padres informaciones sobre las posibles
reacciones de sus hijos a la muerte, posibles preguntas y secuelas a largo plazo.
También hay que explicar que comunicar no es un acto único si no que es un continuum
a lo largo del tiempo Tras una primera conversación, hay que volver a retomar la
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conversación más veces, para que el niño y adolescente vaya integrando la información
a medida que la vaya procesando. Tras la primera noticia, el niño va haciéndose
preguntas para las que necesitará respuestas veraces y adecuadas a la edad en
momentos posteriores.
El niño vivencia todo lo relacionado con la muerte con curiosidad, si no participa al duelo
con el justo acompañamiento del adulto puede vivenciar todo lo que está pasando en
su fantasía; el problema de instalarse en plano de la fantasía es llegar a una formación
conceptual errónea, fantasmagoría, mágica, distante, llena de miedos y desconcertante.
Para vivenciar, es decir, para dar vida y sentido a lo que está pasando, para poder tener
un aprendizaje experiencial, no desde lo que cuentan, sino desde lo que a él le interesa,
el niño hace múltiples preguntas, todas las cuales tienen un sentido y una justificación.
Hay que nombrar la muerte con su nombre y explicar que quiere decir según la
capacidad de comprensión del niño. Cada familia según sus valores y sus experiencias
previas puede hacer una narración de lo ocurrido.
Es necesario estar atento y a su vez atender a nuestra forma de comunicarnos con ellos;
que sea serena, sin dramatismos, aunque podamos manifestar nuestra preocupación o
tristeza, pero transmitiendo confianza y asegurándole que estará́ acompañado en todo
momento.
SENTIDO DE SU
PREGUNTAS POSIBLE RESPUESTA
PREGUNTA
“Muerto” quiere decir que
ya nunca más volveremos
¿Qué quiere decir muerte? Necesita saber y conocer
a verle…que no podemos
hablar cara a cara con el…
Porque su enfermedad era
tan grave que no ha podido
Quiere entender lo que ha seguir respirando y su
¿por qué está muerto?
pasado corazón estaba tan débil
que ya no ha podido seguir
latiendo
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un adulto. Además, se les debe calmar y reiterar de que ellos no son culpables ni
pudieron evitar la muerte del ser querido.
▪ Shock
▪ Llanto
▪ Tristeza
▪ Ira
▪ Culpa
▪ Aumento del apego
▪ Desobediencia
▪ Falta de interés en la escuela
▪ Dificultad para conciliar el sueño
▪ Disminución del apetito
▪ Regresión temporal a comportamientos más infantiles
▪ Dolencias físicas
Entre los signos que muestran que hay un problema en la adaptación al duelo
están:
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▪ Aflicción constante
▪ Aislamiento social
▪ Ansiedad severa de separación
▪ Delincuencia o promiscuidad
▪ Desmejoramiento en el rendimiento escolar
▪ Dificultad permanente para dormir
▪ Trastornos alimentarios
▪ Evitar los sentimientos durante un largo período
Es natural que reaccionen enfadándose con los padres que “no le protegen ni le evitan
el sufrimiento” y si no pueden expresarse se aíslan. Pueden también sentirse culpables
por conductas realizadas o pensamientos, por creer que están provocando malestar en
su entorno; pueden sentirse irritables, tristes indefensos, indecisos o avergonzados.
Puede que experimenten miedo al abandono, a la pérdida de control ante la presencia
de expresiones emocionales que no se esperan.
Yalom nos indica que un fallecimiento cercano en edad infantil es un hecho muy
influyente que pude servir para desarrollar respuestas adaptativas tempranas, cuando
se dan factores protectores como la presencia de un adulto seguro; o puede exceder la
capacidad del niño para defenderse.
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La reacción infantil puede ser muy compleja porque intervienen numerosos factores:
el sentimiento de culpa, la perdida y la evocación del miedo a la propia muerte. El
grado y la profundidad del trauma del niño derivará en gran parte de la angustia que
experimente la familia respecto a la muerte.
En este momento el psicólogo es una figura muy importante para ayudar al niño a
sentirse mejor respecto a si mismo. El primer paso es la aceptación de parte del niño de
sus sentimientos de vacío, de sentirse mal y de sentirse trise o enfadado. Gracias a esta
premisa el niño puede volver a apoderarse de si mismo y legitimarse como persona. En
este intercambio la palabra clave es contacto, se trata de crear un ambiente en el cual
el niño se siente seguro para permitirse fluir y dejar salir sus sentimientos y volver a
encontrar un equilibrio en una situación de desorden.
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Lo más importante para tener en cuenta es: trasmitir apoyo y seguridad que el
adulto pueda escuchar sin juicio ni mentiras, aceptando sus emociones y sus preguntas,
evitar ocultar información, favorecer o mejorar la comunicación intrafamiliar.
Frases que deberíamos de evitar en estos momentos son: “No digas tonterías”, “Esto
no va a volver a pasar”, “No llores”, “Hay que ser fuerte”, “La persona que se ha ido no
te quiere ver triste” y en general todas las frases que impiden la expresión de las
emociones y el compartir una inquietud con el adulto que le acompaña.
Un elemento importante para la elaboración del duelo es poder contar con una red de
apoyo que te dé la posibilidad de expresar y ventilar las emociones que día a día van
surgiendo. La tecnología en estos momentos de aislamiento nos ayuda a tejer esta red,
aunque sea de otra manera. Los adolescentes en este ámbito saben muy bien como
poder hacer de las redes un recurso de escucha y apoyo.
Una de las dudas más común en los familiares es si es aconsejable que los niños
participen en los ritos funerarios o no. Los profesionales hablamos mucho de la
importancia de incluir los niños en los ritos de despedida y en este caso adultos y
menores están acomunados por la imposibilidad de hacerlo. Evidentemente el no poder
despedir un ser querido es un impedimento a la elaboración de las emociones que
despierta la perdida tanto en adultos como en niños. Es el momento de facilitar ritos
simbólicos que permitan la despedida y el consuelo en familia. Fotos, diarios,
cartas, velas, canciones, y todo lo que nos conecta con el ser querido.
Los niños son más creativos, abiertos, espontáneos y puedes ser una fuente enorme de
consuelo y de estrategias para volver a encontrar nuestro ser querido en el día a día.
Los niños hablan y recuerdan más libremente y nos conducen a volver a encontrar el
fallecido en el presente y no dejarlo solo en el pasado. Construir con ellos actos de
despedida puede ayudar nos solo al niño sino también a todo el núcleo familiar, ejemplos
de esto pueden ser: volar farolillos, plantar árboles, dibujar, escribir una carta o narrar
historias sobre la relación con el fallecido.
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