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Acompañamiento al

duelo por Covid-19


Módulo 4. Duelo en niños y adolescentes

www.copmadrid.org
Autores:

Valeria Moriconi

Colegio Oficial de la Psicología de Madrid


Cuesta de San Vicente, 4, 5º. 28008 Madrid
formacion.online@cop.es

Depósito Legal:
© Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, 2020

Nota aclaratoria: En beneficio de una mayor facilidad y claridad en la lectura y comprensión del texto, se
utilizará un lenguaje igualitario y no sexista. No obstante, se explicita que, en el uso de términos como los
profesionales, los estudiantes, los responsables, los psicólogos, ... y cualquier otro que se encuentre en
este documento, se hace referencia a hombres y mujeres, e incluye el masculino y el femenino.
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Módulo 4. Duelo en niños y adolescentes

Índice

Módulo 4. Duelos en niños y adolescentes 2

1. Aspectos del duelo según la etapa evolutiva 2


2. Comunicar la muerte en niños y adolescentes 6
3. Afrontamiento del duelo en niños y adolescentes 10

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Módulo 4. Duelo en niños y adolescentes

1. Aspectos del duelo según la etapa evolutiva

Hablar de duelo siempre es difícil pero cuando nos planteamos que la perdida afecta un
niño empatizamos de otra forma y afrontamos el acompañamiento con estrategias
diferentes.

Los objetivos que perseguimos son:

▪ aprender a pensar sin culpa sobre la perdida.


▪ expresar los sentimientos que esta provoca, compartiéndolos en un clima de
respeto y sin obsesiones.
▪ analizar las consecuencias que dicha perdida está suponiendo para el
superviviente.
▪ Poner en práctica conductas tendentes a afrontar la vida en toda su riqueza.

Los niños están construyendo su mapa del mundo y su significado por lo tanto necesitan
palabras y explicaciones a las experiencias que viven.

La muerte, como hecho ínsito en la vida, llama mucho la atención de los niños y mueve
su curiosidad en búsqueda de respuestas. Quieren saber que es, en que consiste, como
sucede y que pasa después; si un adulto elude la respuesta o da una respuesta no
coherente el niño aumenta su grado de angustia acerca del evento.

Para poder acércanos a estas respuestas temeos que explicar que el Concepto de
muerte es multidimensional (Poch y Herrero, 2003). La muerte es:

▪ Universal. Todos nos morimos;


▪ Irreversible. Cuando morimos no podemos volver a estar vivos.
▪ Cesación de los procesos corporales. El cuerpo ya no funciona por esto se le
puede enterrar.

La mayoría de los niños entienden que es algo biológico y universal, que puede pasar a
ellos también pero no están angustiados por su propia muerte porque la ven muy lejana.

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Es más, el miedo a la de sus padres, tienen miedo a la separación. Ya presente en las


teorías de Bowlby, la separación resulta ser la fuente primaria de angustia, las demás,
incluida la muerte, solo adquieren un significado opcional en cuanto equiparadas a la
separación misma.

Para poder acompañar un niño frente a la perdida antes de todo habrá que entender
como entienden y la muerte los niños. La capacidad de interiorizar y entender lo que
está pasando depende de diferentes factores, primero entre todos los niveles de
desarrollo evolutivo del niño, en segundo lugar, las experiencias previas y por ultimo los
valores culturales.

Entre los 2 y los 6 años

El desarrollo más significativo ocurre en el ámbito lingüístico. El niño reconoce las partes
de su cuerpo y sabe qué parte del cuerpo está enferma, pero cree que la enfermedad
está causada por factores externos o por accidentes. La muerte es un sueño en el que
hay pérdida de movilidad, separación o mal funcionamiento temporal. Es la etapa
del pensamiento mágico: los muertos respiran, comen y se trasladan de un lugar a
otro. No se diferencia entre lo real y lo imaginario y no se puede entender el concepto
abstracto por lo tanto no se entiende el alcance de “siempre” o “nunca”. También está
presente la tendencia animista lo que quiere decir que cuando una cosa se mueve está
viva, cuando está parada está muerta por lo tanto la muerte es reversible. Por último,
estamos en la fase egocéntrica donde todo depende de uno mismo, el niño interpreta
todo lo que sucede en relación con él, a su voluntad, a sus pensamientos, a sus actos.
Así que podría pensar que una persona está muerta solo porque él lo ha deseado o
porque se ha enfadado con ella.

En esta etapa el niño puede manifestar quejas por pequeños dolores físicos ya que
identifican donde sienten las emociones con un lugar específico en el cuerpo; otra
reacción normal son las regresiones a comportamientos ya superados en etapas del
desarrollo anterior; también podemos observar pensamientos y sentimientos de
culpabilidad.

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Entre los 6 y los 8 años

En esta etapa las relaciones causa-efecto son las protagonistas, el niño es atraído por
los razonamientos objetivos. Sale del pensamiento egocéntrico y se desarrolla una
mayor interacción y competitividad social. Expresa curiosidad por la muerte y las
relaciones sociales, hay una conceptualización madura del tiempo. Conoce las
funciones de cada parte del cuerpo y ya entiende factores internos como causa de una
enfermedad. Expresan gran interés por los cambios que ocurren en el cuerpo siendo
uno de sus máximos temores la mutilación. En esta etapa el niño piensa que la muerte
es selectiva, que afecta a los más ancianos, y tiende a personificarla; la representan
con frecuencia como “el hombre vestido de negro”.

En este momento el niño vive la muerte como una pérdida y tiene reacciones de
tristeza y melancolía.

Las reacciones desadaptativas propias de esta etapa son:

▪ el comportamiento agresivo o retraído,


▪ la ansiedad como consecuencia de la separación
▪ la fobia al colegio
▪ el aislamiento de las amistades.

Entre los 8 y 12 años

El niño ya ha desarrollado los conceptos abstractos por lo tanto entiende la


irreversibilidad, universalidad y permanencia de la muerte. Aunque la edad varía
según la experiencia de enfermedad y muerte, y de factores socioculturales. El niño en
esta etapa puede sentir la culpa como forma de arrepentimiento y el miedo al olvido.

Las reacciones desadaptativas propias de esta etapa son:

▪ un significativo descenso en el rendimiento académico no debido al absentismo


escolar.
▪ un comportamiento agresivo o retraído.
▪ una mayor ansiedad.
▪ el aislamiento social.
▪ la preocupación por la propia muerte.

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Preadolescencia y Adolescencia:

Sabemos perfectamente que la etapa de la adolescencia es un periodo crucial y delicado


para el desarrollo de una persona; en esta etapa de la vida asistimos a grandes
transformaciones físicas, intelectuales y sociales. El individuo lucha por su propia
identidad y autoimagen, por su independencia, por adaptarse a su sexualidad y a
su cuerpo en continuo cambio, por establecer relaciones sociales y por planificar su
futuro.

Aquí́ se desarrolla el pensamiento formal. Admite que existen causas desconocidas a


la enfermedad. Les resultará más penosa la idea de enfrentarse con su posible muerte
y se sienten inquietos por la incertidumbre de su futuro. Aunque a esta edad pueden
sentirse incómodos expresando públicamente sus emociones y traten de exteriorizarlas,
es probable que busquen gran parte de este apoyo entre su grupo de iguales, ya que
para ellos el sentimiento de pertenencia y aceptación social es fundamental.

Cuando la pertenencia a un grupo de pares y la uniformidad a ello se hacen necesidad,


la situación de duelo se configura como una condición de diversidad exasperada, no
tanto a nivel físico, sino sobre todo a nivel emocional, sin posibilidad de encuentro y de
interacción con los demás. Para no sentirse solo y no hacerse ver como diferente, es
probable que el adolescente pueda reprimir o negar los sentimientos de tristeza.

Las reacciones desadaptativas propias de esta etapa son:

▪ notable descenso en el rendimiento académico.


▪ pensar con frecuencia en la muerte y/o el suicidio.
▪ extremado aislamiento social.
▪ abuso de sustancias nocivas.
▪ fracaso escolar.

Con frecuencia se emplea la negación como defensa ante la amenaza que supone
la muerte.

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2. Comunicar la muerte en niños y adolescentes

Hablar con los niños acerca de la muerte es una de las situaciones más difíciles.
Enfrentarse con la última etapa de la vida y la proximidad de la propia muerte, implica
transitar por una sucesión de pérdidas y afrontar los miedos que todo esto provoca. El
paciente necesita expresar su duelo ante una constante sensación de pérdida. El niño
afrontará la situación, dependiendo de cómo responda su entorno ante los cambios,
ante las pérdidas pasadas, presentes o futuras.

Cuando hablamos con los niños, muchos de nosotros nos sentimos incómodos si no
tenemos todas las respuestas. Los niños pequeños en particular, asumen que los
padres lo saben todo, incluso acerca de la muerte. Sin embargo, la muerte, que es la
única cosa cierta en la vida, es la mayor incertidumbre de la vida. Aceptar la muerte
puede ser un proceso que dura toda la vida. Podemos encontrar respuestas diferentes
en distintas etapas de nuestra vida o puede que siempre dudemos y tengamos miedo.
Si nosotros mismos tenemos miedos y preguntas que no tienen respuesta, es posible
que nos preguntarnos cómo vamos a dar respuestas que sirvan de consuelo a nuestros
hijos.

Si bien no todas nuestras respuestas pueden servir de consuelo, podemos compartir lo


que de verdad creemos. Cuando tenemos dudas, una declaración sincera, como:
“Sencillamente no conozco la respuesta a esa pregunta”, puede ser más
reconfortante que una explicación en la que realmente no creemos.

Cuando eludimos hablar de un asunto que evidentemente nos afecta, los niños a
menudo dudan en hablar de ello o hacer preguntas. Para un niño, la elusión de un asunto
puede ser un mensaje: “Si mamá y papá no pueden hablar sobre eso, seguramente es
algo malo, así́ que es mejor no hablar de ello”. O también: “No puedo hablar de eso
porque mamá y papá se pondrán aún más tristes”. De hecho, en lugar de proteger a
nuestros hijos al no hablar sobre la muerte, a veces les causamos más preocupación y
no les permitimos que nos digan cómo se sienten. El temor del niño a lo desconocido
es peor que enfrentarse a la realidad puesto que el niño puede fantasear y crear
en su mente la peor situación imaginable o una realidad incorrecta.

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Un niño necesita apoyo y seguridad, por lo que es importante mantenerse no solo física
sino también emocionalmente cerca de él. Son niños que han tenido que afrontar
numerosas situaciones estresantes. Es posible que se sientan enfadados con los padres
que, “no le protegen ni le evitan el sufrimiento”, pueden también sentirse culpables por
conductas realizadas o pensadas; pueden sentirse irritables, tristes, indefensos,
indeciso. Al igual que los adultos necesitan expresar sus emociones, sus temores, sus
deseos.

Un adulto capaz de escucharlo y de explicarle con sensibilidad qué es lo que le ocurre,


sin mentiras, sintiéndose entendido y apoyado, le dará seguridad. Una buena
comunicación y una información honesta ajustada a las necesidades del niño son
necesarias para que no reprima sus temores, sus miedos o dudas.

Es importante que en este momento vital vida se permita al niño la expresión de


afectos y de preocupaciones, que se le permita verbalizar sus fantasías y
pensamientos sobre el deterioro del cuerpo, sobre la soledad, sobre el dolor y el
sufrimiento para poder aliviar la carga emocional. Por ello es fundamental utilizar
dibujos, cuentos, historias, en general palabras que el niño entienda, y que él quiera
compartir, permitiéndole explorar sus miedos.

Una de las habilidades de comunicación más importantes será la escucha activa,


muchos niños nos hablan de la muerte a través de adivinanzas, de personajes de
cuentos; los adolescentes a veces lo hacen a través de series de televisión, libros o
cómics. También la comunicación no verbal es importante. Los niños pueden expresar
con la postura, el tono de voz o la mirada, miedos o sensaciones desagradables que no
son capaces de verbalizar. Es necesario estar atento y a su vez atender a nuestra forma
de comunicarnos con ellos; que sea serena, sin dramatismos, aunque podamos
manifestar nuestra preocupación o tristeza, pero transmitiendo confianza y
asegurándole que estará́ acompañado en todo momento.

Los padres necesitarán, en algunos casos asesoramiento para evitar la sobreprotección


y el ocultamiento de la información a sus hijos.

En este momento, hay que proporcionar a las padres informaciones sobre las posibles
reacciones de sus hijos a la muerte, posibles preguntas y secuelas a largo plazo.
También hay que explicar que comunicar no es un acto único si no que es un continuum
a lo largo del tiempo Tras una primera conversación, hay que volver a retomar la

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conversación más veces, para que el niño y adolescente vaya integrando la información
a medida que la vaya procesando. Tras la primera noticia, el niño va haciéndose
preguntas para las que necesitará respuestas veraces y adecuadas a la edad en
momentos posteriores.

El niño vivencia todo lo relacionado con la muerte con curiosidad, si no participa al duelo
con el justo acompañamiento del adulto puede vivenciar todo lo que está pasando en
su fantasía; el problema de instalarse en plano de la fantasía es llegar a una formación
conceptual errónea, fantasmagoría, mágica, distante, llena de miedos y desconcertante.
Para vivenciar, es decir, para dar vida y sentido a lo que está pasando, para poder tener
un aprendizaje experiencial, no desde lo que cuentan, sino desde lo que a él le interesa,
el niño hace múltiples preguntas, todas las cuales tienen un sentido y una justificación.

Hay que nombrar la muerte con su nombre y explicar que quiere decir según la
capacidad de comprensión del niño. Cada familia según sus valores y sus experiencias
previas puede hacer una narración de lo ocurrido.

Es necesario estar atento y a su vez atender a nuestra forma de comunicarnos con ellos;
que sea serena, sin dramatismos, aunque podamos manifestar nuestra preocupación o
tristeza, pero transmitiendo confianza y asegurándole que estará́ acompañado en todo
momento.

Veamos las más frecuentes y su significado:

SENTIDO DE SU
PREGUNTAS POSIBLE RESPUESTA
PREGUNTA
“Muerto” quiere decir que
ya nunca más volveremos
¿Qué quiere decir muerte? Necesita saber y conocer
a verle…que no podemos
hablar cara a cara con el…
Porque su enfermedad era
tan grave que no ha podido
Quiere entender lo que ha seguir respirando y su
¿por qué está muerto?
pasado corazón estaba tan débil
que ya no ha podido seguir
latiendo

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Cuando alguien se muerte


Tienen miedo al dolor y ya no siente dolor, ni ve, ni
¿Duele cuando le
quieren conocer las respira…, no siente. El
queman?
consecuencias de todo lo cuerpo ya no sufre algún
¿Cómo respira bajo tierra?
que rodea la muerte dolor, porque ha perdido la
sensibilidad
Es muy importante tener
cuidado a esta respuesta
porque la explicación tiene
que ser coherente con la
vida.
Decir que está en el cielo
Siente el anhelo de abre a más preguntas
búsqueda como el adulto y concretas y puede crear
¿Dónde está?
quiere compensar su vacío confusión, es ambiguo y
sabiendo donde está puede crear más malestar.
El niño se mueve sobre lo
concreto. Podemos
asegurar que está en
nuestros corazones en el
recuerdo y en el amor que
nos ha dejado.
Quiere garantizar la Todos nos tenemos que
seguridad de que su ser morir, pero lo importante
¿Tú te vas a morir? querido estará siempre es que ahora estamos
¿Si me quedo solito quien con él, que alguien le juntos, que nos queremos,
me va a cuidar? cuidará. Es una forma de y te garantizo que mientras
intentar compensar sus esté vivo te querré
miedos. siempre.
“me equivoqué. A veces el
¿Por qué me has mentido? deseo que los enfermos se
El niño necesita y exige la
Me dijiste que se pondría pongan bien es tan grande
verdad
bien que no nos deja ver la
verdad.

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En este momento estabas


muy enfadado y aunque no
¿He tenido la culpa? Una haya estado bien lo que
vez le dije “ojalá te Necesita liberar la culpa has dicho, esa no es la
mueras” causa de su muerte. ¿Qué
te parece si le escribes una
carta para pedirle perdón?
Me doy cuenta de que
¿por qué no me habéis
estas muy enfadado, lo
dicho nada? Exige su derecho a
siento, creía que era mejor,
¿por qué no he podido ir a compartir
pero tenía que haberte
verle?
preguntado.

3. Afrontamiento del duelo en niños y adolescentes

El proceso de adaptación psicológica a la muerte es difícil por la variedad de reacciones


emocionales que se presentan a lo largo del proceso. En estos momentos, en los que
la pandemia lo dificulta todo aún más debemos ayudar a los más pequeños de la casa
a entender todos los cambios que se están dando en el entorno. Además de explicar la
muerte de una forma adaptada a su edad, como hemos dicho anteriormente, debemos
de acompañarle en la comprensión del contexto del coronavirus. Ellos, como los adultos,
están sufriendo un aislamiento social severo, por lo tanto, se ven menguados muchos
instrumentos de desahogo y de apoyo. Todas sus rutinas se han visto interrumpidas con
el consecuente desajuste que esto comporta en los niños, frente a esto ya podríamos
notar comportamientos inusuales como irritabilidad, miedo, insomnio, tristeza, etc. Si se
suma la perdida por un ser querido la situación se hace más complicada.

Los miembros de la familia deben saber que mostrar sentimientos de shock,


incredulidad, culpa, tristeza e ira no sólo son normales, sino que ayudan y el hecho de
compartir con el niño estos sentimientos, al igual que los recuerdos de la persona que
ha muerto, reducen la sensación de soledad que el niño experimenta. Es necesario
tranquilizar a los niños, así como asegurarles que tendrán amor y cuidado constante de

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un adulto. Además, se les debe calmar y reiterar de que ellos no son culpables ni
pudieron evitar la muerte del ser querido.

La tristeza es un proceso que se revela con el tiempo. El shock inicial y la negación


pueden cambiar a tristeza e ira que pueden durar semanas o meses, aunque algunos
niños parecen no mostrar respuesta emocional hacia la muerte, lo que puede ser
desconcertante para algunos miembros de la familia.

Entre los comportamientos esperables en un primer momento se pueden


mencionar:

▪ Shock
▪ Llanto
▪ Tristeza
▪ Ira
▪ Culpa
▪ Aumento del apego
▪ Desobediencia
▪ Falta de interés en la escuela
▪ Dificultad para conciliar el sueño
▪ Disminución del apetito
▪ Regresión temporal a comportamientos más infantiles
▪ Dolencias físicas

Entre los signos que muestran que hay un problema en la adaptación al duelo
están:

▪ Negarse a aceptar el hecho durante mucho tiempo


▪ Períodos repetitivos de llanto
▪ Depresión incapacitante
▪ Pensamientos suicidas
▪ Ira persistente

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▪ Aflicción constante
▪ Aislamiento social
▪ Ansiedad severa de separación
▪ Delincuencia o promiscuidad
▪ Desmejoramiento en el rendimiento escolar
▪ Dificultad permanente para dormir
▪ Trastornos alimentarios
▪ Evitar los sentimientos durante un largo período

El niño y adolescente en duelo puede presentar:

▪ Problemas de atención y concentración.


▪ Problemas de memoria.
▪ Posible disminución del rendimiento escolar.
▪ Conductas de tipo ansioso.
▪ Arranques repentinos de llanto.

Es natural que reaccionen enfadándose con los padres que “no le protegen ni le evitan
el sufrimiento” y si no pueden expresarse se aíslan. Pueden también sentirse culpables
por conductas realizadas o pensamientos, por creer que están provocando malestar en
su entorno; pueden sentirse irritables, tristes indefensos, indecisos o avergonzados.
Puede que experimenten miedo al abandono, a la pérdida de control ante la presencia
de expresiones emocionales que no se esperan.

El niño desea consciente o inconscientemente que se le acompañe, que se le ayude a


recorrer su etapa de duelo. En sus padres suelen buscar la respuesta a lo que les ocurre
y estos a veces para protegerlo evitan o les engañan. Una buena comunicación y una
información honesta ajustada a las necesidades del niño son necesarias para que no
reprima sus temores, sus miedos o dudas callándose.

Yalom nos indica que un fallecimiento cercano en edad infantil es un hecho muy
influyente que pude servir para desarrollar respuestas adaptativas tempranas, cuando
se dan factores protectores como la presencia de un adulto seguro; o puede exceder la
capacidad del niño para defenderse.

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La reacción infantil puede ser muy compleja porque intervienen numerosos factores:
el sentimiento de culpa, la perdida y la evocación del miedo a la propia muerte. El
grado y la profundidad del trauma del niño derivará en gran parte de la angustia que
experimente la familia respecto a la muerte.

En este momento el psicólogo es una figura muy importante para ayudar al niño a
sentirse mejor respecto a si mismo. El primer paso es la aceptación de parte del niño de
sus sentimientos de vacío, de sentirse mal y de sentirse trise o enfadado. Gracias a esta
premisa el niño puede volver a apoderarse de si mismo y legitimarse como persona. En
este intercambio la palabra clave es contacto, se trata de crear un ambiente en el cual
el niño se siente seguro para permitirse fluir y dejar salir sus sentimientos y volver a
encontrar un equilibrio en una situación de desorden.

Nuevamente teniendo en cuenta la etapa del desarrollo los niños necesitan:

▪ Protección e inclusión en las dinámicas familiares


▪ Normalidad en sus rutinas y costumbres diarias
▪ Apoyo en la expresión de las emociones y de las dudas
▪ Ayuda en la elaboración del duelo

Tanto el enfado, como la tristeza y el alivio son emociones genuinas y válidas en


cualquier pérdida, ya que dependen de las circunstancias anteriores que vivía el
superviviente con el fallecido. Sensaciones como la euforia, también tienen cabida en
este momento posterior a la pérdida.

No importa con que técnica especifica se use el terapeuta debe de permanecer en el


proceso que evoluciona con el niño, ellos se expresan espontáneamente,
interrelacionados más con lo intuitivo, de lo sensible y de lo experimentado, que por la
verbalización o del conocimiento intelectual, como ocurre en el adulto. El niño conoce
sus problemas y procura expresar sus sentimientos a través de los juegos que propone.
Títeres, cuentos, distracción, dibujo, plastilina, mándalas, lego, videojuegos, cuanto más
medios y cuantos más significados proporcionamos a los niños más fácil será su trabajo
de construcción.

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Lo más importante para tener en cuenta es: trasmitir apoyo y seguridad que el
adulto pueda escuchar sin juicio ni mentiras, aceptando sus emociones y sus preguntas,
evitar ocultar información, favorecer o mejorar la comunicación intrafamiliar.

Frases que deberíamos de evitar en estos momentos son: “No digas tonterías”, “Esto
no va a volver a pasar”, “No llores”, “Hay que ser fuerte”, “La persona que se ha ido no
te quiere ver triste” y en general todas las frases que impiden la expresión de las
emociones y el compartir una inquietud con el adulto que le acompaña.

Un elemento importante para la elaboración del duelo es poder contar con una red de
apoyo que te dé la posibilidad de expresar y ventilar las emociones que día a día van
surgiendo. La tecnología en estos momentos de aislamiento nos ayuda a tejer esta red,
aunque sea de otra manera. Los adolescentes en este ámbito saben muy bien como
poder hacer de las redes un recurso de escucha y apoyo.

Una de las dudas más común en los familiares es si es aconsejable que los niños
participen en los ritos funerarios o no. Los profesionales hablamos mucho de la
importancia de incluir los niños en los ritos de despedida y en este caso adultos y
menores están acomunados por la imposibilidad de hacerlo. Evidentemente el no poder
despedir un ser querido es un impedimento a la elaboración de las emociones que
despierta la perdida tanto en adultos como en niños. Es el momento de facilitar ritos
simbólicos que permitan la despedida y el consuelo en familia. Fotos, diarios,
cartas, velas, canciones, y todo lo que nos conecta con el ser querido.

Los niños son más creativos, abiertos, espontáneos y puedes ser una fuente enorme de
consuelo y de estrategias para volver a encontrar nuestro ser querido en el día a día.
Los niños hablan y recuerdan más libremente y nos conducen a volver a encontrar el
fallecido en el presente y no dejarlo solo en el pasado. Construir con ellos actos de
despedida puede ayudar nos solo al niño sino también a todo el núcleo familiar, ejemplos
de esto pueden ser: volar farolillos, plantar árboles, dibujar, escribir una carta o narrar
historias sobre la relación con el fallecido.

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